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Esta obra literaria exalta en sus versos la valoración a la vida, nuestro andar constante y las huellas que dejamos, los caminos que trazamos y, en ellos, nuestras vivencias. Es que somos PEREGRINOS en todo nuestro existir; en la misión urgente del amor. Al abrir este libro, una y otra vez, canalizarás los momentos mágicos de la literatura. Debes leer, siempre, hasta que un libro se convierta en la llave de tu corazón y sientas el gozo de tu alma.
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Seitenzahl: 47
Veröffentlichungsjahr: 2024
González Francisco Baldomero
González, Francisco Baldomero Peregrinos : mi folclore / Francisco Baldomero González. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5201-3
1. Poesía. I. Título. CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Agradecimientos
La vida
Madre
Despedida
El presente
Encierro
Agrada a Dios
Cuando miro para atrás
Otros lares
Mi oración
Me importas
Silencio de pampa
Siempre remar
Latir
La soledad
Pájaros
Los abrazos
A Coco Gómez
El mate
Al gato Galván
Cuando seamos encuentro
Changarín
La lluvia
Subversivo
¿Dónde estas?
A sembrar paz
Exilio de amor
Superación
Aquí conmigo
Falsedades
La piedra y el agua
Besos
Icaño
Osadía de amor
Marchas y sueños
Rincones y misterios
Refugiados
Por un mundo mejor
Así soy
Destello de amigo
Ocaso y primavera del amor
No estoy solo
Los árboles
Novios
Vejez
A un secreto zaino negro
El dolor
Quisiera
Andariego
Nativos
Cordillera
Mi musa y fantasía
Palomas
Soy, por andar no más
Hijos
Mis dudas
Entre amigos
Tú y yo
Terruño
El viejo pancho
Un hilo la vida
Rumores de la vida
Cada día, al amanecer, tengo la oportunidad de crear, de gastar cada molécula de oxígeno y ser el propio artífice de mi obra; al llegar la tarde, abatido por el cansancio, agradezco a Dios y a mi madre por permitirme vivir esta experiencia de vida.
En mis pasos, escudriño, en busca de aprender y a refugiarme en lo espiritual; siempre, en coherencia a mis labores humanas.
Cada día, busco en mis acciones, la frecuencia que me permita ser un agradecido y con ello estar en la armonía, de quienes me rodean y de los que soy parte.
En el reloj natural,
la cuenta, es regresiva;
fugaz se nos va la vida,
sin siquiera pestañar.
Hoy me detengo a pensar,
sobre la razón de vivir;
es un reto, hay que seguir,
siempre siendo uno mismo.
La lucha, es el sismo,
que te mueve a ser feliz.
Nacemos cada mañana,
solo importa el presente,
cada comienzo latente,
es crecimiento y se gana
motivo, ilusión del alma;
de creer en lo posible,
en actitud tú decides,
de estar agradecido,
a ese Dios infinito
y su amor, nos hace libre.
La maestra, es experiencia,
al transitar el camino
y en el corazón genuino,
se deja ver la belleza;
es templo de fortaleza
para aprender, perdonar,
ser la mano para ayudar,
noble y agradecido.
Levántate, si has caído,
para volver a comenzar.
La vida, es soplo de Dios,
somos arcilla moldeada;
orando, dando gracias,
energía pura de amor.
Vamos caminando al son,
de una vida espiritual.
Entes, luz del más allá,
la que Jesús nos prometió;
milagro, que nos regaló,
vive el bien y nada más.
Ella, que lo da todo en la vida,
engendra y acuna a sus hijos;
entre sus brazos cobrizos,
amamanta cual nodriza.
Con su mirada cansina,
por las noches de desvelos;
la que sueña mejor cielo,
cuando remonta sus alas.
Buscando, un mejor mañana,
sueña despierta, su anhelo.
En tus primeros pasos,
es tutora, es la guía;
consuelo, si en la caída
hay un llanto amenazado,
apura el beso, el abrazo
cura espiritual de infancia.
Ella es trajín, constancia,
corre dispuesta en su afán,
a ganarse siempre el pan;
de sagrada importancia.
En el podio de la vida,
cuantas veces olvidada,
una costilla sagrada;
sumisa, para la cocina,
un objeto que camina
en la cultura machista;
por la prensa amarillista,
marginada de sistemas,
soñando con tu diadema,
camino de amor, tu conquista.
En el abrazo de adiós,
un silencio, enmudecido;
no me quedó el valor
y marché, entristecido.
Cobijando en mi pecho,
la mirada de tu cielo.
Me alejé, de aquel beso;
que, en mí se hizo eterno.
Me volví por el camino,
con libertad, pero preso;
pensando si el destino,
haría, hallarte de nuevo.
Me perdí en el horizonte,
nómade y peregrino;
otras lunas, otros montes,
acariciaron mi instinto.
Y supe de otros sueños,
de anhelos, de sonidos;
imaginé, ser tu dueño
y distante, lloré el hastío.
¿Qué fuego es el empeño?
que no deja ser olvido.
¿Cuál llave será el destierro?
un tesoro escondido.
Ojalá un día, otros vientos,
me devuelvan a la senda.
Volveré, a nacer de nuevo,
para amar y estar de vuelta.
Quiero volver a nacer,
a corregir mis errores,
borrar los sinsabores,
mi pasado y renacer.
Ser digno y así crecer,
íntegro sin tropiezos;
forjar nuevo comienzo,
que me permita aprender.
Quiero volver a nacer,
con nueva luz en mis ojos;
un corazón sin cerrojo,
para amar por doquier.
Correr sin desfallecer,
decir adiós sin partir,
jugar sin competir,
disfrutar el atardecer.
Juntarme con más amigos,
brindar por gratos momentos,
dejar que la lluvia, el viento,
me envuelva con su cariño.
Estoy parado en los años,
en el umbral de la vida,
sin rencor, sin envidia,
aprendí de desengaños.
Y en el nuevo amanecer,
de mi portal de inicio,
corregido de mis vicios,
estoy volviendo a nacer.
Un encierro trae luz,
cuando la intención es buena,
por más pesada la cruz,
siempre deja una huella.
Nada amarra con cadenas,
es un ave en libertad,
siempre en su volar,
deja ver el infinito.