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Maléficos duendes que tiñen sus gorros con la sangre de viajeros desprevenidos, viejas con senos de piedra que destrozan niños contra ellos, elefantes con siete trompas, caballos alados y serpientes emplumadas, un perro con tres cabezas que custodia la puerta de los infiernos, gigantes con un solo ojo en el medio de la frente, peces inmensos con cabeza de caballo, mulas que, en realidad, son mujeres transformadas y aves que tienen el poder de renacer de sus propias cenizas son algunas de las criaturas que componen la fauna mítica creada por la humanidad, conjunto del cual sólo pudimos dar cuenta mínimamente en este volumen, ya que, como bien decía Jorge Luis Borges en el prólogo de El libro de los seres imaginarios: "Un libro de esta índole es necesariamente incompleto; cada nueva edición es el núcleo de ediciones futuras que pueden multiplicarse hasta el infinito". Empero, esta compilación que rastreó seres fantásticos de la mitología y las leyendas griegas, cántabras, argentinas y nórdicas, entre otras, pone de manifiesto que la imaginación del género humano casi no ha tenido límites a la hora de desplegar su inventiva en pos de crear criaturas fantásticas, seres imaginarios, entidades monstruosas o como prefiera llamárselas. Casi tampoco los tiene: hoy en día, la leyenda de Nessie (el monstruo de lago Ness) sigue tan viva como hace centurias y los diarios, revistas y portales de Internet latinoamericanos dan cuenta con regularidad de los desastres originados por el chupacabras. Concretamente, Notiver, del 10 de enero de 2006, titula "Reaparece el chupacabras" para dar la noticia de diez borregos descuartizados en Veracruz, México. Pero… en esa imaginación, en cierto sentido desbocada y que ha traspasado fronteras tanto de tiempo como de espacio, ¿puede inferirse algún tipo de límite o de parámetro?, ¿es posible rastrear algún "método" o procedimiento recurrente, aunque no sea más que inconsciente o intuitivo? Analizando las descripciones y relatos que se han recogido en este libro podemos dar una respuesta afirmativa. Efectivamente, en la mayor parte de los casos existe una serie de procedimientos básicos para idear/imaginar/describir una criatura fantástica y éstos, como no podía ser de otra manera, siempre se realizan sobre la base de lo conocido. Tal como sostienen quienes estudian el fenómeno de la creatividad, lo que genera un efecto de sentido que podríamos denominar "creativo" no es algo nuevo, sino una combinación novedosa de lo ya existente. Y esto también se aplica a los seres que nos ocupan en este volumen y a los métodos que se ponen en juego para "crear" esas criaturas.
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Nuevo Inventario de criaturas fantásticas
Basiliscos, Vampiros, Demonios, Mulánimas y otros seres fabulosos.
Gómez Aquino, Rosa
Nuevo inventario de criaturas fantásticas / Rosa Gómez Aquino ; dirigido por José Marcelo Caballero. - 1a ed ampliada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : La Esquina de los Vientos, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-45784-8-8
1. Enciclopedias. 2. Diccionarios. 3. Criaturas Fantásticas. I. Caballero, José Marcelo, dir. II. Título.
CDD 030
© de esta edición, Pampia Grupo Editor 2017
Juan B. Alberdi 872 (1424) C.A.B.A.
Buenos Aires, Argentina
E-mail: [email protected]
www.pampia.com
Director Editorial: José Marcelo Caballero
Coordinadora: Marcela Serrano
ISBN 978-987-45784-8-8
Primera edición
Hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Editado en Argentina
Edited in Argentina
Prólogo
En 2006 publicaba Inventario de criaturas fantásticas.
Durante la década que transcurrió desde entonces, me llegaron noticias de que mi texto, además de ser material de lectura y de referencia, servía como disparador para generar nuevas producciones: había artistas plásticos que se inspiraban en sus descripciones para crear obras y talleres literarios que lo proponían como punto de partida para escribir narraciones. Eso me resultó maravilloso: saber que mi trabajo se había constituido en un eslabón de una cadena creativa más extensa. Por ello, no quiero dejar de mencionarlo y de agradecer a quienes hicieron posible que mi libro fructificara de esa manera tan particular y gratificante.
Esta segunda edición tiene dos modificaciones con relación a la anterior.
La primera de ellas hace al texto escrito. He incorporado más conceptos genéricos, ángeles, demonios, seres de bestiarios medievales y de antiguos relatos de viajes, y criaturas de las mitologías latinoamericanas y del continente europeo, así como también yokais, esto es, monstruos y entes sobrenaturales de la cultura japonesa.
Por otro lado, las ilustraciones han cedido su lugar a fotografías tomadas por mí a lo largo de los diversos viajes que he realizado en estos últimos años. Bajorrelieves y mosaicos expuestos en museos, capiteles románicos de iglesias medievales y detalles de fachadas son algunas de las imágenes que desfilan por esta edición aumentada.
Espero que este nuevo trabajo genere placer y curiosidad en los lectores y que, al igual que el anterior, sirva de disparador para creaciones ulteriores.
Rosa Gómez Aquino, noviembre de 2016.
Introducción
Maléficos duendes que tiñen sus gorros con la sangre de viajeros desprevenidos, viejas con senos de piedra que destrozan niños contra ellos, elefantes con siete trompas, caballos alados y serpientes emplumadas, un perro con tres cabezas que custodia la puerta de los infiernos, gigantes con un solo ojo en el medio de la frente, peces inmensos con cabeza de caballo, mulas que, en realidad, son mujeres transformadas y aves que tienen el poder de renacer de sus propias cenizas son algunas de las criaturas que componen la fauna mítica creada por la humanidad, conjunto del cual sólo pudimos dar cuenta mínimamente en este volumen, ya que, como bien decía Jorge Luis Borges en el prólogo de El libro de los seres imaginarios: “Un libro de esta índole es necesariamente incompleto; cada nueva edición es el núcleo de ediciones futuras que pueden multiplicarse hasta el infinito”.
Empero, esta compilación que rastreó seres fantásticos de la mitología y las leyendas griegas, cántabras, argentinas y nórdicas, entre otras, pone de manifiesto que la imaginación del género humano casi no ha tenido límites a la hora de desplegar su inventiva en pos de crear criaturas fantásticas, seres imaginarios, entidades monstruosas o como prefiera llamárselas. Casi tampoco los tiene: hoy en día, la leyenda de Nessie (el monstruo de lago Ness) sigue tan viva como hace centurias y los diarios, revistas y portales de Internet latinoamericanos dan cuenta con regularidad de los desastres originados por el chupacabras. Concretamente, Notiver, del 10 de enero de 2006, titula “Reaparece el chupacabras” para dar la noticia de diez borregos descuartizados en Veracruz, México.
Pero… en esa imaginación, en cierto sentido desbocada y que ha traspasado fronteras tanto de tiempo como de espacio, ¿puede inferirse algún tipo de límite o de parámetro?, ¿es posible rastrear algún “método” o procedimiento recurrente, aunque no sea más que inconsciente o intuitivo?
Analizando las descripciones y relatos que se han recogido en este libro podemos dar una respuesta afirmativa. Efectivamente, en la mayor parte de los casos existe una serie de procedimientos básicos para idear/imaginar/describir una criatura fantástica y éstos, como no podía ser de otra manera, siempre se realizan sobre la base de lo conocido. Tal como sostienen quienes estudian el fenómeno de la creatividad, lo que genera un efecto de sentido que podríamos denominar “creativo” no es algo nuevo, sino una combinación novedosa de lo ya existente. Y esto también se aplica a los seres que nos ocupan en este volumen y a los métodos que se ponen en juego para “crear” esas criaturas.
¿Cómo se crea una criatura fantástica? Procedimientos predominantes
Hay determinadas modalidades que (solas o combinadas entre sí) parecen haber sido las predominantes, si bien no las únicas, a lo largo de la cultura para dar origen a estos seres, y que han generado como resultado un efecto fantástico y extraordinario, en tanto y en cuanto no se respeta en ellos el orden natural y esperable, tal como sucede con el basilisco que es capaz de matar con la mirada, el hombre-lobo que muta de ser humano a animal o el myrmecoleón que combina en un mismo ser un cuerpo de hormiga con la cabeza de un león.
Ahora bien, ¿por qué o de qué manera, no se respeta ese orden natural y esperable? Pareciera haber tres formas o procedimientos básicos: adjunción, supresión y combinación.
En el caso de la adjunción, opera el exceso para generar la idea de lo extraordinario. De esa manera, la criatura fantástica es mayor en algún sentido que el referente de la vida real que toma como base para constituirse. A su vez, la adjunción puede llevarse a cabo de dos maneras básicas: extensión (procedimiento que aumenta el tamaño) o añadidura (procedimiento que suma miembros). Vayamos a ellas:
—Extensión: especialmente en los seres de carácter monstruoso se impone el exceso, la hipérbole. Buena parte de ellos no son sino exageraciones de criaturas efectivamente existentes. El temido kraken es un calamar gigante (especie que existe), pero notablemente aumentado, ya sea por el miedo o por la necesidad de agregar un condimento más al relato; Atlas era un gigante de tales proporciones que su misión consistía en llevar al mundo sobre sus hombros y el diablo de los mares, una raya de tal envergadura que se decía que era capaz de volar y caer sobre las embarcaciones y hundirlas.
—Añadidura: en esta modalidad, el exceso opera sobre el número. Por ejemplo, la anfisbesna es una serpiente que tiene dos cabezas en lugar de una y el caballo Sleipner cuenta con ocho patas.
De manera contraria a la adjunción, en el caso de la supresión, la criatura imaginaria adquiere carácter extraordinario por defecto, por carencia. Como consecuencia de ello el ente fantástico resulta menor que el referente de la vida real que toma como base para constituirse.
La supresión es llevada a cabo de tres maneras básicas: empequeñecimiento, elisión y fragmentación. Nuevamente, detallémoslas:
—Empequeñecimiento: el ente fabuloso mantiene la misma conformación que su referente real, pero en menores dimensiones. Buen ejemplo de ello son los duendes (en prácticamente todas sus versiones) imaginados como hombres empequeñecidos y los siniestros homúnculos, seres humanos en miniatura de unos treinta centímetros, fruto de las manipulaciones de los alquimistas.
—Fragmentación: en la fragmentación, la criatura fantástica resulta menor que su referente real no por ser más pequeña, como en el caso anterior, sino por ser sólo una parte de ella. Dos ejemplos son la umita, cabeza humana que vaga sola por la noche, o la mula sem cabeça, mujer pecadora que los Viernes Santos se convierte en una mula descabezada.
—Elisión: en esta modalidad la carencia opera sobre el número. Los cíclopes tienen un ojo en lugar de dos y el caballo de tres patas posee tantas extremidades como su nombre lo indica.
En el tercer caso, el de la combinación, se reúnen elementos que no están exagerados ni minimizados, pero cuyo resultado antinatural se produce por efecto de la combinación. La hibridez que aparece como resultado de la yuxtaposición de elementos que no deben estar juntos también genera seres y criaturas fantásticas.
Los ejemplos al respecto son antiguos e ilustres: la esfinge griega tiene cabeza y pechos de mujer, cuerpo y pies de león y alas de pájaro; el centauro, de idéntico origen, posee cabeza, tronco y brazos humanos, pero el resto del cuerpo de un caballo y las múltiples sirenas, en su versión más conocida, combinan torso y cabeza de bellas mujeres con un cuerpo de pez de la cintura hacia abajo.
Asimismo, es posible que estos procedimientos se combinen entre sí y los korreds son un ejemplo de ello. Al ser enanos operan por supresión (específicamente, por empequeñecimiento), pero también, al tener zarpas de gato o patas de cabra en lugar de pies, ha operado en ellos la combinación.
¿De qué nos hablan las criaturas fantásticas? Temas recurrentes
De manera similar a la recurrencia de procedimientos formativos a los que aludíamos en el punto anterior, hay ciertos temas o motivos temáticos que se repiten en las descripciones y en los relatos que construyen a estos seres fantásticos. Y resulta sorprendente comprobar de qué manera un mismo tema con distintos contenidos se hace presente en épocas muy alejadas entre sí o en lugares casi opuestos del globo.
Algunos de esos motivos temáticos refieren al origen de la criatura en cuestión. Uno de ellos es el engendro fruto del pacto con el diablo, tema que aparece, por ejemplo, en el caso del Familiar y del runauturungo. Otro es el animal monstruoso fruto de la unión genéticamente incompatible, clase temática que engloba a la monuca (nacida del gato montés y la garduña), y al pájaro de ojos amarillos (criatura de la mitología cántabra surgida del apareamiento entre un murciélago viejo y una lechuza). Un tercer motivo que da cuenta del origen podría caracterizarse como el hombre o la mujer metamorfoseados por haber llevado a cabo una unión sexual pecaminosa o incestuosa, que se plasma en la mulánima, el condenado y la cumacanga.
Otros temas recurrentes refieren, por ejemplo, al ambiente propicio para que esa transformación tenga lugar y, en estos casos, el influjo de la luna llena es un clásico. Tanto en el hombre-lobo (mito de origen europeo), como en algunas versiones de la latinoamericana Llorona, es la luz del astro en esa fase lo que permite que la metamorfosis latente se haga efectiva.
Un grupo bastante numeroso de motivos temáticos da cuenta del comportamiento, las características o las funciones de estos seres. El duende pícaro que seduce mujeres es una suerte de clásico que atraviesa continentes y culturas y se encuentra tanto en el Pombero latinoamericano, como en el Bosgosu asturiano; el animal que guarda las puertas del infierno se hace presente en el Cancerbero griego y en el Gamr nórdico; la mirada mortal es una de las cualidades más conocidas del basilisco, pero aparece también en otros seres, como el pájaro de ojos amarillos o la Gorgona; la vieja repulsiva y malvada se encarna tanto en la Baba Yaga rusa, como en la guaxa asturiana y la mujer peligrosamente seductora lo hace en las múltiples especies de sirenas que han habitado de forma imaginaria las aguas de buena parte del mundo.
Por último, hay motivos que (en el caso de que esto sea posible) tematizan la “vuelta a la normalidad” de la criatura fantástica en cuestión. Por ejemplo, el derramamiento de sangre como elemento redentor que rompe el hechizo, hecho que funciona tanto en el hombre-lobo como en la mulánima.
Seres que viajan por el tiempo y el espacio
Hay un aspecto no menor en algunas de las criaturas que aparecen descritas en este volumen: se trata de su capacidad para estar presentes (a veces con variaciones importantes, otras con cambios mínimos) en distintas épocas y en lugares muy alejados unos de otros.
Efectivamente, algunos de los seres que pueblan este libro son un verdadero ejemplo de cómo el sentido circula (con variaciones y permanencias) a través del tiempo y del espacio en la figura de un ser imaginario, dejando su huella en continentes distintos y siglos disímiles.
El basilisco es, tal vez, el mejor ejemplo de ello. Ya se encuentran menciones a él en la misma Biblia; Plinio lo describe en su Historia Natural; Isidoro de Sevilla hace otro tanto en sus Etimologías que datan del siglo VII y el mito viaja al continente americano, donde se encuentran variopintas versiones. Asimismo, en ese viaje que el basilisco efectúa entre culturas y lugares, muta y es a veces un gallo reptiloide, y en otras ocasiones, una suerte de engendro con forma similar a una serpiente.
Otro caso por demás ilustrativo al respecto es el del unicornio, animal que es descrito de una manera por Plinio en su Historia Natural en el siglo I de nuestra era, de otra distinta en los bestiarios medievales y retorna en la figura del camahueto, fantástico ternero unicornio de la mitología del sur de Chile.
A su vez, sirenas y gigantes, con distintas denominaciones y características, son una presencia recurrente en mitos y leyendas de buena parte del globo desde la misma Antigüedad hasta las épocas actuales.
Acerca de los bestiarios
En repetidas ocasiones se hace referencia en este volumen a los bestiarios medievales. ¿Qué era un bestiario? Era un libro que contenía descripciones de diversos animales, tanto reales como imaginarios, que venían acompañadas de una explicación o enseñanza de orden moral. Nilda Guglielmi, en la introducción que hace a la edición del Fisiólogo realizada por Eudeba en 1971, define : “(…) podríamos decir que es (el bestiario) una obra seudocientífica moralizante sobre animales existentes y fabulosos”.