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¿Quién era ese hombre que provocaba verdaderas revoluciones por donde pasaba? ¿Cuáles eran sus credenciales? ¿Quiénes eran sus padres? ¿Dónde nació? ¿Cómo fue educado? ¿Qué convicciones religiosas le orientaron los pasos? Sus cartas aun hablan. Su voz póstuma es poderosa. Aun hoy millares de personas son bendecidas por su vida y por su legado. Ahora, sólo nos cabe imitar a ese hombre como él imitó a Cristo. Hernandes Dias Lopes nos invita a realizar un fascinante viaje por medio de las Escrituras rumbo al pasado, entrando por los corredores del tiempo, con la finalidad de descubrir esas respuestas y permitir que sus palabras hablen a nuestros corazones.
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Seitenzahl: 179
Veröffentlichungsjahr: 2017
© 2009 por Hernandes Dias Lopes, Publicado originalmente por la Editora Hagnos Ltda., São Paulo, SP, Brasil, con el título: Paulo o maior líder do cristianismo
© 2017 Hernandes Dias Lopes para Español
Traducción
Javier Humberto Martinez
Revisión
Vernon Peterson
Portada
Adaptación equipo Hagnos
Diagramación
Felipe Marques
1ª edición - Julio de 2017
Editor
Juan Carlos Martinez
Coordinador de Producción
Mauro W. Terrengui
Todos los derechos de esta edición reservados para:
Editorial Hagnos Corp.
2227 Suite A W. Hillsboro Blvd,
Deerfield Beach, FL 33442 U.S.A.
E-mail: [email protected]
http://www.editorialhagnos.com
Catalogación en la Publicación (CIP)
Angélica Ilacqua CRB-8/7057
Lopes, Hernandes Dias
Pablo, el mayor líder del cristianismo / Hernandes Dias Lopes ; traducción : Javier Martinez. – Deerfield Beach, FL : Hagnos, 2017.
Título original: Paulo, o maior líder do cristianismo
ISBN 978-85-7742-205-0
1. Cristianismo – fuentes 2. Iglesia – Historia 3. Pablo, Santo I. Título II. Martinez, Javier
16-1461
CDD 270.092
Las puntuaciones de catálogo sistemático:
1. Pablo, Santo : Historia : Cristianismo
Dedico este libro a mi apreciado amigo y hermano, el Rdo. Samuel Vieira, pastor de almas, predicador ilustrado, consejero sabio, líder experimentado, amigo más allegado que hermano.
Introducción
Un religioso memorableUn perseguidor implacableUn toro indomableUna piedra bruta pulidaSembrando con lágrimas, cosechando con júbiloUna agenda establecida en el cieloUna despedida llena de emocionesUn torrente de problemasUn hombre bajo ataqueEl viaje de Pablo a RomaLa primera prisión en RomaLa segunda prisión en Roma y el martirioEpílogo
El apóstol Pablo fue, sin lugar a dudas, el mayor evangelista, el mayor teólogo, el mayor misionero y el mayor plantador de iglesias de toda la historia del cristianismo. Plantó iglesias en las provincias de Galacia, Macedonia, Acaya y Asia Menor. Ningún hombre ejerció tanta influencia sobre nuestra civilización. Ningún escritor ha sido tan conocido y sus obras tan divulgadas y comentadas como las suyas. Aunque haya vivido bajo fuertes presiones internas y externas, no dejó jamás que su alma quedara amargada.
Pablo fue el mayor abanderado del cristianismo, su exponente más ilustre, su defensor más elocuente, su embajador más conspicuo. Predicó con celo a los gentiles y a los judíos, en las escuelas, cortes, palacios, sinagogas, plazas y prisión. Con la misma motivación, predicó cuando tenía holgura y también cuando pasaba por privaciones. Enriqueció a muchos, sin poseer nada. Aunque experimentó hambre y frío, soportó cadenas y tribulaciones, pasando los últimos días en una mazmorra y enfrentando el martirio por orden de un emperador desquiciado, su vida aún inspira a millones de personas en todo el mundo.
Su conversión extraordinaria fue un divisor de aguas, no sólo en su vida, sino también en la historia de la humanidad. Antes de esa insólita experiencia, fue el mayor perseguidor del cristianismo; después, llegó a ser su mayor defensor. Su vida fue vivida siempre con gran ardor y pasión. Antes de su conversión, su celo sin entendimiento lo llevó a perseguir implacablemente a los cristianos. Después de su conversión, su celo por la gloria de Dios, hizo que se gastara sin reservas por los cristianos.
Lo invito a acompañar conmigo la vida de ese gigante de Dios. Lo invito a que hagamos un viaje rumbo al pasado, entrando por los corredores del tiempo, para que descubramos estas respuestas. Nuestra fuente primaria es la Sagrada Escritura. Allí emanan los informes más importantes sobre la vida, el ministerio y la muerte de este gigante del cristianismo. ¡Mientras el veterano apóstol nos toma de la mano y nos guía por las veredas de sus variadas experiencias, será necesario que tengamos los ojos abiertos y el corazón dispuesto para aprender con él preciosas y ricas lecciones!
¡Es tiempo que comencemos este viaje! ¡Qué Dios nos ayude en esa gloriosa aventura!
Hernandes Dias Lopes
Capítulo 1
¿Quién era ese hombre que provocaba verdaderas revoluciones por donde pasaba? ¿Cuáles eran sus credenciales? ¿Quiénes eran sus padres? ¿Dónde nació? ¿Cómo fue educado? ¿Qué convicciones religiosas dirigieron sus pasos?
Para responder a estas preguntas y así llegar a conocer mejor el mayor líder del cristianismo, veamos siete aspectos de la vida del apóstol Pablo para mejor conocerlo.
I. Pablo era judío de nacimiento.
En su defensa en Jerusalén, después de su dramática prisión, tuvo la oportunidad de dirigirse a la multitud alborotada, diciendo: Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia… (Hch 22.3). Sus padres eran judíos y la sangre que corría por sus venas era la misma que corría por las venas del patriarca Abraham. Al combatir la idea errada de los falsos maestros judaizantes, que nutrían una falsa confianza en su linaje judío, Pablo respondió:
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos… (Fil 3.4-5).
Pablo era un judío pura sangre. Un judío de pura cepa quien procedía de la más importante tribu israelita, Benjamín.
II. Pablo fue criado dentro de la fe judía.
Pablo nació en Tarso de Cilicia, y sus Padres lo educaron en la fe judía, una vez que fue circuncidado al octavo día (Fil 3.5). Desde su infancia, bebió la leche de la piedad y aprendió los preceptos de la Ley de Dios. Jamás fue un joven libertino. Su propósito de servir a Dios fue la norma que gobernó su vida, siempre con un celo que ardió en su pecho. Dominaba con gran destreza el conocimiento de la Ley y las opiniones más importantes de los grandes maestros de su época. Se destacaba dentro del judaísmo e incluso llegó a declarar: y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres (Gal 1.14).
III. Pablo fue educado en Jerusalén a los pies de Gamaliel.
Frente a una gran multitud en Jerusalén, Pablo presentó su testimonio:
…criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros (Hch 22.3).
Jerusalén era la ciudad santa y allí estaban los escribas y doctores de la ley. Allí se encontraba el templo y los sacrificios. Allí estaban la Ley y las ceremonias. Allí se encontraban los sacerdotes y los rabinos. Allí estaba el sanedrín. La ciudad transpiraba religión, girando en torno a lo sagrado. En esta, la ciudad de David, Pablo fue instruido a los pies de Gamaliel, el mayor y más ilustre rabino de aquella época, hombre culto, sabio y piadoso. Al ser instruido según la exactitud de la ley de sus antepasados, Pablo conocía bien de cerca las tradiciones de su pueblo. Sabía de memoria las innumerables reglas y preceptos creados por los ancianos. Esa tradición oral, fruto de la interpretación meticulosa y extravagante de los escribas, era observada cuidadosamente por este joven brillante.
IV. Pablo tenía una vasta cultura secular.
Su erudición, su conocimiento trascendía el campo religioso. Estaba familiarizado con lo más refinado de su época. Pablo era un políglota, y se comunicaba con facilidad en varios idiomas. Se movía con pericia por los corredores del pasado y citaba con precisión a los grandes pensadores y filósofos de los tiempos antiguos. Cuando predicó en la capital intelectual del mundo, la Atenas de Pericles, Sócrates, Platón y Aristóteles, no dudo citar algunos poetas atenienses (véase Hch 17.28). Cuando escribió a Tito, en la isla de Creta, hizo referencia a Epiménides, un filósofo cretense del siglo 6to a.C. (Tit 1.12). Con una cultura enciclopédica, aun Festo, burlándose del apóstol, tuvo que doblegarse ante la realidad innegable que Pablo era un hombre de muchas letras (Hch 26.24). El propio apóstol Pedro hizo referencia a la sabiduría de Pablo, diciendo que escribió cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tuercen para su propia destrucción (2 P 3.15-16).
V. Pablo era fariseo, miembro de la secta más rigurosa de los judíos.
Escribiendo a los filipenses, describió su antigua vida en estos términos: …en cuanto a la ley, (yo era) fariseo… (Fil 3.5). Delante del rey Agripa, cuando estaba siendo acusado, en Cesarea, dijo: …conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo (Hch 26.5). Como fariseo, Pablo era celoso de la ley y como fariseo, era extremadamente celoso de las tradiciones de sus padres (Gal 1.14). Como fariseo, frecuentaba asiduamente la sinagoga, y como fariseo, daba el diezmo disciplinadamente y ayunada regularmente. Llegó a afirmar que, en cuanto a la justicia que está en la ley, era irreprensible (Fil 3.6). Los fariseos se consideraban los “separados” y conformaban el grupo religioso más ortodoxo de Israel. Los fariseos estaban del lado opuesto de los saduceos, otro grupo religioso que negaba la resurrección y la existencia de los ángeles.
VI. Pablo era miembro del Sanedrín judío.
Pablo era el mayor embajador del Sanedrín judío en el sentido de promover la fe de sus padres. Por otro lado, era el brazo extendido de ese mismo Sanedrín para neutralizar o desbaratar cualquier nueva vertiente religiosa que pusiera en riesgo su tradición religiosa. El Sanedrín era el concilio mayor de los judíos, compuesto de setenta hombres maduros, cuya función principal era legislar y juzgar la vida religiosa y moral del pueblo judío. Gobernado especialmente por los sacerdotes, de la secta de los saduceos, tenía en los fariseos sus miembros más celosos de la ley (Hch 23.6). Ser miembro del Sanedrín era ser considerado uno de los principales de los judíos (Jn 3.1). Ese puesto de honra le daba proyección y gran reconocimiento en la sociedad. Era un hombre respetado por su conocimiento, por su religiosidad y por el celo con que se consagraba a la causa de su pueblo.
VII. Pablo era un ciudadano romano.
Aun siendo hijo de judíos, Pablo era ciudadano romano (Hch 22.27), pues nació en una provincia romana, en Tarso de Cilicia. Recibió el título de ciudadano romano, no mediante el pago de una gran suma de dinero (Hch 22.28a), sino por derecho de nacimiento (Hch 22.28b). Un ciudadano romano gozaba de ciertos privilegios, y entre otros, no podía ser azotado (Hch 22.25). Pablo dudo echar mano de este privilegio siempre que fuera necesario. Por lo menos dos veces esa credencial libró a Pablo de manos de las autoridades. La primera vez, en la ciudad de Filipos, colonia romana, donde Pablo fue azotado y encarcelado ilegalmente. Cuando los pretores, autoridades locales, supieron que Pablo era romano, temieron y tuvieron que disculparse con el apóstol (Hch 16.35-40). La segunda vez, cuando Pablo fue encarcelado en Jerusalén y estaba siendo amarrado para ser interrogado con azotes, en vista del alboroto de la multitud enloquecida, Pablo preguntó: … ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? (Hch 22.25). Pablo no hacía propaganda de sus prerrogativas, pero jamás dejó de usarlas cuando era necesario. Ser humilde no es esconderse. Los humildes no tocan trompeta haciendo alarde de su conocimiento, poder o influencia. Los humildes no quieren ser menos de lo que son; pero jamás dejan de afirmar lo que son, cuando eso contribuye para la promoción del bien.
Capítulo 2
El celo sin entendimiento puede ser un arma peligrosísima. Muchos crímenes horribles han sido practicados en nombre de Dios, y con Pablo no fue diferente. Era un perseguidor implacable (Gal 1.13) usando su influencia y fuerza para aplastar a los discípulos de Cristo. Persiguió a Cristo (Hch 26.9), la religión de Cristo (Hch 22.4) y a los seguidores de Cristo (Hch 26.11).
Pablo fue el más severo perseguidor de la iglesia en sus albores. Mirando hacia atrás, haciendo una retrospectiva de su pasado, escribió a Timoteo: habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador… (1 Tim 1.13). Él hería a los cristianos con la lengua y con los puños y lo hacía con arrogancia y soberbia. Usaba los instrumentos legales y también la crueldad física.
I. Pablo es visto como perseguidor
Resaltamos aquí, algunos puntos importantes:
A. Pablo se veía a sí mismo como perseguidor
Al escribir a la iglesia de Corinto, Pablo no solo dice que se consideraba el menor de los apóstoles, también considera que no era digno de aun ser llamado apóstol, pues había perseguido a la iglesia de Dios (1 Cor 15.9). Escribiendo a los gálatas, testifica: Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba (Gal 1.13). Frente al pueblo de Jerusalén, confesó: Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres (Hch 22.4). Delante del rey Agripa, él testificó:
Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras (Hch 26.9-11).
B. Cristo lo veía como perseguidor
Enfurecido, Pablo, iba a Damasco con el propósito de apresar y traer amarrados a los discípulos de Cristo a Jerusalén para echarlos en prisión. En el camino, Cristo se le apareció, de manera gloriosa, en el camino, preguntándole: ...Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón (Hch 26.14). Perseguir a la iglesia es perseguir a Cristo. Perseguir a los miembros del Cuerpo es perseguir a la Cabeza del Cuerpo. Perseguir a la novia es perseguir al Novio. Pablo no estaba simplemente levantándose contra hombres, sino contra el propio Dios. Aquellos que hieren a los santos de Dios, tocan la niña de los ojos de Dios.
C. El pueblo de Damasco lo vio como perseguidor
El celo sin entendimiento puede llevar a un hombre a hacer locuras. Pablo atacó furiosamente a los cristianos. Ananías, habitante de Damasco, dijo al Señor acerca de él: …Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre (Hch 9.13-14). Lo mismo sucedió después que comenzó a predicar en Damasco. La reacción del pueblo fue inmediata: Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? (Hch 9.21).
D. Los discípulos de Jerusalén lo vieron como perseguidor
Cuando Pablo huyó de Damasco y se fue a Jerusalén con la intención de ser acogido por los discípulos, ellos no le creían. Pensaron que se trataba de una estrategia más para perseguir a los cristianos. Lucas relata ese hecho así: Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo (Hch 9.26).
II. Pablo es un perseguidor cruel y resistente
Dos descripciones metafóricas ilustran la crueldad de las persecuciones de Pablo a los cristianos.
A. Primero, él es visto como una fiera salvaje.
La iglesia en Jerusalén fue duramente perseguida, y muchos cristianos huyeron, predicando el evangelio (Hch 8.1-4). Algunos de ellos fueron a Damasco. Y ahora, Pablo, todavía respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se dispone a ir a Damasco para atrapar, prender y arrastrar presos hacia Jerusalén a aquellos que profesaban el nombre de Cristo (Hch 9.1-2). Él quería destruir a los creyentes y los cazaba por todas partes para traerlos de regreso a Jerusalén y allí exterminarlos.
La expresión respirando amenazas y muerte literalmente es la misma para describir una fiera salvaje que furiosamente extermina el cuerpo de una presa. En el lenguaje de los creyentes de Damasco, Pablo era un exterminador (Hch 9.21). Él era un monstruo malvado, un verdugo sin piedad, un perseguidor siniestro, un tormento en la vida de los cristianos primitivos.
La expresión respirando todavía amenazas y muerte era también una alusión al jadear y resoplar de los animales salvajes. Pablo parecía más un animal salvaje que un hombre. En sus propias palabras, estaba enfurecido sobremanera (Hch 26.11). Nada es más peligroso que el radicalismo religioso sin entendimiento. Muchas “guerras santas” han sido declaradas por causa de esa actitud demente. Millares de personas han muerto en nombre de Dios para sostener esa causa infame. Mucha sangre ha sido derramada para satisfacer los caprichos de esos religiosos dominados por el celo sin entendimiento.
La expresión respirando amenazas y muerte describe también una fiera salvaje saltando sobre la presa para devorarla. Pablo era una fiera salvaje, una amenaza concreta para todos aquellos que confesaban el nombre de Jesús. No perdonaba a hombre ni a mujeres. Perseguía la religión del Camino hasta la muerte (Hch 22.4). Estaba determinado a practicar muchas cosas contra el nombre de Jesús, el Nazareno (Hch 26.9), determinado a borrar de la tierra el cristianismo. No podía aceptar que un nazareno, crucificado como un criminal, pudiera ser el Mesías prometido de Dios. No podía aceptar que los cristianos anunciaran la resurrección de aquel que había sido colgado en una cruz. No podía creer que una persona colgada en la cruz y, consecuentemente, considerada pecadora y maldita, pudiera ser el Salvador del mundo.
B. Segundo, él es visto como un toro bravo.
El Señor Jesús, aunque perseguido por Pablo, no renunció a su vida. La furia de Pablo por el nombre de Jesús, el Nazareno, no anuló el propósito electivo de Dios, que escogió a Pablo aun antes que él naciera y lo separó para el ministerio. Pablo mismo testifica este hecho: Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí… (Gal 1.15-16). Un toro bravo y amansado por el aguijón. El Señor comenzó a aguijonear su consciencia al mostrarle cómo aquellos discípulos presos, torturados y muertos, morían con serenidad. El verdugo estaba furioso, pero las víctimas morían cantando y orando.
Cuando Esteban fue apedreado en Jerusalén, y su sangre era derramada, Pablo consentía en su muerte y guardaba las vestiduras de aquellos que lo apedreaban (Hch 22.20). Pablo, sin embargo, se rehusaba a ceder aun frente a estos aguijones. Como una fiera salvaje, se dirigió a Damasco. Respiraba amenazas y muerte (Hch 9.1). Su placer era matar en nombre de Dios a aquellos que abrazaban la fe cristiana. Jesús entonces se le aparece en refulgente gloria en el camino a Damasco, lo derrumba y le pregunta: … Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón (Hch 26.14). El buey bravo, finalmente, estaba en el suelo, subyugado, manso, domado (Hch 9.3-5). Una fuerza mayor que su odio entró en su pecho. Una luz mayor que su celo lo dominó. Aquel a quien él perseguía con todas las fuerzas de su alma, ahora conquistaba su corazón. Quebrado y sumiso, Pablo pregunta: … ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hch 26.15).
III. Pablo es un perseguidor violento
La Biblia presenta descripciones de los variados métodos usados por Pablo para perseguir a los discípulos de Cristo. Vamos a analizar tales métodos.
A.Pablo perseguía a los cristianos usando el recurso de la ley.
Pablo usaba su influencia y su recorrido en el Sanedrín para hacerse de carta de autorización de los principales sacerdotes a fin de encerrar en prisiones y matar a los cristianos (Hch 26.10). Su persecución tenía un aire de legalidad y oficialidad porque representaba el brazo represor de la ley religiosa. Él echaba mano de artificios legales para imponer a los discípulos de Cristo las más duras sanciones. Es importante resaltar que no todo lo que es legal es moral. No todo lo que es lícito es conveniente. No todo lo que la ley permite debe ser hecho. Hay muchos facinerosos que se esconden detrás de la ley para matar y oprimir a los inocentes. Hay muchos astutos que, desvergonzadamente, se benefician de las bagatelas de la ley para abastecerse y oprimir al pobre. Existen aquellos que hacen las leyes, y luego las tuercen y manipulan para alcanzar sus propósitos oscuros y secretos.
B.Pablo perseguía a los cristianos en sus reductos religiosos.
Pablo perseguía y castigaba a los cristianos no solo en las sinagogas en Jerusalén, sino también por ciudades extranjeras (Hch 26.11). Su área de jurisdicción trascendía los límites de Palestina. Sus cruzadas furiosas avanzaban más allá de los límites de Israel y llegaban hasta Damasco, en Siria (Hch 9.1-2). Las sinagogas eran los lugares principales de reunión, donde los judíos se congregaban para estudiar la ley y orar, pero allí también se reunían los cristianos para adorar a Cristo y ofrecerle culto. El lugar de comunión se transformó en un palco de opresión. El abrigo de la sinagoga llegó a ser un corredor de persecución. Pablo no respetaba los recintos sagrados. Él pensaba que con esto servía a Dios.
C.Pablo empleaba la tortura sicológica.
La persecución interpuesta por esa fiera salvaje y por ese buey bravo no consistía sólo en sanciones legales contra los nuevos convertidos. Él los castigaba no sólo físicamente, sino también sicológicamente. Él mismo testifica: Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar… (Hch 26.11). Él era blasfemo (1 Tim 1.13) y forzaba a los neófitos a blasfemar. Algunos creyentes, nuevos en la fe, con miedo a la muerte, renegaban y blasfemaban. Otros, sin embargo, soportaban los azotes, las prisiones y la muerte, permaneciendo fieles (Hch 26.10). La tortura sicológica puede ser peor que el castigo físico. Los campos de concentración nazis usaron este artificio maldito y llevaron a muchas personas a la locura. Todavía hoy, la tortura es uno de los instrumentos más humillantes e ignominiosos, usados para arrancar confesiones y declaraciones que incriminan a las víctimas o a aquellos que se quiere condenar.
D.Pablo empleaba la tortura física.
En su carta a los Corintios, Pablo dice que persiguió a la iglesia de Dios (1 Cor 15.9) y en su relato a los creyentes de Galacia, es todavía más contundente: