Refugiados ambientales: cambio climático y migración forzada - Teófilo Altamirano Rúa - E-Book

Refugiados ambientales: cambio climático y migración forzada E-Book

Teófilo Altamirano Rúa

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Beschreibung

Este libro analiza las principales consecuencias del calentamiento global: el cambio climático y su impacto sobre las poblaciones vulnerables. Revisa también sus resultados y centra su atención en la migración forzada (permanente, temporal y estacional), consecuencia del estrés hídrico, la desertificación, la inseguridad alimentaria, la elevación del nivel del mar por la desglaciación, la abundancia de lluvias torrenciales, la aparición de nuevas enfermedades y los conflictos socioambientales. La obra explica cómo dichas migraciones desplazan poblaciones y las convierten en refugiados ambientales. Para ello, se estudia tanto sus destinos (centros urbanos, zonas rurales o campamentos), como los procesos de readaptación física y mental de los refugiados y su inserción sociocultural. Además, el autor reflexiona sobre los posibles escenarios futuros: cómo los países tropicales y pobres serán los más afectados, mientras que los países ricos en muchos casos se beneficiarán de él. Finalmente, se expone la relación directa entre cambio climático y refugiados ambientales y climáticos. Para ello, se analizan las etapas de la migración forzada (evacuación, desplazamiento interno y externo, destino, adaptación física y social), las cuales convierten a dichos migrantes en víctimas del cambio climático y la contaminación ambiental.

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Teófilo Altamirano Rúa es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Durham, doctor en Antropología por la UNMSM y magíster en Economía y Estudios Sociales por la Universidad de Mánchester. Fue profesor principal del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP y profesor e investigador visitante en numerosas universidades. Entre 2018 y 2019 fue director del proyecto multidisciplinario «Migración, ambiente y cambio climático» (MECC) que auspicia la Organización Internacional para las Migraciones (OIM-UN, oficina de Lima). Es tinker professor en la Universidad de Austin, profesor visitante de verano en la Universidad de Winnipeg, Canadá, y conduce un proyecto de investigación sobre cambio climático, conflictos y adaptación en la cuenca del río Shullcas, en la sierra central del Perú. De diciembre de 2021 a junio de 2022 fue consultor para Global Knowlegde and Patnership on Migration and Development del Banco Mundial (Washington D.C.); además, desde abril de 2022 a la fecha es consultor senior del CCPM Grupo Consultor (Lima). Es autor de numerosos libros sobre temas de antropología urbana y migraciones internas e internacionales. En 2020 publicó el libro La nueva cocina peruana en la era del cambio climático, las migraciones y la masculinización, junto a Eric Altamirano Girao y en 2021, La cocina peruana y en el mundo antes, durante y después de la COVID-19, con Eric Altamirano Girao e Isabel Morales Béjar.

Teófilo Altamirano Rúa

REFUGIADOS AMBIENTALES

Cambio climático y migración forzada

Tercera edición aumentada

Refugiados ambientales: cambio climático y migración forzada© Teófilo Altamirano Rúa, 2024

© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2024Av. Universitaria 1801, Lima 32, PerúTeléfono: (51 1) 626-2650Fax: (51 1) [email protected]/publicaciones

Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

Tercera edición digital: febrero de 2024

Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2024-01239e-ISBN: 978-612-317-934-2

Índice

Agradecimientos

Prólogo

Presentación

Introducción. Dimensiones interdependientes

1. Nivel global

2. Nivel regional

Capítulo 1Migraciones forzadas inducidas por el cambio climático

1. Condiciones internas previas a la migración o desplazamiento

2. Conflictos medioambientales

3. Tipos de migración climática

Capítulo 2Migraciones no climáticas

1. Internas

2. Internacionales

Capítulo 3Vulnerabilidad y migración forzosa

1. Escenarios contemporáneos

2. La prosperidad económica y el sistema de bienestar

3. Envejecimiento de la población y presión demográfica

4. Comportamiento ante el desastre y percepción del riesgo

5. Utilización de redes sociales y tecnologías de prevención

6. Acciones inmediatas

Capítulo 4Respuestas al cambio climático

1. Control

2. Adaptación

3. Resiliencia y mitigación

4. Migración forzada

5. La ciudad como destino final

6. Readaptación o reasentamiento

Capítulo 5Cuando las montañas escuchan y hablan: el nevado Huaytapallana en la región central del Perú

1. Antecedentes

2. Actores culturales

3. La ceremonia del año nuevo andino

4. La ceremonia central

5. El retroceso glaciar

6. Visiones sobre la montaña, el glaciar y el medio ambiente: local, regional, nacional y global

7. Aspectos físico-biológicos, la continuidad cultural y la interdependencia

Capítulo 6Escenarios futuros

1. Los más vulnerables: países pobres y tropicales

2. Los favorecidos: los países del norte

Capítulo 7Refugiados climáticos y ambientales: ¿víctimas del calentamiento global y de la contaminación ambiental?

1. Después de París 2015

2. Seguridad y el «punto sin retorno»

3. El «punto sin retorno» (tipping point)

4. ¿Desastres naturales o inducidos por el cambio climático?

5. Desastres naturales inducidos por el cambio climático y las nuevas migraciones

6. La ciudad como destino de migrantes y refugiados climáticos y ambientales

7. Refugiados climáticos y ambientales: ¿víctimas del calentamiento global y el deterioro ambiental?

Capítulo 8Nuevas causas y consecuencias en la migración climática y ambiental

1. La desglaciación

2. Elevación del nivel del mar

3. Abundancia de lluvias

4. El estrés hídrico y las sequías

5. Nuevas causas de la migración climática y ambiental

Referencias

Agradecimientos

En la elaboración del proyecto, el trabajo bibliográfico, la investigación y la redacción de este libro, recibí el apoyo financiero del Fondo de Población de las Naciones Unidas, oficina de Lima. De igual manera, el Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Antropológicas y Políticas (CISEPA) del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) me brindó el apoyo institucional en las cuatro etapas del libro.

Debo agradecer al geógrafo Frank Altamirano Girao, quien colaboró con su valioso apoyo al ordenamiento de algunos mapas y fotografías; él es, en parte, el inspirador de este libro. Agradezco también a Alicia Figueroa, secretaria académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP, por pasar a limpio mis manuscritos con gran paciencia y buen humor. A Carlos Cóndor Ames, antropólogo de la UNCP, quien me introdujo al mundo cultural del nevado de Huaytapallana. A Pamela Altamirano, por la colaboración en las relaciones públicas durante la investigación y la redacción. A Tito Castro, director ejecutivo del INTE-PUCP, por la lectura del manuscrito y brindarme comentarios y sugerencias para el texto.

Agradezco también al Instituto Lozano Long de Estudios sobre América Latina (LLILAS) de la Universidad de Texas, en Austin, por haberme otorgado la distinción de Tinker Professor y permitirme dictar un seminario para estudiantes graduados del LLILAS sobre cambio climático y migración en el periodo 2012-2013. De igual manera, agradezco al Global College de la Universidad de Winnipeg, en Canadá, donde dicto durante los veranos cursos relacionados con la migración climática y no climática en sus diversas modalidades.

Prólogo

Los cambios que se producen en el clima del planeta generan controversias, debates y algunas posturas políticas. Más lluvias, inundaciones, periodos prolongados de sequías, descongelamiento de los hielos antiguos, pérdida de glaciares, aumento de los niveles de agua de los mares, tormentas intensas, huracanes y tifones nunca vistos, temperaturas elevadas o muy bajas que producen extensos periodos de calor y de frío son algunos de los fenómenos que generan importantes conflictos y ocasionan no solo grandes pérdidas económicas, sino también trascendentes problemas en los sistemas sociales.

Esta intensificación de los eventos climáticos extremos lleva a que las poblaciones afectadas tengan que trasladarse a lugares más seguros o adonde puedan esperar a que «pase la tormenta». Los desplazamientos temporales o permanentes ya comienzan a tener un significado importante y afectan la dinámica de la vida cotidiana de muchas poblaciones en el mundo. La pérdida para las personas afectadas es una constante. La falta de trabajo, el cierre de escuelas, la desaparición de recursos con los que se sustentan y conviven hace que ese traslado sea, en muchos casos, por un tiempo y, en otros, de manera permanente.

La frustración de las expectativas de vida, generada por el resquebrajamiento de las representaciones imaginarias socioculturales, lleva a las personas a migrar como una salida alternativa. El cambio climático comienza a ser la causa de esa decisión y, aunque se crea aún que los motivos son económicos, laborales o la falta de posibilidades de desarrollo, en realidad es consecuencia de los efectos producidos por los eventos climáticos extremos, que se agravan progresivamente con el cambio climático y la falta de compromiso real por parte de los decisores y productores de políticas de nuestro planeta.

Frente a esta situación, los migrantes ambientales o refugiados climáticos son una realidad muy bien analizada por Teófilo Altamirano en este extraordinario texto, donde logra clarificar cómo se vinculan los cambios que se producen actualmente en el clima, con las consecuencias que ello implica en la sociedad humana y en todos los seres vivos.

Este trabajo desarrolla un estudio en profundidad sobre uno de los temas más importantes de la sociedad contemporánea. Permite comprender, a través de su interpretación, las dimensiones interdependientes que se producen en el ambiente y sus repercusiones globales, regionales y locales.

El abordaje de las migraciones forzadas por el cambio climático, analizadas a partir de los diferentes conflictos ambientales —como la desglaciación, la abundancia de lluvias, el estrés hídrico y las sequías, la inseguridad alimentaria y la salud—, aporta una serie de elementos fundamentales para comprender la vinculación entre los cambios en el clima y el fenómeno migratorio.

El análisis sobre la vulnerabilidad de las poblaciones afectadas y la migración forzosa a partir de un enfoque que pone de relieve la prosperidad económica y el sistema de bienestar, el envejecimiento de la población y la presión demográfica, el comportamiento ante el desastre y la percepción del riesgo, así como la utilización de redes sociales y tecnologías de prevención, conforma un conjunto de herramientas sustanciales para entender dónde está situada la sociedad humana ante los eventos climáticos extremos que se producen y atentan contra la vida en general.

Las diferentes respuestas al cambio climático —como la cultura de los pueblos que se relacionan con los Andes peruanos, factor central de este trabajo— nos conducen a los escenarios futuros y a la pregunta central del libro: ¿los refugiados climáticos son víctimas del calentamiento global?

Las páginas de este libro aportan elementos que posibilitan, a través de sus recomendaciones, la formulación de políticas y programas que aborden los problemas que se dan con los cambios en el clima y sus consecuencias, muy bien relatadas y analizadas en todo el texto. Dada la actual situación en la que se encuentra el planeta, las migraciones por cambio climático serán aún un tema conflictivo y emergente en los debates presentes y futuros, en la medida en que no terminemos de hacernos responsables y desarrollemos acciones concretas para subsanar los daños continuos que le estamos infringiendo a nuestro ambiente.

 

Dr. Roberto Salvador ArujProfesor e investigador UBA - UNTREF

Presentación

El mayor impacto que produce hoy el cambio climático es sobre la población. Una de sus consecuencias es la movilización involuntaria y compulsiva, lo que a su vez influye en el ordenamiento territorial, en los recursos y en las nuevas respuestas políticas de los gobiernos nacionales y locales. Las poblaciones más afectadas son las más pobres, tanto del campo, como de las grandes ciudades.

En la actualidad, se estima en 50 millones el número de migrantes climáticos. Además, 135 millones están amenazados por la desertificación y escasez crónica de agua (Wrathall & Morris, 2009). Los cincuenta millones de migrantes mencionados ya superaron el número de los desplazados internos y refugiados por razones bélicas o conflictos étnicos y religiosos, así como a los desplazados por desastres naturales y conflictos políticos, quienes, de acuerdo a los mismos autores, suman aproximadamente 40 millones: 15 millones de refugiados y 25 millones de desplazados internos, cantidades que oscilan año a año.

Junto con la migración climática, la migración convencional —que empezó con el desarrollo de la humanidad y continuará su proceso— se incrementó en los últimos años, tanto las internas como las internacionales. Este tipo de migración —llamada también «económica», «laboral» o «profesional»— no será abordado en este libro.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, 2001) estimó que para el año 2050, debido a la desertificación, el incremento del nivel del mar, la contaminación ambiental, la desglaciación, la escasez de agua, las inundaciones, el incremento en la cantidad de monzones y huracanes y la abundancia de lluvias, alrededor de 150 millones de personas serán migrantes climáticos.

A pesar de las evidencias sobre lo que sucede, no existen políticas globales para afrontarlas. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) —los dos organismos globales que estudian y toman decisiones sobre los refugiados— consideran que los migrantes climáticos no tienen una base legal porque no están reconocidos como tales por las Naciones Unidas; sin embargo, los países cuyas poblaciones se ven afectadas por estos fenómenos están incorporando leyes adecuadas entre sus políticas públicas.

Los países pobres (los más afectados) no pueden enfrentar el problema de manera aislada porque se trata de un fenómeno global. Los países ricos o emergentes, por su parte, están más preparados para mitigar los impactos climáticos, como lo veremos más adelante.

Algunos Estados consideran a sus migrantes climáticos como «ciudadanos universales» con derecho a elegir los países donde habitar. El problema es que los países que tienen en la mira son por lo general ricos o emergentes y no tienen este concepto o categoría en sus legislaciones o políticas migratorias. En los últimos cinco años, como resultado de la crisis económica y financiera global, estos endurecieron aún más sus políticas de inmigración. Ese fue el caso de la Unión Europea, los Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, entre otros. Pero el tema de los migrantes climáticos es secundario para estos países.

El 26 de junio de 2013, el presidente Obama, por primera vez en la historia de Estados Unidos, dio un discurso sobre las consecuencias del cambio climático y cómo reducir sus impactos. La Convención de Refugiados de Naciones Unidas tampoco reconoce a los migrantes climáticos; sin embargo, algunas convenciones de las Naciones Unidas —como la Declaración de Derechos Humanos de 1948 sobre el derecho a la libre determinación— permiten actuar de manera indirecta cuando su seguridad e integridad es amenazada. Además, en los ultimos años, surgieron los negacionistas del cambio climatico, liderados por los presidentes Donald Trump de EE.UU. y Jair Bolsonaro de Brasil.

En los lugares donde se produce migraciones ambientales, interactúan dos contextos geográficos: el lugar donde ocurre el impacto climático, que produce la migración compulsiva interna o internacional, y el lugar a donde se dirigirán estos migrantes ambientales.

En general, los destinos son centros urbanos, países vecinos ricos u otros que, en general, están en el hemisferio norte; o, en el caso de desplazamientos internos, campamentos. Los espacios donde se reasentará a la población experimentarán cambios demográficos, territoriales, económicos, sociales y ambientales, en particular en lo concerniente al acceso al agua. En algunos casos, se requerirán tratados internacionales sobre refugio o asilo. Para los migrantes ambientales permanentes —cuando ya no pueden retornar a sus países de origen, como es el caso de los atolones del Pacífico sur—, los países receptores o las ciudades del interior deberán proporcionar espacios de readaptación o reasentamiento de acuerdo al artículo 13 de la Declaración de Derechos Humanos de 1948.

Al respecto, Naciones Unidas debe asegurar los derechos de los migrantes climáticos y tratarlos como migrantes permanentes. El debate legal sobre ellos debe tomar en cuenta, con los derechos universales, la dignidad de cada persona, ya que los desplazados son compulsivamente empujados por los impactos del cambio climático, fenómeno que no se origina en su país ni por ellos. Además, a pesar de ser un hecho tangible y comprobado, no existe hasta el momento una definición consensuada sobre este. El desplazamiento humano no solamente es resultado de factores multicausales, sino que también impacta en la naturaleza, la ecología, la geografía y la población. Ahora se les llama de manera indirecta «migrantes climáticos», «refugiados ambientales», «migrantes ambientales compulsivos» o «migrantes ecológicos» y estas inconsistencias también se aplican a la migración convencional no voluntaria. Lo cierto es que estas definiciones persistirán dependiendo del autor, la teoría y las definiciones que dan los propios migrantes o los Estados; pero son necesarias más investigaciones al respecto para analizar las causas, los movimientos mismos y las consecuencias sobre las políticas públicas y privadas, para reducir sus riesgos y tomar acciones mediatas, inmediatas y de largo plazo.

Otra dificultad para analizar el tema emerge de la diversidad metodológica utilizada para llegar a las definiciones antes mencionadas, además de los instrumentos usados para tal fin, los medios empleados para obtener los datos en el campo, la diversidad documental preexistente y la bibliografía. Sin embargo, los datos estadísticos, las mediciones y el uso de tecnologías modernas —como Google, el sistema de información geográfica (GIS), las fotografías satelitales, etc.— contribuyen a crear estándares comunes. Ellos permiten ver que la migración ambiental —sea permanente, temporal o estacional— tiene sus propias causas, procesos y consecuencias, lo cual depende del país, la orografía, la ubicación en el hemisferio sur o norte y la variabilidad de la altitud y latitud. No obstante, un componente relativamente ausente en los estudios es el poblacional, ya que hay una relación directa entre la presión demográfica, los recursos y el medio ambiente.

En los últimos veinte años, las proyecciones de crecimiento demográfico no se cumplieron porque, en general, hay una tendencia a su estancamiento y, en algunos casos, decrecimiento. Esto sucede en los países ricos que, desde hace ochenta años, se encuentran en la cuarta fase de transición demográfica; es decir, hay menor cantidad de nacimientos, menor mortalidad infantil y la esperanza de vida es mayor. En el debate actual, hay tres tendencias marcadas con respecto al cambio climático: los catastrofistas1, los relativamente escépticos2 y los moderados3. La diferencia entre los dos primeros son las predicciones en el número de migrantes climáticos; pues, mientras los catastrofistas pronostican que para el año 2050 serán alrededor de mil millones de personas, para los relativamente escépticos serán solo 150 millones (OIM, 2011; Banco Mundial, 2010b). Los moderados —entre los que se cita a Stephen Castles (2012)—, por su parte, prefieren no dar cifras, porque argumentan que los movimientos, sus causas y los países donde ocurren, la presión demográfica, la gobernabilidad, la pobreza, los conflictos internos y lugares de acogida serán difíciles de predecir.

Entre los catastrofistas también podemos encontrar un gran número de organismos no gubernamentales, grupos y partidos políticos verdes, académicos universitarios y organismos nacionales e internacionales que defienden los derechos humanos, los derechos de los animales silvestres, etc.

Por su parte, entre los escépticos están las grandes empresas multinacionales de petróleo, gas y minerales; las empresas madereras; las compañías de procesamiento de carne, productos lácteos, frutas, cereales, etc. También están los voceros de los partidos políticos de los países ricos y emergentes, así como de aquellos que regularmente asisten a cumbres climáticas y no toman decisiones políticas sobre la reducción de los agentes que producen y dañan el medio ambiente, o si las toman, lo hacen de manera tímida. Detrás de estas personas e instituciones existen lobistas dispuestos, en algunos casos, a financiar investigaciones para llegar a conclusiones predeterminadas que no produzcan alarma. El argumento principal en el que basan sus conclusiones radica en la afirmación de que la Tierra, durante su historia, experimentó cambios climáticos cíclicos; por lo tanto, el actual cambio climático es uno más de estos procesos que experimentó, experimenta y experimentará nuestro planeta.

Los moderados, en cambio, prefieren confiar en los datos científicos y pertenecen en su mayoría a organizaciones como el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). En general, no toman posición política, como sí ocurre con los catastrofistas y los escépticos: los primeros tienen una vocación nacionalista, políticamente de izquierda; mientras los segundos, más conservadores, capitalistas y monetaristas, son de derecha y confían en el desarrollo tecnológico como motor de la modernización.

Quienes desarrollan actividades llamadas de eco-business ocupan un lugar especial. En los últimos años, como consecuencia de las cumbres climáticas y de la innumerable cantidad de eventos relacionados al tema, encontraron una forma de afianzar sus negocios a través de la publicidad, el uso de redes sociales y el periodismo (hablado, escrito y televisivo), mediante los cuales difunden productos que, según ellos, tienen la cualidad de reducir y prevenir los impactos negativos del cambio climático. En general, están cerca de los catastrofistas por razones de mercado y publicidad, pues así pueden vender más. Por ejemplo, hasta el exvicepresidente de los Estados Unidos y premio Nobel de la Paz, Al Gore, cobra un millón de dólares por cada conferencia.

Por su lado, las organizaciones no gubernamentales (ONG), que hace treinta años se dedicaban mayoritariamente a temas como la reducción de la pobreza y la desigualdad de género con una perspectiva izquierdista, encontraron en el cambio climático un tema de enorme atracción para financiar sus actividades. No existe ONG que prescinda del medio ambiente y el cambio climático en sus actividades.

Un parlamentario británico conservador del grupo de los escépticos considera que el fin del marxismo como ideología dejó un vacío que ocuparon los ambientalistas, una especie de nueva ideología global, casi una religión.

El debate sobre el tema continuará, porque el cambio climático es un viaje sin retorno y, mientras estas discusiones ocurren, continúa su curso, en particular en los países pobres. Por ello, este libro busca explicar la relación entre el cambio climático y la migración compulsiva en una dimensión global, regional y local, así como las diferencias conceptuales y operacionales entre los migrantes convencionales no ambientales y los de origen ambiental, cuestión poco analizada.

Desde sus orígenes, los efectos del cambio climático tuvieron diversas interpretaciones. En los últimos años, estas se han hecho más racionales porque se cuenta con información estadística de las causas del proceso en las poblaciones y sus consecuencias sobre la migración forzada. La tendencia global es a establecer mecanismos de control que, en teoría, son factibles si se conocen las causas.

La migración forzada puede ser un mecanismo de adaptación y reduce el riesgo. Diversos estudios (Cannon, 2010; Birkmann y otros, 2008) coinciden en que las poblaciones locales desarrollan mecanismos de resiliencia y resistencia cultural, porque casi siempre vivieron en la incertidumbre y el riesgo.

Una explicación de estas conductas culturales está vinculada a la religiosidad, ya que el cambio climático es considerado un hecho de Dios y no uno producido por el hombre. Los grandes proyectos de desarrollo —en particular las mineras, las explotaciones de hidrocarburos o la construcción de represas hidroeléctricas para el consumo humano— encontraron oposición cultural, en particular de las mujeres, porque son las que están más en contacto con la tierra, el cerro, el río y la naturaleza en general.

El mayor impacto del cambio climático es sobre la población, en particular sobre su seguridad económica, social y política. Además, hay poblaciones que son más proclives a migrar; pero por qué existe esta diferencia. Se ha mostrado que, además de las condiciones económicas y sociales internas, el componente cultural, en particular en zonas rurales con poco nivel de urbanización y con autoidentificación localista muy desarrollada, ha sido poco estudiado en temas de desplazamiento poblacional.

Existe una relación directa entre la presión demográfica, el territorio y los recursos. En general, en un país pobre, hay una mayor presión sobre los recursos debido al crecimiento demográfico más alto en comparación con los países emergentes y ricos. Este crecimiento es mayor en las zonas rurales y es a los recursos agropecuarios a los que el cambio climático afecta más. A pesar que en los últimos años la migración económica incorpora a mayor número de personas y familias, el crecimiento demográfico aún es mayor en dichas zonas. El desequilibrio entre población y recursos es una razón poderosa para la migración a las ciudades o a las zonas de crecimiento económico. A ese proceso, que empezó con el desarrollo de la humanidad, ahora se añaden los migrantes climáticos.

Todos los conceptos y debates a los que hemos hecho referencia son resultado de trabajos de campo; sin embargo, seguirán siendo aproximaciones, tendencias, teorías y visiones. De ahí la necesidad de realizar estudios de casos. En este libro, presentamos al nevado Huaytapallana y sus zonas de influencia, la ceja de selva y la cuenca del río Perené (uno de los afluentes más importantes del río Amazonas); además, se incluye a la ciudad de Huancayo, la más grande de la sierra peruana. Los casos no necesariamente examinan las causas y consecuencias ecológicas y biofísicas del cambio climático, sino que enfatizan el componente cultural que necesariamente las acompaña.

El vacío en los estudios medioambientales es el componente cultural. Las montañas, de acuerdo a las poblaciones circundantes e incluso fuera de ellas, no son solamente bloques de roca, minerales, tierra y nieve; sino, además, personajes animados. Esta animación es un patrón universal que está presente en todas las culturas originarias. Muchas veces las poblaciones asentadas cerca de las grandes montañas están compuestas por indígenas y campesinos o aborígenes para quienes la religión, el culto, el simbolismo y el ritual forman parte consustancial de la vida cotidiana. En estas comunidades, el agua es el recurso más preciado y se trata de uno no solamente físico, sino con un contenido simbólico que es parte de una cosmovisión distinta que le asigna un tratamiento diferente al que le asigna la ciencia o el mundo urbano tecnológicamente desarrollado.

Muchos proyectos —no solamente hidrológicos, sino también mineros y de hidrocarburos— no han incorporado la dimensión cultural, lo cual constituye una de las razones de su fracaso. El desencuentro en el uso del agua es frecuente: mientras en las ciudades, debido al crecimiento demográfico, el consumo por habitante es una prioridad, en las zonas rurales de donde proviene el agua este recurso no solo es de uso doméstico y comunitario, sino necesario para la actividad agropecuaria. Por ello, el desencuentro entre la oferta y la demanda del agua está conduciendo a conflictos sociales, en particular en países tropicales y pobres.

¿Qué escenarios futuros se pueden prever en relación al agua y el deterioro ambiental? La respuesta no es fácil. Lo que sí es cierto es que las zonas rurales no solamente experimentarán más pobreza, sino que habrá mayor migración a las ciudades u otros centros de atracción. Una manera de afrontar la creciente movilidad humana debida al cambio climático es la implementación de medidas de prevención, reducción del riesgo y control demográfico que permitan aliviar la lucha por los recursos, en particular por el agua.

1 Entre ellos, Cleo Pascal (2010), el Norwegian Refugee Council, Stephen Castles (2012), así como Anthony Oliver-Smith y Xiaomeng Shen (2009).

2 Estos investigadores, financiados por las multinacionales, en general producen reportes privados. No hay libros o artículos que demuestren evidencias sobre el tema, sino que los resultados aparecen más bien como artículos en diarios o revistas como Newsweek o New York Times.

3 En la lista están comprendidas las publicaciones de la OIM (2010, 2011 y 2012).

IntroducciónDimensiones interdependientes

Lo global, lo regional, lo local y lo humano son cuatro niveles interdependientes que se tienen que considerar en su conjunto. En este libro, usaremos lo global en referencia a la Tierra y sus variaciones climáticas; para lo regional, la Cordillera de los Andes; el nevado de Huaytapallana representa el nivel local; y un ritual en el nevado de Huaytapallana, la dimensión humana.

1. Nivel global

Las variaciones climáticas que experimentará la Tierra en este siglo nos permiten reconocernos como parte de un proceso que afecta nuestras vidas, en particular a través de la migración forzada. A continuación, presentamos mapas que ilustran las variaciones del calentamiento global, lo que afecta directamente el cambio climático.

Mapa 1. Temperaturas lineales (°C) para el periodo 1974-2004

Alcances de temperatura lineal para el periodo 1974-2004

Mapa 2. Calentamiento global (°C) para el periodo 2011-2099

Modelo multimodal de medición del calentamiento global (temperatura de la superficie del planeta Tierra de acuerdo al escenario A1B, medido por el IPCC).

Fuente: IPCC, 2007.

El cambio climático y su impacto sobre la población no son fenómenos aislados. Los impactos han sido mayores en los países tropicales y pobres, sobre todo en los últimos sesenta años, en la seguridad tanto interna como internacional. Por su parte, el cambio climático es un problema global que requiere de soluciones también globales. Las migraciones ambientales, a su vez, son resultado directo de este y requerirán soluciones globales, regionales y locales.

El concepto de cambio climático ha cambiado a lo largo de los últimos años. Fue en 1984 cuando se empezó a sentir como un proceso que ocurriría en el futuro como consecuencia del calentamiento global y fue entonces que se acuñó el concepto de «migrantes climáticos». En la década de 1990, se les llamó «ecomigrantes» y, en los diez últimos años, los conceptos se expandieron y se denominó a los migrantes climáticos «refugiados ecológicos», «migrantes inducidos por el cambio climático» y «refugiados ambientales». Sin embargo, a pesar de los progresos en las definiciones, todavía no existe una legislación global que incluya todas las particularidades de este tipo de migración, básicamente porque aún persisten los conflictos generados entre los catastrofistas, los moderados y los escépticos. Mientras esto sucede, el número de migrantes ambientales aumenta año a año.

Una de las dificultades para abordar el problema proviene de los mismos afectados, porque tienen enormes diferencias internas y externas, a pesar de que producen un impacto local: unos lo sienten y han tomado conciencia; mientras otros no, o están apenas empezando a sentir su propia condición. Algunos datos que presentamos a continuación nos revelan la magnitud del problema. En los países pobres, el cambio climático produjo 884 885 víctimas, con pérdidas de 401 millones de dólares, mientras en los países ricos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) hubo 61 918 fallecidos, aunque perdieron 715 millones de dólares. Esta última diferencia se debe al mayor valor de las propiedades e instalaciones (PNUD, 2007).

De acuerdo a Norman Myers (2002) —uno de los más destacados especialistas en migración ambiental—, para el año 2050, alrededor de doscientos millones de personas serán consideradas como desplazados climáticos, en particular en regiones altamente pobladas, como las riberas del río Nilo en Egipto o las orillas a lo largo del río Ganges en la India, donde se afectarán 1,5 millones de hectáreas de terrenos de cultivo.

Culpar exclusivamente al cambio climático por la migración forzada poblacional es muy parcial, porque hay hasta tres tipos de factores concomitantes que influyen en él: poblacionales, culturales y políticos. Por ejemplo, Asia y África son similares a Latinoamérica en la naturaleza de las lluvias, granizadas, horas de sol y densidad demográfica, pero estas afectan a la población con intensidad diferente. Según estudios de IPCC, la elevación de un metro en el nivel del mar obligará a decenas de millones de personas a desplazarse en Bangladesh para el año 2080; además, para 2050 (Hemming y otros, 2007), se elevará el nivel del mar entre 35 y 80 cm.

Se estima que son 45 millones las personas anualmente expuestas al riesgo de inundaciones y eventos extremos del cambio climático, siendo las zonas de la costa las más vulnerables. Según el IPCC, para el año 2050, el estrés hídrico será el doble del actual, lo cual tendrá un efecto directo en la seguridad alimentaria, otra razón para el desplazamiento poblacional (Stern, 2006).

Ante este escenario, la prevención, reformulación y mitigación, antes de que ocurra la migración forzada, será la única alternativa. La migración compulsiva debe ser una decisión final, porque la población suele ser muy renuente a abandonar su lugar de origen, ya que allí están su familia, sus recursos y su modo de vida, la continuación histórica que forma parte de su cultura y sociedad. Un segundo problema es decidir dónde ir y la incertidumbre sobre si el migrante y su familia tendrán condiciones mínimas de vida. En casi todos los casos, la migración forzada implica la desintegración de la unidad familiar, aunque la revolución de las comunicaciones redujo el costo emocional al que necesariamente se enfrentan los migrantes.

La revolución en las comunicaciones también contribuyó a la difusión rápida, a veces en tiempo real, de las noticias sobre el cambio climático y las migraciones. Ahora se puede conocer lo que ocurre con los eventos en el Sistema Solar y más allá de nuestra galaxia, porque la Tierra no es un planeta independiente de lo que sucede en el cosmos. De igual manera, el gran interés académico y científico sobre el cambio climático nos permite conocer, a través de estudios y publicaciones, lo que ocurre y ocurrirá en nuestro planeta. Ese conocimiento aún es parcial, porque los que pueden acceder a dicha variedad de información son un grupo privilegiado o una élite; la enorme mayoría —sobre todo en países de África, Asia y América Latina— no tiene conocimiento del tema, lo cual es un obstáculo para el establecimiento de decisiones políticas globales, pues se suma al enorme desacuerdo sobre políticas ambientales —y en particular sobre el tratamiento para con los migrantes forzados— que existe entre los países ricos, emergentes y subdesarrollados.

2. Nivel regional

En el mundo existen dos grandes cadenas de montañas: el Himalaya y los Andes. Entre las dos, proveen agua a más de la mitad de la población mundial. En el caso de Los Andes, abarcan toda la franja occidental de América del Sur, desde la Patagonia hasta Panamá, y al interior de la cadena andina se encuentra la Cordillera Blanca, que es la que tiene la mayor cantidad de hielo en el mundo (Morales Arnao, 1998), con muchos picos sobre los 6000 msnm y veintidós glaciares individuales que cubren un área de 723,4 km2, así como 192 glaciares que miran al este y cubren un área de 215 km2.

Mapa 3. Mapa de la Cordillera de los Andes

Fuente: ESRI, Google Maps, 2013. Elaboración de Frank Altamirano.

Por razones naturales y antropogénicas, el clima en la Tierra está cambiando, como analizamos en la descripción de la dimensión global. Muchos glaciares en los Andes y el Himalaya están retrocediendo, como es el caso del nevado de Huaytapallana en el Perú.

Las causas naturales son la oscilación cíclica de la Tierra, que se remonta a la formación de las montañas. Entre las razones antropogénicas que contribuyen al deterioro de los glaciales, están el decrecimiento de la calidad y cantidad de recursos renovables como el agua en áreas entre los 2000 y los 4500 metros de altura, así como la presión demográfica de poblaciones urbanas y rurales. El incremento de la población es mayor en los sectores campesinos que entre la población urbana, aunque la migración laboral y la migración interna hacen que las zonas rurales pierden una parte de esa población.

El incremento de la población implica el aumento de la demanda para el consumo, a lo que se agrega la falta de renovación de los recursos, porque en muchos casos todavía se piensa que estos son ilimitados. La falta de conciencia ecológica de la población, tanto rural como urbana, contribuye al deterioro ambiental. Además, la inequidad en el acceso a los recursos entre sectores sociales y económicos hace que algunos sectores de la población utilicen mayores recursos, especialmente no renovables, como los productos provenientes de la minería y los hidrocarburos.

Todas estas razones producen condiciones para que se den conflictos que influyen en la decisión de migrar hacia ciudades cercanas o grandes de la costa y selva, o incluso hacia fuera del país. Asimismo, los conflictos socioambientales entre las empresas de explotación minera y las comunidades circunvecinas a las que aquellas afectan de manera directa o indirecta, en particular en la calidad del agua y aire, conducen también a la migración forzada.

La región andina y la ceja de selva como sistema ecológico complementario están sujetas a los cambios globales, los que son resultado de la interacción de tres componentes:

El capital natural o los recursos renovables, que definen los ecosistemas que interactúan con el hombre.El comportamiento humano. Hay sociedades y culturas que por tradiciones culturales tienden a proteger el entorno sin necesidad de tener influencias ecologistas externas, lo que les ha permitido vivir en confraternidad con la naturaleza.Las instituciones locales, que tienen la responsabilidad sobre el gobierno local que influye en el uso de esos recursos.

En el Perú, se estima que la pérdida de glaciares es del 40% —según el Insituto Nacional de Investigaciones en Glaciares y Ecosistemas de Montañas (INAIGEM)—, proceso que no solamente contribuye a la migración forzada, sino también al desplazamiento de plantas y animales. Los primeros se mudarán de las zonas calientes a las frías, porque estas aumentarán su temperatura; mientras los animales también se desplazarán, ya que sus alimentos se moverán hacia zonas más altas.

Es cierto que el cambio climático no es por sí solo la causa de todos los movimientos de personas, plantas y animales, pero sí es un resultado del cambio global.

El cambio regional en el sistema andino y la ceja de selva también se debe a la interacción de cuatro componentes mutuamente complementarios, pero independientes (cfr. Altamirano, 2010, pp. 23-35). Estos son:

Dimensión biofísica: abarca la masa geográfica y geológica que incluye sus formas de vida y su proceso cíclico de nacimiento, vida y muerte, que es una ley de la naturaleza para renovarse permanentemente. Dimensión tecnológica: se refiere a las transformaciones de la materia prima —renovable y no renovable— en instrumentos que le sirven al hombre para subordinar a la naturaleza y transformarla para sus fines de consumo.Dimensión cultural: implica todo aquello aprendido a través de generaciones que permite el tratamiento de los recursos del entorno y el desarrollo de saberes artísticos y lingüísticos. Aquí se incluyen los imaginarios sobre su naturaleza, religiosidad y relación cosmogónica, además de la relación con los fenómenos naturales.Dimensión socioecológica: llamada también ecosistema, que muestra la existencia de dos modalidades de cambios: los locales o localizados, que sufren alteraciones profundas; y los aumentos de movimientos sinérgicos, que pueden tornarse globales. Algunos de los impactos que produce el cambio climático son la pérdida de la biodiversidad, la desertización, la deforestación, la salinización del agua y los cambios en los modelos de asentamiento y reasentamiento humanos, como el tránsito de patrones poblacionales dispersos a uno lineal o concentrado. Estos no son migraciones estrictamente, sino movimientos o movilizaciones humanas que operan dentro de un contexto local más o menos amplio que se produce por matrimonios, oportunidades laborales o políticas económicas, como la provisión de servicios de energía eléctrica, postas médicas, agua potable, escuelas y centros de esparcimiento colectivo.

Los patrones poblacionales lineales suelen ubicarse a lo largo de ríos y carreteras que permiten una mejor comunicación, así como la compra y venta de sus productos. Este tipo de readaptación suele tener costos ecológicos, porque implica concentraciones poblacionales, además del abandono de terrenos fértiles para ocupar terrenos estrechos. En la costa peruana, también tiene altos costos, porque la población se ubica en los valles y ciudades, que en un 80% dependen del agua que proviene de los glaciares andinos.

A las cuatro dimensiones anteriores hay que añadir una quinta referida al contexto político, es decir, la relación entre las autoridades del Estado con la población local o regional. La experiencia revela que, además de los cambios demográficos, espaciales y de organización local, el Estado se atribuye una manera de gobernar: si es populista, privilegiará a la masa o población desprotegida; si es de derecha, dará mayor importancia a las inversiones y a la actividad extractiva de exportación. Consecuentemente, el Estado o el gobierno de turno también es responsable de la realidad socioecológica local, supralocal y hasta regional.

2.1. La realidad socioecológica local

Se denominan «locales» a los ámbitos territoriales más pequeños dentro de las regiones. Estos pueden ser grupos etnolingüísticos, parroquias, comunidades de indígenas o campesinas, tribus, distritos o provincias, dependiendo del grado de dominación que el Estado mantiene o de la forma como los mismos pobladores los llamen.

Los efectos inmediatos del cambio climático se observan en las localidades y las poblaciones tienen distintas maneras de responder a ellos. Algunos están más organizados que otros y el grado de organización depende de sus experiencias previas; su grado de identidad cultural local; su memoria colectiva de largo, mediano y corto alcance; su territorio o ámbito físico; la naturaleza de la población, sus estructuras socioeconómicas y políticas internas; sus concepciones del tiempo y del espacio; sus capacidades de organización ante fenómenos climáticos que les son comunes a todos independientemente de sus divisiones y conflictos internos; así como de la vinculación con esferas supralocales, como son las regiones y el país al que pertenecen.

Se puede encontrar información fiable, tanto cuantitativa como cualitativa, sobre el cambio climático y sus efectos en las localidades, además de datos poblacionales que proporcionan las agencias estatales de cada país.

Fotografía 1. El nevado Huaytapallana

Fotografía: Teófilo Altamirano, julio de 2013.

La localidad es el espacio donde se recogen los datos primarios que proporciona la población sobre sus percepciones, imaginarios, grados de participación o no, así como sobre los efectos del cambio climático sobre sus vidas, sus familias, sus organizaciones locales y sus actividades económicas, principalmente la agricultura y la ganadería. También puede encontrarse información sobre el control, el manejo y las respuestas individuales y colectivas ante el cambio climático, así como sobre su articulación con las esferas supralocales; además, se encuentran datos de las migraciones climáticas y no climáticas, dos tipos de migración que las poblaciones están empezando a diferenciar.

Metodológicamente, la elección de la localidad para los estudios sobre el tema de la investigación implica la selección de indicadores ecológicos, geográficos, poblacionales y políticos. Esta no es una tarea fácil, porque la validez del estudio en muchos casos depende de dicha selección. Cuando esta ha sido mal identificada, ni los datos ni su posterior análisis e interpretación tendrán la consistencia y la rigurosidad científica necesaria; en consecuencia, cualquier decisión que se tome se basará en errores que afectarán de manera negativa a la población local. La participación de los pobladores en el diseño y en el proyecto sobre cambio climático o migración forzada y en la toma de decisiones será necesaria por dos razones: porque se debe cumplir el principio ético de incluir a la población —requisito que exigen los organismos internacionales y los propios Estados— y porque los beneficios del proyecto —o la falta de ellos— serán para los pobladores locales. En general, tanto los organismos internacionales como las instituciones del Estado tienen una presencia corta, aunque en algunos casos esta se puede prolongar, como sucede cuando es necesario monitorear el comportamiento climático, la disminución o aumento del agua, los cambios en las estaciones o los ciclos de migración forzada, así como cuando se miden los retrocesos glaciares y su relación con el agua.

Las capacidades de adaptación y resiliencia o la migración forzada tienen lugar en las localidades, al igual que los procesos de capacitación, la toma de conciencia y la experiencia previa. Los resultados de las experiencias sobre implementación de políticas ambientales en las localidades son de enorme importancia, porque pueden ser ejemplos concretos replicables en otros lugares del mundo. También los errores y la falta de incorporación de la población local en el proceso de la aplicación del proyecto sirven de lección, tanto para quienes hacen las políticas como para la población local. En muchos lugares se aprende más de aquellos proyectos fallidos.

Para ilustrar el nivel local, seleccionamos el nevado de Huaytapallana, la cuenca del Shullcas y la ciudad de Huancayo, en la sierra central del Perú; adicionalmente, incluimos la cuenca del Perené en la selva central del Perú. En el capítulo 5, se analiza este caso y se pone mayor énfasis al aspecto mágico-religioso, simbólico y ritual, aspectos ausentes en estudios ambientales y de cambio climático.

2.2. El factor humano

La ecología no debe prescindir del factor humano, pues la interacción entre el hombre y la naturaleza hace posible la dinámica ambiental. La presencia humana y de sus organizaciones define las condiciones que hacen posible una convivencia en equilibrio con el ambiente.

Fotografía 2. Actores sociales y culturales

Fotografía: Teófilo Altamirano, julio de 2013.

La población ejerce presión sobre el medio ambiente y sus recursos renovables y no renovables. En general, el factor humano es responsable de su propia reproducción biológica y social. Cuando las necesidades de la población exceden los recursos, se produce un desequilibrio ambiental. La redistribución equitativa de los recursos, en general escasos, puede ser una manera de reducir el riesgo de deterioro en el medio ambiente.

La dimensión humana también se refiere a los patrones culturales que condicionan la manera como se usan los recursos. Ciertas sociedades y culturas no requieren de abundancia de recursos para su propia reproducción, pero otras sí. La diferencia, en general, estriba en la producción, así como en su uso y distribución. Esta puede ser agropecuaria, extractiva, artesanal, etc., resultado de la combinación del trabajo, el capital, el manejo de la información y la experiencia que se transmite de generación en generación. Los sistemas de herencia son propios de cada sociedad. Además, la herencia, que en parte reproduce la igualdad o desigualdad social, es de dos tipos:

La herencia física: cada individuo y familia cuenta con recursos financieros o capital monetario, además de patrimonio, como tierra, agua, bosques, minas, animales domésticos, instrumentos de producción agropecuaria o artesanal, vivienda, etc. El capital monetario está representado por los ahorros, ingresos por trabajo, venta de productos, etc. En sociedades campesinas e indígenas, estos recursos son muy escasos.La herencia cultural: cada familia, sociedad y cultura tiene un estilo de vida, una forma de ser y un comportamiento que se manifiestan dentro del proceso cultural. Así, una persona que pertenece a un grupo, clase social o grupo étnico heredará sus bienes físicos y culturales a la siguiente generación, la cual los transmitirá de igual manera a la generación que viene. Esto sucede en sociedades y culturas que mantienen una continuidad. En aquellas donde prima la desigualdad, la herencia cultural puede alterarse con la migración voluntaria o forzada y con la movilidad social y económica.

Los cambios climáticos se producen en este contexto humano. Los procesos no actúan en el vacío, sino dentro de una determinada población y demografía. Generalmente, el impacto del cambio climático es mayor en poblaciones rurales campesinas e indígenas o en centros urbanos populares marginalizados ecológica y económicamente, que no cuentan con recursos para la mitigación. Es cierto que el mayor capital con el que cuenta esta población es social y cultural, en tanto el financiero está ausente o casi siempre proviene de afuera, sea del Estado o de instituciones privadas nacionales o internacionales.

Un aspecto común a estas poblaciones es que no son las principales causantes del cambio climático. Los causantes son los países ricos, que además cuentan con recursos financieros y técnicos y son los que sufren menos los impactos del cambio climático. Algunos de estos países ya se están beneficiando del calentamiento global porque: el cambio climático hará posible una mayor producción agropecuaria; la desglaciación permitirá la apertura a nuevas fuentes agrícolas; y los casquetes de hielo, al derretirse, permitirán nuevas rutas de navegabilidad, transporte y comercio marítimo. En consecuencia, los países ricos recibirán oportunidades de prosperidad económica, mientras que los migrantes climáticos en países pobres buscarán cómo sobrevivir al cambio climático. Las capacidades de adaptación a las nuevas condiciones climáticas y a sus efectos, la resiliencia frente a los cambios, las respuestas y estrategias de acción colectiva e individual o la decisión de migrar forzosamente hacia otros lugares y la posterior readaptación a nuevos e inciertos contextos socioculturales, económicos y políticos son, en conjunto, respuestas humanas a las nuevas condiciones ambientales y climáticas.

Capítulo 1Migraciones forzadas inducidas por el cambio climático

Las migraciones forzadas son también llamadas involuntarias, compulsivas o ambientales, términos que se refieren al mismo fenómeno: la migración forzada motivada por el cambio climático.

Las políticas sobre el medio ambiente y la población deben evitar el desplazamiento poblacional; sin embargo, cuando se afectan las condiciones de vida, directa o indirectamente, el éxodo es inevitable. ¿Cómo se deben manejar las salidas para no afectar la vida de las personas o para que el impacto sea menor? A diferencia de la migración voluntaria, económica o laboral, incluso de la que se produce por causas naturales, la migración forzada por razones ambientales se origina por los efectos del cambio climático sobre la población y se produce frente al quiebre de la relación entre la ecología y el ser humano. Esto sucede porque las condiciones de habitabilidad se hacen insostenibles y se agotan las posibilidades de una adaptación positiva, pues los mecanismos de resiliencia o mitigación no son suficientes. En estos casos, la única alternativa es prepararse para la evacuación o el traslado a lugares más seguros.

El problema es dónde ir. ¿Está la población preparada para adaptarse a la nueva situación? En estas condiciones, la población se hace más vulnerable y dependerá fundamentalmente de sus propias organizaciones y fortalezas, de su capacidad de resiliencia no solo frente al cambio de lugar, sino también frente a nuevos retos, condiciones climáticas, ambientales, económicas, sociales y culturales. Se tendrá que tomar en cuenta también la unidad familiar, las redes preexistentes y las experiencias previas.