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Para muchos jóvenes que comienzan a trabajar, y también para los que ya llevan activos muchos años, es un reto afrontar la vida profesional moderna. ¿Cómo podemos seguir siendo humanos en nuestro trabajo y salir airosos hoy día en el mundo laboral? ¿Existe una ética cristiana del trabajo o debemos seguir sencillamente las leyes del mundo laboral? Teniendo a la vista distintas historias bíblicas, el autor describe 25 actitudes que pueden ayudar a superar los desafíos del trabajo. Para ello explica las historias aplicándolas a la situación laboral actual, no en su significado total. Al mismo tiempo, la mirada al trabajo nos permite descubrir nuevos aspectos de estas narraciones, que en las interpretaciones actuales son con frecuencia pasadas por alto. También hay una mirada a la Regla de san Benito, porque él ha influido esencialmente en la actitud ante el trabajo en Europa. Su lema "ora et labora" (reza y trabaja) sigue siendo hoy un buen programa para no ser devorados por el trabajo, mostrando cómo ponerse continuamente en contacto con nuestro manantial interior mediante la oración, para que podamos vivir trabajando, sin agotarnos.
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Seitenzahl: 184
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Anselm Grün
La vida no es solopara el fin de semana
Cómo el trabajo nos hace sentir vivos
NARCEA, S.A. DE EDICIONES
Otros títulos publicados por Anselm Grün en esta colección:
• Buscar a Jesús en lo cotidiano. Ejercicio en la vida diaria
• Evangelio y psicología profunda
• La mitad de la vida como tarea espiritual. La crisis de los 40-50 años
• La oración como encuentro
• La salud como tarea espiritual. Actitudes para encontrar un nuevo gusto por la vida
• Nuestras propias sombras. Tentaciones. Complejos. Limitaciones
• Nuestro Dios cercano. Imágenes bíblicas de la Redención
• Si aceptas perdonarte, perdonarás
• Su amor sobre nosotros. Reflexiones orantes para todos los días
• Una espiritualidad desde abajo. El diálogo con Dios desde el fondo de la persona
Índice
Presentación
Requisitos espirituales
Tentaciones
Los orígenes familiares como fuerza raíz
Profesión o vocación
La vocación según Jesús
Reconciliarse con la propia historia
Propiedades
Las Bienaventuranzas como presupuesto del trabajo
Trabajar desde la confianza, no desde el temor
Ver sentido al trabajo
El perfeccionismo y el síndrome del “quemado”
Perseverancia y disciplina
Relaciones
Relacionarse con la presión y el acoso laboral (mobbing)
Verdad y veracidad
Justicia
Amor al prójimo
Cooperación y rivalidad
Trabajo en equipo
Fortalezas y debilidades
Cómo constituir el equipo
Armonizar las personalidades entre sí
Complementarse
Tensión e identidad
Equilibrio
Encontrar la tranquilidad
Equilibrio entre trabajo y familia
Desasirse del trabajo (jubilarse)
Una nueva identidad después de la jubilación
Convertirse en voluntario nos renueva
Colección Espiritualidad
Créditos
Presentación
Cuando los jóvenes comienzan a ejercer su profesión se preguntan con frecuencia por su trabajo en el futuro. Aparecen los temores sobre cómo será la situación del trabajo al pasar los años, si estarán preparados para ello. Los que llevan ya mucho tiempo trabajando experimentan cómo va creciendo la presión en el trabajo y cómo el clima en muchas empresas es cada vez más frío e inhumano. Y se preguntan cómo, en ese ambiente frío, pueden seguir siendo personas con un corazón cálido.
¿Cómo podemos seguir siendo humanos en nuestro trabajo y salir airosos hoy día en el mundo laboral? ¿Y cómo debemos entender el trabajo como cristianos? ¿Existe una ética cristiana del trabajo o debemos seguir sencillamente las leyes del mundo laboral?
Para muchas personas el trabajo se convierte cada vez más en una carga. Tienen miedo a perder la alegría en el trabajo y a sucumbir bajo el peso de las exigencias de este. Incluso algunos problemas concretos pueden ser agobiantes. Por ejemplo, la cuestión de la colaboración con colegas difíciles o cómo comportarse con un jefe de carácter complicado.
En la segunda carta a los Tesalonicenses (3,12) Pablo exhorta a los cristianos: Trabajad con sosiego.
Pocas personas podrían decir hoy que pueden realizar su trabajo con sosiego. Con frecuencia un menor número de empleados tiene que realizar el mismo trabajo que cuando eran muchos más. La presión es cada vez mayor, muchos se sienten sobrecargados. Esto se refleja en un creciente número de bajas por enfermedad y en el “síndrome del desgaste”, que sufren muchas personas actualmente.
San Benito aplicó la ética del trabajo, presente en san Pablo, a la vida concreta de los monjes. Él pedía a sus monjes que vivieran del trabajo de sus manos. Eso supone esfuerzo y cansancio. Sin embargo, pide al mayordomo, que está al frente de la economía del monasterio, que vigile su alma y desempeñe su oficio sin perder la paz (Regla de san Benito 31,8 y 17). Benito habla aquí de aequo animo: el mayordomo debe tener un ánimo interior sereno y llevar a cabo su tarea con ecuanimidad, sosiego y paz interior. Él puede encontrar esta paz interior, por una parte, organizando su tarea para no sobrecargarse. Por otro lado, hay que realizar un gran trabajo espiritual sobre uno mismo para poder hacer frente a los esfuerzos del liderazgo del monasterio con ecuanimidad interna. A muchas personas, que se quejan de las exigencias de su trabajo diario, estos pensamientos, que Benito ha recogido en su Regla hace 1500 años, les pueden parecer extraños y poco comprensibles. ¿Cómo van a encontrar tranquilidad cuando están expuestos a expectativas constantes en la empresa, en la familia, en la comunidad eclesial?
Benito veía la unión de la oración y el trabajo como el objetivo propio de la vida espiritual. Ora et labora se considera la divisa fundamental de los benedictinos. Esto no significa solamente una conexión con el exterior y un reparto equilibrado del tiempo entre la oración y el trabajo. Se trata más bien de una conexión interior. Si tenemos éxito en la unión interior entre oración y trabajo, entonces podríamos también hoy trabajar “con paz interior”. Sin embargo, las condiciones actuales no son propicias para vivir el ora et labora en nuestro trabajo. Por ello, en este libro no se trata solo de lo que tenemos que hacer personalmente para combinar la oración y el trabajo, sino que también se revisan las condiciones estructurales que hacen posible tal conexión. Cuando por parte del personal directivo solo hay presión, cuando uno ya no reconoce el significado del trabajo, cuando todo tiene que ir más y más rápido, entonces no es fácil trabajar con paz interior. Por lo tanto, las empresas también deben esforzarse por crear un clima adecuado. Es necesario un ambiente de confianza. En un ambiente así, la gente trabaja con gusto. Y también trabajan mucho. Pero no se sienten controlados o bajo presión.
El ora et labora benedictino dio forma a la ética del trabajo de la Edad Media cristiana. Hoy todavía podríamos aprender de esa ética. Por supuesto, hoy las condiciones son diferentes a las de la época de san Benito, pero que oración y trabajo, pausa interior y salida-hacia-afuera, movimiento y descanso, vida y profesión, deben reconciliarse entre sí, es también una preocupación importante en la actualidad. Hoy se habla del equilibrio vida-trabajo y de la conciliación del trabajo con la vida familiar. Según Benito la oración es la fuente de la cual fluye el trabajo. Y a la inversa, el trabajo es la prueba de la autenticidad de nuestra oración, es decir, si en ella nos liberamos verdaderamente de nuestro ego para poder entregarnos a Dios y a nuestro trabajo. Pero ¿qué significa la oración para la mujer y el hombre modernos, que no son necesariamente piadosos?
La oración en sentido amplio significa tener tiempo para hacer una pausa, tiempo para descansar, un espacio de tiempo en que interrumpo mi trabajo para estar completamente conmigo mismo. El camino correcto para llegar a hacer esa pausa necesita rituales. Los rituales son actividades pequeñas, repetitivas, que pueden convertirse en un hábito. Los rituales son ejercicios. Por ejemplo, yo hago el siguiente ejercicio por la mañana: me pongo de pie, levanto mis manos para bendecir y dejo que la bendición fluya sobre las personas con las que y para las que trabajaré ese día. Otro ejemplo: antes de una entrevista o una charla, tengo la costumbre de hacer una pausa interior y pedir a Dios su bendición para la reunión. Existen rituales personales, hábitos personales, pero también hay rituales comunes. Rituales que dan forma a la cultura de una empresa, por ejemplo, el ritual de celebrar los cumpleaños de los empleados. Otros rituales, son las formas de saludo, o de comenzar y terminar el trabajo.
El hecho de que la unión ora et labora también tiene sentido en el ámbito del trabajo secular está demostrado por investigaciones en el plano de la economía. Las empresas que cuidan los rituales tienen más éxito económico. Esto puede parecer paradójico, porque los rituales requieren tiempo. Por ejemplo, si para celebrar el cumpleaños de un empleado tomamos juntos un café, lo felicitamos y alabamos su cooperación en la empresa, todo esto cuesta tiempo. Pero los rituales son precisamente el lugar donde se exteriorizan sentimientos que de otro modo, no llegarían a expresarse.
Cuando estas emociones se expresan en un ritual, se convierten en una fuente de energía. Las emociones mueven a los empleados a trabajar con gusto y a tiempo completo. Y los rituales crean una identidad corporativa. Uno siente que en ellos hay algo más que la efectividad del trabajo. Los rituales crean un tiempo sagrado. Y este tiempo sagrado que los empleados se conceden en una empresa, transforma también el resto del tiempo. Nos impide ser devorados por el tiempo (chronos) y nos regala un tiempo amable (kairós). Los rituales se abren camino a través del trabajo y hacen que en medio de la tarea diaria brille algo de sentido, de trascendencia, de amor y respeto. Esto motiva a las personas más que la presión desde arriba o el temor con que algunos jefes creen que pueden incitar a sus empleados a hacer un mayor esfuerzo.
Siempre tenemos que atender ambos frentes: el frente de la organización externa del trabajo y la creación de un entorno de trabajo saludable, y el frente de la espiritualidad personal. Aun cuando las condiciones externas no sean ideales siempre puedo retirarme a orar en el espacio interior de silencio. Ese espacio de silencio no me impide trabajar, sino que me capacita para mantener la paz interior en medio de una atmósfera ruidosa y agitada. Cuando llevamos a cabo nuestro trabajo desde una fuente de energía espiritual interior, ese trabajo se convierte en una bendición para nosotros y para las personas para las que trabajamos.
Las imágenes de las historias bíblicas nos quieren abrir los ojos para que no miremos de una forma pesimista el trabajo que nos espera, o en el que estamos en este momento. Con ello, la Biblia no quiere inducirnos a ver nuestro trabajo con unas lentes de color rosa, sino con una mirada realista. Pero esta visión realista es siempre también una mirada de esperanza, que nos permite descubrir, en la situación laboral actual, formas de dominar el trabajo de tal manera que traiga bendición para nosotros y para el mundo.
Las 25 imágenes bíblicas quieren evitar que seamos aplastados por el trabajo. Nos señalan las fuentes internas de las que podemos servirnos para no agotarnos con los esfuerzos diarios. Por eso es para mí tan importante el ora et labora benedictino. Se trata de describir la espiritualidad como una fuente importante para nuestro trabajo. La oración nos ayuda a involucrarnos plenamente en el trabajo sin ser aplastados por él, porque nos pone en contacto con la fuente interior del Espíritu Santo, que nunca se seca. Cuando trabajamos desde esa fuente, ella transforma nuestro trabajo. Ya no es solo una carga o un deber, sino que se convierte en una expresión de nuestra espiritualidad, una expresión de amor y entrega.
Las imágenes están ahí para ser meditadas e imaginarlas en nuestro interior. El libro quiere invitarte a ti, querida lectora, querido lector, a contemplar las imágenes bíblicas y luego a echar una mirada a tu trabajo. Cuando encuentres una conexión entre tu situación de trabajo concreta y una imagen bíblica, descubrirás nuevas formas de enfrentar las dificultades y reconocerás un sentido a su trabajo. Las imágenes bíblicas quieren traer luz a nuestra vida. Las imágenes son más que experiencias del pasado: nos abren una ventana para que podamos ver la realidad. Con bastante frecuencia las personas miran hoy sus vidas a través de ventanas oscuras y empañadas. La Biblia quiere limpiar los cristales para que la luz pueda pasar a través de ellos y, bajo esta luz, aprendamos a reevaluar nuestra situación laboral.
Junto con las imágenes bíblicas he citado algunos fragmentos de la Regla de san Benito y los he expuesto de manera que nos muestren una forma viable de vincular hoy la oración y el trabajo. Tanto la Regla de san Benito como la Biblia están escritas en un lenguaje que con frecuencia nos parece extraño. La Biblia y la Regla necesitan una interpretación. Pero cuando vemos las palabras antiguas a la luz de nuestras experiencias actuales, descubrimos en ellas una gran sabiduría. Y esta sabiduría puede ayudarnos hoy a ver nuestra situación laboral con nuevos ojos y a enfrentarnos a ella de forma que no nos oprima, sino que nos anime a crecer humana y espiritualmente.
Por tanto te deseo, querida lectora, querido lector, que te sientas motivado por las imágenes bíblicas y los textos de la Regla de san Benito a comprender tu situación concreta de trabajo de una manera nueva y más profunda y a que encuentres nuevas formas de afrontarla. Deseo que tu trabajo sea bendecido por Dios y traiga bendiciones para ti y para las personas para las que y con las que trabajas.
Requisitosespirituales
Tentaciones
Antes de que Jesús comenzara su vida pública fue tentado por Satanás. Se podrían entender estas tentaciones como si Jesús, antes de dar este paso, se tuviera que enfrentar a su propio lado oscuro. Cada uno de nosotros tiene también lados oscuros. Son las tentaciones de usar el trabajo para exteriorizar nuestras propias necesidades egoístas. Pero entonces el trabajo ya no nos ayudará y nos sentiremos alienados. No seremos bendición para otros. Por tanto, es también deber nuestro, antes de comenzar a trabajar, enfrentarnos como Jesús a estas tres tentaciones. Solo entonces nuestro trabajo tendrá éxito. Pero incluso, durante el trabajo, nos sorprenden algunas veces estas tentaciones. Siempre debemos tener en cuenta cómo y para qué queremos trabajar.
La primera tentación es convertir las piedras en pan. Es la tentación de usar todo para nosotros mismos. El único propósito del trabajo es que tengamos ventajas. Que nos sirva para ganar la mayor cantidad de dinero posible. Pero Jesús dice: No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4).
Vivimos no solo de aquello que nos proporciona algo, sino de lo que verdaderamente nos nutre. No vivimos solo para el dinero. El dinero no alimenta. Se necesitan otros valores que nos nutran en el trabajo. Jesús habla de la Palabra de Dios. Podemos interpretar la Palabra de Dios de diferentes formas: en ocasiones habla de los valores que nos nutren, que nos dan fuerza. Sin valores, nuestra actividad pierde su valor. Por tanto, debemos pensar qué valores nos guían en el trabajo. Pero la Palabra de Dios también se refiere a lo que Dios quiere decirnos. Escuchar la Palabra de Dios es necesario para que no nos conformemos con “ir tirando”.
La Palabra de Dios nos muestra una manera de vivir nuestras vidas de una manera significativa. Y nos apunta más allá de este mundo. Hay algo que trasciende este mundo. Solamente cuando tenemos realmente nuestro apoyo en Dios, que está más allá del mundo, tenemos también un buen fundamento para nuestro trabajo en el mundo. En el Padrenuestro le pedimos a Dios que nos dé el pan de cada día. Los Padres de la Iglesia vieron en esta frase una referencia al sustento diario, y también entendieron este pan como un pan “sobreesencial”, como un pan que llena nuestro más profundo anhelo por el mundo del más allá, por Dios.
La segunda tentación es la de sobresalir en el trabajo. Jesús debe saltar desde el tejado del templo. Se supone que debe realizar un “número de magia”. Él debe estar por delante de todos los demás. Algunos solo aspiran a brillar en su trabajo. Quieren colocarse por encima de los demás. A veces pierden en ello la justa medida. Solo desean hacer carrera. Llaman la atención hacia sí mismos a través de acciones especiales para seguir subiendo. Pero el peligro está en que caigan de repente, porque se sobrevaloran a sí mismos. Critican a los demás empleados y a los jefes. Los demás no tienen ni idea del trabajo. Solamente ellos son realmente capaces. Tal sobreestima de nuestros méritos, sin embargo, no nos hace bien. Algunos van a trabajar con expectativas demasiado grandes. Creen que están sobrecualificados para los trabajos sencillos. Piensan que, enseguida, deberían realizar tareas que correspondan a su formación. Pero, si me salto las tareas sencillas, no podré esforzarme para subir. No se trata de que se preste atención a mis habilidades especiales, sino, en primer lugar, de cumplir bien las tareas simples. No se trata de hacer magia, de llamar la atención con “magia”, se trata de la bendición de Dios. Mi actividad debería ser una bendición para mí y para las personas para las que trabajo.
La tercera tentación es la tentación del poder. Todos ejercitamos el poder. El poder es también algo bueno. Tenemos el poder de dar forma a algo, de hacer algo bueno. Podemos construir algo y ponerlo en movimiento. Pero siempre existe la tentación del poder. Los empleados a menudo reconocen esta tentación en sus jefes. Algunos jefes no utilizan su poder para dirigir bien la empresa y crear un buen ambiente de trabajo para los empleados, sino para significarse. Quien ejerce poder asume responsabilidad con respecto a otras personas. Debe asegurarse de que los empleados tengan un lugar de trabajo bueno y seguro, de que el futuro de la empresa esté asegurado. Pero muchos ejercen el poder para empequeñecer a los demás. Este es el caso que se da cuando yo quiero compensar mi propio sentimiento de inferioridad ejercitando el poder. Pero en lo que respecta a la tentación del poder, no solo debemos mirar a los jefes.
Todo el que trabaja ejercita el poder, porque puede producir algo con su trabajo. Crea un clima a su alrededor, que puede ser un clima en el que todos se sientan cómodos, pero también puede ser un clima de miedo, con el que me gustaría intimidar a los demás. Entonces estoy sucumbiendo a la tentación del poder. Muestro mi poder sobre los compañeros de trabajo que están menos dotados que yo, que son menos valorados por el jefe. Ejercito mi poder cuando desvalorizo a los otros compañeros. Y ejercito mi poder sobre ellos cuando hago que dependan de mí. Una forma muy utilizada de ejercer el poder es hacer esperar a otros. Es el poder del pequeño funcionario que hace esperar largo tiempo a cada solicitante para demostrarle que tiene poder. Este poder lo ejercen también muchos empleados que hacen esperar a sus compañeros. Estos deben sentir que dependen de su generosidad. Juegos de poder como estos existen con frecuencia en las empresas.
Benito conoce la tentación que va asociada a todo trabajo. Para él las tentaciones más importantes son la del fraude y la de la codicia. Siempre estamos tentados de presentar nuestro trabajo mejor de lo que es. Esto vale tanto para la actividad en nuestro puesto de trabajo como para los productos que fabricamos. Esto es lo que Benito denomina fraude. Debemos ser honestos en nuestro trabajo, agradecidos por lo que hemos logrado, pero siempre conscientes de que el resultado de nuestro trabajo no satisface todas las necesidades del mundo.
La otra tentación es la codicia. Queremos ganar más y más con nuestro trabajo y vender nuestros productos cada vez más caros para que crezca la ganancia de la empresa. En contraste, Benito escribe:
Si hay que vender las obras de estos artesanos, procuren no cometer fraude aquellos que hayan de hacer la venta. Recuerden siempre a Ananías y Safira, no vaya a suceder que la muerte que aquellos padecieron en sus cuerpos, la sufran en sus almas ellos y todos los que cometieren algún fraude con los bienes del monasterio. Al fijar los precios no se infiltre el vicio de la avaricia, antes véndase siempre un poco más barato que lo que puedan hacerlo los seglares, “para que en todo sea Dios glorificado”.
(Regla de san Benito 57,4-9)
Es interesante que el lema de san Benito “para que en todo sea Dios glorificado” aparezca precisamente en el capítulo sobre el trabajo. Algo de la belleza de Dios debe hacerse visible a través de la forma en que trabajamos. En ello notará la gente si lo hacemos por nosotros y por nuestra propia imagen, o por la gloria de Dios.
Los orígenes familiares como fuerza raíz
Hacerme consciente de mi origen me ayuda a descubrir mis fortalezas y mis debilidades. Solo cuando conozca ambas –las fortalezas y las debilidades– puedo utilizarlas para desarrollar en mi trabajo el potencial que Dios me ha dado. Cada uno está marcado por su familia de origen. Este sello debe utilizarlo de tal forma que se convierta en una bendición para él y para los demás.
La historia bíblica de Abrahán, Isaac y Jacob nos muestra cómo nos marca la familia de origen. Abrahán fue el gran Patriarca. Él salió de su tierra natal y construyó una nueva vida en el extranjero. Pero con tanto mudarse e instalarse descuidó, al parecer, a su hijo Isaac. Isaac era más bien el hijo querido de su madre. Parece ser débil frente a su padre. A pesar de ello, vivió su vida y se convirtió en el padre de Esaú y Jacob. El rechazo que experimentó por parte de su padre, se lo pasó a sus hijos. Los dos hijos no se aceptan entre sí. Jacob es el más listo, Esaú el mayor y el más fuerte, el luchador.
Jacob compra su primogenitura a Esaú y consigue de su padre la bendición del primogénito, engañando a su hermano. Pero cuando pide a Labán que le dé por esposa a su hija Raquel, Labán lo engañó, y la sustituyó por su otra hija, Lea, que era muy fea. Así es como Jacob tuvo que trabajar para ambas mujeres durante 14 años. En este tiempo, Lea da a luz a muchos hijos, mientras que Raquel solo le da a José como hijo. Cuando Jacob quiere regresar a casa, después de 14 años, engaña a su suegro y se lleva con él la mayor parte del rebaño de cabras. Su astucia ha ganado.
Hoy en día hay muchas personas sin padre, especialmente si la madre tiene que criar sola a sus hijos. Pero también hay personas sin madre, que no pueden construir con ella una buena relación porque está demasiado ocupada para poder mantener a su familia, de forma que no puede atender personalmente a los hijos. Las personas sin padre son a menudo desconfiadas en el trabajo y tienen problemas con la autoridad. Se muestran tímidas ante los conflictos e indecisos. Las personas sin madre buscan con frecuencia seguridad en sus lugares de trabajo. La empresa se convierte así en la sustituta de la madre. Pero esto a menudo conduce a la decepción, porque la empresa no solo no es una madre, sino con frecuencia un mundo difícil.
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