Mundanía - Antonio Ortuño - E-Book

Mundanía E-Book

Antonio Ortuño

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Beschreibung

En esta antología de relatos, personajes en apariencia no vulnerables, atados a costumbres mundanas y con una mueca de deferencia hacia el cambio, van en búsqueda de una identidad que los construya. La Mundanía que se ofrece en estas historias tiene como objeto una catarsis de las personas anónimas que pueblan la sociedad actual, ya ronca con las palabras, casi huérfana de esperanza y rastrera por su propia naturaleza. En la vida no faltan momentos, ni circunstancias, nos gusten o no, que marcan la consecución de los siguientes pasos que encaramos. Y así, los diferentes personajes que pululan en las páginas de este libro transitan su propia andadura por recovecos que se van transformando y que nunca saben a dónde los llevarán.

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Seitenzahl: 211

Veröffentlichungsjahr: 2025

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En esta antología de relatos, personajes en apariencia no vulnerables, atados a costumbres mundanas y con una mueca de deferencia hacia el cambio, van en búsqueda de una identidad que los construya. La Mundanía que se ofrece en estas historias tiene como objeto una catarsis de las personas anónimas que pueblan la sociedad actual, ya ronca con las palabras, casi huérfana de esperanza y rastrera por su propia naturaleza.

En la vida no faltan momentos, ni circunstancias, nos gusten o no, que marcan la consecución de los siguientes pasos que encaramos. Y así, los diferentes personajes que pululan en las páginas de este libro transitan su propia andadura por recovecos que se van transformando y que nunca saben a dónde los llevarán.

Mundanía. Antología de Cuentos y Relatos Mundanos

Antonio Ortuño Casas

www.edicionesoblicuas.com

Mundanía. Antología de Cuentos y Relatos Mundanos

© 2025, Antonio Ortuño Casas

© 2025, Ediciones Oblicuas

EDITORES DEL DESASTRE, S.L.

c/ Lluís Companys nº 3, 3º 2ª

08870 Sitges (Barcelona)

[email protected]

ISBN edición ebook: 978-84-19805-83-6

ISBN edición papel: 978-84-19805-82-9

Edición: 2025

Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales

Ilustración de cubierta: Héctor Gomila

Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio, sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de EDITORES DEL DESASTRE, S.L.

www.edicionesoblicuas.com

Contenido

Nota introductoria

CONQUISTADORES

Magia

Desde ambos lados

La lista

Libre admisión

Vicisitudes

Perdido

Suertes

PÓLIZA

Diario de quejas

Reencuentro

Clase extra

Noche de concierto

Guiones

Ciclos

Males

SER O NO SER

Última consulta

Provechosa espera

De debates

Dos orillas

Gaudeamus

La manzana

La última elección

CONJUGAR

Un puente en medio

ESPERANZA

Sin armas

Noche de calabazas

Impaciencia

Llueve

Guerrera moderna

Lúpulo y ensaladilla

Duelo

CARRERA

Nueva esperanza

Aunque cueste

El paso del tiempo

Guerreros con ideales

Venganza

Última misión

Yo

CONTENIDO

El autor

Nota introductoria

En la vida no faltan momentos, ni circunstancias, nos gusten o no, que nos marcan de inicio el siguiente paso. Y así, seguimos la andadura por recovecos para cambiar y que no se haga monótona.

La narrativa recogida en esta antología persigue una búsqueda de identidad, con personajes en apariencia no vulnerables, atados a costumbres mundanas, con una mueca de deferencia hacia el cambio. Mundanía, una palabra inventada para definir diferencialmente lo mundanos, terrenales, lo simples o lo trascendentes que pueden llegar a ser los humanos con el objeto de encontrarse para sí y para el resto de los mortales.

Los textos están escritos en diferentes etapas de la vida del autor, en las que sin duda también el propio estado anímico ha podido influir en los personajes para hacerlos tal cual son, sin tapujos, pero igualmente sacrificados por salir del atolladero al que la sociedad los ha llevado.

Una sociedad, ya ronca con las palabras, casi huérfana de esperanza, rastrera por ya su propia naturaleza, ganada a fuerza de mentiras y disparates, y lo que es peor porque cree que es lo único que le queda.

El optimismo por mejorar, que no esperanza, o igual es lo mismo, afortunadamente pareciera que todavía está… escondido, pero cuesta cada vez más encontrarlo.

CONQUISTADORES

Dominaremos el Universo

de punta a punta.

Craso error, nunca llegaremos

a alcanzar una, nos perderemos

en el infinito.

Magia

El último resplandor del atardecer suspira dando paso poco a poco a la oscuridad total. La luna se quedó dormida como siempre todo el día, y parece que ahora toda la noche también. No la ha despertado el canto de las lechuzas, ni el de los grillos que no se cansan porque tienen mucho que decirse, tampoco el sonido del arroyo que arrastra más agua de la habitual.

Alguien tiene que despertarla, la noche está nublada y ya le toca aparecer por este lado del horizonte. Así está dictado en el orden del universo y nada ni nadie puede perturbarlo, salvo que sea producto de algún extraño acto que ese mismo orden haya autorizado.

La loba ya se ha dado cuenta de que sus aullidos no son lo mismo sin que la luna estampe su sublime resplandor y figura en la noche estrellada, y llama al resto de la manada para que descubra qué está pasando, cuando el gruñido del oso alerta a todo el bosque.

Es la llamada para que los ciervos y gamos se escondan, el cazador anda sigiloso por los alrededores y con su escopeta bien cargada amenaza la paz para traer el miedo y la muerte al bosque.

Los animales ya tenían la respuesta al porqué hoy la luna no alumbra la noche, cuando debiera estar en todo su esplendor; ella no quiere ayudar al cazador con su luz y se ha escondido, aunque esta vez él trae consigo un fusil especial para cazar mejor en la noche.

El búho real se ha dado cuenta de ello, bien guarecido en un enorme cedro, y avisa a todos para que estén bien alerta. Los asustadizos ratones y conejos desde la entrada de sus madrigueras, esparcidas por todo el bosque, van también pasando la voz al resto de animales.

La luna, aunque sigue escondida, tiene otra respuesta para seguir salvando y preservando la vida en las noches del bosque. Las nubes, que estaban ausentes, corren a su llamada, y bien cargadas de agua empiezan a llorar torrencialmente sobre la faz del lugar.

La magia de los animales y la de los elementos se han unido para ahuyentar al villano. La luna, más brillante que nunca, comienza a asomar sobre el bosque, ahora húmedo, y la paz vuelve de nuevo a reinar.

Desde ambos lados

Busca trabajo en lo que fuere, y si tiene que desplazarse mucho desde el poblado no importa, hay que sacar algunos billetes para comprar comida para toda la familia, que no es pequeña, formada por sus ancianos padres, dos jóvenes hermanas con sus hijos y la suya propia de tres hijas con su compañera, que las cuida mientras él se va desde muy temprano y siempre regresa cansado bien entrada la noche. Es una rutina que se va haciendo crónica, sacrificio diario, dramático cuando no consigue echar unos jornales en ningún lugar.

Casi todos sus amigos habían desaparecido de la zona, y el motivo estaba a muchos kilómetros de distancia. De los que no ha tenido noticias dicen que desaparecieron del mapa durante el trayecto, o bien tragados por el mar o asesinados por bandidos sin piedad. Todos pagando además otro alto precio en dinero, que las ya instaladas mafias dueñas de la costa, desde la que se hace el último trayecto, exigen y es prácticamente imposible evitar.

Llevaba días rondándole por la cabeza que ya tenía que llegar su turno. La mayoría de la gente de su país seguía sufriendo situaciones extremas: las grandes temporadas de sequía que aumentaban la grave pobreza ya existente, y la corrupción de los que ostentan los gobiernos a todos los niveles, empezando por el omnipresente rey que vive en palacios de ensueño y para el que no presenta problema que sus vasallos huyan del país, por lo menos así mandarán remesas y no tendrá que hacerse cargo de ellos. Con todo ello, no encontraba otra alternativa que la de marcharse.

Se siente fuerte y dispuesto, quiere llegar al otro lado donde la vida es bien distinta, hay oportunidades, lo ha escuchado de mucha gente y lo ha visto en la televisión en el pequeño bar del poblado al que acude los feriados después del rezo. Su familia lo entenderá, y reunirá dinero de todos, entre los vecinos, amigos, hasta del viejo prestamista del lugar, a los que devolverá con intereses. No faltará mes en el que no dejará de mandarlo, y tan pronto pueda y se establezca en un buen lugar, volverá para llevarse consigo al menos a su compañera esposa e hijas, para que allí tengan una buena educación y prosperen.

Con ese pensamiento volvía caminando, ya de noche, tras un largo y caluroso día en el que apenas había conseguido dinero para comprar alimento suficiente para todos. La tierra que tienen alrededor de la casita apenas produce, pues la sequía no cesa y el agua es muy escasa, apenas da para el aseo personal y la comida. El pozo más cercano queda a varios cientos de metros y hay que aguardar una larga fila, cuando no pagar algo de dinero al que dice ser dueño del lugar en el que está.

Cuando regresó ya todos estaban durmiendo, salvo ella, que entre bostezos tenía preparada una sopa de mandioca con leche de la cabra, que junto a unas pocas esqueléticas gallinas forman a su manera también parte de la familia que vive en la choza.

Después, no pudo pegar ojo en toda la noche pensando en la decisión que tenía que tomar, cómo decírselo a los demás y si podría conseguir el dinero que necesitaría. No pensó en ningún momento en el otro tipo de dificultades que la propia decisión de irse conllevaría, no dudaba en que él podría acometer el largo viaje y los peligros no se le presentarían en ningún momento, porque era muy fuerte y tendría además especial cuidado con todo.

Antes del amanecer vuelta a empezar, pero hoy tenía que dedicar ya tiempo a preparar el viaje. Su compañera esposa ya sospechaba algo, lo conocía muy bien y sabía que algo estaba tramando, lo peor es que imaginaba lo que era. Aguantaría hasta la noche para confirmar su presentimiento.

Lo primero que hizo fue visitar al único que conoce de la zona que ha vuelto después de bastante tiempo de estar al otro lado, como lo llaman en su lengua local. No le pintó las cosas muy fáciles y sobre todo le hizo hincapié en las dificultades antes de llegar que convertía el viaje en algo muy peligroso, especialmente por las bandas y las mafias que engañan a todo el mundo.

Le contó que él tuvo mucha suerte, a pesar de todas las adversidades y de alcanzar la orilla sin fuerzas cuando la barca se rompió antes de alcanzarla. Vio a mucha gente pasarlo francamente mal y hasta morir. Una vez que alcanzó el otro lado la suerte le sonrió porque logró dar con gente buena que lo ayudó, tanto de otros países como locales, pero que no siempre es así, pues conocía de muchos casos que lo pasaban increíblemente mal.

Más animado que nunca se atrevió a pedirle algo de dinero al experimentado inmigrante, pero este se negó porque no quería ser parte si algo le sucediera, aunque también le indicó que tenía que saldar las deudas con aquellos que le habían prestado dinero cuando salió la primera vez. Lo necesitaría igualmente para volver, pues su deseo no era quedarse y quería llevarse consigo al menos a sus dos hijos y esposa que tanto lo habían esperado.

La historia comenzaba en ese momento, no le será fácil recolectar dinero y estar listo para partir. Sabía que tenía que pasar por ahí, no había otra salida, puesto que si lo intentaba por su cuenta ya le habían advertido que la dificultad sería todavía mucho mayor. Su nuevo amigo lo había confirmado, debía de pasar por las manos de los que se están aprovechando de este ya negocio, tanto funcionarios de distinto rango y garantes de las fronteras, como de bandidos sin escrúpulos y grupos de mafias que con sus pequeños barcos de madera a rebosar se llenan los bolsillos con el dinero de gentes que sueñan que llegarán al paraíso.

En ese paraíso se vive otro sueño, el de la abundancia y moderna prosperidad, que empieza a ver tambalear sus estructuras. Vieja tierra de territorios, con una larga historia siempre regada de sangre propia y ajena, producto de veleidades de odio por sobresalir unos sobre los demás. Encerrada en sí misma, aunque pretenda tener la puerta medio abierta y ser acogedora de ajenos.

La juventud vive como nunca su sueño virtual, el futuro parece ser vivir inconscientemente el presente, el pasado no lo conoce. No hace falta adoctrinarla, ya nace y se acostumbra con beneplácitos favores. Mientras sus padres y abuelos en el pasado, no tan lejano, cuidaban de sol a sol de los campos y hacían los trabajos duros en las ciudades, hoy día apenas los pisan y en la ciudad son meros espectadores. Se está acostumbrando a vivir de la teta de los padres y del estado benefactor, pegada a maquinitas robot como la droga de moda.

Hoy se levantó tarde como de costumbre, le espera un largo día en el que dejará pasar el tiempo hasta que llegue la noche para pasarla nuevamente con la pandilla. Mientras tanto, discurrirán minutos, las horas, en las que en lo cotidiano se ha instalado ya parte de la solución para salvar los campos y hacer los trabajos que nadie quiere ni desea, y todo a pesar de una gran tasa de desempleo y en especial entre la juventud. Contradicción.

Es una paradoja de la que no tienen culpa los que llegan a cumplir en su mayoría un sueño. No todos de este lado ven esta situación de la misma manera, y ello está contribuyendo al ya cierto desequilibrio en la normalidad placentera en la que en gran parte del continente ha venido estando por décadas.

Se le irá el día, las semanas… y en su boca es posible que ponga alguna crítica funesta o baladí a la situación, echando la culpa a los gobernantes, al sistema, a lo que sea menos a él mismo, pero apenas le faltará lo necesario para vivir de una manera ciertamente cómoda.

Al otro lado, en el país subdesarrollado como suelen etiquetarlo marcando de entrada diferencias, el joven emprendedor ya va camino de su larga aventura. Los primeros días ya son apenas un anticipo de lo que le espera. Noches durmiendo a la intemperie, con un ojo abierto y agarrado a sus pocas pertenencias, incluido el dinero recaudado, en previsión de bandidos o animales salvajes.

El trayecto lo viene haciendo como puede entre largas caminatas y en transporte cuando consigue el de algún samaritano. Es consciente de que no es el único que emprende la aventura, y a la menor oportunidad de encontrar a alguien como él tratará de convencerle para que la emprendan juntos.

Quedan por delante semanas de sacrificio, y tiene que intentar llegar al lugar desde donde pretende tomar un barco antes de la entrada del invierno. Va contrarreloj, y en las fronteras del camino que no tiene más remedio que tomar no se lo están poniendo nada fácil.

El día a día de dos continentes frente a frente, convulsionados por la arrogancia y la insensatez humana, atrapados en sus propias cajas de pandora, que ciertamente no son tan diferentes como pareciera. Ambos ven pasar el futuro de generaciones paralelas, y en los que guardando siempre las distancias distan mucho de coincidir o chocar con la perpendicularidad. El sacrificio y la dificultad son reales, aunque de un lado la burbuja siga flotando alta.

Exhausto, sin dinero y apenas pertenencias, vomitando lo que no tiene en el estómago, se retuerce de dolor y miedo. En la vieja barca no cabe un alfiler, aunque alguno ya la ha abandonado. La madre naturaleza no entiende de favores ni oraciones, y la tormenta en el mar se encargará de hacer el último trayecto, uno hermanado con la muerte.

Se divisa finalmente a pocos cientos de metros las luces de una ciudad, y el encargado de la barca ordena con enfurecidos gritos a echarse al agua a los que todavía sobreviven, y de ahí seguir nadando hasta la playa, aunque ninguno sabe nadar. La suerte, quizá la única en todo el trayecto desde que salió, apareció en forma de barco de rescate en el que su color rojo destaca incluso en la noche mientras la tormenta amaina.

A ese barco se han unido junto a la tripulación unos pocos voluntarios que deseaban salir del hartazgo con el que sus vidas se habían disfrazado. Van a vivir en directo el drama, uno de ellos, de la humanidad. De alguna manera, en cierta forma, a modo de réplica, como ha venido siendo desde siempre, por la búsqueda de la felicidad a golpe de desgracias, y en el camino van quedando para sumar a su historia.

Temblando de frío, prácticamente sin fuerzas, son rescatados los que han conseguido sobrevivir, una manta roja cubre su esquelético cuerpo y pegado a él una joven embarazada al borde del colapso, llorando ambos amargamente por el logro alcanzado.

Ahora ya no importa lo que han pasado durante las largas semanas previas a este momento. Empiezan a creer que ya todo será más fácil y no se imaginan lo que aún les espera, la barrera del idioma, los interrogatorios, inspecciones, reclusión… Hasta si la suerte les aparece, de nuevo, emprender en algún lugar, con o sin ayuda, la posibilidad de una nueva vida, aunque sea pasajera. Si la suerte no acompaña, muchos tendrán que volver, no siempre de donde vinieron, y de entre todos ellos muchos lo volverán a intentar.

Los nuevos jóvenes voluntarios viven su experiencia compungidos por lo inimaginable de lo que tienen ante ellos. El directo es una realidad que rompe esquemas, no lo podían creer, y él, hace poco matando el tiempo sin más, ahora sudando la camiseta por gente que como él también la sudan deseando un destino en el que confiar.

Se miran a los ojos, ambos los tienen del mismo color, ambos asustados, uno además por la incertidumbre y la imposibilidad de comunicarse, aunque chapurrea algo en inglés y logra articular algunas frases en el que se repite sin cesar gracias, gracias, gracias. Él no tiene palabras, solo le sale de la boca con tartamudez que estará bien, que no tema.

Vuelven a cruzarse la mirada cuando es llevado por la policía al área de interrogatorios; en una mano lleva un gran vaso de café con leche, y en la otra agarrándose la manta unas madalenas. Apenas le ha dado tiempo para descansar y comer algo, el largo proceso administrativo, atendiendo a los protocolos internacionales, apenas acaba de empezar.

Está desesperado por comunicar a los suyos que ya está en el otro lado y que todo ha ido de maravilla. Que pronto conseguirá trabajo, un buen lugar donde vivir, amigos, que todo irá bien y mandará suficiente dinero para que todos puedan vivir mejor y vayan pagando también a aquellos que se lo prestaron.

De ahí a la realidad, no todo será así, de nuevo el destino se encargará de poner cada cosa en su sitio. Y continuará también de este lado el circo de los que se aprovecharán sin escrúpulos de esta realidad para su propio beneficio, sea político, económico o social… Es parte de la naturaleza humana.

Tras algunos rescates más, el joven quiere abrirse camino, ya le han salido callos en el corazón y está listo para emprender su propio trayecto, su propia aventura. Habrá unos episodios bien diferentes a los de aquellos que ha ayudado a rescatar al borde de la muerte. Al menos será ahora algo más consciente de que en esta vida hay que valorar mejor lo que se tiene, mucho de ello conseguido apenas sin esfuerzo, como regalos, porque no todos pueden decir lo mismo.

La lista

Observaba totalmente indefensa y con mucho miedo que se le iba soltando de las manos escurridizas, aunque estuvieran arrugadas y muy frías por la gélida intemperie de la montaña. La situación, lejos de dominarla, se iba complicando en cuestión de pocos segundos, y peleaba por seguir aferrada a él agarrando fuertemente sus dos manos, que antes tanto la habían ayudado a ella.

En la historia de sus vidas muchas aventuras y desventuras, sobre la balanza es difícil saber de qué lado se inclina. Todas ellas son ya pasado, no importa ni vale la pena traerlas al presente, por muy trascendentales que fueran en su momento, alguna incluso marcando un antes y después.

Iban en contra de casi todo lo establecido, parapetado en doctrina o adulterado con el sabor de la hipocresía. No se casaban con nadie, por eso no tenían enemigos, y los considerados amigos, que eran muchos, lo eran también para toda la vida.

El tiempo había hecho nada más que correr, los cambios en la sociedad eran evidentes, y en ellos sobre todo en lo físico porque sus ideales y costumbres seguían inalterables. Nada les haría cambiar, ni el último suspiro. Como ese en el que ahora, al borde del abismo en forma de precipicio y ya cayendo la tarde, se encuentran sin querer en el camino a la cima en la que desde hace varios años deseaban divisar el horizonte infinito.

Un pequeño traspié, al poco de acelerar el ritmo para que la noche no les cayera encima antes de llegar, los ha llevado a la peligrosa situación en la que se encuentran ahora. Los reflejos de ella han podido agarrarlo por las manos de forma casi increíble, y ahora saca fuerzas de donde no las tiene para poder atraerlo hacia el límite entre la vida y la muerte, de nuevo a la estrecha senda por donde caminaban hacia la cúspide, que se divisa ya a pocos cientos de metros.

Él la mira con la sonrisa en los labios, como a modo de despedida; ella, con el esfuerzo marcado en la cara y temblando, solo quisiera volver a ser en este momento la joven que había llegado a ser y peleado en mil batallas. Esta de ahora no puede perderla, y lo peor, acabar en tragedia.

Ahora, casi sin fuerzas, extenuada, no quiere llorar para que al menos él no se vaya con esa imagen.

Todo ahora es extraño, como sobrenatural, nunca antes había experimentado algo así, una experiencia inexplicable, incomprensible, ciertamente extraña… aunque también mágica.

En el aura de felicidad que envuelve el ambiente, la vida parece brotar de nuevo. Hay gente alrededor, ríen, hablan alto, parece que celebran algo y no es del todo un sueño. Lo agarran suavemente unas manos cálidas a las suyas y unos labios besan sus mejillas, todo le resulta familiar. Ahora sus ojos, que abre, después de unos segundos de ver entre penumbras, van descubriendo la escena.

Sí, hay gente, alrededor de una cama, es ahora él quien agarra bien fuerte la mano y varios jóvenes sonríen celebrando lo que parece es su vuelta a la vida.

—Todavía nos quedan muchas cosas por hacer, lo que nos ha pasado es apenas un alto en el camino —respondió él con voz bien firme.

Desde ese entonces el grupo de jóvenes, que los salvaron mientras regresaban después de alcanzar la cima, serán como sus hijos e hijas que nunca tuvieron ni pensaban tener, y con los que lograrán los todavía muchos retos que les quedan antes de alcanzar el último.

Libre admisión

Mira que voy veces al bar, muchas al mismo, no sé cuántos cafés, tapas, cañas… y así la ristra de pedidos, por mencionar los más clásicos, ya han caído incontables a lo largo de muchos años.

Esta es una manera fácil, quizás nada especial, de empezar también la historia repetida a lo largo de los últimos años. Pero a ese bar le debo mucho de lo que soy ahora, después igualmente de muchos años.

Sí, son eso, años, y no unos pocos.

Pero qué me ha dado este establecimiento privado, donde se puede leer en un pequeño cartelito al lado de la vieja máquina de café, en un ya amarillo papel en la pared de gotelé, que está reservado el derecho de admisión. Nunca me han impedido la entrada ni me han echado, aunque en alguna ocasión, eso sí muy pocas, ya empezara a decir algunas tonterías después de algunas cañas, y mira que van años, no recuerdo la primera vez.

Hoy es mi primer día como jubilado, forzado por la ley y sobre todo por las circunstancias. No quiero seguir preocupado por el presente, que está jodido, y con los ahorros que han llegado a sobrevivir a los pormenores, sobre todo del mercado, y que, aunque no sean muchos, aguantaré en el futuro; la pensión ayudará también un poco a ello. Sí, el futuro, lo que sea que dure.

La familia ya está preparada para lo que se le viene encima. Apenas lo he comentado entre las amistades, y quiero darles una sorpresa a los que cuando toca la ocasión nos juntamos o nos vemos en el bar. Es la hora del café, como un poco más tarde la del té para los de la pérfida Albión, hoy me apetece tomarlo de nuevo aquí. Todavía no se ha acercado nadie y le digo a Jaime el camarero que espere un poco, que hoy estará acompañado y será especial.

—Ya hacía días que no pasabas por aquí —me dice mientras dejaba de prepararlo.

—Así es —le respondo mientras carraspeo.

—Lo que necesitas es un brandy calentito.

—Tal vez, pero más tarde.

—¿Y qué es lo que celebras? ¿Aniversario de bodas, de separación, cumpleaños, te ha tocado la lotería, ganó el Atleti? No, lo último no porque solo empató.