Políticas del medio ambiente en América Latina y el Caribe - Gavin O'Toole - E-Book

Políticas del medio ambiente en América Latina y el Caribe E-Book

Gavin O'Toole

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Beschreibung

Este volumen comienza por examinar la historia de la ecología de Latinoamérica y el Caribe y su impacto en el desarrollo político. Continúa por explorar la idea de la naturaleza en la historia –una variable clave en el cómo las sociedades humanas interactúan con el medio ambiente– así como las actitudes hacia la producción y el consumo. Después hace una visión general de los temas principales en el estudio de las políticas ambientales: instituciones, política pública, partidos y movimientos sociales e ideas políticas. También pone al lector al corriente al identificar los principales retos ambientales que la región enfrenta en este momento, desde la contaminación de la tierra, el aire y el agua hasta la pérdida de la biodiversidad por el cambio climático. Dichos retos están íntimamente relacionados a los legados de los diferentes patrones de desarrollo en Latinoamérica y el Caribe y los capítulos finales de este primer volumen se enfocan a la economía política del medio ambiente, delineando como los modelos cambiantes de desarrollo han transformado al paisaje natural en respuesta a las demandas del Mercado mundial. Concluye con una exploración de cómo los creadores de políticas en América Latina y el Caribe están respondiendo a los retos del desarrollo sostenible y del cambio climático.

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Política del medio ambiente en América Latina y el CaribeVolumen I: Introducción

Gavin O’Tooletraducido por Georgina Jiménez Reynoso

A la memoria de mis abuelos,

Eustace Eugene Edwards y Marjorie Edwards

A ddwg angau, nid adfer

(lo que la muerte se lleva no se devolverá)

Índice
Lista de Cuadros, figuras y tablas
Abreviaturas
Agradecimientos
Introducción
Capítulo 1. De los principios de la civilización hasta la industrialización
Capítulo 2. El medio ambiente en las ideas
Capítulo 3. Legados políticos y retos
Capítulo 4. Desarrollo y globalización
Capítulo 5. El medio ambiente y la política económica
Capítulo 6. Desarrollo sostenible y cambio climático
Fuentes consultadas
Aviso legal

Lista de Cuadros, figuras y tablas

Capítulo 1: De la civilización en sus principios a la industrialización

Cuadro 1.1 La chinampa

Cuadro 1.2 La minería en la era colonial

Cuadro 1.3 Los inicios de la producción del petróleo y el medio ambiente

Cuadro 1.4 El rocío de la banana y la sindicalización

Cuadro 1.5 Estrategias nacionales de desarrollo y los polos de crecimiento

Cuadro 1.6 El imperialismo y el medio ambiente

Cuadro 1.7 El desarrollo guiado por la exportación y el descontento

Tabla 1.1 Indicadores del desarrollo en la agricultura en Latinoamérica y el Caribe 2008–12

Capítulo 2: El medio ambiente en las ideas

Cuadro 2.1 Las relaciones de propiedad

Cuadro 2.2 El agua en México

Cuadro 2.3 La cultura de consumo

Cuadro 2.4 Los autoritarios verdes

Cuadro 2.5 Ética del medio ambiente en Costa Rica

Cuadro 2.6 El Amazonas en el discurso del medio ambiente

Cuadro 2.7 El período especial en Cuba y la revolución orgánica

Cuadro 2.8 Conocimientos tradicionales

Figura 2.1 El desarrollo económico versus la protección al medio ambiente, Latinoamérica y el Caribe 2011

Capítulo 3: Legados políticos y retos

Cuadro 3.1 La gobernanza del medio ambiente

Cuadro 3.2 La Ley de Derechos de la Madre Tierra en Bolivia

Cuadro 3.3 El poder de los productores de la modificación genética en Argentina

Cuadro 3.4 El estado-nación y el cambio del medio ambiente

Cuadro 3.5 La justicia medio ambiental

Capítulo 4: Desarrollo y globalización

Cuadro 4.1 Desertificación

Cuadro 4.2 Las disputas mineras en Perú

Cuadro 4.3 El cultivo de soya transforma a Paraguay

Cuadro 4.4 La deforestación en el Amazonas

Cuadro 4.5 La cría comercial del camarón amenaza a los manglares

Cuadro 4.6 El aire y el agua en la Ciudad de México

Cuadro 4.7 El deshielo glacial y el uso de las tierras

Cuadro 4.8 Bolivia y el cambio climático

Cuadro 4.9 Niveles de ingreso y la degradación del medio ambiente

Figura 4.1 La extensión de la deforestación acumulada en el Amazonas Brasileño hasta el 2011

Figura 4.2 Latinoamérica y el Caribe: Sumario de los patrones de cambios climáticos proyectados para el 2100

Tabla 4.1 Deforestación en el Amazonas Legal 2000–2011 (km2/año)

Tabla 4.2 Número de especies conocidas en América Latina y el Caribe como porcentaje del número total de especies conocidas en el mundo

Tabla 4.3 Latinoamérica y el Caribe: Flota total de vehículos de motor 2002–08, países destacados

Tabla 4.4 La contribución de Latinoamérica a los emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) en comparación con el mundo desarrollado

Tabla 4.5 Emisiones de CO2 por el consumo de combustibles 1971–2009 (millón de toneladas), economías destacadas del OCDE

Tabla 4.6 América Latina (países destacados): Proyecciones del territorio degradado, 2050 y 2100

Tabla 4.7 Impactos proyectados de los cambios extremos en clima y eventos climáticos en las áreas urbanas

Capítulo 5: Medio ambiente y política económica

Cuadro 5.1 Relaciones con China – ¿una nueva dependencia?

Cuadro 5.2 Reformas neoliberales y contaminación

Cuadro 5.3 El agua como propiedad privada

Cuadro 5.4 Chile, el medio ambiente y el mercado

Cuadro 5.5 La curva ambiental de Kuznets

Cuadro 5.6 Cosechas transgénicas en Latinoamérica

Cuadro 5.7 Ambientalismo nacionalista-recursos

Cuadro 5.8 ¿Cómo afecta el comercio a los GEI?

Cuadro 5.9 TLCAN y el medio ambiente

Capítulo 6: El desarrollo sostenible y el cambio climático

Cuadro 6.1 La propiedad común

Cuadro 6.2 La industria de la floricultura sostenible del Ecuador

Cuadro 6.3 La economía de los ecosistemas y la biodiversidad (TEEB)

Cuadro 6.4 Los BDMs latinoamericanos y el desarrollo sostenible

Cuadro 6.5 Los MDLs en Chile y México

Cuadro 6.6 La agricultura orgánica en la República Dominicana

Cuadro 6.7 Tecnología limpia y colaboración

Cuadro 6.8 Ecoturismo en la pluviselva Centroamericana

Cuadro 6.9 ‘Bio-luchas’

Cuadro 6.10 Regulación de la silvicultura privada en Argentina y Brasil

Tabla 6.1 Disposición a pagar 10% más por gasoline para reducir la contaminación del aire

Tabla 6.2 Totalidad de costos anuales de adaptación para todos los sectores, por región, 2010–50

Abreviaturas

ABS

Distribución de los Beneficios de Acceso

ACAAN

Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte

ADAO

Asociación Dominicana de Agricultura Orgánica

AFI

Ancient Forest International

AIDA

Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente

AIE

Agencia Internacional de Energía

ALCA

Área de Libre Comercio de las Américas

ALIDES

Alianza Centroamericana de Desarrollo Sostenible

AML

Ambientalismo de Mercado Libre

AML

Ambientalismo de Mercado Libre

Anapqui

Asociación Nacional de Productores de Quínua

AOD

Asistencia oficial para el desarrollo

APL

Acuerdo de producción limpia

ARPA

Programa Áreas Protegidas da Amazônia

BCIE

Banco Centroamericano de Integración Económica

BID

Banco Interamericano de Desarrollo

BMD

Banco multilateral de desarrollo

CAF

Corporacion Andina de Fomento

CAME

Consejo de Asistencia Económica Mutua

CAN

Comunidad Andina de Naciones

CCA

Comisión para la Co-operación Ambiental

CCAD

Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo

CDB

Convención sobre la Diversidad Biológica

CEDLA

Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario

CELAC

Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños

CEPAL

Comisión Económica para América Latina

CLAES

Centro Latino Americano de Ecología Social

CMNUCC

Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

CNULD

Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación

CNUMAD

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo

CODEFF

Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora

CONACAMI

Confederación de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería

CONAMA

Comisión Nacional del Medio Ambiente

CORFO

Corporación de Fomento de la Producción de Chile

CPL

Consejo Nacional de Producción Limpia de Chile

CSD

Comisión sobre el Desarrollo Sostenible

CST

Certificación para la Sostenibilidad Turística

EACC

Economía de la Adaptación al Cambio Climático

Ecosur

Colegio del Frontera Sur

EIA

Evaluación del impacto ambiental

EMN

Empresas multinacionales

ENGOV

Gobernanza Ambiental en Latinoamérica y el Caribe

ENSO

El Niño (y La Niña) Oscilación Sur

EPA

Agencia de Protección Ambiental

EZLN

Ejército Zapatista de Liberación Nacional

FAO

Organización para la Alimentación y la Agricultura

FBOMS

Fórum Brasileiro de ONGs e Movimentos Sociais para o Meio Ambiente e o Desenvolvimento

FIDA

Foro Interamericano de Derecho Ambiental

FLO

Fairtrade International

FMI

Fondo Monetario Internacional

FOCADES

Fondo Centroamericano de Ambiente y Desarrollo

FONAES

Fondo Ambiental de El Salvador

FONAFIFO

Fondo Nacional de Financiamiento Forestal

FONDESHU

Fondo para el Desarrollo Humano

FPVA

Federación de Partidos Verdes de las Américas

FSC

Consejo de Administración Forestal

FSLN

Frente Sandinista de Liberación Nacional

FUNAI

Fundação Nacional do Índio

GCF

Fondo Verde del Clima

GEF

Fondo Mundial para el Medio Ambiente

GEI

Gas de efecto invernadero

GFN

Red de la Huella Global

GLADA

Análisis Global de la Degradación de la Tierra y el Mejoramiento

IBM

Instrumentos basados en el mercado

ICBG

Grupos Cooperativos Internacionales de Biodiversidad

IDH

Índice de Desarrollo Humano

IED

Inversión extranjera directa

IIRSA

Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana

IISD

Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible

IMAZON

Instituto do Homem e Meio Ambiente da Amazônia

INBio

Instituto Nacional de Biodiversidad de Costa Rica

INE

Instituto Nacional de Estadísticas

IPCC

Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático

IPM

Índice de Pobreza Multidimensional

ISEE

Sociedad Internacional de Economía Ecológica

ISI

Industrialización por sustitución de importaciones

IUCN

Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza

IWGIA

Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas

LAC-CORE

Consejo de Energías Renovables de Latinoamérica y el Caribe

LACEEP

Programa de Economía Ambiental de América Latina y el Caribe

LETS

Esquemas de transacción económica local

LFPCC

Ley Federal para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental

LPI

Living Planet Index

MDL

Mecanismo de Desarrollo Limpio

Mercosur/Mercosul

Mercado Común del Sur/Mercado Comum do Sul

MSC

Consejo de Administración Marina

NIH

Institutos Nacionales de Salud

OCDE

Organización para la Cooperation y el Desarrollo Económicos

OCMAL

Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina

OEA

Organización de los Estados Americanos

OIM

Organización Internacional para las Migraciones

OLADE

Organización Latinoamericana de Energía

OMC

Organización Mundial del Comercio

OMG

Organismo modificado genéticamente

OMS

Organización Mundial de la Salud

ONG

Organización no-gubernamental

ONGA

Organizacion no gubernamentales ambiental

ONU

Organización de las Naciones Unidas

OPIP

Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza

PECC

Programa Especial de Cambio Climático

PFNM

Productos forestales no madereros

PIB

Producto interno bruto

PIR

Principios para la Inversión Responsable

PLAC

Programa Latinoamericano del Carbono

PNB

Producto nacional bruto

PNUD

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

PNUMA

Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

PPME

Países Pobres Muy Endeudados

PRD

Partido de la Revolución Democrática

PRI

Partido Revolucionario Institucional

PSE

Pagos por los Servicios de Ecosistemas/Ecológicos

PT

Partido dos Trabalhadores

PV

Partido Verde

PVE

Partido Verde Ecologista

RCDE

Regímenes de comercio de derechos de emisión

RedLAC

Red de Fondos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe

REFF-LAC

Foro de Financiamiento de Energías Renovables de Latinoamérica y el Caribe

SAM

Sistema Arrecifal Mesoamericano

SDG

Meta de desarrollo sostenible

SEEA

Sistema Integrado de Contabilidad Ambiental y Económica

SENG

Servicio de Enlace No Gubernamental

TEEB

Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad

TLCAN

Tratado de Libre Comercio de América del Norte

Unasur

Unión de Naciones Suramericanas

UNCTAD

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo

UNEP

FI Iniciativa de Finanzas de la PNUMA

WCMC

Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación

WDPA

Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas

WRI

Instituto de Recursos Mundial

WWF

Fondo Mundial para la Naturaleza

ZMVM

Zona Metropolitana del Valle de México

Agradecimientos

Agradecemos a los siguientes por permitirnos reproducir su material en la versión original inglesa de esta obra:

Capítulo 1, Tabla 1.1, por datos en “Indicadores del desarrollo en la agricultura en Latinoamérica y el Caribe 2008–12” de The World Bank, data, Agriculture & Rural Development (http://data.worldbank.org/topic/agriculture-and-rural-development), a Vivian Klein, Rights & Permissions, World Bank Publications, Washington, DC; Capítulo 2, Figura 2.1, por “El desarrollo económico versus la protección al medio ambiente, Latinoamérica y el Caribe 2011” de Latinobarómetro: Informe 2011, a Fabiana L Barbeira, Corporación Latinobarómetro, Santiago; Capítulo 4, Tabla 4.1, por “Deforestación en el Amazonas Legal 2000-2011 (km2/año)”, del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), Brazil, 2008 (disponible en línea en: http:/www.obt.inpe.br/prodes/prodes_1988_2011.htm), a Márcia Alvarenga y Dr Julio Dalge, Director del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE); Figura 4.1, por “La extensión de la deforestación acumulada en el Amazonas Brasileño hasta el 2011” de Desmatamento na Amazônia Legal até 2011 (http://www.imazon.org.br/mapas/desmatamento-acumulado-2007-2010/desmatamento-acumulado-na-amazonia-legal-ate-2011/view), to Bruno Oliveira, Communications, Instituto do Homem e Meio Ambiente da Amazônia (IMAZON), Belém; Tabla 4.2, por “Número de especies conocidas en América Latina y el Caribe como porcentaje del número total de especies conocidas en el mundo” in UNEP. 2010. Latin America and the Caribbean: Environment Outlook GEO LAC 3. Panama City: UN Environment Programme (disponible en línea en: http://www.unep.org/publications/contents/pub_details_search.asp?ID=4149), to Monika G MacDevette, División of Early Warning & Assessment, United Nations Environment Programme; Tabla 4.4, por “La contribución de Latinoamérica a los emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) en comparación con el mundo desarrollado ” from Key World Energy Statistics 2012 © OECD/IEA 2012, pp 48–49, a Eleonor Grammatikas, Office of the Chief Legal Counsel, International Energy Agency, Paris; Capítulo 6, Tabla 6.1, for “Disposición a pagar 10% más por gasoline para reducir la contaminación del aire” de The Environmental Monitor 2002, Environics International, p 190, a Corinne Fontaine, COO, GlobeScan, Toronto; Tabla 6.2, por “Totalidad de costos anuales de adaptación para todos los sectores, por región, 2010–50” de World Bank. 2009. The cost to developing countries of adapting to climate change: new methods and estimates, Consultation Draft 64087. Washington: World Bank, p 6 (disponible en línea en: http://climatechange.worldbank.org/climatechange/research), to Vivian Klein, Rights & Permissions, World Bank Publications, Washington, DC.

En algunas instancias, se ha solicitado permiso para reproducir el material y se espera recibir una respuesta de la organización contactada. En cada uno de los casos hemos listado créditos del material correspondiente y les agradecemos por anticipado a:

Capítulo 4, Tabla 4.3, por “Latinoamérica y el Caribe: Flota total de vehículos de motor 2002–08, países destacados” from CEPAL Anuario estadistico de América Latina y el Caribe 2011, Excel file “3.8 Transporte/Transport; 3.8.1.2 Parque automotora/Motor-Vehicle Fleet a/” (acceso en línea: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/7/45607/LCG2513b.pdf); Figura 4.2, por “Latinoamérica y el Caribe: Sumario de los patrones de cambios climáticos proyectados para el 2100” y Tabla 4.6, “América Latina (países destacados): Proyecciones del territorio degradado, 2050 y 2100”, de ECLAC 2010. Economics of Climate Change in Latin America and the Caribbean, Summary 2010. Santiago: Commissión Económica para América Latina (CEPAL/ECLAC) sobre la base de información de Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE) of Brazil (disponible en línea en: http://www.eclac.cl/dmaah/publicaciones/xml/9/41909/2010-914-Climate_change-COMPLETO_WEB.pdf), to the Commissión Económica para América Latina, Santiago; and Tabla 4.7, por “Impactos proyectados de los cambios extremos en clima y eventos climáticos en las áreas urbanas”, de UN-HABITAT 2011. Global Report on Human Settlements 2011. Cities and Climate Change: Policy Directions, a UN Human Settlements Programme (UN-HABITAT), Nairobi.

Introducción

En octubre del 2010, Marina Silva, anterior ministro brasileña de la ecología que se lanzara como candidato del Partido Verde (PV), ganó casi el 20 por ciento del voto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del país. El éxito sin precedente para una candidata ecologista en Latinoamérica y el Caribe – y el impulso que ello ha dado al PV mientras se preparaba para las elecciones presidenciales de 2014 – demostraron la prominencia que la política ambiental ha ganado en la región en años recientes. También ha revelado cómo –detrás del encanto y los engranajes de la maquinaria política– Latinoamérica y el Caribe se han llegado a convertir en el campo de batalla de un nuevo tipo de contienda política que combina la clase tradicional, las luchas institucionales e ideológicas que a menudo miran hacia atrás, con nueva batallas sobre identidades, derechos y generaciones futuras moldeadas por alianzas innovadoras y conceptos que miran hacia el porvenir. El auge de los partidos verdes y la prominencia que las disputas sobre el entorno natural están ganando en la región – desde la calidad de la vida de los ciudadanos y cómo comparten el poder y recursos hasta cómo entender su propia historia e identidad – están transformando a Latinoamérica y el Caribe en un laboratorio de política medio ambiental que extiende su estudio más allá de las estructuras institucionalizas y formalizadas del mundo desarrollado.

Sin embargo, sorprendentemente los libros de texto introductorios enfocándose solo al creciente papel que juega el medio ambiente en las políticas de esta región son pocos, y dicha literatura se diluye finamente entre las disciplinas. Tampoco hay cursos universitarios que traten de unificar y dar un sentido único claro de dirección a los temas ambientales, dispersos a través de un diverso ecosistema académico en el cual los politólogos cazan al lado de los geógrafos, los antropólogos apresan a los historiadores y la alimentación de los economistas son los sociólogos. Sólo unas cuántas iniciativas, como el proyecto cooperativo de investigación de los países bajos ENGOV fundado por la Comisión Europea existen para dar a comprender cómo la gobernancia medio ambiental se está forjando en Latinoamérica, y según Baud, de Castro y Hogenboom (2011), en la misma región no han habido esfuerzos sistemáticos para analizar los problemas de la gobernanza de la ecología y los nuevos retos al medio ambiente desde una perspectiva puramente local. Para ser breves, la política ambiental de Latinoamérica y del Caribe –muy como en la manera anticuada en que los gobiernos trataban de asir los mismos temas del medio ambiente mientras crecían en importancia pública – han sido abordados en una forma fragmentada y a cuentagotas a través de muchas disciplinas, lo que ha limitado el conocimiento de este tema crucial entre los estudiantes. Esta colección de dos volúmenes tiene la intención de abordarlos al proveer un marco comprensivo de introducción para la enseñanza de las políticas medio ambientales que interese a los graduados, tomando una amplia selección de cursos desde área, medio ambiente y desarrollo a la geografía, antropología y economía del medio ambiente.

Juntos, los dos volúmenes de Política del Medio Ambiente en Latinoamérica y el Caribe intentan hacer una introducción comprensiva a los temas históricos, políticos, económicos y culturales de peso en el entorno natural. El primer volumen será valioso donde se estudie la ecología e introduce a los estudiantes al contexto esencial en el que las políticas verdes de la región se están desarrollando. Ofrece a los estudiantes de muchas disciplinas no tan familiarizados con la política comparativa o con el estudio de Latinoamérica y el Caribe, una aproximación al tema por primera vez. Proporciona una amplia visión conjunta de la historia del medio ambiente en la región, los legados políticos y los retos que confrontan los partidos y movimientos verdes, el estado actual del medio ambiente y los asuntos clave de la economía política que explican cómo los patrones del desarrollo en América Latina y el Caribe le han dado forma al ambiente natural y sus implicaciones para el desarrollo sostenible. El segundo volumen está dirigido más específicamente a los estudiantes de ciencias políticas, tomando y desarrollando con más detalle y más visión teórica los temas vistos en el primer volumen, tales como instituciones, políticas públicas, relaciones internacionales, actores políticos e ideologías ambientales. Para el erudito que desee una visión conjunta de las políticas verdes en América Latina y el Caribe, complementa y es lectura conjunta con el primer volumen.

Existen buenas razones para enfocarnos sobre América Latina y el Caribe si queremos mejorar nuestra comprensión de las políticas ambientales.

En primer lugar, el medio ambiente como un asunto político le ha dado a Latinoamérica y al Caribe un perfíl internacional desde la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, que representó un punto de decisión en la consciencia y movilización ecologista mundial, generando Agenda 21 – la corriente principal y plataforma oficial sobre el desarrollo sostenible adoptada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD). Latinoamérica y el Caribe también han jugado un papel muy importante a nivel internacional en el desarrollo de los gobernanza ambiental y sus países han ocupado un puesto clave en los debates internacionales sobre las causas de y las soluciones a los problemas ambientales y al cambio climático.

En segundo lugar, Latinoamérica y el Caribe están en el punto más agudo de los cambios ambientales mundiales ya que son una de las regiones más diversas del planeta. En el mundo, alberga cerca de la mitad de los bosques tropicales, un cuarto de las tierras con potencial cultivable, un tercio de las reservas de agua dulce, cuenta con 227 de los importantes humedales ‘Ramsar’, y tiene vastas reservas minerales. Aunque solo constituye cerca del 14 por ciento de la superficie terrestre, alberga al 20 por ciento de las ecoregiones marinas, terrestres y de agua dulce identificadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) como áreas prioritarias para la conservación del planeta. Cuenta con más de 30 mil especies de plantas vasculares, más de 3 mil especies de aves, y el Amazonas y sus tributarios mismos son hogar para más de 2 mil clases de peces. Aún así, Latinoamérica y el Caribe tienen también a cinco de los veinte países con mayor número de especies animales en peligro de extinción, y siete con mayor número de plantas en peligro de desaparición. La región se enumera como el tercio de las emisiones de carbón por cambios al uso de la tierra y cada uno de sus países se ve afectado en alguna forma por la degradación de los suelos. La pérdida de la cubierta forestal ha sido identificada como uno de los asuntos ecológicos mas significativos enfrentados por la región y el cultivo intensivo ha resultado en una extensa contaminación de las tierras cultivables y sus sistemas acuíferos. La minería ha causado la deforestación a gran escala, transformado los patrones de sedimentación de los cursos de agua, y ha perturbado los suelos. El Amazonas descarga cerca del 20 por ciento de las aguas dulces que los ríos de la tierra desembocan al mar –aún a pesar de tener abundantes recursos acuíferos, los pueblos de América Latina y el Caribe people siguen enfrentando la escasez de este recurso. La presión del desarrollo sobre los ecosistemas costales, el crecimiento de la población y el turismo han destruido la biodiversidad y degradado los arrecifes de coral, con la cobertura del la cuenca del Caribe disminuida hasta en un 10 por ciento en las pasadas tres décadas. La pobreza, el crecimiento acelerado, las instituciones débiles y la creación de políticas deficientes han significado el que las ciudades ahora enfrentan serios problemas ambientales como la mala calidad del aire, las prácticas peligrosas para la eliminación de los desechos y el saneamiento inadecuado. Y aún más, es probable que todos estos problemas que ya existen, y que han escalado en la agenda de la creación de políticas públicas, empeoren con los cambios climáticos que ya tienen un efecto importante sobre los bienes y servicios de los ecosistemas. El cambio climático exacerbará los efectos de eventos de clima extremo generados por fenómeno de El Niño y resultará en tanto sequías e inundaciones por los patrones pluviales cambiantes, el flujo de los ríos, los niveles de los lagos y los sistemas subterráneos de recarga de aguas. Las temperaturas mas altas, la elevación del nivel de las aguas del mar y el aumento del CO2 afectarán a la producción agrícola y provocarán más cambios al uso de la tierra. Los cambios climáticos tendrán un impacto significativo en los bosques, y el Amazonas probablemente se verá afectado por la pérdida importante de las especies, el aumento en las infestaciones por insectos y por el contagio de enfermedades infecciosas. Mesoamérica y el Caribe se consideran ‘focos’ de la biodiversidad a los que el cambio climático les costará un precio alto. El calentamiento de las aguas costeras, la muerte del coral, y el impacto en las reservas pesqueras causados por los cambios en el clima incrementarán las presiones ya existentes sobre los sistemas marinos de la pesca industrial y artesanal, el transporte marítimo y el turismo. Las áreas urbanas y la industria enfrentarán retos únicos para mantener sus reservas de energía y agua, y la infraestructura física se podría afectar desproporcionadamente por el clima extremo.

La combinación de efectos del cambio climático tendrá significantes implicaciones para las políticas, incrementando las presiones del gasto estatal, exacerbando la tendencia a favorecer a las urbes, reforzando las desigualdades y pobreza existentes y alimentando la migración. Un estudio recopilado y producido conjuntamente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para la cumbre Río+20 en 2012 advirtió que la región enfrenta daños anuales de $100billones para el 2050 por las disminuciones al rendimiento agrícola, la desaparición de los glaciares, las inundaciones, sequías y otros eventos desencadenados por el calentamiento del planeta (IDB 2012). La región no es considerada un contribuyente principal a las emisiones de gas del efecto invernadero que están causando el cambio climático, por el momento solo ha contribuido al 4 por ciento de las emisiones globales, aún así es probable que se vea afectada desproporcionadamente por ello. Esto convierte a Latinoamérica y al Caribe en caso importante para el estudio de las discusiones en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1992 de Río sobre el reconocido principio de que los países tienen en común, aunque en manera diferenciada, responsabilidades en cuanto se trate de atacar al cambio climático. Aún más inquietante, a pesar de la creciente preocupación global sobre dicho fenómeno, la evidencia de ello y los cambios en los sistemas biológicos en América Latina y en el Caribe siguen siendo muy poco documentados.

En tercer lugar, como una región que ha luchado durante mucho tiempo con altos niveles de pobreza y desigualdad – aunque hoy disfrute de un crecimiento robusto y es el blanco de flujos de inversión extranjera sin precedente– Latinoamérica y el Caribe ejemplifican un dilema al centro de todas las políticas ambientales: la dificultad de reconciliar el desarrollo con la protección ambiental. Este asunto resalta agudamente en ambos la ambiciosa agenda de la integración regional que se persigue a través de todas las américas, y las aspiraciones de los gobiernos de centro-izquierda que llegados al poder en años recientes. Las ambiciones de políticos como el presidente de Bolivia Evo Morales encarnan lo que es este dilema puede significar en la práctica, mientras él lucha para reconciliar la extracción acelerada bajo control nacional de los valiosos recursos minerales de su país en un esfuerzo para atacar la persistente pobreza en el lenguaje de su distrito electoral indígena que advierte sobre la amenaza de minar a “Pachamama” – “La Madre Tierra”. Mucha de la historia económica de America Latina y el Caribe puede entenderse como un largo y traumático compromiso con un insaciable mercado mundial, e históricamente casi siempre han sido las cambiantes prioridades del desarrollo guiadas por la exportación lo que ha determinado las formas tomadas por el desarrollo político en la región.

Estos volúmenes se concentran en las américas hispano y luso parlantes y el caribe –tomando un enfoque geopolítico, contrario a un enfoque ecologista– mientras hacen algunas referencias al caribe anglo parlante, a los estados sudamericanos y a aquellos que a menudo caen fuera del ámbito formal del área de estudios por virtud de sus peculariadades, como el Haití francoparlante y el Puerto Rico de habla española, un protectorado cuyo pueblo votó a favor de ser categorizado como un estado de los Estados Unidos. Como región discernible Latinoamérica y el Caribe en sus políticas tienen características que las distinguen derivadas de una historia y cultura que hace tanto viable como necesario el adoptar la visión regional. Sin embargo, este parámetro de estudio no intenta ser una rígida limitación para su comprensión, la región se caracteriza tanto por su diversidad cultural como por los términos lingüísticos esenciales de referencia por los que se define: en verdad, muchos millones de personas en Latinoamérica no hablan como lengua materna idiomas derivados del latín y en la actualidad siguen usándose cerca de 800 lenguas indígenas. Esta diversidad está conduciendo el desarrollo político e institucional en la región.

La diversidad también caracteriza al ambiente físico de la región. Geográficamente comprende partes de norteamérica, el itsmo centroamericano y las islas caribes y el sub-continente sudamericano, y una peculiaridad es su variedad geográfica y ecológica. La región se extiende desde los sub-trópicos en el hemisferio norteamericano hacia los extremos sub-polares de Suramérica, y su porción más grande es dentro de los neotrópicos –la bioregión América tropical y sub-tropical desde México y el Caribe bajando hacia el cono sur de Sudamérica. México y el istmo de Centroamérica hospedan una larga cadena de montañas, mesetas cálidas y valles, desiertos, sub-regiones elevadas, semi-áridas y llanuras costeras, y la jungla lacandona del sur de México es el bosque tropical caducifolio más grande en norteamérica. Volcanes descienden hacia las fértiles llanuras costales en el litoral del pacífico de centroamérica y al este, bosques mesófilos de montaña bajan hacia el Caribe. El istmo de Panamá ha sido un Puente ecológico crucial en la historia de la evolución del hemisferio y conecta a Centroamérica con las tierras bajas del Pacífico en el noroeste de Sudamérica. El Caribe está salpicado a lo largo de 3,200 km por un grupo en forma de media luna de aproximadamente 7,000 islas, islotes, arrecifes y cayos que separan al Golfo de México y el Caribe del océano Atlántico, y que incluye islas planas, no volcánicas y aquellas con rugosas cadenas montañosas. En Sudamérica, los 9,000km de la cadena montañosa de los Andes forma la columna del subcontinent y contiene glaciares y volcanes que juegan un papel clave el la regulación de su clima. Las pendientes del este descienden hacia la enorme selva de hojas anchas que cubre la cuenca del Amazonas, la pluviselva más importante del mundo, que se extiende a lo largo de nueve países. Hacia el este también están Los Llanos, la vasta llanura pastizal en Colombia y Venezuela, y las tierras altas de las Guyanas. La alta meseta a través de los Andes centrales, el “altiplano”, también desciende a la cuenca del Amazonas, hacia el sur de la cual está la vasta sabana tropical del Brasil, el cerrado. Hacia el oeste de ello están las sorprendentes humedades del Pantanal tropical que se inundan durante las temporadas lluviosas y las semi-áridas tierras bajas del Gran Chaco. Hacia el sureste están las Pampas, enormes y fértiles tierras bajas de Argentina y el Uruguay. En el punto más al sur de Sudamérica está la meseta de Patagonia, donde muchos lagos marcan vastas llanuras.

Juntos, estos dos volúmenes tienen la finalidad de formar la estructura de un curso de 10–11 unidades que atraiga tanto a quienes empiezan a familiarizarse con la región y con el estudio de ciencias políticas lo mismo que a aquellos que tienen mayor conocimiento de esos temas. Los libros intentarán alcanzar el balance entre la visión detallada y general, y el dilema clave que enfrentan las obras de este tipo es lo que no se incluye. Sin embargo, esta área de enseñanza significativamente permanece poco estudiada, y existen huecos muy grandes en los libros sobre las políticas ambientales de América Latina y el Caribe que impiden enormemente cualquier aspiración a la comprensión total o a impulsar a dicho tema. Estos volúmenes no son obras originales de investigación y se basan fuertemente en los trabajos de otros autores a quienes merecen un reconocimiento por dedicar un considerable tiempo y atención a áreas específicas de estudio y a quienes este autor les está en deuda de gratitud. Se han propuesto liberalmente referencias con la esperanza de que los estudiantes exploren este tipo de literatura – y para alentarlos a hacerlo se han omitido los números de página. El uso del signo $ denota dólares estadounidenses en todo el libro.

El volumen 1 comienza por examinar la historia de la ecología de Latinoamérica y el Caribe y su impacto en el desarrollo político. Continúa por explorar la idea de la naturaleza en la historia –una variable clave en el cómo las sociedades humanas interactúan con el medio ambiente– así como las actitudes hacia la producción y el consumo. Después hace una visión general de los temas principales en el estudio de las políticas ambientales: instituciones, política pública, partidos y movimientos sociales e ideas políticas. También pone al lector al corriente al identificar los principales retos ambientales que la región enfrenta en este momento, desde la contaminación de la tierra, el aire y el agua hasta la pérdida de la biodiversidad por el cambio climático. Dichos retos están íntimamente relacionados a los legados de los diferentes patrones de desarrollo en Latinoamérica y el Caribe y los capítulos finales de este primer volumen se enfocan a la economía política del medio ambiente, delineando como los modelos cambiantes de desarrollo han transformado al paisaje natural en respuesta a las demandas del Mercado mundial. Concluye con una exploración de cómo los creadores de políticas en América Latina y el Caribe están respondiendo a los retos del desarrollo sostenible y del cambio climático.

El volumen 2 examina las dimensiones institucionales y políticas del ambiente, y cómo los asuntos ecológicos influyen sobre las relaciones internacionales en Latinoamérica y el Caribe. Analiza cómo los estados han creado infraestructuras modernas para la gobernanza del medio ambiente, variables clave en el proceso por el cual la política ecológica se formula, y las influencias internacionales y multilaterales que están dando su forma a la agenda verde. Este volumen igualmente introduce al estudiante a los factores políticos más importantes en las luchas sobre el medio ambiente en Latinoamércia y el Caribe tales como los partidos verdes, los movimientos sociales y las organizaciones no-gubernamentales (ONGs). Explora cómo tanto los movimientos indígenas y los negocios están jugando un papel cada vez más prominente en dicha arena, y esboza las ideas principales que informan a la ideología verde tales como la justicia medio ambiental, el eco-socialismo y el escepticismo ecológico.

Capítulo 1 De los principios de la civilización hasta la industrialización

La historia es una base muy importante en el estudio de la política porque nos permite el explorar los más amplios factores económicos, sociales y culturales que dan forma al cómo se distribuyen y utilizan los recursos. El uso de los recursos está al centro del ejercicio del poder, que al turno es el foco principal de la ciencia política. Un punto de partida en el estudio de toda la historia es el entender la narrativa que se enfatiza – quien la escribió y por qué– y la historia de la ecología no es diferente. Esta tiene como su enfoque principal al mundo natural y nuestra interacción con éste, pero como en todas las variantes de la historia puede tomar muchas formas, subrayar factores distintos y tener objetivos contrastantes. En el caso de Latinoamérica y del Caribe, la historia del medio ambiente relativamente sigue siendo un campo nuevo. Este capítulo comienza por poner dicha disciplina emergente en contexto y por considerar los asuntos en que interesan principalmente los historiadores. Cómo este es un libro sobre política, toma como marco de trabajo el cómo la sociedad humana interactúa con un entorno natural que provee recursos los cuales influyen la manera en que se ejercita el poder. Explora esta interacción en Latinoamércia y el Caribe según discernibles períodos generales comunmente encontrados en el estudio de la historia de la región: la era pre-colombina; la conquista ibérica y la época colonial; el período que sigue la independencia en el siglo XIX; las relaciones neocoloniales que se desarrollaron en medio de la emergente economía global de finales del siglo XIX y a principios del siglo XX; la creación de estados modernos en favor de la industrialización, eventualmente conduciendo a un período de autoritarismo en los años 1960s–70s; después la crisis de deuda, las reformas al mercado y la democratización desde los 1980s. Una característica inevitable del desarrollo en la región desde la época colonial ha sido la ‘globalización’ de una u otra forma, que yace al corazón del cambio ecológico. Por último, el capítulo identifica temas clave que pueden recurrir en cualquier análisis sobre cómo el medio ambiente y los recursos han influido en el desarrollo político de Latinoamérica y del Caribe: el imperialismo, el neo-colonialismo y la dependencia; la construcción del estado; las relaciones sociales y conflicto; y la democracia.

Historia Ambiental

Como en todas las disciplinas, la historia del medio ambiente se ha distinguido por los debates y desacuerdos, y una discernible cisma está relacionada con el papel que juega la agencia humana. Los investigadores a menudo consideran a la naturaleza en relación con la historia de la humanidad y como, en turno, hemos influido la dinámica de la naturaleza. Y en verdad, la historia del medio ambiente puede trazar su desarrollo como disciplina hacia las preocupaciones que comenzaron a surgir en los años 70s, generadas por una creciente conciencia del impacto de la humanidad sobre la biósfera. Worster al escribir en 1990 declaró que la ‘nueva’ disciplina de la historia del medio ambiente – a la que se refería como una perspectiva ‘agroecológica’ en el estudio de la historia– “rechaza la suposición general de que la experiencia humana ha sido exenta de restricciones naturales, que la gente son una extraordinaria y únicamente aparte especie, que las consecuencias de nuestras obras pasadas sobre el medio ambiente pueden ser ignoradas” [p. 1088]. La meta de la historia del medio ambiente, dice Worster, es el profundizar nuestra comprehension de cómo los humanos se han visto afectados por su ambiente natural a través del tiempo, y a la inversa como han afectados ellos al mismo medio ambiente y con qué resultados. La interacción humana con el medio ambiente se estudia en muchas maneras –pero a menudo se concentra en cómo las sociedades ejercitan el control sobre la naturaleza al dar forma a los paisajes o estimulando el intercambio de plantas, animales y patógenos. Este enfoque alude a la cuestión que se preguntan los mismos historiadores de la ecología sobre el objetivo principal de su labor: deberá informar debates sobre las preocupaciones ecológicas actuales en un esfuerzo para influir a las políticas públicas relacionadas con el ¿cómo controlamos a la naturaleza? Desde los años 80s la historia del medio ambiente ha sido informada por una urgencia sobre el cambio climático y nuestra responsabilidad por éste.

Un debate clave en este campo ha sido entre el tecnocentrismo –una creencia optimista en la habilidad de la sociedad para resolver los problemas ambientales que se deriva de una fe en la ciencia y la tecnología– contra el ecocentrismo, una posición más radical, escéptica sobre tecnología, de que los sistemas naturales proveen modelos para la sociedad humana sobre las bases de las que somos parte y no separados de, la naturaleza (ver Brannstrom y Gallini 2004). Las diferencias en puntos de vista hacia la historia del medio ambiente de Latinoamérica y el Caribe han reflexionado a menudo sobre esta distincción. Por ejemplo, una historia del bosque atlántico de Brasil por Dean (1995) hace énfasis en cómo la actividad humana destruyó al bosque, mientras que una historia más reciente por Miller (2000) discutía que el daño al bosque fue el resultado de barreras para su uso productivo.

Al mismo tiempo, la historia del medio ambiente ha tendido a enfocarse sobre el sistema económico, social y político que ha emergido en una escala global sobre los últimos 500 años (ver Castro Herrera 2008). Ésto es de particular importancia a las Américas, la conquista y el asentamiento de lo que inauguró lo que ahora entendemos como la “modernidad”. Sin embargo, como una disciplina, la historia medioambiental de América latina y del Caribe sigue en la etapa infantil, y hasta el momento han habido un número limitado de obras exhaustivas en este campo y la mayoría de ellos han sido escritos por investigadores de fuera de la región. Esta es una observación clave: Castro Herrera (2001) nos da una valiosa historiografía de este tema en Latinoamérica y el Caribe mismos desde los años 70s hasta el presente, y enfatiza la importancia de la tradición cultural de donde se escribe ésta. Mientras en las historias de Norteamérica y Europa del medio ambiente Latinoamericano ha llegado a dominar el campo, sería erróneo sugerir que han sido los pioneros de este tema. Castro Herrera subraya algunas obras anteriores de investigadores latinoamericanos mismos que representan un “comienzo promisorio” a esta disciplina pero que durante los años 80s plagados de crisis se diluyó den relativa oscuridad (ver Sunkel y Gligo (eds) 1980; Vitale 1983; Ortiz Monasterio et al 1987). Tales limitaciones ofrecen claves para saber porqué el medio ambiente en América latina y el Caribe raramente se han considerado como nada más que un fondo pasivo a historias políticas y económicas. La búsqueda ahora es por un punto de vista discerniblemente latinoamericano a la historia del medio ambiente basado en los singulares patrimonio y prioridades de la región.

Tres asuntos han emergido como de interés particular para los historiadores del medio ambiente: territorios, materias primas y conocimiento (ver Brannstrom (ed) 2004). Dichos asuntos generan interrogantes sobre cómo la comprensión social del medio ambiente influyó sobre las prácticas y las tecnologías que determinaron su suerte (ver capítulo 2). Un ejemplo de ello es la noción de “la tierra salvaje” encontrada en la historiografía de los Estados Unidos comparada con las actitudes hacia la naturaleza dentro de la historia cultural latinoamericana, en la que las inclinaciones románticas hacia los paisajes desolados ha estado ausente en gran parte (ver Miller 2007).

Si la obra de los historiadores ecologistas es el informar debates contemporáneos, entonces las fronteras políticas y los procesos también se convierten en un inevitable factor en el entendimiento de cómo la sociedad humana ha ejercitado control sobre la naturaleza. Castro Herrera (2001) discute que las particularidades regionales de América Latina y el Caribe son probablemente de importancia decisiva en el diseño de las políticas del medio ambiente. Esto particularmente en el siglo XXI, alega, mientras América Latina se esfuerza por crear sociedades integradas contra el fondo de una visión dominante de la naturaleza que proclama como “natural”, no históricas, las maneras en que se ha visto reducido a verse como un recurso que debe ser “gestionado” según las demandas del mercado.

La sociedad pre-colombina y la conquista

La sociedad humana fue transformando el medio ambiente de las Américas desde mucho antes de las grandes sociedades que encontraran los españoles y los portugueses, y el paisaje de 1492 había tomado forma durante 15,000 años de actividad. En la era pre-colombina sociedades complejas florecieron en ecosistemas fragile como el de las áreas secas de Mesoamérica, las altas altitudes de los Andes, o las tierras bajas de las llanuras de inundación del Amazonas (Baud, de Castro and Hogenboom 2011). Las técnicas de agricultura desarrolladas por las civilizaciones que precedieron a los Aztecas, Incas y los Tupi de Brasil amazaron el paisaje a través de patrones establecidos de tenencia de la tierra y de irrigación masiva y sistemas de terrazas. Los ricos recursos ofrecidos por los ríos, áreas de marea y manglares nutrieron a grandes comunidades y evidencia arqueológica de la Cuenca del Amazonas indica que las fértiles tierras bajas puede que alguna vez hallan mantenido a millones de personas en enormes asentamientos (ver Roberts y Thanos 2003). Los cacicazgos emergieron en Perú alrededor del 2500AC mediante la abundancia que rindiera un superávit –y por ende crearan riqueza. En Mesoamérica, por el 500– 250AC el cultivo del maíz había conducido al crecimiento de las ciudades más grandes como Teotihuacán nutriendo a150,000 personas.

Los Taínos, quienes ocuparan las islas del Caribe, tuvieron una agricultura exitosa cultivando la yuca, la batata y el maíz. Los primeros visitantes a la Española notaron el extenso cultivo de la mandioca y la batata. Junto con el maíz y el frijol los Aztecas consumieron diversas fuentes de proteínas provenientes de la caza de animales, la pesca, y los insectos hasta el grano y las algas que crecían en el Lago de Texcoco. Ya para la época de la conquista, todas las culturas mesoamericanas habían desarrollado métodos agrícolas altamente productivos que incluían el uso de canales, las terrazas elevadas, campos de crestas y surcos, fértilizante de desechos y ciénagas temporales, manejo hidrológico y agroforestal a través de los diques, las presas, la irrigación, los depósitos, la rotación agrícola y la tala y quema. En los Andes, los grupos anteriores a los Incas y sus sucesores hicieron uso extensivo de la agricultura de parcelas elevadas en lo que ahora es Colombia y alrededor del Lago Titicaca a la frontera de Perú y Bolivia. La sociedad de las tierras altas andinas reciclaba sus desechos para crear compostas, usando el abono de las llamas, y los Incas también recogían el guano de las aves en las islas de la costa del Perú para fértilizante (ver abajo). En el noreste de lo que hoy se conoce como Chile, el pastoreo de camélidos – llamas y alpacas – ha sido una práctica milenaria. La agricultura también se había desarrollado en amplias áreas dentro de la Cuenca del Amazonas desde mucho antes de la conquista por los europeos y suelos negros y nutritivos conocidos como terra preta secrearon por la concentración de desechos como la vegetación, desechos animales y abono en descomposición. Las comunidades del bajo amazonas practicaban la agrosilvicultura, y una significante proporción de la cuenca del amazonas de hoy consiste de bosques que fueron parcialmente creados (ver Hecht y Posey 1989; Roosevelt 1999). Los pueblos del Amazonas también manipularon los ríos y los arroyos para modificar el paisaje (ver Raffles y Winkler Prins 2003). Tal fue la extensión en que cambiaron su entorno que un emergente cuerpo de investigación sobre la sub-región del Amazonas ahora concibe un paisaje “natural-cultivado” o “biocultural” (ver, por ejemplo, Balée 1989, 1999; Denevan 1992, 2001; Hecht y Posey 1989; Raffles 1999, 2002; Roosevelt 1981, 1991; Demerritt 1994; Haraway 1997; Latour 1993). Algunos expertos creen que virtualmente todo el Amazonas refleja un “manejo sucesivo” de uso (ver Hecht y Posey 1989; Posey 1985, 1992; Irvine 1989). Los pueblos pre-colombinos también crearon innovaciones en producción como la chinampa en México (ver Cuadro 1.1). El cultivo en terrazas fue una característica tan importante de la agricultura Inca que le heredó el nombre de “Andes”. La cultura Tihuanaco en el perímetro del Lago Titicaca (1500AC–1200DC) erigió áreas de cultivo escalonado llamados camellones en que la cosecha de patatas era bastante alta. La cultura Moxos (1000BC–1400D.C.) en Beni, Bolivia, desarrolló un gran sistema hidráulico basado en los diques, los lagos y las cordilleras.

Los invasores europeos encontraron sociedades avanzadas y patrones de colonias organizadas con densas poblaciones. Existían imperios sofisticados en las tierras altas de México y Perú, mismos que habían seguido a civilizaciones previas. Los españoles venían de grandes ciudades cuyos pueblos habían construido caminos y trabajado la tierra, talado campos y modificado los bosques, creado llanuras, alterado a las especies animales y en algunos casos causando la erosión del suelo.

Cuadro 1.1 Lachinampa

Los lagos del México central fueron una fuente de riqueza y un medio de transportación que se convirtió en la base de la civilización pre-colombina. Antes que los aztecas se asentaran en el Valle de México alrededor del 1300DC, las comunidades extendidas a las orillas del Lago de Texcoco ya utilizaban la agricultura de sembradíos elevados sobre las humedades que consistían en lotes flotantes que consistían en estructuras de junco, capas de lodo y vegetación en descomposición llamados chinampas. Eventualmente, con el uso extensivo de las chinanmpas alrededor de la capital Tenochtitlán, los Aztecas continuarían produciendo abundantes cantidades de maíz sin barbecho igual que fruta fresca, vegetales y flores. La chinampa fue un significativo desarrollo tecnológico: reducía el trabajo, ya que era irrigado desde abajo, se sostenía por la composta y el reciclaje de desechos (incluidos los de las letrinas públicas), y a lo largo del tiempo mejoraba la fértilidad de su suelo y mantenía los ecosistemas lacustres. Estos factores significaban que las chinampas eran muy productivas, permitiéndoles varias cosechas por año, y podían mantener a una población muy grande, lo que ayuda a explicar el porqué el México central de aquellos tiempos tenía una de las poblaciones más densas del mundo. Formas de agricultura de terrazas elevadas similares también fueron usados más al sur por los Mayas. Mientras los Aztecas consolidaban su imperio, el Lago de Texcoco se volvió una red de calzadas elevadas para administrar las chinampas y controlar las aguas alrededor de los campos, que calentaba el aire y ayudaba a combatir la escarcha. Este sofisticado manejo del agua le dio a los Aztecas la habilidad para combatir la salinización, la sequías y la amenaza que planteaban las inundaciones.

Un asunto clave en la historia del medio ambiente ha sido hasta qué punto los factores ecológicos influyeron en la desaparición de las civilizaciones pre-colombinas y por lo tanto en qué medida dichos pueblos usaron sus recursos de manera sostenible. Este asunto ha llamado la atención desde finales de los años 80 porque coincide con la creciente prominencia de los pueblos indígenas en la lucha ambiental (ver capítulo 2). Esto genera cuestiones importantes sobre cómo se representa a los pueblos indígenas como los guardias responsables de la naturaleza en muchas narrativas.

Existe evidencia que se remonta hacia 12,000 mil años antes, aunque discutida, de que los seres humanos ya habían decimado algunas de las grandes especies que habitaban el continente americano (ver Roberts y Thanos 2003). El debate arqueológico se ha enfocado en el decline de las ciudades Mayas del período clásico entre los siglos VIII y IX, cuando en las tierras bajas del sur se abandonaran centros avanzados. Las teorías de que los factores medio ambientales, desde el cambio climático hasta la deforestación, han creado las bases para explicar el por qué sucedió ésto, siendo la sequía exacerbada por los escasos suelos tropicales la idea con más influencia.

En algunas áreas, puede que el tamaño de las poblaciones nativas y el uso prolongado de las prácticas de agricultura intensiva hayan causando la degradación de la tierra. En algunos casos, las sociedades indígenas claramente consumían más rápido madera, combustibles, agua y los nutrientes del suelo de lo que éstos podían recuperarse, aunque puede que hayan sido los impactos sociopolítcos que resultaron de ellos lo que explica la decadencia de dichas sociedades. Entre las explicaciones se ha citado el uso en exceso de los recursos en el decline de las culturas clásicas Mayas, y algunos arquéologos han señalado la evidencia de una reducción en la producción agrícola, el sobre-cultivo y la degradación de los suelos.

La sobreexplotación de recursos probablemente contribuyó a la crisis del imperio Azteca, y evidencia de los sedimentos del fondo del lago en Michoacán revelan niveles importantes de erosión del subsuelo. Puede que las elaboradas tradiciones concernientes a la guerra y el sacrificio humano que desarrollaron fueran en respuesta a ese uso excesivo.

La conquista y la colonización por los españoles y portugueses han ocasionado un impacto irreversible sobre el paisaje, transformando la ecología de grandes áreas mediante la propagación de enfermedades y flora y fauna no nativas de la región. La conquista inició el colapso de la sociedad indígena, cambió las prácticas del uso de los recursos e hizo europea la flora y la fauna del Nuevo mundo al homogeneizar los sistemas productivos y culturales y cambiar los objetivos de la agricultura (ver Miller 2007; Baud, de Castro and Hogenboom 2011). Un vago consenso entre los investigadores es que la población indígena disminuyó por un 90 por ciento, en su mayor parte dentro de la primera década de la llegada de los europeos como resultado de las enfermedades – de entre 50– 100 millones de personas en 1492 hasta entre 5– 12 millones en su punto más bajo en el siglo XVII. El colapso demográfico tuvo un impacto importante en el entorno natural: los conquistadores ibéricos fueron capaces de ocupar tierras arables fértiles y pastizales que ahora han sido abandonados con la intención de perseguir la agricultura o la ganadería. Los patrones en el uso de las tierras fueron anulados a través de un nuevo sistema de tributo a los españoles, la migración forzada y los patrones de mudanza, el monopolio de las mujeres por los españoles, y el empleo forzado de los hombres nativos para la minería. Los centros de poblaciones fueron reorganizados para reflejar el desarrollo de una economía que ahora serviría a una red de intercambio mundial (ver Castro Herrera 2008). Para mediados del siglo XVI, muchas aldeas andinas habían sido abandonadas y las antiguas redes de irrigación y áreas de cultivo en terrazas que contenían tierra fértil fueron abandonados.

Los españoles y los portugueses trajeron plantas, animales y plagas que tenían menos depredadores naturales y se reprodujeron fácilmente (ver Brothwell 1994). Los cultivos europeos y aquellos de sus otros territorios en África y Asia se diseminaron, orillando a las plantas nativas hacia tierras marginales. El uso de la tierra español reprodujo la economía de monocultivos basada en las plantaciones, a través de la cual las tierras fueron despejadas para la introducción de especies extranjeras y otras plantas fueron erradicadas. El trigo se cultivó desde el Río de la Plata hasta las tierras altas de Centroamérica, y en el lapso de una generación desde la conquista el arroz, el azúcar y el plátano se hacían crecer en las bajas tierras húmedas del Perú (ver Crosby 1991). Las vides prosperaron en Perú, Chile, Tucumán y el Río de la Plata (ver Lacoste 2007). La introducción de la caña de azúcar en los campos de los Tupi en 1516 tuvo un dramático impacto sobre el paisaje, y entre 1550– 1600 Brasil llegó a ser el productor mundial más importante de azúcar a través de amplias plantaciones de monocultivo. Vastas áreas de tierras bajas costeras del bosque atlántico fueron despejadas para crear plantaciones de caña. Los hornos para la ebullición de jugo de caña consumieron vastos trechos forestales y manglares. Eventualmente, las llanuras costeras de las islas del caribe y Brasil fueron deforestadas e irrigadas para producir azúcar, y los bosques de Colombia, Venezuela, Centro América, las islas del caribe y la meseta de São Paulo fueron despejadas para la producción del café.

Las prácticas ganaderas españolas también diseminaron los cultivos locales sobre áreas mayores, y los animales que trajeron con ellos transportaban semillas y malas hierbas en su abono. Nuevos pastos y maleza colonizaron las pampas sudamericanas y los llanos de Colombia y Venezuela, y convirtieron las pastizales del norte de México en cactuses y arbustos silvestres. Los caballos, perros, cerdos, bovinos, gallinas, ovejas y cabras se dejaron alimentar a voluntad, y se reprodujeron rápidamente (ver Crosby 1991). Los cerdos prosperaron, compitiendo por la pastura contra las especies indígenas. Los caballos hicieron posible la gran industrial ganadera colonial que tuvo un importante impacto en el medio ambiente del nuevo mundo. Melville (1997) sugiere que la introducción de ovejas en el Valle del Mezquital en México inició la rápida destrucción de la flora y la desertificación. Los animales de carga hicieron posible que las nuevas tierras fueran labradas, y el cultivo con arados es más propenso a causar la erosión de los suelos que el cultivo por azadón y palos. Para la década de 1570, los observadores en La Española ya registraban el impacto de las manadas de ganado y su rápido incremento, alrededor de los años 1580 el sobrepastoreo en México ya era visible.

La era colonial

La despoblación rápida y la escala limitada de inmigración durante el inicio de la época colonial permitieron la renovación de los suelos mermados, las aguas, los bosques y la vida salvaje por un lado, y por el otro, nuevas prácticas de extracción que se beneficiaban con la desaparición de las culturas indígenas.

En 150 años después de vaciarse de los pueblos indígenas, los asentamientos anteriormente ocupados, los campos y las sabanas de centroamérica y Colombia se revirtieron a ser bosques. El colapso demográfico de los pueblos indígenas de las áreas costeras y la cuenca del amazonas tales como los Tupis y Omaguas llevaron a la regeneración de la silvicultura mientras los campos abandonados crecían de nuevo, las riveras eran pobladas por los árboles y la vida de los ríos se regeneraba. Para finales del siglo XVIII, muchos ecosistemas que habían sido explotados por grandes sociedades indígenas se habían recuperado (Castro Herrera 2008). Una población limitada en los nuevos territorios ibéricos significaba que para mediados-finales del siglo XVI los alimentos eran abundantes, permitiendo la lenta recuperación de las poblaciones indígenas mismas para empezar.

El sistema imperial español restringía la migración hacia las colonias, y la tenencia de la tierra a la ibérica limitaba aún más la inmigración porque las concesiones de tierra eran a menudo muy altas, creando formas de monopolio (latifundio) para asegurar los límites en la labor y limitar la competencia en la producción de cultivos o por recursos limitados tales como la leña y el agua. Propiedades que no era cultivadas permanecían ociosas mientras que los dueños no tenían ni el capital ni los trabajadores para trabajarlas, y no se cobraban impuestos, reduciendo el grado en que los bosques y los suelos se agotaban. El objetivo más importante de las coronas española y portuguesa era la búsqueda de metales preciosos, y la minería era la fuerza que dirigía la expansión de la colonia (ver Cuadro 1.2).

Cuadro 1.2 La minería en la época colonial

La obsesión de los conquistadores españoles por los metales preciosos está bien documentada. La esclavitud de las poblaciones decimadas de Taínos, Caribes y Arawaks para colar los ríos del oro aluvial aceleró un más su decline. El oro era el producto más deseado pero para la década de 1550, la explotación de vastos depósitos de plata en México y Perú convirtieron a este metal precioso en el producto de principal exportación desde las indias. A partir de mediados del siglo XVI hasta los principios del siglo XIX, el 85 por ciento de la plata y el 70 por ciento de su oro en el mundo provenían de América Latina. La minería de la plata se convirtió en el motor de ambos el crecimiento económico de México y el comienzo de la globalización del comercio (ver Ponzio 2005). De 1492–1900, el impacto en el medio ambiente de la minería se concentraba en las zonas montañosas de México, Perú, Bolivia y Chile y después al interior de Brasil. La minería fue la causa mayor de destrucción ecológica, mientras los bosques se talaban para proveer madera para pozos y pastura para los animales de tiro. La necesidad de producir carne para los colonizadores españoles y mulas para las minas estimulaba la deforestación excesiva para la ganadería. En el caribe, vastas áreas fueron deforestadas para construir galeones que acarreaban la plata a Europa. En 1554 en Pachuca, el método conocido como “patio” desarrollado para la extracción de metales preciosos usando mercurio sobre los minerales, inauguró una rápida expansión de la producción de plata que financiaría la administración colonial, la construcción de las ciudades y, eventualmente, la industrialización europea. La contaminación causada en Huancavelica en Perú y Potosí en Bolivia tuvo un efecto devastador sobre las comunidades indígenas, y el mercurio entró en los ríos y envenenó la cadena alimenticia y los suelos (ver Robins 2011). El oro que se descubrió después en las montañas del interior de Brasil significó que los mineros trabajaran en gran medida sobre el suelo, dejando cicatrices en el panorama, desviando los ríos y cavando canales para llegar al lecho de los ríos. La deforestación combinada con el bateo causó una importante erosión y la contaminación del suelo (ver Dore 1991). Los agricultores y ganaderos a menudo seguían las fiebres del oro para la corta y quema de vastas áreas. A lo largo de Latinoamérica, la necesidad de mano de obra en las minas significó que comunidades indígenas enteras fueran esclavizadas para trabajarlas, abandonando antiguas redes de irrigación y campos escalonados y exacerbando aún más la erosión del suelo.

El estado imperial español comenzó a apretar su poder sobre las prácticas económicas a través del protecccionismo y los monopolios. Una economía de extracción en la que la corona jugara un papel importante modificaría la sociedad de Latinoamérica y el Caribe para siempre.

Las nuevas tierras americanas dieron a los monarcas españoles y portugueses un amplio potencial de fuentes de patrocinio, y monopolizaron sectores enteros –la madera, el tabaco, los diamantes, el mercurio– con la intención de controlar los precios y maximizar las ganancias de la tesorería. Restricciones sobre la producción de bienes de consumo como el tabaco limitaron el impacto que podrían tener sobre el medio ambiente. En algunos casos, tales como el pernambuco, los diamantes y las ballenas, estas forma de proteccionismo limitaron el impacto ecológico de la economía colonial de exportación durante siglos. No fue sino hasta la era de la reforma de Borbón a fines del siglo XVIII que los monarcas españoles abrieran más puertos de las américas para el comercio, y entre 1778 y 1796 el intercambio colonial creció rápidamente.

La economía de extracción expandió enormemente las instituciones del estado, con la creación de infraestructuras coloniales separadas para la administración de los territorios del nuevo mundo. La recaudación de impuestos estaba bien organizada, y el comercio entre España y sus territorios fuera del país obedecieron un monopolio bajo la supervisión estatal que persistió por mucha de la era colonial. Los estados imperiales ibéricos fueron los primeros en establecer economías de “enclave”, dominadas por intereses únicos en servir a los mercados extranjeros. La cuenca de Amazonas se había convertido en un enclave dedicado a la extracción extranjera bajo los portugueses a través de la colonización y el asentamiento para la década de 1750, y retuvo este carácter hasta principios del siglo XX (ver Anderson 1999). La explotación económica de los bienes de bosques y ríos – y la competencia entre los estados extranjeros– ha estado al centro de toda la subsecuente penetración de la región (ver Da Cunha 2006; Pádua 2012).