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Santa Teresa de Jesús nació en una familia de judíos conversos, y desde pequeña fue instruida en la vida de los santos. Estas lecturas y los libros de caballería la indujeron a fugarse del hogar paterno con su hermano. Pretendían recorrer el mundo convirtiendo paganos. Teresa fue internada durante un tiempo en el convento de las agustinas de Santa María de Gracia, pero tuvo que regresar a su casa de Ávila por su precaria salud. A los diecinueve años huyó otra vez para ingresar en el convento de Encarnación, donde se convirtió a la Orden de las carmelitas descalzas. Desde entonces se dedicó a la reforma de la orden, apoyada por san Juan de la Cruz. Esta obra de Lope de Vega relata los conflictos familiares de Santa Teresa de Jesús, enfrentada a las exigencias de su padre de que contrajera matrimonio, y su pretensión de ser monja.
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Félix Lope de Vega
Santa Teresa de Jesús
Barcelona 2020
linkgua-digital.com
Título original: Santa Teresa de Jesús.
© 2020, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallardi
ISBN rústica: 978-84-96428-91-1.
ISBN ebook: 978-84-9897-746-2.
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Sumario
Créditos 4
Presentación 7
La vida 7
La monja rebelde 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 57
Jornada tercera 101
Libros a la carta 141
Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.
Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).
Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid. Allí tuvo una relación amorosa con una actriz, Micaela Luján (Camila Lucinda) con la que tuvo mucha descendencia, hecho que no impidió su segundo matrimonio, con Juana Guardo, del que nacieron dos hijos.
Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. En 1605 entró al servicio del duque de Sessa como secretario, aunque también actuó como intermediario amoroso de éste. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.
Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada nació en una familia de judíos conversos, y desde pequeña fue instruida en la vida de los santos. Estas lecturas y los libros de caballería la indujeron a fugarse del hogar paterno con su hermano. Pretendían recorrer el mundo convirtiendo paganos.
Teresa fue internada en el convento de las agustinas de Santa María de Gracia, pero tuvo que regresar a su casa de Ávila por su mala salud. A los diecinueve años huyó otra vez para entrar en el convento de Encarnación, donde se convirtió a la Orden de las carmelitas descalzas. Desde entonces se dedicó a la reforma de la orden, apoyada por san Juan de la Cruz. Esta obra de Lope de Vega relata los conflictos familiares de Teresa de Jesús, enfrentada a las exigencias de su padre de que se casase, y su pretensión de ser monja.
Astarot, demonio
Don Diego
Don Juan del Valle
Don Juan, hermano de Santa Teresa
Don Ramiro
Doña Juana
El Amor Divino
Floro, criado de don Ramiro
La Justicia
Lebrija, escudero
Leonido, criado de don Diego
Luzbel, demonio
Petrona
San Miguel
Santa Teresa de Jesús
Don Alonso De Cepeda, su padre
Un fraile
Un sacristán
Una abadesa
Salen don Diego, don Ramiro, Leonido y Floro, criados.
Don Diego Grandes fiestas se previenen.
Don Ramiro Pienso que serán de ver;
muchos forasteros vienen.
Don Diego Fiestas de corte han de ser.
Don Ramiro Tal nombre en Ávila tienen.
Don Diego Mira, que nos esmeremos;
costosas galas saquemos,
emparejando este día,
en el talle y bizarría,
con el nombre que tenemos.
Don Ramiro ¡Buenos caballos tendréis!
Don Diego En la plaza los veréis;
el que por extremo alabo
es un rucio.
Don Ramiro ¿Es bueno?
Don Diego Es cabo.
Cuanto imaginar podéis
de buen talle, paso y brío.
Don Ramiro Del castaño oscuro fío,
porque en su veloz carrera
honra el Betis, y ribera
de su gran soto sombrío.
Leonido Hoy, señor, echa y derrueca
el jaez de rosa seca
y el bayo de frente blanca
que te dio en Salamanca
don Alonso de Fonseca.
Don Diego ¡Es un bravo caballero!
Don Ramiro ¿Es Fonseca? Sí será.
Don Diego Con vuestra licencia, quiero
ver el bayo.
Don Ramiro Bueno está:
id con Dios.
Don Diego En casa espero.
(Vanse don Diego y Leonido.)
Don Ramiro Tenme a punto el alazán
con la encarnada mochila,
el rucio de don Tristán,
y bayo de don Favila,
y castaño de don Juan;
al tordillo jaspeado
pondrás el jaez dorado.
Floro ¿El amarillo?
Don Ramiro El primero;
que hasta en el caballo, quiero
mostrarme desesperado.
Floro ¿En el tordillo la entrada,
y con jaez amarillo?
Don Ramiro El alma desesperada,
quiero que diga el tordillo
mi pretensión malograda.
Y no es de maravillar
que un tordillo sepa hablar,
teniendo tan gran talento,
por ser tal mi pensamiento
que no le deja callar.
(Salen Teresa y Lebrija, viejo.)
Floro Doña Teresa de Ahumada
es ésta.
Don Ramiro ¡Cómo!
Floro ¿Estás ciego?
Don Ramiro Floro, el alma descuidada
cegó, mirando su fuego,
con la primer llamarada.
Teresa ¿Es tarde?
Lebrija Serán las tres.
Don Ramiro Floro, buena ocasión es:
toma este papel apriesa,
dásele a doña Teresa;
no esperes más.
Floro Vete, pues.
Don Ramiro Dirásle que se le envía
mi hermana.
Floro Déjame ahora.
(Vase don Ramiro, salen don Diego y Leonido.)
Don Diego Buena invención, como mía!
Floro El papel de mi señora...
Teresa ¿De quién?
Floro De doña María.
Leonido Cuando ya llegue a la plaza
se le daré.
Don Diego ¡Buena traza!
Leonido Muestra el papel.
Don Diego Tómale.
Teresa En la plaza le veré.
(Vase Leonido y dale Floro el papel.)
Don Diego ¡Qué desdicha me amenaza!
¡Mirad de quién me confío!
Guardóle, no hay que esperar:
¡ay, papel! ¡Ay, hado mío!
A Leonido iré a buscar
para que no le dé el mío.
(Vase don Diego; salen Leonido y don Ramiro.)
Don Ramiro Si dio el papel... ¡Ay amor!
Leonido No tendré ocasión mejor:
mi señora doña Juana,
que es vuestra prima, y hermana
de don Diego, mi señor,
os envía este papel;
y advertid...
Teresa ¿Qué he de advertir?
Leonido Que respondáis hoy a él.
Teresa Ansí le podéis decir...
Don Ramiro Qué, ¿le recibes, cruel?
Leonido Leedle.
Teresa No hay tiempo, aquí.
(Vase Leonido.)
Don Ramiro ¿Guardóle en la manga? Sí.
¿Quién vio jamás tal querella?
¡Que tome el veneno ella
y haga operación en mí!
(Sale don Diego.)
Don Diego Romperé en esta ocasión
las aldabas del recato.
Don Ramiro Donde hay celos, no hay razón.
Don Diego Publicaré su mal trato.
Don Ramiro Pregonaré mi pasión.
Don Diego Ya se acabó la paciencia.
Don Ramiro Ya me falta resistencia.
Don Diego Ya he visto el rostro a la muerte.
Don Ramiro No he visto, cosa más fuerte.
Teresa Ni yo más impertinencia.
Don Ramiro, ¿qué intentáis?
Don Diego, ¿qué me queréis?
¡Cómo! ¿En qué locura dais?
Qué, ¿el respeto, me perdéis
y descompuestos me habláis?
Don Ramiro ¿Quién tal novedad pensara?
Don Diego ¿Quién, señora, imaginara
que ese pecho me ofendiera?
Teresa Y, ¿quién de los dos creyera
que el juicio les faltara?
Don Ramiro ¿También se queja don Diego?
Don Diego ¿Quejoso está don Ramiro?
¡Yo estoy loco!
Don Ramiro ¡Yo estoy ciego!
Don Diego ¡Con justa causa me admiro!
Don Ramiro De nuevo pierdo el sosiego:
bien pronto, la vuelta disteis.
Don Diego Decidme, a fe, ¿a qué vinisteis?
Don Ramiro ¡Qué linda pregunta es ésta!
¿Venís a pedir respuesta
del papel que me encubristeis?
Don Diego ¿Yo? ¿Qué papel?
Don Ramiro ¡Bien, por Dios!
Ya el vuestro está recibido,
y sé que sois dueño vos
del premio que he pretendido.
Teresa ¿Qué esto que escucho a los dos?
Don Diego ¿Qué me decís?
Don Ramiro Que lo vi.
Don Diego ¿Qué visteis?
Don Ramiro ¡Pesar de mí!
¿No me basta ya mi afrenta,
sino querer que os dé cuenta
dónde y cómo la sufrí?
Don Diego Sois mancha de mi opinión,
y contra mí estáis ahitado.
Don Ramiro Ya esto pasa de ocasión.
Don Diego Pues espada tengo al lado.
Don Ramiro Yo tengo espada y razón.
(Sale don Alonso, padre de Teresa.)
Don Alonso Pues don Ramiro, don Diego,
no me perdáis el respeto.
Don Ramiro ¡Duro trance!
Don Diego ¡Bravo aprieto!
Don Alonso Por mí se aplaque este fuego:
Lebrija, escuchad.
Lebrija Señor.
Don Alonso ¿Por qué fue la enemistad?
¿De qué nació este furor?
Lebrija Temo contar la verdad.
Don Alonso En peligro está mi honor.
Lebrija Yo pienso que se encontraron,
porque los dos enviaron
cada uno su papel
a mi señora.
Don Alonso ¡Oh, cruel,
que en ti mi sangre afrentaron!
Lebrija Vio don Ramiro el recado
de don Diego, y vio don Diego
de don Ramiro el criado,
y encendió la envidia el fuego
del humo que te ha inflamado.
Y al fin...
Don Alonso No me digas más.
Lebrija Saber el caso podrás,
de dos papeles que esconde
en su propia manga.
Don Alonso ¿Adónde?
Lebrija Sin duda los hallarás.
Don Alonso Quiero averiguar el caso.
Don Diego Desengañarme pretendo.
Don Ramiro En vivos celos me abraso.
Don Alonso Deja la manga.
Teresa Ya entiendo.
Don Alonso Muestra el papel, y habla paso.
Don Ramiro En su mano está el papel.
Don Diego Ya salió el testigo fiel
que me absuelve y me condena.
Don Alonso Ya en el potro de mi pena
comienza el trato, cruel;
la manga, a quien he pedido
el mal que se me ordenaba,
almendra preñada ha sido,
pues solo un papel buscaba,
y tres en uno han salido.
Ya mi daño, deseo ver.
Papel, ya temo leer;
mas quiérome abalanzar;
que la purga y el pesar
de una vez se han de beber.
Papel: «Con vuestro padre hablé,
y por esposa os pedí;
pienso que buen fin tendré
si vos aceptáis de mí
los principios de mi fe.
Don Ramiro.»
Don Alonso Yo ando bueno,
de, mí propio me enajeno;
testigo el papel me diera,
si el casamiento no fuera
triaca de su veneno.
Don Ramiro Todo, en fin, tengo de ver.
Don Alonso Veré lo que dice el otro,
que hasta acabar de leer
está mi honor en el potro,
y quédame qué temer.
Papel: «La toca, prima querida,
como tuya, al fin, lucida,
bordada a trechos de oro,