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"Para no tener que hablar" es una misiva en verso a la Muriel Villanueva del pasado, la niña que creció con dos madres lesbianas. Pero en este libro se aleja de su rutina diaria y su infancia al lado de sus dos figuras maternas para centrarse en el padre, en los fines de semana que pasaba con él. Un poema ilustrado por Sara Márquez.
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Seitenzahl: 32
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Muriel Villanueva y Sara Márquez
Saga
Para no tener que hablar
Copyright © 2016, 2022 Muriel Villanueva and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726965452
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
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A mi padre
Escribo para que otros amen lo que yo también amo. Escribo para no olvidarme del amor, la sabiduría y el arte, las cosas más importantes del mundo. Escribo sobre mis rodillas, en mis brazos, sobre una magnolia, en el lomo de un caballo de mármol que me lleva a las nubes del cielo. Escribo el nombre de mi perro para que no muera. Escribo para que cuando uno hable de la rosa, dure para toda la vida sobre el papel.
Escribo para cambiar el destino, para que la vida prevalezca. Escribo para que la memoria sea uno de los principales objetivos de la vida. Escribo para no olvidar, escribo para no morir.
Escribo para ser feliz, escribo para ser querida, para que nadie diga que miento porque solo escribiendo uno dice lo que piensa.
Escribo para no hablar, sobre todo escribo para no tener que hablar.
Esa es la verdad.
Silvina Ocampo
ahora mi bebé duerme
y yo escribo en verde claro en sucio y la oigo respirar
(ya soy madre, papá)
tienes un agujero
dentro
y no sé
si es negro
como el que me juraba Javier en aquel barde Madrid
(apoyados los dos
en una máquina de pinball cerveza en mano)
o si es rojo como tu sangre
¿de qué color son las úlceras, papá?
¿de qué murió tu padre?
¿por qué respondes?
¿por qué me cuentas eso? no
claro que no quiero saberlo
álmax
no te rompas, manirroto, intolerante tolerante
no sigas comiendo eso
no te rompas, papá
(«papá, no corras», había escrito mi madre
bajo una foto carné de las dos en blanco y negro
que después pegó en la sierra circular verde claro
de su padre, el tallista marquetero)
y yo sierro en verde claro en sucio
cuando supiste el nombre de mi bebé
me enviaste fotos del mar
del nuestro
del más azul
«qué lisa está la arena», decíamos, ¿te acuerdas?
y alargábamos algunas vocales
yo tendría, ¿cuántos?, ¿seis, ocho, doce años?
todos esos, sí, y también antes y después
aún hoy a veces lo repetimos y nos reímos:
«qué liiiiisa está la areeenaaa»
el espigón
y yo saltando
rocas marrones casi negras
olas rotas
y nubes naranjas
tumbadas sobre un cielo violáceo
María y tú sobrerrayando el espigón a pie
(cogidos, ella flaca y con melena oscura hasta la cintura
vaqueros ceñidos
tú con bigote y tus cejas superpobladas)
y yo a brincos de roca en roca
y yo mirando en picado
las latas, el albal, las olas deshechas
por entre los agujeros
(no te rompas)
María y tú antes y después de casaros
los mismos dos de siempre
(por qué no soy capaz de establecer cronologías)
el paseo ante la playa
y yo pedaleando
vosotros dos paseando
y yo en mi orbea verde
(ñiqui ñiqui ñi
afinando la escena
con las dos ruedas pequeñas de detrás)
tú en las calles del fondo de la urbanización
enseñándome a ir en bici
cogiéndome
la bici por detrás
tú en la puerta del taller de marcos
(el taller de tu ex suegro)
trayéndome mi orbea verde
nuevecita
y Marga en mi bici veinte años después
«tú no eres mi padre», te soltó
mientras cenábamos en un chiringuito