Viajar y meditar - Sarah Samuel - E-Book

Viajar y meditar E-Book

Sarah Samuel

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Beschreibung

Sarah Samuel, viajera incansable y exploradora de diversas tradiciones espirituales, nos anima en este libro a viajar de manera consciente, a desarrollar la capacidad para estar presentes en aquello que experimentamos durante los encuentros y descubrimientos que encierra cada itinerario.

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Edición en formato digital: mayo de 2021

 

Título original: Mindful Travelling.

Journeying the World, Discovering Yourself

Text © Sarah Samuel

Design and Layout © Quarto Publishing Plc,

for its Imprint The Ivy Press Limited, 2019

© De la traducción, Ana Doblado Castro

This translation of Mindful Travelling originally published in English in 2019 is published by arrangement with Quarto Publishing Plc, for its Imprint The Ivy Press

Diseño gráfico de la colección: Gloria Gauger

© Ediciones Siruela, S. A., 2021

 

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

 

Ediciones Siruela, S. A.

c/ Almagro 25, ppal. dcha.

www.siruela.com

 

ISBN: 978-84-18708-87-9

 

Conversión a formato digital: María Belloso

Índice

INTRODUCCIÓN

 

CAPÍTULO UNOUN ENFOQUE CONSCIENTE PARA VIAJAR

 

CAPÍTULO DOSUNA INTENCIÓN CONSCIENTE

 

CAPÍTULO TRESUN VIAJE A NUESTRO INTERIOR

 

CAPÍTULO CUATROAPROVECHAR NUESTRA EXPERIENCIA

 

CAPÍTULO CINCOSOBRECOGIDOS POR EL MUNDO QUE NOS RODEA

 

CAPÍTULO SEISUN MUNDO LLENO DE PARADOJAS

 

CAPÍTULO SIETELA VUELTA A CASA

 

AGRADECIMIENTOS

 

 

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

La conciencia plena surge sin esfuerzo cuando viajamos. Cuando nos tomamos tiempo para apartarnos de nuestras rutinas diarias y adentrarnos en entornos nuevos, nos hacemos más presentes de forma natural. Nos abrimos a lo emocionante y lo desconocido, obligados a prestar atención a medida que nuestros sentidos responden a estímulos nuevos, ya sea contemplando paisajes inusuales, ya saboreando alimentos exóticos o mirando a las personas del lugar. Mientras respondemos sin esfuerzo al ahora, nos abrimos también a distintos aspectos de nosotros mismos, extendiendo nuestra apreciación no solo al mundo que nos rodea, sino también a nuestro mundo interior y a la alegría de estar vivos.

 

RECORRER EL MUNDO, SENTIRSE VIVO

Vivimos en un mundo impresionante. Si me detengo un momento a valorar los millones de paisajes, ciudades y culturas que podría visitar, me siento como una niña en la cueva de las Maravillas de Aladino. Me llena una sensación de oportunidad, emoción y libertad.

 

Viajar es un banquete para los sentidos, y nos da la oportunidad de explorar y hallar algo nuevo y emocionante cada día. Hay multitud de destinos para elegir: playas de aguas turquesas bordeadas de palmeras, cordilleras abruptas y barrancos profundos, ciudades llenas de vida con mercados bulliciosos, selvas tropicales, y yermos desiertos. Hay templos budistas, rascacielos, y aldeas medievales coronando colinas. Hay gentes con diferentes lenguas y culturas, y cocinas con gran variedad de sabores y aromas.

Cuando nos trasladamos de una cultura a otra, nos convertimos de un modo natural en observadores, capaces de traer calma al ajetreo del mundo que nos rodea. Nuestros sentidos se agudizan mientras respondemos a nuevos sonidos, olores e imágenes.

 

El viaje perfecto

Hoy más que nunca todo tipo de personas tienen la oportunidad de viajar. Los medios actuales nos permiten saber todo lo que deseemos sobre la mayoría de los lugares del mundo: cómo llegar, dónde dormir, qué hacer, dónde comer... Podemos comprar vuelos y reservar habitaciones de hotel en un instante. Las reseñas de otros viajeros evalúan estos lugares para que sepamos qué esperar y podamos diseñar nuestro viaje perfecto.

A pesar de lo maravillosos que son estos recursos, el viaje perfecto no puede encontrarse en una guía, un mapa o una página web. El viaje perfecto se halla en la capacidad para abrirse y estar presentes en todo lo que experimentemos, y a menudo son las experiencias no planificadas las que más nos deleitan, desde los encuentros fortuitos con las gentes amigables del lugar hasta los rincones escondidos que descubrimos cuando nos perdemos.

 

«Todos los viajes tienen destinos secretos que el viajero ignora».

De Hasidism and Modern Man,MARTIN BUBER

 

 

La conexión con lo que nos hace sentirnos vivos

En el fondo, viajar tiene que ver con la conexión. Al sacarnos de nuestra vida cotidiana para conectarnos con los seres que amamos, con la tierra o con nosotros mismos, ganamos perspectiva sobre nuestra propia vida y sobre lo que es importante para nosotros. Con la conciencia puesta en cada etapa del viaje, ya sea con la paciencia que requiere embarcar en un avión o por medio del placer de hincar los dientes en un higo maduro calentado al sol, nos sacudimos lo mundano de nuestro interior, de modo que nuestra vida se vuelve más amplia, y el conocimiento de nuestro yo, más profundo.

Una idea errónea común sobre la conciencia plena es que su objetivo es ayudarnos a sentirnos más relajados y felices; esto tan solo es una verdad a medias. Al tomar conciencia de todo lo que es, interferimos en el statu quo confrontando aspectos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea que, de otra manera, preferiríamos evitar. Nuestro mundo es un lugar tanto milagroso y bello como despiadado e injusto. No podemos desconectarnos de lo uno y sentir solo lo otro. Al viajar abriendo nuestro corazón, abrazamos tanto el dolor como la alegría del mundo y de nuestra vida.

 

Sobre este libro

Este libro no trata tanto de adónde viajar como de cómo y por qué hacerlo, de modo que viajar se convierta en una experiencia alegre y enriquecedora. Trata de cómo mantenerse abierto, curioso y presente mientras se entra en lo nuevo y lo desconocido, abandonando la necesidad de planificar y controlar. Mi intención es motivarte para que aceptes la sensación de libertad que implica dejar atrás tu hogar para seguir una senda abierta, con infinidad de posibilidades y un potencial emocionante.

Se te animará a salir de tu zona de confort para que experimentes emociones que te permitan sentir tus límites y, en consecuencia, sentirte completamente vivo; a observar qué es lo que te lleva a determinados lugares y gentes; y a detenerte a pensar que al viajar puedes aprender de ti mismo más allá de tu propia cultura y tu yo condicionado. Sugiero formas de hacer frente a muchos retos a los que nos hemos de enfrentar cuando viajamos, y de cómo integrar un mundo (y una vida, la nuestra) que puede estar lleno de paradojas. Exploro lo que significa abarcar la riqueza y diversidad de la vida sintiendo al mismo tiempo la unidad de ser humano. Y, para terminar, doy ideas sobre cómo traer contigo a casa la experiencia del viaje: permaneciendo abierto, curioso y presente ante todo lo que hay en tu vida cotidiana.

 

 

 

CAPÍTULO UNO

UN ENFOQUE CONSCIENTE PARA VIAJAR

Paradójicamente, nuestra capacidad para disfrutar de los viajes viene determinada por nuestra capacidad para estar en calma. No podemos apreciar del todo un lugar hasta que no somos capaces de estar presentes en él por completo. Dejar atrás nuestro hogar puede producir ansiedad y una sensación de vulnerabilidad, pero más allá nos aguarda la oportunidad de presenciar, y formar parte de, las maravillas naturales, culturales y arquitectónicas del mundo, lo cual nos empuja al momento presente y nos da una perspectiva de nuestra propia vida. Si lo permitimos, comenzamos a conectar de una forma más profunda con el asombro de la vida y la sensación de estar vivos que genera.

 

VER CON LOS OJOS ADECUADOS

Siempre me ha fascinado la capacidad de ser transportada desde mi entorno familiar a mundos aparentemente nuevos, en los que mi percepción y conocimiento del mundo tal y como lo conozco se reinventa y deleita de manera constante.

 

No obstante, aunque tengamos la fortuna de ver en persona los paisajes esenciales de Islandia, las estupas sagradas de Birmania, los brumosos valles de Escocia o las ajetreadas aceras de Nueva York, nuestra capacidad para apreciar dónde estamos depende en última instancia de nuestra actitud ante la vida y de cómo nos sentimos por dentro. En cualquier parte, para una persona malhumorada la comida nunca será lo bastante buena, el viaje nunca será lo bastante tranquilo y la gente nunca será lo bastante acogedora. Podemos viajar para alejarnos de todo, pero dondequiera que vayamos vamos con nosotros mismos.

Cuando experimentamos algo nuevo, nuestra mente está muy activa agitando nuestras emociones. Mientras interpretamos, imaginamos, esperamos, anhelamos y reflexionamos, nos acercamos a lo que nos rodea. Nuestra experiencia depende de todo lo que le aportemos: recuerdos, sentimientos, sensaciones físicas y pensamientos. Si queremos mejorar nuestra experiencia, debemos ser conscientes de cómo estamos en cada momento. Puede que sea una tarea difícil, pero, al ser conscientes de todo lo que somos, tenemos la oportunidad de cambiarlo. Esto es la conciencia plena. Cuando somos curiosos y aceptamos lo que hay, nos abrimos a nuevas posibilidades.

 

 

«No vemos las cosas como son.Las vemos como somos».

ANÓNIMO

 

Abrir los ojos al mundo que nos rodea y a nuestro mundo interior

Cuando adoptamos un enfoque consciente de los viajes, ponemos la intención en estar más atentos a lo que sucede en nuestro interior y a nuestro alrededor, con el fin de entender cómo vemos el mundo a través de nuestros propios ojos. Descubrimos más sobre nuestra relación única con el mundo: lo que llama nuestra atención, lo que nos estimula y lo que no nos gusta. También nos volvemos más conscientes de nuestros sentimientos y emociones, y de cómo estos influyen en nuestra interpretación del mundo y en nuestras experiencias.

Nuestra capacidad para apreciar de verdad dónde estamos, en cualquier momento, depende absolutamente de nuestra capacidad para estar en calma. Los momentos de viaje que han quedado más vívidos en mi memoria son aquellos en que lo que estaba ocurriendo dentro de mí —ya fuese ira, emoción, alegría o tristeza— se calmaba y yo podía estar presente por completo en lo que me rodeaba, ya fuese prestar toda mi atención a una flor, a sus texturas, colores y perfume, o sentarme en la ladera de una colina y contemplar el valle y las cimas circundantes. En esa calma yo formo parte de la escena, estoy conectada a todo lo que es y consciente al mismo tiempo de mi propia respuesta a ello. Son estos momentos los que podemos grabar para siempre en nuestra memoria para volver a ellos una y otra vez.

Cuando entramos en la quietud, nos convertimos en observadores más conscientes de todo lo que es. Cuando dejamos de lado la necesidad de cambiar algo, podemos reconocer y aceptar las cosas como son, abriéndonos a todo lo que nos rodea y a lo que surge de forma natural en nuestro interior. Mientras viajamos, es esta sensación de quietud lo que también nos va a sostener en los momentos más difíciles, manteniéndonos en la confianza de que la calma permanece y puede encontrarse si le damos una oportunidad. Aunque parece fácil, ser consciente del pensamiento y dejarlo ir requiere práctica, y por esta razón muchas personas se inician en la meditación.

 

EJERCICIO DE CONCIENCIA PLENA

PERMANECER QUIETO

 

Cuando te sientes a leer este libro, tómate cinco minutos para permanecer quieto. Ponte cómodo, de preferencia sentado en un espacio sin distracciones. Puedes sentarte ante tu escritorio, en un sillón o en el suelo, con las piernas cruzadas.

 

• Cierra los ojos y céntrate en tu respiración. Limítate a dejar que tu respiración sea como es. Sigue su ascenso y descenso, y resístete al impulso de cambiarla. Tan solo observa cómo es.

• Pueden llegarte pensamientos que te alejen de esta consciencia. Si lo hacen, vuelve con suavidad a tu respiración.

• Tras aproximadamente un minuto, siente el cambio en tu ser como resultado de haber realizado este ejercicio. ¿Estás más centrado o tranquilo? ¿Quieres seguir o quieres dejarlo ya? ¿O tal vez te estás regañando porque piensas que no lo estás haciendo bien? Si es así, mira si puedes permitirte equivocarte. El fin de este ejercicio es ser consciente de cómo eres, no ser perfecto.

• Pasados unos minutos, abre los ojos. Con la mirada relajada, toma conciencia de todo lo que tienes al alcance de la vista. Céntrate en un objeto, tal vez una planta, un lápiz o una taza. Fíjate en el detalle, su quietud o su movimiento, su color y su forma. ¿Empiezas a sentir más vibración en las cosas? ¿Habías percibido este nivel de detalle antes?

• De vez en cuando, durante el día, dedica unos minutos a concentrarte en tu respiración y luego observa lo que te rodea.

 

 

Meditación de la conciencia plena

La meditación de la conciencia plena se suele hacer sentado o caminando por algún sitio en el que no haya distracciones, con el fin de centrarse en los sonidos, imágenes y aromas que nos rodean, o de centrarse en el interior, tal vez en nuestra respiración o en un mantra. Los pensamientos pueden surgir y empezar a imponerse. Este es un esquema habitual para muchos, pero centrarse en la respiración o en un mantra ayuda a volver al momento presente. A medida que nos hacemos más conscientes del ahora, dejando de lado nuestros pensamientos, nos permitimos sentir de forma más plena, y de manera natural se despierta nuestra curiosidad por lo que estamos experimentando. Cuando aplicamos este enfoque a cualquier aspecto de nuestra vida, nuestra experiencia mejora y se hace más profunda.

 

«El mindfulness proporciona un camino sencillo pero potente para desbloquearnos y ponernos de nuevo en contacto con nuestra propia sabiduría y vitalidad».

De Inocentes en el extranjero,MARK TWAIN

 

¿Qué nos impide permanecer quietos?

Todos nacemos queriéndonos, pero, según se desarrolla nuestra vida, solemos perder ese sentimiento y acabamos creyendo que no somos bastante tal y como somos. De niños aprendemos enseguida que hay ciertos comportamientos que se aprueban y otros que no. La mayoría de los niños intentan que sus padres los quieran y de ese modo empiezan a amoldarse. Esta actitud continúa cuando vamos al colegio, iniciamos relaciones y empezamos a trabajar. Aprendemos qué es aceptable y qué no, a pesar de que es probable que sintamos cosas que no se adecuan a lo que consideramos adecuado, cosas como ira, celos o tristeza. También puede que descubramos que no cumplimos con lo que los demás esperan de nosotros, tal vez porque no estudiamos con suficiente empeño o no seguimos las creencias religiosas de nuestros padres. Es muy común seguir toda nuestra vida adulta creyendo que no estamos a la altura tal como somos y seguir necesitando hacer más para demostrar lo que valemos y para que nos quieran. A menos que empecemos a sentirnos bien tal y como somos justo ahora, con todas nuestras decepciones, aparentes defectos y sentimientos de falta de valía, ningún esfuerzo nos va a llevar hasta allí en el futuro.

Para mí, la meditación es el espacio al que entro en el interior de mí misma que me permite aceptar que valgo tal y como soy, y que todo lo que me rodea es tal y como tiene que ser. Es un espacio de compasión y amor incondicional a mí misma.

Esto es increíblemente liberador. Muchas de nuestras acciones están impulsadas por el deseo de lograr, crecer, recibir aprobación, hacer dinero o sentirnos mejor que ahora. Cuando podemos parar y limitarnos a ser, dejamos de sentir esa presión. Si nos detenemos durante un momento, nos suelen llegar pensamientos que nos dicen que hay que seguir, que hay que responder a ese correo electrónico, pasar la aspiradora o preparar la comida. Estas llamadas de atención pueden parecer muy apremiantes y puede que nos sintamos obligados a actuar. Lo que está ocurriendo en realidad es que nuestro ego intenta impedir que estemos quietos, porque su función es decirnos que necesitamos «hacer» o «lograr» y que no somos bastante tal y como somos.

La adicción a estar ocupados

Suelo tener una lista de cosas que hacer. La autodisciplina es un atributo importante que nos permite hacer las cosas, pero en ocasiones lo que nos gustaría hacer puede acabar siendo una tarea porque lo estamos haciendo con la sensación de necesitar aprobación, por miedo al fracaso o por no querer decepcionar a los demás. Por ejemplo, escribir este libro es algo que me gusta hacer, pero solo cuando me siento inspirada. Hay días en que siento la presión de tener que escribir algo porque se acerca una fecha de entrega, pero no se me ocurre nada. Empiezo a temer no entregar nada o no tener nada que decir. Mi miedo a no conseguir logros y a no recibir la aprobación externa hace sonar el látigo que exige que rinda y mi creatividad se asfixia.

Solo cuando me recuerdo a mí misma que estoy bien como estoy, permitiéndome ser como soy y permitiendo que la vida sea como es, tanto si escribo este libro como si no, tanto si mi apartamento está limpio como si no, tanto si estoy presentable como si no, solo entonces mi creatividad aflora de nuevo. Desde este punto de aceptación interior, la vida resulta ser una lucha mucho menor.

El problema para muchos de nosotros no es que no estemos haciendo bastante, sino que no estamos siendo bastante. La lista de cosas pendientes es interminable; nunca lo haremos todo. Y es que las cosas no obedecen a nuestros actos, sino a nuestro ser. Dicho de otro modo, podemos encontrarnos como si fuéramos una orquesta sin director. El director equivale a nuestro «ser» o nuestra esencia, que unifica nuestros actos en algo de lo que somos conscientes y que contribuye a nuestro bienestar a largo plazo. Solo podemos conectar con nuestra esencia cuando damos cabida a la quietud.

 

Parar y reconectar

Cuando viajamos, puede que abandonemos la lista habitual de «cosas pendientes» que tenemos en casa para sustituirla por otra lista de «cosas que hacer». En esta pueden estar todas las cosas que podemos visitar, todas las actividades que podemos realizar o todos los regalos que tenemos que comprar. Creemos que es necesario tener algo que enseñar de nuestro viaje o que tenemos que adquirir alguna experiencia.

No obstante, si durante un momento de nuestro viaje nos tomamos unos instantes para tan solo detenernos y ser —abandonando cualquier necesidad de hacer, tal vez siendo conscientes de nuestra respiración o centrándonos en un aspecto de lo que nos rodea—, volvemos a conectar con nuestra alma. Cuando permitimos que todo sea como es, sintamos lo que sintamos (impaciencia, ansiedad o alegría), y aceptamos que todo está bien tal y como está, nuestra experiencia deja de basarse en cálculos y en si somos capaces de contar lo que hemos hecho, y se centra más en valorar los dones de cada momento. Estos momentos son puertas que se abren a una conciencia mucho más amplia y nos permiten empezar a seguir a nuestra curiosidad, intuición y alegría.

 

EJERCICIO DE CONCIENCIA PLENA

UN MOMENTO PARA LA CONCIENCIA PLENA

 

De vez en cuando, de viaje o en la vida diaria, hazte el propósito de parar uno o dos minutos y practicar un momento de conciencia plena.

 

• Presta atención a tu respiración, a su ascenso y descenso.

• Nota cómo te sientes: relajado, ansioso, emocionado...

• Echa un vistazo a tu alrededor. Deja que tu atención se pose en algo, quizá un libro, un árbol o el cielo.

• Siente curiosidad por las formas, colores o texturas que ves.

• Observa cómo te sientes después de hacer esto. ¿Estás más tranquilo, sientes más curiosidad, o estás más centrado?

• Puedes continuar, si quieres, con estas preguntas o volver a lo que estuvieras haciendo antes.