La Maja desnuda - Vicente Blasco Ibáñez - E-Book

La Maja desnuda E-Book

Vicente Blasco Ibanez

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Beschreibung

“La Maja desnuda”, es una de las novelas mas trágicas y poderosas que fue publicada en 1906. Narra sobre las ardientes pasiones del pintor  Mariano Renovales que en un cuadro magnífico, ispirado por el jefe de obra de Goya, retrata a su esposa desnuda. Pero, la mujer siente verguenza y en un momento de impetu corta la tela. Después se arrepiente por la desilusión que trajo a su marido y este se enferma hasta la muerte. Renovales, buscará otras mujeres anhelando reencontrar aquel precioso amor en el sublime cuadro que debÍa darle fama y riqueza.

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Veröffentlichungsjahr: 2017

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Blasco Ibanez

La maja desnuda

Vicente Blasco Ibáñez

La maja desnuda

Novela

ISBN: 978-88-97060-91-8

Version: EBook

Precio: Euro 2,99

Primera edición: fevrero de 2016

Colleción Excelsior – Iberia

cubierta: Francisco de Goya, La maja desnuda, Museo Nacional del Prado, Madrid

El Editor queda a disposicion de los proprietarios de derechos que no ha sido podible encontrar y por eventuales omisiones o errores de attribución.

Reservados todos los derechos

EDARC EDIZIONI

50012 Bagno a Ripoli (FIRENZE)

[email protected] - www.edarc.it

ISBN: 978-88-97060-91-8
Este libro se ha creado con StreetLib Write (http://write.streetlib.com).

Indice

Vicente Blasco Ibáñez

PRIMERA PARTE

I

II

III

IV

V

VI

SEGUNDA PARTE

I

II

III

IV

V

TERCERA PARTE

I

II

III

IV

V

Vicente Blasco Ibáñez

La maja desnuda

Novela

EDARC

Excelsior – Iberia

PRIMERA PARTE

I

Eran las once de la mañana cuando Mariano Renovales llegó al Museo del Prado. Algunos años iban transcurridos sin que el famoso pintor entrase en él. No le atraían los muertos: muy interesantes, muy dignos de respeto, bajo la gloriosa mortaja de los siglos, pero el arte marchaba por nuevos caminos y no era alli donde él podía estudiar, á la falsa luz de las claraboyas, viendo la realidad á través de otros temperamentos. Un pedazo de mar, una ladera de monte, un grupo de gente desarrapada, una cabeza expresiva, le atraían más que aquel palacio de amplias escalinatas, blancas columnas y estatuas de bronce y alabastro, solemne panteón del arte, donde titubeaban los neófitos, en la más estéril de las confusiones, sin saber qué camino seguir.

El maestro Renovales detúvose unos instantes al pie de la escalinata. Contemplaba con cierta emoción—como se contempla después de larga ausencia los lugares de la juventud—la hondonada que da acceso al palacio, con sus declives de césped fresco, adornados á trechos por débiles arbolillos. En lo alto de estos desmontes, la antigua iglesia de los Jerónimos, de gótica mampostería, marcaba sobre el espacio azul sus torres gemelas y sus arcadas ruinosas. El invernal ramaje del Retiro servia de fondo á la blanca masa del Casón. Renovales pensó en los frescos de Giordano que adornaban sus techos interiores. Después se fijó en un edificio de muros rojos y portada de piedra que cerraba el espacio pretenciosamente, en primer término, al borde de la pendiente verdosa. ¡Puá! ¡La Academia! Y el gesto despreciativo del artista encerró en una misma repugnancia la Academia de la Lengua y las demás Academias; la pintura, la literatura, todas las manifestaciones del pensamiento, amojamadas y agarrotadas, con una inmortalidad de momia, en los vendajes de la tradición, las reglas y el respeto á los precedentes.

Una ráfaga de viento helado agitó las haldas de su gabán, sus barbas luengas y algo canosas y el ancho fieltro, bajo cuyos bordes asomaban los mechones de una melena, escandalosa en su juventud, que había ido disminuyéndose con prudentes recortes, conforme ascendía el maestro, adquiriendo fama y dinero.

Renovales sintió frío en la hondonada húmeda. Era un día claro y glacial de los que tanto abundan en el invierno de Madrid. Lucía el sol; el cielo estaba azul; pero de la sierra, cubierta de nieve, llegaba un viento helado que endurecía la tierra, dándola una fragilidad de cristal. En los rincones, adonde no llegaba el fuego solar, brillaba todavía la escarcha del amanecer como una capa de 'azúcar.' En las alfombras de musgo, los gorriones, enflaquecidos por las privaciones invernales, iban y venían con un trotecito infantil, agitando su mustio plumaje.

La escalinata del Museo recordaba al maestro su adolescencia. Aquellos peldaños los había subido muchas veces á los diez y seis años, con el estómago desfallecido por la ruin comida de la casa de huéspedes. ¡Cuántas mañanas pasadas en aquel caserón, copiando á Velázquez! Estos lugares traían á su memoria las esperanzas muertas, un cúmulo de ilusiones que ahora le hacían sonreir: recuerdos de hambre y de humillantes regateos al ganar su primer dinero con la venta de copias. Su faz adusta de gigante, su entrecejo que intimidaba á discípulos y admiradores, se aclararon con una sonrisa alegre. Recordaba sus entradas en el Museo con paso tardo, su miedo á separarse del caballete para que no reparasen en las suelas despegadas de sus botas, que se doblaban, dejando al descubierto los pies.

Pasó el vestíbulo y abrió la primera cancela de cristales. Cesaron instantáneamente los ruidos del mundo exterior: el rodar de los carruajes por el Prado, el campaneo de los tranvías, el sordo arrastre de las carretas, la chillería de los grupos infantiles que correteaban por los desmontes. Abrió la segunda cancela, y su cara, entumecida por el frió, sintió la caricia de una atmósfera tibia, cargada del inexplicable zumbido del silencio. Los pasos de los visitantes adquirían esa sonoridad de los grandes edificios inhabitados. El golpe de la cancela al cerrarse, retumbaba como un cañonazo, pasando de sala en sala al través de los recios cortinajes. Las bocas de calefacción humeaban su invisible hálito tamizado por las rejillas. Las gentes, al entrar, hablaban en tono bajo instintivamente, cual si estuvieran en una catedral: ponían un gesto compungido de recogimiento, como si les intimidasen los miles de lienzos alineados en las paredes, los bustos enormes que adornaban el círculo de la rotonda y el promedio del salón central.

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

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