La sirena - Katja Slonawski - E-Book

La sirena E-Book

Katja Slonawski

0,0

  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

"El calor hacía que mi cuerpo se sintiera más pesado, purificándolo y dilatándolo de un modo sumamente agradable. Entre ensoñaciones, visualicé el agua fría de la piscina, me tumbé boca arriba y miré a través de la puerta de cristal de la sauna. No había nadie. Pensé en la buceadora y en las olas que creaba al surcar las aguas. La imagen de aquellos movimientos ondulantes de arriba a abajo hizo que mi sexo se fuese humedeciendo, y noté cómo se me aceleraba la respiración una vez más."-

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 31

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Katja Slonawski

La sirena

LUST

La sirena

Original title:

Sjöjungfrun

 

Translated by Begoña Romero

Copyright © 2019 Katja Slonawski, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726154795

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

La sirena

 

Siempre me ha encantado el agua. Hay algo en ella, el tacto, la sensación, la falta de gravedad, que me relaja. La idea de la inmensidad de los océanos y lo que habita en sus profundidades siempre me ha resultado fascinante. Durante un largo período de mi vida, leer acerca de las ballenas azules, tiburones, corales y demás criaturas marinas fue mi pasatiempo favorito, y es algo que todavía sigo haciendo con frecuencia, a pesar que apenas me queda nada por aprender. Mis padres me han comentado que, cuando no era más que un bebé, las clases de natación era mi momento favorito de la semana. Soltaba chillidos de alegría y parecía encontrarme en mi elemento, como pez en el agua y cuando llegaba el momento de salir del agua, protestaba llorando a grito pelado. A los cuatro años empecé a nadar sola. Era verano y estábamos en la casita de campo. El abuelo me vigilaba desde el embarcadero, mientras yo nadaba de un lado a otro alrededor de la pequeña barca de remos amarrada a uno de los pilotes, y desde entonces nada ha podido detenerme. Ya en cuarto de primaria tenía muy claro que de mayor me iba a dedicar a algo relacionado con los grandes océanos; jamás me he planteado otra cosa. En el instituto, me aseguré de obtener siempre buenas notas en las asignaturas de ciencias naturales y acudí a clases particulares de matemáticas para conseguir aumentar por poco que fuera mis calificaciones y que de este modo nada se interpusiera en mi camino hacia el trabajo de mis sueños. Tras cinco años en la universidad, me gradué en Biología Marina y nunca he dejado de amar mi trabajo, al menos hasta ahora. Recientemente he hecho un descubrimiento que me provoca curiosidad, pero a la vez me asusta un poco, y que ha complicado mi relación con el agua. No es que quiera cambiar de profesión, ni mucho menos, pero las cosas ya no son lo que eran. Habita en mí una inseguridad que se ha apoderado por completo de mi ser y me hace cuestionarme lo que es real y lo que no.

 

Todo comenzó en la piscina. Parte del trabajo de una bióloga marina consiste en bucear para recolectar muestras que en ocasiones se encuentran en el mismísimo fondo del mar, así que es imprescindible saber nadar y estar en buena forma física. Por eso, cuando no estoy realizando trabajo de campo, hago ejercicios de natación una hora por la mañana y otra por la tarde. A veces nos tenemos que quedar en alta mar durante varios días obteniendo muestras, y entonces evidentemente no puedo hacer mis ejercicios de natación, pero los echo de menos. Vivo bastante cerca de la piscina, así que no me supone ningún problema pasarme por allí antes y después del trabajo. La mayor parte de los días incluso me puedo permitir una sesión de quince minutos en la sauna y, si estoy sola en los vestuarios, lo que suele suceder cuando voy temprano por la mañana, puedo disfrutar de un poco de tiempo para mí misma mientras me ducho.