Yo, ego. Una guía para dejar de sufrir, conectar contigo mismo y alcanzar la paz mental - María De Mondo - E-Book

Yo, ego. Una guía para dejar de sufrir, conectar contigo mismo y alcanzar la paz mental E-Book

María De Mondo

0,0
8,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

¿Te preocupa la opinión de los demás, no gustar o hacer el ridículo? ¿Quieres tener siempre la razón? ¿Estás harto de las injusticias? ¿Te consideras exigente contigo mismo? ¿Juzgas a la primera de cambio lo que hacen otras personas? ¿Convives con un familiar, una pareja o un jefe con mucho ego y esto te hace sufrir? Detrás de estas preguntas está el ego, tu «falso yo», el eterno juez, quien crees que eres, pero en realidad no eres. Donde se esconden tus inseguridades, tus miedos, tus pensamientos negativos, la importancia que le das a las opiniones de los demás o cómo son tus relaciones con quienes te rodean. Él es el principal obstáculo para tu felicidad. En estas páginas, aprenderás a manejarlo y conectarás con tu verdadero ser para tener el control tu vida y de tu bienestar. Atrévete a tomar tus propias decisiones y vivirás plenamente. Una guía para encontrarte a ti mismo, sentirte libre y lograr la paz interior. Tengo la sospecha de que el ego va a ser mi compañero de vida, sigo trabajando en él y creo que lo haré siempre. Hay veces que se hace con el control de la situación, pero también me enseña y aprendo mucho de él. A día de hoy puedo decir que lo reconozco el noventa por ciento de las veces que aparece, como cuando discuto con mi pareja o juzgo si está bien o mal, o es mejor o peor, lo que hacen otras personas, y que todavía un veinte por ciento de las veces en que lo reconozco me dejo llevar por él, aun siendo consciente de que es mi ego el que está presente y no yo. No me cabe la menor duda de que mi ego ha sido el causante de gran parte de mi sufrimiento a lo largo de toda mi vida, y probablemente a ti te pase o te haya pasado lo mismo (…) Creo que todavía tiene muchísimo que enseñarme, pero quiero compartir contigo todo lo que sé y todo lo que puede cambiar tu vida si empiezas a reconocer tu ego y a no dejarte llevar por él.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 224

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



 

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

 

Yo, Ego. Una guía para dejar de sufrir, conectar contigo mismo y alcanzar la paz mental

© 2022, María de Mondo

© 2022, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

 

Diseño de cubierta: Rudesindo de la Fuente – DiseñoGráfico

Ilustración de cubierta: Jesús Sanz

Diseño de portadillas de interior: Raquel Cañas

 

ISBN: 978-84-9139-773-1

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

 

Créditos

Dedicatoria

Introducción

LA APARICIÓN DEL EGO EN MI VIDA

Checklist ego

Parte I. ¿Qué es el ego? Tu falsa identidad

1. El personaje que te domina

2. ¿Dónde se esconde el ego?

¿POR QUÉ DARÍAS TU VIDA?

LA PALMADITA EN LA ESPALDA

LA INCOMODIDAD DE LA ZONA DE CONFORT

EL DIOS DE LA JUSTICIA

TANTO TIENES, TANTO VALES

PEPITO GRILLO

LA TRISTEZA Y LA ANSIEDAD

LA SUMISIÓN A LA AMBICIÓN

Parte II. Yo, me, mi, conmigo

1. El centro del universo

2. Detrás de un gran ego hay una gran inseguridad

3. ¿Qué pasa con la autoestima?

GUÍA PARA VALORAR TU AUTOESTIMA

LA TRAMPA DE LA AUTOESTIMA

4. El ego no es el enemigo

Parte III. Tus 6 puntos de dolor

1. Me siento rechazado

SOY INVISIBLE

2. ¿Qué es verdad?

LA JUSTICIA NO EXISTE

LA GENTE ES MALEDUCADA

NADIE ME ENTIENDE

¿QUIERES PELEA?

EL EGOÍSMO

3 Me has decepcionado

4.. La enfermedad del perfeccionismo

¿LO TIENES TODO CONTROLADO?

TENGO DUDAS

SOY UN FRACASO

5. El automachaque

LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS

6. Tomarse todo como algo personal

LO QUE DICE JUAN DE PEDRO

LAS PERSONAS TÓXICAS

ODIO QUE ME MIENTAN

Parte IV. Tu paz interior

1. Cómo trascender el ego

ENTONCES,¿QUIÉN SOY?

ENCONTRARME A MÍ MISMO

LOS CINCO PASOS

2. Consciencia plena

LA MEDITACIÓN Y EL MINDFULNESS

LA NATURALEZA

LA CREATIVIDAD

LA ACTIVIDAD

EL NIÑO INTERIOR

Parte V. El camino de vuelta

Cuaderno práctico para vivir plenamente

Epílogo

Agradecimientos

 

 

 

 

 

 

A Casilda y Vera,

por enseñarme el amor más puro

e incondicional que jamás podría

haberme imaginado.

Introducción

 

 

 

 

 

Desde que tengo uso de razón, he sido muy curiosa. Siempre me he hecho muchas preguntas sobre las personas y el sentido de la vida, y siempre me he encontrado con más preguntas que respuestas.

Recuerdo un día, cuando tenía 7 años, en que iba en el coche con mis padres y quise resolver mis dudas existenciales. ¿De dónde venimos? ¿Quién creó el mundo? ¿Y quién creó a quien ha creado el mundo? ¿Dónde está el inicio del todo? Mis padres no tenían respuesta, y yo me estaba metiendo en uno de mis típicos bucles mentales sin salida. En ese momento me preocupé mucho: ¿cómo podían vivir tan tranquilos los adultos sin saber algo tan importante?

Con el tiempo acabé aceptando que hay cosas que no tienen respuesta, o por lo menos no una respuesta consensuada, pero me volví muy insistente con aquello que yo creía que podía tener una respuesta.

A los 24 años tuve una crisis existencial. Todo mi mundo se vino abajo porque me di cuenta de que no era feliz y de que sufría más de lo que me gustaría. Fue en ese momento cuando todas mis metas y expectativas sobre la vida cambiaron hacia un solo objetivo: QUIERO ser feliz.

Pero ¿qué era exactamente para mí la felicidad? Tras darle muchas vueltas a la cabeza, llegué a la conclusión de que era sentirme en paz conmigo misma y con mi vida.

Así que empecé un camino de autoconocimiento y crecimiento personal, porque no tenía ni la más mínima intención de seguir viviendo una vida mediocre. Desde entonces no he dejado de estudiar, de leer, de ponerme a prueba, de analizarme y de arriesgarme…, ¡y solo acabo de empezar! Creo que tengo suerte de tomármelo como un juego, si no me volvería loca.

Tras varios años de análisis, experimentación y trabajo llegué a la conclusión de que el motivo de mi infelicidad era que estaba completamente desconectada de mi verdadero ser. No sabía quién era, ni qué me gustaba, ni qué me daba paz (o qué me la quitaba). Había estado viviendo en automático, sin pararme a reflexionar sobre mi vida o sobre mí misma. Había seguido los patrones sociales establecidos y nunca me había cuestionado casi nada. No había elegido mis objetivos desde la libertad, sino desde lo que me habían contado que era lo mejor. Tenía un montón de creencias y juicios que nunca puse en duda, pero que defendía a capa y espada como si me fuera la vida en ello.

En este camino me formé como coach y actualmente me dedico a ello. Gracias a mi trabajo he podido tratar con muchísimas personas de las que he aprendido un montón. Normalmente, cuando alguien pide ayuda es porque está sufriendo por algo, así que he comprobado que detrás del noventa por ciento de todo el dolor de mis clientes y del mío propio se esconde un sigiloso compañero: el ego.

El objetivo de este libro es compartir contigo todo lo que he aprendido y descubierto sobre la felicidad, la paz mental y el ego a través de mi experiencia personal y la de algunos de mis clientes.

 

 

LA APARICIÓN DEL EGO EN MI VIDA

 

Recuerdo perfectamente el segundo día de mi formación como coach porque aprendí una palabra que iba a cambiar mi vida para siempre: Egoless. ¿Qué es eso de egoless? ¿Y por qué es tan importante para ser coach?

Podríamos decir que egoless significa «ausencia de ego», y es fundamental para estar libre de juicios ante el cliente cuando estamos en plena sesión. Egoless sería no juzgar ni interpretar aquello que el cliente nos cuenta para poder hacer un acompañamiento limpio y puro sin que entre en juego nuestra opinión personal, fundamentada en nuestras propias creencias y experiencias de vida. Es decir, se entiende la ausencia de ego como la ausencia de juicios sobre la situación personal del cliente. Así podríamos definirla en la práctica del coaching, pero el ego es un concepto mucho más amplio y complejo del que no tenemos apenas información.

Yo tenía mi propia concepción del ego (bastante pobre, por cierto), y el primer pensamiento que me vino a la mente mientras intentaba entender qué era exactamente y para qué era tan importante, fue: «Bueno, pues esto del coaching no es para mí porque tengo un ego que no quepo por la puerta y además me gusta ser así». Lógicamente, no estaba entendiendo nada. Siempre había sido muy orgullosa, tremendamente cabezota y luchadora por tener razón, y además me creía «mejor que los demás». Estaba muy contenta con mi ego porque gracias a él creía conseguir todo aquello que me proponía, no me dejaba pisotear por otras personas y me hacía fuerte frente a las dificultades. Eso era lo que yo creía que era el ego y de qué forma me ayudaba, por lo que no estaba dispuesta a renunciar a esa parte de mí.

Recuerdo comentarlo con una compañera con la que tuve muy buena relación desde el principio, porque también era «compañera de ego» (nuestros egos eran muy parecidos), y no nos acabábamos de creer eso de la importancia de su ausencia. Estábamos encantadas con nosotras mismas y con nuestros egos. A día de hoy, después de cinco años, mi amiga y yo hemos tenido muchísimas conversaciones sobre el ego, y para mí ha sido el tema crucial en mi propio desarrollo personal.

Sí, eso era ego, pero una parte muy muy muy pequeña y particular de lo que es en realidad. Ese es el ego prepotente, exigente, el de los ególatras. Pero es mucho más que eso. No es ser una persona soberbia y creerte mejor que los demás.

 

El ego es tu «falso yo», el causante de tu sufrimiento y el principal obstáculo para tu paz interior.

 

Mi ego era así, pero el tuyo puede ser completamente diferente e incluso opuesto.

Como quería ser una buena profesional, centré toda mi atención en estudiar el ego para así entenderlo y poder trascenderlo. Poder trascenderlo y ser la mejor, claro, que era lo que mi ego quería. Al principio no me parecía muy buena idea y no estaba del todo convencida de que quisiera hacerlo, ya que era un fiel compañero y creía que me había ayudado mucho, pero lo que sí que tenía claro era que si mis profesores decían que era la base fundamental, al menos tenía que intentarlo y comprobarlo por mí misma para ser mi mejor versión. Por suerte me quedaba algo de humildad para admitir que no tenía ni idea, que eran unos profesionales maravillosos y que si ellos lo creían así, era porque así era, aunque todavía no lograra entenderlo.

Me ha llevado unos cinco años entender por fin al ego. Entenderlo, reconocerlo, aceptarlo y abrazarlo para poder así ser libre, ser yo misma y estar en paz. Porque una vez que consigues identificarlo y no dejar que tome el control de tu mente, de tus decisiones y de tus acciones, tu vida da un giro de ciento ochenta grados, ¡y vaya giro!

Si tuviera que decir qué me han enseñado el ego y el trabajo personal que he hecho con él, diría que estar en paz conmigo misma y con mi vida.

Tengo la sospecha de que el ego va a ser mi compañero de vida, sigo trabajando en él y creo que lo haré siempre. Hay veces que se hace con el control de la situación, pero también me enseña y aprendo mucho de él.

A día de hoy puedo decir que lo reconozco el noventa por ciento de las veces que aparece, como cuando discuto con mi pareja o juzgo si está bien o mal, o es mejor o peor, lo que hacen otras personas, y que todavía un veinte por ciento de las veces en que lo reconozco me dejo llevar por él, aun siendo consciente de que es mi ego el que está presente y no yo.

No me cabe la menor duda de que mi ego ha sido el causante de gran parte de mi sufrimiento a lo largo de toda mi vida, y probablemente a ti te pase o te haya pasado lo mismo. Es algo que trabajo mucho con mis clientes, ya que detrás del ego están nuestras inseguridades, la importancia que le damos a la opinión de los demás, cómo nos influyen las relaciones, nuestros límites y nuestros juicios.

Creo que todavía tiene muchísimo que enseñarme, pero quiero compartir contigo todo lo que sé y todo lo que puede cambiar tu vida si empiezas a reconocer tu ego y a no dejarte llevar por él.

Checklist ego

 

 

 

 

 

Antes de empezar, te voy a dejar una checklist para que puedas marcar aquellas casillas con las que te sientas identificado. Detrás de todas estas afirmaciones está tu ego:

 

1. Suelo discutir o argumentar mi punto de vista cuando hablo sobre política con alguien con una ideología distinta a la mía.

2. Suelo creer que la gente que tiene creencias espirituales o religiosas diferentes a las mías no está bien informada o es una ignorante (no importa si te consideras religioso, ateo o agnóstico).

3. Me siento ofendido si alguien juzga mis creencias ideológicas o espirituales.

4. Creo que es más complicado conectar con una persona que pertenece a un grupo socioeconómico distinto al mío.

5. No me gusta que otras personas critiquen el país, ciudad o pueblo al que pertenezco.

6. Me siento orgulloso de pertenecer a mi país, ciudad o pueblo.

7. Creo que las personas que consiguen sus metas son más felices.

8. Es importante para mí crecer a nivel profesional y económico.

9. Me frustra cometer errores o equivocarme en cosas que son importantes para mí.

10. Creo que cuando consiga determinados objetivos (comprarme una casa, tener pareja, formar una familia, un mayor salario…) seré más feliz.

11. Suelo ser perfeccionista.

12. Me suele afectar o influir la opinión de los demás.

13. Me suelo tomar las cosas de manera personal.

14. Cuando discuto con alguien suelo creer que tengo la razón y que es el otro quien se equivoca.

15. Si recibo halagos o críticas de personas importantes para mí puede cambiar la percepción que tengo de mí mismo.

16. Creo que si los demás me felicitan por lo que hago significa que estoy haciendo las cosas bien.

17. No caerle bien a alguien me genera tristeza, frustración o inquietud.

18. Mis pensamientos suelen estar en el pasado o en el futuro, no suelo estar muy presente en el aquí y en el ahora.

19. Creo que es importante tener muchos amigos.

20. Me da mucha paz y tranquilidad tener las cosas controladas.

21. Me cuesta tomar decisiones importantes.

22. Me altera o afecta ver situaciones injustas.

23. Creo que es importante ser ambicioso en la vida.

24. Me siento decepcionado con frecuencia por las personas que me rodean.

25. Me genera mucha rabia y rechazo que la gente mienta.

26. Creo que gran parte de mi sufrimiento es por situaciones (por ejemplo, el trabajo) o personas externas a mí.

27. Me preocupa lo que los demás puedan pensar de mí.

28. Me cuesta reconocer mis errores.

29. Me suelo comparar con los demás.

30. Cuando quedo con mis amigos soy de los que más hablan.

1 El personaje que te domina

 

 

 

 

 

El ego es tu «falso yo» o tu «falsa identidad», quien crees que eres, pero en realidad no eres. Es ese personaje que se ha ido construyendo en torno a tu ser desde que eras niño o niña, esa careta que tienes o te has puesto condicionado por tus padres, tu entorno, tu sociedad y tu cultura, y que ha generado una serie de creencias, juicios y etiquetas acerca de lo que crees que eres. Es aquella historia que te cuentas sobre ti mismo, sobre quién eres y cómo eres.

La mayoría de nosotros nos identificamos con nuestro ego, no con nuestro verdadero ser, y, a su vez, al ego le gusta identificarse con cosas externas a ti, como rasgos, pensamientos, emociones y experiencias:

Rasgos o etiquetas: utilizamos los rasgos para describir a las personas, y tienen que ver con nuestra forma de actuar: tímido, seguro, extrovertido, creativo, honesto, pesimista… Pero, aunque sean características que utilizamos para describirnos, no forman parte de nosotros, sino de cómo nos comportamos. Si te consideras una persona optimista y pasas una racha difícil que te hace ver las cosas de una forma negativa, ¿has dejado de ser?, ¿ya no existes? A lo largo de nuestra vida nuestros rasgos pueden cambiar y no desaparecemos, por eso no somos unos rasgos o unas etiquetas.

Pensamientos: los pensamientos son las creencias, ideas o representaciones de la realidad que tenemos las personas. El ego hace que te identifiques con ellos, pero tú no eres tus pensamientos. Los pensamientos vienen y van y también van cambiando a lo largo de nuestra vida, así que tampoco somos nuestros pensamientos.

Emociones: las emociones son sentimientos o sensaciones que la mayoría de las veces están condicionadas por nuestros pensamientos. Tenemos la capacidad de sentir emociones, pero tampoco somos ellas. Al igual que nuestros pensamientos, nuestras emociones aparecen y desaparecen, se transforman y cambian, influenciadas por diferentes factores. Puedes estar un período largo de tu vida sintiendo tristeza, pero tú no eres triste.

Experiencias: nuestras experiencias de vida influyen en la creación de nuestro ego. El ego va formando su identidad desde que nacemos condicionado por el montón de situaciones vividas, pero tampoco estas nos definen ni forman parte de nuestro ser. Has podido experimentar una situación traumática de humillación en tu infancia, pero tú no eres un humillado.

Según vamos creciendo se adhieren a nosotros construcciones externas con las que el ego se identifica, como pueden ser una cultura determinada, un país, una religión, una sociedad, una familia, unos estudios, un título, un puesto de trabajo, un equipo de fútbol o un partido político. La mayoría de las personas no saben que viven y se identifican a través de su ego, por eso hablar de «falsa identidad» puede que no te resuene, y seguramente a tu ego no le guste nada este concepto.

Un ejemplo de identificación del ego con cosas externas a ti es tu equipo de fútbol. Hace que pienses, sientas y reacciones como si ese equipo de fútbol fueras tú mismo. Que tu equipo de fútbol pierda equivale a que tú pierdas, a que te sientas derrotado, a que hayas sido humillado o a que pierdas una oportunidad importantísima para ganar la Liga. Y tú ni siquiera estás jugando. Pero te enfadas, gritas, se te para el corazón e incluso lloras. Y si alguien se mete con tu equipo, es un ataque personal que te molesta, como si se estuvieran metiendo contigo. Y si de algo estoy segura, es de que al ego no le gusta perder ni equivocarse.

Este ejemplo lo puedes extrapolar a la política, a tu país o a cualquier idea que tengas con la que tu ego se identifique. ¿Cuántas discusiones habremos tenido por cosas o situaciones externas a nosotros? ¿Cuántas relaciones se habrán roto por diferencias de opinión sobre un tema que nada tiene que ver con nosotros? ¿Cuántas veces nos hemos ofendido por una crítica al país del que procedemos o al partido político al que votamos?

También es muy común la identificación con el trabajo. Si te identificas con tu puesto de trabajo, vives y actúas como si formara parte de tu identidad. A la pregunta: «¿Quién eres?», la respuesta irá acompañada de tu puesto de trabajo: «Soy María, analista financiera». Vale, eso es lo que haces, a lo que te dedicas, pero ¿tú quién eres? Normalmente, si te identificas con tu trabajo, te identificas con lo que haces y eso provoca que no te permitas cometer errores, o quizás te cuesta admitirlos, porque un error en tu trabajo lo vives y lo sientes como si fuera un error en tu identidad, en tu persona. Y para el ego, un error es un fracaso. Es importante hacer todo perfecto porque es la forma de demostrar tu valía y de que los demás te reconozcan. Quizás busques un determinado puesto, situación económica o estatus social por encima de tus verdaderos intereses, bienestar o felicidad, porque «eso es lo que eres, es lo que vales y lo que te representa».

 

El ego se centra en «hacer» y en «tener», y eso hace que te olvides de «ser».

 

Se puede ver claro también ante un despido. Hay personas que se derrumban, pero no por la preocupación económica de no generar ingresos y tener facturas que pagar, o porque no pueden alimentar a sus hijos, sino por el impacto que supone para su ego. Una vez más, puedes juzgarlo como un fracaso y una humillación que genera vergüenza, como si no fueras apto para ese puesto, como si no fueras suficientemente bueno o buena; en definitiva, como si no fueras una persona válida. Y no solo eso, sino que aflora la temible pregunta: «¿Qué va a pensar la gente?».

Como ves, el ego no es creerte superior, mirar a los demás por encima del hombro o ser un narcisista arrogante. Hay personas con egos así de las que ya hablaremos más adelante. Pero el tuyo no tiene por qué creerse mejor que nadie, es más, tu ego puede creer que eres el ser más miserable e incompetente que existe sobre la faz de la Tierra, porque así ha ido construyendo su identidad y así has aprendido a juzgarte. El ego puede tener el orgullo más grande del mundo, pero también el más pequeño.

Por ejemplo, que te importe mucho la opinión de los demás se puede asociar a una baja autoestima, ya que valoras más cómo ven las cosas los otros que cómo las ves tú. Estás poniendo a los demás por encima de ti y de tu propio criterio. Si tienes una baja autoestima, está claro que no te crees superior al resto, más bien todo lo contrario, pero es tu ego quien necesita esa aprobación y validación externa. El ego busca ser aprobado, reconocido y admirado por los demás, y esto es un rasgo común a todos los egos.

Una de las frases hechas que más me impactó cuando empecé a estudiar al ego es: «Detrás de un gran ego, hay una gran inseguridad». Tardé unos tres años en entenderla y reconocerla o, mejor dicho, reconocerla en mí. No paraba de repetirme: «¿Cuál es mi gran inseguridad? Si siempre me he valorado mucho y no me siento insegura, más bien todo lo contrario». Sin embargo, siempre tenía la necesidad de ser la mejor en aquello que me parecía importante, pero ¿para qué quería ser la mejor? ¿Qué estaba necesitando? ¿Me reconfortaban los halagos? ¿Qué intentaba demostrar? ¿Y a quién? Tampoco me permitía equivocarme, así que ante un posible error, me echaba a un lado por miedo a fallar.

Recuerdo cuando era adolescente y jugaba a los videojuegos en grupo (de forma presencial, no online) con mis amigos. Solo había dos mandos de la PlayStation y teníamos que ir turnándonos. En esa época, cuando nos teníamos que turnar en algo, estaba de moda que el siguiente puesto para jugar se lo ganara quien acertara la capital del país que mencionara quien había tenido el último turno. Entonces, cuando alguien terminaba una partida y le tocaba jugar a otra persona, decía, por ejemplo, «¡Finlandia!», y el primero que nombrara la capital era el siguiente. Yo era (y soy) malísima recordando las capitales del mundo. Las aprendí en el colegio al estudiar geografía y al año siguiente no me acordaba ni de la mitad. Así que como mi rol en ese momento de mi vida era de persona inteligente, siempre decía que no me apetecía jugar a la Play, no fuera a ser que descubrieran que no me sabía la mayoría de capitales del mundo y mi rol se desvaneciera. Eso, aparte de una estupidez, es una inseguridad que me impedía disfrutar o probar cosas nuevas, porque «yo no me equivocaba nunca».

Sé que ahora te estarás haciendo la pregunta del millón. Si no soy todo eso, entonces, ¿quién soy?Ten un poco de paciencia, que esto solo acaba de empezar, pero te aseguro que merecerá la pena.

 

RECUERDA QUE…

— El ego es una falsa identidad que se identifica con rasgos, pensamientos, emociones y experiencias.

— El ego se va formando desde tu infancia, condicionado por un montón de creencias y juicios influenciados por tu familia, tu entorno y tu cultura.

— El ego se construye y vive en el exterior, y te desconecta de tu interior.

2 ¿Dónde se esconde el ego?

 

 

 

 

 

¿POR QUÉ DARÍAS TU VIDA?

 

Hemos hablado de la identificación del ego con cosas externas a ti. Desde que naces se te empieza a identificar con multitud de cosas: con un nombre, con una nacionalidad, con una familia, con una religión o ausencia de ella, con una sociedad…, y según vas creciendo, se van incorporando nuevas formas de identificación, como una ideología política o un equipo de fútbol.

Esta identificación significa que pasan a formar parte de ti y piensas y actúas como si fueran intrínsecas a tu persona. Una forma muy clara de verlo es con las personas que han estado y están dispuestas a morir por esta identificación. ¿Cuánta gente ha dado su vida por identificarse con un país, una religión o una ideología política? ¿Cuántas horas perdidas discutiendo para defender una idea u opinión como si de nuestra propia vida se tratase? ¿Cuántas personas han estado dispuestas a morir por su propio ego?

Una de las identificaciones más fuertes que he tenido ha sido con mi país, España. Desde los diez años, he tenido la suerte de viajar un mes en verano al extranjero para aprender inglés. He podido conocer a gente de prácticamente todas las culturas y nacionalidades, porque siempre estaba rodeada de estudiantes de diferentes países. Y siempre, siempre, siempre hablaba de lo maravilloso que era vivir en España, de que sin lugar a dudas era el mejor país para vivir, y en todas las ocasiones sacaba las mismas armas; el clima, las playas, las montañas, la gastronomía… y cómo no, los españoles, que somos muy simpáticos. Defendía mi país como si tuviera que aprobar un examen con matrícula de honor, y si a alguien se le ocurría hacer una crítica o comentario negativo, por supuesto que me lo tomaba como algo personal y la consideraba persona non grata, y de regalo se llevaba un ataque al país del que procediera. Si era española, también: simplemente era una ignorante. Nadie se podía meter con mi país. ¿En qué momento me importa la opinión de Vladimir sobre el país en el que vivo? En el momento en el que me identifico con él y me ofendo como si me estuviera criticando a mí.

¿Y qué me dices de los mundiales de fútbol? ¿Cuántos litros de lágrimas se derraman en los mundiales de fútbol? ¿Cuánta gente se endeuda para poder asistir a ellos?