8,99 €
¿TE HAS PREGUNTADO CUÁNTAS COSAS HAS DEJADO DE HACER POR MIEDO A LO QUE PIENSEN LOS DEMÁS? ¿EN QUÉ MOMENTO EMPEZASTE A COMPLACER A OTROS Y TE OLVIDASTE DE TI? ¿TE SIENTES AGOTADO INTENTANDO AGRADAR A TODO EL MUNDO? Desde que nacemos, aprendemos a ver la vida y a nosotros mismos a través de lo que nos dicen y nos enseñan. A medida que crecemos, buscamos cada vez más la aprobación externa y, poco a poco, vamos perdiendo nuestra esencia para encajar con los demás. Descubre el poder de ser tú mismo y libérate del miedo a las críticas y al «qué dirán». Encuentra la libertad y la confianza que está dentro de ti para vivir plenamente. Con un estilo cercano y directo, María de Mondo nos vuelve a sorprender con un libro que te invita a reconectar contigo y empezar a disfrutar de la vida de una forma auténtica y alineada con tu ser. «¿Estás viviendo la vida que deseas? ¿Qué decisiones han creado la vida que tienes? ¿Qué personas han influido en el camino que has elegido? Si no nos hemos parado a pensar qué nos gusta, qué nos hace felices, con qué disfrutamos o qué nos da paz, vivimos en piloto automático, creando la vida que los demás nos han aconsejado. Si hemos buscado complacer y agradar por encima de los propios intereses, vivimos la vida que se espera que vivamos, cumpliendo expectativas ajenas». @mariademondo
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 207
Veröffentlichungsjahr: 2024
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.
Avenida de Burgos, 8B - Planta 18
28036 Madrid
La opinión de los demás está de más. Claves para ser tú mismo y liberarte del qué dirán
© 2024, María de Mondo
© 2024, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Diseño de cubierta: Rebeca Losada
Fotografía de la autora: Inés Urdaci Vallejo
Maquetación: Safekat
ISBN: 978-84-1064-081-8
A ti, lector, por querer desafiar el qué dirán
y atreverte a ser auténtico.
Gracias por tu valentía y por recordar
que la plenitud aparece al ser uno mismo.
Que este libro sea un recordatorio
de que la verdadera libertad
reside en la aceptación y celebración
de quienes somos realmente.
CÉDITOS
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN
1. ¿POR QUÉ ME IMPORTA EL QUÉ DIRÁN?
El papel del ego
La familia
El entorno
Seres sociales por naturaleza
Experiencias de vida
2. ¿CÓMO ME ESTÁ PERJUDICANDO?
Desconexión del ser
Necesidad de complacer y agradar
Perderte a ti mismo
Esta vida no es mía
Adiós, amor propio
Vivir desde el miedo
Emociones de baja vibración
3. ¿QUÉ HAGO CON LOS HATERS?
Anatomía de un hater
La doble cara de la crítica
No eres tú, soy yo
Empatizar no es justificar
No es la naturaleza humana
¿Estamos tontos?
Cómo gestionar las críticas
4. LA TRIBU
Cómo reconocerla
Cómo construirla
Cuando eres idiota
5. LIBÉRATE
Recupera la confianza
Nada es personal
Elige tus luchas
No puedes gustar a todo el mundo
Humanízate
Nada es tan terrible
Amor incondicional
La llave maestra
Sé tu propio gurú
EPÍLOGO
¿Cuántas cosas has hecho por la opinión de los demás? ¿Cuántas has dejado de hacer? ¿Cuándo empezaste a ser como se esperaba que fueras perdiéndote a ti mismo? ¿Cuándo comenzaste a olvidarte de ti para encajar? ¿En qué momento tu opinión empezó a ser menos importante que la de los demás? ¿Qué parte de ti has sacrificado para ser aceptado? ¿Qué sueños has dejado en el camino por miedo a fracasar? ¿Cómo sería tu vida si hubieras tomado decisiones sin ningún tipo de condicionamiento? ¿Qué harías hoy si supieras que nadie te juzgaría?
Decidir liberarte del temido qué dirán es la decisión más importante que puedes tomar hacia la autenticidad y el inicio de una vida plena. Es impresionante cómo las opiniones ajenas pueden marcar nuestra existencia. Muchas personas son conscientes de ello y otras no tanto, pero nadie se escapa del condicionamiento externo.
Desde que naces, recibes un bombardeo de información de las personas que te rodean sobre cómo interpretan el mundo, qué está bien y qué está mal, qué es mejor y peor, cómo funcionan las personas y sobre tu propia identidad. Estas creencias y juicios del entorno crean unas gafas por medio de las cuales interpretamos la vida. Y es así como se forma el ego, ese personaje a través del que vives, que juzga el mundo con esas gafas y toma las decisiones que cree correctas y seguras desde la perspectiva aprendida.
En este proceso, poco a poco, nos vamos alejando del verdadero ser, olvidándonos de que las respuestas que tanto buscamos en el exterior ya residen en nuestro interior. Construimos la vida basándonos en expectativas ajenas, persiguiendo la aceptación y la pertenencia para sentirnos válidos. Nos ponemos esas gafas sin preguntarnos si nos gustan, si son cómodas, si distorsionan nuestra visión o si en realidad las necesitamos.
Ser consciente del papel que jugaba la opinión de los demás me cambió por completo. Me di cuenta de que no podía confirmar si mis creencias, gustos, necesidades, deseos, anhelos, miedos, inseguridades o decisiones eran realmente mías.
Desde pequeña creí que papá y mamá tenían respuestas para todo, sus palabras y decisiones eran la verdad absoluta para mí. Durante mi adolescencia mis amigas y yo seguíamos las mismas modas, escuchábamos la misma música, nos gustaban los mismos chicos, utilizábamos las mismas expresiones y proyectábamos nuestro futuro de la misma forma. El camino que debíamos seguir estaba definido: iríamos a la universidad, encontraríamos un trabajo, formaríamos una familia y seguiríamos siendo amigas para siempre. Todo parecía claro y sin sorpresas.
Pero también recuerdo que mi momento favorito del año era irme sola al extranjero. Desde los diez años pasaba un mes del verano en una escuela de Irlanda o Estados Unidos para mejorar mi inglés. No aceptaba acompañantes y nadie me conocía en mi destino. Me sentía libre y ligera. Podía ser como quisiera ser, no necesitaba encajar ni agradar a los demás. Simplemente era yo misma, aunque de esto me percaté con el tiempo.
En YO, EGO cuento la primera vez que me atreví a nadar a contracorriente en una decisión importante. Desde los dieciséis años tenía claro qué carrera quería estudiar, elegida más por las recomendaciones familiares y el prestigio que tenía que por mi propio deseo. Pero a los cuatro meses decidí dejarla. No puedo explicar con palabras lo que sentí al hacer lo que yo quería y no lo que, se suponía, debería hacer. Con todas las opiniones de familiares, amigos y pareja en contra, lo hice. Joder, qué liberación. Esta sensación de gozo y libertad no venía por dejar la carrera, venía por tomar una decisión completamente alineada conmigo, a pesar del qué dirán.
Esta primera decisión marcó el inicio de mi viaje de autodescubrimiento y valentía: dejar trabajos estables, romper relaciones, seguir estudiando, emprender, caer y volver a levantarme, dejarlo todo, arriesgarme, VIVIR. Aprender a escucharme, entenderme, validarme, aceptarme, respetarme, amarme y ser siempre fiel a mí ha sido difícil, pero el mejor tiempo y energía invertida de mi vida. Hoy por hoy sigo identificando condicionamientos del qué dirán, incluso en las cosas más absurdas, pero cuando lo hago, lo dejo ir fácilmente.
Hace un par de años, cuando creía que la opinión de los demás estaba más que superada, me di cuenta de que seguía apareciendo de las formas más absurdas. Había viajado a otra ciudad para hacer una presentación de mi libro YO, EGO. Antes de empezar, la presentadora del evento me preguntó si estaba nerviosa, la sala estaba llena. Le dije que no y se quedó sorprendida. Le expliqué que no estaba allí para sorprender a nadie, había ido a compartir mi historia, y que la opinión que se forjara el público sobre mí, en realidad, no era importante. Si me quedaba en blanco o me caía en el escenario, sería una anécdota más que contar, soy humana. Ciertamente estaba tranquila y la exposición salió muy bien.
Sin embargo, a la mañana siguiente en el hotel me sorprendí dándole valor a la posible opinión de un desconocido. Tenía siete minutos para desayunar, ya que un taxi venía a recogerme para llevarme al aeropuerto. Cogí un plato y lo llené de comida a toda velocidad para que me diera tiempo a comer algo antes del vuelo. Cuando llegué a la mesa, me di cuenta de que era imposible acabar todo lo que había, así que empecé a devorar como si no hubiera tomado nada en varios días porque me preocupaba qué podría pensar el camarero habiendo cogido tanta comida y dejando la mitad. En ese momento escuché mis pensamientos y dije: «María, ¿es en serio?, para empezar, el camarero no va a pensar nada porque eres una clienta más entre cientos y le importa un comino lo que comas o dejes de comer y, para seguir, aunque pensara que estás desperdiciando comida —que es en verdad lo que estás pensando tú—, ¿a ti que más te da la opinión de este señor?». En ese momento dejé el plato y me fui al taxi tranquila.
Si un simple encuentro con un desconocido puede llevarnos a cuestionarnos, ¿qué pasa con las opiniones de nuestros familiares, amigos, compañeros de profesión o los miles de haters que se esconden en las redes sociales? Si no aprendemos a no tomarlo todo de manera personal y no comenzamos a conocernos, querernos, respetarnos y validarnos a nosotros mismos, el juicio ajeno nos llevará por delante.
Pero esto no va únicamente de que nos duelan, molesten o condicionen los juicios de los demás. También trata de todas esas veces que no supimos decir no por miedo al rechazo, por no querer incomodar, por evitar el conflicto o por el simple hecho de agradar. De todas esas veces en que nos relegamos a un segundo plano para complacer a otros en un intento de sentirnos queridos o aceptados. De cuando dejamos de vernos para que nos vea el otro, conduciéndonos a una derrota asegurada.
Vivir en piloto automático permite que el ego y los condicionamientos adquiridos tomen el control de nuestra vida sin que apenas nos demos cuenta. Por eso es tan importante conectar con nuestro verdadero ser, conocerse en profundidad, ser capaces de encontrar nuestras propias respuestas y anteponer nuestra voz interior a cualquier otra. Por eso es tan importante ser fiel a uno.
En el terreno profesional, no me he cansado de ver a personas atrapadas, reprimidas, limitadas y sumidas en la tristeza o desesperación por la influencia del qué dirán. Muchas son conscientes del enorme peso que las opiniones de sus padres, parejas o su círculo cercano ejercen sobre ellas. Sin embargo, muchas otras atribuyen estos sentimientos a miedos o inseguridades personales. Pero aquí surge la pregunta: ¿miedo a qué, exactamente? Estas suelen ser las respuestas o miedos más repetidos:
—al fracaso,
—a decepcionar,
—a equivocarme,
—a las opiniones ajenas,
—a no ser suficiente,
—al rechazo,
—a la soledad,
—a no cumplir con las expectativas,
—al ridículo.
El ego vuelve a ser el protagonista, manteniéndose a salvo en su zona de confort, actuando desde el miedo y evitando el rechazo a toda costa. Nos muestra su tendencia a poner el foco fuera, haciendo que nos olvidemos de nosotros, llenándonos de excusas y límites que nos impiden elegir nuestra verdadera vocación y pasiones. Cuando miramos dentro, empezamos a descubrir los verdaderos deseos y capacidades, permitiéndonos avanzar hacia una vida más auténtica y satisfactoria.
Sin embargo, esto que te voy a contar, puede parecer un tanto contradictorio. Quería ir más allá de las experiencias de mis clientes, de mi entorno o incluso de mis propias vivencias. La idea era ampliar la perspectiva y poder reflexionar juntos, así que recurrí a mi comunidad en redes sociales para plantear una pregunta que nos hiciera pensar en lo que realmente valoramos. La pregunta fue la siguiente:
Si mañana un meteorito destruyese la Tierra, ¿de qué te arrepentirías?
Creo que es una cuestión que nos invita a ir más allá del ruido diario y de las preocupaciones superficiales. Nos fuerza a mirar más allá de las expectativas sociales, las presiones del entorno y la dictadura del ego, llevándonos a un espacio de honestidad brutal con nosotros mismos.
Entre todas las respuestas, hubo siete arrepentimientos que se repetían sin cesar, reflejando un anhelo por una vida más auténtica y satisfactoria:
1. No haberme querido, priorizado y cuidado más.
2. No haber disfrutado la vida.
3. Haber trabajado tanto.
4. No haber sido fiel a mí por miedo al qué dirán.
5. No haber expresado mis sentimientos a mis seres queridos.
6. No haber pasado más tiempo con mis seres queridos.
7. Haberle dado importancia a cosas o personas que no la tenían.
Cada una de estas respuestas pasa por una conexión profunda con uno mismo. No hay cosas materiales, no hay logros, no hay ambiciones ni ningún otro foco puesto en lo que piensen, digan o vean los demás. Sin embargo, seguimos viviendo desde ahí.
Quiero compartir contigo los recursos y herramientas que puedan ayudarte a liberarte, de una vez por todas, del qué dirán para poder vivir a tu manera. No se trata de que todo te importe una mierda, pero sí de que tú elijas qué es aquello que te importa de verdad.
Antes de empezar, por si todavía te queda alguna duda, te dejo una checklist para que descubras si te condiciona la opinión de otras personas:
1. ¿Pides opinión cuando tienes que tomar cualquier decisión, incluso la más pequeña?
2. Si alguien no está de acuerdo con tu opinión, ¿te la cuestionas automáticamente?
3. ¿Cambias tu forma de vestir o actuar dependiendo de con quién estés?
4. ¿Te preocupas constantemente por cómo te perciben?
5. ¿Evitas expresar tus verdaderos sentimientos por miedo a ser juzgado?
6. ¿Has dejado de hacer algo que en realidad querías por miedo a lo que dirían los demás?
7. ¿Te sientes incómodo si destacas o eres el centro de atención?
8. ¿Te cuesta decir «no», incluso cuando no quieres hacer algo?
9. ¿Revisas tus publicaciones en redes sociales varias veces preocupado por las reacciones?
10. ¿Prefieres seguir la opinión mayoritaria en lugar de expresar una diferente?
11. ¿Te sientes mal si no cumples con las expectativas de los demás?
12. ¿Te preocupa que tus elecciones de vida sean juzgadas por familiares o amigos?
13. ¿Te sientes presionado a mantener una cierta imagen?
14. ¿Evitas tomar riesgos por miedo a fallar y ser criticado?
15. ¿Tus decisiones están más influenciadas por los consejos de otros que por tu intuición?
16. ¿Sientes que debes justificar tus acciones o decisiones continuamente?
17. ¿Tienes miedo de ser rechazado si muestras tu verdadero yo?
18. ¿A menudo te comparas y te preocupas por no estar a la altura?
19. ¿Te sientes culpable cuando haces algo que va contra las normas sociales, aunque te parezca injusto o no conecte contigo?
20. ¿Te cuesta estar en desacuerdo con alguien por miedo a perder su aprobación?
21. ¿Piensas más en las consecuencias sociales de tus acciones que en tus deseos personales?
22. ¿Te sientes obligado a seguir tradiciones o costumbres, incluso si no estás de acuerdo con ellas?
23. ¿Sientes que necesitas la validación de otros para sentirte bien contigo?
24. ¿Te preocupa ser etiquetado o juzgado por tus elecciones?
25. ¿Tus metas y sueños se han visto afectados por la opinión de los demás?
26. ¿Te sientes ansioso cuando piensas en ir en contra de la corriente?
27. ¿Has dejado de lado tus pasiones por seguir el camino «seguro» recomendado por otros?
28. ¿Te preocupa decepcionar a las personas incluso cuando actúas de buena voluntad?
29. ¿Evitas discutir temas controvertidos para no crear conflictos o tensión?
30. ¿Sientes que vives más para satisfacer a los demás que a ti?
Si alguna vez te has preguntado por qué te importan tanto las opiniones de los demás o por qué condicionan tu estado de ánimo o decisiones, déjame decirte que no es a ti a quien le afectan, sino a tu ego. En este capítulo exploraremos cómo se ha ido alimentando de diferentes factores que hacen que te importe más o menos el qué dirán: analizaremos la influencia de la familia y de la infancia, el entorno del que nos hemos rodeado, el verdadero rol de nuestra condición humana al ser seres sociales por naturaleza, así como las experiencias personales.
El concepto de ego es complejo, así que voy a intentar explicarlo de una manera sencilla por si no estás familiarizado con él. Como hemos visto antes, son las gafas con las que interpretas el mundo. Es el personaje que se ha ido formando desde que naciste, condicionado por todas las interacciones y la información absorbida del entorno. Está compuesto por las creencias y juicios con los que hemos construido nuestra realidad. Es el encargado de nuestra vida cuando estamos en automático, que es casi todo el tiempo. Sin embargo, tú no eres tu ego. Eres un ser que tiene ego. Es importante tener clara esta dualidad, ya que será la clave para vivir en paz.
El ego es el responsable de tu sufrimiento.
Las siete características para distinguirlo son:
1. Identificación con lo externo. Se identifica con creencias, juicios, emociones y experiencias que no te definen esencialmente. Por eso la gente se enfada o se ofende cuando juzgas una cultura, una religión, una sociedad, una profesión, un equipo de fútbol, un hobby o un partido político, porque se están identificando con ello. Lo interpretan como si los estuvieses juzgando.
2. Búsqueda de aprobación y reconocimiento ajeno. Al estar formado por influencias externas, busca validación fuera, temiendo el rechazo y construyendo una identidad de acuerdo con la percepción de los demás.
3. Vivir desde el miedo. Una de sus funciones principales es protegerte, así que piensa y actúa desde el miedo, manteniéndote en tu zona de confort para evitar cuestionamientos o cambios que podrían amenazar su estructura. Sería un fiel representante de la frase «más vale malo conocido que bueno por conocer».
4. Máquina de juicios. Es el guardián de las creencias y opiniones. Toda la información que hemos ido recibiendo del entorno construye las gafas por las que vemos la vida. Así que es el responsable de nuestra percepción de la realidad.
5. Identificación con el hacer y el tener. Cree que eres lo que haces y lo que tienes. Así que tu valor va a depender de aquellas cosas que consigas y logres. Al identificarse con el hacer, el perfeccionismo y la exigencia llamarán a tu puerta con frecuencia.
6. Vivir en el pasado y en el futuro. En ellos habita la culpa y la ansiedad. Se pierde en lo que fue y podría haber sido, y en la incertidumbre de lo que será, evitando el presente.
7. Egocentrismo. Todo gira en torno a él, interpretando las situaciones de manera personal y limitando la capacidad de ver más allá.
Cuando vivimos desde el ser, los juicios, los miedos y las inseguridades desaparecen para dar paso a la aceptación y el amor incondicional. Se produce una conexión genuina con lo que realmente eres y te permite vivir en el aquí y el ahora de una forma consciente.
Pero me temo que no podemos eliminar al ego, es una parte de nosotros que nos acompañará siempre. No podemos vivir conscientes las veinticuatro horas del día, así que seguirá llevando las riendas cuando estamos en automático. Entonces, ¿estamos condenados al sufrimiento por lo que pasa fuera de nosotros? Por suerte, no. Significa que tenemos que educarlo para que sea nuestro aliado y no nuestro enemigo. Transformar el ego implica aprender a interpretar la realidad de forma más amable y constructiva, eligiendo creencias y valores que resuenen con el interior y guiando la vida con mayor coherencia. Por ejemplo, en vez de juzgarte como un inútil porque te has equivocado en un informe que tenías que entregar en el trabajo, puedes ser amable, aceptar que eres humano y que te equivocas, rescatar los aprendizajes y juzgarte como un buen trabajador a pesar del error.
Los valores que elegimos como guía son, en esencia, juicios basados en las experiencias, creencias y aprendizajes. No hay valores mejores o peores per se; son reflejos de lo que cada uno de nosotros considera importante y significativo. La clave está en seleccionar aquellos que nos resuenen de verdad, más allá de las expectativas o influencias externas.
La transformación del ego no implica su eliminación, sino su educación y evolución para que nos permita vivir en armonía con nosotros y con el entorno.
RECUERDA
—El ego es el personaje que se ha ido creando desde que naces y forma parte de ti.
—Busca el reconocimiento externo, ya que se valida a través de los demás.
—Busca también protegerte, haciendo que te quedes en tu zona de confort.
—Puedes transformar el ego para vivir más alineado contigo.
Quiero invitarte a que visualices cómo eras al nacer. Es probable que te imagines a un ser precioso, puro y auténtico. Los bebés no tienen miedo a mostrarse tal y como son, o a expresar sus emociones y necesidades; exploran con una curiosidad innata, se caen y se levantan una y otra vez cuando aprenden a caminar, se sienten con confianza y seguros de sí mismos. En nuestros inicios, prácticamente vivíamos en un estado libre de juicios y percepciones que nos permitía ser.
No tengo claro que nazcamos como un lienzo en blanco, hay muchas opiniones y teorías al respecto. Sin embargo, en términos conscientes y de cómo empezamos a percibir el entorno, puede ser una buena analogía. Desde nuestra concepción, estando incluso en el vientre materno, comenzamos a absorber información. Los padres o cuidadores principales se convierten en la primera fuente de conocimientos, pero no solo nos ofrecen datos visuales o auditivos; la manera en que interactúan con nosotros, cómo responden a nuestras necesidades, el tiempo que nos dedican y el ambiente emocional que crean contribuye profundamente a la percepción inicial del mundo y de nosotros.
Establecemos nuestras primeras impresiones sobre la seguridad, el amor, la confianza y la aceptación, que se convierten en los cimientos sobre los que construimos nuestra relación con nosotros y los demás. El afecto, el apoyo, el sostén, la validación, así como la ausencia de estos determinan cómo empezamos a ver el mundo y definen nuestro lugar en él.
Así, la familia o cuidadores principales se convierten en el primer espejo de nuestras vidas, reflejando y modelando las primeras imágenes de quiénes somos.
Las creencias familiares son el molde inicial sobre el que se forman nuestras primeras ideas del mundo, de nosotros y de los demás. Desde pequeños absorbemos las opiniones y valores de los padres o cuidadores casi sin filtro, ya que representan las figuras de autoridad y guía inmediatas. Es por ello por lo que adoptamos sus creencias y perspectivas de la vida. Muchas pueden ser útiles y poderosas, pero nos encontraremos con otras que nos limiten y nos dañen.
El problema aparece cuando nos convertimos en adultos y no nos hemos cuestionado las heredadas. Si bien es imposible analizar todas las que tenemos, sí podemos revisar aquellas que nos perjudican o nos condicionan. Estas pueden abarcar desde nuestros valores principales y el estilo de vida que tenemos hasta las personas de las que nos rodeamos, o cómo es la forma de entender la felicidad.
Hace unos meses hice una reflexión con mi hermana sobre aquello que nos gustaría heredar o haber heredado de nuestros padres, y lo que no queremos heredar o nos gustaría dejar atrás. De esta conversación salieron muchas creencias o actitudes que considerábamos poderosas, como la independencia, la organización o el positivismo, y otras que por suerte no habíamos heredado o que estábamos trabajando en ello para soltarlas, como el rencor, la necesidad de agradar o el control, ya que nos estaban limitando.
A lo largo de los años he podido comprobar que, además, puede haber una lealtad encubierta a nuestra familia que nos impide pensar o actuar diferente a ella. Incluso reconociendo las creencias que nos limitan, sentimos como una traición actuar de forma diferente.
SANDRANOQUERÍAUNTRABAJO «SERIO»
Sandra tenía veintinueve años y se sentía desmotivada desde hacía tiempo. Decía que su trabajo como asesora no la llenaba y llevaba varios meses presentándose sin éxito a diferentes ofertas en otros sectores.
Para enfocar el tiro, empezamos a indagar en aquellas cosas que disfrutaba y le llenaban el alma. Me dijo que le encantaban el yoga y la meditación. Asistía a clases tres veces por semana y era su momento favorito. También había hecho una formación en meditación y mindfulness y le gustaba estar actualizada.
Le formulé la pregunta mágica:
—¿Cómo sería tu situación ideal si tuvieras una varita mágica y pudieras conseguir lo que quisieras?
La respuesta estaba clara:
—Me dedicaría a impartir talleres y formaciones de meditación y mindfulness.
¿Cuáles eran los límites, miedos, inseguridades o bloqueos que tenía Sandra para no focalizarse en aquello que le apasionaba? Te comparto algunas de sus creencias:
—«No es un trabajo serio».
—«Es muy difícil emprender».
—«No soy suficientemente buena».
—«No seré capaz».
—«Eso no es para mí».
—«Qué van a pensar»…
Me contó también que cuando empezó a hacer yoga y meditación, compartió con sus padres lo mucho que le gustaba, pero no le dieron importancia. Para su familia eso era para personas «místicas» y no entendían qué hacía su hija en ese ambiente. Todos trabajaban por cuenta ajena y resaltaban la seguridad de tener un sueldo a fin de mes. Así que cuando les comunicó que no estaba a gusto en su actual trabajo, la animaron a buscar otro.
Sandra sabía lo que le apasionaba e ilusionaba, pero la influencia familiar le impedía planteárselo de verdad.
Cuando esto ocurre, es importante hacer una revisión de todas las creencias limitantes que nos han condicionado para cambiarlas por aquellas que resuenan con nuestro interior. Hacerlo no te asegura el éxito o la ausencia de miedo, ya que necesitarás trabajo, esfuerzo, confianza, formación y acción para conseguirlo. Pero sí te asegura empezar a tomar acción siendo fiel a ti y en coherencia con tu ser, y eso ya es un éxito.
ENLAFAMILIADE ALBANOSEESTUDIA