0,00 €
Esta edición digital en formato ePub se ha realizado a partir de una edición impresa digitalizada que forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de España. El proyecto de creación de ePubs a partir de obras digitalizadas de la BNE pretende enriquecer la oferta de servicios de la Biblioteca Digital Hispánica y se enmarca en el proyecto BNElab, que nace con el objetivo de impulsar el uso de los recursos digitales de la Biblioteca Nacional de España. En el proceso de digitalización de documentos, los impresos son en primer lugar digitalizados en forma de imagen. Posteriormente, el texto es extraído de manera automatizada gracias a la tecnología de reconocimiento óptico de caracteres (OCR). El texto así obtenido ha sido aquí revisado, corregido y convertido a ePub (libro electrónico o «publicación electrónica»), formato abierto y estándar de libros digitales. Se intenta respetar en la mayor medida posible el texto original (por ejemplo en cuanto a ortografía), pero pueden realizarse modificaciones con vistas a una mejor legibilidad y adaptación al nuevo formato. Si encuentra errores o anomalías, estaremos muy agradecidos si nos lo hacen saber a través del correo [email protected]. Las obras aquí convertidas a ePub se encuentran en dominio público, y la utilización de estos textos es libre y gratuita.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 1936
Esta edición electrónica en formato ePub se ha realizado a partir de la edición impresa de 1737, que forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de España.
Vida de Miguel de Cervantes Saavedra
Gregorio Mayáns y Siscar
Índice
Cubierta
Portada
Preliminares
Vida de Miguel de Cervantes Saavedra
AL EXMO. SEÑOR DON JUAN, BARON DE CARTERET
VIDA DE MIGUÉL DE CERVANTES SAAVEDRA SU AUTOR DON GREGORIO MAYÁNS i SISCÁR
NOTAS
Acerca de esta edición
Enlaces relacionados
EXMO. SEÑOR:
UN tan insigne escritor como Miguél de Cervantes Saavedra, que supo honrar la memoria de tantos españoles i hacer inmortales en la de los hombres a los que nunca vivieron, no tenía hasta hoi, escrita en su lengua, vida propia. Deseoso V. E. de que la hubiesse, me mandó recoger las Noticias pertenecientes a los Hechos i Escritos de tan gran Varon. He procurado poner la diligencia a que me obligó tan honroso precepto: i he hallado que la materia que ofrecen las Acciones de Cervantes es tan poca; i la de sus Escritos tan dilatada, que ha sido menéster valerme de las hojas de éstos para encubrir de alguna manera, con tan rico i vistoso ropaje, la pobreza i desnudez de aquella Persona dignísima de mejor Siglo: porque, aunque dicen que la Edad en que vivió era de Oro, yo sé que para él i algunos otros beneméritos fue de Hierro. Los Enbidiosos de su ingenio i Elocuencia le mormuraron i satirizaron. Los Hombres de Escuela, incapaces de igualarle en la Invencion i arte, le desdeñaron como a Escritor no Científico. Muchos Señores, que si hoi se nombran es por él, desperdiciaron su poder i autoridad en aduladores i bufones sin querer favorecer al mayor Ingenio de su tiempo. Los Escritores de aquella edad (aviendo sido tantos), o no hablaron dél o le alavaron tan friamente que su silencio i sus mismas alavanzas son indicios ciertos o de su mucha enbidia o de su poco conocimiento. V. E. le tiene tan justo de sus Obras, que ha manifestado ser el más liberal mantenedor, i propagador de su memoria; i es por quien Cervantes i su Ingenioso Hidalgo logran hoi el mayor aprecio i estimacion. Salga, pues, nuevamente a la luz del mundo el gran Don Quijote de la Mancha, si hasta hoi cavallero desgraciadamente Aventurero; en adelante por V. E. felizmente Venturoso. Viva la memoria del incomparable escritor Miguél de Cervantes Saavedra. i reciba V. E. estos Apuntamientos como cierta i perpetua señal de la gustosa i pronta obediencia que professo a V. E. i cuando Yo en ellos no haya conseguido el acierto que merecen los preceptos de V. E. (que no vivo tan satisfecho de mi, ni soi tan ambicioso que presuma, i espere tanto), a lo menos quedaré contento con la glória de mi obsequio.
D. Greg. Mayáns i Siscár.
SU AUTOR
DON GREGORIO
MAYÁNS i SISCÁR
MIGUEL de Cervantes Saavedra, que viviendo fue un valiente soldado, aunque mui desvalido i Escritor mui célebre pero sin favor alguno, después de muerto es prohijado a porfía, de muchas patrias. Esquivias dice ser suyo. Sevilla le niega esta gloria i la quiere para sí. Lucena tiene la misma pretension. Cada una alega su derecho, i ninguna le tiene.
I. Defiende la parte de Esquivias don Thomás Tamayo de Vargas, Varon eruditísimo; quizá porque Cervantes llamó famoso a éste lugar; pero el mismo Cervantes se explicó diciendo: Por mil causas famoso: una, por sus ilustres linajes, i otra, por sus ilustrísimos vinos.
2. El grande émulo de Tamayo, don Nicolás Antonio, patrocina la causa de Sevilla i, para probarla, alega dos razones o conjeturas. Dice que Cervantes siendo niño vio representar en Sevilla a Lope de Rueda; i añade que los apellidos de Cervantes, i Saavedra son sevillanos. La primera conjetura prueba poco. Yo, siendo niño, vi representar en el Theatro de Valencia un gran Comedion (que es el único que he visto), i no soi de Valencia, sino de Oliva. Fuera de esto, diciendo Cervantes que1Lope de Rueda, varon insigne en la representacion i en el entendimiento, fue natural de Sevilla,1 era natural también llamarla su patria; i ni en ése ni en otros lugares donde nombró a Sevilla la reconoció como tal. La segunda conjetura aún prueba menos: porque si Miguél de Cervantes Saavedra hubiera sido de los Cervantes i Saavedra de Sevilla, siendo nobles estas familias, lo hubiera él apuntado en alguna parte (hablando en tantas de sí), i lo más que dijo fue ser hidalgo sin añadir circunstancia que indicase su solar; i, a ser natural de Sevilla, en las mismas familias sevillanas de Cervantes i Saavedra se hubiera conservado desde aquel tiempo la gloriosa memoria de haber dado a España tan ilustre varon. Prueba que hubiera alegado don Nicolás Antonio, siendo desta opinion i natural de Sevilla.
3. En Lucena dicen que hai tradicion de haber nacido allí. Cuando se pruebe la tradicion o se exhiba la fe de su bautismo deberemos creerlo.
4. Entre tanto, tengo por cierto que la patria de Cervantes fue Madrid, pues él mismo en el Viaje del Parnaso despidiéndose de esta grande villa le dice así:
A Dios, dije a la humilde choza mía.
A Dios Madrid, a Dios tu prado i fuentes,
Que manan néctar, llueven ambrosía.
A Dios, conversaciones suficientes
A entretener un pecho cuidadoso
i a dos mil desvalidos pretendientes.
A Dios, sitio agradable i mentiroso,
Do fueron dos gigantes abrasados
Con el rayo de Júpiter fogoso.
A Dios, Theatros públicos, honrados
Por la ignorancia que ensalzada veo
En cien mil disparates recitados.
A Dios, de San Felipe el gran paseo,
Donde si baja o sube el turco galgo,
Como en gaceta de Venecia leo.
A Dios, hambre sotil de algún hidalgo;
Que por no verme ante tus puertas muerto
Hoi de mi patria i de mí mismo salgo.2
5. Hecha esta observacion, he recurrido a los apuntamientos que hizo don Nicolás Antonio para formar su Biblioteca, i en la margen de ellos he hallado añadida esta misma prueba de la patria de Cervantes; pero, deseoso don Nicolás de mantener su antigua opinion, concluye así: si bien mi patria se puede entender por España toda. Cualquiera que lea atenta i desapasionadamente los tercetos de Cervantes juzgará que esta interpretacion de don Nicolás Antonio es violenta i aun contraria a la mente de Cervantes, porque los cinco primeros tercetos son una definicion descriptiva de Madrid; los dos primeros versos del sexto terceto, una apóstrofe o razonamiento dirigido a su hambre, i el último verso un retorno a la villa de Madrid donde ya había dicho que tenía la humilde choza suya, de la cual salía por ir al Parnaso, viaje cuya descripcion le sacava de tino.
Hoi de mi patria i de mí mismo salgo.
Fuera de esto, en el terceto inmediato dice así:
Con esto poco a poco llegué al puerto
A quien los de Cartago dieron nombre,
Cerrado a todos vientos i encubierto.
A cuyo claro i singular renombre
Se postran cuantos puertos el mar baña,
Descubre el Sol i ha navegado el hombre.
6. Si Cervantes entendiera por patria suya a toda España (cosa mui impropia i que no cabía en su pluma), al salir de ella sería cuando la llamaría patria, pero no hablando con Madrid i al salir de esta villa para Cartagena, i más caminando poco a poco para llegar a aquel famoso puerto donde se había de embarcar para hacer con Mercurio el viaje del Parnaso.
7. Quede, pues, por asentado que Madrid fue la patria de Miguél de Cervantes Saavedra, i también el lugar de su habitacion. El mismo Apolo dio las señas de ésta en el sobrescrito de una graciosa carta que dice así: A Miguél de Cervantes Saavedra, en la calle de las Huertas, frontero de las casas donde solía vivir el Príncipe de Marruecos, en Madrid. Al porte medio real, digo diez i siete maravedís.3 i parece que su habitacion no era mui acomodada, pues en el fin de la descripcion de su Viaje dijo:
Fuime con esto, i, lleno de despecho,
Busqué mi antigua i lóbrega posada.
8. Nació Miguél de Cervantes Saavedra año 1549, según se colige de esto que escribió día 14 de julio del año 1613: Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida; que al cincuenta i cinco de los años gano por nueve más i por la mano.4 Por la mano entiendo yo la anticipacion de algunos días, de manera que en mi sentir nació en el mes de julio, i cuando escribía eso tenía 64 años i algunos días.
9. Desde sus primeros años tuvo grande aficion a los libros, de suerte que hablando de sí dijo: Yo soi aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles.5Amó muchísimo las buenas letras i totalmente se aplicó a los libros de entretenimiento, como son las novelas i todo género de poesía, especialmente de autores españoles e italianos. En estos géneros de letras fue su erudicion consumadísima, como lo manifiesta el donoso i grande escrutinio de la librería de don Quijote,6 las frecuentes alusiones a las historias fabulosas, los exactísimos juicios de tantos poetas7 i su Viaje del Parnaso.
10. De España pasó a Italia, o bien para servir en Roma al cardenal Aquaviva, de quien fue camarero,8o bien para militar, como militó algunos años, siguiendo las vencedoras banderas de aquel sol de la milicia Marco Antonio Colona.9
11. Fue uno de los que se hallaron en la célebre batalla de Lepanto, donde perdió la mano izquierda de un arcabuzazo o, a lo menos herida dél, le quedó inhábil.10Peleó como debía un tan buen cristiano i soldado tan valiente. De lo cual él mismo se gloría, no sin razon, diciendo muchos años después:
Arrojose mi vista a la campaña
Rasa del mar, que trujo a mi memoria
Del heroico don Juan la heroica hazaña
Donde con alta de soldados gloria,
i con propio valor i airado pecho,
Tuve (aunque humilde) parte en la vitoria. 11
12. Después, no sé cómo ni cuándo, le apresaron los moros i le llevaron a Argel. De aquí coligen algunos que LA NOVELA DEL CAUTIVO es una relacion de las cosas de Cervantes.12i por eso añaden que sirvió en Flandes al duque de Alba, que alcanzó a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara llamado Diego de Urbina, i después, hecho ya capitán de infantería, se halló en la batalla naval yendo con su compañía en la capitana de Juan Andrea, de la cual saltó en la galera de Uchalí, rei de Argel, i, desviándose ésta de la que había embestido, estorbó que con sus soldados le siguiesen, i así, se halló solo entre sus enemigos, herido, sin poder resistir, i, en fin, de tantos cristianos vitoriosos sólo él gloriosamente cautivo. Todo esto i mucho más refiere de sí el cautivo que es el principal sujeto de la dicha Novela, el cual después de la muerte de Uchalí Fartax (que quiere decir el Renegado Tiñoso, porque había sido uno i otro), recayó en el dominio de Azanaga, rei cruelísimo de Argel, el cual le tenía encerrado en una prision o casa que los turcos llaman baños, donde encierran los cautivos cristianos, así los que son del rei como de algunos particulares i los que llaman de almacén, que es como decir cautivos del Concejo, que sirven a la ciudad en las obras públicas que hace i en otros oficios; i estos tales cautivos tienen mui dificultosa su libertad que, como son del común i no tienen amo particular, no hai con quien tratar su rescate. Uno de los cautivos que por aquellos tiempos había en Argel, juzgo yo que fue Miguél de Cervantes Saavedra, i tengo para esto una prueba manifiesta en lo que de él dijo el cautivo hablando de las crueldades de Azanaga: Cada día ahorcava el suyo, empalava a éste, desorejava aquél, i esto por tan poca ocasion, i tan sin ella, que los turcos conocían que lo hacía no más de por hacerlo i por ser natural condicion suya ser homicida de todo el género humano. Sólo libró bien con él un soldado español llamado tal de Saavedra, el cual, con haber hecho cosas que quedarán en la memoria de aquellas gentes por muchos años, i todas por alcanzar libertad, jamás le dio palo ni se lo mandó dar ni le dijo mala palabra; i por la menor cosa de muchas que hizo temíamos todos que había de ser empalado, i así lo temió él más de una vez i si no fuera porque el tiempo no da lugar, yo dijera ahora algo de lo que éste soldado hizo que fuera parte para entreteneros i admiraros harto mejor que con el cuento de mi historia. Hasta aquí Cervantes hablando de sí mismo en boca de otro cautivo, de cuyo testimonio consta que sólo fue soldado, i así se llamó en otras ocasiones,13 i no Alférez i Capitán, títulos con que se hubiera honrado a lo menos en el frontispicio de sus obras si los hubiera tenido. Cinco años i medio fue cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades.14 Volvió a España i se aplicó a la cómica. Compuso varias comedias que se representaron con aplauso por la novedad del arte i adorno de las tablas, el cual debieron al ingenio i buen gusto de Cervantes los Theatros de Madrid. Tales fueron LOS TRATOS DE ARGEL, LA NUMANCIA, LA BATALLA NAVAL i otras muchas,15manejando Cervantes el primero i último asunto como testigo de vista. También compuso algunas tragedias que fueron bien recibidas.16Su buen amigo Vicente Espinel, inventor de las décimas que por él se llamaron espinelas, le juzgó digno de ponerle en su ingeniosa Casa de la memoria,17 quejándose de la desgracia de su cautividad i celebrando la gracia de su genio poético en esta octava:
No pudo el hado inexorable avaro,
Por más que usó de condicion proterva
Arrojándote al mar sin propio amparo
Entre la mora desleal caterva,
Hacer, Cervantes, que tu ingenio raro
Del furor inspirado de Minerva
Dejase de subir a la alta cumbre
Dando altas muestras de divina lumbre.
Antes que Espinel explicó estos mismos pensamientos Luis Gálvez de Montalvo en uno de los sonetos que preceden a La Galatea, que dice así:
Mientras del yugo sarraceno anduvo
Tu cuello preso i tu cerviz domada,
i allí tu alma al de la fe amarrada
A más rigor, mayor firmeza tuvo,
Gozose el cielo, mas la tierra estuvo
Casi viuda sin ti, i desamparada
De nuestras musas la real morada,
Tristeza, llanto, soledad mantuvo.
Pero después que diste al patrio suelo
Tu alma sana i tu garganta suelta,
Dentre las fuerzas bárbaras confusas
Descubre claro tu valor el cielo,
Gózase el mundo en tu felice vuelta
i cobra España las perdidas musas.
La conclusion de éste soneto prueba que Miguél de Cervantes Saavedra, aun antes de ser cautivo, era ya tenido en España por uno de los más ilustres poetas de su tiempo.
13. Pero, como el informe que se tiene por los oídos no suele ser el más exacto, quiso Cervantes sujetarse al riguroso examen que hacen los juicios de los letores en vista de las obras. En el año, pues, 1584 publicó LOS SEIS LIBROS DE LA GALATEA, los cuales ofreció como primicias de su ingenio a Ascanio Colona, entonces avad de Santa Sofía i después presbítero cardenal con el título de la Santa Cruz de Jerusalén. Don Luis de Vargas Manrique celebró esta obra de Cervantes con un soneto que, por ser mucho mejor que los que suelen hacerse, le pondré aquí:
Hicieron muestra en vos de su grandeza,
Gran Cervantes, los dioses soberanos,
Y, cual primera, dones inmortales
Sin tasa os repartió Naturaleza.
Jove su rayo os dio, que es la viveza
De palabras que mueven pedernales;
Diana, el exceder a los mortales
En castidad de estilo con présteza;
Mercurio, las historias marañadas;
Marte, el fuerte vigor que el brazo os mueve;
Cupido i Venus, todos sus amores;
Apolo, las canciones concertadas,
Su ciencia las Hermanas todas nueve,
Y. Al fin, el dios Silvestre sus pastores.
14. Éste soneto es una igualmente verdadera que hermosa descripcion de la Galatea, novela en que Cervantes manifestó la penetracion de su ingenio en la invencion, su fecundidad en la abundancia de hermosas descripciones i entretenidos episodios, su rara habilidad en desatar unos ñudos al parecer indisolubles, i el feliz uso de las voces acomodadas a las personas i materia de que se trata. Pero lo que merece mayor alavanza es que trató de amores honestamente, imitando en esto a Heliodoro i Atenágoras; de los cuales aquél nació en Emisa, ciudad de Fenicia, i escribió Los amores de Teágenes i Clariquea; i éste no se sabe si vivió jamás porque, si son verdaderas las conjeturas del sabio obispo de Avranches Pedro Daniel Huet, Guillermo Filandro fue el que compuso la NOVELA DEL PERFETO AMOR i la prohijó a Atenágoras. Como quiera que sea, nuestro Cervantes escribió las cosas de amor tan aguda i filosóficamente que no tenemos que enbidiar a la voracidad del tiempo las Eróticas o libros amorosos de Aristóteles, de sus dos dicípulos Clearco i Teofrasto, i de Ariston Ceo, también peripatético. Pero esta misma delicadeza con que trató Cervantes del amor temió que había de ser reprehendida, i así, procuró anticipar la disculpa: Bien sé (dice) lo que suele condenarse exceder nadie en la materia del estilo que debe guardase en ella, pues el Príncipe de la poesía latina fue calumniado en algunas de sus églogas por haberse levantado más que en las otras i así, no temeré mucho que alguno condene haber mezclado razones de filosofía entre algunas amorosas pastoras que pocas veces se levantan a más que tratar cosas de campo, i esto con su acostumbrada llaneza. Mas, advirtiendo que muchos de los disfrazados pastores de ella lo eran sólo en el hábito, queda llana esta objeción. No tuvo Cervantes igual disculpa que alegar en satisfacion de otra censura que viene a parar en una nota de la fecundidad de su ingenio, i es que entretejió en esta su novela tantos episodios que su multitud confunde la imaginacion de los letores por atenta que sea, porque, enlazados unos con otros, aunque con gran artificio, éste mismo no da lugar a seguir el hilo de la narracion, frecuentemente interrumpida con nuevos sucesos. Bien lo conoció él, i aun lo confesó cuando en boca del cura Pero Pérez (que era hombre docto, graduado en Sigüenza) i del barbero maese Nicolás introdujo éste coloquio: Pero ¿qué libro es (preguntó el cura) ese que está junto a él? (habla del Cancionero de Lope Maldonado). LA GALATEAde Cervantes (dijo el barbero). Muchos años ha (respondió el cura) que es grande amigo mío ese Cervantes, i sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invencion, propone algo i no concluye nada. Es menéster esperar la segunda parte que promete. Quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega i entretanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada.18No llegó el caso de publicar la Galatea, aunque la prometió muchas veces.19 Una cosa noté algunos años ha20 i la repito ahora por ser propia del asunto, i es que el estilo de La Galatea tiene la colocacion perturbada i por eso es algo afectado. Las voces de que usa son mui propias; su construccion, violenta por ser desordenada i contraria al común estilo de hablar. Imitó en esto los antiguos libros de cavallerías, se conoce que de industria i por el deseo que tenía de la novedad, pues su dedicatoria i prólogo tienen la colocacion más natural, i las obras que publicó después mucho más, de suerte que son una manifiesta retractacion de su antiguo error. En La Galatea hai coplas de arte menor de suma discrecion i dulzura por la delicadeza de los pensamientos i suavidad del estilo. Sus composiciones de arte mayor son inferiores, pero hai en ellas muchos versos que pueden competir con los mejores de cualquier poeta.
