Puntos de vista. - Esaú Ricardo Páez Guzmán - E-Book

Puntos de vista. E-Book

Esaú Ricardo Páez Guzmán

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Beschreibung

El libro "Puntos de vista entre Filosofía y escritura" es el resultado del proyecto de investigación sobre la formación de nuevos investigadores integrantes del Grupo Filosofía, educación y pedagogía. Expone a los investigadores en formación del grupo a un ejercicio problemático de producción, demostración, sustentación y escritura, bien sea como punto de partida o de llegada de investigaciones iniciales y avanzadas o de resultados, en el sentido de abrir posibilidades de experimentación y experiencia en un espacio que conecta y entrecruza autores, escritores, artistas, profesores para poner en movimiento la fuerza de pensar la filosofía, el texto, la literatura, el lenguaje, la enseñanza de la escritura en el mundo escolar de hoy en día, el oficio del maestro en su pragmática universitaria, la conversación sobre como se escribe, el papel del lector y la existencia del libro, la manera como los niños se conectan con la lectura y la escritura, la simple lectura de los libros de literatura y poesía por la experiencia estética y artística de vivir y escuchar voces que nos hablan al oído sobre lo conocido y lo desconocido de los mundos y de la existencia: abandonados, expuestos, actuando, decidiendo, desafiando la propia vida. Puesto que, en el campo de la educación y la pedagogía se pasa por la exigencia de escribir.

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PUNTOS DE VISTAENTRE FILOSOFÍA YESCRITURA

Martha Soledad Montero González

Esaú Ricardo Páez Guzmán

(Compiladores)

Libro resultado de investigación de colaboración conjunta.

Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Tunja

2018

Puntos de vista. Entre filosofía y escritura/ Páez Guzmán, Esaú Ricardo; MonteroGonzález, Martha Soledad(Compiladores). Tunja: Editorial UPTC, 2018. 272 p.

ISBN 978-958-660-292-1 (impreso)

ISBN 978-958-660-441-3 (virtual)

1. Filosofía. 2. Enseñanza de la filosofía. 3. Escritura y filosofía

(Dewey 107/21). Thema: QDTK - Filosofía: epistemología y teoría delconocimiento).

Primera Edición, 2018

200 ejemplares (impresos)

Puntos de vista. Entre filosofía y escritura

ISBN 978-958-660-292-1 (impreso)

ISBN 978-958-660-441-3 (virtual)

Colección de Investigación UPTC No. 97

© Esaú Ricardo Páez Guzmán, 2018

© Martha Soledad Montero González, 2018

© Andrés Mauricio Cabrera Díaz, 2018

© Alexandra Patricia Cantillo Barrera, 2018

© Edwin García Salazar, 2018

© Christian Alfredo Rubiano Suza, 2018

© José Arturo Molina Bravo, 2018

© Johanna Andrea Bernal Mancilla, 2018

© Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2018

Editorial UPTC

Edificio Administrativo – Piso 4 Avenida Central del Norte No. 39-115, Tunja, Boyacá [email protected]

Rector, UPTC

Alfonso López Díaz

Comité Editorial

Hugo Alfonso Rojas Sarmiento, Ph. D.

Enrique Vera López, Ph. D

Yolima Bolívar Suárez, Mg.

Sandra Gabriela Numpaque Piracoca, Mg.

Olga Yaneth Acuña Rodríguez, Ph. D.

María Eugenia Morales Puentes, Ph. D.

Rafael Enrique Buitrago Bonilla, Ph. D.

Nubia Yaneth Gómez Velasco, Ph. D.

Carlos Mauricio Moreno Téllez, Ph. D.

Editora en Jefe

Ruth Nayibe Cárdenas Soler, Ph. D.

Coordinadora Editorial

Andrea María Numpaque Acosta, Mg.

Corrección de Estilo

Alejandra Flórez

Imprenta

Búhos Editores Ltda. Tunja - Boyacá

Libro financiado por la Dirección de Investigaciones de la UPTC. Se permite la reproducción parcial o total, con la autorización expresa de los titulares del derecho de autor. Este libro es registrado en Depósito Legal, según lo establecido en la Ley 44 de 1993, el Decreto 460 del 16 de marzo de 1995, el Decreto 2150 de 1995 y el Decreto 358 de 2000.

Libro resultado de investigación.

Citación: Páez Guzmán, E. & Montero González, M. (Comp.) (2018). Puntos de vista. Entre filosofía y escritura. Tunja: Editorial UPTC.

Contenido

Introducción

La Alianza del hombre con el hombre, entre Nietzsche y Dostoievski

Edwin García

Un hombre oscuro en la obra de Yourcenar

Martha Soledad Montero González

Kafka. Escritor del límite

Esaú Ricardo Páez Guzmán

La grieta en los personajes Fitzgerald

Edwin García Salazar

Dostoievski: dos más dos puede ser cinco

Martha Soledad Montero González

Los Caballitos del Diablo en la Obra de Tomás González

Alexandra Patricia Cantillo Barrera

Una experiencia abismal

Christian Alfredo Rubiano Suza

Danza y movimiento: caminar, correr, saltar. El estilo Duncan

Alexandra Cantillo Barrera

De una u otra forma, todo se debió al camino. “La literatura en tránsito” como posible diálogo entre culturas

Andrés Mauricio Cabrera Díaz

Las paradojas de la política moderna de Giorgio Agamben en dos novelas de escritores latinoamericanos

Johanna Andrea Bernal Mancilla

Enseñanza y escritura, en la obra “Las ideas socialistas en Colombia”, de Jorge Eliécer Gaitán (1924)

José Molina Bravo

Investigadores principales

Martha Soledad Montero González. Licenciada en Pedagogía, Magíster en Psicología comunitaria y candidata a Doctora en Educación y Cultura, Profesora Investigadora Universitaria. Investigadora Asociada Colciencias, Líder del Grupo de Investigación Filosofía, Educación y Pedagogía avalado por la Uptc, con categoría B/Colciencias. Autora de alrededor de quince artículos de investigación publicados. Escritora y compiladora de capítulos de libro resultado de investigación tales como Escuela Pública Colombiana: entre la función social y la tecnología, publicado en el libro "Educación y Pedagogía. Pasajes, Encuentros y Conversaciones”, y Dewey: Pensamiento reflexivo,proceso educativo y método publicado en el libro “Filosofía y Educación: En la punta de la lengua”. Correo electrónico: [email protected]

Esaú Ricardo Páez Guzmán. Filósofo, Magíster en Gobierno municipal y Doctor en Ciencias de la Educación, Profesor de Planta de la Licenciatura en Filosofía de la Uptc, Investigador Asociado Colciencias, Líder del Grupo de Investigación Filosofía, Educación y Pedagogía avalado por la Uptc, con categoría B Colciencias; ha publicado alrededor de catorce artículos de investigación, además de capítulos en libro de investigación tales como A Propósito de la Didáctica: Salir del Aula, Entrar al Aula en el libro resultado de investigación: Educación y Pedagogía. Pasajes, Encuentros y Conversaciones; y Empresarización y calidad en la Universidad colombiana, capítulo publicado en el libro de investigación: Filosofía y Educación: en la punta de la lengua, libros de los cuales es compilador. Correo electrónico: [email protected]

Asistente de Investigación

Ilusión Duarte López. Licenciada en Educación preescolar, estudiante de cuarto semestre de Maestría en educación; Joven investigadora del Grupo de Investigación Filosofía, Educación y Pedagogía. Asistente de edición. Cuenta con la publicación de un capítulo de libro resultado de investigación titulado: Marcadores de género en la infancia: una aproximación conceptual y metodológica, incluido en el libro de investigación Filosofía y Educación: en la punta de la lengua. Correo electrónico: [email protected]

Introducción

El libro “Filosofía y escritura” es el resultado parcial del desarrollo del Seminario de carácter permanente de investigación, presentado a la convocatoria pública de la Dirección de Investigaciones UPTC/2017, específicamente a la Convocatoria de Cooperación Interinstitucional No. 3 con código de aprobación SGI 2207, cuya particularidad responde a la cualidad misma de la investigación, la cual exige dedicación, esfuerzo y disciplina de estudio en relación con el planteamiento de problemas, contextualización social, histórica y política en la relación filosofía-escritura en el campo de la formación de nuevos investigadores, obligando al rastreo de información, de datos y a la práctica de la escritura como condición de producción y participación: se necesita de la revisión, corrección y articulación de las investigaciones particulares en conexión con el objetivo del Seminario que no es otro que el de la formación a partir del criterio “aprender a investigar-investigando”.

Esto hace que el proyecto de investigación cuyo objeto de estudio es la formación en investigación, siga una programación a la manera de Seminario, el cual tiene una vigencia corta de un año y una vigencia a mediano plazo de tres (3) años en proyección para mostrar resultados finales con impacto social. El término permanente, también quiere decir expectativa, responsabilidad y participación en condiciones académicas propias de enseñar y aprender con un gesto abierto al mundo, que no pasa por la dependencia y la obediencia al maestro, sino que tiene que ver con una visión que privilegia la actividad de investigación como el elemento que le da sentido a la formación; esto es conjugar la trayectoria de los investigadores principales, el saber, la experiencia y la comprensión del mundo que se constituye en un pre-texto, un soporte de discusión para el acompañamiento en su propio ritmo y según intereses investigativos propios, búsquedas, fuentes, encuentro con autores en la perspectiva de la construcción de la propia experiencia investigativa capaz de expresarse en la vida académica y social.

La perspectiva de la formación en investigación en este Seminario no se pliega a la repetición de lo mismo, al rechazo, ni a la contemplación pasiva, sino que tiene el firme propósito de crear exigencias rigurosas, relevantes y pertinentes sobre resultados específicos de investigación en función del problema, que, para este caso trata de distintos puntos de vista de la relación Filosofía-escritura, cuyos avances se presentan en este texto, para en el transcurso de los tres (3) años, pasar de un estado inicial de producción a estados avanzados de conocimiento, de intercambio, de análisis, y de aproximación a respuestas en una práctica investigativa que requiere del entusiasmo que deriva de la propia decisión. Es decir, la experiencia en el proyecto de investigación de formación de nuevos investigadores a través del Seminario Permanente de Investigación, tiene múltiples formas, es voluntaria, pero una vez la decisión se ha tomado, se constituye en una obligación: asistencia, participación, investigación, escritura, publicación, difusión, divulgación y apropiación social del conocimiento.

Ahora, si bien es cierto el objetivo es la formación de nuevos investigadores, este Seminario establece los márgenes de la producción investigativa según objetos de estudio propios de las investigaciones particulares. Por ejemplo, la grieta en la obra de Fitzgerald, la escritura del límite en Kafka, la cuestión de la vida en la obra de Marguerite Yourcenar, el problema de la voluntad y el juego en Dostoievski, la tensión y el espacio en Tomás González, la política y el cuerpo objeto en la escritura latinoamericana, la autobiografía en cuanto un estilo de escritura; movimiento y fuerza entre Nietzsche y Dostoievski; así como la lectura del monólogo de Molly deviene escritura y la escritura se transforma en experiencia: devenir otro. Ubicándose en la frontera entre el artículo filosófico y el texto literario; o a la literatura en tránsito como posible diálogo entre cultura, sobre tres novelas escritas por individuos diferentes; pertenecientes a culturas, lenguas, tradiciones y ocupaciones disímiles; entre otros problemas, como los que refieren el tratamiento de las paradojas de la política en obras literarias, o en tesis de investigación académica como es el caso de la que refiere a Jorge Eliécer Gaitán.

En el transcurso de estos dos años restantes, seguirán indagando y construyendo los puntos de vista que se presentan aquí inicialmente, y se pondrán en juego en el campo de la educación artística y la estética, el cine, la enseñanza de la filosofía y el papel de la literatura, las mujeres en la literatura contemporánea, el arte teatral y la danza en la construcción de lazo social, la construcción de textos según la política curricular colombiana, el papel de la lectura y la escritura en la enseñanza, y la manera como se asume esta disciplina de estudio e investigación en la formación de los mismos investigadores en momentos de silencio como dice Lyotard.1Momentos de enseñanza y aprendizaje en el tiempo y espacio de la investigación, de la conceptualización, de la indagación; momentos que producen resultados producto de la preparación y dedicación investigativa y crítica de los miembros de este Seminario.

El Grupo de Investigación ha desarrollado este proyecto de investigación a través de la forma del Seminario Permanente desde el año 2010 hasta la fecha, y tiene como productos de investigación: la publicación de dos libros de investigación en el marco de la política de investigación de la UPTC/DIN: uno, publicado en octubre/2014 con el título de “Educación y Pedagogía. Pasajes, encuentros y conversaciones”; dos, en abril de 2015 “Filosofía y Educación: en la punta de la lengua”.2Al mismo tiempo se han publicado unos treinta artículos.3De esta actuación deriva el objeto de este proyecto de investigación, el cual problematiza la formación de investigadores como resultado únicamente de planes de estudio, elaboración de trabajos de grado, o la pertenencia como integrante de un grupo de investigación. De ahí que se pongan en cuestión estas condiciones como exclusivas y garantes de dicha formación, y se tome al Seminario Permanente de Investigación y formación del Grupo Filosofía, Educación y Pedagogía, como un espacio de investigación en rigor, bajo la tutela de profesores investigadores de trayectoria, cuya pregunta de investigación pasa por construir, señalar y mostrar ¿cuáles son las condiciones prácticas, académicas y de saber que dan lugar a la formación de nuevos investigadores en un espacio abierto para la exposición de puntos de vista problemáticos conformados, en este caso, en el campo de la relación filosofía-escritura?

Aunque es difícil hallar conexiones al interior de un grupo que favorezcan el encuentro permanente de los investigadores en formación y estudiantes entre sí con los profesores investigadores, ya que generalmente, estos quedan reducidos a la ejecución de tareas puntuales y de corto alcance en los correspondientes planes de trabajo individuales de los profesores-investigadores, o en el marco de los cronogramas de actividades de los proyectos de investigación; algunas veces, o con excepciones, los investigadores en formación entran a formar parte importante de los proyectos de investigación y de las publicaciones de sus resultados mostrando que ellos son capaces de plantear problemas, estudiarlos, dar respuestas sí se toma con seriedad su formación y se les involucra en las trayectorias que se van construyendo en las mismas investigaciones de las que hemos hablado hasta aquí.

Este proyecto de investigación sobre la formación de nuevos investigadores, señala la utilidad y relevancia de actividades de producción investigativa en un encuentro a la manera de Seminario de formación de nuevos saberes, de nuevos modos de investigar y dar respuesta o proponer soluciones a problemas relevantes. Ex-poner a los investigadores en formación del grupo a un ejercicio de producción, demostración, sustentación y escritura, bien sea como punto de partida o de llegada de investigaciones iniciales y avanzadas o de resultados, vale la pena por las posibilidades de experimentación y experiencia a que da lugar; por eso continuar con esta experiencia que viene realizándose en el grupo hace siete (7) años de manera consecutiva favorece la productividad investigativa y la apropiación social del conocimiento, al poner en movimiento la experiencia real que fuerza a pensar la filosofía y la escritura en la formación sobre objetos de estudio: el texto, la literatura, el lenguaje y la filosofía, la enseñanza de la lectura y la escritura en el mundo de hoy en día, el oficio del maestro en su pragmática universitaria, poniendo en cuestión la idea de que el campo de la educación se aviene bien con la instrumentalización del pensamiento, con los derroteros, los observatorios y observadores según la especulación del uso, únicamente de la ciencia y de la técnica como lo válido, oficial y reconocido en el engranaje institucional del Estado colombiano y en la vida internacional, como si este referente fuera el único que le da forma y pertinencia a la educación, a lo que se aprende, a lo que se sabe y se desea saber.

Así, este libro colectivo de investigación implica salir del espacio común de la opinión de las disciplinas que aterrizan en el campo científico como la única alternativa de producción de pensamiento, y pretende construir nuevas problemáticas, nuevos sentidos, nuevos análisis a la educación en el campo de la relación filosofía y escritura. Este libro colectivo de investigación, trata en el capítulo La alianza del Hombre con el Hombre, entre Nietzsche y Dostoievski de pensar un punto de contacto lo que implica dibujar el trazo entre el movimiento y la fuerza; entre la fuerza y la escritura; entre la escritura y la creación, preguntando ¿qué tipo de movimiento emerge entre las líneas de fuerza que atraviesan a Nietzsche y a Dostoievski?, y responde el autor de este escrito, que se trata de las implicaciones de una enfermedad, de la epilepsia que afecta al personaje principal de la obra “El idiota” de Fiodor Dostoievski, enfermedad del sistema nervioso central, resultado de una actividad eléctrica excesiva de las neuronas hiperexcitables, manifestándose a través de crisis repetitivas y espontáneas con pérdida del conocimiento; esta enfermedad neurológica, la toma el escritor ruso como expresión de un movimiento de la vida, del juego entre vivir y morir. La epilepsia es la curva de la enfermedad según Nietzsche y Dostoievski. Este concepto no se posiciona en la línea de lo fisiológico, se toma como posibilidad de la vida; la posibilidad de una buena salud, cuando el autor Edwin García, concluye que el Príncipe, en su postura ante la vida, inventa un mundo lo que implica inventarse a sí mismo, deviniendo otro.

Por otro lado, en el capítulo Un hombre oscuro en la obra de Yourcenar, Soledad Montero señala que “Un hombre oscuro” es un cuento que aparece en la obra de Marguerite Yourcenar “Cuentos completos”, reescrito por la autora entre 1979 y 1981, sobre un relato anterior que en 1935 llamó A la manera de Rembrandt, y en su forma inédita llamó Nathanael, una de sus primeras obras escritas cuando tenía veinte años de edad, de la que dirá que todo el texto era inutilizable, aunque había quedado en ella el germen que saldría a la superficie años después cuando lo convertiría en una obra, más o menos por la misma época en que surge la imagen de los personajes Zenón y Adriano, quienes habían nacido casi al mismo tiempo. Sobre la existencia de Nathanael, la escritora dice que es un personaje joven, anónimo, sencillo, fuerte y bello, viviendo en el cruce de distintas líneas de vida entre el amor, la sexualidad, lo habitual, la errancia y la fuga, sin perder de vista aquello que determinó el modo como este vivió, pero sobretodo, sin alejarse nunca del pasaje de la vida a la muerte por el que transcurrió la vida del personaje.

En el texto, Kafka escritor del límite, precisa Esaú Páez, autor de este capítulo, se preguntan Deleuze-Guattari “¿Cómo entrar a la obra de Kafka?” e inician su propia respuesta: “Es un rizoma, es una madriguera”, justo en la primera línea de la primera hoja de su ensayo sobre el escritor checo. Pues, el concepto de límite desde cierta perspectiva, permite afirmar que con Kafka se transita por entre paisajes que nos llevan siempre a caminar por líneas delgadas y móviles en las que no pocas veces se con-funden con una cuerda floja sobre el abismo. El mismo Kafka en su vida, en su procedencia y entorno, en su cuerpo, en sus relaciones afectuales y amorosas, en su formación intelectual y su trabajo y, sobre todo, en su escritura, es un hombre del límite: un judío de habla alemana de Praga, como lo señala Hannah Arendt en su libro “La tradición oculta”. Judío, nacido en Praga, que está ocupada por el imperio austro-húngaro, cuya lengua oficial era el alemán, pero no el alemán de Goethe, sino el alemán burocrático y el propio de la soldadesca.

¿En cuanto a la razón de leer a Fitzgerald hoy en día? El autor Edwin García en el capítulo La grieta en los personajes de Fitzgerald, dice que se puede responder románticamente, que leerlo hoy es actualizarlo y realizarlo, cuestión que terminaría postulando que es un clásico de la literatura norteamericana. Leer y analizar a Fitzgerald hoy no tiene que ver con su actualidad o realización, sino más bien con pensar la manera en la que inventa personajes, en la que produce unas condiciones específicas para su funcionamiento; esta producción de condiciones no está vinculada necesariamente a la formación de algún tipo de desarrollo, sino a la relación entre las líneas de una historia; está asociada a los trayectos que constituyen la manera en la que la vida se mueve. Y no es que su vida se confunda con sus obras, es que los personajes de sus obras están vivos en un presente viviente, son hombres excepcionales, con salud robusta, con carácter definido, con un lugar en el mundo. ¿Qué es aquello que define a un personaje?, esta pregunta parece estar situada en la teoría literaria, y parece estar definida en la novela, hasta mide el concepto de personaje en una escala de valor, es decir, le da un volumen al perfil psicológico del personaje, a los dilemas morales con los que se posiciona frente al entorno, a la manera como asume el sufrimiento, lo soporta, lo encara, de tal suerte que esta forma de enfrentar la fuerza de la vida permite descifrar los movimientos que el personaje hará en favor de la destrucción o consolidación del yo. Esta lectura, se sostiene en términos metodológicos, en una visión realista de Fitzgerald, en la que el personaje representa algo. En este trabajo no se está desmintiendo ese hecho, el problema es que esta lectura tiende a pensar que el personaje se define según un contenido social, cuyo principio de individuación no es el objeto de este trabajo, ya que la pregunta es por la constancia del personaje y su relación con la grieta.

En Dostoievski: dos más dos puede ser cinco, precisa la autora de este capítulo, que el enunciado se convierte en objeto de un ejercicio de extrañamiento con uno mismo, señala el escritor, personaje de “Apuntes del subsuelo”, poniendo en entredicho el lugar incuestionable de la razón y de la ciencia en la forma del saber matemático en nuestra época. De esto trata la lucha aquí y ahora con nosotros mismos, situando un Dostoievski afirmativo, cuando a través de las cartas escritas a Simónov su amigo o escritas por el estudiante a Lisa señala el miedo al encierro, y en el cuento a propósito de la nieve derretida, muestra la destrucción actualizada en los pequeños detalles que nos ponen en evidencia frente a algo que proviene de los recuerdos, de la memoria, que sirve para señalar qué tan lejanos y tan contiguos a la vez nos hallamos de la vida que vivimos. En esta novela corta Dostoievski escribe lo que está pasando por su vida. Apuntes del subsuelo trata del miedo, la huida, las interrupciones, lo interminable, para poner en cuestión nuestro propio abandono, encierro, tensiones… nuestra propia vida, puesta ahí, muchas veces como un callejón sin salida, luchando por hallar una salida.

En el capítulo titulado por Alexandra Cantillo Los Caballitos del Diablo en la obra de Tomás González, se presenta una visión de mundo donde los opuestos se encuentran en constante tensión en la que se aborda la complejidad de las formas en el mundo y su ambivalencia. Las tensiones más recurrentes en sus novelas implican la relación enfermedad- bienestar, caos-armonía y vida-muerte.

Mientras que el punto de vista sobre “El Ulises de Joyce”, en el capítulo Una experiencia abismal escrito por Christian Rubiano, se hace una aproximación en clave rizomática al capítulo conocido como “El monólogo de Molly” en el Ulises de Joyce. Partiendo de la idea sobre el libro expuesta por Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, donde se defiende la tesis según la cual la lectura debe dejar de lado la interpretación arborescente, para abrirse al mapeo de intensidades. En ese sentido, la lectura del monólogo de Molly deviene escritura y la escritura se transforma en experiencia: devenir otro. Ubicándose en la frontera entre el artículo filosófico y el texto literario, el presente escrito es un “indeterminado” que, entre dos regímenes de discurso, busca fundar un territorio intermedio para el ejercicio del pensamiento.

Alexandra Cantillo escribe en el capítulo Danza y movimiento: caminar, correr, saltar, acerca de la obra de Isadora Duncan, dado que en ella se encuentra un registro de su invención en el plano escrito, en su autobiografía y en los textos que realizaba para leer o publicar previo a sus presentaciones, y en su misma danza, que, se puede decir era una lectora y estudiosa ávida, que posibilita y da sustento al movimiento y al estilo dancístico que va creando y al que le va dando forma, extendiendo su interés a la escritura para pensar cómo puede su danza adquirir un peso, un sentido para señalar cómo la invención artística y la creación de un estilo dancístico es narrado en un trayecto de vida que pone el acento en la relación de la danza con la filosofía, la literatura y otras artes. En el registro escrito, Duncan aborda lo que para ella es novedoso en el plano de la música, del teatro, de la escultura; se pregunta ¿qué es lo original? o ¿cómo llegar a serlo? y ¿qué posibilita lo innovador en su propuesta?

En cuanto al capítulo De una u otra forma, todo se debió al camino. “La literatura en tránsito como posible diálogo entre culturas”, escrito por Andrés Mauricio Cabrera; en tres novelas de autores diferentes: Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier; El Hablador, de Mario Vargas Llosa y El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, da cuenta de un diálogo posible entre individuos pertenecientes a culturas, lenguas, tradiciones y ocupaciones disímiles; allí se presenta a su manera, cómo cada uno de ellos posee dos rasgos en común: la pertenencia a un país del “tercer mundo” latinoamericano (a veces llamados “economías en desarrollo”) y la posibilidad de conocer otras culturas diferentes a la “oficial” o “materna”, a esa que, en virtud del azaroso destino, fue la primera en enseñarse e inculcarse como “propia”, proponiendo operaciones divergentes, trayectos de un individuo definido (en principio condenado epistémicamente por una lengua y cultura) que, en virtud de lo vivido, cuestionará su pre comprensión del mundo (su lazo con la “lengua materna” y los referentes específicos que se asignan a cada palabra dentro de la misma) a partir de una relación particular con otra lengua que se muestra esquiva a ser siempre traducida y modificada.

En el capítulo Las Paradojas de la Política Moderna de Giorgio Agamben en dos novelas de Escritores Latinoamericanos, Johanna Bernal dice que estos puntos de vista dan lugar, de un lado en “Las Paradojas de la Política Moderna” de Giorgio Agamben en dos Novelas de Escritores Latinoamericanos a retratar la política moderna cuando se pone en cuestión el poder del soberano, al igual que, los criterios para establecer la vida política que debe ser gobernada en determinados territorios. De otro lado, a través de la novela “2666”, específicamente el capítulo «La parte de los crímenes» del escritor chileno Roberto Bolaño y la novela “Los ejércitos” del escritor colombiano Evelio Roser; puesto que en ambas narrativas se puede observar, la materialización de las aporías de la política moderna, paradojas expuestas por el filósofo italiano Giorgio Agamben en su libro Homo Sacer. El poder de la nuda vida I; y algunos elementos que sirven para recontextualizar los conceptos de «campo de concentración» y la «figura del Homo Sacer». Se señala en este escrito, también la manera en que ambas narraciones permiten presentar el cuerpo como ese objeto de violación y de muerte, encarnación de la zóe, es decir, de esa nuda vida que es el fundamento de la soberanía y lugar sobre el cual opera la ley, a la vez, que también permiten descubrir ese cuerpo-potencia, cuerpo-objeto de deseo, objeto de belleza o fuerza de trabajo.

Ahora bien, José Molina Bravo, en el capítulo “Enseñanza y escritura, en la obra Las ideas socialistas de Jorge Eliécer Gaitán”, señala que,de un lado, hasta ahora se han usado los preceptos o conceptos filosóficos para construir puntos de vista sobre la escritura en la literatura y en la autobiografía; pero también la escritura se aborda en obras específicas de escritores latinoamericanos según un análisis filosófico-político, -desde el punto de vista de la historiografía- cuando Jorge Eliécer Gaitán afirma el socialismo como una identidad moral y política en su trabajo de tesis para optar al título universitario de abogado. De otro lado, Enseñanza y escritura, en la obra “Las ideas socialistas en Colombia”, de Jorge Eliécer Gaitán 1924, obra del historiador colombiano Germán Colmenares, titulada “Las convenciones contra la cultura”, se plantean tres importantes criterios para el estudio de la reflexión historiográfica del siglo XIX: se pregunta por “las condiciones intelectuales específicas” en que esta aparece, siguiendo la pista de la selección del tema central, de los conflictos culturales surgidos por el condicionamiento que la política ejerce sobre las premisas de producción del pensamiento historiográfico, y en la disimulación de tales conflictos por las convenciones y consensos de las comunidades de historiadores. Por su parte, J. E. Gaitán planteó a el socialismo como una identidad moral y política de su trabajo de tesis, además de la pertinencia profesional que suponía pensar los efectos del derecho en la sociedad. Concluye su tesis señalando que las ideas socialistas plantean un problema de visión del mundo histórico, y que su existencia se debe a la existencia de clases sociales dominadas y explotadas, y sobretodo, responde a la emergencia de ideas verdaderas sobre la igualdad social.

En síntesis, este libro de investigación de colaboración conjunta, convoca a olvidarse de la fórmula, la receta, las metodologías, los procedimientos como lo propio de la relación entre filosofía y literatura en el campo de la educación, en el sentido que, vale la pena señalar sus fallas, disolver sus seguridades, poner en cuestión su idea de identidad y la noción de los derechos de los niños y de los jóvenes, cuando en su pragmática pedagógica no pueden hablar, o su habla se presenta en la temporalidad del aprendizaje que solo es engañosa, porque no probamos hacer del pensamiento una experiencia y una exigencia, por el mero gesto de saber leer y escribir por placer.

Soledad Montero G.

1 Jean Francois Lyotard, filósofo francés, en su visita a Colombia el 7 de marzo de 1994, en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia en la conferenciapronunciada, según una versión del texto publicado el año anterior como “Tee Other´s Rights,” in Stepheen Shute; Susan Hurley (eds.) on the Human Rights. The OxfordAmnesty Lectures. New York: Basic Books-Harper Collins. Publisher, (135-147) https:// es.scribd.com/doc/84999860/LYOTARD-Jean-Francois-Los-derechos-del-otro (consultado el 24-2-2015) “[...] Los niños no van espontáneamente al diálogo. Algo resiste en nosotros, que quizás entre nosotros “habla”, pero más bien por señales que en las reglas de la interlocución. […] Ahora bien, la civilización, considera cómo el aprendizaje deuna palabra compartida contigo exige el momento de un silencio. El maestro habla y el alumno escucha, decía Aristóteles. En este momento, el yo me es prohibido, soy asignadoa la posición del tú por el maestro, en el polo tácito de la destinación, tácito no significapasivo. El elogio de la interactividad como principio pedagógico es pura demagogia.El alumno tiene la capacidad de hablar, debe conquistar el derecho, y con este fin, debe callarse. Esta suspensión de la interlocución impone un silencio, y este silencio es bueno. No amenaza el derecho de hablar, enseña el precio. Es el ejercicio necesario para la excelencia de la palabra. Como el escolar, los escritores, los artistas, los sabios, los noviciosdeben retirarse para aprender aquello que dirán a los otros […] El maestro, cualquiera que sea el nombre que lleve lo dispensa de compartir la palabra, para decirles algo que no saben. Puede incluso hablarles en un lenguaje que no comprenden. El maestro no esla figura del otro, del tú, sino la figura del otro, otro en su separación. Es el extranjero. ¿cómo dialogar con el extranjero? Sería necesario aprender su lengua”.

2 También programa el Coloquio Internacional donde se pone en juego el resultado delas investigaciones realizadas en cuanto a los avances y resultados alcanzados. Hasta el momento se han realizado cuatro coloquios y está en preparación el quinto; el primero realizado en la Universidad Pedagógica Nacional con el nombre de “Coloquioacadémico: letras y trayectos”/2005; el segundo Coloquio “Educar para el momentoactual: pedagogía y didáctica”, realizado en la Universidad Santo Tomás/2011; el tercer Coloquio Internacional Gilles Deleuze “Investigaciones en filosofía, educación y cultura”/2015; el cuarto Coloquio Internacional “Tango, una danza de pies ligeros”/2016y el quinto Coloquio Internacional de Filosofía, “Investigación e innovación social y artística”/2017-2018.

3 Ver hoja de vida Gruplac Filosofía, educación y pedagogía. Categoría B/Colciencias 2015- 2017.

La Alianza del hombre con el hombre, entre Nietzsche y Dostoievski

Edwin García1

Introducción

Pensar un punto de contacto entre Nietzsche y Dostoievski implica dibujar el trazo entre el movimiento y la fuerza, entre la fuerza y la escritura, entre la escritura y la creación. ¿Qué tipo de movimiento emerge entre las líneas de fuerza que atraviesan a Nietzsche y a Dostoievski? Se trata del movimiento de la epilepsia, el de la enfermedad, el movimiento de la vida, del juego. La epilepsia es la curva de la enfermedad en Nietzsche y Dostoievski. Este concepto no se posiciona en la línea de lo fisiológico, se toma como posibilidad de la vida; la posibilidad de una buena salud. La enfermedad es el punto de contacto entre Nietzsche y Dostoievski, de tal suerte que no se dará cuenta de la relación de la enfermedad con los espacios productivos de los autores, así como tampoco se pensará la enfermedad como una línea que se define en tanto fuerza reactiva que potencia la escritura en el sentido romántico. Más bien, se trata de pensar la enfermedad como una posibilidad, una posibilidad en la vida y en el juego, una apertura a la escritura.

En términos de la vida y sus posibilidades, entre Nietzsche y Dostoievski se puede establecer un punto de contacto. La enfermedad también es una posibilidad de vivir, no en sentido reactivo, definiendo la vida a través de la enfermedad, sino en función del devenir escritor, hombre, artista. El signo de la enfermedad (epilepsia) denota unas condiciones de salud, exuberantes, formidables. La enfermedad en Nietzsche y en Dostoievski se convierte en la condición del devenir escritor-artista. De ahí, que se piense un punto de contacto entre Nietzsche, Dostoievski y el Príncipe de la novela El idiota.

No se pretende, además, usar la novela como principio metodológico a manera de un hilo conductor que traza líneas de sentido, a propósito de la vida de los autores. El punto es que la novela El idiota se convierte en el campo conceptual de los enunciados nietzscheanos y, además, es el personaje en el cual la potencia de la vida deviene urgencia por vivir.

La urgencia por vivir es uno de los puntos de contacto entre Nietzsche, Dostoievski y el Príncipe. A los tres se les notifica2que son enfermos, se les notifica hombres nihilistas, reactivos, hombres pesimistas; se les notifica la muerte como destino; se les notifica la pérdida del principio realidad; se les notifica el colapso de los nervios; se les notifica hombres sin fuerza, sin ímpetu vital. Esta notificación es una fuerza reactiva; es una notificación que define líneas de movimiento. Estas líneas progresivas, amortiguadas en el desarrollo, permiten ver con la nitidez de imágenes proyectadas una sobre otra, el descenso de la buena salud, su colapso material. En este lugar de interioridad, de pérdida, de ausencia, de juego cerrado; emerge una posibilidad: la vida como urgencia.

Entonces, esta posibilidad en la curva de la vida de Nietzsche, Dostoievski y del Príncipe. Pensar la curva de la vida no tiene que ver con estadios, tampoco con la descripción de fases de desarrollo programáticas en función de la evolución y el mejoramiento de la vida, o de una apuesta conceptual. La curva en la vida de Nietzsche, Dostoievski y el Príncipe es intensa, no en sentido de una curva que se tensiona, sino de lugares, de espacios. Sin envolturas de sentido los tres son nihilistas, es un nihilismo que los lleva al abismo de la muerte, de la negación, del sin sentido.

Entonces, cuando los nervios rotos de Nietzsche cierran la posibilidad de la salud y se sujeta el cuerpo al rigor de la enfermedad, emerge la posibilidad de ser un muchacho normal.3Cuando el Príncipe fundido en la fiebre, en la pérdida de la realidad se vuelve resentido, y expresa la fórmula que inculpa a todos los hombres por su incapacidad para existir, emerge la potencia para tirarse una broma, para levantarse de la silla y dejar que el juego se abra. 4

Nietzsche, Dostoievski y el Príncipe sufren el rigor de la fuerza reactiva, no a modo de postura romántica, sino de posicionamiento en la fuerza: se sitúan en la fuerza reactiva y en ese lugar se mueven, hacen saltos al vacío, piruetas, vuelven a la superficie: afirman la vida tal y como viene, sufren con vigor, con exuberancia, de tal suerte que el hombre enfermo, notificado idiota, estrafalario, jugador, pobre, deviene trágico, artista, escritor.

El devenir escritor de Dostoievski y de Nietzsche tiene el signo de la fuerza trágica: hacen más de lo que pueden. Si se entregan al juego, son jugadores, aunque no los mejores, devienen jugadores. Si se entregan a la crápula, a las mujeres, a la bebida, son borrachos, mujeriegos. A pesar de estar notificados, de que la fuerza dramática debilite cualquier afirmación, y que les cueste acomodarse en el mundo –como el epiléptico después del ataque–, es en ese no lugar donde lanzan un ladrido, para devenir hombre, escritor.

Pasaje de enfermedad

El movimiento de la epilepsia en Nietzsche y Dostoievski, no solo es fisiológico, sino que también es una apertura a la posibilidad de vivir de otra forma, con el phatosde la distancia. El problema no es la relación entre la epilepsia y el sufrimiento, describe la relación que la enfermedad tiene consigo misma y sus condiciones románticas, tal como lo asume Mann en su apartado sobre Nietzsche5. La epilepsia de Dostoievski y de Nietzsche, lejos ya de considerarse un movimiento a la constitución de la interioridad, fundamentada en un adentrarse hacia lo insondable, es un movimiento de apertura, un movimiento de salida, salida fuera de sí mismo, fuera de la identidad, del sistema de semejanzas que configura la identidad aislada del espíritu consiente.

“El 5 de septiembre de 1848 también Nietzsche declaró en el manicomio de Jena que había sufrido estados epilépticos sin pérdida de conocimiento, desde la edad de 17 años”6. La curva de la enfermedad de Nietzsche es la curva de su vida, una curva en la que el sufrimiento producido por la epilepsia no se materializa en el enunciado del resentimiento. En la declaración de Nietzsche, quien habla no es la enfermedad, es el hombre; la epilepsia no es la declaración luminosa7del pensamiento, por el contrario, es la posibilidad de la buena salud, de la vitalidad. En Dostoievski, no hay declaración, aunque se sufre en la inmanencia de la vida, la epilepsia también es la vitalidad del pensamiento. Esto no implica que en Nietzsche resuenen los estruendos de la epilepsia, mientras Nietzsche habla y mira8Dostoievski emplea el trazo en el signo del Príncipe idiota: el personaje epiléptico al que le urge vivir.

La declaración de Nietzsche es un chillido vigoroso, la urgencia de Dostoievski es la vida. En ambos no hay queja, no hay reclamo, no hay culpa frente a nadie, no hay resentimiento, no hay nihilismo. Este es uno de los puntos de contacto entre Nietzsche y Dostoievski: el movimiento de la epilepsia se sale por fuera del sufrimiento melancólico y nostálgico para hacer más robusto el pensamiento y la vida.

Diríase que un movimiento es una línea con figura, y además, con puntos equidistantes, con límites y proporciones marcadas. Esto concuerda con la panorámica de una línea sin desplazamiento de sus perspectivas. La línea panorámica de la epilepsia comienza con el sufrimiento y termina con la creación mediada por el sufrimiento: la pregunta es por lo fisiológico que resulta innegable como medición de la potencia de la enfermedad, de su ley connatural dialéctica y evolutiva. Medir la potencia de la enfermedad de Nietzsche y la de Dostoievski es equivalente a pensar en el volumen productivo de la línea de sufrimiento. Así, salta a la vista el origen de la enfermedad y la productividad asociada a los límites de la misma, por tanto, su fin y los resultados que trae consigo dicho fin.

Pensar el movimiento de la epilepsia saca a la misma de su estadio decadente, y posibilita su relación con la fuerza. De ahí, que la evolución productiva asociada a la enfermedad sea eficaz en los términos comparativos de la utilidad y el análisis hermenéutico, pero no a propósito de la pregunta por la potencia que se mueve en los espacios, en los intersticios, en los no lugares del pensamiento. La potencia que se mueve por esos espacios no es medibleen términos comparativos, ni en términos dialécticos. Toda vez que se piense la productividad de Dostoievski estableciendo la relación con su enfermedad, se potencia la línea de fuerza trascendente en la justificación de un movimiento tranquilo: aniquilación de la fuerza.

El Príncipe idiota es muestra de ello, se le notifica que es un idiota, un enfermo, un estrafalario, un hambriento, y la notificación surte efecto en la línea de fuerza trascendente, porque en la línea de fuerza inmanente el movimiento es diferente: menos uniforme, con más pliegues. La notificación recae sobre el personaje del idiota, y recae sobre Dostoievski, es la notificación aniquiladora que más allá de su intento por debilitar la fuerza, está en función de una rústica caída aplastante:

[…] Se le encoge a uno el corazón leyendo las cartas deeste coloso, humillantes y serviles como gemidos de perrohambriento, en que para suplicar diez rublos invoca cincoveces el nombre del salvador; estas cartas espantosas que jadean, lloran y aúllan por un mísero puñado de dinero.9

Esta caída aplastante, es en Dostoievski, la notificación de varios hechos: ser epiléptico, padre, pobre, todos a la vez. En estas relaciones de fuerza se produce un movimiento, una curva, como lo plantea Mann a propósito de Nietzsche. Existe un movimiento en el hecho de ser epiléptico, padre y pobre: en las dos últimas se da una sujeción del cuerpo, un abatimiento del espíritu. El movimiento no es de resistencia ante estas condiciones; es recto: en la domesticación hay un movimiento resignado, nihilista. La curva del movimiento emerge entre estas líneas de fuerza reactiva: padre, enfermo y pobre Dostoievski hace más de lo que se propone: escribe el idiota.10

El idiota es la curva del movimiento. Al idiota se le ha dicho de su enfermedad, de su torpeza, de su ridiculez; pero su afán es: “Andar, andar, no detenerse jamás, ni en la dicha”.11El afán del idiota es un movimiento hacia el exterior. Cuando se le señala su enfermedad, cuando el movimiento no es superior a los pasos fatigados por los ataques, por la pérdida de la realidad; cuando el juego está cerrado, aparece un lugar: el amor. El amor es la fase última del movimiento del enfermo; el amor aparece como un lugar apacible en el que se puede descansar, un lugar donde el movimiento puede ser proporcionado, sosegado. El amor es la proyección de la enfermedad, del ataque, es un movimiento producido por la línea de trascendencia. En ese momento, cuando todo está resuelto, cuando el juego está cerrado y el nihilismo se apodera de las fuerzas por medio de la resignación: “El personaje hace más de lo que se propone”.112Se abre el juego. El movimiento deja de ser cerrado, deja de ser proyectivo y evolutivo; la fuerza del Príncipe ya no se conduce a la superación de la enfermedad, por el contrario, se acentúa la fuerza del ataque, de la fiebre, y también puede reír, bailar, jugar.

El movimiento cerrado sitúa al Príncipe en la línea marcada de la imposibilidad, una imposibilidad que le reduce al camino; la línea se visibiliza: epilepsia, enfermedad, salvación, amor. El movimiento de la fuerza es diferente, no es lo contrario a la ruta, no juega su papel antagónico; se trata de la fuerza activa: el Príncipe se mueve de forma distinta, enfermo, epiléptico, ligero, jugador:

[…] Abreviada en la más terrible de las cifras el epiléptico vive la muerte en medio de la vida, y en ese segundo que precede a la muerte cifrada de cada ataque, gusta la esenciamás fuerte y embriagadora del ser, la emoción patológicamente exaltada de sentirse a él en sí mismo.13

Es posible pensar en el movimiento de la epilepsia hacia el interior, pero esto equivale a debilitar la potencia, la apertura de su movimiento. Entonces, la epilepsia es un movimiento de posibilidad. No es que esta posibilidad invierta las relaciones entre la enfermedad y la salvación, o el amor; en el movimiento de la fuerza la posibilidad emerge entre las líneas trascendentes.

Es el caso del condenado a muerte. Cuando el Príncipe les cuenta a las hijas del general Yepanchin –la historia de un amigo suyo condenado a muerte–, considera las dos líneas de fuerza: la trascendente y la inmanente. El hombre condenado a muerte sufre una sujeción parcial al mundo. Condenado y a punto de ser fusilado, a este hombre se le agudizan los sentidos, un éxtasis similar a la muerte en el momento que antecede el ataque de epilepsia: sevalora el color, el relieve del mundo, lo que le compone, es un éxtasis del borde la de la vida, una suerte de ataque nervioso por la vida, en últimas, por su sentido. Cuando esta fuerza de vida se esparce por el cuerpo y el espíritu de este hombre, emerge de la propia consistencia de la fuerza reactiva una sensación de abandono. Si vivir se trata de un estado de excitación cercano a la muerte, si se trata de esa totalidad embriagadora, es mejor no vivir; entonces, el hombre asume la muerte como una posibilidad, es una jugada cerrada que termina con el juego de una forma trágica.

Apertura del juego

En este momento el condenado a muerte es indultado, se le condena a la vida. Este es el pasaje de la línea de fuerza trascendente, y su consistencia radica en su signo cerrado. Se cierra el juego a la posibilidad trágico dramática de vivir como el condenado a la vida; pero del interior de esa fuerza emerge una distinta, nueva: vivir con voluptuosidad. El éxtasis productor de un sentimiento de totalidad deviene diferente, como no está incrustado, no cambia, no se tras- forma, su devenir es voluptuoso: emerge una posibilidad trágica sin la relación con el drama. En la inmanencia se puede vivir trágica- mente, la fuerza deviene, su producto no es la condena a la vida, ni la excitación nerviosa de la vida con la velocidad de la enfermedad. La fuerza inmanente permite vivir, aun cuando la vida está herida, esa fuerza que le permite conservarse en un acto de independen- cia.14Posibilita un movimiento distinto, ligero. El movimiento de la epilepsia es de apertura, ya que, a mayor potencia de la línea de trascendencia, a mayor debilitamiento de la vida por cuenta del ataque, más fuerza para la posibilidad de otro tipo de juego, por eso los personajes de Dostoievski.

Beben y juegan, se entregan a la crápula y todo eso, como hijos genuinos de Dostoievski, con un fanatismo que es frenesí. Es el dolor, no un deseo indolente de placer lo que los empuja al vicio. No es el beber para gozar de paz y dormir satisfecho, en un sueño profundo como bebe un alemán, sino beber por amor a la embriaguez, para enterrar en ella la idea que enloquece; no el jugar para ganar, sino para matar la pasión del tiempo; el libertinaje que no busca el placer, sino el perder, en el torbellino de los excesos, la medida angustiante del espíritu.15

La tragedia del Príncipe idiota es sufrir trágicamente, con voluptuosidad. La epilepsia es un movimiento: el personaje deja de ser íntegro –no es que su identidad se fragmente–, es un dejar de ser lo mismo, lo que se le ha notificado. La notificación para el Príncipe es puntual: es el idiota enfermo, que toca la ridiculez, por eso la curva de la epilepsia no es el movimiento circular del ataque posibilitador de la reflexión, o la formación concreta de la identidad.

En la curva de la epilepsia el Príncipe sufre la envestida del pesimismo. El ataque rompe toda unidad, toda identidad, y deja la estela de la fiebre, de la negación, la vida se debilita de la misma forma que el cuerpo, entonces: ¿Cómo se afirma la vida en estas condiciones? “Dostoievski queda, al salir de sus ataques en esa postración crepuscular, de idiotizado que el mismo retrata en todo su esplendor, y con crudeza flagelativa, en uno de sus personajes: el Príncipe Mischkin”.16

Tal postración contiene la fuerza del nihilismo, es una fuerza que se repliega hacia el interior del espíritu, lo postra, lo neutraliza, le hace más reflexivo. Resentido el espíritu se adentra en su profundidad, y encuentra oscuridad, su propia imagen proyectada en la enfermedad, es la imagen decadente de sí: principio dialéctico de la representación en los males del cuerpo. Por esta razón, el movimiento hacia adentro potencia la imagen de sí mismo, en últimas, el sufrimiento encuentra una identidad que, forzada a salir, solo alcanza el nivel de la culpa de sí y la culpa del otro.

El hombre del resentimiento se parece a la imagen de sí mismo, a su enfermedad, a su melancólico sufrimiento fragmentado en pequeños dramas: fuerza que le sirve para adaptarse a la espuma de la risa nerviosa, del sarcasmo, de la ironía. Este drama le da identidad, la identidad del doliente que se resigna a los designios de quienes le conocen, a la rigidez de la notificación. La fuerza trascendente debilita toda resistencia, todo recurso de renovación del cuerpo y del alma, convirtiéndolas en la palabra y la acción de quien huye de la vida, de quien le da un valor supremo para debilitarla más y potenciar la representación de lo idéntico con la reformulación de la dialéctica, de tal suerte que el Príncipe termina, en ocasiones, amando lo bello, lo justo, lo humano. Encuentra en el mundo imágenes trasfiguradas e invertidas de la profundidad de lo insondable, tal como lo hace con Mary, extensión de su dolor, convertida dialécticamente en lo bueno, lo puro, lo humano, cristianamente amada hasta donde se puede, hasta donde la moral lo permite, y hasta que la fuerza permite la huida.

El Príncipe es víctima del nihilismo, su fuerza se reduce, y en esa reducción se culpa, se culpa por existir, cualquier excusa es viable para la crítica corrosiva que implica la culpa sobre sí mismo. El Príncipe se culpa, soy culpable se dice 17y luego, el efecto de la representación sale hacia los otros: culpa a los otros por ser idiota: todos somos culpables. En el nihilismo soberbio, se comienza a buscar el perdón para aliviar la intranquilidad de la culpa.

La enfermedad notifica fisiológicamente el estado nihilista en el Príncipe, toda vez que el ataque embiste con fuerza sobre humana, el Príncipe queda sumido en el resentimiento, el cuerpo sufre el rigor de la fuerza enferma, porque el problema es que esta fuerza debilita el cuerpo y el espíritu, no los cristaliza. Entonces, el Príncipe se mueve, y lo que era la marca del ensimismado, a saber: la enfermedad, se convierte en llama intensa:

[…] No quiere cuajarse, como Goethe, en cristal; en cristalque devuelva fríamente, con sus cien facetas, el agitado caos,sino seguir siendo eternamente llama, una llama que sedevora a sí misma, que se consume día tras día, para alzarsede nuevo y cada día en una eterna repetición, pero siempre con fuerzas nuevas y en un esfuerzo de contraste siempre más tenso y exaltado.18

La curva de la epilepsia es el retorno diferente de la misma, en su retorno diferente la enfermedad no se suprime, tampoco se aleja. Por el contrario, su fuerza reactiva se hace más violenta, y en esa violencia de la fuerza, el Príncipe deviene epiléptico con posibilidad de vivir, de jugar, de reír, de ser más ligero. En el retorno de lo mismo, la epilepsia encuentra en el amor una salida, en la posibilidad de ser como los otros, una aceptación del dolor; en el hecho de encontrar un punto de contacto con la felicidad, una conexión con los ideales del hombre práctico. En el retorno de lo diferente, la epilepsia es una posibilidad de apertura, sus ventanas se abren hacia el hombre que sufre, desea, ama, que vive trágicamente, sin resignación, con la voluptuosidad de un sufrimiento trágico.

Sufrir trágicamente no implica que el sufrimiento sea la condición de la vida. En el Príncipe idiota, en Dostoievski y en Nietzsche la enfermedad es una posibilidad de vivir. En el fondo de la fiebre y en el estado de excitación provocado por la desubica- ción parcial después del ataque, el Príncipe puede reír, ser feliz de otra forma. En los límites de la locura y de la muerte, Dostoievski escribe el idiota: padre, enfermo, epiléptico, pobre. En la orilla de los nervios destrozados Nietzsche afirma la vida, la robustez de la salud: “Era ya caminante infatigable, y las excursiones por los numerosos castillos de Saler constituían para él acontecimientos memorables, en una palabra, Nietzsche fue también un muchacho normal”.19

La enfermedad no es el principio normativo de la vida, tampoco de sus posibilidades. Si se trata de pensar el trayecto y la curva de la vida de Nietzsche y Dostoievski, el problema no se centra en condicionar la productividad a las formas y estadios de la enfermedad; se trata de pensar más bien la potencia del acto creador. La enfermedad, el sufrimiento, la locura, la epilepsia no están en función definitiva frente a la creación, pues sería pensar a Dostoievski y a Nietzsche en el orden su producción de vida ejemplarizante, como obra monumental de la existencia.20Por el contrario, el problema es de fuerza. La fuerza activa que emerge entre las líneas demarcadas espacialmente, por la enfermedad y el sufrimiento. La fuerza activa del hombre trágico, jugador, enfermo, loco, sano, escritor.

¿Cómo emerge esta fuerza? ¿Cómo emerge el escritor? La fuerza se distribuye y en esa distribución un concepto como el de equilibrio sería una administración de la fuerza, una suerte de asignación de una parte de la fuerza, de ahí, que en términos de esa fuerza administrada se logre pensar en la trasformación del enfermo en padre, loco, escritor, monumento. Un concepto como distribución de la fuerza estaría en función de la potencia de la fuerza, sin elaborar una ley piramidal que sostenga las fuerzas una encima de otra.

El objetivo de una ley piramidal de la fuerza es legitimar la carga de fuerzas una sobre otra, es una afirmación negativa que se comprendería en el orden de los estadios, de unas transformaciones progresivas que alcanzan su madurez, cuando la unidad primordial del equilibrio se materializa en la fuerza de la obra, en su capacidad para desenvolverse hacia lo monumental, “Por lo tanto, el mundo de las fuerzas no llega nunca a un equilibrio, no tiene nunca un instante de quietud; su fuerza y su movimiento son igualmente grandes en todos los tiempos”.21

La potencia de la fuerza no se concreta, no se materializa ni se cristaliza, más aún si se habla de la fuerza distribuida, desplegada. La distribución no tiene puntos de equilibrio, el problema no es indicar en qué lugar está la fuerza para localizarla, describirla y materializarla como si fuera el motor de la vida. Este tipo de consideración con efectos dialécticos señala la fuerza en una parte del cuerpo, en un segmento específico de la vida, en un momento definitivo de la existencia. De ahí, que se asuma y se valore un momento sobre otro en la vida de Dostoievski y en la de Nietzsche. Románticamente se elige el momento en el que la fuerza reactiva triunfa, se privilegia el producto final, la obra terminada, de ahí, que toda la vida resulta ser un puente transitorio del proceso que permite llegar a un objetivo. Estos enunciados están muy alejados de la potencia de la fuerza, de su distribución.

“Nietzsche, no es pues, el superhombre, pero el superhombre, a su vez no es otra cosa que el hombre que se encuentra en condición de decir sí a la vida así tal cual es, en eterna repetición”.22El hombre que dice sí a la vida no es una fuerza desarrollada, el sí a la vida emerge de la posibilidad ser hombre: padre, enfermo, loco, jugador, bebedor, escritor. La fuerza no está concentrada en ninguno, ni se direcciona hacia un punto: Dostoievski y Nietzsche son todos esos hombres a la vez.

Para Nietzsche, el problema de las fuerzas no se define en la forma romántica del resultado. Tampoco se resuelve en la manera como el héroe dando saltos dialécticos, programa su existencia y se mejora a sí mismo culpándose, perdonándose y formando el resentimiento.

[…] Para aceptar la inmanencia total, el mundo después dela muerte de dios, el hombre debe elevarse por encima de símismo, debe trasmutar a fin de que nazca el superhombre, el hombre terrestre universal de 1881 parece no bastar más.Solo un ser sobre humano podría soportar la vida que eternamente retorna.23El hombre que le dice sí a la vida es afirmativo, lo que en Nietzsche no equivale al superhombre. Elsuperhombre es la fuerza activa, que deviene diferente. Aldecir sí a la vida el hombre se afirma en la trascendencia, la fuerza permite la afirmación, aunque no es la condición dela ligereza en el movimiento, de la risa, del devenir. Por ello,la fuerza activa se afirma para devenir: la primera condiciónfilosófica del devenir es la afirmación de la fuerza, que no esotra cosa que decir sí a la vida, sin importar la fuerza reactivaque determina las líneas de su movimiento.

Según Nietzsche, la fuerza afirmativa es la posibilidad del phatos de la distancia. Distancia de sí mismo, no en sentido socrático, sino de la propia fuerza reactiva. De ahí, que el phatos de la distancia sea un concepto definitivo a la hora de pensar las condiciones filosóficas del devenir, dada su consistencia en el plano de inminencia: “La curación del pesimismo consiste en la decisión de tragarse el sapo que es la negatividad de la existencia”.24Tal negatividad funciona de forma dialéctica, es decir, como se sustenta en lo seme- jante, en lo parecido a sí, siempre está en disposición de optimizar lo propio mediante un sistema que se robustece a cada movimiento. Uno de los resultados de este movimiento cerrado es la producción de un modo de ser pesimista, diletante, corrosivo.

Cuando la fuerza reactiva se fija sujetando la vida, comienza a funcionar de acuerdo a la forma del pesimismo, el hombre se vuelve diletante, corrosivo; adquiere una postura de sabio pesimista que se distancia de la vida, en la medida en que va evolucionando dialécticamente, en cada transformación la fuerza va dejando rastros y huellas que configuran el armazón del nihilismo. El nihilismo como debilitamiento de la vida crea las condiciones para su negación sistemática. El hombre nihilista del resentimiento se culpa a sí, a los otros, no ve en la vida más que una enfermedad engendrada, una negatividad con una salida: la culpa. De esta forma, la vida se va convirtiendo en un cáncer, los males del cuerpo y del espíritu se extienden por todos los órganos. No se puede olvidar; es imposible dejar de sentir culpa fundamental, con origen primordial, con sentido negativo.

El nihilismo debilita cualquier recurso de renovación del cuerpo, cualquier afirmación, en tanto no permite la emergencia del: tú debes.

[…] Para comprender el Pathos de Zaratustra, no hay que olvidar que está destinado por Nietzsche a la “predica” deleterno retorno de las mismas cosas y que, por tanto, todossus “Tú debes” se hallan iluminados y trasfigurados por la nueva luz de este conocimiento.25

El tú debes es la afirmación de la fuerza, tú debes ser hombre, no la representación del hombre que adquiere justificación en la elevación de la vida por medio de valores, que ella misma no puede alcanzar en su idealización.

El hombre del resentimiento crea valores para vivir en ellos, y cuando se topa con la vida, con las condiciones de la misma, sufre por la fuerza del fracaso, vive en la línea de fuerza de la imposibilidad producida por el hecho de no poder vivir en la idea que se ha forjado de la vida. En últimas, vive en la nostalgia, su espíritu se vuelve romántico, y el sufrimiento producido por el fracaso adquiere un barniz de añoranza cercano a la exaltación de lo que pudo ser la vida.

El sufrimiento del romántico está en función del pesimismo. La exaltación de la interioridad tiene como objetivo forjar las virtudes del alma, las fronteras del instinto. De ahí, que el romántico sufra de vacío, no encuentre en el mundo un lugar para la vida, esté en medio de la lucha entre la vida añorada y la velocidad de la misma.

Entonces, opta por instalarse en la representación del mundo, en su imagen brillante y luminosa. En un tú debes, pero simple, seco, sin potencia, sin una nueva transformación.26

Como su vida y sus valores son un efecto de la luz, por eso es el hombre de lo opaco y lo brillante. Dialécticamente tensiona la vida hasta convertirla en pesimismo o en optimismo, las dos formas de vivir en la tranquilidad y el reposo de la proyección sustentadora de la imagen más la imagen de la idea. En estas condiciones se exaltan dos cosas: de un lado, la exaltación de la muerte tiene sentido en el pesimismo nihilista de la culpa, y de otro, la exaltación de la vida con valores superiores a ella define la manera en la que se asume el sufrimiento. En los dos casos, el problema es el debili- tamiento de la vida y del cuerpo, hasta el punto de dejar al último, sin recursos de renovación; invirtiendo las palabras de Nietzsche: la vida herida no mueve el cuchillo, solo espera la muerte o la idea de la vida mejor. Uno de los resultados más próximos resulta ser la manera en la cual se asume el sufrimiento, pues se sufre con el cuerpo domesticado, de manera dramática. El sufrimiento dramático es producto del resentimiento, se sufre sin voluptuosidad, sin la fuerza de lo trágico. El drama como virtud apolínea es hijo de la luz y dado que su origen fundamental y primordial reclama un lugar, se sufre sin fuerza, sin voluptuosidad.