Tecnohumanismo - Pablo Sanguinetti - E-Book

Tecnohumanismo E-Book

Pablo Sanguinetti

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Este libro reúne siete ensayos independientes, pero inspirados por una misma búsqueda: la de una mirada que tienda puentes entre tecnología y humanidades, con especial foco en el avance exponencial de la inteligencia artificial y en los problemas filosóficos que plantea. La inteligencia artificial está alcanzando y superando fronteras hasta ahora reservadas a la ciencia ficción. Su entrada en ámbitos exclusivos de lo humano —la creatividad, el lenguaje o la imaginación— abre un gran interrogante en torno a nuestra especie. La tecnología es ya un asunto ético, filosófico y estético. Por eso resulta cada vez más necesaria la figura de humanistas capaces de sumarse al debate, no ya como invitados de cortesía, sino como protagonistas y expertos. Los siete ensayos de este volumen abordan la posibilidad y las condiciones de ese nuevo humanismo tecnológico desde diversos ángulos: la importancia de la belleza como brújula en el diseño de la inteligencia artificial, los prejuicios entre técnica y humanidades, la urgencia de diseñar un relato tecnológico alineado con intereses humanos, la creatividad artificial o la potencia artística de las voces no humanas.

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Pablo Sanguinetti es un escritor e investigador centrado en aportar miradas humanísticas a la tecnología. Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada con Premio Nacional de Fin de Carrera, tiene estudios de posgrado en Inteligencia Artificial y en Programación y en la actualidad hace su doctorado en narrativas sobre la inteligencia artificial. Trabajó en Google como parte de la Google News Initiative, un programa de innovación para la industria de la prensa con el que dio más de un centenar de charlas en las principales universidades y medios de España y Portugal. Como periodista fue corresponsal de la agencia alemana DPA en Berlín y en Madrid, además de colaborador en diversos medios. Es autor de los libros de relatos El sueño de Teseo (1997) y Tramas invisibles (2009) y miembro del Observatorio del Impacto Ético y Social de la Inteligencia Artificial en España (OdiseIA).

Este libro reúne siete ensayos independientes, pero inspirados por una misma búsqueda: la de una mirada que tienda puentes entre tecnología y humanidades, con especial foco en el avance exponencial de la inteligencia artificial y en los problemas que plantea.

La inteligencia artificial está alcanzando y superando fronteras hasta ahora reservadas a la ciencia ficción. Su entrada en ámbitos exclusivos de lo humano —la creatividad, el lenguaje o la imaginación— abre un gran interrogante en torno a nuestra especie. La tecnología es ya un asunto ético, filosófico y estético. Por eso resulta cada vez más necesaria la figura de humanistas capaces de sumarse al debate, no ya como invitados de cortesía, sino como protagonistas y expertos. Los siete ensayos de este volumen abordan la posibilidad y las condiciones de ese nuevo humanismo tecnológico desde diversos ángulos: la importancia de la belleza como brújula en el diseño de la inteligencia artificial, los prejuicios entre técnica y humanidades, la urgencia de diseñar un relato tecnológico alineado con intereses humanos, la creatividad artificial o la potencia artística de las voces no humanas.

Tecnohumanismo

 

 

 

 

COLECCIÓN DE ENSAYO

La Huerta Grande

Pablo Sanguinetti

TECNOHUMANISMO

POR UN DISEÑO NARRATIVO Y ESTÉTICODE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 

 

© De los textos: Pablo Sanguinetti

 

Madrid, junio 2023

EDITA: La Huerta Grande Editorial

Serrano, 6. 28001 Madrid

www.lahuertagrande.com

Reservados todos los derechos de esta edición

ISBN: 978-84-18657-38-2

D. L.: M-7472-2023

Diseño cubierta: Editorial La Huerta Grande según idea original de Tresbien Comunicación

Imprime: Gracel Asociados, Av. Valdelaparra, 27. 28108 Alcobendas, Madrid

Impreso en España/Printed in Spain

«Sin la filosofía, la ciencia no sabe qué sabe»

Nicolás Gómez Dávila

«La meditación sobre la técnica y la confrontación decisiva con ella debe tener lugar en un ámbito que, por una parte, esté emparentado con la esencia de la técnica y que, por otra parte, sea fundamentalmente distinto de ella. El arte es un ámbito de este tipo»

Martin Heidegger

«Para volver a dar a la cultura el carácter verdaderamente general que ha perdido, es preciso poder volver a introducir en ella la conciencia de la naturaleza de las máquinas, de sus relaciones mutuas, y de sus relaciones con el ser humano»

Gilbert Simondon

ÍNDICE

TECNOHUMANISMO

POR UN DISEÑO NARRATIVO Y ESTÉTICODE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Introducción. La pieza que falta

1   La ecología textual y la escritura de la atención

2   La educación estética de la inteligencia artificial

3   El relato más importante de la historia

4   Un «libro de estilo» para una narrativa ética sobre la inteligencia artificial

5   Tecnología, humanismo, tecnohumanismo

6   Un «test de turing» de la creatividad

7   Sobre las literaturas no humanas

Bibliografía recomendada

INTRODUCCIÓNLA PIEZA QUE FALTA

La tecnología y lo humano se construyen mutuamente. Nuestra forma de estar en el mundo y de entender quiénes somos viene mediada por artificios técnicos. No existe humano sin tecnología. Ni existe revolución tecnológica que deje intacto el modo de ser humano.

Este principio vale aun más para la inteligencia artificial, una invención que podría convertirse en una de las más disruptivas de la historia precisamente por su superposición con lo humano, su impacto ontológico, su resonancia existencial. Lo que comenzó como logro técnico es cada vez más un asunto ético, filosófico y estético.

Por eso el debate sobre cómo debemos construir y gestionar la inteligencia artificial quedará incompleto mientras no incorpore una dimensión crucial: la humanística. Sin esta pieza, el proyecto tecnológico más importante de la historia instaurará una realidad descarnada y confusa, un espacio de vértigo como el que se vislumbra por momentos en la conversación pública actual, polarizada entre esperanzas infundadas y temores apocalípticos frente a la máquina. Evitar ese escenario interesa a todos los actores implicados en el desarrollo de la inteligencia artificial, desde los ingenieros que la programan hasta los usuarios que la aplican, pasando por las empresas que la comercializan o las autoridades que acabarán regulándola. Necesitamos que la nueva realidad del algoritmo encaje de forma natural y con sentido en el mundo humano. Y las herramientas para lograrlo provienen de las artes y las humanidades.

Este libro explora las posibilidades de ese diálogo imprescindible entre la mirada humanística y la tecnología. Lo hace sobre todo a través de dos propuestas productivas y poco explotadas en el ámbito de la inteligencia artificial.

En primer lugar, la narrativa como recurso con el que el ser humano conforma su realidad y, en consecuencia, como un aspecto decisivo para la adopción de cualquier tecnología. El modo en que contamos la inteligencia artificial influye en su percepción, uso y regulación, por lo que merece un sitio destacado junto al resto de consideraciones éticas que la rodean. Podemos —debemos— diseñar esa narrativa a conciencia. En segundo lugar, la belleza como el código en el que se expresa lo humano en toda su complejidad, y por lo tanto como lenguaje ideal para articular la relación con el algoritmo. Solo a través del arte entenderemos a la máquina, y solo a través del arte la máquina nos entenderá a nosotros.

La idea de «diseño narrativo» como aporte a una ética de la inteligencia artificial centra dos ensayos de este volumen: desde su vertiente más teórica en «El relato más importante de la historia» y con una propuesta práctica en «Un ‘libro de estilo’ para una narrativa ética sobre la inteligencia artificial». En el ámbito estético, «Un ‘Test de Turing’ de la creatividad» aborda la importancia de usar máquinas para crear y la posibilidad de que una máquina cree. El lenguaje de la belleza como solución al problema de explicar al algoritmo quiénes somos y qué buscamos se desarrolla en «La educación estética de la inteligencia artificial». «Tecnología, humanismo, tecnohumanismo» propone un ajuste en el modo en que entendemos el humanismo, en un intento de vencer las barreras artificiales que lo separan de la tecnología y facilitar la construcción de puentes entre ambos mundos. A medio camino entre narrativa y estética, «La ecología textual y la escritura de la atención» diagnostica el desbordamiento textual como un mal propio del mundo digital y apunta a un rasgo humano como posible antídoto. Finalmente, «Sobre las literaturas no humanas» ubica el debate sobre el algoritmo en el contexto de un nuevo interés característico de nuestro tiempo, el interés por el discurso no humano.

A lo largo de estos siete ensayos emergen también algunas de las principales cuestiones que plantea la revolución tecnológica que vivimos: la discutible existencia de algo que merezca el nombre de «inteligencia artificial», la conveniencia de seguir modelándola como imitación de lo humano, el desafío de alinear sus objetivos con los nuestros, las ventajas y deficiencias de otros acercamientos humanísticos a la tecnología, el cisma atávico entre los dos ámbitos, la sensación de desbordamiento y ansiedad en un mundo regulado por algoritmos.

La tesis que atraviesa todo el libro puede formularse en una frase: la inteligencia artificial seguirá incompleta mientras no se la recubra de un diseño narrativo y estético que le dé sentido y la inserte en nuestra cultura.

Más allá del contenido de estas propuestas, no es casual que la forma elegida para presentarlas sea el ensayo. Encajar la reflexión sobre una tecnología en un género literario exige encontrar un tono nuevo. Y esta tarea importa tanto o más que cualquier idea concreta, porque el pensamiento discurre por tonos. Dar con tonos nuevos es abrir nuevos caminos para pensar. Y las humanidades y la tecnología necesitan nuevos caminos donde encontrarse.

1

LA ECOLOGÍA TEXTUALY LA ESCRITURA DE LA ATENCIÓN

«Si el lenguaje perdiera una parte de su energía,el ser humano se volvería menos humano»

George Steiner

En el corazón de nuestra cultura se da un desbordamiento. El material que lo compone es lenguaje. Vivimos saturados de escritura.

La revolución digital es, entre otras cosas, una explosión textual. Nuestro cerebro intenta cada día mantenerse a flote en un mar de noticias, artículos, notificaciones, mails, whatsapps, tuits, anuncios. El frustrante resultado tiene forma de vértigo, de ansiedad, de culpa.

Es la versión textual de la Furia de las imágenes diagnosticada por el fotógrafo Joan Fontcuberta, «una avalancha icónica casi infinita» que amenaza con ahogarnos. Y cabe recordar que toda información digital es código alfanumérico. En internet, todo es texto. También el sonido, la imagen, el vídeo.

Una cifra: en 2021 se compartieron en Twitter más de medio millón de mensajes por minuto. Si tomamos un promedio arbitrario de diez palabras por tuit, la humanidad escribió —y publicó— el equivalente a unas 21000 veces el Quijote cada día. Solo en Twitter.

Y estos datos no reflejan aún el impacto del estallido definitivo: los nuevos modelos de inteligencia artificial (IA) capaces de automatizar y masificar la producción de texto y de imágenes. El mundo digital corre el riesgo de quedar inundado por material lingüístico lanzado por máquinas a un ritmo potencialmente ilimitado.

Las aguas de este tsunami ahogan el núcleo mismo de lo humano. Somos la especie que vive en la palabra, estamos hechos de textos. O, según la célebre definición de Heidegger, «el lenguaje es la casa del Ser». La casa parece ahora contaminada, y esa contaminación adopta la forma de un parloteo zombie que nos cuesta acallar, dentro y fuera de nosotros.

Debemos encontrar modos de limpiar la casa para hacerla habitable. Necesitamos una «ecología» (el «eco-» proviene del griego «oikos», «casa», en el sentido de «hábitat») enfocada en el medio ambiente natural del ser humano, que es el lenguaje. ¿Cómo depurar ese entorno? ¿Cómo hacer «ecología textual»?

Una propuesta teórica atractiva es la «escritura no creativa» del poeta y teórico Kenneth Goldsmith. Ante «una cantidad sin precedentes de texto disponible», sostiene, el desafío no es seguir generando más texto, sino reciclar el que tenemos. En lugar de escribir, podemos recontextualizar, inflar, recortar, estirar, reordenar texto preexistente, aprovechando la materialidad que le otorgan la red y las herramientas de edición digital.

Por ejemplo, Goldsmith ganó fama copiando palabra por palabra un ejemplar completo de The New York Times y publicándolo en un tomo de 836 páginas. Una obra «nueva» sin texto nuevo. El crítico Craig Dworkin califica explícitamente de «ecología literaria» este tipo de prácticas.

Con lo estimulante que parece, la idea de «escritura no creativa» plantea una propuesta sobre todo conceptual, habla al intelecto. Por eso no cambia la sensación de saturación textual, que es ante todo emocional.

Más importante aun, la «contaminación» del medio ambiente lingüístico es un problema de calidad, por más que tenga su origen en la cantidad. No sufrimos tanto el exceso de textos como su consecuencia inmediata: la degradación de la palabra como valor exclusivo, personal y significativo; la pérdida del lenguaje como bien de lujo. Y la escritura no creativa de Goldsmith es una respuesta cuantitativa, no cualitativa.

Ese impacto del exceso en la calidad preocupa también a Fontcuberta. El problema de la furia de las imágenes no consiste solo en lo que muestra, explica, sino también en lo que oculta:

Que hoy sobren imágenes y corramos el riesgo de ahogarnos en ellas no debe soslayar el problema inverso. La saturación visual nos obliga también, y sobre todo, a reflexionar sobre las imágenes que faltan: las imágenes que nunca han existido, las que han existido pero ya no están disponibles, las que se han enfrentado a obstáculos insalvables para existir, las que nuestra memoria colectiva no ha conservado, las que han sido prohibidas o censuradas…

Lo mismo puede decirse del exceso textual y lo que nos impide ver. Todo lenguaje, de por sí, oculta. Cada palabra nos roba algo de realidad. Esta idea nos sorprende, porque hemos sido educados en una tradición secular que vincula lenguaje y conocimiento: el Logos en el que se apoya nuestra cultura. El lenguaje es «un rayo de luz lleno de energía que da forma, ubicación y organización a la experiencia humana», dice por ejemplo George Steiner. Pero un rayo de luz proyecta también una oscuridad impenetrable a su alrededor. Nombrar hace visible lo nombrado, pero también lo asesina, lo diseca y lo exhibe. La condición de lo importante, de lo vivo, de lo pleno, es el silencio. El mundo desbordado de palabra, el mundo hecho rayo de luz, equivale a una oscuridad absoluta.

La poesía ha buscado un lenguaje que nombre sin matar («el poeta entra en el silencio», dice el propio Steiner) y en ese largo empeño podría inspirar otras formas de «descontaminar» el exceso de texto en la era de la inteligencia artificial. La poesía mística, la escritura del silencio, el énfasis en el matiz, la resonancia y la disolución de dicotomías, el juego con la ambigüedad, la sugerencia... Todos se presentan como recursos más emocionales que la «escritura no creativa», sin duda, pero demasiado complejos y por naturaleza exclusivos como para resolver un problema de carácter masivo como el de la explosión digital de lenguaje.

En lugar de la literatura no creativa o del silencio del lenguaje poético, como ecología textual propongo en cambio una «escritura de la atención».

¿Qué es la atención? Lo explica un diálogo admirable de la película Lady Bird. La joven protagonista ha escrito un ensayo sobre Sacramento, ciudad que aborrece y quiere abandonar. La monja de su instituto lee el trabajo y le dice que destila amor. Sorprendida, Lady Bird replica que lo único que ha hecho es prestar atención a lo que ve en la ciudad. «¿No crees que tal vez son lo mismo —le pregunta la monja— el amor, la atención?»

Una palabra justa, un párrafo armónico, un matiz revelado, un giro sorpresivo, un estilo transparente, una voz auténtica son gestos de amor. Apaciguan de manera emocional, no ya intelectual, nuestro malestar ante la «furia de los textos». Descontaminan. De algún modo, lo hacen por la vía opuesta a la de Goldsmith: si la literatura no creativa logra su efecto estético enterrando la figura romántica del autor, la escritura atenta promete que otro ser humano ha entregado tiempo y cariño a su tema, a su texto y a nosotros. Nos recarga con una dosis de ese bien limitado —la atención— que el resto de la economía digital lucha por extraer de nosotros y explotar.

Pocos años antes de inspirar el ecologismo moderno en 1962 con el libro La primavera silenciosa, Rachel Carson escribió una obra breve titulada El sentido del asombro en la que defiende una idea sencilla: la importancia de cultivar la curiosidad innata de un niño enseñándole a mirar con atención el mundo que lo rodea. El sentido del asombro es para Carson «un inagotable antídoto contra el aburrimiento y el desencanto de años posteriores, la estéril preocupación de problemas artificiales, el distanciamiento de la fuente de nuestra fuerza».

En la era de la saturación textual, descubriremos que ese «mira con atención» debe inscribirse como un mandamiento más de una filosofía perenne. Acaso el primero, tan crucial como el «Conócete a ti mismo» y posiblemente su origen.

Una ironía: la serie GPT y otros modelos de inteligencia artificial que conquistaron por fin el difícil ámbito del lenguaje —y con ello la posibilidad de una inundación automática de texto e imágenes— lo hicieron gracias a la invención de una nueva arquitectura que permitió procesar de forma más eficiente grandes volúmenes de texto. El nombre de esa arquitectura es: «mecanismo de atención».

Otra ironía: el artículo con el que los investigadores de Google presentaron en 2017 ese nuevo modelo, uno de los más trascendentes en la historia de la inteligencia artificial, se titula «Attention is all you need» (Todo lo que necesitas es atención). El nombre juega con la canción de los Beatles «All you need is love», sustituyendo así, como la monja de Lady Bird, «amor» por «atención».