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Sin lugar a dudas una de las principales perspectivas teóricas que se relacionan con el tema de la educación es la que proporciona la sociología, entendida ésta como el estudio con pretensiones científicas acerca de lo social. Si bien se entiende que el proceso educacional (esto es, a través de los procesos de enseñanza-aprendizaje), es un proceso que sucede en la mayoría de las ocasiones al interior de un aula, y en particular en la dinámica de transmisión del conocimiento entre un facilitador y un estudiante; no por ello podemos aislar absolutamente el impacto que tiene dicho proceso en la conformación de la esfera social. Es tarea del educador hoy en día, concientizar al estudiante de la función social que tiene la educación en tanto que transmisión y fomento de conocimiento y valores humanos. Es aún más relevante para aquel cuyo proyecto profesional está enfocado a convertirse en formador y facilitador de las nuevas generaciones de estudiantes bachilleres. La intención del presente curso sobre la Sociología de la educación y de este manual que funciona como guía de estudio es precisamente que el estudiante comprenda de manera general la interrelación que existe entre los procesos educacionales y la sociedad; asimismo en particular la relación existente entre la educación y las diversas instituciones sociales como son la familia, el Estado, la economía, la religión y la cultura.
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Seitenzahl: 200
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Primera edición, 2023
D. R. © Dr. Juan Carlos López Barajas, Dr. José Luis Cabrera González, Dr. Víctor Eduardo Hernández Benavidez y Mtra.Jessica Lizet Bautista Hernández
ISBN 978-607-8920-13-6
Editorial Página Seis, S.A. de C.V.
Teotihuacan 345, Ciudad del Sol,
C. P. 45050, Zapopan, Jalisco
Tels. 33 3657 3786 y 33 3657 5045
www.pagina6.com.mx • [email protected]
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ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico,
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Se editó para publicación digital en junio de 2023.
Hecho en México
Made in Mexico
Presentación
Sin lugar a duda una de las principales perspectivas teóricas que se relacionan con el tema de la educación es la que proporciona la «sociología», entendida ésta como el estudio con pretensiones científicas acerca de lo social.
Si bien se entiende que el proceso educacional, (esto es a través de los procesos de enseñanza-aprendizaje), es un proceso que sucede en la mayoría de las ocasiones al interior de un aula, y en particular en la dinámica de transmisión del conocimiento entre un facilitador y un estudiante; no por ello podemos aislar absolutamente el impacto que tiene dicho proceso en la conformación de la esfera social.
Es tarea del educador hoy en día, concientizar al estudiante de la función social que tiene la educación en tanto que transmisión y fomento de conocimiento y valores humanos. Es aún más relevante para aquel cuyo proyecto profesional está enfocado a convertirse en formador y facilitador de las nuevas generaciones de estudiantes bachilleres.
La intención del presente curso sobre la «Sociología de la educación» y de este manual que funciona como guía de estudio para el mismo, es precisamente que el estudiante comprenda de manera general la interrelación que existe entre los procesos educacionales y la sociedad; asimismo, en particular, la relación existente entre la educación y las diversas instituciones sociales como son la familia, el Estado, la economía, la religión y la cultura.
«La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?»
Mahatma Gandhi
1. La perspectiva sociológica de la educación
1.1. ¿Qué es la sociología? - La sociología como ciencia de lo social
El desarrollo de un punto de vista sociológico1
Aprender a pensar sociológicamente —en otras palabras, usar un enfoque más amplio— significa cultivar la imaginación. Estudiar sociología no puede ser un proceso rutinario de adquisición de conocimiento. Un sociólogo es alguien capaz de liberarse de la inmediatez de las circunstancias personales para poner las cosas en un contexto más amplio. El trabajo sociológico depende de lo que el autor americano Wright Mills, en una célebre expresión, denominó la imaginación sociológica (Mills, 1970). La imaginación sociológica nos pide, sobre todo, que seamos capaces de pensar distanciándonos de las rutinas familiares de nuestras vidas cotidianas para poder verlas como si fueran algo nuevo.
Consideremos el simple acto de beber una taza de café. ¿Qué podríamos decir, desde un punto de vista sociológico, de este hecho de comportamiento, que parece tener tan poco interés? Muchísimas cosas. En primer lugar, podríamos señalar que el café no es solo una bebida, ya que tiene un valor simbólico como parte de unos rituales sociales cotidianos. Con frecuencia, el ritual al que va unido el beber café es mucho más importante que el acto en sí. Dos personas que quedan para tomarse un café probablemente tienen más interés en encontrarse y charlar que en lo que van a beber.
Aquí algunas dimensiones para entender desde un punto de vista sociológico el acto de beber café:
1. Valor simbólico: para muchos occidentales la taza de café por la mañana es un rito personal que se repite con otras personas a lo largo del día.
2. Utilización como droga: Muchos beben café para darse un «empujón adicional». Algunas culturas prohíben su uso.
3. Relaciones sociales y económicas: el cultivo, empaquetado, distribución y comercialización del café son actividades de carácter global que afectan a diversas culturas, grupos sociales y organizaciones dentro de esas mismas culturas, así como a miles de individuos. Gran parte del café que se consume en Europa y los Estados Unidos se importa de Sudamérica.
4. Desarrollo social y económico anterior: Las «relaciones en torno al café» actuales no siempre existieron. Se desarrollaron gradualmente y podrían desaparecer en el futuro. En todas las sociedades hay oportunidades para la interacción social y la ejecución de rituales, y estos constituyen un interesantísimo objeto de estudio sociológico.
En segundo lugar, el café es una droga que contiene cafeína, la cual tiene un efecto estimulante en el cerebro. La mayoría de las personas en la cultura occidental no considera que los adictos al café consuman droga.
Como el alcohol, el café es una droga aceptada socialmente, mientras que la marihuana, por ejemplo, no lo es. Sin embargo, hay culturas que toleran el consumo de marihuana, e incluso el de cocaína, pero fruncen el ceño ante el café y el alcohol. A los sociólogos les interesa saber por qué existen estos contrastes.
En tercer lugar, un individuo, al beber una taza de café, forma parte de una serie extremadamente complicada de relaciones sociales y económicas que se extienden por todo el mundo. Los procesos de producción, transporte y distribución de esta sustancia requieren transacciones continuadas entre personas que se encuentran a miles de kilómetros de quien lo consume.
Finalmente, el acto de beber una taza de café supone que anteriormente se ha producido un proceso de desarrollo social y económico. Junto con otros muchos componentes de la dieta occidental ahora habituales —como el té, los plátanos, las patatas y el azúcar blanco— el consumo de café comenzó a extenderse a finales del siglo XIX y, aunque se originó en Oriente Medio, la demanda masiva de este producto data del período de la expansión colonial occidental de hace un siglo y medio.
En la actualidad, casi todo el café que se bebe en los países occidentales proviene de áreas (Sudamérica y África) que fueron colonizadas por los europeos, así que de ninguna manera es un componente «natural» de la dieta occidental.
El estudio de la sociología
La imaginación sociológica nos permite darnos cuenta de que muchos acontecimientos que parecen preocupar únicamente al individuo en realidad tienen que ver con asuntos más generales.
El divorcio, por ejemplo, puede resultar un proceso muy difícil para quien lo está pasando y constituirse en lo que Mills denomina un problema personal. Sin embargo, señala este autor, también puede ser un asunto público en una sociedad actual como la británica, donde más de un tercio de los matrimonios se separan durante sus primeros diez años de existencia.
Por poner otro ejemplo, el desempleo puede ser una tragedia individual para alguien que es despedido y no puede encontrar otro trabajo, sin embargo, el problema rebasa el nivel de la desesperación personal cuando en una sociedad millones de personas están en esa misma situación, y es entonces cuando se convierte en un asunto público que tiene que ver con amplias tendencias sociales.
Intente aplicar este punto de vista a su propia vida, sin pensar únicamente en problemas. Por ejemplo, ¿por qué está pasando las páginas de este libro?, ¿por qué ha decidido estudiar sociología? Puede que estudie esta materia a regañadientes porque la necesita para completar un curso o puede que esté deseando saber más de ella. Cualesquiera que sean sus motivaciones, es muy posible que tenga mucho en común, sin siquiera saberlo, con otros estudiantes de sociología. Su decisión personal refleja su posición en el contexto social. ¿Tiene usted las siguientes características? ¿Es joven, blanco, procede de una familia de profesionales liberales o de trabajadores no manuales? ¿Ha trabajado a tiempo parcial, o aún lo hace, para mejorar sus ingresos? ¿Quiere encontrar un buen empleo cuando termine sus estudios, pero no está completamente dedicado a ellos? ¿No sabe realmente lo que es la sociología, pero cree que tiene algo que ver con el comportamiento de las personas en grupo? De entre ustedes, más del 75 %, contestarán que sí a estas preguntas.
Los estudiantes universitarios no son representativos del conjunto de la población, sino que suelen proceder de los estratos sociales más privilegiados y, en general, sus actitudes reflejan las de sus amigos y conocidos. El ambiente social del que procedemos tiene mucho que ver con el tipo de decisiones que creemos apropiadas.
Sin embargo, suponga que responde «no» a una o más de las preguntas anteriores, entonces puede que usted proceda de un grupo minoritario o de un sector desfavorecido, o puede que sea de mediana edad o anciano. En cualquier caso, podrían sacarse las siguientes conclusiones: es probable que haya tenido que luchar para llegar donde ha llegado y superar las reacciones hostiles de sus amigos y de otras personas cuando les dijo que tenía intención de ir a la universidad, o puede que esté compaginando la educación superior con la dedicación total al cuidado de sus hijos. Aunque todos estamos influidos por nuestro contexto social, nuestro comportamiento no está del todo condicionado por ellos. Tenemos nuestra propia individualidad y la creamos.
La labor de la sociología es investigar la conexión que existe entre lo que la sociedad hace de nosotros y lo que hacemos de nosotros mismos. Nuestras actividades estructuran —dan forma— al mundo social que nos rodea y, al mismo tiempo, son estructuradas por él. El concepto de estructura social es importante para la sociología, y se refiere al hecho de que los contextos sociales de nuestra vida no solo se componen de una colección aleatoria de acontecimientos y acciones, sino que, de diversas maneras, están estructurados o siguen una pauta. Nuestra forma de comportarnos y las relaciones que mantenemos unos con otros presentan regularidades. Sin embargo, la estructura social no tiene el carácter físico, por ejemplo, de un edificio que existe al margen de las acciones humanas. Sus «componentes básicos» —seres humanos como usted y como yo— lo reconstruyen a cada momento.
Consecuencias deseadas y no deseadas
Este proceso permanente de construcción y reconstrucción de la vida social se basa en los significados que las personas atribuyen a sus acciones, pero estas pueden tener consecuencias diferentes a las deseadas.
Los sociólogos establecen una clara diferencia entre los propósitos de nuestro comportamiento —lo que pretendemos lograr— y las consecuencias no deseadas del mismo. Por ejemplo, puede que unos padres quieran que sus hijos se comporten según las normas de conducta aceptadas socialmente y que para alcanzar este objetivo se comporten con ellos de forma estricta y autoritaria. Sin embargo, esta actitud puede tener como consecuencia no deseada que los hijos se rebelen y se aparten de las normas de comportamiento ortodoxas.
Algunas veces, las acciones que se emprenden para lograr un objetivo determinado tienen consecuencias que, en realidad, impiden que este se alcance. Hace algunos años se aprobaron unas leyes en Nueva York que obligaban a los propietarios de edificios deteriorados en áreas de renta baja a que los reformarán para ajustarse a unas normas mínimas. La intención era que las viviendas disponibles para los sectores más pobres de la comunidad alcanzarán unos niveles aceptables. El resultado fue que los propietarios de edificios en mal estado los abandonaron por completo o les dieron otros usos, de manera que se produjo una escasez aún mayor de viviendas satisfactorias.
Lo que hacemos en la vida y de qué modo nuestras acciones afectan a otros puede entenderse como una combinación de consecuencias deseadas y no deseadas. La tarea de la sociología es estudiar el equilibrio que hay entre la reproducción social y la transformación social. El primer concepto se refiere a cómo las sociedades «siguen funcionando» a lo largo del tiempo, mientras que el segundo se ocupa de los cambios que sufren. La reproducción social tiene lugar porque existe una continuidad entre lo que las personas hacen día tras día y año tras año, así como en las prácticas sociales que siguen. Los cambios se producen, en parte, porque las personas así lo quieren y, en parte, por las consecuencias que nadie prevé o desea. Desde los comienzos, los seres humanos siempre hemos sentido curiosidad por las fuentes de nuestro propio comportamiento, pero durante miles de años los intentos por comprendernos a nosotros mismos se apoyaron en formas de pensar transmitidas de generación en generación que, con frecuencia, se expresaban en términos religiosos (por ejemplo, antes de la aparición de la ciencia moderna, muchos creían que fenómenos de la naturaleza como los terremotos eran ocasionados por dioses o espíritus).
El estudio objetivo y sistemático del comportamiento humano y de la sociedad es un hecho relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIX.
El trasfondo de la primera sociología fue el de los cambios arrolladores que trajo consigo la Revolución francesa de 1789 y la Revolución industrial en Europa. La sacudida que sufrieron las formas de vida tradicionales con estos cambios produjo una revisión de la forma de entender tanto el mundo social como el natural.
Una evolución clave fue la utilización de la ciencia en vez de la religión para comprender el mundo. Las preguntas que estos pensadores del siglo XIX querían contestar: ¿qué es la naturaleza humana?, ¿por qué está estructurada la sociedad de una determinada manera?, ¿cómo y por qué cambian las sociedades? Son las mismas que se plantean los sociólogos de hoy. El mundo contemporáneo es completamente diferente al del pasado y la labor de la sociología es ayudarnos a comprender ese mundo y lo que puede que nos aguarde en el futuro.
Actividades
1. Contestar las siguientes preguntas de acuerdo con su conocimiento inicial del tema:
¿Qué es la sociología?
¿Qué es la sociología?
2. Realizar el ejercicio de imaginación sociológica sobre una taza de café.
¿Para qué sirve una taza de café?
¿Qué significa para mí una taza de café?
¿Qué significación le otorga la sociedad a una taza de café?
¿Cuáles son la implicaciones económico-mercantiles de una taza de café?
3. Realizar un ejercicio similar al de la taza de café, pero con el término «Educación».
Instrucciones:
Tomando como modelo el ejercicio de la taza de café elaborar un listado de preguntas tomando como tema la educación en México.
Compartir con el grupo y seleccionar las 5 preguntas más relevantes en común acuerdo.
Contestar de manera individual cada una de las preguntas y compartir los resultados con el grupo.
Elaborar una síntesis de las respuestas propuestas por el grupo.
1.2. Fundadores de la sociología moderna 2
Auguste Comte
Es evidente que, por sí solo, ningún individuo puede fundar toda una disciplina y fueron muchos los autores que participaron en los orígenes del pensamiento sociológico. Sin embargo, se suele conceder una especial importancia al autor francés Auguste Comte (1798-1857), aunque solo sea porque fue él quien acuñó el término «sociología».
Inicialmente Comte hablaba de «física social» para referirse al nuevo campo de estudio, pero sus rivales intelectuales también utilizaban este término. Comte quiso distinguir su perspectiva de la de los demás, de modo que acuñó el término «sociología» para describir la disciplina que se proponía crear. Comte creía que esta nueva área podría producir un conocimiento de la sociedad basado en datos científicos y consideraba que la sociología era la última ciencia que quedaba por crear —siguiendo el ejemplo de la física, la química y la biología— y que era la más significativa y compleja de todas. Para él la sociología debía contribuir al bienestar de la humanidad utilizando la ciencia para comprender y, por tanto, predecir y controlar el comportamiento humano.
Según este punto de vista, al final de su carrera elaboró ambiciosos planes para la reconstrucción de la sociedad francesa, en particular, y de las sociedades humanas en general.
Émile Durkheim
Las obras de otro autor francés, Émile Durkheim (1858-1917), han tenido una influencia más duradera en la sociología moderna que las de Auguste Comte. Aunque recogió algunos elementos de la obra de este, Durkheim consideraba que la mayor parte de sus trabajos eran demasiado especulativos y vagos y que no había logrado lo que se había propuesto: darle a la sociología una base científica.
Según Durkheim, para llegar a ser científica, la sociología debía estudiar hechos sociales, es decir, aspectos de la vida social —como el estado de la economía o la influencia de la religión— que configuran nuestras acciones individuales. Creía que debíamos estudiar la vida social con la misma objetividad con que los científicos se ocupan de la naturaleza.
El primer principio de la sociología para Durkheim era el famoso «¡Estudia los hechos sociales como si fueran cosas!». Con ello lo que quería decir era que la vida social puede ser analizada con el mismo rigor que los objetos o acontecimientos de la naturaleza. Al igual que los demás fundadores de la sociología, a Durkheim le preocupaban los cambios que en su época estaban transformando la sociedad y creía que lo que la mantiene unida son los valores y costumbres compartidos.
Su análisis del cambio social se basaba en el desarrollo de la división del trabajo (el aumento de las diferencias complejas entre las distintas ocupaciones). Para Durkheim este proceso estaba desplazando cada vez más a la religión como principal núcleo de cohesión social. A medida que se expande la división del trabajo, las personas se van haciendo más dependientes de los demás, porque cada una de ellas necesita bienes y servicios que le proporcionan los que realizan otras ocupaciones.
Según Durkheim, los procesos de cambio en el mundo moderno son tan rápidos e intensos que crean grandes trastornos sociales, que él vinculaba con la «anomia», una sensación de falta de objetivos y de desesperación producida por la moderna vida social. Los controles y normas morales tradicionales que solía proporcionar la religión han sido prácticamente destruidos por el desarrollo social moderno y ello deja a muchos individuos de las sociedades modernas con el sentimiento de que su vida cotidiana carece de sentido.
En uno de sus más famosos estudios (1952; publicado originalmente en 1897) Durkheim analizó el suicidio, fenómeno que parece un acto puramente personal, resultado de una profunda infelicidad del individuo. Sin embargo, Durkheim señala que los factores sociales tienen una influencia decisiva en el comportamiento suicida, siendo la anomia una de dichas influencias. Las tasas de suicidio señalan, año tras año, una pauta regular que ha de explicarse sociológicamente.
Karl Marx
Las ideas de Karl Marx (1818-1883) contrastan vivamente con las de Comte y Durkheim, pero, como ellos, intentó explicar los cambios sociales que estaban ocurriendo durante la Revolución industrial.
Los trabajos de Marx cubren diversas áreas e incluso sus críticos más severos consideran que su obra tiene una enorme relevancia para el desarrollo de la sociología. Gran parte de su obra se centra en cuestiones económicas, pero considerando que siempre trató de conectar los problemas económicos con las instituciones sociales, su obra está llena de interesantes observaciones sociológicas.
La perspectiva teórica de Marx se basa en lo que él llamó la «concepción materialista de la historia». Según este enfoque, que se opone al de Durkheim, las principales causas del cambio social no son las ideas o los valores de los seres humanos. Por el contrario, el cambio social está primordialmente inducido por influencias económicas.
El conflicto entre las clases —ricos frente a pobres— constituye el motor del desarrollo histórico. En palabras de Marx: «Toda la historia humana hasta el presente es la historia de las luchas de clases». Aunque escribió sobre distintos períodos históricos, Marx se centró en el cambio en la época moderna. Para él, las transformaciones más importantes de este período están vinculadas al desarrollo del «capitalismo», sistema de producción que contrasta radicalmente con los anteriores órdenes económicos de la historia, ya que conlleva la producción de bienes y servicios para venderlos a una amplia gama de consumidores. Los que poseen el capital —fábricas, maquinaria y grandes sumas de dinero— conforman una clase dominante. El resto de la población constituye una clase de trabajadores asalariados o clase trabajadora, que no posee los medios para su propia supervivencia y que, por tanto, debe buscar los empleos que proporcionan los que tienen el capital. En consecuencia, el capitalismo es un sistema de clases en el que el conflicto entre estas es constante.
Para Marx, el capitalismo será reemplazado en el futuro por una sociedad sin clases, sin grandes divisiones entre ricos y pobres. Con esto no quería decir que fueran a desaparecer todas las desigualdades entre los individuos, sino que la sociedad no estará dividida entre una pequeña clase que monopoliza el poder económico y político y una gran masa de personas que apenas se benefician de la riqueza que genera su trabajo. El sistema económico pasará a ser de propiedad comunal y se establecerá una sociedad más igualitaria que la actual.
Max Weber
Al igual que Marx, Max Weber (1864-1920) no puede ser etiquetado únicamente como sociólogo, ya que sus intereses y preocupaciones se extendieron a diversas disciplinas. Nacido en Alemania, donde desarrolló gran parte de su carrera académica, Weber tenía una vasta cultura. En sus obras abordó la economía, el derecho, la filosofía y la historia comparativa, además de la sociología, y gran parte de su trabajo se centró también en el desarrollo del capitalismo.
Como otros pensadores de su tiempo, intentó comprender el cambio social. Estuvo influido por Marx, pero fue también muy crítico con algunas de sus principales ideas. Rechazaba la concepción materialista de la historia y consideraba que los conflictos de clase eran menos relevantes de lo que suponía Marx.
Para Weber los factores económicos son importantes, pero el impacto de las ideas y los valores sobre el cambio social es igualmente significativo. Weber dedicó algunas de sus obras más influyentes al análisis de lo que diferenciaba la sociedad y la cultura occidental de otras grandes civilizaciones.
Estudió las religiones de China, la India y Oriente Medio y con estas investigaciones hizo aportaciones clave a la sociología de la religión. Tras comparar los sistemas religiosos dominantes en China y la India con los occidentales, Weber llegó a la conclusión de que ciertos aspectos de la doctrina cristiana habían tenido un papel fundamental en la aparición del capitalismo.
Al contrario que en Marx, esta perspectiva no surgía únicamente de las transformaciones económicas, sino que, para Weber, las ideas y valores culturales ayudan a que se constituya una sociedad y conforman nuestras acciones individuales. La interpretación weberiana de la naturaleza de las sociedades modernas y de las razones de la difusión mundial de las formas de vida occidentales también contrasta sustancialmente con la de Marx. Según Weber, el capitalismo —una forma característica de organizar la actividad económica— no es más que uno de los muchos factores importantes que constituyen el desarrollo social. El impacto de la ciencia y de la burocracia son factores que subyacen en el capitalismo y que, en cierto modo, son más importantes que él. La ciencia ha conformado la tecnología moderna y seguirá haciéndolo en el futuro, mientras que la burocracia es la única forma de organizar eficazmente a grupos numerosos de personas y, por tanto, seguirá expandiéndose inevitablemente con el desarrollo económico y político.
Weber describió el conjunto constituido por los avances científicos, la tecnología moderna y la burocracia como «racionalización», es decir, la organización de la vida social y económica según principios de eficacia y, basándose en conocimientos técnicos.