Peter Poul - Eva Nowak - E-Book

Peter Poul E-Book

Eva Nowak

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Beschreibung

Peter Poul es un anciano que ha perdido su propósito en el mundo durante muchos años. Pero cuando la desesperanza y una vida ordinaria parecen haberse apoderado por completo de él, un rayo de esperanza surge de la oscuridad, trayendo consigo una nueva ilusión. Todo comienza cuando Peter conoce a Dunia, una pequeña niña de 8 años. ¡Y qué sorpresa se lleva al descubrir que en el puro y noble corazón de Dunia se encuentra la magia más poderosa de todas: la magia de creer! Juntos, Peter y Dunia emprenden un camino lleno de ilusión, que les permite recuperar el sentido perdido durante tantos años. En esta hermosa historia, el misterio, la magia y la ilusión se mezclan para crear una emocionante aventura que te llegará al corazón. Descubre cómo una conexión inesperada puede despertar la chispa de la esperanza y renovar la fe en los sueños. ¿Estás listo para embarcarte en esta travesía llena de sorpresas?

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Seitenzahl: 65

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Ilustraciones: Carlos Díaz & Belén Saavedra.

Rivadeneira, Evangelina Gisel

Peter Poul / Evangelina Gisel Rivadeneira. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2023.

68 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-470-9

1. Literatura Infantil. 2. Cuentos Infantiles. 3. Cuentos Fantásticos. I. Título.

CDD A863.9282

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2023. Rivadeneira, Evangelina Gisel

© 2023. Tinta Libre Ediciones

Peter Poul

Era una mañana de noviembre como cualquier otra.

Peter se levantó de la cama, y preparó su café con dos cucharadas de azúcar y un pequeño chorrito de leche, sacudió el diario que tenía en la mesa y se dispuso a disfrutar de su lectura matutina, antes de comenzar la jornada laboral.

Peter Poul era un anciano de setenta y seis años, de apariencia amable. Tenía una barba corta con pequeños tintes blancos en ella; esta envolvía su regordeta y dulce cara, con profundos ojos azules que irradiaban una calidez inexplicable. Podría afirmarse que era un gordito afable y bonachón. Se decía que siempre estaba alegre, y quienes lo conocían destacaban en él su simpática sonrisa.

Este trabajaba en una reserva natural para renos, en Nevada (EE. UU.). La reserva buscaba un cuidador de tiempo completo y él era perfecto para el trabajo, ya que Peter era solo, no estaba casado y parecía no tener familia.

Hacía más de diez años que habían llegado al parque siete nuevos ejemplares de renos completamente distintos a los que ya moraban el lugar. Los siete no poseían, a pesar de los años acumulados, una apariencia cansada y desganada; cada uno de ellos conservaba un aspecto majestuoso. Ninguno parecía ser silvestre o, simplemente, común, ni daba la impresión de serlo. Más bien, era todo lo contrario; habían sido domesticados de forma impecable, comprendían a la perfección cada orden que su cuidador les daba. Peter era quien cuidaba de ellos y se podía ver como él había establecido un vínculo muy cercano con estos.

Él se ocupaba de cepillar, alimentar y bañar a cada uno. Daban pequeños paseos bordeando el cercado de la reserva. Los demás trabajadores se ponían a contemplar sus curiosas caminatas, ya que llamaban la atención de todos los que posaban la vista en ellos.

Los siete animales seguían a Peter en fila ordenada. El que encabezaba el recorrido siempre era el reno con aspecto robusto y firme, que en su cabeza llevaba una gran cornamenta mucho más notoria y amplia que las de los otros seis, cuyo temperamento era duro e infundía un respeto notable.

Detrás, el reno que lo escoltaba también adoptaba una postura seria pero menos dura que la del el primero; podías sentir que este era mucho más calmo. Los cuatro siguientes poseían una actitud completamente diferente a las de los dos primeros, eran más dinámicos y se desenvolvían con mayor soltura. Sin embargo, el último sí era total y enteramente distinto a los demás, de apariencia más fornida que los otros seis, sin perder su majestuosidad. En él había algo peculiar; parecía alegre y juguetón, bromeaba con Peter al comer los caramelos que este guardaba en su bolsillo.

Pero en estos siete animales había una particularidad única: en cada una de sus cornamentas se encontraba un grabado. Nadie sabía qué significaba, aunque daba la impresión de llevar el sello de su nombre impreso, ya que todos los grabados eran distintos.

La casa de Peter estaba ubicada en la misma reserva, lo que facilitaba su trabajo: nunca llegaba tarde y estaba atento a los itinerarios del resto del año. Siempre antes de las vacaciones de invierno, la escuela de la ciudad organizaba una excursión para que los niños pasaran tiempo de calidad, respiraran el aire fresco y convivieran con los animales del parque.

Peter daba los recorridos en cada visita escolar, ya que era muy habilidoso con los niños: sabía cómo conectar con ellos, podía mantenerlos concentrados y animados en cada paseo. Muchos de sus compañeros de trabajo decían que él poseía un don especial debajo de ese gran mameluco verde abrigado que solía usar diariamente; había un anciano tierno y nada igual a los demás que se podían ver en otros lados.

Su memoria no fallaba jamás. Solo él podía memorizar cada nombre de cada niño que visitaba la reserva: recordaba su estatura, sus ojos, su edad, su año escolar. De manera asombrosa, en su cabeza estaba todo, y eso fascinaba a los niños. Había veces en las que ellos apostaban a que él no adivinaría sus nombres, pero inexplicablemente sabía cómo se llamaban los pequeños sin que ellos dijeran ni una sola palabra.

Sobre la base de eso, sus compañeros de trabajo dejaban en sus manos el tema de las excursiones escolares porque ninguno de ellos podía hacer lo que él sí. Veían que adoraba las vacaciones de diciembre, que despertaban en él un fuerte amor y adoración a los niños; disfrutaba sobremanera la compañía de los pequeños.

Sobre él rondaba un gran misterio inexplicable que alimentaba la curiosidad en muchos. Peter Poul, sin duda, era un ser indescifrable lleno de bondad, con un corazón desinteresado, sin maldad, solo con amor sincero y verdadero. No se podía decir que era un ángel, pero se comportaba como uno.

—Peter, no olvides que mañana, 2 de diciembre, comienzan las recorridas escolares. Son todas tuyas, amigo. De verdad no sé cómo lo logras cada año. ¡Buena suerte!

Martín, compañero de trabajo, lo ponía sobre aviso acerca del recorrido.

El anciano agradeció a Martín por recordarle el cronograma programado para las vacaciones de invierno, entró en su casa y comenzó a preparar las cosas para el día siguiente. Pensaba en nuevos métodos para entretener a los niños y juegos que podrían hacer junto con los renos para que pusieran mayor atención.

***

Cada año las excursiones escolares comenzaban a las 8:00 h de la mañana, así los alumnos tomaban el desayuno en la reserva e iniciaban las actividades matutinas programadas para el día. Ese año la señorita Donna Burke, maestra de segundo año de la escuela de la ciudad, era quien acompañaba a los niños de su clase en el recorrido. Donna era nueva en el colegio había llegado a la ciudad hacía como un año y había tomado el empleo de maestra sustituta. Los estudiantes habían aprendido a quererla, ya que Donna parecía ser maravillosa con ellos; podría decirse que era una buena y amorosa educadora.

—Bueno, niños, ya lo hablamos en clases ayer: deben hacer todo lo que el señor Peter diga, no abandonen a su compañero de equipo y, si necesitan ir al baño, solo alcen la mano. ¿Todos trajeron las zanahorias, como se lo pedí ayer? —Un sí rotundo sacudió la sala de estar donde se encontraban Donna y sus alumnos—. ¡Muy bien, mis pequeños, andando!

El recorrido por la reserva había comenzado cuando Donna notó que una pequeña simpática y de hermosos rulos oscuros empezaba a alejarse del grupo de trabajo.

—Dunia, cariño, ya dijimos que no podemos separarnos de nuestro equipo. Regresa con tus compañeros, por favor.

—Pero, señorita Donna, allí hay un reno que parece asustado, ¿podemos ir a verlo?

—No, no, cariño, no podemos hacer eso, no está permitido. Regresemos con los demás.

—Desde luego, pero ¿el reno estará bien?

—Sí, nena, te lo prometo. Hablaré con el señor Peter para contarle sobre tu inquietud.

—Está bien, vamos entonces.

Pero la pequeña Dunia, en realidad, no dejaba de pensar en ese reno que había llamado su atención desde el comienzo.