¿Y si...? - Sandra Ovies Fernández - E-Book

¿Y si...? E-Book

Sandra Ovies Fernández

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Beschreibung

Una deliciosa novela sobre la condición humana; cargada de optimismo, alegría, ganas de vivir y humor, todo ello en el idílico escenario de Asturias. Es un canto a las segundas oportunidades. Nunca es tarde para perseguir los sueños y un recordar que no hay mayor fracaso que no intentar las cosas. Trata, fundamentalmente, sobre el miedo. La aprensión que acompaña al ser humano cuando siente, cuando sufre, cuando se enfrenta a los cambios. También trata del amor y de los límites que le acompañan. La protagonista principal es Salma; alrededor de ella se construye la trama de la novela: por un lado, Alicia y Tristán, profundamente enamorados pero temerosos hacia el futuro. Por otro lado, Tomás y Manuela, separados por el recelo de enfrentar el amor que sentían en la juventud, y que con el paso de los años no ha cambiado y sigue tan intacto como el primer día. Y, por último, Flavia y Sergio, un matrimonio ejemplar, enamorados, que verán cómo la vida les pone a prueba. ¿Has sentido miedo alguna vez? ¿Te has enamorado? ¿Has albergado esperanzas que no se han cumplido? ¿Has cometido errores por ser impaciente? Si la respuesta es sí, querido lector, entonces comprenderás por qué he querido que el Tiempo, el Amor y la Paciencia fueran personajes más de esta novela que, en un diálogo irreal y metafórico, se mezclan en la vida del resto de personajes y se relacionan con ellos.

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Seitenzahl: 232

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Dedicatoria

A mis padres, Esther y Arcadio, que ya no están, pero desde algún lugar lo estarán viendo y sonriendo.

Sobre la autora

Sandra Ovies Fernández, vive en Asturias. De madre leonesa y padre asturiano, es Graduado Social. Es fundadora, directora y redactora en la revista digital literaria El Gato Negro, también colabora con diferentes periódicos.

Su último libro es un libro de relatos cortos El Misterio del Guante Rojo, ha publicado un libro infantil Los Viajes de Miguelito, la novela Un Espejo Azul, reedición de El Espejo Azul, Sí, quiero, son las memorias de su madre que recopilo después de su fallecimiento. También ha colaborado en la obra colectiva promovida por la editorial Playa de Ákaba, Generación Subway.

¿Y si…? Es la redición del Hombre que inventó la duda.

Web / Blog:

https://sandraovies.com/

http://revistaliterariaelgatonegro.com/

«Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón».

Mario Benedetti

«Lo despiadadamente que —dicho sea de paso— me trata el destino... Como una tormenta a una pequeña embarcación...»

El jardín de los cerezos,Anton Chejov (Epijodov)

NOTA DE LA AUTORA

Querido lector, te encuentras ante la reedición del Hombre que inventó la duda. El libro fue publicado anteriormente por ese motivo he decidido volver a reeditarlo con otro título que se ajusta más a la esencia del libro, el famoso ¿Y si…? Tres letras que puestas una detrás de otra pueden condicionar e incluso cambiar nuestra vida.

¿Has sentido miedo alguna vez? ¿Te has enamorado? ¿Has albergado esperanzas que no se han cumplido? ¿Has cometido errores por ser impaciente? Si la respuesta es sí, querido lector, entonces comprenderás por qué he querido que el Tiempo, el Amor y la Paciencia fueran personajes más de esta novela que, en un diálogo irreal y metafórico, se mezclan en la vida del resto de personajes y se relacionan con ellos.

Desde el minuto uno debes saber que este texto va más allá de un mero impulso narrativo. Y que, al igual que sucede en una obra de teatro, hay varios registros en este texto y personajes conceptuales que se vuelven reales para ordenar el curso de la narración en escenas, en secuencias, en diálogos simultáneos y relativos al observador.

Querido lector, tienes ante ti un texto relativista donde las ideas abstractas de tiempo y espacio se vuelven, si cabe, más complejas de lo habitual para chocar con la literatura, con la filosofía y con el propio concepto físico del tiempo.

He querido que el observador de esta historia seas tú y que todo lo demás esté en constante movimiento. Porque, ¿qué es la vida sino un movimiento permanente? ¿Un paso de una escena a otra, de un momento a otro?

Este texto que tienes ante ti intenta maximizar la entropía de la narración caracterizando y volviendo reales, físicos, personajes que no lo son. Intento mostrar cómo nuestras virtudes, nuestros sentimientos y nuestros defectos nos dominan, nos manipulan y nos manejan a su antojo nuestra vida. Nuestra forma de considerar el Tiempo está ligada al modo en el que pensamos; en esta novela el tiempo es imaginario y visual: una línea perpendicular a nuestra propia vida que se convierte en una búsqueda sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral. Ya decía Nietzsche que tras toda verdad lo que se esconde es el olvido de su origen.

Ruego que me perdones el antropomorfismo que adoptan el Tiempo, el Amor y la Paciencia en la novela, me ha servido para reivindicar radicalmente la fugacidad de la vida y examinar cada momento como algo Absoluto. Te invito a reflexionar sobre el infinito, sobre el eterno retorno del tiempo, sobre la verdad y sobre la mentira, sobre la realidad y la ficción, sobre la duda, en este pequeño libro que intenta trazar un puente entre la narrativa y el teatro para sorprender y atrapar al lector desde el primer momento.

Indice

PERSONAJES

I LOS TRES AMIGOS

ACTO 1

ACTO 2

II LA ARMADURA DEL CABALLERO DEL SIGLO XXI

ACTO 4

III SALMA Y EL ESPEJO AZUL

ACTO 6

IV LA VIDA ES UNA PERSISTENTE SUCESIÓN DE ACONTECIMIENTOS

V DESNUDANDO EL ALMA

ACTO 9

VI LA LEYENDA DEL HIJO ROJO DEL DESTINO

ACTO 11

VII LA LIBRERÍA CON ESCALERA EN ESPIRAL

VIII LA CASA DE CUDILLERO

IX EL GRUPO DE LECTURA

ACTO 15

X PENÉLOPE Y EL SÍNDROME DE STENDHAL

ACTO 17

XI EL HOMBRE QUE INVENTÓ LA DUDA.

ACTO 19

XII EL PUENTE DEL BESO

ACTO 21

XIII MISTERIOS DEL AMOR

ACTO 23

XIV CÓMO HAN PASADO LOS AÑOS…

ACTO 24

XV ¿QUÉ ES LO CONTRARIO AL AMOR?

ACTO 26

XVI LAS CINCO AMIGAS Y UNA MÁS

XVII EL MUNDO A VECES ES UNA GRAN SOPA

XVIII ¿Y SI…?

ACTO 30

XIX LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA

ACTO 32

XX LAS PALABRAS QUE NUNCA TE DIJE

ACTO 34

ACTO 35

XXI COMIENDO EN MÍ CASA

ACTO 37

EPÍLOGO

Recetas

Trucha asalmonada al horno rellena de anchoas

Tarta de queso con sirope de fresa y frutos rojos

Las recetas de María Jesús Arviza Fernández

Los Frixuelos de María Jesús

PERSONAJES

Salma. Joven de unos 30 años, belleza exótica acorde a sus orígenes mexicanos. Profesora de primaria y amiga de Alicia.

Alicia. Joven de unos 30 años, amiga de Salma y enamorada de Tristán. Escritora de guías turísticas.

Tristán. Señor de unos 50 años, moreno, atractivo. Editor jefe. Enamorado de Alicia y casado con Malena.

Tomás. Detective jubilado de unos 70 años con la elegancia y atractivo que los años dan. Enamorado de Manuela.

Manuela. Gerente de su propio negocio, jubilada y enamorada de Tomás

Flavia. Señora de unos 60 años, médica y que va dar un cambio radical a su vida. Casada con Sergio y madre de Xana.

Sergio. Señor de unos 60 años, médico; esposo de Flavia y padre de Xana.

Xana. Mujer de unos 40 años, hija de Flavia y Sergio. Gerente de su propio despacho jurídico y amiga de Salma.

La Paciencia (Penélope). Joven atractiva que comienza a trabajar con Alicia y se hace amiga de Salma, Xana y Flavia.

El Tiempo (Guillermo). Señor atractivo de unos 60 años que regenta una librería.

El Amor (Adrián). Joven de unos 30 años, atractivo. Trabaja con Tristán y se hace amigo de Salma, Alicia, Flavia y Xana a través de Penélope.

Zacarías. Un lindo gatito atigrado naranja, común europeo común, mascota de Salma.

I

LOS TRES AMIGOS

ACTO 1

Adrián está sentado cómodamente y escuchando el sedante murmullo de la lluvia al estrellarse contra la ventana. De repente un sonido familiar capta su atención: el móvil le avisa que ha llegado un e-mail. Una sonrisa se dibuja en el bello rostro de Adrián al leer el e-mail que acababa de llegar:

«Mañana a las 17:00 h en el café El delincuente honrado, ya he avisado a Penélope. Hasta mañana compañero. Guillermo».

Por fin, había llegado el día. Era una tarde caprichosa, tan pronto comenzaba a llover como lucía un espléndido sol o se levantaba un molesto viento, pero así y todo era una tarde hermosa de otoño que vestía la ciudad de colores ocres. Guillermo se detuvo un momento y miró a su alrededor. «¡Todo esto lo hago yo! Yo soy el Tiempo, soy quien hace que las estaciones se sucedan y que las personas evolucionen crezcan y cambien». Guillermo reanudó el paso, al otro lado de la calle divisó un cartel: «El delincuente honrado Café». Había llegado a su destino. Desde fuera pudo ver cómo charlaban animadamente Penélope y Adrián.

—Llegas tarde —dijo Adrián.

—Bueno, Adrián, soy el Tiempo, de mí depende lo que es pronto y tarde.

—Chicos, chicos, debemos saber esperar.

—Queridos amigos —indicó Adrián con su habitual mirada pícara—. Soy el Amor y aún estoy en el periodo de aprendizaje. Tú, mi querida Penélope, y tú, mi querido amigo Guillermo, sabed que mi fuerza es tan grande y aglutino tantos sentimientos que el tiempo que yo quiero es el presente inmediato; la Paciencia es un martirio para mí. Mi naturaleza es impaciente y la espera es para mí una penitencia.

—Tomemos las cosas con calma —recalcó Guillermo—. Somos la Paciencia, el Amor y el Tiempo, hemos adoptado formas humanas para convivir con los humanos ya que vosotros dos, la Paciencia y el Amor, formáis parte de la naturaleza humana y yo, el Tiempo, observo y actúo. El motivo de este encuentro es compartir nuestras experiencias en estos meses como seres humanos y poder analizar cómo actuamos en ellos.

—Yo he apreciado el efecto que produce el Amor —apuntó la Paciencia—; sin lugar a dudas causa variados efectos.

—Querida amiga Paciencia —comenzó a decir el Tiempo—, el Amor es uno de los sentimientos más poderosos que existen, pero necesita de nosotros; con los estragos que produce es necesario que tú, con tu suave y dulce mano, trasmitas serenidad y tranquilidad y yo, con mi devenir, permita que las heridas se curen y den paso a las cicatrices. Los humanos necesitan de la Paciencia para comprender la espera, para hacer un viaje de conocimiento del ser amado y a la vez emprender un viaje de autoconocimiento.

—Los tres estamos profundamente unidos — añadió el Amor que observaba silenciosamente la conversación de sus compañeros—. Es cierto, soy un sentimiento muy poderoso, yo diría que muevo el mundo, pero estoy de acuerdo contigo, amiga Paciencia, en ocasiones soy caótico, no os olvidéis, queridos amigos, de que provoco muchos sentimientos: ternura, comprensión, deseo, celos, alegría, melancolía, tristeza, felicidad… Todos ellos sentimientos muy fuertes; sin lugar a dudas, el Amor es lo que más preocupa a los humanos.

—Y no te olvides, querido amigo —convino la Paciencia—, del trabajo que nos das al Tiempo y a mí cuando los humanos te tienen miedo y se niegan a aceptarte. ¿Verdad que sí, Tiempo? De nuevo tú y yo tenemos que darnos la mano, yo para que no se desesperen y tengan fe en que la persona a la que aman pierda el miedo y se permita ser feliz.

—Y yo, queridos amigos, dando tiempo a que pierdan los miedos y recelos que tú, Amor, causas.

—Lo dicho, queridos amigos, el Tiempo, la Paciencia y el Amor, estamos unidos. Brindemos por ello. —El Amor levantó su copa seguido por la Paciencia y el Tiempo—. ¡Por nosotros!

—Amigos, esto de tener un cuerpo humano está muy bien, pero no nos olvidemos de nuestro cometido — reconvino la Paciencia.

—Penélope, voy a hablar como un humano. La vida son dos días y hay que disfrutar.

—Sí, amigo, pero todo a su tiempo y tiene razón Adrián. Penélope, ya llevamos un tiempo y el objeto principal de esta reunión es cumplir la misión encomendada.

—Sí, ver cómo les afectamos en las relaciones entre ellos. Os diré, queridos amigos, que yo ya me he puesto manos a la obra y estoy viviendo día a día el miedo que causo.

—Continúa —le animó el Tiempo.

—Como iba diciendo, el sujeto que he elegido es un hombre aparentemente seguro, equilibrado y con un gran éxito profesional, pero a la hora de las emociones es un auténtico inepto. Me tiene terror y lo cierto es que me da mucha pena porque logro sacar lo peor de él.

—¡Oh! ¡Qué lástima! ¿Entonces está enamorado? ¿O lo que teme es enamorarse? —preguntó la Paciencia.

—Con rotundidad afirmo que está enamorado, pero bajo ningún concepto quiere reconocerlo y como os he dicho antes logro sacar lo peor de él.

—¿Y sabes, querido amigo, de quién se ha enamorado?

—Sí, amiga, sí. Y te puedo asegurar que la pobre humana objeto de su amor te necesita y con urgencia. Y a ti también, Tiempo.

—¿A mí? —preguntó el Tiempo.

—Sí, amigo Tiempo, os necesita a los dos. A ti, Paciencia, para seguir esperando y a ti, Tiempo, para que todo suceda en el momento que debe de suceder.

—Entonces, amigo —apremió la Paciencia—, debemos encontrarla y ponernos manos a la obra, ¡ya!

Una pícara sonrisa iluminó el hermoso rostro de Adrián.

⎯En eso os puedo ayudar. En encontrar a la humana, sé quién es y dónde trabaja.

—¿Cómo? —preguntó la Paciencia con una súbita alegría—. ¿La conoces?

—Sí, la conozco. Y os puedo decir que mi sujeto es un gilipollas por dar prioridad a la cobardía y no a mí.

—Bueno, bueno, no seas tan orgulloso. Necesita de mí —indicó el Tiempo— para aceptar lo que siente.

—Querido Tiempo, pedir al Amor que no sea orgulloso es como vivir sin respirar. Soy orgulloso porque me es imposible de pasar inadvertido y es lo que le pasa a mi sujeto. Se le ve el plumero, las miradas lo delatan, los desplantes que le hace, los silencios que hablan… en fin que lo tengo total y absolutamente poseído, pero se ha autoconvencido de que no debe quererla y saca su parte más zafia y cretina.

—Sin lugar a dudas tenemos que colaborar — sentenció la Paciencia.

—Podrías comenzar por el ámbito laboral.

—¡Ah! Bien pensado. Así te has acercado tú a tu sujeto.

—Sí. Y os puedo asegurar que me está volviendo loco. Soy su secretario.

El Amor orgulloso de secretario del humano. Lanzaron al unísono una sonora carcajada la Paciencia y el Tiempo.

Con un mohín de disgusto el Amor continuó:

—Bueno, amigos, menos chifla y más seriedad.

—Dinos cómo acercarnos a la humana —apremió el Tiempo con cierta impaciencia.

—Se llama Alicia y trabaja en Viajar es Vivir como escritora de guías turísticas y crítica gastronómica.

—¡Oh! Precioso trabajo.

—Me alegra que te guste, Paciencia, ya que están buscado una colaboradora para su departamento.

—¡Perfecto! —dijo el Tiempo—. Me gusta. Gastronomía, viajes y literatura. ¿Qué te parece, amiga Penélope?

—¿Qué tienes pensado?

—Siempre quise regentar una librería.

—Me estoy perdiendo —dijo Adrián— con tanta divagación.

—Pues está muy claro —dijo Penélope con un hilo de emoción en su voz—. Yo me acercaré a Alicia siendo su colaboradora. Guillermo será el nexo entre nosotros y nuestros sujetos como nuestro librero, y tú, estimado amigo, continuarás asustando a tu sujeto. Vamos que vas a seguir ejerciendo de secretario —sentenció con una maliciosa sonrisilla.

—Bien —dijo Adrián con impaciencia—. Creo que está todo hablado, ¿no?

—Así es, amigos. Comencemos a trabajar — aseveró Guillermo.

ACTO 2

Alicia está sentada en su mesa de trabajo, rodeada de guías turísticas de Barcelona —el proyecto en el que estaba trabajando—, apuntes y un café a medio acabar en la mano. Las gafas a modo de diadema.

Un mechón negro de pelo se deslizó por su mejilla en señal de rebeldía. Alicia estaba tan embebida en organizar el viaje a Barcelona y escoger los sitios que quería recomendar esa semana que no se percató de que Armando le estaba haciendo señas desde la puerta de su despacho. Gisela se acercó, tímida, a decirle que el jefe quería hablar con ella.

Alicia saludó a Gisela con una sonrisa. Allí estaba Armando en mangas de camisa con la corbata torcida y esos inconfundibles coloretes.

Visto así, nadie diría que era Armando Falcón Yuste, el dueño de Viajar es Vivir, una de las publicaciones online más leídas y cada día con más seguidores, que comenzaba una nueva andadura profesional: una guía turística sobre Asturias, con sus costumbres, tradiciones, gastronomía y mitología; una guía distinta a cualquier otra que se hubiera editado. Con este nuevo trabajo Viajar es Vivir daba el salto a la edición en papel, distribución nacional e internacional. Pretendía hacer algo grande.

—¡Alicia! Solo me faltó hacerte señales de humo — dijo al tiempo que la recibía con una amplia y franca sonrisa. En el rostro de Alicia se esbozó un gesto de preocupación—. Pasa, que tenemos que hablar.

—¿Me tengo que preocupar?

—¡No! —dijo Armando al tiempo que se hacía a un lado—. Bien, Penélope, ya he logrado captar la atención de Alicia y aquí la tenemos. Siéntate —siguió diciendo Armando al tiempo que rodeaba su mesa abarrotada de papeles—. Bueno, os presento formalmente. Ella es Alicia, una de mis mejores escritoras, y ella es Penélope Tamayo Soto. Comienza a trabajar hoy en Viajar es Vivir. Penélope tiene experiencia como crítica gastronómica en la ciudad de los rascacielos y tú, Alicia, cuando te sueltas pareces Laura Esquivel1, así que he pensado que podéis hacer una pareja perfecta. ¿No decís nada?

—Por mi parte —comenzó diciendo Penélope— estoy encantada con la oportunidad que se me brinda y espero estar a la altura.

—Estoy seguro de que lo estarás. Nunca me equivoco —espetó Armando con orgullo—. Y tú, Alicia, ¿no dices nada?

—Siempre es agradable contar con la colaboración y experiencia de una colega.

—¡Estupendo! Pues, estimadas colegas, ¡a trabajar! He dado orden a Jorge para que traslade tus cosas al despacho que está libre en esta planta. Y tú, Penélope, espero que no te importe compartir despacho con Alicia.

Una dulce sonrisa se dibujó en el angelical rostro de Penélope como respuesta a la pregunta de Armando. Alicia observó a Penélope al tiempo que una extraña sensación la embargaba, una mezcla de ilusión renovada. Sin lugar a dudas la colaboración de Penélope iba a ser muy valiosa. Desde el instante en que la vio le trasmitió paz y calma, tal vez por su menuda figura o su largo cabello color miel y ese rostro angelical, pero sobre todo le gustó su mirada directa y franca; unos enormes ojos grises eran los responsables de esa paz y esa calma que le transmitía.

—Bien —concluyó Armando—. En vuestras mesas encontrareis unas carpetas sobre el nuevo proyecto que nos han encargado y que os asigno a vosotras. Sois las encargadas de escribir una guía turística sobre Asturias. Así que tenéis mucho trabajo por delante. Es un trabajo muy importante ya que nos lo encarga la propia administración.

—Sin lugar a dudas es una gran responsabilidad y tengo que reconocer que supone un reto.

—Alicia, por Dios, no me vengas con esas. Tienes una amplia experiencia y si he pensado en ti para que dirijas todo este cotarro es porque sé cómo trabajas. Lo que escribes no son simplemente recomendaciones, haces que el lector lo sienta, lo viva y desee fervientemente ir a ese lugar para vivir las sensaciones que le trasmites con tus palabras. ¿No te hace ilusión?

—Por supuesto que sí, mucha —dijo mientras suspiraba.

—¿Entonces a qué vienen esos miedos? Nadie mejor que tú para describir y transmitir al lector todos los rincones mágicos que tiene nuestra tierra. Como tú dices el hogar de las Xanas2 y los Trasgus3, un lugar tan bello que la lluvia se enamoró de él.

—Cómo me conoces —dijo ella riendo.

—Hace mucho tiempo que nos conocemos, estimada colega, y, si no hay ningún miedo más a la vista, a trabajar —sentenció Armando tamborileando sus rechonchos dedos en su flamante mesa de teca—. Y como para escribir hay que conocer, y Penélope acaba de llegar, comenzarás enseñándole la ciudad.

Las risas de Alicia y Penélope se ahogaron en la algarabía que inundaba la sidrería. Eran las ocho de la tarde de una hermosa tarde de otoño y después de haber callejeando bien se tenían merecido un descanso. Además, Penélope necesitaba conocer la gastronomía de la que debía escribir. El tiempo había pasado volando; eran dos desconocidas, pero Penélope le trasmitía paz, serenidad, paciencia; eso que tanto le costaba cultivar y que ya llevaba un tiempo haciéndolo. La tristeza intentó hacerse un hueco en aquel momento, pero inmediatamente Alicia la desechó. «Tristán, Tristán, Tristán —un suspiro de ahogo—, te extraño», se dijo para sí, al tiempo que se dirigía a la barra para pedir otra jarra de sangría de sidra y avisar al camarero que querían mesa para cenar.

—Oh, ya está aquí. ¡Bien! ⎯dijo alegremente Penélope.

—Realmente, esta bebida es deliciosa. Veo que te ha gustado —rio Alicia.

—Me encanta. Tiene mi aprobado. Alicia, gracias por esta tarde tan agradable. Me has hecho sentir como en casa.

—Las órdenes del jefe son las órdenes del jefe. Te tiene que resultar extraño el cambiar de Nueva York a Gijón.

—Cuando pasen unos días te lo diré.

—Me alegra que estemos juntas en este proyecto — dijo Alicia con mirada de complicidad.

—Lo cierto es que necesitaba un cambio radical en mi vida.

—Bienvenida al club —dijo Alicia mientras alzaba su copa—. Brindemos por ello.

—Brindemos por los idiotas que no saben asumir el amor.

—¿Tú también?

—Te he dicho que necesitaba un cambio. Poner kilómetros de alguien que simplemente no me quiere.

—Lo siento, aunque no sé qué es peor. Que no te quiera o que te quiera y tenga terror a sentir.

—Eso suena muy triste —dijo Penélope al tiempo que le daba un largo trago a su copa y percibía la nube de tristeza que nublaba la mirada risueña de Alicia.

—Tenemos mesa ya, el camarero nos está haciendo señas.

Penélope se enamoró de aquel lugar abarrotado de gente. Bullían la vida y la alegría. Las mesas y sillas eran de madera; los manteles, de papel. Había cajas de sidra amontonadas y un artefacto que parecía de estar de adorno plantificado en medio del comedor. Posteriormente Alicia le explicó que era una antigua prensa para machacar la manzana y sacar la sidra.

—¿Qué te apetece? —preguntó Alicia.

—Ni idea —dijo Penélope mirando la carta—. No entiendo nada de lo que pone. Tú elige y ya te diré si me gusta o no. Que no se te olvide la sangría de sidra.

—Vamos a cenar en plan de picoteo. Con dos o tres tapas nos llega, que tenemos que dejar sitio para el postre.

—Bien.

—Tortos de maíz con foie y compota de manzana, chipirones a la plancha y unas parrochinas4 y de postre un surtido variado de fruxuelos5.

—No sé lo que has pedido, pero comienza el trabajo. ¡Me encanta!

Transeúnte: Muy frecuentemente las lágrimas son las últimas sonrisas del Amor6.

1 Laura Esquivel. Escritora mexicana, estudió docencia y teatro, su obra más conocida es Como agua para chocolate.

2 Xana: Personaje de la mitología asturiana y leonesa. Hada que habita en zonas de aguas puras y cristalinas, como arroyos, cascadas...

3 Trasgus: El trasgo es un duende, una criatura propia de la mitología.

4 Parrochina: sardinilla.

5Fruxuelos: Postre típico hecho a base de harina, leche y huevos.

6 Cita de Stendhal.

II

LA ARMADURA DEL CABALLERO DEL SIGLO XXI

ACTO 3

Tristán está sentado en su despacho con la mirada perdida y sumergido en el recuerdo de las palabras de Alicia. Con lentitud dirige su mirada en la pantalla del ordenador. Allí está el último mensaje de Alicia:

«El caballero se miró en el espejo. Su traje estaba impecable, la corbata y gemelos, perfectamente colocados. Se pasó la mano por el corto y negro cabello. Se acarició el mentón perfectamente afeitado. Todo impecable, una apariencia extraordinaria y perfecta para el último acto institucional del día. Tan impecable y perfecta como la vida que aparentaba a su círculo familiar y social, pero tan extremadamente imperfecta como lo es una mentira.

Sí, su vida era una existencia hipócrita que se sostenía sobre los pilares de una profunda soledad. Una existencia que para ocultar su “yo” más profundo se había enfundado en una hermosa armadura. Sobrevivía cada día como un ermitaño y eran tantos años de práctica que, cuanto más aparentaba estar involucrado en el circo mediático que era su vida, más cuenta se daba de que no podía continuar así, rechazando con crueldad todo aquello que apenas arañaba su gruesa armadura. Un suspiro se escapó de su boca acompañada de un gesto de profunda frustración y enojo. Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta mientras el ermitaño le comentaba a la armadura: “Es hora de continuar con la farsa de mi vida”».

Tristán se revolvió en su flamante sillón de piel y apartó la mirada del ordenador. «Alicia, Alicia, has dado en el clavo». Fuera, la luz difusa del día se entremezclaba con las farolas que comenzaban a encenderse.

Tristán, es un hombre maduro, fuerte. Un triunfador. Con una vida hecha. Casado desde hacía años con Malena. Un matrimonio que nunca funcionó pero que ahí estaba. De puertas para fuera todo era complicidad y amor, y en realidad lo que había era soledad y costumbre. Un matrimonio sustentado por el qué dirán y los inconvenientes económicos que podría acarrear un divorcio. Una vida a la que él se había acostumbrado y había aprendido a soportar creando una gruesa armadura para que nadie, absolutamente nadie, le conociera. A pesar de los años que llevaban juntos Malena no conocía en absoluto en su esposo. Conocía lo que el le dejaba ver y tampoco ella se interesaba en conocerlo. Como mujer frívola y superficial que era, la vida que le ofrecía, llena de lujos y caprichos, era más que suficiente. Hasta que, de repente, Tristán conoció a Alicia. Y esa perfecta armonía se rompió entre ellos.

Esta puso el mundo de Tristán al revés. Él aún recordaba la primera vez que la vio en su despacho por una reunión de trabajo, para una colaboración entre Ovetus editorial y Viajar es Vivir. Le cautivó desde el minuto cero. Aquella joven morena de ojos verde aceituna, impetuosa, inteligente, rebelde. Jamás había sentido con nadie la conexión que sintió con ella. Aquella joven escritora que había fichado Viajar es Vivir había logrado resquebrajar su armadura, él era incapaz de mostrarse tal y como era. Alicia era tremendamente peligrosa para él. No se podía acercar a ella. Estaba profundamente enamorado, pero no podía ser. Alicia no era una simple aventura, era la mujer de su vida. Pero, la encontró demasiado tarde. ¡Lástima! No podía existir nada entre ellos, ni siquiera una inocente y cordial amistad. Nada. Y, sin embargo, ¡la extrañaba tanto! Tanto, tanto, tanto… que no soportaba la idea de perderla y que hiciera su vida y se olvidara de él.

Tristán miró la hora, eran las 17:48 h. Adrián estaba a punto de acabar su jornada laboral, apenas le quedaba un cuarto de hora para cerrar con él la agenda de trabajo del día siguiente. Se sintió cansado, pero le hastió más la idea de finalizar la jornada e irse a casa, aún podía alargarla dos o tres horas más y así estaría el tiempo estrictamente protocolario para la cena familiar que había organizado Malena.

Se le hacía muy cuesta arriba continuar fingiendo concordia y amor, que hacía años que ya no existían en su matrimonio; menos mal que el trabajo le apasionaba. Si no fuera por su trabajo de editor no sabría dónde refugiarse.

Su matrimonio era una pantomima que ya no tenía sentido, pero la educación tradicional que le habían inculcado y el sentido del deber le impedían romper con todo. Siempre encontraba una excusa. Le resultaba fácil. Se encontraba cómodo en el mundo que había creado dentro de su gruesa armadura personal. Al igual que el caballero de la armadura oxidada de Robert Fisher. Con lo que no contaba don Tristán Caballero Cerezo es que alguien lograra resquebrajar esa armadura, y eso era muy peligroso. Por tanto Alicia no podía ser nada para él. Eso pensaba una y otra vez Tristán. Hasta lograr convencerse de ello. «Alicia no significa nada para mí». Se lo repetía, pero por mucho que lo repitiera no era capaz de que su corazón lo aceptara.

La puerta del despacho se entreabrió y Adrián asomó la cabeza. Tristán volteó la cabeza dirigiéndole una mirada furibunda. Se había olvidado por completo de Adrián y del ajuste de agenda que tenían que hacer.