Papá - Hernandes Dias Lopes - E-Book

Papá E-Book

Hernandes Dias Lopes

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Beschreibung

En Papá, un hombre de valor, Hernandes Dias Lopes destaca que ser papá es un privilegio sublime y también una responsabilidad inmensa. Que no basta tener hijos, es necesario educarlos y prepararlos para la vida. Muchos hombres se vuelven famosos y alcanzan el auge de su éxito en la carrera profesional, pero pocos han tenido éxito en lo recóndito del hogar. Aun hoy la paternidad responsable es una de las misiones más nobles, arduas y desafiadoras. El papá de verdad es un hombre que hace diferencia en la vida de los hijos, es ejemplo para ellos: antes de enseñarles algo a los hijos, vive lo que enseña: antes de inculcarles la verdad a sus hijos, él la tiene en su corazón; él enseña el camino a los hijos; y él los enseña en el camino. Es por medio del ejemplo que tenemos la manera más eficaz de enseñar. Tenemos que ser modelo de honestidad para nuestros hijos. ¡Tenemos que ser papás, pero ante todo ser hombres de valor!

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Seitenzahl: 116

Veröffentlichungsjahr: 2017

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© 2008 por Hernandes Dias Lopes, publicado originalmente por la Editora Hagnos Ltda, São Paulo, Brasil con el título Pai, um homem de valor.

© 2016 por Hernandes Dias Lopes para español

Revisión

Carla Alzate

Portada

Adaptación Hagnos

Diagramación y e-book

Felipe Marques

1ª edición – Septiembre de 2016

Editor

Juan Carlos Martinez

Coordinador de producción

Mauro W. Terrengui

Todos los derechos reservados para:

Editorial Hagnos Corp.

2227 W Hillsboro Blvd

Suite A

Deerfield, Beach, FL 33442

e-mail: [email protected]

www.editorialhagnos.com

Dados Internacionais de Catalogação na Publicação (CIP)

Angélica Ilacqua CRB-8/7057

Lopes, Hernandes Dias

    Papá, un hombre de valor / Hernandes Dias Lopes – São Paulo : Hagnos, 2016.

Título original: Pai, um homem de valor

ISBN 978-85-7742-196-1

1. Padres – la vida religiosa 2. Padres e hijos – la vida religiosa 3. Cristianismo I. Título

16-0244

CDD 248.845

Las puntuaciones de catálogo sistemático:

1. Padres e hijos – la vida religiosa

DEDICATORIA

Dedico este libro al presbítero Dário Neves de Moura y a su amada esposa Nilza, una pareja preciosa, hospitalaria, consejera, amiga, fieles a Dios, que han sido un bálsamo del cielo para mi vida, familia y ministerio.

CONTENIDO

Prefacio

Introducción

Capítulo uno – Padres e hijos, una relación vital para la familia

Capítulo dos – Un gran hombre que fracasó como papá

Capítulo tres – Un papá que oraba por sus hijos

Capítulo cuatro – Un papá que luchó por sus hijos y después los perdió

Capítulo cinco – Papás e hijos vueltos los unos a los otros

Capítulo seis – Papás que invierten en la vida de sus hijos

Capítulo siete – Un ejemplo de papá

PREFACIO

LOS HOMBRES MÁS FELICES DEL MUNDO están lejos de los flashes, no acumularon riquezas ni van a los círculos sociales de la alta sociedad, no llegaron a la cúspide de la notoriedad ni bebieron todas las copas del placer. Los hombres que llenaron el alma con los más finos manjares espirituales y alcanzaron la más encantadora de todas las realizaciones son héroes anónimos. Son hombres que no fueron aplaudidos por el mundo, sino que fueron aprobados en el seno de la familia. Su mayor realización no es ser grande a los ojos del mundo, sino tener honra dentro de su hogar; no es tener muchos admiradores, sino criar a los hijos en la disciplina y en la amonestación del Señor.

Mi papá fue un ejemplo para mí. Enérgico, pero dulce al mismo tiempo. Me rodeaba de privilegios, pero de igual manera, me vestía de responsabilidades. Me rodeaba de cariño, pero me cubría de exigencias. No economizaba críticas pero era prodigioso en los elogios. Era firme en la confrontación, pero convincente en las lágrimas. Mi papá fue mi consejero y mi motivador. Algunas veces, le obedecí con lágrimas en los ojos, deseando hacer lo opuesto a su orientación. Pero, al obedecerlo y honrarlo, descubrí que Dios me preparaba para victorias que me consagrarían.

Mi papá no era un hombre culto, pero tenía experiencia; no subió los escalones de una universidad pero obtuvo el diploma en la escuela de la vida; no tenía familiaridad con los libros, pero tenía intimidad con Dios. Sus palabras para mí son, aun hoy, rayos de luz que aclaran mi camino. Mi papá no fue un hombre perfecto, pero fue un hombre serio, íntegro, y de valor, que me ayudó a conocer a Dios, me cogió de la mano y me enseñó el camino de la verdad.

Hernandes Dias Lopes

INTRODUCCIÓN

SER PAPÁ ES UN PRIVILEGIO SUBLIME y también una gran responsabilidad. No es suficiente tener hijos, es necesario educarlos y prepararlos para la vida. Muchos hombres se vuelven famosos y alcanzan el auge del éxito en la carrera profesional, pero pocos tienen éxito en el seno del hogar. Aun hoy, la paternidad responsable es una de las misiones más nobles, arduas y desafiantes. El papá de verdad es un hombre que hace diferencia en la vida de los hijos, es un ejemplo para ellos; y antes de enseñarles algo, vive lo que enseña; antes de inculcarles la verdad, tiene la verdad en su corazón; él enseña el camino a los hijos y les enseña en el camino. El ejemplo no es solamente una manera de enseñar es la única manera eficaz de hacerlo. Necesitamos papás que sean modelos de honestidad para los hijos.

Hoy vivimos la gran tensión entre lo urgente y lo importante. Cosas urgentes golpean a nuestra puerta en todo instante. A pesar de que todo a nuestro alrededor grite en nuestros oídos apelando a lo urgente, no siempre esa urgencia es de hecho importante. Un papá jamás puede sacrificar en el altar de las cosas urgentes lo que es verdaderamente importante. El papá que hace diferencia encuentra tiempo para los hijos. Quien ama valora. Quien ama prioriza. Quien ama encuentra tiempo para la persona amada. Los hijos son importantes. Ellos merecen lo mejor de nuestro tiempo, de nuestra agenda, de nuestra atención. Si el papá está tan ocupado al punto de no tener tiempo para sus hijos, es porque está muy sobrecargado. La verdad, ningún éxito compensa el fracaso de la relación con los hijos. La herencia de Dios en la vida de los papás no es el dinero, sino los hijos, que a su vez, necesitan más de los papás que de las cosas. Los regalos nunca remplazan la presencia del papá.

Quien ama disciplina. Amor sin disciplina es irresponsabilidad. Un papá, que quiera hacer diferencia, debe equilibrar corrección y estimulo. Dejar de corregir a los hijos es un gran peligro. Sin embargo, la corrección tiene que ser dosificada con el estímulo. El rey David pecó contra sus hijos por no contrariarlos. El sacerdote Elí fue acusado de amar más a los hijos que a Dios, siendo alcahueta con sus errores y sin ser firme para corregirlos. Los hijos necesitan el estimulo de los papás. El elogio sincero y la apreciación adecuada son herramientas importantes para la formación emocional. Los hijos tienen que sentirse amados, protegidos y orientados. Corrección sin estimulo es castigo; estimulo sin corrección adulación. Ambos son nocivos para la formación del carácter.

Para hacer diferencia, un papá debe cuidar la vida espiritual de sus hijos. No basta cuidar física, intelectual y emocional, también es necesario cuidar la vida espiritual. Un papá que hace la diferencia actúa como el patriarca Job, que intercedía todas las madrugadas por sus hijos y los llamaba para santificarlos. No basta tener hijos brillantes, exitosos profesionalmente, necesitamos tener hijos salvos, consagrados a Dios. Nuestros hijos deber ser más hijos de Dios que nuestros. Deben ser criados para realizar los sueños de Dios, deben vivir para la gloria de Dios.

Capítulo uno

PADRES E HIJOS, UNA RELACIÓN VITAL PARA LA FAMILIA

CUANDO PABLO ESCRIBIÓ LA CARTA A LOS EFESIOS, durante el imperio Romano, estaba en vigencia el régimen pater potestas. En ese régimen, el papá tenía el derecho absoluto sobre los hijos.

En la década de 1960, con los hippies irrumpió una revolución con los hippies que dio como resultado la rebeldía contra toda autoridad establecida. La autoridad de los padres también fue afectada. La familia quedo acéfala. La confusión se estableció y muchas familias perdieron la referencia de autoridad y obediencia. En aquel momento, los jóvenes rompieron con la cultura prevaleciente. Salieron de casa. Vivieron en grupos nómadas, abandonaron los estudios y despreciaron el trabajo y la religión. Muchos de esos jóvenes se perdieron en los laberintos de las drogas. Dirigida por la locomotora de esa crisis, vino la liberación sexual, movida por la flexibilidad de la ética y el uso del anticonceptivo. La juventud perdió su ideal y abandonó sus trincheras. Empujada por el rock, fue sumergida de cabeza en las drogas, en el sexo libre y en el misticismo. Al mismo tiempo que “disfrutaba” los bienes de consumo, también se perdía, confusa sin parámetros.

Esa crisis aún es inmensa, con padres corriendo atrás de cosas y sacrificando relaciones. Ellos ofrecen comodidades, educación y libertad incondicional a sus hijos, pero no tienen tiempo para ellos. Sacrifican en el altar de lo urgente lo que es de verdad importante, remplazan presencia por regalos, dan cosas para a sus hijos, pero no se dan a sí mismos.

Si queremos restaurar la familia, tenemos que volver a los principios de Dios. Él instituyó la familia y estableció leyes y principios que deben regirla. La relación entre papás e hijos es ampliamente enseñada y ejemplificada en las Escrituras. Consideremos esa relación a la luz de la enseñanza del apóstol Pablo.

El deber de los hijos con los padres

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra (Ef 6:1-3).

Martyn Lloyd-Jones, comentando el texto anterior, menciona tres motivos que deben llevar a un hijo a ser obediente con sus papás.

La naturaleza. El apóstol Pablo ordena: Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. (Ef 6:1). La obediencia de los hijos a los padres es una ley de la propia naturaleza y el comportamiento patrón de toda la sociedad. Los moralistas paganos, los filósofos estoicos, la cultura oriental (china, japonesa, coreana), las grandes religiones como el confucionismo, budismo e islamismo defienden la obediencia a los padres. La desobediencia es una señal del fin de los tiempos (Ro 1:28-30; 2 Tim 3:1-3).

La ley (Ef 6:2,3; Éx 20:12; Dt 5:16). Honrar es más que obedecer. Los hijos deben rendir no solamente obediencia, sino también demostrar amor, respeto y cuidado por los padres. Es posible obedecer sin honrar. El hermano mayor del hijo prodigo obedecía a su padre, pero no lo honraba. Él tenía una relación de obediencia sin amor y sin comunión, no se deleitaba en el papá ni aprovechaba sus bienes. Vivía como un esclavo en la casa paterna. Hay hijos que deshonran a los padres dejando de cuidarlos en la vejez, otros solamente los honran después que mueren, mandando flores para el funeral, pero durante la vida jamás les demostraron respeto y amor.

Honrar a papá y mamá es honrar a Dios (Lv 19:1-3). La deshonra a los padres era un pecado tan grave entre el pueblo hebreo que la ley ordenaba castigar al infractor con pena de muerte (Lv 20:9; Dt 21:18-21). Resistir a la autoridad de los papás es rebelarse contra la autoridad del propio Dios, pues toda autoridad constituida procede de Dios (Ro 13:1). La Biblia habla que José, hijo de Jacob, obedeció a su papá aun sabiendo que esa obediencia le podría traer graves problemas. Sus hermanos lo odiaban, pero, aun así, José fue a su encuentro por orden de su papá (Gn 37:13). Y, porque José honró a su papá, Dios lo honró.

Honrar a papá y mamá trae beneficios (Ef 6:2,3). Pablo enumera dos beneficios: prosperidad y longevidad. En el Antiguo Testamento, las bendiciones eran terrenales y temporales, como la posesión de la tierra. En el Nuevo Testamento, nosotros somos bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo (Ef 1:3). Un hijo obediente se libra de grandes disgustos.

Cuántos desastres podrían ser evitados, cuántos matrimonios apresurados dejarían de suceder, cuántas lágrimas dejarían de caer, cuántas muertes precoces dejarían de existir si los hijos dieran oídos a los consejos paternos.

La Biblia nos muestra la vida de Sansón, un joven cuyos padres se preocuparon con su crianza aún antes de que naciera. El nacimiento de Sansón fue un milagro, su vida un prodigio, pero su muerte fue una tragedia. Ese joven era un gigante en fuerza física, pero un enano en el área de la pureza moral. Por dejar de oír el consejo de los padres y no honrar los compromisos asumidos con Dios, murió ciego, humillado y escarnecido por el enemigo.

Cuántos desastres serían evitados si los hijos fueran cautelosos sobre la seducción de las drogas, del sexo ilícito, del noviazgo indecoroso, de los amigos de programas dudosos (Pr 1:10). La obediencia a los padres es un muro protector. Aquellos que salen de esa protección se exponen a los ataques mortales del enemigo.

Pablo ordena Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres […] (Ef 6:1). En Colosenses 3:20, el apóstol escribe que los hijos deben obedecer a los papás en todo. Pero, en Efesios 6:1, Pablo delimita la cuestión diciendo que los hijos deben obedecer a sus padres, En Cristo, la familia es llevada a la plenitud de su propósito original. Nuestras relaciones familiares son restauradas, son purificadas del egocentrismo nocivo, porque estamos en el Señor. Los hijos aprenden a obedecer a los padres porque eso es agradable al Señor (Col 3:20).

El deber de los padres con los hijos

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Ef 6:4).

Mediante el pater potestas, el padre poseía poder absoluto e ilimitado. En ese régimen, el padre podía no solamente castigar a los hijos, sino también venderlos, esclavizarlos, abandonarlos y hasta matarlos. Sobre todo los débiles, enfermos y minusválidos tenían pocas chances de sobrevivir.

Sin embargo, Pablo enseña, que el padre cristiano debe imitar otro modelo. Él exhorta a los padres a no ejercer la autoridad, sino a contenerla. La paternidad es derivada de Dios (Ef 3:14,15; 4:6). Los papás humanos deben cuidar de los hijos como Dios Padre cuida de su familia. El apóstol Pablo hace una doble exhortación a los papás. Veamos.

Las exhortaciones negativas

En las exhortaciones negativas, el apóstol ordena: Y vosotros, padres, no provoquéis a ira vuestros hijos […] (Ef 6:4). La personalidad del niño es delicada y los papás pueden abusar de su autoridad, usando ironía y ridiculización. El papá no puede abusar de los hijos, ni ser complaciente haciendo la voluntad de sus hijos. El exceso y la ausencia de autoridad provocan ira en los hijos y les causa desaliento (Col 3:21). Cada hijo es una persona peculiar que debe ser ó necesita ser respetada en su individualidad. Vea los casos en los que los padres con seguridad provocan los hijos a ira:

Exceso de protección. Los que intentan mantener sus hijos siempre bajo sus alas, protegiéndolos excesivamente, impiden que sean preparados adecuadamente para las adversidades de la vida. Los hijos son como saetas cargadas en las manos del valiente,...