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Esta antología incluye selecciones de diez poetas chilenos residentes en distintas zonas de Canadá. Se trata de autores y autoras que se mantienen vivos y vigentes y que han estado desarrollando una obra importante en las últimas dos décadas. La antología incluye a Blanca Espinoza, Jorge Nef, Jorge Etcheverry Arcaya, Carmen Rodríguez, Claudio Durán, Luis Torres, Carmen Contreras, Jaime Serey, Luciano P. Díaz y Erik Franklin Martínez.
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Seitenzahl: 119
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Portada
Portadilla
Créditos
Agradecimientos
Introducción
Blanca Espinoza
Algo de mí…
Vuelvo a Montreal
Jorge Nef
Casa en otoño
La ciudad
Angélica
Metrópolis
Retour
Café
La casa de los arcoiris
Requiem para un gentil guerrero
LLuvia
Llovizna
Santiago
Volver
París
Jorge Etcheverry Arcaya
Rue de grand pré
El rebelde
Que siga tocando la banda
Nilton
Postales II
Exilados
Fuente en el sueño
Cristalización Parcial
Peces
Dichos
Carmen Rodríguez
A casa
Amo hogar
Los árboles de la sexta avenida
Desnuda por ahí
El cordón
Emboscada en Chinatown
Idioma original
Me pierdo
La mujer
Posiciones
Preciosito
Puntada
Sujeta
Los zapatos
Claudio Durán
Edad y 14 poemas
Taza
Dos viejitas inglesas
Estoy en mi mesa
La comida fría
Tríptico
A mi padre
Edad
Carta pichidanguina a los Durán Vidal
Abuela
Libros
«Te sigo en la década al menos no estás solo»
Oh, Canada
Otro poema cisneriano
Huaca Pucllana en el centro de Lima
Luis Torres
El exilio y las ruinas
El sueño
La ruina imaginaria
La vuelta imaginada
El inconsciente
La prometida
Emigrante
La ruina del ser
Memorias
Carmen Contreras
Recetapara la creatividad
Certeza
Repúblicade platos
A mi padre
Bosque y arroyo
Graciosa luna
Susurros vespertinos
Bromas para un señor antiguo
Duda
Muriendo
Post mortem
A ti te pido, Afrodita
Jaime Serey
Vivir por beber… y escribir
El poeta frente a la inspiración
Nicanor tiene el mensaje
Texto escogido
Mini discurso
Pienso
Llegó el tiempo cuando los lagartos toman el sol sobre el tejado
American poetry
La brillante victoria de la mediocridad
Luciano P. Díaz
Las calles
Las gaviotas
Los árboles
Automóviles
Explosión
Dicho por un pintor
El llamado
Soledad
Mala leche
Breve carta a José
Nan Madol
Le dernier poeme
Erik Franklin Martínez
Breve relación
Escena nocturna
Encuentro al mediodía
Tequila Sunrise
Consideraciones
Panorama fugaz
Apocalíptico en medio de la noche
En los acantilados
Amanecer en una playa desconocida
No hace mucho
Ignición del cuerpo
Figuras en el fuego
Caminó bajo la sombra de
Un día cualquiera
Cámara interior
Estado de cosas
Notas biográficas
La voz y la memoria
Antología de la poesía chilena en Canadá
Editores
Luis A. Torres y Luciano Díaz
La voz y la memoria
Primera edición: abril de 2009
© Luis Torres y Luciano Díaz, 2009
© RIL® editores, 2009
Alférez Real 1464
750-0960 Providencia
Santiago de Chile
Tel. (56-2) 2238100 • Fax 2254269
[email protected] • www.rileditores.com
Composición, diagramación e impresión: RIL® editores
Epub hecho en Chile • Epub made in Chile
ISBN 978-956-284-659-2
Derechos reservados.
Agradecimientos
Esta antología incluye selecciones de diez poetas chilenos residentes en distintas zonas del Canadá. Se trata de autores y autoras que se mantienen activos y vigentes y que han estado desarrollando una obra importante en las últimas dos décadas. Agradecemos su generoso aporte a este proyecto.
También quisiéramos extender nuestros agradecimientos, por sus acertados y valiosos comentarios, a Monique Greenwood y Tamara Schürch, dos estudiantes del programa de estudios graduados de la Universidad de Calgary.
Esta publicación ha recibido el apoyo del Departamento de Francés, Italiano y Español y de la oficina del Decano, Dr. R. Smith, de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Calgary. Vayan para ellos nuestros reconocimientos.
Hemos querido publicar este libro en Chile, pues esa tierra continúa siendo un referente importante de las voces y memorias evidentes en esta antología. La otra tierra, esta, fue un día el asilo y es hoy el sitio de nuevas voces y memorias que esperamos también sean motivo para la reflexión y fuente del diálogo.
Introducción
Desde la década de los setenta, después de los eventos del año 1973, Canadá fue, como es sabido, tierra de asilo para miles de exiliados chilenos. Años más tarde, esta emigración fue cambiando de cariz, pero la experiencia del vivir trasplantado en otra cultura y en otras lenguas ha seguido definiendo, en distintos grados, la vida de aquellos y aquellas que han hecho de este país un nuevo hogar.
Así pues, en el año 2009, es difícil referirse al exilio chileno sin considerar que se trata de una vivencia pasada, perteneciente a una historia de emigración forzada que ya no tiene los significados que tuvo en el pasado. Hoy son otras las condiciones: nuevas olas de migración, la realidad de la integración, la dificultad del retorno. Sin embargo, al pasar de los años, e incluso ante estas nuevas circunstancias, sigue latente el hecho de que la literatura de este grupo de inmigrantes todavía contiene un alto grado referencial que, por un lado, la orienta hacia algunos eventos cruciales del pasado y que, por otro, resalta la permanencia del trauma de la separación.
Los hechos involucrados en el vivir trasplantado, y se trata de una experiencia de más de treinta años, han supuesto una serie de dilemas. Por ejemplo, las condiciones que llevaron a dejar el país, los traumas relacionados con los acontecimientos en Chile bajo la dictadura, la separación y la distancia de la tierra de origen, la lucha por empezar una nueva vida y por dar forma a un nuevo sentido de comunidad mientras se recuerda la otra, y el cuestionamiento de la identidad ante la pérdida del entorno familiar y de la palabra materna.
En cuanto a la palabra, puesto que ella supone una lucha cotidiana en el nuevo ámbito social, entra en crisis ante la necesidad de adaptarse a los nuevos idiomas locales y esa crisis, que es también la del arduo aprendizaje, tiene su reflejo en el sujeto emigrante: el castellano cotidiano, los chilenismos, la entonación, el ser dentro de ese espacio de palabras, todo eso se va perdiendo irremediablemente. Junto a ello, los dilemas del emigrante tienden a culminar en la adaptación e integración en lo que fue en los primeros años la tierra de asilo.
Los poemas que presentamos en esta antología se enfrentan a las trabas personales y sociales que acabamos de identificar, pero ellos también delinean un cuestionamiento de lo que hemos llamado la adaptación e integración. Estos dilemas, según interpretamos las obras, han puesto en conflicto la idea de fidelidad a la tierra de origen y parecen afirmar que la adaptación e integración, aunque inevitables en muchos casos, no crean un punto final sino que dan paso a un nuevo estado para la reflexión en torno a la situación de la persona en el llamado mundo global. Y quizás, a la par del valor estético, esta sea otra característica relevante de estas obras: que ellas nos permiten vislumbrar un otro lado, que se ignora, de la pérdida de las ataduras al lugar, de la crisis de la identidad y de la mundialización dirigida. Nos parece que ese otro lado, que es como el fantasma censurado del discurso de lo global, lo constituye la vida de los emigrantes forzados, de los exiliados por las guerras y por golpes militares, y de los que dejan sus países debido a persecuciones y a falta de oportunidades. La marginalidad social y cultural de miles de inmigrantes, la vida clandestina y la represión contra los «indocumentados», estas también son parte de una realidad que pone en juicio el triunfalismo de la globalización y los ideales de la integración.
Tal como anuncia el título de esta colección, la voz y la memoria forman dos de los ejes centrales del entramado de estos poemas. Pero no nos referimos aquí simplemente a una temática común en las obras, a algo ya evidente en la superficie de los textos, nos referimos más bien a una preocupación de fondo que se transparenta de un modo indirecto o a la cual la mirada crítica sólo puede llegar a partir de una consideración del conjunto. Como asunto general, la voz y la memoria simbolizan una extensión de lo dicho, una especie de más allá del sujeto en su esfuerzo por articular su condición y que, como más allá, sólo podemos entrever en distintos grados en los poemas.
Voz y memoria son palabras de gran peso en la escritura de exiliados e inmigrantes y constituyen dos grandes preocupaciones en la poesía chilena. En general, la voz en los poemas representa la confirmación de una presencia que parece decirnos «aquí estoy, esta es mi historia». La voz es afirmación del ser (aunque también lo puede ser su silencio que, para nosotros, no se opone a la voz), pero afirmación que también es frágil en tanto se debate, en muchos de los poemas, entre un deseo por la totalidad y la realidad de lo fragmentado, entre un impulso por articular un decir auténtico y la multiplicidad de las voces y de sus máscaras. Estas voces, entonces, intentan demarcar su lugar en lo dicho, buscan sustentar su continuidad en la representación del vivir en tránsito y, al hablar de su experiencia en los poemas, al tocar los bordes de lo cotidiano, consiguen algo que las sobrepasa. Hemos tratado de identificar algunas de las huellas de ese algo en los breves comentarios que introducen la selección de cada poeta.
La memoria, por otra parte, es consustancial al reconocimiento de la integridad del ser, de su historia personal y de la vida compartida. Sin memoria, la misma palabra pierde sus sentidos vitales y el sujeto deviene en un ser que flota a la deriva del mercado y de la obsolescencia. Se ha dicho que el olvido es útil para empezar una nueva vida y que también es favorable para el mundo del consumo; sin embargo, estos poetas porfían en su vuelta a la memoria, y no porque les inunde la nostalgia por un pasado ideal ni porque crean que la memoria es el depósito de una posible redención. Para ellos, más bien, la memoria es una obligación ética que, unida a la voz, es afirmación de sí mismo y es un acto de resistencia. Memoria que resiste, que rescata y que se proyecta conflictiva, numerosa, banal, profunda y relevante en sus reclamos.
Pero, tal como la afirmación de la voz es contradictoria, también la memoria como resistencia tiene una contrapartida en los poemas. Se trata de la memoria como ruina; es decir, de la ruina del monumento al pasado y del quiebre de la estabilidad de las palabras que lo nombran. Es así que, en la lectura de estos textos, asistimos a la desintegración de la memoria en imágenes que intensifican su fragmentación y donde lo recordado contiene indicios de algo que no se dice, pero cuya presencia es intensa. Ese fantasma es el del olvido, el de las lagunas inevitables de la memoria.
Así pues, esperamos que las múltiples voces reunidas en esta antología y que sus memorias, tanto las que afirman como las que contradicen la estabilidad de la o del que enuncia, sean propicias para la reflexión en torno al otro lado de la experiencia moderna de la emigración y de la lucha por sostener un sentido de identidad cuando ella entra en crisis. En estos mundos poéticos, la voz y la memoria configuran dos instancias cruciales que señalan la persistencia del ser por sobre el duelo de la pérdida de los lazos con el lugar y con la comunidad.
Blanca Espinoza
Hay dos eventos cruciales en estos poemas de Blanca Espinoza: en el primero, el auto-reconocimiento de la mujer en el espejo y, en el segundo, el retorno a la ciudad. En lo abstracto, estas ideas se conjugan con una reflexión meta-poética sobre la palabra y, de un modo indirecto, con la inestabilidad de la voz. «Algo de mí» profundiza en la identidad del yo frente a un espejo que es símbolo de la palabra, de la poesía y de la memoria. Ante el espejo-texto, el reconocerse y la escritura son arduos pues, como afirma la poeta, el valor que damos a las palabras «se eclipsa» y el sentido es «algo que está más allá…» «Vuelvo a Montreal» elabora la idea de la vuelta, pero no como encuentro de la ciudad, sino como una reflexión sobre lo que ha dejado atrás y del esfuerzo por sostener el presente, momento en el cual la voz intenta recuperar las palabras perdidas, ya que como dice el primer verso: «Vuelvo a Montreal sin palabras». No sabemos qué ha ocurrido antes de la vuelta pero percibimos que eso, aunque imaginado como un ahora, es ya memoria. Esos tiempos entrelazados, entonces, suponen un misterio: la identidad del «tú», su partida, su destino, imaginado –hacia el final de poema– como el de otro que «se va internando en la bruma».
Algo de mí…
El mundo se me entra por los ojos
se me entra por las manos
se me entra por los pies
me entra por la boca y se me sale
en insectos celestes nubes de palabras por los
[poros]
Vicente Huidobro
Lucidez de la mirada
cuando el espejo recibe
la oscura pupila…
…una sonrisa apenas para descifrar quien soy, para decir si corresponde el rostro a la mujer que veo. Divago entre ser y estar, verbos imprescindibles en el manejo de la lengua, sin embargo se diluyen cuando se trata de mí. Algo escapa siempre para afirmar lo opuesto. Llevo la verdad a cuestas, digo soy y heme aquí frente a la dificultad, digo estoy y siento que me alejo…
Fragilidad de la apariencia