Noviazgo Blindado - Renato Cardoso - E-Book

Noviazgo Blindado E-Book

Renato Cardoso

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Beschreibung

Quien lleva su noviazgo en serio, sabe que va mucho más allá de una simple relación: es un verdadero compromiso. En noviazgo Blindado, Renato y Cristiane Cardoso traen consejos para cualquier etapa del noviazgo. Antes, durante y después, y para cualquier edad, desde adolescentes hasta la tercera edad. Al final, nunca es demasiado temprano (ni tarde) para aprender el amor inteligente.

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Seitenzahl: 582

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Copyright © 2016 Unipro Editora

Editores: Aldo Menezes y Samuel Coto

Coordinador de Producción: Mauro Rocha

Edición de texto: Vanessa Lampert

Preparación y revisión: Davison Lampert

Diagramación y proyecto gráfico: Sonia Peticov y Handerson Theodoro

Tapa: Rafael Brum

Fotos de la tapa: Décio Figueiredo

Traducción: Marta Angélica Corvino

E-book: Ricardo Rodrigues

C268n

Cardoso, Renato

Noviazgo Blindado: Su relación a prueba de corazón partido / Renato Cardoso y Cristiane Cardoso. — 1. Ed. — Unipro Editora, 2025.

Título original: Namoro Blindado

978-65-8601-836-3

1. Noviazgo. 2. Relación hombre-mujer. I. Título.

CDD 158.1

Rua João Boemer, 296 – São Paulo / SP

CEP: 03018-000 – Brasil

+55 11 5555-1380

unipro.com.br

[email protected]

Índice
El momento más doloroso en nuestro consultorio
PARTE 1 – DEFINIENDO al noviazgo
Capítulo 1: ¿Qué es estar de novio?
Capítulo 2: ¿Qué es un noviazgo blindado?
PARTE 2 – ANTES del noviazgo
Capítulo 3: ¿Cómo saber si está o no preparado para estar de novio?
Capítulo 4: El tercer amor de su vida
Capítulo 5: ¿Cómo valorarse?
Capítulo 6: Noviazgo después del divorcio, la viudez o una larga relación
Capítulo 7: Casi allí
PARTE 3 – ENCONTRANDO y SIENDO ENCONTRADO por “aquella” persona
Capítulo 8: El mito de la persona correcta
Capítulo 9: 27 mitos que impiden la felicidad en el amor
Capítulo 10: Haciendo su marketing personal
Capítulo 11: Cómo y dónde encontrar a alguien
Capítulo 12: ¿Difícil o fácil?
Capítulo 13: Sacando la ficha
PARTE 4 – INICIO y DURANTE el noviazgo
Capítulo 14: El primer contacto
Capítulo 15: Los padres y la familia
Capítulo 16: ¿Cómo conducir el noviazgo?
Capítulo 17: Qué observar en la persona
Capítulo 18: Sexo y noviazgo
Capítulo 19: El marinovio
PARTE 5 – DESPUÉS del noviazgo
Capítulo 20: ¿Comprometerse o terminar?
Capítulo 21: ¿Casamiento o recomienzo?
¿Qué hacer ahora?
Preguntas & Respuestas
APÉNDICE 1: Rasgos de buen carácter
APÉNDICE 2: Referencias y Citas
Sobre los autores

El momento más doloroso en nuestro consultorio

CRISTIANE Y YO YA PERDIMOS LA CUENTA de cuántas veces pensamos al aconsejar a las parejas en nuestro consultorio matrimonial: “Estos dos nunca deberían haberse casado”. Es duro ver a dos personas que nunca deberían haberse juntado infernando la vida uno del otro. Más duro todavía, claro, es para ellas intentar hacer que funcione un matrimonio que nunca debería haber ocurrido.

Esto nos llevó a una conclusión:

La mayoría de los divorcios comienza en el noviazgo. La persona no vio las señales, o las vio y las ignoró.

Dicen por ahí que el amor es ciego. En parte, es verdad. Las personas se enamoran, sueñan con un matrimonio perfecto en el que la casa está siempre arreglada como en las novelas, la mujer se despierta ya maquillada, el marido con el cabello peinado y en el cual el romance y el dinero nunca se acaban. Mientras sueñan, no ven las señales ya evidentes durante el noviazgo de que la previsión es de una pesadilla con crisis esparcidas después de la luna de miel. La excitación del noviazgo, la perspectiva de haber terminado finalmente con la soledad, casarse y probarle a la tía Gertrudis que después de todo usted no va a quedarse igual que ella, se convierten en motivos mucho más fuertes que preocuparse por detalles sobre su pareja.

Una vez que la ceguera se instaló, los errores están prácticamente garantizados y el divorcio, salvo por milagro, será solo cuestión de tiempo.

Pero no es necesario que sea así.

La mayoría de los divorcios comienza en el noviazgo porque creen por ahí que el “amor es ciego”. No lo es. El amor verdadero no es ciego. El verdadero amor es inteligente y ve mejor que un águila. Este libro será los ojos de su amor, las lentes que le darán una visión mejorada para identificar los problemas desde temprano en la relación; ver de lejos cuando una persona no es para usted; y también ver en usted mismo qué es lo que puede estar convirtiéndolo en una persona a la que nadie quiere para casarse. También sabrá cómo fortalecer su sentido de valor propio; cómo merece ser tratado en una relación y cómo debe tratar a la otra persona.

LAS LENTES

Usted debe recordar a un superhéroe que usaba unos “superanteojos” que le daban una “supervisión”. Este libro será una especie de “superanteojos” para que usted vea cosas que la mayoría no ve en las relaciones. Imagínese tener visión para ver de lejos los errores que resultan en la infelicidad sentimental — y también los aciertos de aquellos que son felices en el amor. Si tiene la humildad de aprender y decidir practicar lo que le presentaremos aquí, usted tendrá esa visión.

Amar inteligentemente requiere aprender todo lo que podamos para hacer lo correcto. No necesitamos equivocarnos cuando hay tantos ejemplos por ahí de lo que no debemos hacer.

Cuando el tema es equivocarse en la relación, gracias a la gran ignorancia de la mayoría de las personas, no faltan oportunidades de aprender con los errores de los demás. No es que tengamos placer en la miseria ajena, pero por lo menos vamos a aprovecharla y a extraer buenas lecciones para no cometer esos mismos errores.

Quien comete sus propios errores y aprende de estos es astuto. Quien aprende de los errores de los demás es sabio.

Lamentablemente, la tendencia humana es la astucia, no la sabiduría. Existe más gente ignorando que aprendiendo las lecciones a su alrededor. Existen jóvenes a quienes les gusta exclamarles a los más grandes: “¡Tengo derecho a equivocarme! Déjame cometer mis propios errores, descubrirlo por mí mismo…”. Imagínese las oportunidades que usted tiene de ser sabio y ponerse al frente de la mayoría.

¿Conoce las definiciones de burro, astuto y sabio? Verifíquelo:

Burro:

Aquel que siente que necesita cometer sus propios errores. “¡Déjame ser yo mismo! ¡Quiero vivir mi vida!”

Astuto:

Un burro que, eventualmente, se gradúa en la escuela de la vida y aprende con sus propios errores. “Me equivoqué mucho, pero finalmente aprendí mi lección.”

Sabio:

Aquel que observa con atención que el burro y el astuto arruinan sus vidas y entonces aprende de ellos qué hacer y qué no. “Gracias por enseñarme esto.”

Lamentablemente, existen muchos haciendo burradas en el amor. Algunos de ellos, no todos, terminan aprendiendo después de tanto equivocarse y finalmente logran la felicidad sentimental, aunque tarde en la vida. Por otro lado, quien lea este libro tendrá sabiduría para evitar los errores y hacer las cosas bien desde el principio. Y aunque usted ya esté en medio de una relación problemática, o recuperándose de un desastre sentimental, aquí será su escuela para finalmente aprender y no equivocarse más.

Envidiar es incorrecto. Querer la riqueza material de otra persona o desear a alguien que ya le pertenece a otro alguien no va a ayudarlo. Pero no es incorrecto desear las virtudes de los demás. Es incluso necesario. Ya que el ser humano aprende por imitación, debemos inspirarnos en las cualidades de otras personas y esforzarnos para imitarlas.

Cuando vea a alguien que tiene lo que usted quiere, que consiguió a esa persona “perfecta” y realizó su sueño sentimental, busque analizar lo que él o ella hicieron para merecer eso. Usted podrá descubrir que aquella persona, que en principio no parecía tener nada especial o mejor que usted, en realidad tiene cualidades de carácter que usted debería imitar. Quizá siempre haya sido muy selectiva y nunca fue de estar de novia con cualquiera. Quizá reciba una atención positiva porque realmente es muy simpática, generosa y a las personas les gusta estar cerca de ella. Quizás él transmita una seriedad rara para los muchachos de su misma edad. Quizá sea un hombre que invierte mucho en su mente e inteligencia, lo que lo hace muy seguro de sí mismo al punto de pasarle esa seguridad a su novia. Quizás usted también puede hacer cosas así al enfocar su mente en mejorar como persona.

Por eso, no espere que este libro haga algo por usted. Este libro, por sí solo, no hace absolutamente nada. Si lo deja en su mesa de noche antes de dormir, a la mañana va a estar allí, de la manera como lo dejó. Puede servir como una económica mascota, pues no come nada ni ensucia. Quien va a hacer no es el libro, es usted.

Si aplica las informaciones aquí contenidas, descubrirá cómo prepararse antes de estar de novio con alguien, cómo atraer a alguien interesante, cómo elegir bien a la persona con quien se pondrá de novio, cómo actuar durante el noviazgo y cómo tener certeza de si esa persona es para casarse o para entrar a su lista de “fue bueno mientras duró”.

Hoy es relativamente fácil encontrar a alguien, sin embargo, no a alguien especial. Y mantener una relación es cada vez más difícil. Ese desafío es una de las principales razones de este libro.

¿PARA QUIÉN ES ESTE LIBRO?

Primero, vamos a dejar en claro para quién NO es este libro. Existen tres grupos:

Para quien no quiere un noviazgo serio ahora, solo está queriendo jugar con el corazón de los demás y con el suyo mismo.

Para quien cree que ya sabe todo sobre el noviazgo, el compromiso y el casamiento.

Para monjas, padres, monjes, ermitaños, eunucos y cualquier otra persona que eligió vivir una vida simplificada, sin las complicaciones y los dolores de cabeza de una relación sentimental. (Aviso: si usted vive en un monasterio o convento y este libro fue “misteriosamente” a parar a sus manos; si no logra dejar de leer y eso despierta en usted un deseo por el sexo opuesto, no nos responsabilizamos en el caso de que empiece a cuestionar su vocación. Aviso dado.)

Habiendo aclarado esto, vamos ahora a los que deben leer este libro:

Quien quiere prepararse para el noviazgo.

Quien nunca estuvo de novio y quiere saber cómo funciona esto del noviazgo.

Quien está de novio y quiere hacer las cosas bien.

Quien quiere saber si la otra persona es la adecuada para casarse.

Quien está pasando situaciones en el noviazgo y se está preguntando: “¿Qué hago?”

Novios que quieren agradar a su novia (“Él está leyendo

Noviazgo Blindado

, awnnn…”)

Quien ya se cansó de los noviazgos que no terminan en nada.

Quien no cree más en el amor.

Los padres que quieren saber cómo orientar a sus hijos sobre el noviazgo.

Los hijos que quieren saber cómo orientar a sus padres sobre el noviazgo (cada vez más necesario hoy en día).

Los comprometidos o quien planea comprometerse en breve.

Quien está dudando si continúa o termina su noviazgo.

Quien quiere ponerse de novio para casarse y no divorciarse.

Los divorciados que quieren recomenzar su vida sentimental con otra persona.

Quien quiere mucho ayudar a un amigo o a una amiga que está sufriendo en su noviazgo.

Quien quiere impresionar a cualquiera con cuánto sabe sobre el tema del noviazgo.

Quien quiere estar más lindo, tener los dientes más blancos y que no llueva el día de su casamiento (ok, no le garantizamos eso).

El libro Noviazgo Blindado es fruto de nuestras experiencias de casi 25 años de casados y de nuestro trabajo diario con parejas y solteros en todo Brasil y en varios países. Además de eso, hicimos una vasta investigación especialmente para este trabajo. Más de 4.300 personas respondieron a un cuestionario detallado sobre sus dificultades en el noviazgo. Las respuestas nos dieron una mirada privilegiada acerca de la realidad de los solteros hoy — y nos ayudaron a desarrollar las soluciones y herramientas que usted va a encontrar aquí.

Usted va a notar que el libro sigue una progresión lógica del antes, el durante y el después del noviazgo. Sea cual sea la fase en la que está, busque leer todo el libro. Es imprescindible que tenga un entendimiento y una visión general de todos los temas. Así, sabrá cómo posicionarse y actuar frente a cualquier situación en su relación. Por ejemplo, si está comprometido y a punto de casarse, puede pensar que las secciones que se refieren al antes y al durante del noviazgo ya no se aplican a usted. Sin embargo, puede ser que haya ignorado algo esencial en su relación, que solo tratamos en esas secciones. Por eso, léalo todo. Recuerde, muchos divorcios comienzan en el noviazgo.

Vamos, entonces, a entender cómo comenzó todo.

CRISTIANE SE SACÓ LA LOTERÍA de casarse con su primer novio. No tuvo el corazón partido por nadie, no pasó por las manos de nadie. Y yo me saqué la lotería de casarme con una mujer que nunca tuvo otro novio. Nunca tuve que preocuparme si su ex era mejor, no necesité imaginármela en los brazos de otro. Desde nuestro primer encuentro al día del casamiento fueron diez meses. Pero desde el día del casamiento hasta finalmente convertirnos en una pareja blindada fueron doce largos años. “Si vamos a continuar así, es mejor que nos separemos”, me dijo Cristiane una vez. (Más sobre esto después.)

Nunca peleamos durante el noviazgo. Ni siquiera una peleíta. Pero, a fin de cuentas, ¿qué fue lo que causó tanto estrés en nuestro matrimonio durante tantos años y que no notamos uno en el otro antes de casarnos? Si pudiéramos volver en el tiempo y tener, durante el noviazgo, la información que usted va a encontrar en este libro, ¿habríamos evitado nuestros problemas? ¿Podríamos haber tenido un matrimonio blindado desde la luna de miel?

Tenemos la absoluta certeza de que sí. Lo que sabemos hoy sobre nosotros mismos y sobre el otro es totalmente enseñable. Podríamos haber aprendido eso durante esos diez meses y nos podríamos haber ahorrado muchos dolores de cabeza. Ya habríamos comenzado bien.

Es mucho más eficaz e inteligente comenzar bien que intentar arreglarlo después. Es posible también arreglarlo después, claro, y nuestro matrimonio es una prueba de eso. Si usted ya está en un noviazgo problemático, con muchas dudas y problemas no resueltos, puede, sí, cambiar su relación si comienza a hacer las cosas bien como va a aprender aquí. Pero sepa: cuanto más temprano aprenda y haga las cosas bien, mayor es la probabilidad de ser feliz en el amor. Quizás invirtiendo la frase quede más fuerte:

Cuanto más tarde usted empiece a aprender y a hacer las cosas bien, mayor es la probabilidad de ser infeliz en el amor.

Por eso, vamos a comenzar lo más temprano posible. Vamos a entender qué es el noviazgo, a fin de cuentas.

NOVIAZGO EN EL SIGLO XXI

El concepto de noviazgo está prácticamente perdido actualmente, y usted va a entender el porqué. Mire a su alrededor y note lo que las personas están haciendo en sus relaciones sentimentales. Verá que hoy en día las personas entienden que estar de novio puede variar entre cualquiera de estas cosas:

Estar con alguien y disfrutarlo mientras dure

Tener sexo sin compromiso

Juntarse, pero no apegarse

Cambiar el status en Facebook y postear una selfie en Instagram

Para algunos hombres, tener a alguien a disposición para tener sexo; para algunas mujeres, tener a alguien para divertirse y bancar sus lujos

Tener a alguien para salir junto con sus amigos y no sentirse solo

Hacer un

test drive

para saber si van a tener “química”

Bofetadas y besos, un vaivén sin fin entre comenzar y terminar

Irse a vivir juntos para ver qué va a pasar (que dio origen a la palabra “marinovio”)

Pasatiempo

Estar con alguien mientras no aparece otro más interesante

Estar con alguien fijo y al mismo tiempo con otros/as más interesantes

Mantener una relación y divertirse con otras, porque, si con ellas no funciona, tiene a alguien garantizado esperando

Mostrar que tiene a alguien para no dar la impresión de estar solterón

Tener compañía los fines de semana

Antes, había solo un nombre para describir el comienzo de la relación sentimental de dos personas: ponerse de novios. Hoy, hay un montón: aventura, touch and go, relación casual, salir juntos, convivir, amistad con derechos, relación abierta, estar juntos sin compromiso, disfrutar, tener una relación sexual, divertirse, coquetear, tener una unión estable, __________ (añadir un nuevo término que será creado en breve).

En resumen: más intimidad, menos compromiso. Nadie es de nadie. El noviazgo de hoy es eso. Mucho disfrute, ninguna responsabilidad; todo está permitido. Un desorden.

En el pasado, si un hombre y una mujer eran vistos besándose, era prácticamente seguro que tenían un compromiso serio. Hoy, ¿qué significa una pareja besándose? Nadie lo sabe. Si muchas veces ni siquiera los que se besan saben lo que ocurrió, mucho menos los que están observando. Las líneas están borradas. Una aventura de una noche puede convertirse en una relación casual que, a su vez, puede convertirse en irse a vivir juntos — y de repente no ser nada más.

Una pareja a la que aconsejamos: ella guardaba un resentimiento porque al principio de la relación él había “tenido una aventura” con una cliente que se le había tirado encima en un baile. Él se defendía. “Pero yo no tenía un compromiso serio contigo”. Ella le refutaba: “¿No? ¡Fuimos al motel el sábado antes de que estuvieras con ella!”. Y él, con cara de sorpresa, se justificaba: “Estuve contigo ese día, pero no habíamos conversado nada sobre asumir una relación”.

La falta de definición en las relaciones actuales ha causado una gran confusión en la mente de las personas. Estar de novios, pasar un rato, salir juntos — se convirtió más en una diversión, en una distracción, que propiamente en un proceso de conocer a otra persona con el objetivo de determinar si es adecuada para un futuro casamiento o no. (Acabo de darle, en itálico, la definición correcta de estar de novio.)

El noviazgo es descubrimiento. Ustedes tienen que descubrirse el uno al otro y dejarse descubrir — ¡pero sin sacarse la ropa! Es el descubrimiento de lo que está dentro de ustedes, con el objetivo de llegar a la definición de progresar hacia el casamiento o terminar. Es la búsqueda y el intercambio del máximo de informaciones para tomar una decisión inteligente sobre el futuro de la relación.

Eso es estar de novio. Cosa que los antiguos parecían entender mucho mejor. Aunque el modelo de nuestros antepasados no sea totalmente aplicable en el siglo XXI, necesitamos entender sus valores. Entonces vamos ahora, como sabios, a sumergirnos en el pasado y a aprender con sus errores y aciertos. Vamos a entender mejor cómo llegamos aquí, qué es lo que no está funcionando y cuál es la mejor propuesta para los días actuales.1

ANTIGUAMENTE

Compare la situación actual con lo que sucedía antiguamente, cuando las etapas de la relación eran muy definidas y con un objetivo muy claro.

En el pasado, desde siempre y durante miles de años, lo que los padres más querían era ver a sus hijos casados. Era cuestión de supervivencia de las familias pues estas vivían en comunidades. Por eso, los padres criaban a sus hijos para que fueran maridos, hombres responsables y proveedores; y a sus hijas para que fueran esposas, madres y compañeras. No iban a lograr casarse sin estas cualidades.

Casarse era señal de madurez de los jóvenes. No había un concepto muy fuerte de adolescencia como tenemos hoy, un período de transición de la infancia a la vida adulta marcado por la búsqueda de disfrutar al máximo antes de que la “tumba” del casamiento los entierre… El pasaje hacia la vida adulta era casi siempre marcado por el casamiento.

Cuando los jóvenes llegaban a una edad en la que se consideraban listos para casarse, el proceso de noviazgo comenzaba.

Estar de novio involucraba inicialmente que el hombre fuera aceptado en la casa de la muchacha para ser conocido y evaluado. Solo la sacaba de su casa cuando se casaba con ella. Esta es la razón del término “cortejar”, una forma antigua de describir lo que sucedía antes del noviazgo en sí. El joven era admitido en la “corte” de ella, o sea, en su espacio, donde ella (más comúnmente sus padres) mantenía el control o acceso. (Lo contrario nunca sucedía, que la muchacha fuera a “noviar” a la casa del joven.)

Primero, el muchacho tenía que presentarse ante los padres de la joven y conquistar el respeto de ellos. Era costumbre que los padres de él inicialmente les comunicasen a los padres de ella el interés de su hijo. El proceso exigía que el muchacho desarrollara una buena amistad con los padres de la joven y viceversa. Eso fortalecía los lazos familiares y, consecuentemente, el casamiento. Todos alentaban y trabajaban para que el matrimonio funcionara y las familias se mantuvieran unidas. En algunas culturas, el joven o sus padres traían regalos, no solamente para agradar a los padres de la muchacha, sino también para mostrar que el joven tenía condiciones económicas de casarse con ella, en el caso de que fuera aceptado.

Con el consentimiento de los padres, el joven podía tener acceso a la muchacha y comenzar el proceso de conquistarla y de conocerse mejor. Aun así, no se permitía que se quedaran a solas. En casa o si iban a algún evento social, tenían que ser acompañados por un chaperón. Casi siempre una mujer más madura o un hermano mayor que acompañaba a la pareja para garantizar que no se iban a comportar de manera inapropiada.

Si todo proseguía bien, la pareja entraba en una promesa de casamiento, que hoy conocemos como compromiso. Los preparativos para el casamiento comenzaban: el prometido proveía la futura casa donde iban a vivir y la prometida se organizaba para convertirse en una esposa. La ceremonia de casamiento oficializaba la unión de la pareja con la bendición de ambas familias y los dos entonces iban a las nupcias. Allí, en la luna de miel, era casi siempre la primera vez que se tocaban físicamente.

Todo eso parece remitirnos al tiempo de los dinosaurios, pero antes de descartar ese pasado como algo ridículo, vamos a analizar los significados y beneficios por detrás de aquellas prácticas.

Fases tradicionales de la relación: desde conocerse al casamiento

¿POR QUÉ FUNCIONABA?

En general, note que el proceso colocaba prácticamente toda la responsabilidad y el trabajo de la conquista en las manos del hombre. Él era quien tenía que enfrentar a los padres de la muchacha y conquistar su respeto. Él era el que tenía que mostrar ser responsable y capaz de cuidarla. Si conseguía convencer a los padres, tendría entonces que conquistar el interés y el afecto de ella.

Además, durante el cortejo en la casa de los padres de la joven o en ocasiones sociales, la pareja permanecía todo el tiempo bajo los ojos vigilantes de algún miembro de la familia de ella. Eso inhibía cualquier intento del muchacho de sacar alguna ventaja de ella o faltarle el respeto. Él sabía que, si le faltaba el respeto, tendría que darle explicaciones a su familia. Sí, la condición para tener contacto sexual con la muchacha era casarse con ella.

El objetivo del cortejo era realmente conocer lo que había dentro de la otra persona, no lo que estaba debajo de su ropa. Ese conocer se realizaba a través de la conversación, del intercambio de ideas, información y opiniones entre los dos. Por eso, besarse, abrazarse o incluso tomarse de la mano se consideraba innecesario, fuera del objetivo del cortejo. Y sin la tensión del contacto físico, los dos podían mantener el enfoque en lo que realmente importaba en aquel momento: conocerse el uno al otro.

Considerando que el divorcio no era una opción fácil ni muy bien vista en la sociedad, la pareja tenía que evaluarse muy bien uno al otro y estar bien seguros de que ambos realmente querían asumir un compromiso para toda la vida. Llegar a esa decisión cuanto antes era el objetivo — o se casaban enseguida o dejaban de involucrarse. Y como la intimidad física no estaba permitida antes de la noche de bodas, eso también incentivaba al hombre a decidir rápido el casamiento, en vez de estar confundiendo a la muchacha. En muchos casos, el noviazgo era muy rápido. Ya iban al casamiento.

Eso contrasta con lo que sucede hoy en día. Como las personas ven al noviazgo, en gran parte, como diversión, como una oportunidad para tener contacto físico sensual, pasan un largo tiempo relacionándose de esa forma y conociéndose realmente muy poco. El noviazgo físico les satisface los deseos sensuales y la necesidad de compañía. Así, ellas no tienen ningún apuro para casarse. Por eso es común hoy ver “noviazgos” de dos, tres, cinco años o más, sin ninguna planificación ni proyección para el casamiento.

El cortejar funcionaba bien para los debidos fines. Veamos algunos de los beneficios:

Participación de las familias:

personas maduras y de confianza guiaban a sus hijos a un buen matrimonio. El acercamiento de los familiares de ambos lados fortalecía los lazos familiares de la futura pareja. El apoyo familiar para que el casamiento funcionara era muy fuerte. Y, es claro, por esa tradición, raramente se casaban miembros de familias rivales o que no se llevaban bien.

Ya se conocían:

porque ambos normalmente eran de familias cercanas, era común ya conocerse desde la infancia. Cuando no, aun así, las referencias familiares ya comprobaban los buenos orígenes de los candidatos. No era como hoy, cuando las personas no saben prácticamente nada del pasado de aquel con quien comienzan a estar de novias.

Responsabilidad del muchacho con los padres de la muchacha:

él sabía que tendría que cuidarla y tratarla bien, pues había empeñado su palabra con los padres de ella. Hoy, honrar el compromiso con la familia de la esposa es una preocupación casi inexistente en la mente de muchos maridos en el momento de la crisis conyugal. A veces, quien regresa a la casa de los padres es él, dejando a su esposa e hijos en casa.

Filtraba a los fanfarrones:

todo el proceso del cortejo — la seriedad, la participación de las familias y el objetivo en sí (matrimonio) — ya mantenía a los que tenían segundas intenciones con la muchacha bien lejos. Ella, por su lado, ya sabía que el muchacho era serio y estaba realmente determinado a conquistarla.

El enfoque era correcto:

descubrir si querían ser marido y mujer por toda la vida. Eso hacía que la evaluación fuera mucho más racional y calculada, que emocional e impulsiva, como suele suceder actualmente.

La dificultad valoraba la conquista:

con tanto trabajo y tantas barreras para llegar a la muchacha y finalmente casarse con ella, el hombre solía valorar más lo que había conquistado a duras penas.

No había la suficiente intimidad para que hubiera peleas:

sin sexo, la pareja no tenía tanta intimidad, los jóvenes no tenían la sensación de posesión uno del otro y por eso no tenían razones para pelear. Al contrario de hoy, que los novios son activos sexualmente y viven peleando, terminando, volviendo y peleando nuevamente. Así, desgastan la relación antes incluso del compromiso.

Claro que el cortejo no era un sistema perfecto. Algunos padres terminaban imponiendo sobre sus hijos la elección del cónyuge, en vez de dejarlos decidir. Motivaciones sociales, económicas y políticas muchas veces influenciaban la elección de la pareja para los hijos. Pero no siempre eso significaba que la pareja fuera infeliz. En su mayoría, los matrimonios aprendían a amarse y construían una vida juntos.

Sin embargo, las voces de descontento con ese sistema hablaban alto. Estamos acostumbrados a ver en las películas de esa época a la joven siendo forzada por sus padres interesados a casarse con un amigo rico de la familia, que, para reforzar el drama de la trama, solía ser un hombre mucho más grande que ella, muy feo, asqueroso, borracho, mujeriego, violento y barrigón. Fueron historias como esas las que rotulaban a los casamientos arreglados como una absurda violación a los derechos de los jóvenes, especialmente de las mujeres. (Pero no vamos a olvidarnos de que en el sistema actual eso todavía sucede, no por imposición de nadie, sino por libre elección de muchas mujeres. Basta con mirar las columnas sociales y las páginas de celebridades para comprobarlo.)

A pesar de no ser una norma, los casos de abusos sufridos por mujeres en matrimonios arreglados se repetían en todas las clases sociales. Es la vieja historia: la mala noticia corre rápido y vende más.

Eso, sumado a la popularidad de los cuentos románticos que ganaban espacio en las artes literarias, hizo que el cortejo pasara de moda. Entra la era del amor romántico.

Cristiane

El nombre ya parece venir con flores: Romanticismo... ahhh, una idealización femenina que nos hace soñar. Pero, ¿usted sabía que eso fue un movimiento?

El Romanticismo comenzó en las últimas décadas del siglo XVIII en Europa y se extendió hasta el siglo XIX. Vino como contrapartida al siglo anterior, que promovió la razón, el Iluminismo.

Después de siglos de esclavitud mental promovida por la religión y por los gobiernos, la Reforma Protestante creó espacio para que las personas comenzaran a pensar por sí mismas. Así, el mundo occidental salió de lo que la Historia hoy llama “Edad de las Tinieblas” y, con el pasar del tiempo, comenzó a abrazar las ideas de los pensadores iluministas. Muchos de esos pensadores, para romper definitivamente con la dominación religiosa de los siglos anteriores, fueron hacia el otro extremo, poniendo a la sabiduría humana como el centro de todo. Pero, con las personas siendo motivadas a pensar por sí mismas, podrían encontrar el equilibrio, entendiendo que el hombre no era el centro y que la razón no necesitaba excluir a la fe.

Sin embargo, antes de que las personas pudieran encontrar un equilibrio, el Romanticismo vino para anular lo que el Iluminismo buscaba. Ahora era momento de vivir por los sentimientos y no por la razón. Y fue así que el mundo volvió a ser esclavo, esta vez no de una religión o gobierno, sino del propio corazón. Si el corazón lo sintió, es porque tiene que ser, como varios cantantes hoy entonan con tanto dolor. La idea del romance es tan influyente y arraigada en nuestras venas femeninas, que la primera vez que me di cuenta de esa realidad fue cuando descubrí que Papá Noel no existía. Una verdadera decepción.

Los escritores de este período, como la inglesa Jane Austen, fueron los que contribuyeron para que el romance se transformase en una idealización amorosa en la imaginación popular. Hasta hoy, las mujeres suspiran por sus personajes inventados. A pesar de haber vivido siglos antes, el dramaturgo William Shakespeare influyó en el trabajo de muchos seguidores del Romanticismo de la época, que bebían de su espíritu para contar sus propias historias. Un detalle, Jane Austen nunca se casó, y Shakespeare, con su vida personal oscura, no fue conocido como un gran éxito en su vida sentimental. ¡Sin contar que nadie se acuerda de que Romeo y Julieta, la obra más famosa de Shakespeare, terminó con el suicidio de ambos y tres muertes más! En una época sin televisión ni Internet, era de los libros el papel de moldear el pensamiento de la sociedad, para el bien o para el mal. Considerado el marco inicial del Romanticismo, el libro “Los Sufrimientos del Joven Werther”, del alemán Goethe, llevó a varios lectores a la muerte cuando fue lanzado. Las personas se involucraron tanto con la historia de amor frustrado del protagonista que imitaron su suicidio.

Y fue sobre estas tragedias literarias que muchas personas basaron sus vidas sentimentales y lo hacen hasta hoy. Vamos a sentir en vez de pensar y analizar. Vamos a sufrir pues amar es sufrir, arriesgar, lanzarse de un edificio alto y ver qué pasa... ¿Acaso ya no sabemos el final de esta historia?

“El sentimiento del artista es su ley”— dijo uno de los grandes artistas de la época, resumiendo bien lo que los guiaba en sus obras. Y el sentimiento se convirtió realmente en ley. Los jóvenes comenzaron a rebelarse y a resistir a la interferencia de los padres, tomando en sus propias manos la responsabilidad de encontrar el amor de sus vidas. En el antiguo sistema, los padres elegían y los hijos consentían. En el nuevo, los hijos elegían y los padres consentían. Más tarde, los hijos elegían y los padres, consintiendo o no, tenían que aceptar. Hoy, la mayoría de los padres no tiene idea de lo que sus hijos están haciendo de sus vidas sentimentales, con quién ni dónde. Como mucho, terminan sabiendo por terceros que la hija está embarazada o que el hijo se fue a convivir con alguien. Y lo peor: muchos de esos padres creen que es mejor así: “Ellos necesitan equivocarse para aprender”, dicen.

Cada vieja generación tiene la nueva generación que merece.

Tratando de arreglar un sistema que facilitaba abusos en algunos casos, se creó un desorden generalizado. Fue ir de mal a peor...

UN NUEVO MODELO

No estamos aquí defendiendo una vuelta a las antiguas costumbres del noviazgo según lo que se hacía en tal época, tal tradición o religión. En realidad, ni la Biblia da un mandamiento en sí de cómo ponerse de novios. Era innecesario. En el período bíblico el cortejo era culturalmente implícito, ya que los principios familiares eran mucho más fuertes. Y eso no cambió mucho a lo largo de los milenios.

Pero eventualmente todo cambia y nosotros, como seres inteligentes, tenemos que adaptarnos a los cambios de la sociedad. Las últimas décadas han presenciado transformaciones drásticas en las relaciones sentimentales, además del desarrollo en varias otras áreas que también afectan directamente la vida de a dos. Para citar apenas algunas:

La mujer se emancipó. No depende más del marido o de los padres.

La principal economía mundial dejó de ser agrícola/industrial y pasó a ser intelectual (lo que puso a la mujer a la par del hombre en el mercado de trabajo).

Internet revolucionó la comunicación a través de las redes sociales y abrió un abanico de otros factores: pornografía, chats, páginas y aplicaciones de relaciones, Skype, intercambio de fotos y videos instantáneos, mensajes de texto... — cosas, entre otras, con las cuales nuestros padres y abuelos nunca tuvieron que lidiar.

Nuestra generación necesita nuevas estrategias y actitudes para navegar en esos cambios.

El modelo antiguo es, a todos los efectos, impracticable actualmente. Y las prácticas actuales tampoco están funcionando. Lo que proponemos es que usted actúe con inteligencia y sentido común: extraiga las lecciones del pasado y del presente; observe lo que funciona, lo que no, y por qué; y, entonces, adopte la mejor estrategia.

No proponemos regresar a las prácticas antiguas, sino a los valores antiguos. Los tiempos cambian, las costumbres culturales varían, pero los valores jamás envejecen. ¿A quién no le gusta el respeto, la admiración, el cuidado, la seguridad, la seriedad, la responsabilidad y el compromiso?

Lamentablemente, el sistema que tenemos en los días actuales no promueve esos valores.

Hoy, lo primero que hace un hombre cuando demuestra interés por una mujer es exactamente lo contrario que antiguamente. Él enseguida piensa en invitarla a “salir”. Note: Él no va más hasta ella. Incluso pasarla a buscar por la casa ya está pasado de moda. Actualmente, es común marcar el lugar donde se van a encontrar — un barcito, restaurante, baile, o donde sea — y cada uno va por su lado.

Observe que la expresión en sí ya indica un cambio de la costumbre: “salir juntos”. El hombre hoy no quiere cortejar, entrar en el ambiente de la muchacha, sino sacarla de allá y traerla a su ambiente o hacia donde él podrá tener acceso total a ella sin la interferencia de nadie — especialmente de la familia. Cuanta más distancia de los familiares, mejor. (La mujer queda vulnerable, a pesar de que muchas, aun así, defienden a muerte su independencia familiar). La idea de “salir juntos” indica más una búsqueda de diversión que el objetivo de conocer a la persona. Por eso, muchos se ponen de novios sin la más mínima intención de compromiso o de acercarse a la vida de la persona, sino apenas para sacar un provecho de ella.

El resultado de eso ha sido la falta de compromiso, el debilitamiento de la posición de la mujer y la poca participación de la familia de ambos. Eso ha puesto el poder en las manos del hombre, que fácilmente logra sacar lo que quiere de la mujer sin dar mucho a cambio, a no ser tal vez una cena y una entrada de cine (eso es, si ella no insiste en pagar o dividir la cuenta).

Dejamos de lado el cortejar para simplemente salir o “estar”. No se respeta más a la mujer en su espacio ni se busca conquistar el derecho de tener acceso a ella. Cualquier otro espacio sirve, siempre que sea lejos de la “interferencia” de los familiares, con el fin de disfrutar a la persona y atender sus anhelos por diversión.

Y que quede bien claro: hombres y mujeres han permitido que sea así.

“TIENES QUE HABLAR CON MI PADRE”

Cristiane

Renato me contactó por primera vez a través de una postal, llena de poesía, entregada en mis manos por un amigo suyo. La guardo conmigo hasta hoy. Fui a las nubes y volví, pues en esa época ya me gustaba, pero él no lo sabía. Le mostré la carta a mi mamá, que enseguida llamó a un amigo en común para preguntar sobre las intenciones de Renato.

Algunas semanas después, ese amigo en común me invitó a conocer a Renato personalmente en la iglesia y, con autorización de mis padres, fui directo desde la escuela para llegar al final de la reunión de líderes en la que él participaba. De allá, fuimos todos juntos a comer una hamburguesa en el McDonald´s del barrio – nuestro amigo y su esposa en una mesa y nosotros dos en otra. Conversamos sobre temas que no tenían nada que ver con lo que realmente queríamos – ponernos de novios.

La segunda vez que nos encontramos fue en los estudios de una radio. En esa época, yo ayudaba a un conductor en un programa para jóvenes los sábados a la tarde. Renato llegó al final del programa y solo tuvo tiempo para darme un chocolate y despedirnos.

Cuando llegué a casa y hablé sobre la visita de Renato a la radio, mi padre se puso furioso.

— ¿Cómo? ¡Ese muchacho todavía no pidió ser tu novio!

— Pero papá, no tuvimos tiempo de hablar sobre eso todavía...

— No me interesa, si él quiere hablar contigo otra vez, tendrá que pasar por mí primero y pedir autorización. ¡Si no lo hace, la próxima vez que venga a hablar contigo, se las verá conmigo!

En mi defensa, yo no tenía idea de esa tensión con el padre de Cristiane. En mis relaciones anteriores, nunca había tenido que hablar con el padre de ninguna novia. Nunca había aprendido ese ritual. Para mí, simplemente estaba haciendo lo que siempre había hecho y veía que los otros hacían. Yo había escuchado decir cosas muy positivas sobre Cristiane y me había interesado. Sí, ella era linda, y lo es hasta hoy, y — no voy a mentir — su apariencia me llamó la atención. Pero yo ya había tenido novias muy lindas antes. A fin de cuentas, el que escribe no era para despreciar... Mi mayor interés, sin embargo, era en la persona que me habían dicho que ella era. Yo no quería equivocarme más. Había acabado de salir de una larga relación. Entonces, quise conocerla mejor. No quería ir ya diciendo “¿Quieres ser mi novia?”. Y yo ni siquiera sabía si ella gustaba de mí. Fue mucha mi sorpresa cuando la encontré nuevamente…

Cristiane

No supe qué hacer, ya que Renato no había tocado el tema todavía. Recordando que en aquella época no existía el celular ni Internet. Para que él me hablara sin encontrarme, tendría que llamar a mi casa. Pero ni a esa etapa habíamos llegado.

La siguiente vez que vino a mi encuentro, yo estaba en el altar de la iglesia, después de la reunión de domingo a la mañana, recibiendo lecciones de música con el instructor. Cuando lo vi viniendo en dirección a mí, subiendo las escaleras del altar, me estremecí recordando lo que mi padre me había dicho. Yo tenía apenas 16 años. Me olvidé totalmente del instructor y de las personas que todavía estaban en el salón de la iglesia y apenas él abrió la boca para hablar, no lo dejé continuar:

- Tienes que hablar con mi padre.

Hoy, cuando me acuerdo, me río porque él se llevó un susto. Su cara era la de alguien que estaba diciéndome: “¡Pero todavía no sé si quieres ser mi novia!”

Sabiendo quién era mi padre, él respetó mi pedido y no dijo nada más. Solo dijo que sí, que iba a hablar con él esa misma semana.

Fui a hablar con él el siguiente viernes. Fueron los cinco días más tensos de mi vida. Pero la tensión de la anticipación no se puede comparar con lo que sucedió dentro de la sala con su padre. (Más sobre eso en los próximos capítulos...)

Lo que puedo decir ahora es que aquella actitud de Cristiane, de poner una barrera que tendría que superar para llegar a ella, tuvo un efecto extraordinario en mí como hombre. El mensaje captado fue: “Esto es algo serio. Ahora tienes que ser hombre. Si estás pensando en jugar, es mejor que te detengas aquí”. Mis intenciones no eran jugar con los sentimientos de Cristiane ni aprovecharme de ella. Pero su reacción me hizo admirarla aún más, pues vi que no era una cualquiera. Yo tuve que aumentar mi hombría, reevaluar mis intenciones y prepararme para pasar la prueba del “de hombre a hombre”.

Es eso lo que las personas necesitan en los días actuales: no actuar como un o una cualquiera.

Siempre escucho a los solteros decir: “Estoy buscando a alguien así y así, que sea especial, diferente...” etc. Pero entonces actúan como un o una cualquiera. Aceptan un beso en el primer encuentro, quieren refregar el cuerpo de uno en el del otro, van dejando que fluya, hasta que terminan en un motel o en otra cama cualquiera — y eso sin saber a ciencia cierta qué hay entre ellos. Hacen lo que todos hacen. No piensan por sí mismos.

El mensaje que el muchacho capta es: “Esa fue fácil. No es para un compromiso. Es solo para divertirse. Vamos a ver hasta dónde logro llevar esto”. Y en la cabeza de ella pasa algo del tipo: “Si yo me entrego a él, me va a amar. Voy a hacer todo lo que me pida”.

No está funcionando. Ni para ellos, mucho menos para ellas. Necesitamos un nuevo modelo, nuevas estrategias.

El nuevo modelo es el “noviazgo blindado” y las nuevas estrategias usted las aprenderá aquí.

¡Vamos a la prueba!

Reflexione sobre lo que explicamos hasta aquí:

¿Está de acuerdo con la afirmación de que muchos divorcios comienzan en el noviazgo? ¿Por qué?¿Qué pensó sobre cómo era el noviazgo antiguamente? ¿Por qué piensa que pasó de moda?¿Estamos mejor hoy con las nuevas formas de noviazgo?

Postee en nuestro Facebook (fb.com/livronamoroblindado) o en su red social preferida:

Comienzo hoy a aprender los secretos de un #noviazgoblindado.

1Alerta antitedio: si se siente tentado a saltearse esta parte sobre algunos hechos históricos del noviazgo, resista. ¿Vio esos clichés, “no sabrás hacia dónde estás yendo, si no sabes de dónde estás viniendo” y “quien no conoce la historia está destinado a repetirla”? Entonces, su profesora de historia tenía razón. Va a ser una zambullida rápida, pero con lecciones muy buenas. ¡Vamos!

Si usted no entiende qué es un noviazgo blindado y por qué lo necesita, no apreciará la importancia de tener uno. Noviazgo blindado es aquel en el que usted está:

Protegido contra casarse con la persona equivocada.

Protegido de perder a la persona correcta

1

cuando la encuentre.

Piense un poco en estos dos puntos.

Es difícil despertarse de la pesadilla de haberse casado con la persona equivocada o haberse perdido a la persona correcta. Descubrir después de años de un matrimonio infeliz que usted se equivocó en la elección del compañero; no lograr perdonarse por haber arruinado la relación con el amor de su vida, que acabó casándose con otra persona — ha sido la realidad de muchas, muchas personas hoy.

Es más fácil que suceda de lo que parece. Porque las personas no están sabiendo conducir el noviazgo, muchas están equivocándose en la elección, cegadas por sus sentimientos.

Lívia se casó a los 19 años con el hombre que le “movió el piso”. Fue un amor intenso. El casamiento vino rápido. Dieciséis años más tarde, ella estaba en nuestro consultorio lamentándose por el tiempo perdido de su vida. Hoy con 35 años y él con 50, ella acababa de pedir el divorcio. Traiciones de ambas partes, ella no lograba entender por qué su marido siempre había sido tan apático, sin iniciativa, indiferente a todo lo que le interesaba. Y lo que más le molestaba, decía ella, no era el divorcio en sí, sino la reacción de él cuando le dio la noticia: “Así es, realmente pienso que es mejor así.”

“Él no demostró ni un mínimo de voluntad de evitar la separación”, nos dijo, frustrada. Lívia se equivocó en la elección a causa de su pasión ciega y pagó caro por eso.

Ahora considere el caso de Armando. A los 40 años y soltero, sin haberse casado nunca, él se sentó frente a mí y me contó un episodio que lo perturba hasta hoy. Cinco años atrás él había encontrado a la mujer que él creía, y aún cree, que es el amor de su vida.

En esa época, después de breves contactos en círculos sociales que frecuentaban, él la invitó a tomar un café. “Yo no creía más en amoríos, en relaciones que no terminaban en nada, porque ya había tenido muchos. Pero cuando la vi, tuve la certeza de que la quería como esposa. Mi error fue precipitarme” — admitió, con notorio arrepentimiento.

Ella aceptó la invitación. Sentado frente a ella en el café, Armando abrió su corazón. Declaró sus sentimientos y enseguida le propuso ponerse de novios. Ella fue sincera: “Pero yo apenas te conozco… No tengo sentimientos por ti. Me parece mejor que comencemos con una amistad y veamos qué sucede”.

Él no titubeó: “Conmigo no existe eso de amistad. O todo o nada. O vamos a ponernos de novios o no vamos a perder tiempo”, intimó Armando, exigiendo un sí o un no de ella.

Y la respuesta que lo asombra hasta hoy: “Entonces es mejor que no tengamos nada”.

Asustada con la postura incisiva de él, de ahí en adelante ella comenzó a evitarlo. Hasta hoy, cinco años después, él mantiene sentimientos por ella y sigue su vida a la distancia. Cuando conversamos, él había oído la peor noticia desde el “no” que recibió: ella estaba por casarse con otro.

Armando se precipitó, sí. Pero el real problema ya estaba en su interior mucho antes de sentarse con la persona de sus sueños en aquel café. Y continuará hasta que él resuelva las cuestiones internas que lo mantienen soltero hasta hoy.

Mientras la persona no resuelva las cuestiones pendientes dentro de ella misma, acabará destruyendo sus relaciones — aun con quien ella más ama en la vida.

En un noviazgo blindado, el trabajo de blindaje comienza antes de tener un novio. Vea que, en los casos de Lívia y Armando, ellos ya trajeron los problemas con ellos antes de encontrar a la persona amada. Fueron esos problemas los que los cegaron. Fueron esos problemas los que influyeron en sus decisiones y comportamientos — y los llevaron a un final infeliz. Uno eligió mal y otro arruinó la chance de ser elegido por quien tanto le gustaba.

La mayoría de las personas infelices en el amor se encaja en una de esas dos categorías. Las chances son de que, si usted se equivoca en el amor, será por una de esas razones.

Por eso usted necesita actuar ahora, prestar mucha atención a lo que está en su interior y también, si ya está en una relación, a lo que está en el interior de la otra persona. Note: prestar atención es un trabajo de su mente, de inteligencia, y no de su corazón y sus sentimientos. Es increíble, pero la principal amenaza a su vida sentimental es exactamente esta figura tan tierna, la más asociada al amor de todos los tiempos:

Mírelo. Tan bonito, tan tierno… y tan peligroso. Usted está viendo a la mayor amenaza a su vida sentimental: el corazón. El gran responsable de las malas elecciones en el amor. El gran abrigo de cuestiones emocionales mal resueltas. El gran destructor de relaciones. Usted va a entender por qué.

LA MAYOR BROMA DE LOS ÚLTIMOS SIGLOS

Muchas personas han entrado a la relación con amor y han salido con odio. ¿Por qué tantas relaciones han sido autodestructivas? ¿Por qué tantos tiros fuera del blanco?

Aviso: después de leer las próximas páginas usted nunca más va a escuchar música, ver películas o leer libros como lo ha hecho hasta aquí.

Estamos en el siglo XXI. Tecnológica y científicamente estamos en la era más moderna y avanzada de la historia de la humanidad. Es un mundo totalmente diferente a aquel de nuestros padres, qué decir al de nuestros abuelos. Nuestro día a día tiene poco que ver con la vida de 30, 40 o 50 años atrás.

Para que usted tenga una idea, hoy ya tenemos la tecnología para explorar el espacio de varias formas. El telescopio espacial Hubble, por ejemplo, lanzado al espacio en 1990, le permitió al hombre por primera vez ver más allá de las estrellas de nuestra propia galaxia.

En 2012 fue anunciado públicamente el proyecto de la primera misión tripulada a Marte (Proyecto Mars One). Será un viaje de ida y sin vuelta. El objetivo: colonizar el planeta rojo. Los primeros humanos aterrizarían (¿o “amartizarían”?) en 2024 para comenzar una nueva civilización de marcianos. Aún no logramos civilizar a nuestro planeta, pero vamos con toda la moral a intentarlo en otro. Lo interesante es que más de 200 mil personas se candidatearon para participar de la misión — incluyendo a mucha gente casada queriendo ir y dejar al marido o a la esposa aquí en la Tierra. Nada dice “yo te amo” como un pasaje solamente de ida a Marte...

En términos de tecnología y ciencia, estamos avanzando a pasos agigantados. Computadoras poderosas, smartphones, aplicaciones para todo lo que se pueda imaginar — han facilitado y mejorado la calidad de vida de todos nosotros.

Una área de gran avance en los últimos tiempos ha sido la neurociencia, el estudio del sistema nervioso, especialmente el cerebro. Descubrimos más sobre el cerebro humano en los últimos 100 años que en 6 mil años de historia de la humanidad.

Sin embargo, si en la ciencia, en la tecnología, en la industria y en tantas otras áreas de la vida humana estamos años luz adelante, cuando el tema es la relación sentimental aún vivimos por creencias medievales. En la mejor de las hipótesis, estamos en el siglo XIX, para ser exacto. Detenidos en el tiempo. Para entender el porqué, viaje al pasado conmigo.

Durante miles de años, médicos, sabios y pensadores creían que el corazón, ese órgano latiente que usted tiene ahí en el lado izquierdo de su pecho, era el centro de la inteligencia humana. Porque habían logrado sentir al corazón latir y también asociar varias emociones a reacciones físicas en la región del pecho (como cuando usted se lleva un susto o se enamora, por ejemplo), ellos pensaban que el corazón era el centro de la vida.

Los egipcios tenían la costumbre de momificar a sus muertos bajo la creencia de que preservar el cuerpo garantizaría una buena vida después de la muerte. El proceso de momificación implicaba el retiro del cerebro y otros órganos, excepto el corazón. Ellos creían que el corazón, como el centro de los pensamientos y sentimientos, iba a ser necesario para mantener a la persona viva en el más allá.

Los griegos y los romanos también creían que el corazón era el principal órgano humano, responsable por las emociones y la inteligencia. Algunos antiguos pensaban que había también algo importante sucediendo dentro del cráneo humano, pero no tenían cómo probar nada. La creencia que prevalecía era que nuestra central de comando estaba en el corazón.

Esa creencia influyó prácticamente en todos los aspectos culturales de nuestra civilización. A lo largo de los siglos, innumerables obras de arte retrataban al corazón con ese enfoque emocional e intelectual.

Las religiones también siempre dieron gran énfasis al “corazón de Dios”, con derecho a las artes sacras retratando a Cristo con el órgano expuesto del lado de afuera del pecho (!), movimientos devocionales al “sagrado corazón de Jesús” y otras alusiones al lado más emotivo de Dios. De forma general, la mayoría de las religiones lleva a las personas a una experiencia básicamente emocional, marcada por sentir esto o aquello, usando imágenes, palabras bonitas, escenografía y decoración sacra, música para sensibilizar y otros artificios que apelan a nuestros sentidos. Todo contrario a lo que encontramos en la Biblia, donde Dios siempre prohibió el uso de imágenes, condenó tradiciones humanas que servían solo de teatro religioso y llamó a las personas a usar sus mentes (inteligencia) para meditar en Su palabra (en vez de sentir con el corazón).

El cine y la televisión producen sus películas, series y novelas en las que, casi siempre, hay una historia de amor marcada por los sentimientos de sus personajes. La razón es puesta a un lado y el sentimiento es el que manda. “Siga a su corazón”, es el mensaje subliminar (o nada subliminar) constantemente martillado en esas historias.

Sin embargo, nada propaga más a esa idea del corazón que la música. No importa la cultura o el estilo musical, los ejemplos son tantos que es difícil elegir uno solo. Usted puede seguramente apostar que, si enciende la radio y sintoniza una estación musical, nueve de cada diez canciones mencionan al corazón y a sus peripecias sentimentales directa o indiretamente2.

La creencia entró hasta en nuestro vocabulario. En la lengua portuguesa, cuando queremos decir que sabemos algo muy a fondo, usamos la expresión “eu sei de cor”. Este “cor” es la abreviatura de corazón, pues los antiguos pensaban que las informaciones eran guardadas en el corazón. Curiosamente, la misma expresión existe en inglés (by heart), en francés (par cœur), en griego y en varias otras lenguas.

Usted puede notar que esa idea está enraizada en todo a nuestro alrededor. Y eso hace miles de años.

Pero hace aproximadamente 100 años, con el perfeccionamiento del microscopio, los científicos pudieron iniciar estudios más minuciosos del cerebro humano. Y descubrieron, finalmente, que el corazón no es mucho más que una bomba de sangre para mantener la circulación sanguínea en el cuerpo. Y que, en verdad, el centro de la vida y de la inteligencia está en el cerebro. Eso revolucionó la neurociencia desde entonces.

Nuestras habilidades de comprensión y desarrollo se multiplicaron y la sociedad, en los últimos 100 años, evolucionó con extrema velocidad.

Pero en el área sentimental, curiosamente, esa evolución no ocurrió. Nos quedamos detenidos en el tiempo, allá en el siglo XIX, embriagados y hechizados por las ideas del amor romántico. Aún asociamos al amor, que es una actividad exclusiva de nuestro cerebro, con el corazón. Hoy en día es imposible que alguien vea una imagen en forma de corazón y no piense en la palabra amor. Cuando usted lee las frases “Yo te ” o “I NY”, usted sabe instintivamente cuál es la palabra que sustituye al corazón.

En las otras áreas de la vida, todo el mundo ha dirigido su atención hacia el cerebro, solamente en el amor las personas aún están presas en las cavernas del corazón. Es más difícil despertarlas a la realidad que despertar a un adolescente y sacarlo de la cama antes de las 6 de la mañana.

Y aquí vive el principal problema de las relaciones de hoy en día:

Asociar al amor con el corazón.

Es la mayor broma de los últimos siglos. (Cualquier conexión entre el desorden actual en las relaciones y la palabra “amor” y que la palabra amor aparezca de atrás para adelante en medio de la palabra “broma”, es pura coincidencia. O no. Quién sabe).

¡USTED ESTÁ DESPEDIDO!

El corazón3 ha sido un pésimo administrador de la vida sentimental. Él ha hecho un horrible trabajo en las relaciones. Si fuera un empleado de su empresa, usted lo despediría con justa causa y jamás lo contrataría de nuevo. Lo que él ha hecho en la vida sentimental de las personas es desastroso. Y es por eso que la vida de a dos no ha funcionado para muchas personas, porque han dejado que mande el corazón.

Si por un lado la humanidad está avanzando en la ciencia y la tecnología, en el lado del amor está retrocediendo.

La prueba de este retroceso está en las estadísticas. El número de divorcios en Brasil en 2014 fue más del doble que en el año 2000. Con más divorcios, otra tendencia creciente es el “recasamiento”. De cada diez casamientos realizados hoy, dos son, en realidad, “recasamientos”, en los cuales al menos uno de los cónyuges ha venido de uno o más divorcios. El número de solteros ha aumentado y ya supera al número de casados, que viene cayendo. Nuestro país (Brasil) cuenta con 77 millones de solteros y 60 millones de casados. Claramente, las personas descreen cada vez más del matrimonio, muchas optan por uniones sin ningún compromiso formal.

La mayoría de los divorcios que ocurren hoy son entre parejas casadas durante menos de ocho años. Es decir, las personas están desistiendo fácil y rápido. El matrimonio se ha vuelto descartable — tira a ese, agarra otro. Esto ha dado lugar a las familias mixtas, aquellas formadas por personas casadas anteriormente que traen hijos de sus relaciones previas a la nueva unión. Estas uniones tienen incluso una tasa de divorcio todavía mayor, debido a conflictos inherentes.

Cuando el matrimonio se debilita en la sociedad, los problemas sociales aumentan. Las madres solteras ya son 1 de cada 5, lo que significa hijos creciendo sin padre. Sin el modelo de un hombre responsable, ¿qué clase de padre y marido serán más adelante? Hijas que vieron a sus madres ser padre y madre, ¿cómo podrán compartir la vida con un hombre?

Decadencia total. Retroceso en vez de progreso. Todos los datos y evidencias muestran que ese desorden familiar es pésimo para el ser humano. Está más que comprobado que un matrimonio sólido y saludable es lo que provee una mejor estabilidad económica, emocional, social y de salud para niños, adultos y toda la sociedad.

Pero el corazón no ha dejado que eso suceda. Él es el mayor culpable de este desorden. Y lamentablemente continuará así, mientras las personas insistan en amar con el corazón y no con el cerebro. Nuestra esperanza es que usted despida al incompetente. Pero si aún no se convenció, continúe leyendo.

Cristiane

Un agravante: las personas están desistiendo del matrimonio debido al corazón, pero culpando al matrimonio. Por eso, hoy muchos jóvenes ya no tienen el objetivo de casarse. Piensan que el matrimonio es una institución fallida, anticuada, que necesita ser repensada. Sin embargo, la culpa no es de él. En el fondo, todo el mundo quiere lo que un buen matrimonio ofrece. La culpa, de hecho, está en asociar al amor con los sentimientos.

Usted ya ha pasado por esto varias veces: no sentía ganas de hacer algo, pero fue y lo hizo, porque su cabeza lo convenció de hacerlo. Como despertarse por la mañana en su cama calentita y no tener ganas de levantarse e ir a trabajar, por ejemplo. Su alarma sonó, usted se despertó, pero su cuerpo quiso quedarse en la cama. Acomodó su almohada, sintió la comodidad de la cama y se dijo a sí mismo: “Solo cinco minutos más”. Pero, enseguida su mente comenzó a molestarlo y a decirle, “Levántate ya, sino te atrasarás... Imagínate el tráfico que vas a enfrentar si no sales temprano... Y si de nuevo llegas tarde al trabajo, tendrás un problema…” Entonces, en contra de su voluntad, usted finalmente se levantó e hizo lo que tenía que hacer. En ese proceso, usted usó su cabeza y no su corazón.