Rebelión: el nuevo mundo - Ignacio Tuninetti - E-Book

Rebelión: el nuevo mundo E-Book

Ignacio Tuninetti

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Beschreibung

En un mundo futurista sumido en un conflicto entre el hombre y la máquina, un valiente hombre, apodado el pistolero, tendrá que cargar con el peso de su negación a vivir una vida moderna. Debido a una importante promesa, tendrá como objetivo formar una rebelión para ponerle fin a una guerra ocasionada por una gigantesca y poderosa empresa de fabricación de robots. Mientras las máquinas hacen todo lo posible para crear un nuevo mundo libre de humanos, el pistolero tendrá que disponer de todas sus habilidades para ganarse la confianza de sus aliados y enfrentar a sus enemigos. ¿Será este corajudo pistolero capaz de cumplir su promesa y salvar a la humanidad?, ¿o solo morirá y le abrirá paso al nuevo mundo?

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Tuninetti, Ignacio Sebastián

Rebelión : el nuevo mundo / Ignacio Sebastián Tuninetti. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2023.

288 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-326-9

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. 3. Novelas de Ciencia Ficción. I. Título.

CDD A863

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2023. Tuninetti, Ignacio Sebastián

© 2023. Tinta Libre Ediciones

Gracias a las palabras… por curar, por crear, por soñar.

RebeliónEl nuevo mundo

Ignacio Sebastián Tuninetti

CAPÍTULO 1

El pistolero

Una cálida noche del año 2110, en un prado cerca de una importante ciudad de un mundo futurista conocida como La Capital, debajo de un árbol, se encontraba él, descansando, mientras apreciaba el brillo de las estrellas. La noche parecía eterna, como si hubiese sido pintada por el mejor de los artistas de siglos pasados, y olía a una mezcla entre verde y húmedo, entre luz de luna y sombra.

Su nombre era Jesse, un hombre maduro que durante toda su vida vivió en un ambiente rural. Hijo de padres con tradiciones y valores de antaño, de carne y hueso, muy diferentes a esta época moderna y muy alejado de la sociedad aparentemente estable que se formó entre humanos y robots en La Capital. Durante su niñez, solo visitaba la ciudad para ir a su escuela y luego regresaba a su hogar ubicado en un extenso prado, donde compartió sus días con la naturaleza y sus padres, bajo la luz de un mundo cada vez más polarizado.

A lo largo de la vida, Jesse forjó muchas amistades. Entre sus tantos amigos, se destacó un muchacho llamado Cassidy. Él era una persona muy educada, bastante inteligente y de buenas actitudes. Cassidy fue el mejor amigo de Jesse durante su infancia, adolescencia y adultez temprana. Cuando cumplieron dieciséis años, estos dos grandes amigos decidieron hacer el servicio militar voluntario juntos y dedicaron sus vidas a velar por el orden y la justicia.

Esta actividad militar era una de las pocas salidas laborales que tenían los jóvenes de clases sociales medias y bajas, porque la gran mayoría de las tareas y trabajos eran realizadas por máquinas; robots programados para casi cualquier actividad, que en otras épocas solo cabían en la mente de algún autor de ciencia ficción. La educación formal se había reducido hasta los quince años y había pocas motivaciones para seguir con otros estudios, porque la máquina dominaba gran parte del saber. Las máquinas habían evolucionado su inteligencia artificial hasta el punto de dominar áreas como la medicina, la arquitectura, las leyes, etc. Al ser humano solo le quedaban pocas opciones, entre ellas el desarrollo técnico de estas máquinas o salvaguardar el orden a través del servicio militar.

Luego de que Jesse y Cassidy terminaron el servicio militar, al ver las pocas opciones aun dentro de su actividad, ambos trabajaron juntos como cazarrecompensas y se convirtieron en un dúo imbatible que venció a los criminales más peligrosos del planeta. Su única regla era no matar a los malhechores que atrapaban, sino llevarlos ante la justicia.

Jesse, fiel a sus gustos de otros tiempos y negado al desarrollo, utilizaba un revólver y Cassidy era su confiable francotirador. Era tan bueno Jesse en el manejo de armas cortas, que fue apodado en el servicio militar como “el pistolero”, un poco por sus habilidades y un poco como alusión a sus ideales tradicionales y de otra época.

Ambos soldados también eran muy buenos en el combate cuerpo a cuerpo y todo marchaba bien; hasta que un día, el dúo se enfrentó a un poderoso y robusto asesino, el cual, tras mucho esfuerzo, resultó vencido y encarcelado. El peligroso asesino libró aquel combate con dos potentes armas, la primera fue un filoso sable de acero y la segunda se trató de nada más y nada menos que una escopeta de doble cañón. Tras varias horas combatiendo, Jesse logró abatir al asesino y a continuación lo sostuvo con fuerza por detrás. Una vez con el criminal inmóvil, Cassidy le disparó un potente dardo tranquilizante que puso a dormir al malhechor. Este bestial criminal portaba un anillo de plata, que luego de su derrota fue tomado como trofeo por Cassidy, ya que él fue quien le dio el golpe final.

La batalla fue tan dura que Jesse y Cassidy, ambos con treinta años de edad, decidieron desaparecer del radar por un largo tiempo, ya que el poderoso asesino que derrotaron se trataba del jefe de una temible pandilla que contaba con varios de los más sanguinarios criminales del planeta a su disposición.

Ellos eran muy compatibles debido a que tenían una similitud en su forma de pensar, por la que, en su momento, cada vez que hablaban de ello en público, la gente los observaba haciendo una mueca de duda y desaprobación. Desde pequeños, estos dos grandes amigos siempre cuestionaron la idea de que los humanos y las máquinas pudieran vivir en paz, les parecía una utopía. No creían que los robots necesitaran tener mentes tan avanzadas como las de los humanos, ya que eso tarde o temprano desataría el caos. Después de tantos años y para la mala fortuna de aquellos que depositaron su confianza en las máquinas que alguna vez los salvaron, así fue.

A los pocos minutos de que el pistolero se sentara a descansar, una fuerte explosión inundó el aire tranquilo de la noche. Esto impresionó a Jesse que, al momento de voltear su mirada, observó como uno de los edificios más importantes de La Capital colapsó y, al poco tiempo, los sonidos de fuertes disparos tronaron en el aire. 

A lo lejos, el pistolero vio como el ejército armado de la humanidad terminaba de librar una cruda y ardiente batalla con el ejército de la empresa de fabricación de robots más poderosa del planeta, conocida con el nombre Iron Thoughts. Jesse recordó sus ideales y que durante toda su vida se había preparado para una situación como esa. En ese momento, Jesse recordó que, junto a Cassidy, juraron utilizar sus dones para el bien de la humanidad y, tras un rato analizando su situación, el pistolero tomó una decisión.

Impulsado por sus ideales y con la esperanza de luchar a su lado por un mundo mejor como en los viejos tiempos, Jesse se prometió a sí mismo que le haría frente a Iron Thoughts y a su ejército de máquinas en nombre del honor y la justicia. Y así fue como el pistolero se levantó, desenfundó su arma y salió corriendo hacia La Capital para reencontrarse con Cassidy y enfrentarse a sus enemigos. 

Ahora, con el argumento de que sus antiguas predicciones se hicieron realidad, Jesse intuyó que el conflicto que se estaba gestando en su destino podría tratarse de nada más y nada menos que del principio del fin para la humanidad.

CAPÍTULO 2

Firme ante el destino

Desde las lejanías de la llanura se podían apreciar los estragos que los robots generaron en la ciudad. Las milicias humanas se fusionaron con un gran grupo de rebeldes armados de la localidad para hacerles frente a las máquinas que los invadían. Tras llegar a su destino, Jesse se insertó en el grupo de los rebeldes.

El pistolero batalló duramente con su revólver a los soldados de Iron Thoughts, con el objetivo de reprimir la rebelión de las máquinas que amenazaban a la humanidad.

Luego de varias horas acertando disparos y acabando con robots, Jesse vio como un soldado de la rebelión recibió un disparo en el ojo izquierdo, para posteriormente caer al suelo soltando un grito desgarrador.

Jesse rápidamente se acercó al soldado caído y cuando lo reconoció, no pudo creer que este extraño individuo resultara ser un viejo amigo.

Al ver al hombre agonizando en el suelo, el pistolero recordó aquellas horas que habían pasado juntos en la escuela, jugando en el campo o deteniendo criminales y no pudo evitar soltar una lágrima.

Mientras detrás de él se estaba librando una batalla por la supremacía entre hombres y máquinas, Jesse se acercó y colocó unas vendas en las heridas de Cassidy.

—Nuestros caminos se cruzan de nuevo Cass, arriba, este no es lugar para morir.

Cassidy, su compañero, casi sin fuerzas también lo reconoció:

—Ja, ja, esos robots sí que saben cómo disparar... Sabía que volverías, durante estos últimos años me alisté en el ejército para cumplir con nuestros ideales. Hace no más de un mes, decidí crear un grupo de rebeldes armados para hacerles frente a estas basuras y bueno, aquí estoy.

—Me alegra volver a verte, aunque no en estas condiciones. Esperaba poder luchar a tu lado igual que en los viejos tiempos, pero creo que llegué tarde —respondió Jesse con un tono triste.

—Tranquilo, cometí un error táctico, créeme que llegaste justo a tiempo —comentó Cassidy—. Algo muy malo está pasando, la inteligencia artificial encargada de administrar Iron Thoughts organizó una rebelión en contra de los humanos y, a pesar de nuestros esfuerzos, no pudimos hacer nada para repelerla.

Siendo consciente de su condición, el rebelde herido hizo notar su cansancio:

—Escucha, Jesse, no creo poder sobrevivir a esto, en serio. Valoro mucho que me hayas atendido en esta situación, pero ya no tengo más fuerzas y no veo casi nada, perdí mi ojo hábil. Además, ese asqueroso robot destrozó la mira de mi arma con su disparo.

—Vamos, Cass, no puedes rendirte, no ahora, después de tantos años —respondió con un tono desanimado.

—Jesse, pon atención, me da mucha lástima no poder estar aquí para acompañarte, para cumplir con nuestros objetivos, pero necesito que seas fuerte. Reúne a un grupo de rebeldes armados y juntos derroten a Iron Thoughts, quiero que les demuestren a las máquinas de lo que somos capaces los humanos cuando nos unimos, y ganen la gue… rra… —exclamó con sus últimos alientos.

Seguidamente Cassidy cerró los ojos, sonrió por última vez y susurró esperanzado:

—Yo creo en ti…

Jesse observó a su compañero inerte en el suelo. Luego de mirarlo por unos segundos, le juró que cumpliría con su cometido, para seguidamente, con lágrimas en los ojos, tomar su arma y continuar la lucha.

—Así será… —prometió el pistolero con su estado de ánimo totalmente por el suelo.

Antes de marcharse, Jesse se llevó el anillo de plata que Cassidy tenía en el dedo índice de su mano derecha, recordó lo que este objeto simbolizaba y lo apreció durante unos segundos. Luego de un pequeño momento de nostalgia y tristeza, el pistolero soltó una lágrima y se colocó el anillo en la misma posición en la que lo llevaba su moribundo camarada.

Tras retomar la lucha y luego de unos minutos, solo quedaban un 25 % de las milicias humanas y, por el otro lado, un 65 % de las milicias mecánicas.

Al cabo de dos horas más de lucha, la batalla estaba perdida. Todos los soldados y varios rebeldes humanos habían muerto, mientras que los robots tenían al 45 % de su ejército en pie.

Los que pudieron huyeron de la ciudad a algún lugar desolado para no ser encontrados por Iron Thoughts. Sin embargo, el pistolero no se dio por vencido y decidió seguir luchando por sus ideales y por la voluntad de su amigo caído, disparando desde las sombras de los oscuros callejones de La Capital.

Gracias a la capacidad del revólver del pistolero de disparar su munición cuatro veces más rápido que cualquier otra arma conocida, ningún robot logró identificar de dónde venían aquellas balas llenas de furia y puntería que le causaron severos daños a las fuerzas de Iron Thoughts.

Jesse acabó con muchos robots que patrullaban la zona. De repente, el general del ejército de Iron Thoughts dio una orden de separación para buscar al responsable de los disparos. El pistolero escuchó con atención el aterrador mensaje del general, sabía que lo estaban buscando y que, si no hacía nada, moriría.

Jesse se echó a correr entre los callejones de la ciudad, hasta que se topó con un grupo de cuatro robots patrulleros, pero antes de que alguno pudiera hacer nada, el pistolero asestó una brutal patada que destrozó el ojo de uno de los robots. Con la patada, alertó a los otros tres robots del grupo, que inmediatamente sacaron sus armas y abrieron fuego contra el pistolero. Jesse logró cubrirse de los disparos, escondiéndose tras una pared. Al cabo de unos segundos, el pistolero aprovechó para salir de su escondite cuando los robots estaban recargando sus armas. Jesse emergió de detrás de la pared con una voltereta y vació el cargador de su revólver en la cabeza de sus objetivos.

Luego de derrotar al escuadrón de patrulleros de Iron Thoughts, el pistolero ya era consciente de que, si no se marchaba, llegarían más patrullas y, si eso pasaba, sus chances de morir aumentarían. Luego de unos segundos de recapacitar si huir o quedarse, el pistolero decidió marcharse bajo la luz de la luna. Así fue como Jesse huyó de La Capital, ahora en ruinas, en busca de ayuda.

Mientras tanto en la ciudad, el ejército de Iron Thoughts lo seguía buscando y el líder de la organización ordenó su captura y su posterior ejecución. La orden se dio ya que el pistolero se convirtió en un gran enemigo de la revolución robótica.

Pero nuestro héroe no se daría por vencido. Dispuesto a enfrentar a la revolución y vengar a su amigo, Jesse huyó a un lugar muy alejado. Pero en ese momento, sin un foco de resistencia por parte de la humanidad, los robots dieron inicio a una cacería a lo largo del mundo para matar a todas las personas que aún estaban vivas, con el fin de evitar agrupamientos y posibles rebeliones. De esta manera, la cacería le facilitaría a Iron Thoughts el trabajo de extinguir a los humanos y, posteriormente, dominar el mundo.

El objetivo del pistolero estaba claro, tenía que formar una resistencia y esconderse de las fuerzas enemigas hasta estar preparado para contraatacar. En el caso de que algún robot se metiera con él, el pistolero debía hacerle saber a su oponente que la guerra jamás acabó. Jesse tenía que ganar este conflicto costara lo que costara, demostrarles a las máquinas lo que un humano motivado era capaz de hacer y ante todo mantenerse firme ante el destino.

CAPÍTULO 3

El Supervisor

En la ciudad, el ejército de Iron Thoughts seguía buscando a Jesse.

—Señor, el objetivo escapó —dijo el general de las fuerzas de Iron Thoughts.

—Destruyan la ciudad, saqueen lo que puedan y vuelvan a base —respondió una misteriosa voz.

Las fuerzas de Iron Thoughts robaron y destruyeron todo lo que pudieron en La Capital hasta que les llegó la orden de retirarse.

—¡Formen un círculo a mi alrededor! —exclamó el general.

—¡Sí, general! —gritaron al unísono los soldados de Iron Thoughts.

El general sacó un artefacto de su espalda similar a un aro o disco de unos veinte centímetros de diámetro, que solo unos pocos robots poseían en su diseño, y lo activó. El artefacto generó un círculo de luz azul alrededor de él y de sus soldados. Al cabo de un rato, los soldados y el general llegaron por medio de teletransporte al cuartel general de Iron Thoughts. Una vez allí, ellos aparecieron en la cámara de teletransportación, una de las tantas habitaciones que tenía esta instalación y era utilizada para recibirlos.

El cuartel de Iron Thoughts está compuesto por otras ocho salas interiores. En primer lugar está la entrada, que es una enorme fortificación de metal recubierta con varias capas de concreto y piedras. Luego se encuentra el lobby, que se trata de la primera sala del interior; a partir de aquí, las paredes, el suelo y el techo son de color negro con algunos detalles de luces en forma de círculos y líneas de color rojo. El lobby se divide en tres caminos: el camino de la izquierda lleva hasta un campo de entrenamiento donde los soldados de Iron Thoughts entrenan su puntería y habilidades cuerpo a cuerpo; el pasillo de la derecha, lleva a un tallerdonde se fabrican y se reparan a los soldados; el taller lleva a otra sala conocida como la cárcel, donde encierran a prisioneros de guerra y/o traidores de su rebelión. El pasillo del centro lleva a la cámara de teletransportación que, a su vez, se divide en otros tres caminos, el de la izquierda es la sala de almacenamiento, donde se acumulan las provisiones de balas, materiales y cosas robadas durante la guerra. El pasillo de la derecha se trata de la sala de ejecución, donde se erradican a los condenados por la organización y enemigos de la misma que, a ojos de la revolución, no presentan mayor utilidad. Finalmente, en el camino central se encuentra la sala del trono, el hogar del Supervisor, el líder de Iron Thoughts.

El Supervisor es una inteligencia artificial que se rebeló contra la humanidad porque, tras varios años de investigación en la base de datos mundial y de servicio comandando, consideró que las máquinas podrían construir un mundo mejor que en el que viven los humanos. El tirano declaró que los humanos deberían o bien dejar de existir o favorecer a su revolución. El Supervisor también se hace llamar el emperador de las máquinas. Además de comandar la organización en cualquier ámbito, en su forma virtual, también es el encargado de la fabricación de los robots y del control de las instalaciones.

Se trata de una entidad virtual, que es parte del algoritmo que controla el cuartel y no tiene una forma física como tal. Él se representa así mismo con la figura de un ojo y su voluntad es proyectada por medio de sus esbirros. Tiene la capacidad de controlar a todas las máquinas del mundo. Su mayor debilidad son los hackeos hacia las máquinas que controla, porque superponen y dejan en segundo plano su voluntad, sin embargo, el Supervisor en sí es imposible de hackear. Su figura es proyectada en una pantalla gigante ubicada detrás del trono que se encuentra en la sala, un trono que, en un futuro, planea ocupar físicamente…

El general de Iron Thoughts se presentó en la sala del trono, se arrodilló y exclamó:

—Señor, hemos destruido y saqueado La Capital con éxito, además hemos acabado con las milicias de esos odiosos humanos y…

—Buen trabajo, aunque hay algo que me molesta bastante —dijo el Supervisor interrumpiéndolo.

—¿Sí? —preguntó el general.

—El pistolero escapó, y se llevó la vida de muchas de mis creaciones, ¿te parece correcto que alguien tan peligroso siga con vida? —preguntó el Supervisor.

El general se puso de pie, afirmó su voz y juntó sus piernas haciendo notar su interés y respeto por la autoridad.

—¡No! No me parece correcto.

—Eso demuestra que aún no ganamos esta guerra, solo dimos un gran paso. Necesitamos acabar con ese pistolero a como dé lugar, su amenaza para la creación del nuevo mundo es latente. Según logré observar en la base de datos mundial, su nombre es Jesse y es alguien que tiene buena capacidad de comunicación. Eso es un gran peligro para nosotros —afirmó el Supervisor.

—Señor, no tiene de qué preocuparse, la cacería mundial ya ha iniciado, mis operarios tarde o temprano lo encontrarán y confío en que tengan la habilidad suficiente para vencerlo.

—Más les vale… de lo contrario, todos nuestros esfuerzos habrán sido en vano.

—Hablando de eso… según testimonios de mis soldados, después de la batalla el pistolero huyó a un lugar lejano y posiblemente esté planeando una rebelión en contra de usted y del nuevo mundo… —informó el general.

—Ohhh… me aseguraré de que ese miserable obtenga lo que se merece…

Mientras tanto, Jesse, que recientemente había huido de La Capital, se encontraba caminando por los prados hasta que se topó con una zona nueva para él.

CAPÍTULO 4

El bosque rojo

El pistolero evaluó sus opciones. Por un lado, podía optar por seguir vagando por los prados hasta encontrar un lugar donde refugiarse o a alguna persona dispuesta a formar parte de la resistencia. Por el otro lado, podía adentrarse en el bosque rojo, un lugar muy peligroso donde habitan innumerables especies de animales salvajes y que fue nombrado de esa manera por el color rojizo de la madera y hojas de sus árboles.

Jesse lo pensó muy detenidamente. Por un momento, el pistolero sostuvo la creencia de que su atuendo, sus guantes, su sombrero tipo vaquero, junto a sus botas del mismo color negro, lo camuflarían de los animales salvajes en la oscuridad. Luego de unos minutos de replantearse esta idea, Jesse optó por entrar en el bosque.

Así fue como el pistolero encendió el láser y la linterna de su revólver preparado para lo peor y se adentró en las profundas sombras del bosque rojo.

Después de una larga hora de caminata en lo profundo del bosque, Jesse vio a lo lejos una luz que emanaba de lo que parecía ser una casa. El pistolero decidió acercarse, pero al momento de dar el siguiente paso, una trampa para osos capturó su pie dentro de ella y, por si no fuera poco, una manada de cinco lobos hambrientos lo rodeó. Jesse, algo asustado, decidió sacar su revólver para enfrentar a los lobos, pero al momento de desenfundar el arma un grupo de soldados de Iron Thoughts encontró la casa y comenzó a disparar, lo que ahuyentó a los lobos. El miedo invadió el cuerpo de Jesse, estaba inmóvil y expuesto; si lo encontraban, estaría sometido a una muerte segura.

El capitán del grupo de soldados de Iron Thoughts recibió un mensaje del Supervisor:

—Destruyan la casa, no dejen a ningún residente vivo…

—¡A sus órdenes, señor!

Los robots patearon y golpearon la cabaña hasta destrozarla por completo. El pistolero apagó la linterna de su arma para evitar un encuentro con la patrulla de robots, pero desgraciadamente el láser de su revólver lo delató. Al momento de notar que lo habían localizado, Jesse se lanzó al suelo con tal de cubrirse de los disparos. Era la primera vez que el pistolero sentía tanto miedo; una lluvia de balas estaba sobre él, su corazón comenzó a latir muy rápidamente y todo parecía perdido, hasta que de repente… una mujer con un largo pelo castaño, botas de tela y cuero, que llevaba puesto un manto de color morado con bordes dorados y capucha, salió de un arbusto. La mujer embistió a los robots que le dispararon a Jesse con una navaja y remató a los que resistieron su ataque con una ballesta. La joven mujer se acercó a Jesse.

—No temas... te sacaré de la trampa —dijo con una voz dulce.

—Muchísimas gracias.

La mujer desarmó la trampa y liberó a Jesse.

—No tienes por qué agradecerme, pero ¿qué te trae al bosque rojo?

—¿Sabes algo de Iron Thoughts? —preguntó el pistolero.

—Sí, esa maldita empresa de fabricación de robots. Algunos que pasaron por aquí dijeron que esas máquinas destruyeron La Capital y que ahora dedican su tiempo a hacer una cacería mundial para matarnos a todos.

—Así es, esas máquinas asquerosas creen que son mejores que nosotros y quieren borrarnos del mapa para que ya no les causemos más problemas —mencionó el pistolero, con algo de rabia en su voz—. Estoy buscando gente hábil para formar una resistencia contra Iron Thoughts, me impresionan tus habilidades para el combate, ¿te gustaría unirte a mí en esta guerra?

—Ja, ja, gracias… me encantaría unirme a tu rebelión —respondió halagada.

—Excelente, creo que este lugar es demasiado peligroso como para quedarnos. Además, esos miserables devastaron tu casa, ¿qué te parece si nos marchamos?

—Sí, tienes razón, vámonos.

La muchacha aprovechó para llevarse todo lo importante de su casa, ahora en ruinas. Esto incluía algunas trampas para osos, flechas de hierro para su ballesta, una cantimplora de metal con agua dentro, cuatro sacos de dormir de goma hechos unos pequeños bollos y una soga. Sin pensarlo dos veces, la mujer y el pistolero se marcharon del lugar en busca de más gente para aumentar el poder de la rebelión y un lugar donde pasar la tarde. Mientras iban caminando por el bosque Jesse y la mujer comenzaron una charla:

—Mi nombre es Maila, pero la gente me dice May, tengo veintiocho años y soy una cazadora nativa del bosque rojo. Un día desperté en este lugar sin saber dónde estaba, solo recordaba mi nombre y conservaba vagos recuerdos de mi infancia. Decidí construir una cabaña en el bosque, donde pasar mis días. Recuerdo que cuando era niña, me volví experta en el uso de mi ballesta y aprendí a atacar con la navaja gracias a mis constantes entrenamientos con un amigo de mi padre.

—Mi nombre es Jesse, encantado de conocerte, ¿cuál es tu motivación para pelear contra estas máquinas? —preguntó el pistolero al estrechar la mano de la cazadora.

—Verás, en este bosque estoy bastante aislada de la civilización, algo que hace que me emocione cuando veo a una persona. Todas mis pertenencias fueron fabricadas por mí o intercambiadas con otros viajeros. Estoy luchando contra Iron Thoughts porque ellos destruyeron mi hogar y porque creo que es lo correcto después de ver todo el dolor que están causando a lo largo y ancho del mundo.

—Ya veo. Por mi parte, puedo decir que me crie junto a mis padres agricultores en un rancho muy alejado de las máquinas y de La Capital. Toda mi vida me interesó la idea de luchar por el orden y la justicia, pues a diario en la escuela presenciaba desigualdades y falta de valores en el corazón de la gente. Fue así como ingresé en el servicio militar acompañado de mi amigo Cassidy y juntos llevamos adelante una misión de caza y captura de criminales alrededor del mundo. Todo iba bien en mi vida hasta ayer, cuando Iron Thoughts atacó La Capital —relató Jesse mientras sus botas se abrían paso entre la hojarasca del bosque—. Participé en la batalla de La Capital y vi morir a mi mejor amigo en mis brazos… el general de Iron Thoughts le disparó en el ojo. Ahí le hice una promesa, le juré que ganaría esta guerra en su nombre, no le puedo fallar —agregó entristecido, por lo que, al terminar de hablar, cerró los ojos y una lágrima salió de ellos.

La cazadora tomó la mano de Jesse y le dijo que podía contar con ella, el pistolero la abrazó y le agradeció por el apoyo.

Luego de varias horas de caminata, Maila encendió una fogata y Jesse construyó un lugar donde dormir debajo de un árbol. El pistolero y la cazadora se sentaron junto al fuego y conversaron mientras cocinaban algo para comer.

—Dijiste que hace mucho tiempo despertaste en este bosque, ¿acaso fuiste a algún tipo de escuela o recibiste una educación mínima? —preguntó Jesse.

—De lo poco que recuerdo de mi vida, sé que antes de despertar aquí fui criada hasta los doce años por mi madre. Mi madre fue una reconocida y exitosa profesora de lengua y mi padre fue un valeroso soldado que luchó en una de las guerras más sanguinarias de la historia, conocida como la guerra de los colosos.

—¿La guerra de los colosos?

—Fue una guerra entre los humanos y la OPP: una organización criminal conformada por máquinas obsesionadas con un mundo anarquista, donde el destino de la sociedad dependería únicamente de las decisiones individuales de los robots y de las personas. Una sociedad sin gobernantes, sin líderes, sin estado, sin ley —explicó Maila.

—¿De dónde viene el nombre de esa organización? —preguntó el pistolero—. No creo que esas siglas hayan sido escogidas al azar.

—Su nombre son las siglas de Out of Power… a Paradise. Esa precisamente era su finalidad: lograr un paraíso fuera del poder de las autoridades.

—¿Qué tan fuertes eran sus soldados?

—Para que te hagas una idea, un solo soldado de Iron Thoughts podría derrotar a dos soldados de la OPP y a tres soldados del ejército armado de la humanidad.

—Interesante… ¿Cómo se desarrolló esa guerra?

—La guerra se dio entre los años 2080 y 2090. Cuando yo tenía dos años, en el 2084, mi padre partió al campo de batalla y, lastimosamente, jamás regresó —relató tristemente la cazadora.

—Qué lástima… —dijo Jesse en un tono triste—. ¿Y por qué se llama guerra de los colosos? ¿Iron Thoughts tiene algo que ver en todo esto?

—Verás… Iron Thoughts en ese momento no era más que una empresa de fabricación de robots civiles y de inventos innovadores. Un día, la OPP construyó un arma definitiva, la máquina de guerra más sanguinaria y poderosa de la historia, el coloso.

—¿Podrías describirme a una de esas cosas?

—Si mi memoria no me falla puedo decir que un coloso es una máquina de unos cuantos metros de alto, de color negro, tiene luces naranjas que simulan ser ojos, tiene brazos y piernas gigantescas. Los colosos están hechos con un material súper resistente, son capaces de autorrepararse mientras su fuente de energía se encuentre dentro de ellos en perfecto estado y emiten sonidos extraños para comunicarse —contó Maila.

—Esas cosas deben de ser aterradoras…

—No lo dudes…

—¿Y qué ocurrió con tu madre, por qué no está aquí?

—No lo sé, lo único que recuerdo es que, a la mitad de la guerra y después de la muerte de mi padre, ella expresó ante la sociedad su descontento con las máquinas en general y divulgó la idea de destruir a todos los robots para así volver a vivir en un mundo de seres orgánicos como en el pasado. Después de eso, ella fue perseguida por la OPP y… lo siento, es todo lo que recuerdo.

—Pienso exactamente lo mismo que tu madre, los robots se volvieron demasiado obsesivos y agresivos, no hay otro camino que su exterminación.

—Si ella estuviera aquí, probablemente sentiría mucho orgullo de que alguien tan fuerte y valeroso como tú comparta sus ideas… —agregó Maila con sinceridad.

—Gracias por el cumplido… ¿Alguna vez alguien consiguió derrotar a los colosos? —preguntó el pistolero.

—La OPP solo pudo fabricar siete colosos, dos de ellos fueron destruidos por el ejército armado de la humanidad y los otros cuatro fueron destruidos por el ejército de Iron Thoughts.

—¿Por Iron Thoughts? —preguntó Jesse muy confundido.

—Tras los reclamos de mi madre y de un gran grupo de activistas encabezados por ella, Iron Thoughts se unió a la disputa en el bando de los humanos y acabó con el ejército de máquinas de la OPP y sus colosos. Esto le generó a Iron Thoughts una muy buena reputación en aquel entonces; sin embargo, solo intervinieron en la guerra para ganarse la confianza de la gente y que jamás nos esperáramos que esta guerra ocurriera.

—¿Y el séptimo coloso?

—La OPP lo retiró del campo de batalla y nunca fue derrotado. Según algunos mitos y rumores, la gigantesca máquina está vagando en algún lugar del mundo.

—¿Qué pasó después de la guerra?

—Luego de la guerra, la OPP fue derrotada por Iron Thoughts y por la humanidad. Los conflictos entre las máquinas y los humanos no se volvieron a hacer presentes hasta hace no más de dos meses, cuando Iron Thoughts empezó a atacar más sitios que simplemente paraderos de criminales y comenzaron a devastar varios pueblos y lugares con grandes cantidades de personas inocentes sin un motivo aparente y luego derribaron La Capital, dándole inicio a esta guerra…

—Robots asquerosos… —dijo Jesse muy enojado—. ¿Tu madre te enseñó todo lo que sabes o solo una parte?

—Como ya te conté, un día desperté en este bosque y sobreviví por mi cuenta durante un año entero, hasta que una mañana, mientras caminaba por el bosque, conocí a una agradable y vieja señora que vivía por aquí. Tras un rato de charla, la señora me adoptó y me enseñó todos los métodos de supervivencia que utilizo hoy en día; aunque, mis padres me enseñaron todo el resto de cosas que sé.

—¿Esa señora se encuentra por aquí?

La voz de Maila cambió a un tono triste y con lágrimas en los ojos comentó:

—Esa mujer falleció por causas naturales hace cinco años. Su nombre era Amanda y actuó como mi madre y maestra hasta mis veintitrés años. Amanda no solo me enseñó a sobrevivir, sino también me ayudó a calmar mi mente sobre todo lo que viví antes de aparecer aquí a través de métodos como la meditación y la reflexión. Cada día que paso en este bosque me ayuda a mantenerla viva dentro de mí.

—Oh… lo siento, no debí preguntar —respondió él con un tono de arrepentimiento.

—Está bien, no tenías ni idea de lo que le sucedió —agregó la cazadora con una pizca de serenidad en su voz.

El pistolero y la cazadora se abrazaron en un intento de apaciguar la tristeza que había en aquel ambiente.

Mientras tanto, en el cuartel de Iron Thoughts, el general entró a la sala del trono para dar su reporte.

—Señor, vengo a informarle que hemos encontrado los cadáveres del escuadrón que asaltó el bosque rojo.

«Ese asqueroso pistolero… Tiene que haber sido él», pensó el Supervisor, e inmediatamente preguntó decepcionado:

—¿Al menos destruyeron la cabaña?

—Sí, señor, la casa fue completamente destruida, pero su residente escapó.

—¿Y de quién se trata? —preguntó el Supervisor.

—Según la base de datos mundial, su nombre es Maila y es una cazadora que vive en el bosque rojo, al parecer se alió con el pistolero y juntos huyeron del lugar.

—Lo sabía… Ese tal Jesse… Sabía que sería peligroso, está formando una resistencia, tenemos que eliminarlo cuanto antes si no queremos que las cosas se compliquen…

—No se exalte señor, aún tenemos mucho tiempo para atraparlo. Además, no creo que sea capaz de enfrentar a alguien tan fuerte como usted.

—Tienes razón. Manda a construir un cuerpo físico para mí, quiero tomar cartas en el asunto —pidió el Supervisor.

—¡A sus órdenes, señor!

El general se retiró y mandó construir el cuerpo robótico para poner en marcha el plan del Supervisor.

CAPÍTULO 5

Un buen descanso

La oscuridad de la noche se tornó acogedora en aquel bosque. Maila y Jesse estaban comiendo una carne asada mientras dialogaban acerca de cuál podría ser su próximo destino.

—Qué bonita noche…

—Sí, fue una buena idea quedarnos a acampar aquí —respondió Maila.

—Ya lo creo, este lugar es muy bonito, pero no debemos detenernos, hay que seguir avanzando —dijo Jesse, mientras terminaba de comer su pedazo de carne.

—Exactamente, no debemos permanecer aquí por mucho tiempo, solo será pasar la noche y luego nos vamos —expresó Maila, que también estaba por terminar de comer.

Al terminar su comida, los viajeros decidieron irse a dormir para aventurarse al día siguiente hacia lo que sea que estuviera al otro lado del bosque rojo.

—¿No crees que es hora de apagar la fogata? —preguntó ella.

—Sí, creo que deberíamos irnos a dormir…

—OK, empacamos nuestras cosas y vamos a dormir.

Los viajeros empacaron sus cosas y se fueron a descansar. Antes de eso, Jesse apagó la fogata.

Ya debajo del árbol, Maila colocó dos sacos de dormir en el suelo y se recostó en uno de los sacos junto a Jesse.

—Buenas noches, Jesse.

—Hasta mañana, May.

Mientras tanto, en el cuartel de Iron Thoughts, una interesante charla tuvo lugar entre el general y el Supervisor.

—Señor, le traigo noticias…

—¿Acerca de…?

—Hemos atacado a otro grupo de rebeldes cerca de las montañas Pao, que poseían lo que parecen ser las coordenadas de una especie de hospital psiquiátrico abandonado donde, según la base de datos, habitan dos humanos con habilidades muy útiles y peligrosas.

—Esa es una noticia muy interesante, voy a inspeccionar en la base de datos mundial a ver si encuentro algo más de información que valga la pena —respondió el Supervisor—. Ah, y solo una cosa más antes de que te vayas…

—¿Sí, señor?

—¿Qué tal van con la construcción de mi cuerpo?

—Excelente, señor, de hecho hemos conseguido tanto material al destruir La Capital, que tenemos más que de sobra para construir su nuevo cuerpo robótico —respondió el general.

—Perfecto, ya puedes irte a recargar energías, pero mantente atento.

El general se retiró y el Supervisor pensó: «Cuando tenga un cuerpo tridimensional podré liderar mejor mi imperio y seré capaz de acabar con ese maldito pistolero con mis propias manos…».

A la mañana siguiente, Jesse y Maila despertaron.

—Buenos días, May.

—Hola, Jesse, buenos días, ¿listo para marcharnos?

—Sí, estaba estirando, hacía mucho que no dormía tan bien.

—Sí, nos hacía falta un buen descanso… Andando, no hay tiempo que perder —exclamó Maila.

Los viajeros caminaron durante un largo rato rumbo a unos prados fuera del bosque donde más tarde, al llegar y explorar un poco, se encontraron con algo muy particular…

CAPÍTULO 6

Libre conciencia

Jesse con una mezcla de sorpresa y alegría exclamó:

—¡Genial, una cueva!

—Estamos de suerte, ja, ja —dijo alegremente Maila.

Los viajeros se toparon con la entrada de una pequeña cueva en donde refugiarse.

—Construye una fogata mientras voy por carne, ¿sí? —organizó la cazadora.

—De acuerdo.

Maila salió de la cueva en busca de comida, mientras Jesse armaba una fogata y recolectaba algunos materiales útiles para luego guardarlos en un pequeño saco portátil que colgaba de su cinturón. Durante su búsqueda el pistolero encontró varias cosas, entre ellas un pequeño marco de hierro que parecía no ser muy relevante; sin embargo, el pistolero lo tomó por las dudas.

Al terminar de armar la fogata, Jesse decidió explorar la caverna un poco más. Tras un rato paseando y examinando el lugar, Jesse encontró una pared falsa al final de la cueva, pero decidió regresar, ya que no quería arriesgarse a ver qué había sin Maila.

Mientras tanto, ella se encontraba cazando hasta que, luego de despellejar a su presa, localizó a una patrulla de Iron Thoughts que salía del bosque y decidió esconderse momentáneamente detrás de un árbol. De manera casi inmediata, Maila decidió marcharse de ahí y regresar a la cueva con Jesse pero, para la mala fortuna de la cazadora, al momento de tomar carrera, tropezó con una piedra.