Los viajes de Tanausú por las Islas Canarias - Maria Jesus Cano - E-Book

Los viajes de Tanausú por las Islas Canarias E-Book

Maria Jesus Cano

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Beschreibung

Tanausú, "Tana" para los amigos, es un niño travieso y vivaracho que recorre en estas páginas todas las Islas Canarias, incluida San Borondón, viviendo aventuras varias: misteriosas, terroríficas, increíbles, fantásticas. Cuento tras cuento, podrás hallar diversión, pero también conocer las principales leyendas y tradiciones del archipiélago canario. Si Tana está ahora entre tus manos es porque quiere ser uno de tus mejores amigos. Déjate hechizar. Incluye actividades para hacer en el colegio o en casa con tus papás.

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© Título: Los viajes de Tanausú por las Islas Canarias

© María Jesús Cano

ISBN: 978-84-126268-5-8

Primera edición: mayo 2023

Edición: Editorial siete islas www.editorialsieteislas.com

Correcciones y estilo: Laura Ruíz

Ilustración portada e interior: Víctor Jaubert

Maquetación: David Márquez

Visite nuestro blog: https://www.editorialsieteislas.com/blog y nuestro canal de Youtube

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#losviajesdetanausú #editorialsieteislas

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin la autorización previa por escrito del editor. Todos los derechos están reservados.

A mi familia.

A mis alumnos y alumnas.

A mis compañeros y compañeras docentes.

De cómo Tana y yo nos conocimos

Conocí a Tanausú, Tana para los colegas, cuando cambié de casa y de colegio. Los dos teníamos ocho años recién cumplidos. Nos conocimos un soleado día de marzo, en La Palma. La isla bonita. Son fechas y lugares que no se olvidan, porque Tanausú es mucho Tanausú, ¡tremendo personaje! Ya verán todo lo que tengo que contarles. Van a alucinar.

Los dos íbamos a la misma clase, la clase de la señorita Nieves. Me gustaba la nueva escuela y la voz dulce y suave de Nieves, que nos contaba historias de su infancia. Eran historias de ayer que nos emocionan hoy, historias de los antepasados benahoritas, los primeros pobladores de La Palma, y leyendas de la isla con luces misteriosas o cuevas por donde deambulaban diablos y otros monstruos y seres extraños. A nosotros nos gustaban mucho sus cuentos y leyendas y, a partir de ellas, inventábamos nuevas historias. No nos cortábamos un pelo, sobre todo, porque era muy divertido, aunque, a veces, nos moríamos de miedo. El propio nombre de Tanausú, sin ir más lejos, estaba revestido de leyenda. Era el nombre de un gran héroe aborigen que amaba tanto su cultura que lideró la resistencia a la conquista de La Palma por parte de los conquistadores españoles, allá por el siglo XV (me encantan los números romanos, porque también nos los enseñó Nieves). Y es que Tanausú, nuestro Tana, tiene mucho de héroe también. Vayan preparándose para todo lo que les tengo que contar.

Nieves, nuestra seño, me indicó que ocupase un asiento justo al lado de Tana, quien enseguida me guiñó un ojo en señal de camaradería. Al minuto uno ya hubo complicidad entre nosotros. Tana tenía una gran facilidad para hacer amigos y contar historias tan emocionantes y fascinantes como las de nuestra seño. También tenía una gran familia repartida por todas las islas del archipiélago canario, a la que solía visitar con frecuencia durante las vacaciones de verano y de Semana Santa. Cuando regresaba de sus viajes, nos traía siempre un regalo (algo de comer típico de la isla). A mí me gustaban especialmente las quesadillas de El Hierro. ¡Ay, qué ricas! Se me hace la boca agua solo con nombrarlas.

En clase solíamos investigar sobre la historia y la cultura de las islas Canarias. Tana sabía casi todas las respuestas a las preguntas de Nieves y, si no las sabía, era capaz de inventarlas. Siempre decía que la realidad y la fantasía estaban muy cerca la una de la otra.

A Tana le encantaba hablar de su tierra y lo hacía con el cariño y orgullo de ser canario. Solo había una cosa que a Tana le gustaba más que sus queridas islas: la magia. Cada vez que podía le enseñaba a su hermana Cande todos los trucos de magia que conocía, y ella, en cambio, le enseñaba matemagia, trucos matemáticos con los que Tana nos sorprendía en los recreos. Una pasada. Aún me acuerdo de aquel truco donde se elegía cualquier número y el resultado siempre era el mismo. ¿Quieren que se lo enseñe? Ahí va.

1. Elige un número.

2. Multiplícalo por 3.

3. Súmale 6.

4. Divide ese resultado entre 3.

5. Réstale el número que elegiste en un principio.

6. ¿A que adivino el resultado?

Es el número 2.

Tana era un niño muy curioso. Además de la magia también le fascinaban los misterios, los volcanes y la gastronomía típica de cada isla. Era un glotón. Siempre le tomaban el pelo porque siempre tenía hambre. Sin embargo, en la época del colegio, era la magia lo que más le entusiasmaba. Como una obsesión. Le parecía que la magia era un camino que unía, precisamente, realidad y fantasía, como la propia literatura, una materia que nos encantaba estudiar porque los escritores son grandes inventores de historias y aventuras. Y Nieves, nuestra seño, era un buen ejemplo, porque en sus clases nunca faltaba la narración de un cuento. Siempre nos decía que las islas Canarias estaban repletas de lugares mágicos que escondían historias todavía por contar y, entonces, nos animaba a que nos convirtiéramos en escritores. Decía que ser escritor era muy divertido porque podías inventar mundos a tu medida, imaginar personajes y tramas en las que vivir otras vidas.

Vaya, enseguida me voy por las ramas. Estaba hablando de mi encuentro con Tana. El día de la fiesta de graduación de 6º de Primaria, los ojos de Tana tenían un brillo especial. El colegio había contratado a un mago que hacía unos trucos increíbles, que nos dejaban a todos perplejos, con la boca abierta y, a veces, con el corazón encogido. Tana no apartaba la mirada del mago, que se llamaba Josué.

Después de los discursos y de la entrega de orlas, todo el mundo estaba feliz y se reunía en pequeños grupos para comentar los acontecimientos de ese día tan especial. ¡Nos íbamos al instituto! Sin embargo, Tana estaba más inquieto de lo habitual. Nunca antes lo había visto tan interesado ni tan emocionado por algo.

Cuando el mago estaba recogiendo sus bártulos, Tana se acercó a su mesa y le preguntó por un truco de magia que le tenía fascinado. Josué, ante su insistencia, le entregó un pequeño libro de magia que le dedicó y firmó en señal de agradecimiento por su entusiasmo. Tana se lo leyó en un santiamén y fue a la librería de su barrio a encargar más libros de magia. Después de ese primer libro, se leyó otro, y otro, y otro más. En casa tenía una montaña de libros de magia y se pasaba horas y horas practicando los trucos que aprendía en los libros. Muy pronto su fama de mago corrió por el instituto a la velocidad del rayo. Se presentó a delegado de clase y, en la presentación de su candidatura, hizo un truco de magia que nos dejó a todos boquiabiertos. Ese era Tana, ocurrente, creativo, amigo de sus amigos y lleno de imaginación. Compaginaba su pasión por la magia con su obsesión por los volcanes. Porque su casa también estaba repleta de libros de volcanes y, en su dispositivo electrónico, una tablet, solía ver vídeos de los principales cráteres del mundo. Cuando en clase dimos ese tema, él sabía todo, o casi todo, lo que se puede saber sobre erupciones. Los ojos se le salían de las órbitas cuando veía imágenes de volcanes. Me señalaba todas las partes: el cráter, el cono, la corteza, la chimenea, la lava, el manto, y soñaba con poder ver algún día un volcán en erupción, la lluvia de cenizas y el mar de lava.

Los fines de semana solía ir de excursión con su familia por la bonita geografía palmera. Casi siempre finalizaban el recorrido en el mismo lugar, el Parque Natural de Cumbre Vieja. Su mayor felicidad era hacer senderismo por la ruta de los volcanes que recorre un gran tramo desde Cumbre Vieja hasta el faro de Fuencaliente, muy cerca del Teneguía, el último de los volcanes canarios en entrar en erupción. Bueno, eso fue antes de la erupción submarina en la isla de El Hierro, entre octubre de 2011 y marzo de 2012, y, antes de que la intuición mágica de Tana, hiciera una predicción del todo increíble. Si Tana ya era más o menos famoso en la isla, a partir de su milagro ya no hubo en La Palma quien no conociera al niño que hablaba con los volcanes, como enseguida empezaron a llamarlo los ancianos del lugar.

Pero vayamos por partes, porque es que quiero contar tantas cosas que yo mismo me lío. Cada finde que salían de excursión, Tana y su familia solían aparcar el coche muy cerca del centro de visitantes del volcán de San Antonio para ir a caminar alrededor del cráter. Era su manera de recargar pilas para toda la semana. Los volcanes le daban energía, fuerza y vitalidad, según me contaba el lunes siguiente en el recreo, además de unas ganas enormes de viajar en busca de otros paisajes volcánicos.

Ese día en el colegio Tana me contó que había sentido una energía muy especial mientras caminaba por Cumbre Vieja. Como si el volcán quisiera hablarle. Eso me dijo. Sintió que, bajo sus pies, la tierra estaba más caliente y que temblaba un poco. “Amigo mío, estoy seguro de que el volcán volverá a rugir y a expulsar gran cantidad de lava en el año 2021”. Eso me dijo Tana. Así de claro. El caso es que se lo contamos también a la seño, a nuestra Nieves, y, a su vez, medio en broma medio en serio, nuestra señorita se lo contó al resto de profesores durante una reunión, y lo cierto es que el rumor de la predicción de Tana se fue esparciendo por la isla hasta que, de pronto, unos meses después, en septiembre del año 2021, el volcán de Cumbre Vieja volvió a estallar y se pasó tres meses escupiendo lava y piroclastos. Y vinieron los científicos y los periodistas de medio mundo con sus cámaras de televisión y grabaron la erupción que, gracias a Dios, no causó víctimas, aunque muchas casas y cultivos se perdieron enterrados por la gran cantidad de lava. Desde entonces, Tana es para mí el mago de los volcanes. Siento que es verdad que puede hablar con ellos. Pero es que Tana no solo es mago, sino que también es mágico.

Cada vez que viajaba a la isla de Tenerife visitaba el famoso Parque Nacional del Teide y, a su regreso, me enseñaba las fotos del volcán de 3.715 metros de altura sobre el nivel del mar, un gigante dormido que, sin embargo, sigue activo. Según él, todos los volcanes de Canarias hablan entre ellos, se comunican de alguna manera. Y por eso Tana los visitaba. “Es que siento que me cuentan sus secretos”, me decía Tana.

Había visitado también el Parque Nacional de Timanfaya, en la isla de Lanzarote, donde hay una interesante colección de volcanes y cráteres, según palabras de Tana, que, aunque estén en calma y dormidos, arden en sus entrañas formando géiseres en los que incluso puedes freír un huevo. ¡Hum! se relamía Tana pensando en un huevo frito con un montón de papitas también fritas… Su volcán favorito era el de Montaña Encantada, en el que, por algún extraño encantamiento, había nacido una higuera.

Cuando llegaba el buen tiempo, Tana y yo solíamos pasar largas tardes en la playa del puerto de Tazacorte, cerca de la desembocadura de un barranco donde, tras las fuertes lluvias del invierno, corría el agua. A Tana, su arena negra le recordaba los paisajes volcánicos que tanto anhelaba.

Éramos los mejores amigos y, aunque siempre nos juntábamos con la pandilla del instituto, disfrutábamos de nuestros ratos a solas jugando al ajedrez y descubriendo, en la biblioteca de Tazacorte, libros sobre historias y leyendas de nuestras islas que leíamos en la playa o en el paseo marítimo, mirando al Atlántico.

Perdí la pista de Tana en 4º de la ESO, cuando se mudó con su familia a la isla de Tenerife. Sin embargo, nunca olvidé las historias que nos contaba entre clase y clase, entre truco y truco de magia, las historias de sus aventuras por el archipiélago canario. Tiempo después, en mis ratos libres, escribí esas historias, o lo que recordaba de ellas. Cada vez que echaba de menos a Tana, cogía el bolígrafo y escribía. Me parecía que así sus relatos no se perderían y que otros niños podrían disfrutarlos, tal y como yo había disfrutado escuchándolos en boca del gran Tana. Enseñé el manuscrito a mi profe de Lengua y Literatura, quien me ayudó a mejorar el estilo y a dar una mayor emoción a cada historia. Me calificó con la mejor nota por el trabajo y me felicitó por la idea.

Escribí las historias de sus aventuras, tal y como me las contó Tana. Bueno, con alguna que otra invención por mi parte (porque por algo quiero ser escritor). Para contarlas, elegí el narrador omnisciente, el que todo lo sabe, porque yo lo sabía todo o casi todo sobre las aventuras de Tanausú. Conocía a los personajes, las tramas y el ambiente. Por ello, sabía que era el elegido para relatar los sucesos, las anécdotas, los misterios y los viajes de Tana por sus queridas islas Canarias.

Por cierto, mi nombre es Zebenzuí y soy uno de los personajes de estas historias. ¿Te atreves a vivir conmigo las aventuras de Tanausú por las islas? Seguro que sí.

Prepárate para la magia y los sustos, para los hechiceros, las brujas y los fantasmas. Prepárate para la realidad y la fantasía. Así es este viaje a través de las islas Canarias.

Empezamos…

Puedes comenzar la lectura con la historia que prefieras. Puedes leerlas según el orden de las páginas o elegir una aventura concreta y adentrarte en la isla en la que se desarrolla. Eso da igual.

Puede que encuentres palabras desconocidas (en ese caso usa el diccionario), y puede que te adentres tanto en el relato que desees vivir ahí para siempre o que quieras reescribirlo según tu antojo. Tienes toda la libertad. A Tana eso le encantaría.