Regreso a los bosques - Ignacio Abella - E-Book

Regreso a los bosques E-Book

Ignacio Abella

0,0

Beschreibung

Poesías, leyendas, canciones y actividades para regresar a la esencia de los bosques. Desde tiempos inmemoriales, los árboles han sido venerados por diferentes culturas que los consideraban primordiales en su existencia. Formaban parte de las tradiciones, la mitología y los usos y costumbres de los pueblos. Un árbol marcaba el lugar de reunión, un punto mágico que después hicieron suyo los romanos, o el cristianismo, y junto al cual se construyeron sus templos. Regresemos a esos espacios de la mano siempre inspiradora y entrañable de Ignacio Abella, autor de La magia de los árboles. Recuperemos el vínculo con la naturaleza, hoy tan necesaria para devolver la vitalidad a la Tierra y para relacionarnos de forma saludable con nuestro entorno. Este libro está dedicado a enseñantes y aprendices: padres y maestros, niños y jóvenes, de 9 a 99 años; que deseen iniciar el camino de vuelta al medio natural.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 240

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas, hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud, y, en caso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal.

Aunque se considera que las informaciones y consejos son exactos y ciertos en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.

© del texto: Ignacio Abella Mina, 2020.

© de las ilustraciones: Francisco Javier Guarga, 2020.

© de esta edición: RBA Libros, S.A., 2020.

Av. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona

www.rbalibros.com

Primera edición: marzo de 2020.

RBA INTEGRAL

REF.: ODBO701

ISBN: 9788491182191

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

Contenido

IntroducciónPRIMERA PARTE: Temas y proyectos vitales1. Tinta verde, el bosque de la poesía2. Tradición oral, al rescate del tesoro perdido3. El arte de contar cuentos alrededor de la hoguera4. Acertijos y enigmas, el cultivo de la inteligencia5. Bosques, las raíces del agua6. Humus, Patrimonio de la Humanidad7. El árbol monumental, un patrimonio a descubrir8. Biodiversidad y supervivencia9. Eucalipto, árboles que aniquilan bosques10. La ley de la selva, ¿competencia o cooperación?11. Árboles y arbustos, conociendo a nuestros vecinos12. Y tú… ¿quién eres? La hermandad de los bosques13. Adentrarse en los bosquesSEGUNDA PARTE: Plantar y cultivar1. Haciendo bosques2. Plantar un árbol3. Adoptar una planta4. El cultivo de la diversidad5. Ginkgo, el árbol del abuelo y el nieto6. El árbol de la palabra7. La morera del patio8. La nuez y el nogal9. Nemeton, el círculo de la frondaEpílogoAgradecimientosNotasBibliografía

A MI MADRE, TERESA MINA, QUE NOS SACABA AL CAMPO SIEMPRE QUE PODÍA Y AÚN HOY SE DETIENE PARA HACERNOS CONTEMPLAR LOS HERMOSOS ÁRBOLES DE LAS AVENIDAS Y LOS JARDINES FLORIDOS.

Se aprenden muchas más cosas en los bosques que en los libros; los árboles y las rocas os enseñarán cosas que no aprenderéis en otro lugar.

Bernardo de ClaravalCartas, 106, 2 (siglo XII)

Introducción

Llamamos a los niños.Les decimos que se despierten.Decimos a los niñosque todos los animales están despiertos.Salen de las guaridas donde durmieron.El ciervo los conduce.Viene del sotobosque donde mora,guiando a sus pequeños hacia la Luz del día.Nuestros corazones están contentos.

Canto de los pawnee a la luz del día

Cansado de que hayamos dejado de acudir a las arboledas para jugar, filosofar y caminar, el bosque mismo ha decidido ir a rescatar a los cachorros humanos, que por algún oscuro maleficio pasan el día encerrados en sus madrigueras, hipnotizados por pantallas y redes adictivas. A través de estas páginas descubrirás que la vida vuelve a reclamar lo que es suyo, a colarse por todas las grietas y resquicios de nuestra civilizada urbe, invitándonos a regresar a la selva de la que un día partimos.

Bajo esta premisa inicial hemos dedicado este libro a los más jóvenes de todas las edades. Desde el principio hasta el final, casi en cada línea, hemos pensado en vosotros, los que queréis iniciaros en el mundo de la naturaleza o el bosque, solos o en compañía. En este sentido, hay proyectos que se dirigen a los niños y jóvenes a partir de los nueve años, cuando tienen autonomía y las capacidades necesarias para abordar, e incluso liderar, proyectos de cierta complejidad. Otras propuestas serán factibles si se asumen con la ayuda de padres, profesores o monitores.

Pero también, por supuesto, nos dirigimos a adultos inteligentes de cualquier edad y condición que pretenden adentrarse en el universo de Mama Natura y sus mundos infinitos o buscan alternativas a un sistema educativo demasiado alejado del mundo natural y, por tanto, de la vida real. En todo caso, nuestra labor se reducirá en estas páginas a inspirar y polinizar, a ofrecer ideas, pautas y herramientas para que la curiosidad, la sensibilidad y el conocimiento nos conviertan en aprendices, exploradores, buscadores, investigadores, creativos y activistas. Todo ello sin olvidar que, en realidad, seguiremos siendo aprendices hasta el fin de nuestros días.

En definitiva, intentaremos que cualquiera que desee adentrarse en las distintas dimensiones de la naturaleza pueda hacerlo sin excusas ni dilaciones, siguiendo una serie de indicaciones que señalan algunos de los múltiples senderos. A través de estas propuestas podrás convertirte no solo en protagonista, también en autor, hacedor de tu propio camino en una selva llena de prodigios, de conciencia y vitalidad. Podemos pasar de admirar el bosque a plantarlo; de ser lectores y espectadores a escribir y componer los propios versos, relatos, ensayos…, de seguir las rutas marcadas a encontrar nuestros propios senderos y lugares secretos.

Nos internamos así en la exploración del mundo que nos rodea desde algunas de las diferentes perspectivas y formas de entender y contemplar la naturaleza: la ciencia, el arte y la poesía, la mitología, la experiencia directa, personal e intransferible… Al margen de la edad que tenga, cualquier persona puede cultivar, investigar sobre el parque o el bosque cercano, identificar los árboles, las plantas y los animales del propio entorno, aprender los lenguajes y los íntimos secretos de cada uno de ellos y las formas peculiares que tienen de vivir y relacionarse… Puedes pensar que a tus diez o a tus ochenta años es demasiado pronto o demasiado tarde, pero todo momento es propicio para empezar. Para componer un poema, una canción, un bosque, un huerto o un jardín. Para reencontrar los antiguos y siempre nuevos caminos que te conducen tanto a la espesura del bosque como al fondo de ti mismo. En este libro encontrarás algunas pistas para que puedas comenzar aquí y ahora.

Cada cierto tiempo surgen nuevos sistemas pedagógicos que cuestionan los modelos hegemónicos; el debate es sano e imprescidible, pero, mientras vivamos y crezcamos al margen de la naturaleza, no se producirá la revolución más urgente y necesaria, la que ha de devolvernos a nuestro medio vital. El cultivo del factor humano precisa un contexto natural para asimilar de manera experiencial que somos parte inseparable de esta biosfera que nos sustenta. Es en este campo donde día a día, hora tras hora, se libra esa batalla crucial por el futuro de un planeta que todos queremos «salvar», pero al que apenas conocemos de manera directa y vivencial.

Compruebo con frecuencia que, en las charlas sobre árboles y bosques, una de las cosas que más atrae la atención de los niños es el carácter y la vida de las personas que traemos como referentes, ya sea por su experiencia o por su dedicación al estudio o la defensa de la naturaleza. Creo que, en realidad, sucede lo mismo con los adultos. Por eso es tan importante emprender una revisión crítica de nuestras figuras de referencia, para destacar la ejemplaridad de los trabajos cotidianos y humildes, de la constancia y la creatividad, del compromiso y la defensa de nuestro paisaje local y global. Se impone reiniciar en este aspecto una nueva mentalidad con modelos verdaderamente ejemplares, sobre todo, claro está, cuando hablamos de educación. Si lo pensamos por un momento, nos daremos cuenta de que los «héroes» más famosos de nuestra civilización destacan muchas veces por su carácter competitivo y ególatra. Sucede también que el reconocimiento social lo obtienen sobre todo los hombres, y la Historia continúa honrando a santos, reyes, guerreros y conquistadores que han alcanzado la gloria con dudosas artes, en ocasiones haciendo gala de una extraordinaria prepotencia, crueldad o falta de escrúpulos.

Los modelos que aquí proponemos no son los más reconocidos y laureados, pero van dejando tras de sí una huella indeleble e inolvidable. En África la activista Wangari Maathai lideró el llamado Movimiento Cinturón Verde, por el que las mujeres se hacían responsables de la reforestación de sus paisajes. En pocos años, millones de árboles vistieron las tierras cada vez más desnudas y desérticas, aportando vida y prosperidad.

Inspirado en esta idea, Felix Finkbeiner, un niño alemán de nueve años, inició en 2007 el movimiento escolar Plant-for-the-Planet, que pretende plantar árboles por todo el mundo para frenar el cambio climático y hacer de este planeta un lugar más saludable y sostenible. El primer árbol fue plantado en la misma escuela de Felix y en solo tres años ya se habían plantado un millón de árboles en Alemania. Bajo el lema «Habla menos y planta más», la organización, dirigida por niños de casi cien países, recaba ayudas de instituciones y grupos ambientalistas para conseguir las plantas y ayudas necesarias y trabaja también en la formación de los propios niños para estos fines.1 Todo un ejemplo de la capacidad de acción y liderazgo de los más jóvenes para iniciar otras formas de gestión responsables y remover las cómodas posturas de los mayores.

A los quince años, la niña sueca Greta Thunbergh inició un movimiento contra el cambio climático que tiene una gran repercusión entre niños, jóvenes y adultos de muchos países. En agosto de 2018 comenzó en solitario una «huelga escolar por el clima», que con el tiempo ha sido secundada por miles de personas que reclaman políticas que antepongan los intereses ecológicos y humanos a los puramente económicos.

En Norteamérica, Julia Butterfly comenzó, casi sin proponérselo, todo un movimiento de defensa del árbol y el bosque. Tenía siete años cuando una mariposa se le posó en la mano mientras iba con su familia de excursión, y allí se quedó durante toda la caminata. Desde entonces la apodaron «Butterfly» (‘Mariposa’) y con este nombre se la conoce en todo el mundo.

A los veintidós años, después de un grave accidente de coche que la obligó a una larga recuperación, emprendió una búsqueda que la llevaría a un compromiso con la Tierra y a la defensa de los bosques. Una gran compañía maderera estaba provocando un desastre ecológico al cortar los bosques milenarios de secuoyas. Laderas enteras de las montañas se derrumbaban al quedar desnudas de las raíces que las sostenían, causando enormes inundaciones y avalanchas de lodo.

El 10 de diciembre de 1997, con veintitrés años, Julia decidió subirse a Luna, una enorme secuoya de 55 metros de altura, para impedir la tala inminente de este árbol y todo el bosque circundante. Su idea era relevar a otros activistas que habían montado una cabaña en la copa y permanecer allí unas semanas hasta que vinieran a sustituirla. Pero el relevo no se produjo y, con el apoyo de otros activistas, Julia continuó viviendo y resistiendo el acoso continuo de los maderistas:

Aparecieron helicópteros que me echaban chorros de agua. Quemaron los bosques durante seis días, el humo destrozó mis ojos y mi garganta, y me llené de ampollas. Luego montaron guardias día y noche para que no me pudieran suministrar comida. Acabé amargada, chillando, dando golpes, al borde de la locura. […] Para consolarme pensaba en las familias de Stanford que a causa de la tala del bosque sufrieron las inundaciones y se quedaron sin casa…

Julia resistió también los embates de vientos huracanados, terribles a esa altura, y las pavorosas tormentas, pero al mismo tiempo relata los momentos de profunda paz y el diálogo continuado con la secuoya que le daba asilo. Tras más de dos años de lucha y gracias al apoyo de grupos ecologistas, medios de comunicación y personalidades del arte y la cultura, Julia Butterfly arrancó a la todopoderosa compañía maderera un compromiso de que respetaría a Luna y el bosque a su alrededor. El 18 de diciembre de 1999 volvió a pisar tierra y desde entonces ha continuado su defensa de la naturaleza y los árboles, creando el Círculo de la Vida y plasmando la crónica de esta experiencia en un libro maravilloso titulado El legado de Luna.2

Julia Butterfly plantea en sus conferencias una pregunta retórica a quien quiera escucharla: «¿Cuál es tu árbol?». Podríamos traducir su significado como: «¿Y tú qué defiendes?». Quizás al final lo que mejor define a un ser humano es esta elección.3

A lo largo de este libro encontrarás otros héroes más o menos famosos e historias que pueden servir de ejemplo e inspiración. Todos ellos son simples muestras que tan solo tratan de ayudar a que cada cual encuentre su propio árbol, su pasión, su historia y su forma de vida conectada a la naturaleza que nos sustenta.

No obstante, desde el principio el autor reconoce ya la gran contradicción que supone escribir un libro sobre árboles después de haber afirmado en la cita inicial que los árboles enseñan más que los libros. La contradicción se vuelve casi insoportable si tomamos además conciencia de los árboles que se han derribado para publicarlo. Me gustaría creer que los lectores comprenderán y disculparán, leyendo estas páginas, la paradoja, mientras que la aportación al conocimiento y aprecio por los árboles y el bosque justificará de algún modo esta incoherencia.

La distancia entre naturaleza y cultura parece aumentar día a día. El desarrollo material y tecnológico son las únicas metas, el fin y el medio de una civilización que ha perdido sus raíces y camina hacia un futuro incierto e insostenible. En este contexto nos ha parecido necesario y urgente plantear estas propuestas de un retorno a la cordura, al amor hacia las plantas, los árboles y los bosques que nos sustentan y, en definitiva, a la propia felicidad mediante el respeto y el acuerdo con el entorno en el que vivimos.

En un mundo sobresaturado de historias, los seres humanos tenemos dificultades para ser dueños de la propia historia. Niños y adultos estamos expuestos a un medio delirante y hostil que hemos llegado a considerar normal: películas y videojuegos con contenidos de extrema violencia, actitudes y procesos competitivos que apenas dejan espacio a otras alternativas, un constante bombardeo de la publicidad que nos incita a consumir, una desconexión patológica con la tierra y el mundo natural, un entorno demasiado agresivo y contaminado… Nuestro universo tecnológico es una realidad paralela que ocupa un territorio cada vez más amplio de nuestro espacio vital; apenas nos queda un tiempo y lugar para vivir. Frente a este uso obsesivo de las pantallas y las redes sociales, la propuesta de regreso a la red de la vida resulta imprescindible para las personas más jóvenes y vulnerables, pero también para todas aquellas que pasan demasiadas horas conectadas a estas tecnologías adictivas. En este sentido, proponemos espacios de desconexión de teléfonos, ordenadores, televisiones y todo tipo de dispositivos electrónicos para poder conectar de nuevo con la familia, los amigos y vecinos… y, por supuesto, con el magma vital de nuestra biosfera, con los seres vivos que nos rodean y pueden aportarnos una gran dosis de realismo frente a los mundos cada vez más vacíos y virtuales en los que tendemos a sumergirnos.

Ciertamente hacemos propuestas que muchas veces terminan estrellándose con las realidades de cada momento y lugar. En ocasiones es preciso esperar a que el momento sea propicio para plantear un determinado proyecto: un grupo de maestros o profesores afines, una directiva, un AMPA o un gobierno del ayuntamiento proclives a estos cambios ayudarán sin duda a realizarlos. Pero en todo caso planteamos una serie de alternativas para poder llevar a cabo una serie de actuaciones mínimas, aunque sea en solitario, cuando es preciso trabajar en las situaciones más adversas. Creemos que los activismos que aquí planteamos como sistema de aprendizaje y de vida pueden resultar sugerentes y contagiosos en muchos sentidos, y por ello animamos al niño y al joven, al padre y la madre y al profesional de la educación, maestro o profesor, a iniciar el proceso de «vuelta al bosque» incluso en las condiciones más difíciles de falta de medios, apoyos o interés de los compañeros. Situaciones estas que por desgracia son muy comunes.

Sin embargo, no está de más recordar que a veces se produce el milagro y se presentan las condiciones idóneas para que surja una iniciativa realmente duradera y transformadora. La utopía realizada de Reggio Emilia propició un acuerdo entre los políticos, educadores y familias para crear un espacio educativo que, partiendo del arte, ha sabido generar todo un movimiento de gran alcance, capaz de facilitar el desarrollo de sensibilidades y aprendizajes creativos. Una de las claves más importantes fue la capacidad de los pioneros de dialogar e integrar a todas las partes. Por otro lado, no es casual que aquí hayamos comenzado por la poesía como elemento transformador de la conciencia, del mismo modo que podríamos haber incluido otros temas vitales, otras diferentes disciplinas artísticas que pueden servir para abordar el acercamiento a la naturaleza. De cualquier forma, tan solo un cambio profundo de mentalidad facilitará la transformación que precisa el ser humano para abandonar su rol de conquistador y consumidor inconsciente y compulsivo y para recobrar un poco de paz y el tiempo necesario para encontrar su propio lugar.

Desde estas páginas te proponemos que, de forma individual o colectiva, ya seas alumno o profesor, inicies este camino sin final que aquí bosquejamos. Prepárate a partir. Una vez que cruces el lindero jamás podrás retornar, entenderás que al fin has vuelto a tu hogar. Te harás jardinero y custodio, guardián y aliado.

Tras los primeros pasos en el mundo verde y sobre la hojarasca, comenzamos a sentir inevitablemente la necesidad espontánea y natural de conversar con ese entorno, de defenderlo y conservarlo, de emprender su restauración tanto en lo externo como en nuestro propio interior, en todo lo que representa la cultura del árbol y el bosque.

Primera parte Temas y proyectos vitales

Pueblo mío, en la ciudad oigo estas voces. Me llegan no solo por la lluvia o los pequeños crujidos de la capa de cemento. Se expresan también en las grietas de los pilares de cemento que tienen la forma de los árboles en invierno, y por los arcoíris en los charcos de aceite de la calle.

Jefe Gayle High Pine

A partir de aquí presentamos una serie de temas y proyectos o talleres diversos. A la investigación y el aprendizaje que conllevan estas propuestas, sumamos la vivencia, la acción directa y el compromiso. En una línea de trabajo y estudio en la que los aspectos más lúdicos y didácticos pueden integrarse con las actividades que nos permiten llevar a cabo una gestión e incluso una política de transformación del entorno, conservación del patrimonio y defensa de la naturaleza. Muchos de estos proyectos vitales pueden realizarse en solitario o con un grupo de compañeros; otros implican la coordinación y colaboración de diferentes entidades: de la escuela, instituto o universidad, asociaciones, instituciones… y, en este caso, tendremos el valor añadido de la cooperación necesaria.

1Tinta verde, el bosque de la poesía

La tinta verde crea jardines, selvas, prados, follajes donde cantan las letras, palabras que son árboles, frases que son verdes constelaciones.

Octavio Paz (México, 1914-1998)

Fionn y el salmón del conocimiento

La leyenda irlandesa de Fionn comienza con el nacimiento del niño Demné, cuyo padre había muerto en una batalla. La madre, temiendo que los enemigos de su marido tomaran represalias contra su pequeño hijo, lo ocultó en el bosque de Sliabh Bloom, bajo la protección de dos druidesas que se encargarían de criarlo y educarlo en secreto. Y para que nadie pudiera reconocerlo, lo llamaron Fionn. El pequeño se convirtió enseguida en un hábil cazador, apuesto e inteligente. Incluso se cuenta que fue capaz de ganar siete partidas seguidas de ajedrez al mismísimo rey de Carbridge. Pero cuando este descubrió su identidad, le aconsejó que continuara escondido, pues ni él mismo podía protegerlo. El pequeño fugitivo estaba condenado por su desgraciado origen a un exilio perpetuo y, cuando cumplió los siete años, su madre decidió completar su educación llevándolo a aprender poesía a la casa del druida Finnéces, que vivía a orillas del río Boyne.

«Felices tiempos en que los jefes y los reyes del mundo pensaban todavía en aprender poesía», comentó el erudito Jean Markale al estudiar este pasaje de la epopeya.

Pues bien, el viejo Finnéces llevaba viviendo siete años junto a una poza de este río. Tanto al amanecer como al atardecer acechaba a un extraordinario salmón que vivía en aquellas aguas profundas y cristalinas. Según una antigua profecía, el primero que comiera su carne obtendría el conocimiento de todo lo que se puede saber y la inspiración poética. Se decía que estos salmones prodigiosos se alimentaban de los frutos de los nueve avellanos de la sabiduría y adquirían así sus maravillosas virtudes. Y ocurrió que, justo el día en que el pequeño Demné llegó a la casa de Finnéces, el anciano druida pescó por fin el salmón y, mientras iba a buscar un poco de leña, dejó a su aprendiz dando vueltas al pescado en el asador para que se cocinara a fuego lento. Antes de marchar le advirtió con severidad que no se le ocurriera probar ni siquiera una pizca del pescado. Pero el muchacho, en un momento de descuido, se quemó el pulgar e instintivamente se llevó el dedo a la boca para aliviar el dolor. En ese mismo instante adquirió los dones de la poesía y la sabiduría, y cuando Finnéces regresó con su atado de leña a la espalda, vio que los ojos de su pupilo resplandecían de pura inteligencia y le preguntó muy enfadado:

—¿Acaso te has atrevido a probarlo?

—No —contestó el muchacho azorado—, pero me quemé el pulgar y me lo he chupado sin querer.

—Ahora comprendo —repuso el druida—, sin duda este salmón te estaba destinado.

El pequeño comió entonces, por orden de su maestro, el resto del pescado y así fue como adquirió el conocimiento, aprendió el arte de la poesía y, con el tiempo, llegó a convertirse en una leyenda que traspasaría las fronteras de Irlanda. Pero esa es ya otra historia que dejaremos para cualquier ocasión en la que nos decidamos a relatar las leyendas de Fionn y sus Fianna, los legendarios guerreros nómadas que recorrían la verde isla defendiéndola con pasión y valentía de toda opresión e injusticia. Por el momento, nos contentaremos con transcribir algunos versos del poema que compuso Fionn, poco antes de abandonar la escuela de Finnéces, para mostrar el alcance de su arte poético:

Primero de mayo, es espléndido el color de los campos.El mirlo canta su estrofa completa, al filo del alba.Clama el cuco dando la bienvenida al verano.La amargura del mal tiempo pertenece ya al pasado.Las flores cubren el mundoy las abejas recogen su cosecha dorada.El arpa del bosque tañe su música…

Decía el poeta Robert Graves que esta metáfora del arpa del bosque equivale a la imagen clásica de la Musa cuchicheando al oído del poeta. Se trata de la inspiración por el sonido del viento en la copa de los árboles del soto, pues ante todo las Musas son espíritus o deidades de los árboles y el bosque. De esta manera, Fionn nos revela la fuente de su conocimiento, en una tradición en la que la naturaleza era al mismo tiempo el templo y la diosa, el aula y la maestra. La poesía era el lenguaje de la sabiduría, que nos permite conocer y sentir más allá de la razón. De ahí también el relato de la inspiración que obtuvo el dios Odín junto al árbol Yggdrasil, según cuentan los viejos libros de las Eddas:

Empecé así a germinar y a ser sabio y a crecer y a sentirme bien; una palabra dio otra, la palabra me llevaba, un acto llevó a otro, el acto me llevaba…

En el mismo sentido, Ryonen Gensô, la famosa poetisa japonesa, escribió poco antes de morir en 1711 lo que parece ser su testamento poético:

Sesenta y seis veceshan contemplado estos ojosla belleza del otoño…La luz de la luna brilla sobre mi rostro.No preguntes más.Tan solo escucha con atenciónel rumor del viento que sopla en los pinos.

El árbol y el bosque han inspirado algunas de las páginas más relevantes de la literatura universal. En estas páginas hemos querido hacer un homenaje a algunos de los árboles y los poetas que mejor han sabido cantarlos; sin ir más lejos, los versos de Octavio Paz están poblados por bosques y jardines, e incluso los humanos, por el sortilegio de la poesía, podemos convertirnos en árboles: «Árbol de sangre, el hombre siente, piensa, florece / y da frutos insólitos: palabras…», dirá en uno de sus más hermosos poemas.

Todo el mundo puede ser poeta, nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde, tengamos nueve o noventa y nueve años. De hecho, todos llevamos un poeta dentro que, en el momento menos pensado, germina. Y quizás un buen día la poesía se convierta incluso en un motor de nuestra existencia. Cuando empezamos a escribir nuestros primeros versos, comprendemos que entramos en un espacio libre, sin pruebas ni exámenes, sin otras condiciones que las que queramos aceptar. Cuando preguntaron a Nicanor Parra en una entrevista cuál era la diferencia entre la prosa y la poesía, contestó lo siguiente: «Ninguna, el prosista escribe de lado y el poeta hacia abajo».

Es por ello quizá por lo que hemos decidido comenzar por la poesía como primer territorio para abordar este acercamiento a los bosques. La poesía se estudia en los libros de literatura, pero ante todo se compone y se lee, se declama y cultiva, y, como se irá viendo, en todas las culturas el bosque y el árbol son los grandes inspiradores, la residencia de divinidades y Musas cuya compañía el poeta busca por encima de cualquier otra. Seguramente nos falta comprender la importancia de la ética y la estética como contrapunto a los excesos de la ambición humana, de los afanes de consumo, conquista y supremacía. La literatura y los árboles pueden transformar el mundo de manera discreta, profunda y duradera.

El reino perdido

En el país de los árboles,el Roble es la leyenda,que danza y trenzala madreselva.En el país de los árboles,el Roble era un reymagnánimo y sabio.En el país de los árbolescuenta la yedraa quien escucha:Por un sortilegioel idioma del bosquecayó en el olvidoy del rey caídoel hombre hizo leña.

Nuestra propuesta es que busques tu inspiración poética en el bosque o en un lugar apartado, que entres en silencio, que silencies el móvil y todo aquello que pueda distraerte y perturbar la paz del lugar. Deja que los árboles te empapen con su luz y sus sombras…, a partir de ahí es cosa tuya encontrar el modo en que las palabras empiecen a brotar dentro de ti. Si nunca lo has hecho antes, hoy es el momento propicio para empezar a poemar. El siguiente paso puede ser compartir, leer en público tus propios versos o los de otros poetas. Descubrirás el goce supremo de los rapsodas y también la gran dificultad de recitar bien un poema. Es preciso contagiarse, entrar en el ritmo y el sentimiento y expresarlo con la fluidez y el tempo adecuados.

Como muestra hemos recogido aquí para tu disfrute un cesto de los preciosos frutos de algunos de los poetas más frondosos de nuestros bosques:

El álamo de Karlsplatz

Un álamo se yergue en Karlsplatzen medio de las ruinas de Berlín.La gente que pasa por la plazacontempla su verde follaje.

En el invierno del cuarenta y seishacía frío y la leña escaseaba.Muchos árboles fueron talados,este fue su último año de vida.

Pero el álamo de Karlsplatzsigue mostrando su verde follaje.Gracias a los vecinos de la plazaque supieron conservarlo.

Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956)

Puede ser sin título (fragmento)

Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,a la orilla del río,en una mañana soleada.Es un suceso banalque no pasará a la historia.No son batallas ni pactoscuyas causas se investigan,ni ningún tiranicidio digno de ser recordado.

Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.Y puesto que estoy aquí,tengo que haber venido de algún ladoy anteshaber estado en muchos otros sitios,exactamente igual que los descubridoresantes de subir a cubierta.

El instante más fugaz también tiene su pasado,su viernes antes del sábado,su mayo antes de junio.Y son tan reales sus horizontescomo los de los prismáticos de los estrategas.

El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces.El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.No fue ayer cuando el senderose formó entre los arbustos.El viento, para disipar las nubes,antes tuvo que traerlas. […] Por alguna causa yo estoy aquí y miro.