La isla del silencio parcial - Raymond Smullyan - E-Book

La isla del silencio parcial E-Book

Raymond Smullyan

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Beschreibung

El poder de la lógica puede superar al mismísimo diablo y las historias que tienes delante lo demostrarán. El Brujo y sus dos aprendices Annabelle y Alexander vuelven a cautivarte con exhibiciones de brujería lógica y metalocuras. Te escoltarán a través de una multitud de lugares y aventuras increíbles, incluyendo una visita al Planeta Og y a la Isla del Silencio Parcial. En esta isla todo habitante es un caballero o un bribón; sin embargo, ¡las personas no siempre contestan las preguntas que se les hace! Advertirás ahora a qué se debe el nombre de la isla. Así que ¡sigue al Brujo y a sus dos estudiantes en esta serie de acertijos fascinantes que incluyen probabilidades, lógica, paradojas, enigmas sobre el tiempo o conjuntos infinitos! Todo eso dentro de un mundo poblado de honrados caballeros, bribones mentirosos y robots parlanchines, entre muchos rocambolescos personajes.

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Título del original en inglés: Satan, Cantor & Infinity. And Other Mind-boogling Puzzles

Copyright © 1992 by Raymond Smullyan

Esta traducción se publicó por acuerdo con Alfred A. Knopf, una editorial de The Knopf Doubleday Group, una división de Penguin Random House, LLC.

Traducción: José A. Álvarez

Diseño de cubierta: Equipo Gedisa

Primera edición, 2022, Barcelona

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano.

© Editorial Gedisa, S. A.

www.gedisa.com

Preimpresión: Editor Service, S.L.

www.editorservice.net

eISBN: 978-84-18914-67-6

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier mediode impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellanoo en cualquier otro idioma.

ÍNDICE

Prefacio

BRUJERÍA LÓGICA

El detective de mentiras

Cuando yo era niño

El secuestro de Annabelle

Cómo obtuvo Kazir a su esposa

Una epidemia de mentiras

Diestros y zurdos

La Isla del Silencio Parcial

PROBLEMAS Y METAPROBLEMAS

Recuerdos del tío del Brujo

El planeta Og

Metaproblemas

¿CÓMO PUEDEN EXISTIR ESTAS COSAS?

¡Algo en que pensar!

Acerca del tiempo y el cambio

HIPERJUEGOS, PARADOJAS Y UNA HISTORIA

Hiperjuego

¿Paradójico?

Satán, Cantor y el infinito

Bloc de preguntas y respuestas

Prefacio

¡Pocas cosas han estimulado tanto la imaginación como el infinito! Tiene todo tipo de propiedades curiosas que, al principio, parecen paradójicas, pero que, luego, resultan no serlo. Como tal, provee un material ideal para un libro de problemas de ingenio.

Como mis libros anteriores de problemas, éste comienza con nuevos acertijos acerca de los sinceros y los mentirosos («caballeros» y «bribones»), pero he agregado un personaje notable, conocido como el Brujo. Es considerado un mago por todos los que lo rodean aunque, en realidad, es un lógico que usa la lógica tan astutamente que parece magia para aquellos que no comparten ese conocimiento. Después de muchas exhibiciones de su «brujería lógica», nos escolta a través de una multitud de aventuras inusuales, incluyendo una visita a una isla donde robots inteligentes crean otros robots y los dotan con la suficiente inteligencia cómo para crear nuevos robots inteligentes, que a su vez crean otros robots inteligentes y así siguiendo, al infinito. Luego, después de algunos problemas especiales relacionados con el famoso teorema de Gödel y algunas curiosas paradojas acerca de las probabilidades, el tiempo y el cambio, el Brujo nos ofrece una excursión guiada por el infinito, explicando los descubrimientos pioneros del gran matemático Georg Cantor, que fue el primero en colocar el tema sobre una base lógicamente firme. El Brujo, en su típico estilo humorístico, finaliza con un cuento delicioso de cómo el propio Satán fue engañado por un astuto estudiante de Cantor.

Por el lado serio, ¡es notable que un tema tan enteramente fascinante como el infinito sea tan poco conocido por el público en general! ¿Por qué no se lo enseña en la escuela secundaria? ¡No es más difícil de comprender que el álgebra o la geometría y es igual de provechoso! Aun el neófito podrá comprender la naturaleza del infinito, la contribución sorprendente de Cantor y una descripción de lo que podría ser el problema matemático más grande de todos los tiempos, que, aún hoy, ¡sigue sin resolución!

Nota al lector

Las diversas partes del libro no tienen por qué ser leídas en su orden de aparición. Así, el lector principalmente interesado en el infinito puede leer la parte final con bastante independencia del resto del libro.

Todo lo que el lector que comience por capítulos posteriores necesita conocer es que los personajes principales son el Brujo y sus dos estudiantes, Annabelle y Alexander.

BRUJERÍA LÓGICA

El detective de mentiras

Con una punzada de aprensión, tal como nunca antes había experimentado, un antropólogo llamado Abercrombie desembarcó en la Isla de los Caballeros y los Bribones. Sabía que esta isla estaba poblada por la gente más desconcertante: caballeros, que sólo hacen declaraciones verdaderas, y bribones, que sólo dicen falsedades. «¿Cómo», se preguntaba Abercrombie, «podré llegar a aprender algo acerca de esta isla si no puedo distinguir quién está mintiendo y quién está diciendo la verdad?».

Abercrombie sabía que antes de que pudiese descubrir cualquier cosa debía hacerse un amigo, alguien de quien siempre pudiese confiar en que diría la verdad. De modo que, cuando encontró al primer grupo de nativos, tres personas, supuestamente llamadas Arthur, Bernard y Charles, Abercrombie pensó para sí mismo: «Ésta es mi oportunidad de encontrar un caballero». Abercrombie primero le preguntó a Arthur: «¿Son ambos, Bernard y Charles, caballeros?». Arthur respondió: «Sí». Entonces, Abercrombie preguntó: «¿Bernard es un caballero?». Para su gran sorpresa, Arthur respondió: «No». ¿Es Charles un caballero o un bribón?

Abercrombie sabía que primero debía determinar de qué clase (caballero o bribón) eran Arthur y Bernard. Arthur es obviamente un bribón, ya que ningún caballero afirmaría que Bernard y Charles son, ambos, caballeros pero negaría que Bernard es un caballero. Por ende, las dos respuestas de Arthur eran mentiras. Como negaba que Bernard fuese un caballero, Bernard es verdaderamente un caballero. Como afirmó que ambos, Bernard y Charles, eran caballeros, es falso que ambos lo sean; por lo menos uno de ellos debe ser un bribón. Pero Bernard no es un bribón (como hemos demostrado), por ende, Charles debe ser el bribón.

Abercrombie fue informado, entonces, por el que sabía que, de los tres, era un caballero, que la isla tenía un brujo. «¡Oh, bien!», exclamó Abercrombie. «Nosotros los antropólogos estamos particularmente interesados en los brujos, los médicos brujos, los hechiceros, los chamanes y otros por el estilo. ¿Dónde puedo encontrarlo?». «Debe preguntarle al rey», fue la respuesta.

Bien, el antropólogo pudo obtener una audiencia con el rey, a quien le dijo que deseaba conocer al Brujo.

«Oh, no puede hacer eso», dijo el rey, «a menos que primero conozca a su aprendiz. Si el aprendiz del Brujo lo aprueba, entonces le permitirá conocer a su maestro; si no lo hace, entonces no será posible».

«¿El Brujo tiene un aprendiz?», preguntó el antropólogo.

«¡Ciertamente!», respondió el rey. «Existe una famosa pieza musical acerca de él, creo que el compositor fue Dukas. De cualquier forma, si usted desea conocer al aprendiz del Brujo, está ahora en su casa, que es la tercera casa en la avenida del Palmar. En este momento está atendiendo a dos invitados. Si, cuando usted llegue, puede deducir cuál de los tres allí presentes es el aprendiz del Brujo, creo que eso lo impresionará lo suficiente como para que le permita conocerlo. ¡Buena suerte!».

Una breve caminata llevó al antropólogo hasta la casa.

Cuando entró, había realmente tres personas presentes. «¿Cuál de ustedes es el aprendiz del Brujo?», preguntó Abercrombie.

«Yo soy», respondió uno.

«¡Yo soy el aprendiz del Brujo!», respondió un segundo.

Pero el tercero guardó silencio.

«¿Puede usted decirme algo?», le preguntó Abercrombie. «Es gracioso», respondió el tercero con una sonrisa traviesa. «¡A lo sumo, sólo uno de los tres dice siempre la verdad!».

¿Puede deducirse cuál de los tres es el aprendiz del Brujo?

He aquí cómo razonó el antropólogo: Si el tercero es un bribón, entonces su declaración es falsa, lo que significa que, por lo menos, dos de ellos son caballeros. Pero los dos primeros invitados no pueden, ambos, ser caballeros, ya que sus afirmaciones están en conflicto. Por ende, el tercer invitado no puede ser un bribón; debe ser un caballero. Esto significa que su enunciado es verdadero: él es el único caballero presente. Como los otros dos son bribones, sus afirmaciones son falsas las dos; por ende, ninguno de ellos es, verdaderamente, el aprendiz del Brujo. Ergo, debe ser el tercero.

El aprendiz quedó complacido con el razonamiento de Abercrombie y le informó que podía conocer al Brujo.

«En este momento está en la torre conversando con el astrólogo de la isla», dijo el aprendiz. «Puede subir y entrevistarlos, si así lo desea, pero, por favor, golpee la puerta antes de entrar».

El antropólogo subió las escaleras, golpeó la puerta y fue invitado a pasar. Cuando lo hizo, vio a dos individuos muy curiosos, uno que llevaba puesto un sombrero cónico verde y el otro, uno azul. No podía, basándose en su apariencia, distinguir al astrólogo del Brujo. Luego de presentarse, preguntó: «¿El Brujo es un caballero?». El del sombrero azul contestó la pregunta (respondió sí o no) y el antropólogo pudo deducir cuál era el Brujo. ¿Cuál era?

Este tipo de problema es muy diferente de los dos precedentes; es un metaproblema, porque el lector no recibe todos los elementos del problema sino información acerca del proceso de resolución del mismo. Al lector, en otras palabras, no se le dice qué respuesta dio el hombre con el sombrero azul; sin embargo se le dice que el antropólogo pudo resolver el problema después de recibir una respuesta; es esta información la que resulta vital.

Veamos cómo funciona este tipo de problema: Supóngase que el hombre con el sombrero azul respondió que sí;¿podía entonces el antropólogo saber cuál era el Brujo? Ciertamente no; el hombre que respondió podría haber sido un caballero, en cuyo caso todo lo que podría deducirse es que el Brujo es un caballero; pero ambos podrían ser caballeros y cualquiera de los dos entonces podría haber sido el Brujo. O, nuevamente, el hombre que respondió podría haber sido un bribón, en cuyo caso el Brujo es un bribón y podría haber sido cualquiera de los dos (en base a lo que el antropólogopodía llegar a saber). De modo que, si la respuesta hubiera sido «sí», el antropólogo no podría haber deducido cuál era el Brujo. Pero se nos dice que el antropólogo sí dedujo cuál era el Brujo; por ende debe haber recibido la respuesta «no».

Ahora sabemos que el hablante (el del sombrero azul) respondió que no. Si el hablante es un caballero, su respuesta fue verdadera; por ende, el Brujo no es verdaderamente un caballero. Y como el hablante es un caballero, entonces no es el Brujo. Por otro lado, si el hablante es un bribón, su respuesta debe ser mentira, lo que significa que el Brujo debe ser un caballero; por ende, nuevamente, el hablante no puede ser el Brujo. Esto demuestra que un «no» por respuesta indica que el hablante no es el Brujo, sin importar si la respuesta es verdad o mentira. Y así, el hombre con el sombrero azul debe ser el astrólogo y el del sombrero verde debe ser el Brujo.

En resumen, un «no» por respuesta prueba que el hombre con el sombrero verde es el Brujo, mientras que una respuesta afirmativa no prueba nada. Como el antropólogo fue capaz de deducir la identidad del Brujo, debió haber recibido una respuesta «no» y deducido que el hombre del sombrero verde era el Brujo.

Aunque el antropólogo había deducido cuál era el Brujo, no sabía aún si éste era un caballero o un bribón. Con una pregunta más descubrió que el Brujo era un caballero y el astrólogo un bribón. Este último, un poco avergonzado, se levantó y se fue, diciendo: «Según las configuraciones planetarias, debo estar en casa en este momento».

«Estos astrólogos», dijo el Brujo con una carcajada, «farsantes, todos ellos. En cambio, conmigo es diferente; mi brujería es real».

«A decir verdad», dijo Abercrombie, «soy bastante escéptico acerca de la existencia de la magia».

«Oh, usted no comprende», dijo el Brujo. «Mi brujería no usa magia, aunque así le parezca a los de por aquí. Mi brujería involucra el uso astuto de la lógica. Con mi lógica engaño constantemente a estas personas».

«¿Puede darme un ejemplo?», pidió Abercrombie.

«Sí, seguro. ¿Le gustan las apuestas?».

«De vez en cuando», respondió Abercrombie con cierta cautela.

«Oh, no tiene por qué ser una gran apuesta; sólo apostaremos una moneda de cobre. Yo le haré una pregunta a la que usted deberá responder sí o no. Aun cuando la pregunta tiene una respuesta correcta definida, yo le apuesto que usted no podrá darla. Cualquiera, excepto usted, podría dar la respuesta correcta, pero usted no puede. De hecho será lógicamente imposible que usted dé la respuesta correcta, aun cuando la pregunta tiene una. ¿Esto no parece brujería?».

«Por cierto que sí», respondió Abercrombie, que estaba enormemente intrigado. «Acepto la apuesta, principalmente porque me carcome la curiosidad. ¿Qué pregunta tiene en mente?».

El Brujo le hizo entonces a Abercrombie una pregunta a contestar sí o no que, definitivamente, tenía una y sólo una respuesta correcta. Y Abercrombie pronto advirtió, para su sorpresa y diversión, que el Brujo tenía razón. Era lógicamente imposible que él diese la respuesta correcta, aun cuando supiese cuál era.

¿Puede adivinar qué pregunta hizo el Brujo?

El Brujo le preguntó a Abercrombie: «¿Responderá que no a esta pregunta?». Si Abercrombie respondía que no, estaría negando que «no» es la respuesta; por ende estaría equivocado. Si respondía que sí, entonces estaría afirmando que «no» es la respuesta; por ende, nuevamente estaría equivocado. De modo que es lógicamente imposible para Abercrombie dar la respuesta correcta.

¡Astutos estos brujos!

El inspector Craig hace una visita

Unas pocas semanas después de que el antropólogo volviera a su casa, mi amigo, el inspector Craig, de Scotland Yard, fue de visita a la isla. En la primera noche de esta visita particular, Craig fue invitado a cenar a casa del presidente de la corte, un caballero.

«Ah, sí», dijo el juez orgullosamente, «ayer atrapé a un bribón en un juicio y lo sentencié a tres meses por perjurio. No se debe mentir bajo juramento».

«¿Está usted diciendo que está bien mentir cuando no se está bajo juramento?», preguntó Craig.

«No, no», exclamó el juez. «Nunca se debería mentir, pero mucho menos bajo juramento».

«Cuénteme lo que ocurrió», dijo Craig, que tenía un gran interés por estas cosas.

«Pues, había dos acusados, llamados Barab y Zork. Yo sabía que a Barab le disgustaba personalmente Zork, pero ello no es una excusa para que mienta acerca de él».

«¿Qué mentira dijo?», preguntó Craig.

«Sostuvo que unos pocos minutos antes del juicio, escuchó que Zork le confió a un amigo: «Mentí ayer».

«¿Y qué?», preguntó Craig.

«Así que, obviamente, condené a Barab por mentir». «¿Cómo sabía que estaba mintiendo?».

«Oh, vamos», dijo el juez con cierta irritación. «Yo pensé que usted era un buen lógico. Obviamente, Zork nunca pudo haber dicho que mintió ayer, porque un caballero nunca diría falsamente que mintió ayer y un bribón nunca admitiría verdaderamente haber mentido ayer. Por ende, Barab claramente mintió cuando dijo que Zork había hecho esa declaración».

«No necesariamente», replicó Craig. «Debiera pulir su propia lógica y, más urgente aún, debiera liberar a Barab enseguida, ya que lo ha condenado sin una causa justa».

La investigación posterior reveló que Craig tenía razón. El juez cometió un error de razonamiento bastante natural, pero un error al fin. ¿Cuál es el error?

La investigación posterior reveló que Barab era, en realidad, un caballero y estaba diciendo la verdad: Zork había hecho realmente esa extraña declaración. ¿Cómo podría Zork haber afirmado que había mentido ayer? Bueno, resultó que Zork había tenido laringitis el día anterior y, por ende, no había dicho nada en todo el día. Así que Zork era un bribón que mintió cuando afirmó haber mentido el día anterior; en realidad, había estado callado.

Al día siguiente se le pidió a Craig que presidiese un juicio acerca de un reloj robado. El acusado se llamaba Gary. El inspector Craig no estaba interesado en descubrir si Gary era un caballero o un bribón; todo lo que quería saber era si Gary había robado o no el reloj. He aquí una transcripción del juicio:

Craig: ¿Es verdad que algún tiempo después del robo, usted afirmó no haber sido el que robó el reloj?

Gary: Sí.

Craig: ¿Alguna vez afirmó que usted fue el que robó el reloj?

Gary respondió entonces (sí o no) y Craig supo si era inocente o no del robo. ¿Gary robó el reloj?

Éste es otro ejemplo de un metaproblema. Supóngase que Gary hubiese respondido «sí» a la segunda pregunta de Craig. Entonces sería obvio que Gary es un bribón, porque un caballero nunca podría afirmar haber hecho dos declaraciones contradictorias. Como Gary es un bribón (todavía bajo el supuesto de que respondió que sí), entonces sus dos respuestas eran mentiras, lo que significa que nunca afirmó que él no fuera el ladrón ni nunca afirmó que lo fuera, y así Craig no tendría ninguna razón para saber si Gary era inocente o culpable. Pero Craig sí sabía. Por ende, la segunda respuesta de Gary no podía haber sido «sí»; debía haber sido «no».

Ahora que sabemos que la segunda respuesta de Gary fue «no», podemos determinar su inocencia o culpabilidad. Gary es un caballero o un bribón. Supongamos que es un caballero. Entonces sus dos respuestas eran verdaderas, lo que significa que él había afirmado una vez que no era el ladrón, pero que nunca había afirmado que él era el ladrón. Como una vez afirmó que él no era el ladrón, y como es un caballero, entonces es inocente. Por otro lado, supóngase que es un bribón. Entonces ambas respuestas eran mentira, lo que significa que nunca afirmó no ser el ladrón, pero que sí afirmó que lo era. Entonces, por el hecho de ser un bribón y por haber afirmado que él era el ladrón esto significa que, en realidad, no lo era, de modo que, nuevamente, es inocente. Esto prueba que, sin importar si Gary es un caballero o un ladrón, es inocente del crimen.

Cuando yo era niño

Cuando el antropólogo Abercrombie volvió de la Isla de los Caballeros y los Bribones, citó a la prensa para narrarles sus aventuras con el aprendiz del Brujo y su audiencia con el propio Brujo. Un periodista llamado Bill Ryan estaba tan intrigado que decidió visitar la isla y entrevistar al Brujo. Después de hacerse a la mar desde Baltimore en un día ventoso, llegó a la isla y localizó al misterioso Brujo en su castillo de la montaña.

«Dígame», dijo Ryan al Brujo, lápiz y anotador en mano. «¿Cuándo se interesó por primera vez en la lógica?», porque la «magia» del Brujo, tal como Abercrombie había descubierto, no era nada más que un sagaz uso de la lógica.

«Comenzó cuando yo era niño», fue la respuesta. «Mi tío me habló de una mítica Isla de los Caballeros y los Bribones. (Ahora tengo razones para creer que él sabía que esa isla existía realmente, pero quería probarme antes de estimular mi deseo de viajar allí). De cualquier forma, primero me contó acerca de un náufrago que se encontró a tres nativos de la isla, llamados Anthony, Bertrand y Clive. Preguntó a uno de ellos: “¿Es usted un caballero o un bribón?”. Anthony respondió, pero en una lengua extranjera. El viajante, entonces, preguntó a Bertrand qué había dicho Anthony. Bertrand respondió: “Anthony dijo que él es un bribón”. Pero Clive terció en la conversación: “No crea a Bertrand; está mintiendo”.

El náufrago (que ahora creo que, en realidad, era mi tío) quedó perplejo. Y, repentinamente, se le ocurrió de qué clase (caballero o bribón) era Clive. Pero mi tío no quiso decirme la respuesta. Tenía que descubrirla yo mismo. ¿Puede usted adivinar si Clive era un caballero o un bribón?».

Ryan también quedó perplejo, de modo que el Brujo le explicó:

«Miré a mi tío», recordó el Brujo, «y dije que ningún habitante de una isla de caballeros y bribones podía afirmar que era un bribón, porque un caballero nunca mentiría afirmando ser un bribón y un bribón nunca admitiría verazmente ser un bribón. Razoné entonces que Bertrand claramente había mentido cuando dijo que Anthony había afirmado ser un bribón y, por ende, Clive había dicho la verdad cuando dijo que Bertrand mintió. Entonces, Bertrand era un bribón y Clive era un caballero».

«Ahora que vivo en esta isla, con frecuencia recuerdo los cuentos de mi tío cuando trato de desenmascarar a los caballeros y a los bribones».

«Después de todos estos años en la isla, ¿no sabe quién es un caballero y quién un bribón?», preguntó Ryan.

«Bueno, hace menos de dos semanas», dijo el Brujo, «estaba yo caminando por la playa cuando me crucé con alguien que no conocía. No había visitantes en la isla en ese momento, de modo que supe que debía ser un nativo. Pero no tenía idea de si era un caballero o un bribón. Murmuró algunas palabras cuando me crucé con él. Pensé por un momento y luego le grité: “¡Si no hubiese hecho esa declaración, yo la habría creído! Antes de que hablase no tenía idea si usted era un caballero o un bribón, ni tampoco tenía la menor idea de si lo que acaba de decir era verdadero o falso. Ahora sé que su declaración es falsa y que usted debe ser un bribón”».

«¿Qué puede haber dicho para que usted reaccionase de esa forma?», preguntó Ryan.

«¿Qué cree usted que dijo?», contraatacó el Brujo. «Bueno, él podría haber dicho: “Dos más dos es igual a cinco”», respondió Ryan. «¿No sería eso suficiente para convencerlo de que era un bribón?».

«¡Por supuesto que sí!», exclamó el Brujo. «¡Pero veo que usted no comprende el problema! Si él hubiese dicho eso, yo hubiera sabido que él era un bribón sólo porque sabía, antes de que él dijese que “Dos más dos es igual a cinco”, que es una afirmación falsa. Pero yo le he dicho que sólo después de que él hizo la declaración pude deducir que era falsa; falsa en virtud del mismo hecho de que la había realizado. ¿Puede usted deducir ese enunciado?».

Nuevamente, el periodista quedó anonadado.

«Cuando me encontré con el nativo», explicó el Brujo, «no tenía ni idea si era un caballero o un bribón, ni si estaba casado. Pero luego dijo: “Yo soy un bribón casado”. Obviamente, un caballero nunca podría afirmar ser un bribón casado (ni ningún otro tipo de bribón, por supuesto), y así el nativo era, ciertamente, un bribón. Por ende, su afirmación era falsa. El no era, verdaderamente, un bribón casado, de modo que debía ser un bribón soltero. Después de que habló, yo supe dos cosas de él que no sabía con anterioridad: que era un bribón y que no estaba casado».

«¡Espere un minuto!», exclamó Ryan. «No puedo aceptar su solución como válida. Por cierto, ni siquiera veo cómo este incidente haya podido ocurrir. Y estoy muy perturbado de que usted, un caballero, me haya contado una historia falsa. O quizá sea usted un bribón y todo lo que me ha dicho hoy es falso».

«¿Por qué dice usted que la historia es falsa?», preguntó el Brujo sorprendido.

«Porque ningún habitante de esta isla podría afirmar que es un bribón. Si afirma ser un bribón casado, entonces, ciertamente, está afirmando ser un bribón, lo que no puede ocurrir, como su tío (si verdaderamente existió) lo señaló. Su historia hace agua».

«No tan rápido, joven», dijo el Brujo. «Usted acaba de cometer una falacia bastante común. Déjeme hacerle una pregunta: supóngase que una persona afirma saber francés y alemán. ¿Está necesariamente afirmando que sabe francés?».

«Por supuesto», respondió Ryan. «Qué pregunta tan tonta».