Y el mundo está ahí - Rafael Felipe Oteriño - E-Book

Y el mundo está ahí E-Book

Rafael Felipe Oteriño

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Beschreibung

Imagina que todo recomienza y que tu cuerpo está ahí, rodeado de plantas y animales, bajo la columna y el dintel, mientras voces jamás oídas golpean a la puerta; que das un paso y otro y que nada se opone a los siguientes. Imagina que espíritus protectores te acompañan, hasta una calle dormida en la que se oyen voces anteriores. Imagínalo, porque todo eso ya pasó: las casas fueron tapiadas y los ángeles de la infancia abandonaron sus puestos; las columnas continúan firmes con su dintel, un silbido nuevo ensordece el día, Y el mundo está ahí, con una pluma de ave del paraíso en cada puerta, para quien sea capaz de dar el próximo paso y los siguientes.

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Rafael Felipe Oteriño

Y el mundo está ahí

ColecciónEl Auradirigida por Eduardo Álvarez Tuñón y Mario Sampaolesi

Oteriño, Rafael Felipe

Y el mundo está ahí / Rafael Felipe Oteriño ; dirigido por Eduardo Alvarez Tuñón ; Mario Sampaolesi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2019.

Libro digital, EPUB - (El aura / Sampaolesi, Mario; Alvarez Tuñón, Eduardo)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-599-588-8

1. Poesía. 2. Poesía Argentina Contemporánea. I. Alvarez Tuñón, Eduardo, dir. II. Sampaolesi, Mario, dir. III. Título.

CDD A861

Foto de tapa: Carolina Uribe

©Libros del Zorzal, 2019

Buenos Aires, Argentina

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la Ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de este libro, escríbanos a: <[email protected]>.

Asimismo, puede consultar nuestra página web:

<www.delzorzal.com>.

Índice

Prólogo

I. Más de un amanecer

Acechos | 9

Los fines lejanos | 10

Un cielo | 11

El sueño del paraíso | 12

Joaquín | 13

Lo que llevamos dentro | 14

Esta piedra | 16

Alter ego | 18

Poética | 20

La palabra que huye | 22

Una patria | 23

Canción | 25

El poema nunca se termina de escribir | 27

Antes de responder | 28

Palabras | 29

Y el mundo está ahí | 31

A contramarcha | 32

Bebí, mordí, esperé | 33

La fotografía | 35

Esta calle | 36

II. Citas no concertadas

El puente Mirabeau | 38

Lo débil | 40

Ignoro | 42

Ciudad de árboles altos | 44

Morada | 48

Fin de año | 49

El pensamiento | 51

Dificultades de la poesía | 53

Natacha | 54

Nubes | 55

En la laguna | 57

La luz | 58

Dasein | 60

Apariciones | 62

Sala de lectura | 63

En el instante | 65

La visita de los reyes magos | 66

Otras voces vendrán | 68

III. Para una biografía

En mi estudio | 70

Historia familiar | 72

Domingos | 73

Tessera hospitalis | 74

Edad | 75

Nuestro secreto | 76

Y vino el río | 78

Para una biografía | 80

Casas | 81

Mi madre | 83

Metaxú | 84

IV. Postales

Gracias | 87

Prólogo

Este no es un libro confesional, aunque contiene algunas confesiones. Fue motivado por atisbos y visiones más que por certidumbres. Lecturas, una palabra retenida al azar, el devenir de un hecho, algún recuerdo que se negaba a desaparecer, operaron como desencadenantes del verso.

No lo escribí para decir algo que sabía de antemano sino para esclarecer partes (“partes” en el sentido de fragmentos y de mensajes) de lo desconocido que quería explorar. Al cabo, para crear una zona iluminada donde pudiera hacer pie.

Contiene imágenes, ritmos, figuras de luz y sombra –físicas y mentales– con las que busqué poner en acto lo indecible mediante las formas, tiempos y espacios, paisajes y representaciones familiares de lo decible.

Cualquiera de esas alusiones podría haber dado nombre al conjunto, pero, finalmente, ganó lugar la frase que define el título. Con ella quiero destacar el asombro de que todo eso esté ahí, con la interpelación y la oscuridad de su sentido.

Lengua en estado especial, lenguaje dentro del lenguaje, palabra que habla de sí misma, la poesía –y a través de ella el poeta– da cita a una realidad que no existe fuera del orden de las correspondencias y analogías.

Muestra de que un poema nunca se termina de escribir, sumé al conjunto dos piezas de libros anteriores que tenían distinta resolución y que ahora, en renovada faz, se exponen nuevamente al compromiso de la expresión.

Menciono puertas, ventanas, muros y escaleras. Son símbolos que fueron pasajes en el camino de la escritura. Tal es el horizonte de estos poemas. Un universo sujeto a desplazamientos y desgaste, en el que nada muta definitivamente si no es para volver transfigurado.

R.F.O.

Aunque los lugares siguen en pie, la memoria los transfigura y los redime.Como no puede modificarlos, los ilumina.

Tomás Eloy Martínez

Trata de ser preciso y te verás obligado a ser metafórico.

Middleton Murry

IMás de un amanecer

Acechos

Acechos: el día que transcurre lento

con el sol filtrándose por la ventana;

las vísperas de la noche, que nunca es un fin

sino, como todas las cosas, un comienzo;

la niebla que, al cabo de unas horas, se disipa;

el viento que, según el pronóstico,

será seguido por días calmos;

las hojas en las ramas, las olas en la arena,

los ojos cerrados y la confianza

de que el amanecer no está lejos.

Los libros leídos más de una vez,

alineados en los estantes;

el rostro de los hijos, igual al de ayer,

ahora surcado por inviernos;

el peso de las palabras y el instante

en el que volvemos a pronunciarlas,

porque en la repetición hay algo inédito.

La incontinencia de la memoria;

las horas deslizándose lentas;

cuando decimos “no”, “no quiero

estar en otro lugar” –losas frías,

puertos confinados: no ahora, no aquí–;

cuando los comienzos son anchos como soles

y en todos hay un árbol y una sombra.

Furtivamente nace el día: anónimo, espectral,

con este primer huésped como testigo.

Los fines lejanos

Pájaros y nubes cruzan hacia un cielo desconocido.

Los empuja el viento y la primavera

que se desprende de las hojas.

Nada saben del camino ni del final del camino.

Viajan hacia donde los lleva el viento,

no como heraldos sino como peregrinos.

Ni la tierra ni el cielo los conocen, igual que a nosotros.

La tierra les da un rumbo para llegar

y se aparta para soñarlos.

El cielo les promete un horizonte