Marilyn al desnudo - Isabelle Wéry - E-Book

Marilyn al desnudo E-Book

Isabelle Wéry

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Beschreibung

Una novela exuberante y provocadora, llena de pasión por el lenguaje y la vida. Para la pequeña Marilyn Turkey, todo parece nuevo, misterioso y fascinante, y el deseo se presenta ante ella como la fruta prohibida que necesita probar. Años más tarde, Marilyn tiene veinticinco. En busca de Su Amor, se deja llevar por una vida llena de emociones en la que los límites entre lo real y lo imaginario se confunden. Por último, nos encontramos con una Marilyn en la cuarentena. Se ha convertido en escritora y por fin puede pasar tiempo en París, la ciudad que siempre la ha seducido. Sin embargo, de camino a una cita con Su Amor, se enfrentará a una vivencia extracorporal que la cambiará para siempre. Con el paso del tiempo, Marilyn se desliza por mil formas de vida que son como poemas, juegos sonoros, escenas alucinadas y alucinantes. Quiere ser mujer, hombre, planta y animal. El sexo no la define: nada lo hace. Movida por un profundo deseo de vivirlo todo, Marilyn avanza entre sueños, experiencias y pensamientos que son muestra de una vitalidad desbordante y cautivadora que traspasa las páginas. Obra ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea.

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Marilyn al desnudo

Isabelle Wéry

Traducción de Claudia Casanova
Colección Voces de Europa

Contenido

Portada

Newsletter

Página de créditos

Sobre este libro

Primer hueso

Segundo hueso

Tercer hueso

Sobre la autora

Sobre el traductor

Página de créditos

Marilyn al desnudo

V.1: febrero de 2021

Título original: Marilyn désossée. Publicado originalmente por maelstrÖm reEvolution.

© MaelstrÖm reEvolution, 2013

© de la traducción, Claudia Casanova, 2021

© de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2021

Todos los derechos reservados, incluido el derecho de reproducción total o parcial en cualquier forma.

Diseño de cubierta: Taller de los Libros

Imagen de cubierta: Shutterstock

Publicado por Ático de los Libros

C/ Aragó, n.º 287, 2º 1ª

08009 Barcelona

[email protected]

www.aticodeloslibros.com

ISBN: 978-84-17743-14-7

THEMA: FBA

Conversión a ebook: Taller de los Libros

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley.

El presente proyecto ha sido financiado con el apoyo de la Comisión Europea. Esta publicación (comunicación) es responsabilidad exclusiva de su autora. La Comisión no es responsable del uso que pueda hacerse de la información aquí difundida.

Marilyn al desnudo

Una novela exubertante y provocadora, llena de pasión por el lenguaje y la vida

Para la pequeña Marilyn Turkey, todo parece nuevo, misterioso y fascinante, y el deseo se presenta ante ella como la fruta prohibida que necesita probar. Años más tarde, Marilyn tiene veinticinco. En busca de Su Amor, se deja llevar por una vida llena de emociones en la que los límites entre lo real y lo imaginario se confunden. Por último, nos encontramos con una Marilyn en la cuarentena. Se ha convertido en escritora y por fin puede pasar tiempo en París, la ciudad que siempre la ha seducido. Sin embargo, de camino a una cita con Su Amor, se enfrentará a una vivencia extracorporal que la cambiará para siempre.

Con el paso del tiempo, Marilyn se desliza por mil formas de vida que son como poemas, juegos sonoros, escenas alucinadas y alucinantes. Quiere ser mujer, hombre, planta y animal. El sexo no la define: nada lo hace. Movida por un profundo deseo de vivirlo todo, Marilyn avanza entre sueños, experiencias y pensamientos que son muestra de una vitalidad desbordante y cautivadora que traspasa las páginas.

Obra ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea

«La Marilyn de Isabelle Wéry es una bomba explosiva literaria que no se rige por ninguna norma.»

Le Soir

«Una road-movie con una protagonista que parte en busca de su identidad, incluida la sexual.»

Livres Hebdo

«Ha ganado el Premio de Literatura de la Unión Europea, y no es difícil comprender por qué dada su brillante prosa, con un claro origen teatral —de donde proviene la autora— y la absoluta novedad de un lenguaje magnífico, creativo y personal con un léxico fantástico.»

Convenzionali

«Marilyn al desnudo es una novela alegre que palpita, sin limitaciones y que transmite una verdadera pasión por la lengua.»

Lecture-Écriture

Para Christophe Biesmans.

Para Olivier Wéry.

Un hombre se adelanta, tambaleándose de una puerta a otra, y dispara en el aire: «Todo lo que puedo decirte es que somos fluidos, seres luminosos hechos de fibras». Todos los viajes iniciáticos comportan esos umbrales y esas puertas en los que convertirse en uno mismo, donde se cambia el curso, siguiendo las «horas» del mundo, los círculos de un infierno o las etapas de un viaje que alteran las escalas, las formas y los gritos. De los chillidos animales a los gemidos de los elementos y de las partículas.

Mil mesetas, Gilles Deleuze

Ella es Marilyn Focky.

Desde antes de lo que recuerdo

siempre ha estado ahí

en mi estela.

Yo soy Marilyn Turkey,

la que escribe.

Marilyn y Marilyn. Qué tontería.

Es así.

Confusión. Alienación. Esquizo.

Cosas curiosas.

Turkey y Focky.

Marilyn y Marilyn

Cállate.

Primer hueso

Tengo seis-ocho años

AMOR MÍO

Desde la dulzura de mis seis-ocho años,

te escribo esta primera carta.

No te conozco aún.

No te he visto nunca.

Ni siquiera sospechas que existo.

Pero yo velo sobre nosotros.

Pienso en nosotros.

Me preparo para amarte.

Para casarme contigo.

Y para entregarte mi cuerpo perfecto de mujer.

Te adoro.

Marilyn Turkey

AMOR MÍO,

Vayamos al grano.

Quiero un gran vestido de novia blanco.

Debajo, llevaré un body de encaje blanco que moldeará mi cuerpo femenino perfecto. Sí, uno de esos ceñidos, como el que uso en la clase de gimnasia. Pero odio el de la clase de gimnasia. Se me mete en el trasero y las piernas de cerda quedan completamente desnudas. Con mis dos jamones crudos, me cuesta hacer la rueda, el split, las volteretas; siempre por debajo, me complican los movimientos y confunden mi concentración en una mezcolanza anárquica del cuerpo, en el batir de alas de una salchicha blanca. ¿Por qué tengo que mostrar a toda la clase las partes de mi cuerpo que te reservo? 

Con el body de encaje blanco, la sensación será bastante diferente. Y además, para cuando nos casemos, ya no tendré las piernas gordas; de momento, sigo siendo un trozo de plastilina ingrata, sin cola ni cabeza, pero espera y verás, Amor Mío, verás lo que pasará. 

La única duda que tengo se refiere al arroz.

Me fijé en el arroz en la boda de la tía Poupy… Tenía arroz por todas partes, hasta en el culo, estoy segura. ¿Te imaginas la noche de bodas que debió de pasar con todos estos granos pegados, adheridos a su maquillaje, debajo de sus uñas encarnadas y quién sabe, si, tal vez, un minúsculo grano de nada que osó infiltrarse allí donde no hay que ir? ¡Oh, el grano vulgar del tío Bent en su caja naranja! Y que se cuela en lo más profundo de ti misma el día más feliz de tu vida.

Ya ves que quiero ser clara contigo. 

Reflexiono mucho.

Estaré alerta.

El azar no se apoderará de la perfección de nuestro amor.

Marilyn T.

Otra carta: MI CASA

¿Sabes qué es una «rebanada milanesa»?

No te confundas con el «escalope a la milanesa», ¿eh?

No. Una rebanada milanesa es un pastel helado italiano que tiene tres gustos diferentes.

Tres niveles, tres sabores y la parte superior espolvoreada con trozos de avellanas dulces.

Es realmente delicioso. A veces lo como en el restaurante italiano.

Bueno, pues mi casa es como una rebanada milanesa: tres pisos, tres aromas y un techo plano donde se posan los pájaros avellana.

Entonces:

PRIMER PISO

Ahí están la bodega, el garaje y el lavadero.

Y el perfume, pues apesta un poco por todas partes. Es por las aguas residuales de esas mangueras que perforan el vientre de mi casa. A veces, escucho clics en las tuberías y los grifos que tal vez sean animales diminutos que han venido a instalarse en mi propio hogar. Dicen que en las tuberías hay serpientes, que viven ahí. Dicen que sucedió cerca de mi casa, que una serpiente le lamió el trasero a alguien que estaba sentado en el inodoro. ¿Te imaginas? Así que cuando estoy allí, en el fondo de mi baño, no sé cómo, podría pasarme lo mismo. Inevitablemente, sucederá. ME PASARÁ, ya que NO soy como todos los demás y me pasará algo grande. Así lo siento. Lo sé.

En el lavadero,

Hay un congelador, una lavadora y un órgano.

Sé tocar el órgano. De todos modos, es muy fácil hacer música: tan solo hay que colocar los dedos en los lugares correctos y en el momento adecuado. Así que para alguien bastante puntual y preciso como yo, es bastante fácil. Y por eso sé tocar el órgano. Especialmente el «Ave María». Se me da bien, eh. De verdad. Cuando toco, hasta el pescado que hay en el congelador se emociona. Incluso diría que lo impresiono. Una majestuosidad musical brota de este pequeño organillo de blanco y negro —que también apesta, tiene olor a mal aliento—  y estalla en petardos de emoción que manipulan el alma y el cuerpo de todo lo que está vivo. Y el «Ave María» es potente, eh. Parece que es cosa de lo religioso. Por eso, mi papá me ha dicho: «¡Ves como la religión también tiene su lado bueno!». Eso me ha preocupado, en serio. Porque yo estaba en contra de la religión. Y no QUIERO hacer la comunión. Es por culpa del cura. En la iglesia cuenta historias que me dan ganas de llorar, y cuando lloro me vuelvo aún más débil, y ahí es cuando el cura aprovecha, y me podría tragar lo que sea solo porque necesito creer en algo que me tranquilice. Oh, es una lucha interior. Y luego, cuando hay que ser amable incluso con los que son malos con nosotros. ¡Qué difícil! Me molesta, francamente. ¡¿Debería darle mi bolígrafo favorito a mi hermano cuando me pone de los nervios?! Pero no. Bofetadas, sí. ¡Al hermano, al sacerdote! ¡Ojo por ojo, diente por diente, me quedaré con mi pluma e iré a jugar con sus coches! ¡Va, cabeza de hidrocéfalo!

Sí. «CABEZA DE HIDROCÉFALO».

Si el agua hincha las tuberías del primer piso, el agua también hincha la cabeza de mi hermano. Pobre niño, qué mala suerte. Fue el doctor quien dijo a mi madre que «el niño tiene la cabeza grande». Vi que a mi mamá no le gustó nada. Yo miré a mi hermano por todos lados y no vi nada raro. Que sí, que tiene la cabeza muy grande, pero no es que vaya haciendo clonc-clonc, eh, como una boya llena de agua. Y mi hermano se mea normal, llora normal, babea normal, suda normal. Pero si lo dice el médico…

Pero yo, desde lo más profundo del lavadero, eructo mis «Ave María» frente a los tres pisos de mi casa. Y la música suaviza los hogares… Mi música suaviza mis preocupaciones… Mi música se eleva sobre mi cabeza como un albatros…

«8. 9. 8. 6. 8. 9. 8. 6. 11. 9…»

En el primer piso,

también está el garaje.

Que apesta, por supuesto. El garaje, estante tras estante, alberga muchos recuerdos, baratijas de todo tipo.

Ceniceros viejos, bombas de bicicleta, crucigramas, guirnaldas, películas…

Amor Mío,

cuando me tengas en tus brazos, será muy bonito.

Abrazarás toda la longitud de mi cuerpo femenino…

Tu carne se pegará a la mía como malvavisco.

Estaremos bien.

Un enjambre de besos rojos galopará alrededor de mi cuello; 

en el corazón de tus oídos retozará mi misteriosa gramática,

que solo entenderás un poquito, y te diré:

«Busca, pequeño, busca lo que te digo».

Tu rostro atormentado, encantado,

se estremecerá en pequeñas convulsiones divinas. 

Estaremos bien.

Las esencias florales llenarán nuestros vasos.

Tu pata derecha derramará, gota a gota, los preciosos néctares

En lo profundo de mi boca…

¿Si baja mi mano? Si pongo mi mano… Si yo… Al latir de tu garganta… Yo… yo… yo.

Joder. Joder. 

EL SEGUNDO PISO

Es la entrada principal de mi casa.

La entrada, el vestíbulo, el pasillo, el pasadizo, la garganta, la tráquea, el cruce de caminos, el callejón, el conducto que te conduce.

Hace frío aquí. Es húmedo. No huele demasiado mal. Excepto cuando las alcantarillas regurgitan. El suelo es de baldosas blancas y frías.

NUNCA me gustará quedarme allí. NUNCA invitaré a mi amiga.

Solo me encanta este sitio cuando todas las puertas están abiertas y la luz entra y se balancea con ferocidad contra el blanco frío de las baldosas. Dios mío, entonces, las llamas saltan allí, los destellos del día rebotan como piedras en un estanque humeante. Sí, ahí las veo, esas películas en el blanco frío de los azulejos: Leviatán, Belcebú, Puck, Seraph, Dragonne, todos fornicando sin límites.

No me mezclo en sus bailes. 

Miro.

Me quedo ahí.

No me muevo.

Satisfecha con la mirada que me conceden. 

He besado el amanecer del verano.

Mi joven soldado, con la boca abierta…

Mira mi vida. ¿La ves?

Seguimos en el segundo piso, en la cocina. 

¡Que sí, la cocina!

(Ella está en este segundo piso, mi  toallita…) 

En la parte superior del armarito alto, algunas revistas de coches. 

Fotos de mujeres en coches rojos.

Una pecera con un pez rojo dentro.

Su hermano, el que ya está muerto, se suicidó. 

Saltó fuera de la pecera.

Se aplastó contra el suelo, como una yema de huevo roja. Lloré.

El canario también está muerto.

Escapó de su jaula, intentamos atraparlo y le rompimos el cuello.

Cuello roto.

Pájaro muerto.

Amarillo también.

Como el pescado-huevo.

Oh, qué hermosos colores hay en esta cocina. Oh, tantos olores variados que emergen de las preparaciones culinarias: pizzas, panes, gofres de albaricoque, tartas de manzana, crepes de plátano… Los olores se suceden sin parecerse… Los canarios, el pescado muerto, el hueso del jamón, la carcasa del pollo… Todo está en todo.

Me preparo un té inglés.

Con leche. De vaca, sí. Encontré LA taza de té de mi libro de aprendizaje de inglés en el fondo de un armario; taza olvidada, anacrónica taza-ovni en medio de banales tazas de café banales. Allí estaba, mi cup of tea extraída de su mazmorra, la llené de agua y leche con aroma a hierbas. Leche de vaca, que sí. Lentamente parduzco, el líquido se volvió acre. Entonces, soñé con todas las Angledestres, todos los «Yes with pleasure», todas las islas británicas pobladas de cuervos negros, o eso dicen; soñé las noches de Navidad con pavos trufados, tartas de menta y chocolates con sabor a naranja…

—¿Está la señora Smith en casa?

—No, está muerta. In the little kitchen.

—Coronel Moutard, ¿¡dónde está el coronel Moutard!?

Cuando llega mi madre, le clavo la mirada por la manera en que ella se fija en el té y en mi Gran Bretaña, sin comprender. Leche, limón, hierbas y un aroma acre… No, mamá, no me he metido coca, hero ni nada parecido… El limón es para el té. Té de limón. Milk tea. Do iou understood, ¿entiendes? No lo entiende. Ella cocina. Cocina pura, pure cooking. Hogar puro.

El gato también se murió.

Duro, muy duro, lo toqué. Yo lo encontré. Estaba estirado en su canastilla como los restos de una sardina en el papel de aluminio.

Así que aquí estoy, con mi muerto en el estómago. ¿Y qué quieres que haga con ese cuerpo endurecido, duro como pan duro? Te quedas ahí, frente a él, quieres entender de dónde viene. ¿A dónde se dirige? ¿Qué va primero? Entonces, metes el dedo en el gatito, como para hacer de termómetro, a ver si todavía está caliente por el agujerito. Entonces piensas que el gato murió solo. Compruebas si se terminó su comida o no. O si huele muy mal.

Y luego lloras. Un ratito.

Y te preguntas qué vamos a hacer con él.

Cuando llega mi madre, tira el animal a la basura.

Mi hermano y yo nos rebelamos. Sacamos al animal del agujero de plástico y lo devolvemos a la luz del día.

Lo enterramos.

Como a las reinas. Como a los jefes de estado. Como al rey de los belgas.

Lo hacemos, con gran pompa.

Mi hermano sostiene su conejo de tela y mira el gato de muerte.

Ambos sentimos que vivimos un momento decisivo.

Y la vida gira.

La vida continúa, los gatitos se callan y los conejos también.

Terminado el funeral, saco mi bicicleta y me lanzo a pedalear por las carreteras.

Oh, Mi Amor,

Mi bicicleta es naranja.

Me gusta especialmente cuando vamos de «piknik», Coraly y yo.

Pedaleamos, pedaleamos, hasta el otro extremo de la existencia, paramos un poco, sacamos la comida ahí mismo, comemos y luego nos vamos volando.