La sanación del ser de luz - Fernando Félix Barros - E-Book

La sanación del ser de luz E-Book

Fernando Félix Barros

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Beschreibung

Este libro nos invita a adentrarnos en el concepto de ser de luz, explicándonos cuáles son sus características, cómo se relacionan y, sobre todo, cuál es su objetivo final, la sanación. Este proceso de sanación se entenderá como una evolución o transformación que abarcará diferentes ámbitos: el corporal, el mental, el emocional, de roles y vínculos, de ancestros y el linaje y, finalmente, del alma o vidas pasadas. Con este fin, se ofrecen prácticas de meditación que ayudarán a todos los seres de luz a reconciliarse con ellos mismos, a entender el origen o fuente de muchos de sus traumas o actitudes presentes y dará las claves para identificarlos, comprenderlos y, en especial, sanarlos.

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© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

[email protected]

© Fernando Félix Barros

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1068-463-8

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

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¿Quién es y qué es el ser de luz?

Prólogo

Históricamente, el concepto de ser de luz se ha abordado y se ha intentado definir desde distintos enfoques: filosófico, espiritual, científico. Ya en la Biblia se hacen las primeras menciones a los seres de luz en referencia a los ángeles, seres espirituales de gran pureza que carecen de cuerpo físico y cuya función es ayudar a los humanos. Partiendo de esta referencia, en el mundo físico, los seres de luz se han identificado con ángeles encarnados, seres que viven entre nosotros con el mismo propósito de proteger y ayudar a los humanos, esto es, seres de luz como maestros o guías. No obstante, en el lenguaje coloquial, es común encontrar este concepto en referencia, básicamente, a una buena persona con cualidades positivas.

Es por ello que aún son muchas las dudas que surgen sobre esta idea. ¿Qué significa realmente ser un ser de luz? ¿Cuáles son sus características? ¿Cuál es su forma de actuar? ¿Cómo las podemos reconocer? ¿Cómo saber si eres realmente un ser de luz? En este libro, el autor Fernando Félix Barros nos adentra en esta noción, explicándola de manera clara y sencilla para que el lector tenga una idea precisa de lo que es un ser de luz, de cuáles son sus rasgos identificatorios y de los objetivos a alcanzar por dichos seres.

Muchas de estas características no están socialmente bien vistas o incluso se rechazan, provocando en los seres de luz una sensación de exclusión, de marginación, de rechazo. ¿Cuántas veces hemos sentido que nuestros pensamientos o actuaciones no encajan en la corriente principal o con lo que se espera de nosotros? ¿Cuántas veces hemos sentido que nuestra sensibilidad se manifiesta de manera tan intensa que llegamos a pensar que somos más débiles que los que nos rodean? Aunque muchas de las definiciones y referencias a los seres de luz que hemos escuchado a lo largo de nuestra vida entrañan cualidades positivas y los conciben como seres moralmente superiores, la realidad es que el camino y la vida de los seres de luz está lejos de ser fácil. Vivimos en un mundo en el que se rechaza lo diferente, lo que no coincide con nuestra concepción de cómo deberían ser, actuar o pensar las personas. Esto provoca en estos seres ese sentimiento de alienación y no pertenencia a este universo.

Este libro no se limita meramente a exponernos desde un punto de vista científico o teórico en qué consisten los seres de luz, sino que lo hace con un objetivo práctico en mente: su sanación, la cual debe ser el objetivo final. Esta sanación, a su vez, es necesaria para no solo poder entender todos esos patrones de conducta, pensamiento, actuaciones, reacciones, respuestas y relaciones que nos definen en nuestro día a día; sino también para transformarnos y evolucionar.

Por tanto, puede servir como una guía espiritual y emocional para todas aquellas personas que sientan que se salen o no encajan en los moldes de la sociedad en la que viven, que sus emociones o patrones de conducta o pensamiento no son los socialmente aceptados, que se sienten cuestionados o rechazados. Para todas ellas, este libro les invitará a indagar y sumergirse en sus raíces para poder comprender y buscar respuesta a lo que les sucede ahora, así como a identificar el origen o fuente de muchos de esos traumas o actitudes presentes, ofreciéndoles las claves conocerlos y sanarlos.

¿Quién es el ser de luz?

Algunas de las preguntas fundamentales que la humanidad se ha hecho a través de la historia hasta nuestros días son: ¿Qué somos?, y ¿quiénes somos? Las respuestas han sido diversas, dependiendo de la etapa y el momento histórico de la humanidad, y se han propuesto miles de definiciones y conceptos tanto científicos como abstractos, éticos, filosóficos y espirituales. Así, podemos encontrar definiciones generales como: «Individuo de la especie humana (Homo sapiens). Primate caracterizado por el desarrollo de su capacidad intelectual, abstracción, introspección y comunicación de gran complejidad o seres eminentemente sociales, formando complejas redes asociativas, incluyendo sofisticados sistemas de parentesco». Conceptualizaciones filosóficas como: «El ser humano es un ser autoperfectible, no en cuanto a su esencia (ser) sino en cuanto a su obrar (hacer). Esto significa que existe un vínculo entre su dignidad y la calidad de sus actos. Una persona será digna mientras obre dignamente». Así como su definición de acuerdo a la ciencia: «Cuando hablamos del ser humano o directamente del humano, nos referimos a nuestra especie: el Homo sapiens (del latín “hombre sabio”), perteneciente al orden de los primates y a la familia de los homínidos, creadores de la civilización que hoy en día domina y transforma el planeta Tierra».

Pero, a decir verdad, en este libro solo se expondrán definiciones con base al concepto de sanación, no como una verdad absoluta, sino como una mera identificación que nos ayudará a entendernos, conocernos y reconocernos a efectos de sanarnos. En este texto no se pretende llegar a conclusiones definitivas ni a entrar en debates científicos ni espirituales o de ningún otro tipo, cada quien que se base en su verdad. Aquí solo se aplicarán las definiciones en base al conocimiento que he adquirido, la experiencia que he tenido como terapeuta y como sanador, en especial de los seres de luz; concepto del que hablaremos exponiendo las características ligadas a su conciencia, emociones, cuerpo y su mundo espiritual, es decir, lo que le atañe al ser de luz para poder sobrevivir, auto conocerse, transformarse, amarse y evolucionar en este plano. Sus características especiales son sus mayores atributos, capacidades y virtudes; pero sé por experiencia propia como ser de luz, terapeuta y sanador, que es muy difícil ver estas características como virtudes. El sufrimiento en este plano es la razón por la cual transitamos aquí; para verlo, sentirlo, identificarlo y sanarlo: si no lo veo y no lo siento, ¿cómo lo voy a sanar? Así que comenzaremos por definir las características del ser de luz para su sanación.

Transformación, cambio y evolución

Estas son las palabras clave en el camino del ser de luz; este es su propósito y, para poder llegar a ellas, los seres de luz necesitan o requieren de ciertas características: la hipersensibilidad, la intensidad, la potencia energética y la no pertenencia. Estas características están ligadas a ellos, no las podemos quitar, esconder, hacer desaparecer o pretender que no las tenemos. Durante el camino del ser de luz en este plano, estas características parecerán que juegan en tu contra, ya que el sufrimiento asociado a ellas es terrible y sientes que te quieres morir, que ya no quieres seguir viviendo para no sentir esto que sientes. Generalmente, somos señalados, etiquetados y criticados por tener estas características, virtudes o cualidades; juzgados desde que somos niños, durante la adolescencia y durante toda la vida. Nuestra experiencia es tan dolorosa que intentamos cerrar nuestro cuerpo emocional queriendo no sentir esto que sentimos. Algunos lo logran mermar, evadir o esconder durante algún tiempo, pero al final del día, en algún momento, la caja de Pandora se abre nuevamente y entonces sufrimos muchísimo más; arrastrando con nosotros síntomas, lesiones, afecciones corporales o de salud asociadas a la energía que se mantuvo atorada y contenida por nuestras emociones, procesos mentales, conductas, etc., no trabajadas. En este libro, lo que vamos a aprender es a adquirir conciencia y a sentir nuevamente, pero con las herramientas que nunca tuvimos y que ahora podemos ver y practicar para no volver a sentir eso que sentimos; angustia, depresión, estrés, ansiedad, etc. Ese sufrimiento se termina, se transforma, se sana; para esto estamos aquí, para evolucionar y transformar ese sufrimiento en amor.

Son muchas las características que tienen los seres de luz. Aquí expondré las que yo he percibido en mí y en mi experiencia como terapeuta en procesos de sanación con seres de luz.

La hipersensibilidad

La hipersensibilidad implica simplemente que sentimos más, mucho más que la mayoría de las personas. Esta sensibilidad superdesarrollada se muestra de diferentes formas y en los distintos cuerpos que tenemos. En el cuerpo físico, esta hipersensibilidad, cuando éramos niños, nos llevó a sentir los golpes, lesiones o cualquier situación que nos lastimara físicamente de una manera sobrada, dolorosísima e intensa. Esta experiencia que tuvimos desde niños nos condujo a manejar, controlar y gestionar ese dolor, por lo que ahora podemos llegar a umbrales muy altos de dolor físico. Cuando alguien hipersensible se queja de un dolor, hay que preocuparse, porque ya llegó a su límite del umbral del dolor y, seguramente, le pasó algo muy grave. Físicamente, también sentimos en nuestra piel las energías que vienen del exterior, ambientes y espacios, o se nos pone la piel erizada con algún sonido, música o con alguna experiencia que relacionamos con algún dolor físico o trauma, inclusive cuando alguien se lastima o escuchamos alguna historia de lesiones corporales o experiencias traumáticas; las sentimos casi como si lo hubiéramos vivido.

La hipersensibilidad en el cuerpo emocional nos lleva a lugares horribles de sufrimiento, ya sea en nuestra propia experiencia o en la experiencia de los demás, sintiendo con desbordamiento lo que el otro siente; nos enojamos, nos entristecemos, nos preocupamos, etc., incluso más que la persona que nos está contando esta experiencia. Esto, a su vez, nos saca de nuestra claridad, paz, tranquilidad y certeza; nos unimos a la emoción del otro y creamos alianzas desde ahí. Cuando se trata de nuestro sufrimiento, nos volcamos en una sensación emocional totalmente desbordada que nos lleva a lugares horribles, hasta llegar a pensar o intentar acabar con nuestra vida para ya no sentirla; algunos lo han logrado y otros siguen aquí lidiando con este dolor sin saber qué hacer con él. Hoy en día, la inteligencia emocional es más abierta a todos los sectores y edades. Hoy hay más conciencia emocional, pero aun así, son muy pocos los casos en los que nos dicen qué hacer con esa emoción para realmente sanarla. Existe un pensamiento recurrente en los seres de luz en medio de una crisis emocional: «Que alguien llegue y me saque de aquí», o «deseo desaparecer e irme lejos de esta experiencia, lugar o espacio», e inclusive, «quiero terminar con esta vivencia».

Esta misma hipersensibilidad se presenta o se muestra en los problemas o situaciones de sufrimiento que suceden en el mundo, con los niños, las personas o el mundo natural, los animales y las plantas; nos duele en el alma escuchar las terribles noticias que pasan todos los días en todos lados; nos duele muchísimo ver documentales, películas o series que contengan sufrimiento; no lo soportamos, tratamos de esconderlo, evadirlo o no sentirlo, intentando no seguir escuchando o viendo lo que está pasando. Somos muy malos espectadores del sufrimiento.

En el plano o en el cuerpo mental, el ser de luz se ve afectado por esta hipersensibilidad y es dirigido o muy influenciado por sus emociones, llegando a pensamientos como: «¿Por qué siempre me pasa lo mismo?», «todos los hombres o mujeres son iguales», «¿cómo pudo olvidarse de mí tan pronto?», «¿cómo pude ser tan estúpido o estúpida para permitir esto o aquello?», «¿qué hago o qué voy a hacer sin él o ella?», «seguramente ya está con alguien más», «ya nunca voy a volver a confiar o a amar a nadie». Igualmente, aparecen pensamientos o deseos de venganza hacia alguien, hasta llegar a pensar en su muerte o en tu propia muerte para que el otro sufra lo que tú estás sufriendo; y así una lista interminable de pensamientos, todos ellos ligados, tocados e influenciados por las emociones que estamos sintiendo. En los seres de luz, se presenta en muchas ocasiones el modelo contrario al pensamiento tradicional, por lo cual, los seres de luz primero sienten y luego piensan. Así, también tendemos inconscientemente a ir al pasado para aumentar nuestro dolor; inventamos o futurizamos situaciones trágicas que aumentan estas sensaciones y así llegamos al punto de no saber qué hacer para acallar esa vocecita en la cabeza que no para nunca. Lo único que queremos o deseamos es dormir todo el tiempo para despertar después y ya no sentir esto que sentimos, porque nos han dicho que el tiempo cura todo; y la verdad es que el tiempo no lo cura o lo sana, simplemente nos hace olvidar. Sin embargo, esto no es sanar, es evadir, convirtiéndose en una bomba de relojería que en algún momento estallará de nuevo y volveremos a sentirnos así, recreando o experimentando casi la misma experiencia que nos llevó a ese sufrimiento; y eso es uno de los mayores miedos del ser de luz, volver a pasar por lo mismo. Si no lo has sanado, estás casi inevitablemente destinado a repetirlo; por eso es importante la sanación en el ser de luz, porque no solo sanamos con la conciencia, ya que no eres solamente una mente o un pensamiento racional o de conciencia, sino una mente ligada a un cuerpo emocional y físico, con un espíritu o alma, en donde hay que sanar todos estos niveles o cuerpos para que esa experiencia ya no se vuelva a presentar. Tendemos a no querer amar o volver a querer a alguien como lo queremos o quisimos, porque nuestra hipersensibilidad nos lleva a vincularnos muy rápido, como dicen, «como gorda en tobogán». Amar de una manera hipersensible es maravilloso cuando estás sano, cuando ya tus relaciones se dan desde un lugar de paz y de tranquilidad, de conciencia y de amor real; lo demás, en casi la mayoría de los casos, es miedo. Esas mariposas o nervios que en ocasiones sentimos por alguien no es amor, no es enamoramiento; generalmente es miedo y actuamos y nos presentamos como si fuéramos otra persona ante él o ella, porque nos da miedo mostrarnos y que vean cómo realmente somos. Intentamos ser perfectos, o lo que pensamos e imaginamos que es ser perfecto. Cuando apenas estamos saliendo con una persona que nos hace sentir esos nervios o mariposas, pedimos una ensalada con agua sola, cuando en realidad se nos antojan diez tacos de pastor con piña y una cerveza. Estos nervios que pensamos que es amor nos llevan a no ser nosotros. Intentamos que la otra persona no vea lo que somos, tratamos de ser alguien que no somos; cuando, por el contrario, alguien que te ama por no ser tú, no te ama, ama una idea de ti. Igualmente, nosotros también queremos y creemos que la otra persona va a cambiar o se va a modificar algún día, y entonces sí nos va a amar como somos. Mientras no haya sanación, vamos amar a alguien que sea como nosotros queremos y como queremos que nos amen.

Esta hipersensibilidad también estimula o afecta nuestro cuerpo espiritual. En general, el ser de luz está muy conectado con su origen, con su fuente; esta conexión se ira afectando o perdiendo conforme pasa el tiempo y va viviendo sus experiencias de sufrimiento en este plano. Por el lado de la estimulación, son seres que desarrollan una conexión inmediata con prácticas espirituales. No les gusta que les digan en qué creer; ellos ya están conectados con su fuente como quiera que se conecten o como sea que sea su conexión. Les gusta hacer sus propios rituales, se ven atraídos por prácticas, ritos, rezos, herramientas espirituales, meditaciones, yoga, chi kung, ayahuasca, crecimiento espiritual, etc. Suelen asistir a estas prácticas por la misma conexión que sienten todo el tiempo y, por otro lado, para poder sanar o trabajar las sensaciones que les produce su propia hipersensibilidad. Hay una tendencia a desconectarse temporalmente o a enojarse con su ser superior, porque no entienden el sufrimiento, no ven la razón por la cual hay que sufrir tanto; pero siempre hay algo que va a pasar, algo que los haga recordar y reconocer su origen. Durante la sanación, se establece de nuevo la conexión, cuesta trabajo volver a confiar en su origen, en el ser superior, en su hogar. En mi experiencia, cuando la conexión se establece desde la sanación, hay una sensación de añoranza por el lugar de donde vienes, te hace recordar tu origen y se muestra un regreso con razón, entendimiento y humildad; un regreso desde la conciencia, la evolución y la transformación.

De igual manera, esta hipersensibilidad nos lleva a experimentar percepciones extrasensoriales que se van a mostrar de diferentes formas: hay seres de luz que ven cosas extrañas o raras, ven seres o personas que no están precisamente en este plano de realidad o que sí están pero no son perceptibles por todos. Algunos escuchan cosas o les llegan mensajes, premoniciones o información sobre qué va a pasar; esto puede ser en cualquier momento o en sueños. Algunos aprenden a vivir con eso, a otros les da miedo y otros simplemente lo dejan de percibir, ver o escuchar. Es recurrente que los seres de luz hayamos experimentado estas situaciones de niño, y el mismo miedo, desinformación y satanización de estas experiencias nos ha llevado a intentar bloquearlas o no darles importancia y, sobre todo, a no comentarlas con todas las personas, únicamente con las que hemos creado algún vinculo profundo y real o que sabemos que también las han experimentado, tratando de evitar la burla o el juicio de que estamos mal o locos. Esta percepción extrasensorial nos lleva también a pensar o sentir a alguien, y esta persona nos habla en esos días o en ese momento. A veces sentimos que algo desagradable le está pasando a alguien que conocemos y queremos, y pronto nos enteramos, ya sea por esta misma persona o por alguien más, que esto era cierto. En ocasiones, nos llega información como si alguien nos dijera o nos advirtiera de una situación, o que desconfiemos de algo o de alguien, o que no nos metamos en eso o nos alejemos de ahí, etc. Y, al igual que las otras veces, no le ponemos atención a estos poderes o virtudes inherentes en los seres de luz.

La intensidad

Los seres de luz vivimos casi todo con intensidad; nos enamoramos o hacemos vínculos con las personas muy intensamente, vivimos la alegría desbordada, hacemos, como dicen los demás, «estupideces muy a menudo». Los límites son difíciles de poner en nosotros mismos, tenemos que llegar hasta los extremos, hasta el límite, no hay escalas de grises. Cuando no hay trabajo personal, de conciencia y sanación, nuestros pensamientos son blancos o negros. Somos determinantes, controladores, manipuladores, evitamos al máximo los cambios, queremos ganar, no hay empates, igual disfrutamos al máximo una buena plática o un atardecer o la lluvia y su olor. La naturaleza nos hace sentir vivos, pero también, seguramente el ser de luz haya escuchado esta frase: «¡Qué intensa eres!»; y, la mayoría de las veces, somos criticados por esta misma intensidad. Esto nos lleva a pensar que esta característica es muy mala y la tratamos de regular o no desbordarla cuando, en verdad, es una de las características más maravillosas de los seres de luz. Esta misma intensidad y la hipersensibilidad trabajan juntas; somos capaces de modificar los ambientes en donde nos relacionamos, llegar a una reunión que está aburrida y modificarla y pasarla bien todos, podemos sentir las frecuencias y podemos transformarlas. Esta misma intensidad nos lleva a vivir al máximo las sensaciones de estrés, de nervios, de adrenalina, de supervivencia, de miedo, de malestar, etc.; y pueden gustarnos o no, pero el hecho es que las vivimos muy intensamente.

En el ser de luz se ligan o vinculan la hipersensibilidad y la intensidad. Entonces, imaginemos estas características presentes desde que somos niños en un sistema tradicional y rígido, en donde el control y la obediencia han sido las principales características de la educación; el ser de luz se desmarca totalmente de esto, lo que trae mucho sufrimiento. Esto potenciado con la hipersensibilidad y la intensidad, nos lleva de nuevo a lugares horribles, y ahí empieza a presentarse el control y la manipulación hacia nuestros entornos. Esto se debe a que tratamos de evitar el sufrimiento; no lo hacemos por el control mismo o porque disfrutemos de la manipulación como lo haría un narcisista, lo hacemos para que pase de buena manera o lo mejor posible sin que esto conlleve sufrimiento.

La potencia energética

Otra característica del ser de luz es la potencia de nuestra energía o nuestra frecuencia, lo cual se muestra en la capacidad para sentir las vibraciones de los ambientes, personas o lugares. Esta potencia, la intensidad y la hipersensibilidad nos lleva a sentir lo que está pasando en lugares muy remotos o sentir cómo se sienten en general las personas en un entorno. Salimos y sentimos las vibraciones o frecuencias de enojo o lo que sea que esté pasando en las calles o lugares muy grandes como auditorios, foros, colonias o hasta ciudades; esto se presenta gracias a la potencia energética que tenemos. Sentimos todo.

Esta misma potencia se muestra en los vínculos y la empatía. Somos seres que transmitimos confianza; solemos ser a los que todo el mundo les cuenta todo, aun cuando casi no los conocemos. Las personas encuentran en nosotros un espacio energético seguro y de confianza para platicar de cualquier tema, o temas íntimos que no platican con cualquiera, pero con nosotros sí. En ocasiones, después de una plática en donde se presentó un episodio traumático o con mucha potencia energética emocional, esa persona que llegó a contarnos algo íntimo se va muy relajado y hasta contento. En estos casos, cuando no hay trabajo energético de canal en el ser de luz, acabamos agotados energéticamente, nos chupan la energía. Nos gusta esta confianza que sienten los otros; solamente hay que aprender a manejar y ser canales para que su energía no nos invada y se quede con nosotros, y así podamos contener realmente desde un lugar sano energéticamente hablando, no cargar, sino sostener y al mismo tiempo descargar.

La no pertenencia

Otra sensación y característica del ser de luz es que siempre, desde niños hasta adultos, sentimos que no pertenecemos aquí, a este plano, a esta realidad, a los grupos sociales y hasta los familiares; hay una sensación constante de no pertenencia y, en ocasiones, esto nos lleva a aislarnos. El ser de luz tiende a crear un escondite o cueva o lugar de paz y soledad; su refugio. Cada cierto tiempo, sentimos la necesidad de querer irnos de las ciudades y escaparnos a la naturaleza para recuperarnos o resetearnos. Nos sentimos abrumados o incómodos donde hay mucha gente o el espacio es reducido o hay falta de ventilación y aire; nos sofocamos en estas sensaciones y queremos salir corriendo de ahí. Así también, nuestros grupos de amigos son realmente amigos; son pocos, cuidadosamente escogidos y reducidos.

El ser de luz en el sistema social, familiar, laboral, escolar o, en general, en cualquier sistema, es señalado, criticado, violentado, abusado, rechazado, etc. Esto se debe a que nos comportamos o actuamos diferente; nos cuesta mucho la obediencia por el solo y simple hecho de obedecer, de comportarnos según las reglas sin cuestionamientos. La autoridad ejercida con miedo nos enoja, la cuestionamos, nos molesta, no entramos en los sistemas rígidos y tradicionales. Estos, a su vez, por su propia rigidez, nos van a querer someter, porque les da miedo la diferencia o el cambio, les da miedo observar personalidades diferentes que les cuesta trabajo o no pueden controlar y manipular, nos van a querer meter a la fuerza a estos sistemas, nos van a señalar y llamar niños problema, hiperactivos, traviesos, incorregibles con síndromes o trastornos de personalidad, con TDAH; todo esto con tal de que entremos en su sistema rígido, tradicional y de obediencia; y en su mayoría lo logran, consiguiendo hacernos sentir más la sensación de no pertenencia, que somos o estamos mal, que hay algo mal en nosotros, que no somos normales. «¿Por qué no eres como los demás?», «deberías de ser como tal», «aprende a comportarte», etc.; estas son algunas de las frases que nos han envuelto desde que somos niños. También se dan las eternas preguntas desde que éramos niños: ¿por qué esto o lo otro? Cuestionamos todo, y como en este sistema no estamos acostumbrados a las preguntas, simplemente a la obediencia, nos han hecho pensar a través de nuestro crecimiento que preguntar es malo y lo hemos dejado de hacer; pero, en realidad, nos seguimos preguntando todo, solo que ahora nos ahorramos la pregunta e investigamos tratando de encontrar las respuestas a todo lo que cuestiona nuestro pensamiento.

Las cuatro características como virtud

Es cierto que, en las situaciones de sufrimiento, estas cuatro características que hemos revisado —la hipersensibilidad, la intensidad, la potencia energética y la no pertenencia—,