Quédate conmigo - Relato erótico - Nicole Löv - E-Book

Quédate conmigo - Relato erótico E-Book

Nicole Löv

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Beschreibung

Anna nunca había creído en el amor a primera vista, hasta que conoció a Martin. En poco tiempo, Martin logra conocer a Anna, su cuerpo, sus sentimientos y sus deseos, incluso mejor que ella misma. Pero ninguna relación está exenta de problemas, ni siquiera una relación tan apasionada e intensa como la de ellos. Las relaciones amorosas son complicadas, muy complicadas. Quédate conmigo es un relato erótico sobre amor – y lujuria – a primera vista. Sobre deseos tan intensos que es imposible deshacerse de ellos. Acerca de anhelos que triunfan sobre todo lo demás.

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Seitenzahl: 50

Veröffentlichungsjahr: 2019

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Nicole Löv

Quédate conmigo

LUST

Quédate conmigo

Original title:

Stanna hos mig Copyright © 2018, 2019 Nicole Löv and LUST, an imprint of SAGA, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726392340

E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Quédate conmigo

Esa mirada. Esos ojos seductores que la perforaban. Anna sonrió y sintió sus mejillas arder cuando esa mirada cayó sobre ella. Giró la cabeza rápidamente. Pero no podía dejar de mirarlo. Su sonrisa permaneció intacta mientras intentaba concentrarse en lo que le decía su amiga. Asentía cada cierto tiempo y fingía ser parte de la conversación, pero sus sentimientos bullían en su interior.

— Anna —susurró Emma—, sabes que un tipo súper guapo te está mirando, ¿verdad?

— ¡Cállate!

Anna río y golpeó juguetonamente a su amiga. Emma había sido su menor amiga desde la secundaria y era una de las pocas que quedaban. Anna se había mudado al exterior para probar suerte, después de graduarse. Al regresar a casa, un par de años más tarde, la mayoría de sus amigos había desaparecido. Muchas personas opinaban que Anna debía apurarse si quería iniciar una familia. Estaba muy cerca de cumplir treinta años. Nunca se imaginó que el tema de formar una familia podía llegar a ser tan fastidioso. Sin lugar a dudas, no quería tener un hijo antes de encontrar al hombre correcto. Y había salido con cientos de hombres que no eran precisamente prospectos de padres.

Emma prácticamente la había arrastrado a esa fiesta, pero al ver al tipo que estaba sentado en el sofá, Anna se sintió feliz de que lo hubiera hecho. Tenía algo especial que no podía identificar exactamente, pero que le producía un agradable cosquilleo en el cuerpo.

— Te llamas Anna, ¿cierto?

Dirigió la mirada hacia el asiento que solía ocupar Emma y se encontró nadando en esos profundos y seductores ojos. Estaba junto a ella, demasiado cerca, Anna pasó saliva y su corazón latía con fuerza. ¡Sabía su nombre! —Esa es mi señal de retirada. ¡Diviértanse! —dijo Emma entre risas y desapareció.

Anna sintió ganas de ahorcar a su amiga, cuando se dio cuenta de que él estaba sentado en la silla vacía de Emma. Nunca había sido buena para estas cosas. Era muy tímida y no sabía cómo comportarse.

— Hola! —respondió ella con una voz demasiado chillona.

— ¿Te diviertes?   Anna asintió.

— Totalmente. ¿Y cómo es que sabes mi nombre? ¿Te conozco de algún lugar? Estoy segura de que te recordaría —dijo sonriendo.

— Mi nombre es Martin. Soborné a tu amiga para que me dijera tu nombre —dijo con una sonrisa, señalando a Emma que los saludaba alegremente desde el otro extremo de la habitación—. Y si te hubiera conocido antes no te hubiera dejado escapar.

Anna contuvo la respiración. Había estado planeando asesinar a Emma, pero esta última frase le impedía pensar correctamente. ¿Qué había querido decir exactamente? Pasaron el resto de la velada conversando sobre muchas cosas y riendo. Anna había olvidado por completo la timidez que le había inspirado Martin. Ahora la hacía sentir relajada y al mismo tiempo dejaba un maravilloso caos en su interior. Nunca había creído en el amor a primera vista, hasta ese momento.

Por ese motivo se sintió desconcertada e invadida por un sinfín de emociones, cuando Martin le dio un abrazo al final de la velada. También le dio su número telefónico junto con la promesa devolverse a ver nuevamente. Sus fosas nasales memorizaron ese aroma y supo que nunca lo olvidaría. Cada milímetro de su cuerpo lo deseaba, pero al mismo tiempo, estaba feliz de que la hubiera dejado con ganas de más. Lo cual demostraba que no estaba buscando una aventura de una sola noche, como tantos otros hombres. Y eso la convenció aún más de que Martin era el indicado.

Si tan sólo hubiera sabido entonces lo que ocurriría...

*

Un mes después, sus labios acariciaban esa cálida piel. Anna se aferraba a su cuerpo musculoso mientras él la penetraba. Tan profundamente que le arrancaba gemidos de deseo, su cuerpo se estremecía y no lograba saciarse de él. Cuando Martin se retiraba y jugaba con ella, se levantaba para buscar sus labios. Quería cada vez más de él, aunque disfrutara atormentándola. Cada vez que se acercaba lo suficiente para que ella pudiera sentir su aliento, se retiraba. No podía resistirse a su hermosa sonrisa. Le gustaba provocarla y ella odiaba eso, pero no podía dejar de sonreír. Y justo cuando la frustración crecía dentro de Anna, él la penetraba deliciosamente.

Él sabía perfectamente lo que hacía y ella estaba perdida. Martin sonreía con picardía cuando sus labios finalmente se encontraban y sus lenguas danzaban apasionadamente. Anna se sobresaltaba cada vez que sus dientes chocaban por la fuerza de sus ávidos besos. Cuando la boca de Martin se aventuraba por su cuello, ella gemía alto y le enterraba las uñas en el cuello. Ese era su punto débil. Era capaz de llevarla al orgasmo si la besaba en el cuello cómo sólo él sabía hacerlo. Entonces Anna sentía que se acercaba al clímax, su cuerpo se arqueaba, estaba a punto de dejarse ir por completo y todo a su alrededor se sumía en sombras.

*

Se despertó con un sobresalto. Su cuerpo y las sábanas completamente empapadas. Pero estaba sola en su cama. Aun así, sus pezones estaban erectos y podía recordar vívidamente el sueño húmedo del que acababa de despertar. Y a Martin. Su gran debilidad. El único hombre que, simplemente con pensar en él, la hacía humedecer. No pudo evitar deslizar una mano bajo las sábanas. Su vagina palpitaba y anhelaba ser acariciada. No había sido un simple sueño húmedo. Sólo tenía que cerrar los ojos y pensar en Martin mientras rozaba su área más sensible.