Mitos de la ciencia - Big Van Ciencia - E-Book

Mitos de la ciencia E-Book

Big Van Ciencia

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Beschreibung

Todos los enigmas y curiosidades de la ciencia al descubierto. ¿Quieres dominar las conversaciones de barra de bar usando todo el peso de la ciencia? Tienes en tus manos el manual definitivo con el que resolver los grandes enigmas científicos que traen de cabeza a la humanidad. Si tiras una moneda desde lo alto del Empire State, ¿puedes cargarte a alguien? Si todos saltáramos a la vez, ¿alteraríamos la órbita terrestre? ¿Puedes comerte con seguridad esa croqueta que se te ha caído al suelo? Si navegas en modo incógnito, nadie lo va a saber… ¿verdad? En Mitos de la ciencia encontrarás la respuesta a estos y otros dilemas, mientras aprendes que la homeopatía no funciona a menos que le pongas mucha, pero que mucha fe; que el espermatozoide más rápido no es el que fecunda el óvulo o que el Sol no es una gran bola de fuego. ¿Se pueden reciclar las botellas de plástico? ¿Hay vida extraterrestre? Un grupo de científicos ingeniosos y algo gamberros te ofrece todas las respuestas para conseguir que tu cuñado se bata para siempre en retirada .

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PORTADA

Big Van Ciencia

MITOS

de la

CIENCIA

MITOS

de la

CIENCIA

Verdades y mentiras del conocimiento científico

MITOS

de la

CIENCIA

PORTADILLA

© del texto: Miguel Abril, Manuel González, Helena González-Burón, Juan Junoy, Oriol Marimon y Jorge Nicolás-Álvarez, 2023.

© de las fotografías: p. 29, Dante Alighieri, CC BY-SA 3.0, vía Wikimedia Commons; p. 35, Dima Zel, Shutterstock; p. 41, canbedone, Shutterstock; p. 44, NASA, Apollo 16, Public domain, vía Wikimedia Commons; p. 48, Ana Cichero, maestra uruguaya, CC BY-SA 3.0, vía Wikimedia Commons; p. 55, Photo Spirit, Shutterstock; p. 58, NASA/JPL, Public domain, vía Wikimedia Commons; p. 72, Robert Anaya Jr, Shutterstock; p. 74, kpboonjit, Shutterstock; p. 77, angellodeco, Shutterstock; p. 81, NIAID/RML, Public domain, vía Wikimedia Commons; p. 89, NmiPortal, CC BY-SA 3.0, vía Wikimedia Commons; p. 95, artsuvari, Shutterstock; p. 98, Holly Fischer, CC BY 3.0, vía Wikimedia Commons; p. 104, Phoenix CZE, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons; p. 115, Mediantone, Shutterstock; p. 180, Peter Hermes Furian, Shutterstock; p. 183, Ausis, CC BY 3.0, vía Wikimedia Commons; p. 185, Geek3, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons; p. 220, CRStocker, Shutterstock; p. 223, MPanchenko, Shutterstock; p. 240, petrroudny43, Shutterstock; p. 246, British Library, Public domain, vía Wikimedia Commons; p. 248, Albrecht Dürer, Public domain, vía Wikimedia Commons; p. 251, Bodor Tivadar, Shutterstock; p. 254, delcarmat, Shutterstock; p. 257, Arthur Balitskii, Shutterstock; p. 259, Ekaterina Gerasimchuk, Shutterstock; p. 267, Nerthuz, Shutterstock; p. 273, BigBigbb1, Shutterstock; p. 279, BlueRingMedia, Shutterstock.

© de las ilustraciones: Shutterstock.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2023.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: mayo de 2023.

ref.: OBDO186

isbn: 978-84-1132-386-4

Diseño de interior y maquetación: Toni Cabré.

Realización de la versión digital: El Taller del Llibre, S. L.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida

a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro

(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)

si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra

(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

CRÉDITOS

CONTENIDO

CONTENIDO

Desmontanto mitos11

ASTRONOMÍA

El Sol es una gran bola de fuego 21

Un asteroide podría impactar contra la Tierra en cualquier momento 27

No hay gravedad en el espacio 34

Buscar extraterrestres es cosa de conspiranoicos y pseudocientíficos 51

Biología

El espermatozoide más rápido es el que fecunda el óvulo 63

Las plantas roban el oxígeno por la noche 69

Si lo recoges del suelo antes de 5 segundos, no tiene bacterias 76

Tomar leche es perjudicial para las personas adultas 84

Solo usamos el 10% del cerebro 92

Física

Si tiras una moneda desde el Empire State te puedes cargar a alguien 103

La Gran Muralla china es la única construcción humana que se ve desde el espacio 113

La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta 124

Podemos saber en qué hemisferio estamos por el remolino del agua en el lavabo 134

Si toda la humanidad saltara a la vez, cambiaría la órbita terrestre 146

Química

Calentar al microondas la comida dentro de un táper la contamina 155

El azúcar es tan adictivo como la heroína 165

La homeopatía es una medicina natural 172

Los átomos son pequeñas bolitas 182

Los productos naturales son mejores que los químicos 190

tecnología

El abejorro no puede volar 201

El modo incógnito te mantiene anónimo 212

La energía nuclear es peligrosa 218

Los vuelos de oeste a este duran menos debido a la rotación de la Tierra 227

Si se te cae el móvil al agua hay que meterlo en arroz 234

Zoología

El cuerno de rinoceronte es afrodisíaco 245

Las sirenas eran alucinaciones de los marineros 253

Los tiburones, si no nadan, se asfixian262

A los toros les excita el color rojo270

La vida no es posible sin el Sol276

Sobre los autores283

Desmontando mitos

Lo mejor del Mundial de Sudáfrica fue el gol de Iniesta. Lo se-gundo mejor, la parada de Iker Casillas a Robben. Lo tercero mejor, el beso de Iker Casillas a Sara Carbonero. Es decir, que en dos de las tres mejores cosas del mejor Mundial de la historia (al menos, para nosotros) estaba el de Móstoles. Por eso Iker siempre ocupará un rinconcito especial en nuestros corazones, a pesar de que desde aquel ya lejano 2010 no ha vuelto a estar tan fino, al menos en lo que aquí nos ocupa. Y es que en julio de 2018 se le ocurrió poner un tuit, que incluía una encuesta para que la gente opinara, en el que decía:

«El año que viene se cumplen 50 años (supuestamente) que el hombre pisó la Luna. Estoy en una cena con amigos... dis-cutiendo sobre ello. Elevo la tertulia a público! Creéis que se pisó? Yo no!»

Este tuit encierra dos realidades preocupantes. De la primera, la de no poner signos de interrogación ni de exclamación ini-ciales, no podemos culpar al pobre Iker, sino a una economía del lenguaje mal entendida, que poco a poco nos está llevando a olvidar esos aspectos peculiares que hacen tan especial a nuestro maravilloso idioma. Pero no os vengáis arriba, anglo-sajones: quizá consigáis que algún día escribamos nuestras

DESMONTANDO MITOS

preguntas con un triste y solitario signo al final de la frase, pero… ¡nunca conseguiréis quitar el palito de nuestra ñ!

La segunda consecuencia del tuit de Casillas es más preo-cupante para los autores de este libro: en apenas tres líneas, y sin proponérselo (el pobre Iker solo pretendía hacer pública una charla de sobremesa con sus amiguetes), alguien que no tiene formación científica es capaz de echar por tierra el esfuerzo de quién sabe cuántos esforzados astrónomos, investigadores, profesores, ingenieros, divulgadores de la ciencia en general que, tras incontables charlas en institutos, artículos en revistas, capítulos de libros o entrevistas en programas de radio a horas intempestivas habían conseguido hacer entender a un puñado de personas que sí, que llegamos a la Luna en 1969, que luego estuvimos cinco veces más y que dejamos de ir porque ya no interesaba. Hay muchas pruebas que demuestran que aquello sucedió, entre ellas que sería mucho más difícil hacer un montaje de esa magnitud sin que nadie de los ¡cientos de miles! de per-sonas implicadas se fuera de la lengua que hacerlo de verdad. Ya respondió a Iker, por ejemplo, el gran Álex Riveiro, en un clarificador hilo de Twitter. Clarificador si te lo lees, claro, pero la triste realidad es que el hilo de respuesta fue visto por menos de una décima parte de usuarios que el tuit original.

El propósito de este libro es deshacer mitos y falsas creencias en torno a la ciencia y la tecnología. En la primera lista de temas que pensamos abordar estaba este de la Luna. Sin embargo, tras varias discusiones, decidimos eliminarlo, porque los editores pensaron que era un asunto superado, algo tan trillado que había dejado de tener la categoría de mito para pasar a ser una cuestión endogámica que solo se plantean espectadores del programa del otro Iker, el Jiménez. Pues bien, este tema pre-suntamente superado arroja las siguientes cifras: 310277 usuarios respondieron a la encuesta de Casillas, y el 42% de ellos (es decir, más de 130000) piensan que no es cierto que el ser

MITOS de la CIENcia

humano haya pisado la Luna. Literalmente, que «No, nos la colaron». Así que, si con esas preocupantes estadísticas decidi-mos dejar fuera este tema, imaginad la cantidad de gente que está confundida en los que finalmente sí entraron en el sumario del libro. Seguramente serán bastantes vuestras ideas equivo-cadas, más de las que pensáis. Nos pasó a los seis autores de esta obra, todos divulgadores de ciencia y tecnología, que íbamos de listos y terminamos descubriendo que todos estábamos equivocados con algunos, bastantes, de los mitos de otras áreas ajenas a la nuestra. Por eso vuestra vida está a punto de cambiar, porque aquí vais a descubrir que los átomos no son pequeñas bolitas; que si los tiburones se quedan parados un momento no se asfixian; que el espermatozoide más rápido no tiene por qué ser el que fecunda el óvulo; que no usamos solo el 10% del cerebro, que… Bueno, vale, a lo mejor no es para que os cambie la vida, pero conocer la verdad sobre ellos os puede servir para tener una charla fascinante con vuestros amigos mientras os tomáis unas cervezas.

Más allá de esos mitos que podríamos llamar de «categoría C» (de «Cervezas»), hay otros temas planteados en el libro que trascienden el plano puramente lúdico para convertirse en asuntos de importancia capital. ¿Sabíais, por ejemplo, que varias especies de rinoceronte están en peligro de extinción porque los cazadores furtivos los matan para quedarse simplemente con su cuerno, que presuntamente tiene propiedades afrodisíacas? Tal vez, si todos los lectores de este capítulo conocieran la realidad, la situación sería otra, ya que un cambio en la percep-ción general del problema haría que… Vale, vale, a quién queremos engañar: por estas latitudes este mito sería también de categoría C, de charla de bar con un par de cañas. Pero, quién sabe, a lo mejor resulta que el libro que tienes entre las manos y que acabas de comprar, porque descargar ilegalmente es pecado, es el ejemplar un millón, y con esa venta se convierte

Desmontando mitos

en el libro más vendido del año según el New York Times, lo cual lleva a nuestros editores a traducirlo al swahili, lo cual lleva a los capos de las mafias del mercado negro a descubrir que lo del cuerno es una patraña y que mejor que inviertan en Viagra, que sí que funciona (me lo ha dicho un amigo). ¿Habéis oído hablar del efecto mariposa? Pues eso.

Pero hay otros asuntos de los que hablamos que sí afectan directamente a nuestra vida, aquí y ahora. Si eres de los que toman homeopatía, no te culpamos. No porque no queramos culparte, que nosotros somos mucho de echar la mierda a los demás, sino porque es verdad que no es culpa tuya. La realidad es que el mercado de los productos homeopáticos es un chirin-guito muy bien montado: se venden en farmacias, tienen buenos publicistas, vienen en cajas bonitas de colores, no son demasiado caros, y por ahí dicen que son «mucho más naturales» que los medicamentos fabricados en laboratorios farmacéuticos, que tienen «mucha química». Solo cuando uno conoce un poco en qué consiste la homeopatía puede entender, aplicando el sentido común, que no es posible que tenga ningún efecto en nuestro organismo. El único beneficio real que puede tener la homeo-patía es el efecto placebo, pero con este párrafo que te acabas de leer también te lo hemos arruinado. A ver, sí que puedes obtener otro tipo de beneficio, pero siempre que te pongas del otro lado del negocio. Porque la rentabilidad de la homeopatía, entendida como la relación entre el precio de venta al público del producto final y el gasto en materia prima, es mucho mayor que la de cualquier otro comercio en el mundo, incluido el tráfico de cuerno de rinoceronte. Y no tienes que ir de noche a la selva a pegar tiros, con el miedo que da eso.

Puestos ya a tocar temas trascendentes, podríamos seguir con los mitos de «categoría M», con M de «salvar el Mundo». Los plásticos, por ejemplo. Todos somos conscientes del pro-blema que supone en la actualidad la contaminación por plástico,

MITOS de la CIENcia

y, sin embargo, es posible que en nuestra actividad diaria seamos consumidores implacables. Cuando comemos fuera, que es casi siempre porque estamos trabajando y no nos da tiempo de volver a casa, nos pedimos una botella de agua mineral, porque no puedo tomar cerveza todos los días con esta barriga, y porque si me pido una luego son dos y me vengo arriba pero luego me quedo frito en la reunión con los jefes, y al terminar dejo la botella en la bandeja porque me han dicho que el plástico es de un solo uso porque libera nosequé partículas que conta-minan y son superchungas. Pues solo hace falta que los ocho mil y pico millones de personas de este planeta lean el capítulo del plástico y se enteren de que las botellas no son de un solo uso, sino que puedes rellenarlas y tenerlas en la nevera el tiempo que quieras, y así habremos evitado que millones de toneladas de plástico contaminen nuestros mares.

¿Y qué decir de la energía nuclear? A día de hoy tiene peor fama que el primo chungo de Putin, cuando no solo es mucho menos contaminante de lo que la mayoría piensa, sino absolu-tamente necesaria con el modelo actual de gestión energética. Aparte de los residuos, que no son tan complicados de gestionar como habitualmente se piensa, es una energía limpia que, de hecho, en los últimos años ya se pone en el mismo cajón del armario que los aerogeneradores o las placas solares, el de color verde. Y eso cuando hablamos de la energía de fisión, la que se utiliza en la actualidad. Porque, si los planes no se tuercen, en un par de décadas podríamos basar nuestro modelo energético en la otra, la de fusión, que es de un verde todavía más brillante, porque no genera residuos y es mucho más segura.

Pero ¿a quién le importa salvar el mundo cuando su propia vida corre un peligro inminente? Tal vez los mitos que con más urgencia hay que deshacer son los que podrían clasificarse como de categoría V, con v de «salvar tu Vida». Supongamos, por ejemplo, que eres un espía, y en un momento te despistas

Desmontando mitos

agitando —no mezclando— tu Martini y te capturan por detrás, con premeditación y alevosía. Te encierran en una habitación sin ventanas, pero con cuarto de baño, lo cual te permite ir al inodoro y tirar de la cisterna para ver en qué sentido gira el remolino de agua, lo cual te permitirá saber en qué hemisferio estás, lo cual te permitirá saber en qué dirección tendrás que huir cuando escapes de tus captores. A no ser, claro, que te hayas leído este libro, lo cual puede revelarte algo realmente importante: lo del cambio del sentido de giro según el hemisferio funciona para borrascas y huracanes, pero no para remolinos pequeñitos. Lo cual te permitirá focalizar tus esfuerzos en lo verdaderamente importante: deja de mirar el váter y ponte a entrenar tu jiu-jitsu.

Y no es el único mito de categoría V, no: hay muchas otras situaciones en las que este libro os puede salvar la vida. ¿Debería preocuparme, por ejemplo, si mi cuñado me dice, mientras saca una moneda de su bolsillo y se pone a juguetear con ella entre sus dedos, que me quede un momento en la puerta del Empire State Building, que él tiene que subir a hacer una cosa? ¿Nos estarán engañando las plantas, con esa carita de buenas y esa historia de la fotosíntesis que se han montado, para robarnos el oxígeno mientras dormimos, las muy villanas?

Sin embargo, más allá de la utilidad práctica de conocer esto, más allá de si sirve para hacer de cuñado en la cena de Noche-buena o para salvar de la extinción a una especie de ungulado perseguida por absurdas supersticiones, más allá de todo eso, este libro persigue una meta mucho más elevada: conocer por el placer de conocer, por entender cómo funciona el universo, por comprender el ingente trabajo de tantas y tantas personas que a lo largo de la historia se han subido «a hombros de gi-gantes» para avanzar un pasito más en nuestro conocimiento de la realidad en la que nos ha tocado vivir.

MITOS de la CIENcia

E incluso, por qué no, para hacer una encuesta, que saber lo que opina la gente tiene su gracia, y la risa es el mejor invento de la humanidad después de la mayonesa. Pero, por favor, si eres jugador de fútbol, hazlo en el grupo de WhatsApp de la familia, no en tu cuenta de Twitter con diez millones de segui-dores. Iker, el primer libro que salga de imprenta va para ti. Pero siempre que nos prometas que vas a leértelo para ayudar a salvar al rinoceronte, no para echarnos por tierra un capítulo cada vez que cenes con amigos.

¡Que lo disfrutéis!

Desmontando mitos

ASTRONOMÍA

ASTRONOMÍA

EL SOL ES UNA GRAN BOLA DE FUEGO

En la famosa película de Disney El rey león(Rob Minkoff y Roger Allers, 1994) aparece una escena en la que Simba, Timón y Pumba observan absortos el cielo nocturno. Pumba (el jabalí torpe) le pregunta a su amigo Timón (el suricato listillo) si sabe qué son esos puntos brillantes que se ven allá arriba. Timón, muy seguro de sí mismo, le contesta que son luciérnagas atra-padas en la bóveda celeste. Pumba, cariacontecido, le responde humildemente que él creía que eran bolas de gas quemándose a millones de kilómetros de la Tierra. Recuerdo ver esta escena en el cine y cómo todo el público estalló en una sonora carcajada. ¡El jabalí tonto había dado la respuesta correcta, y eso les hacía gracia! Lo que el público no sabía (y yo tampoco por esa época) es que Pumba no dio la respuesta correcta, ya que las estrellas (y el Sol, por extensión) no son enormes bolas de fuego.

Un poquito de contexto

Nuestra concepción sobre qué es el Sol y por qué brilla ha ido cambiando a lo largo de la historia. Es más, hasta hace relati-vamente poco se creía que el Sol era una estrella especial, muy diferente del resto de los astros que pueblan el cosmos, y durante siglos se consideró que el astro rey ocupaba el centro del uni-verso. Gracias a la investigación científica, hoy en día sabemos que el Sol es una estrella más. De hecho, es una estrella bastante

El Sol es una gran bola de fuego

mediocre, su tamaño es mediano, y es de tipo espectral G2V (lo que significa que su superficie se encuentra a unos 5000 Kelvin). Vamos, una estrella del montón.

Aun así, los datos acerca del Sol pueden llegar a causarnos vértigo. Se encuentra a unos 150 millones de kilómetros de distancia de la Tierra, y posee un diámetro de aproximadamente 1,4 millones de kilómetros. Aunque esta distancia pueda parecer enorme (y más al precio al que está la gasolina), es una nimiedad si tenemos en cuenta lo grandísimo que es el universo.

Para hacernos una idea, la siguiente estrella más cercana, Próxima Centauri, se encuentra unas 270000 veces más lejos que el astro rey. Y eso supone una de las grandes ventajas a la hora de estudiar el Sol. ¡Tenemos una estrella al alcance de la mano! Podemos observar su superficie con detalle utilizando telescopios. Es más, podemos verla a diario (menos en el norte de España, donde allí se ve bastante menos porque llueve con frecuencia). Es un laboratorio en directo de física solar. Aquí al lado, a la vuelta de la esquina (astronómica). Y gracias a la investigación sobre el Sol, sabemos muchas cosas acerca de las estrellas.

Entonces, ¿por qué brilla el Sol?

Como se dice en El rey león(y como hemos oído tantas veces), hay quien piensa que el Sol es una gran bola de fuego. Vamos a comenzar a explicar por qué el Sol tiene forma de bola (esto sí es correcto) y por qué no es de fuego precisamente.

Con respecto a la forma, es importante saber que las estrellas nacen en nubes gigantes de gas, formadas principalmente por hi-drógeno. La vida de una estrella se puede explicar como la contra-posición de dos fuerzas distintas. Por un lado está la caída libre del gas sobre sí mismo: como el gas tiene una cierta masa, va colap-sando poco a poco hacia su centro. Por otro lado, cuando se dan las condiciones propicias, en el interior del gas tienen lugar reac-ciones nucleares que «empujan» el gas hacia fuera y detienen la

MITOS de la CIENcia

caída. Mientras las dos fuerzas sean iguales, las capas externas no caerán hacia el interior, y las internas no expulsarán el gas hacia fuera. Se dice así que la estrella está en equilibrio. Y en este estado adopta la geometría más estable, es decir, una forma esférica.

Pero ¿qué ocurre con el «fuego»? Una de las cosas que la observación del Sol nos ha permitido averiguar es el proceso por el cual brillan las estrellas. Fue sir Arthur Eddington quien, a principios del siglo xx,propuso que el Sol no era una bola de fuego gigante, sino que en su interior se estaban produciendo reacciones nucleares que liberaban una inmensa cantidad de energía y que hacían que nuestra estrella brillase fuertemente. Esta teoría (que fue mejorada en los años sucesivos con contri-buciones de otras personas) es la que se conoce como nucleo-síntesis estelar. Resulta algo complejo, pero vamos a intentar explicarlo para que Timón y Pumba lo puedan entender.

Las nubes de gas en las que se generan las estrellas (forma-das mayoritariamente de hidrógeno) van colapsando poco a poco hacia el centro debido a la gran masa que tienen. El gas está en principio bastante frío, pero según se va compactando, la densidad del gas aumenta y, con esta, la temperatura. Esto hace que en el interior de la nube de gas las partículas estén cada vez más juntas.

Todos estos factores hacen que en un momento dado se den las condiciones precisas para que se produzca la fusión nuclear del hidrógeno: a partir de dos átomos de hidrógeno se formará un átomo de helio. Este proceso libera una cantidad de energía brutal que emite radiación, la cual podemos ver a simple vista, lo que detiene la caída del gas hacia el centro de la estrella. Voilà!En ese momento, la enorme bola de gas que está colapsando sobre sí misma deja de colapsar y comienza a brillar. Y pasará millones de años transformando el hidrógeno en helio mediante reacciones de fusión nuclear. El hidrógeno es su combustible principal. A esta fase se la denomina «secuencia principal» y

ASTRONOMÍA

permanecerá en ella el 80% de su vida. Nuestro Sol se encuen-tra en este momento en ese período vital (5000 millones de añitos de nada), transformando hidrógeno en helio a porrillo.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la estrella ha consumido la mayor parte del hidrógeno que le quedaba? Cuando la can-tidad de hidrógeno no es suficiente como para seguir produciendo reacciones nucleares, las fuerzas que detienen el colapso dismi-nuyen, se rompe el equilibrio de fuerzas y el gas vuelve a caer hacia el centro. En ese momento la estrella está compuesta mayoritariamente de helio, un elemento más pesado que el hidrógeno. El helio se sitúa en el centro y el hidrógeno, más ligero, en una capa externa. Según la estrella va colapsando, la densidad y la temperatura del gas siguen aumentando y las partículas de helio que componen el interior de la estrella están cada vez más próximas (de nuevo). En un momento determi-nado, se alcanzan las condiciones precisas para que el helio comience a fusionarse: en este caso a partir de dos átomos de helio se produce un átomo de carbono y se libera una cantidad enorme de energía. Cuando se llega a este punto, se vuelve a detener el colapso, se alcanza de nuevo el equilibrio y la estrella pervive así otro montón de años.

Una vez que el helio se extingue, pueden suceder dos cosas: si la estrella es muy pequeña, terminará eyectando sus capas exteriores de manera plácida, formando una estructura llamada nebulosa planetaria; sin embargo, si la estrella es muy grande, seguirá colapsando sobre sí misma hasta que se den las condiciones necesarias para fusionar el carbono, formar nitrógeno y detener el colapso. Este proceso continúa, una y otra vez, transformando los sobrantes de la fase anterior en elementos cada vez más pe-sados: nitrógeno, azufre, oxígeno, etc., sucesivamente, hasta llegar al hierro. Al alcanzar este punto, la estrella posee una configu-ración de capas de distintos materiales. Los más pesados se van situando en el fondo, mientras que los más ligeros se desplazan

MITOS de la CIENcia

Cadena de reacciones nucleares que se producen en el interior del Sol y que transforman el hidrógeno en helio (y sus isótopos).

1H

1H

1H

1H

1H

2H

2H

1H

1H

1H

Rayos gammaNeutrino

Protón

Neutrón

Positrón

ASTRONOMÍA

3He

4He

3He

a la superficie, con el hierro en el centro. Para conseguir fusionar átomos de hierro la estrella tendría que aportar energía (lo que es imposible), con lo que finaliza su vida, normalmente de forma violenta dejando tras de sí un agujero negro o una estrella de neutrones (pero esto es otra historia y debe ser contada en otro momento, como se dice en La historia interminable).

Así, se puede ver la estrella como una gran central nuclear en la que los elementos más ligeros se van transformando sucesiva-mente en elementos más pesados, liberando en el camino ingentes cantidades de energía. Este proceso de fusión nuclear hace que las estrellas brillen y que en su interior se creen los elementos que forman el universo: la mayoría de los elementos químicos que existen en el cosmos se han creado en el interior de una estrella. Porque, como decimos los astrónomos y astrónomas para hacernos los interesantes, somos polvo de estrellas.

Conclusión

Probablemente hayas oído alguna vez que el Sol es una bola de fuego ardiente. Es una creencia muy extendida, que también ha tenido su reflejo en el cine y la literatura. Sin embargo, desde hace unos cien años más o menos sabemos que esto no es así. El brillo del Sol (y por ende del resto de las estrellas) se debe a un proceso más complejo llamado nucleosíntesis estelar, en el cual las estrellas van transformando los elementos más ligeros en elementos cada vez más pesados, liberando al tiempo una gran cantidad de energía. De esta manera, aunque la frase quede muy bonita, el Sol no es una gran bola de fuego. Si quieres quedar bien ante tus amistades, siempre manteniendo el rigor científico, puedes decir que el Sol es una bola de gas (mediana si la comparamos con otras estrellas) que brilla por las reacciones de fusión nuclear que están teniendo lugar en su interior. ¡Ojalá haya un remakede El rey leónque contenga esta frase!

MITOS de la CIENcia

Desde que en 1998 se estrenara Armaggedon, una película de Michael Bay en la que un grupo de mineros viajaba hasta un asteroide que se acercaba peligrosamente a nuestro planeta para hacerlo estallar y salvar así a la humanidad de una destrucción inminente, vivimos con un nuevo miedo: morir a causa del impacto de un meteorito.

Así es. Como si fuera poco el terror a los escualos que nos brindó en bandeja Tiburón(Steven Spielberg, 1975); el pavor a estar en la playa y que llegue un tsunami que nos inspiró Lo imposible(Juan Antonio Bayona, 2013) o el canguelo que sentimos ante la posibilidad de sentarse en el retrete y que apa-rezca una mano gracias a Pesadilla en Elm Street(Wes Craven, 1984). Los meteoritos, asteroides y demás rocas llegadas desde el espacio han entrado por la puerta grande de los miedos del imaginario colectivo. Y han venido para quedarse. Cada poco tiempo los noticiarios abren con la noticia de que un asteroide puede caer sobre nuestras cabezas cuando menos lo esperemos. Además, en estos titulares se tiende a abusar de los superlativos y las hipérboles: «Se acerca el meteorito que podría destruir la

un asteroide podría impactar contra la tierra en cualquier momento

Un asteroide podría impactar contra la Tierra en cualquier momento

Tierra», «El asteroide LMQLP2586¹ rozará nuestro planeta la semana que viene», «Consejos para sobrevivir al fin del mundo». ¡Uhhh! La pregunta que nos hacemos es: ¿existe la posibilidad de que un asteroide gigante impacte sobre la Tierra en cualquier momento?

¿Qué son los asteroides?

Antes de hablar sobre qué son los asteroides hay que dejar claros algunos conceptos. De entrada, conviene explicar la diferencia entre meteoroide, meteoro, meteorito y asteroide.

Se denomina meteoroide a cualquier cuerpo menor que está orbitando en el espacio. Su tamaño oscila desde unos pocos centímetros a varios metros, y suelen ser partes desgajadas de un cometa o un asteroide. Una vez que un meteoroide penetra en la atmósfera terrestre pasa a denominarse meteoro. Y si este finalmente impacta sobre la superficie, recibe el nombre de meteorito. La diferencia que existe entre estos tres cuerpos y los asteroides es que el tamaño de estos últimos es bastante mayor, pues oscila de unos metros a varios kilómetros.

Los asteroides suelen tener una forma irregular y orbitan alrededor de algún cuerpo masivo del sistema solar (como el propio Sol). Entre Marte y Júpiter hay una zona plagada de ellos a la que se ha bautizado, en un inconmensurable ejerci-cio de imaginación y creatividad astronómica, como cintu-rón de asteroides. ¿Y los cometas? Bueno, los cometas son otra cosa. Se trata de grandes cuerpos formados por roca y hielo principalmente que orbitan alrededor del Sol en órbi-tas que pueden ser cerradas (por lo que vuelven cada cierto tiempo) o no. Cuando un cometa pasa cerca del Sol parte del hielo que contiene se derrite, lo que forma su característica cola.

¹ LMQLP: La madre que lo parió.

MITOS de la CIENcia

ASTRONOMÍA

Meteorito Willamette, de 15 toneladas, encontrado en Oregón (EE.UU.) a principios del siglo xxy venerado por una tribu indígena. Se encuentra expuesto en el Museo Americano de Historia Natural. Su nombre indígena, Tomanowos, significa «visitante del cielo».

Lo que les diferencia de los asteroides es que estos se componen fundamentalmente de roca y metales, sin el hielo característico de los cometas.

La verdad es que la Tierra es bombardeada constantemente por pequeños cuerpos rocosos que proceden del espacio. Se cuentan por decenas al día. Un estudio conjunto de la Universidad de Manchester y del Imperial College de Londres estima que sobre nuestro planeta caen anualmente alrededor de 17000 meteoritos. La mayor parte de ellos se destruyen o disminuyen significativamente de tamaño tras penetrar en la atmósfera terrestre, con lo que, o bien no impactan o, si lo hacen, no producen ningún daño. De hecho, este mismo estudio deter-minó que aquellos que llegan a la superficie tienen tamaños comprendidos entre 50 gramos y 10 kilos. Y sí: que te caiga del espacio un pedrolo de 10 kilos no tiene que hacer ninguna gracia, pero por suerte este tipo de meteoritos son los menos abundantes.

¿Quiere decir eso que es imposible que caiga un asteroide en nuestro planeta? Pues la verdad es que no. Sabemos que la extinción de los dinosaurios tuvo lugar debido al impacto de un asteroide gigante (de unos 10 kilómetros) que cayó en el golfo de México, formó un enorme cráter y acabó con la vida de los grandes saurios. Algunas teorías afirman, de hecho, que el agua llegó a la Tierra en un bombardeo de cometas que tuvo lugar hace unos 3800 millones de años. Además, los museos de todo el mundo conservan en sus estantes grandes meteoritos encontrados sobre la faz de la Tierra, como por ejemplo el Bacurubito, de 4,20 metros de longitud y 21 tone-ladas, encontrado en México, o el Willamette, de 15 toneladas hallado en Oregón (EE.UU.) y venerado por una tribu indígena. Entonces, ¿podría caer mañana otro de esos asteroides des-tructores y acabar con nuestras vidas? Pues sería posible. Eso sí, es muy improbable.

MITOS de la CIENcia

ASTRONOMÍA

¿Has dicho que no es imposible? O sea, ¿que puede pasar?

Pues sí. Puede pasar. Pero no te preocupes, amante de la ciencia. Los científicos y científicas velan por tu seguridad. Diversos proyectos de investigación monitorizan el cielo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, para asegurarse de que no hay ningún peligro de colisión inminente. Uno de los proyectos pioneros para vigilar los objetos cercanos a la Tierra (o NEO, de las siglas en inglés de Near Earth Objects) es el proyecto Sentry de la NASA. El Sentry mide con gran frecuencia las posiciones de los asteroides más cercanos a nuestro planeta para calcular si hay posibilidades de colisión y los cataloga según su peligrosidad. Para ello, se utiliza la escala de Turín. Esta escala, que va del 0 al 10, asigna un índice de peligrosidad a los NEO, siendo un 0 la probabilidad mínima y un 10 la probabilidad máxima de impacto.

Hay que señalar que la escala también tiene en cuenta la peligrosidad: si un objeto va a impactar sobre nuestro planeta, pero su tamaño es mínimo, el índice de Turín también es 0 (ya que no tiene ningún poder destructivo). De esta manera, la escala de Turín se divide en cinco tramos, marcados con cinco colores: blanco, verde, amarillo, naranja y rojo.

El tramo blanco lo forman los objetos con índice 0, que tienen riesgo nulo de caída. Se incluyen en este tramo todos los meteoros o pequeños cuerpos que se desintegran cuando entran en contacto con la atmósfera. El tramo verde lo componen los cuerpos con índice de Turín 1, y se trata de objetos cuya pro-babilidad de colisión es extremadamente baja, casi nula. El siguiente tramo, el amarillo, lo ocupan los cuerpos con índice de Turín 2, 3 y 4. Estos objetos merecen una atención especial por parte de los astrónomos y astrónomas, puesto que tienen probabilidades de colisión de hasta un 1%, con una posibilidad no nula de causar destrucción a nivel local o regional. Si se encontrara un objeto de estas características habría que hacer

un seguimiento exhaustivo, aunque probablemente bajaría su índice de Turín en un futuro próximo. El siguiente tramo, el naranja, lo componen los objetos de índice 5, 6 y 7, y es el tramo de los acontecimientos preocupantes. En este caso, la amenaza de colisión comienza a ser seria y podrían producir una catás-trofe global. Pese a todo, no está asegurado que estos objetos colisionen. Por ello, también merecerían un seguimiento especial, para estudiar la evolución de sus trayectorias. Por último estaría el tramo rojo, formado por los objetos de índice 8, 9 y 10, que implicaría una colisión segura. La diferencia entre uno y otro es que los de índice 8 producirían destrucción local, los del índice 9 una destrucción regional y los de índice 10 una catás-trofe global, lo que podría comprometer el futuro de la huma-nidad. La buena noticia es que estas colisiones ocurren cada muchísimos años (cientos de miles de años en promedio). De hecho, los diez objetos más «peligrosos» estudiados por el programa Sentry tienen todos un índice de Turín de 0. Así que respiremos aliviados.

De todas maneras hay que confesar que muchos investiga-dores e investigadoras no se sienten cómodos con la escala de Turín. La exagerada cobertura mediática que se hace de algunos asteroides hace que se haya propuesto una escala alternativa. En efecto, si cada vez que hay un objeto con índice de Turín 1 se monta la marimorena en todas las redacciones, la gente co-mienza a percibir estos objetos como más catastróficos de lo que son realmente. Por ello, se definió la escala de Palermo, que oscila entre -2 y 2, es logarítmica, y ofrece una sensación más real de la peligrosidad de un asteroide.

Pero entonces, ¿mañana podría impactar un asteroide sobre la Tierra? Pues no. Como hemos comentado, los programas de investigación monitorizan a diario todos los asteroides cercanos conocidos. Si se detectara uno potencialmente peligroso, por muy rápido que se moviera, no caería sobre nuestro planeta de

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un día para otro. Además, la ciencia, que está en todo, también está trabajando en este problema. La reciente misión DART (del acrónimo de Double Asteroid Redirection Test, o prueba de doble redireccionamiento de asteroide) ha conseguido desviar un asteroide de 163 metros de diámetro (llamado Dimorphos y que no presenta riesgo de colisión) impactando contra su superficie. El objetivo era ver si seríamos capaces de desviarlo y prevenir así la futura colisión de un cuerpo de estas caracte-rísticas sobre nuestro planeta. ¡Y vaya si lo fuimos! La misión DART fue todo un éxito y la prueba de que en un futuro ten-dremos una herramienta para desviar posibles asteroides. Los científicos y científicas estiman que una desviación de tan solo un grado podría salvarnos de la catástrofe. En caso de que la hubiere. Que no la hay. Hoy por hoy.

Conclusión

Si alguna vez habéis oído hablar a una persona de ciencia, habréis visto que en pocas ocasiones hablan de absolutos. No nos gusta utilizar las palabras «siempre», «nunca», «sí», «no», sino que solemos hablar de probabilidades. Así que resumiremos diciendo que la probabilidad de colisión de un objeto que pudiera poner en peligro nuestra civilización es mínima, aunque no nula. Por ello, científicos y científicas de todo el planeta monitorizan constantemente las trayectorias de los asteroides más cercanos a la Tierra para intentar prevenir una posible colisión. Los categorizan según la escala de Turín que los separa entre inocuos (índice 0) y extremadamente peligrosos (índice 10), con todos los matices intermedios. De hecho, los 10 objetos más «peligrosos» registrados hasta la fecha tienen todos un índice de Turín 0. Y, por si eso fuera poco, se está trabajando en proyectos que pretenden desviar un asteroide, en caso de que este se acercara a gran velocidad y de improviso a la Tierra. Así que, por ahora, podemos dormir tranquilos.

La civilización humana se ha desarrollado hasta tal punto que, desde hace décadas, ya no nos extraña ver cómo los astro-nautas flotan por el aire mientras conviven a bordo de una nave espacial.

Es un error muy común pensar que los astronautas en órbita flotan porque han volado lo suficientemente alto como para escapar de la gravedad de la Tierra. Para entender de forma argumentada y lógica que esto no tiene ningún sentido, vamos a empezar por averiguar dónde viven exactamente.

La Estación Espacial Internacional

Terminada la carrera espacial, que llevó a 12 personas a pisar la Luna, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética deci-dieron centrar sus esfuerzos en desarrollar y desplegar tecnología alrededor de la Tierra. Hoy en día, todos los humanos nos beneficiamos de los satélites que orbitan a nuestro planeta, como los GPS, los meteorológicos y los de telecomunicaciones; y de los experimentos que hacen los astronautas en las estaciones espaciales, que han resultado en nuevos sistemas de purificación de agua y en el desarrollo de nuevos fármacos, entre muchos otros avances.

La EEI, la Estación Espacial Internacional (ISS, en sus siglas en inglés) es la nave espacial más grande de la historia y lleva

no hay gravedad en el espacio

No hay gravedad en el espacio

La Estación Espacial International, la nave donde viven los astronautas, vuela a unos 400 km de altitud, literalmente rozando las capas más altas de la atmósfera. Como la Tierra tiene un radio de 6378 km, es lógico que la fuerza de la gravedad a 400 km sea prácticamente la misma que en la superficie.

ASTRONOMÍA

más de 20 años siendo habitada de forma ininterrumpida. En el proyecto colaboran cinco agencias espaciales: Estados Unidos, Rusia, Europa, Japón y Canadá.

La EEI da una vuelta al planeta aproximadamente cada hora y media, y orbita a unos 400 km de altura sobre la super-ficie de la Tierra. Esta distancia ya se considera el espacio ex-terior, porque la línea de Kármán, que separa el espacio de la Tierra, se halla a 100