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Se supone que toda la obra de este excelente poeta, la cual incluye cuarenta sonetos y siete coplas castellanas, fue escrita entre los años 1526 y 1535. Casi una década después de su fallecimiento, sus escritos fueron publicados por primera vez, sin gozar de su propio espacio, en el libro titulado "Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega". Aunque no existen pruebas de que se conociese su faceta artística antes de esta edición, dado su inconmensurable talento y la innovación que impulsaban sus versos, esto es bastante probable.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
GARCILASO DE LA VEGA
Cuando me paro a contemplar mi’stado y a ver los pasos por dó me han traído, hallo, según por do anduve perdido, que a mayor mal pudiera haber llegado; mas cuando del camino’stó olvidado, a tanto mal no sé por dó he venido; sé que me acabo, y más he yo sentido ver acabar comigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme si quisiere, y aún sabrá querello; que pues mi voluntad puede matarme, la suya, que no es tanto de mi parte, pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
En fin a vuestras manos he venido, do sé que he de morir tan apretado que aun aliviar con quejas mi cuidado como remedio m’es ya defendido; mi vida no sé en qué s’ha sostenido si no es en haber sido yo guardado para que sólo en mí fuese probado cuánto corta una ’spada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas donde la sequedad y el aspereza dieron mal fruto dellas, y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas; no os venguéis más de mí con mi flaqueza; allá os vengad, señora, con mi muerte!
La mar en medio y tierras he dejado de cuanto bien, cuitado, yo tenía; y yéndome alejando cada día, gentes, costumbres, lenguas he pasado.
Ya de volver estoy desconfiado; pienso remedios en mi fantasía, y el que más cierto espero es aquel día que acabará la vida y el cuidado.
De cualquier mal pudiera socorrerme con veros yo, señora, o esperallo, si esperallo pudiera sin perdello; mas de no veros ya para valerme, si no es morir, ningún remedio hallo, y si éste lo es, tampoco podré habello.
Un rato se levanta mi esperanza, mas cansada d’haberse levantado, torna a caer, que deja, a mal mi grado, libre el lugar a la desconfianza.
¿Quién sufrirá tan áspera mudanza del bien al mal? Oh corazón cansado, esfuerza en la miseria de tu estado, que tras fortuna suele haber bonanza!