Pasajera del viento - Irma Cuña - E-Book

Pasajera del viento E-Book

Irma Cuña

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"Compleja tarea la de indagar o asir a 'la que fue por el aire', la que vivió, huyó y regresó a un desierto, y fundó en palabra lo abstracto, no solo lo etéreo. Descubrir a Irma Cuña se parece al intento de recoger los hilos que se desprenden del diente de león y flotan, se escapan de la mano, intangibles. ¿Mística?, ¿conceptual?, ¿lírica? Así todo, envuelta en las distintas arenas donde decidió batallar una vida nada fácil, en una geografía marcada por la hostilidad, así como forjar una escritura en la que lo convencional ha sido, si no el peor, su más ensañado enemigo. La figura de Irma Cuña sobresale al mantenerse en pie por sí misma: ni agua de molino paisajista; ni misticoide retrato; tampoco, la poeta signada por la demencia, lo que la elevaría a cierto prestigio, ni propiedad exclusiva de alguna militancia de izquierda. No hay etiqueta que pueda aplicarse porque cada poema la expulsaría; a lo sumo, podría afirmar que por momentos unos se contradicen con otros; a la manera del fluir de Heráclito, nada es rígido en ella y todo muta" (Del Prólogo de Irene Gruss).

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IRMA CUÑA

PASAJERA DEL VIENTO

Antología poética

Selección y prólogo deIRENE GRUSS

“Compleja tarea la de indagar o asir a ‘la que fue por el aire’, la que vivió, huyó y regresó a un desierto, y fundó en palabra lo abstracto, no sólo lo etéreo. Descubrir a Irma Cuña se parece al intento de recoger los hilos que se desprenden del diente de león y flotan, se escapan de la mano, intangibles.

¿Mística?, ¿conceptual?, ¿lírica? Así todo, envuelta en las distintas arenas donde decidió batallar una vida nada fácil, en una geografía marcada por la hostilidad, así como forjar una escritura en la que lo convencional ha sido, si no el peor, su más ensañado enemigo.

La figura de Irma Cuña sobresale al mantenerse en pie por sí misma: ni agua de molino paisajista; ni misticoide retrato; tampoco, la poeta signada por la demencia, lo que la elevaría a cierto prestigio, ni propiedad exclusiva de alguna militancia de izquierda. No hay etiqueta que pueda aplicarse porque cada poema la expulsaría; a lo sumo, podría afirmar que por momentos unos se contradicen con otros; a la manera del fluir de Heráclito, nada es rígido en ella y todo muta.”

Del “Prólogo”, de Irene Grus

IRMA CUÑA (Neuquén, 1932 – 2004)

Fue profesora en Letras por la Universidad Nacional del Sur, donde fue discípula de Ezequiel Martínez Estrada. Trabajó su tesis doctoral, sobre el personaje literario-folclórico Pedro de Urdemales, en el Collège de France con Marcel Bataillon y la concluyó en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue profesora universitaria en diversas instituciones nacionales e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En 1999 fue designada miembro de la Academia Argentina de Letras. Es considerada una de las poetas más importantes de la Patagonia.

Entre sus libros de poesía se cuentan:Neuquina (1956);El riesgo y el olvido (1962);Cuando la voz cae (1963);Menos plenilunio (1964);Maneras de morir (1974);El extraño (1977), yLa divisa del emboscado (1982). Se han publicado también un volumen que reúne toda su obra,El riesgo del olvido (1991), y dos antologías,Antología poética (1996) yPoesía junta (2000).

Índice

CubiertaPortadaSobre este libroSobre la autoraPrólogoDe Neuquina (1956)De El riesgo y el olvido (1962)De Cuando la voz cae (1963)De Menos plenilunio (1964)De El príncipe (México-Buenos Aires, 1965-1969)De Maneras de morir (1974)De El extraño (1977)Otros poemasCréditos

Prólogo

Irene Gruss

COMPLEJA TAREA la de indagar o asir a “la que fue por el aire”, la que vivió, huyó y regresó a un desierto, y fundó en palabra lo abstracto, no sólo lo etéreo. Descubrir a Irma Cuña se parece al intento de recoger los hilos que se desprenden del diente de león (vulgarmente llamado también panadero) y flotan, se escapan de la mano, intangibles.

Nació en Neuquén el 2 de septiembre de 1932. Al decir de Marta Ramos, poeta y profesora en Letras, “en un pueblo, capital de la provincia, cruzado por canales y alamedas y dominado por el viento y los médanos, en una callada calle vivió su infancia y adolescencia”. Sus padres, inmigrantes de Galicia, se afincaron allí; su padre era peluquero, lo que no se oponía con el ser miembro de la Banda de Policía del lugar y su afición por la música.

¿Mística?, ¿conceptual?, ¿lírica? Así todo, envuelta en las distintas arenas donde decidió batallar una vida nada fácil, en una geografía marcada por la hostilidad, así como forjar una escritura en la que lo convencional ha sido, si no el peor, su más ensañado enemigo. ¿Qué sería lo convencional contra lo que se batió Irma Cuña? En principio, lo marcado por la época, esto es, “la mujer y su circunstancia”, parafraseando y situando esto en la provincia de Neuquén, a unos 1.100 kilómetros de Buenos Aires, en su primer escritorio de maestra de grado, allá por los años cincuenta. Pero antes, una niñez y la adolescencia en las que se irían forjando su personalísima manera de decir, la frustración de su vocación por el canto, cierto sarcasmo no volcado en la escritura (lo que no es poco); y también, y además, el deseo de investigarlo todo, desde la lengua, pasando por el claro interés en la historia de la humanidad, los mitos y, particularmente, su exhaustivo estudio respecto de la Utopía.

Hablo de descubrimiento cuando en realidad se trata de develar una obra poética sólidamente formada, y sin embargo desconocida en su mayor parte, a pesar del maravilloso y empecinado esfuerzo de quienes tuvieron contacto con la autora y bregaron por difundirla, en su mayoría gente de la provincia de Neuquén y aledaños, allá en el Sur (nota bene: Irma Cuña ni siquiera figura en la base de datos de Wikipedia).

Si bien la empresa que esta poeta ha ido fraguando a lo largo de su trayectoria es única, coincido con Griselda Fanese (profesora e investigadora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue) en que “en Irma Cuña vivían muchas Irmas”. Fanese lo dice en un contexto en el que agrega, por ejemplo, un dato curioso para quien la indaga: Cuña ha sido también una buena hacedora de cartas natales así como conocía la lectura del destino en las palmas de las manos. Y tal como fue admirada por muchos, muchos han tratado de apoderarse de las distintas facetas que había en ella y que no siempre mostraba, o de encasillarla en etiquetas para su usufructo.

Se recibió de profesora en Letras en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, donde fue discípula de Ezequiel Martínez Estrada. Mediante una beca, logra trabajar en su tesis doctoral en París; reside allí durante dos años. También en París, estudió oralidad y escritura en el Collège de France, con el profesor Marcel Bataillon.

La tesis que había iniciado en Francia, sobre el personaje literario-folclórico Pedro de Urdemales, la concluyó en México y la publicó bajo el sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue allí donde, inspirada por una escultura mítica de ese país, escribió el poemario El príncipe (de Palenque a Chiapas), traspapelado durante años y publicado recién en 1999. También en México, donde vivió cinco años, redactó su tesis en literatura española, y allí se doctoró. En 1968, y ya de regreso en el país, en Buenos Aires conoce a Enrique Silberstein, respetado economista y escritor, con quien se casa y tiene dos hijas. Cuando él fallece, en 1973, Irma Cuña se repliega sobre sí misma y escribe su Maneras de morir (1974).

Desde su primer poemario, titulado nada más y nada menos que Neuquina, la poeta evita lo telúrico –lo peyorativo que conlleva este término–, lo puramente pintoresco, una mirada lineal del paisaje:

La duna es el paisaje de mí misma.1

O bien:

(En la estepa patagónica

mi figura grande y quieta

debió alargar una tardía sombra

sobre ese duelo de petróleo y viento.)2

En 1965, a su regreso de México, también escribe:

Neuquén es un cristal,

un cuarzo sepia.

Pueblo desconocido

donde inventé el espejo de una historia

y la poblé de cascos en el aire

(en aquel aire ululador y tenso).3

Irma Cuña sigue, como muy pocos, la voz en eterno eco de Jackson Pollock: “No se trata de ilustrar o representar cosas, sino de expresarlas”. La poeta nunca cae en el naturalismo que podría haber sido su pluma a la hora de señalar su lugar, su entorno.

Se dedicó a la docencia en varios institutos y universidades sin interrumpir la producción en la escritura de poesía. Fue fundadora y directora de Estudios del Lycée Français Jean Mermoz, profesora universitaria en las facultades de Morón y La Plata, docente en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González, profesora secundaria y traductora de francés.