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En los últimos años, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es uno de los diagnósticos más frecuentes entre los niños de edad escolar, tanto que se discute si se trata o no una epidemia. La distracción reiterada, la impulsividad o la inestabilidad emocional son algunos de los síntomas típicos atribuidos a este trastorno, y los niños que sufren estos problemas u otros similares suelen ser medicados desde edades muy tempranas. Esta medicación no cura, más bien disimula, pero además es potencialmente peligrosa. ¿Es posible que el diagnóstico masivo del déficit dependa en gran medida del grado de tolerancia del adulto frente a conductas infantiles que le resultan incómodas? Quincy Fisher es Psiquiatra, especialista en problemáticas infantiles, desde hace diez años investiga procesos y estrategias de intervención para lograr que los menores logren adaptarse y desarrollarse de manera saludable en todas las áreas.
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Seitenzahl: 37
Veröffentlichungsjahr: 2015
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Introducción
La falta de atención, el exceso de impulsividad motriz o la conjunción entre ambos, ha mantenido ocupados a los profesionales de la educación y de la psiquiatría infantil a lo largo de los últimos años.
Éste es el trastorno más frecuentemente diagnosticado en la conducta de los niños en edad escolar, lo que ha llevado a calcular que un 4% de los niños lo padecen, y es atribuido más frecuentemente a los varones que a las niñas.
Sin embargo, no es una novedad que los intereses de la industria farmacéutica han marcado el terreno desde hace mucho en lo referente a las enfermedades y sus tratamientos. Si estos intereses se aplican a un campo más subjetivo como la psiquiatría, cabe la posibilidad de descubrir postulados peligrosos en materia de diagnóstico.
La información presentada a continuación pretende echar luz sobre diversos aspectos estadísticos con respecto a la aparición del Déficit de Atención e Hiperactividad, y las alternativas del crecimiento exponencial de su diagnóstico en la población.
Información general
La prevalencia
La prevalencia de una enfermedad cuantifica la proporción de una población afectada por ella (o por otro evento masivo) durante un período determinado, y suministra una estimación de la cantidad de sujetos afectados durante ese lapso.
Su objeto es analizar los fenómenos relacionados con la salud, identificar la frecuencia de esos fenómenos y generar hipótesis que tiendan a la dilucidación de las causas de las enfermedades para buscar una cura. Es un parámetro utilizado por epidemiólogos, por administradores de política sanitaria, por agentes de seguros y por funcionarios de ámbitos diversos de la salud pública.
Para estudiar una enfermedad como el Trastorno por Déficit de Atención y atribuirle características de conjunto, la enfermedad debe ser prevalente, es decir producirse con cierta frecuencia. La prevalencia depende directamente de la estadística.
Ahora bien, la prevalencia del ADHD, sigla con la que se conoce la enfermedad por su nombre en inglés, depende de la cantidad de veces que ha sido diagnosticada, por lo tanto no puede establecerse como parámetro para validar la presencia concreta del déficit.
Este concepto es la causa probable por la que se discute si el ADHD es o no una epidemia.
Qué es el ADHD
Se conoce con la sigla ADHD (Attention Deficit Hyperactivity Disorder) al trastorno de conducta que trae aparejado una distracción reiterada del individuo, de moderada a grave, inquietud motriz, inestabilidad emocional y comportamientos impulsivos.
Existen especialistas que sostienen que el ADHD puede ser hereditario, pero no se atreven a afirmarlo con certeza. Tampoco se conocen del todo sus causas. Cualquiera sea su origen, se ha señalado que aparece en una etapa temprana de la vida del individuo, cuando el cerebro se halla en pleno desarrollo.
Imágenes del cerebro
Una de las pruebas que se utilizan para detectar la existencia del déficit proviene de las técnicas imagenológicas, es decir, del conjunto de las técnicas y de los procedimientos que permiten obtener imágenes del cuerpo humano con fines clínicos o científicos.
Los estudios comparados han sugerido que las imágenes cerebrales de los niños con trastorno de atención son diferentes de las imágenes cerebrales de otros niños.
Sin embargo, esto no puede afirmarse con toda certeza, ya que todas las imágenes cerebrales son diferentes entre sí, por lo tanto, la diferencia citada no logra ser sustantiva y no puede establecer ningún parámetro definitivo.
Divergencias y complejidad del diagnóstico
El déficit de atención suele a menudo confundirse con otros trastornos como la depresión, los tics o la falta del sueño, y sus consecuencias pueden también combinarse erróneamente con dificultades de aprendizaje, o diversos problemas de comportamiento.
Si se sospecha que un niño sufre ADHD es aconsejable que un examen médico cuidadoso descarte otras enfermedades que también pueden causar estos comportamientos. Esto se vuelve complejo teniendo en cuenta que la mayoría de los niños con ADHD también padecen otro problema de desarrollo o de comportamiento. Es decir, el diagnóstico de este trastorno se torna extremadamente falible. A su vez, hay investigaciones que demuestran que ha sido confundido con otras problemáticas, como la depresión o el trastorno bipolar.
En síntesis, es sumamente difícil, incluso para los expertos, establecer el diagnóstico de ADHD con absoluta certeza.
Sintomatología convencional aludida
Los estudios citan tres grupos de probables síntomas con respecto al ADHD:
a.La desatención
b.La hiperactividad
c.El comportamiento impulsivo