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¡¡Pasaron pocas horas y tantas horas a la vez!! Infinitos minutos que marcaron heridas tan profundas en estas personas. Entender la vida a veces es más difícil que vivirla. Quizás creían ellos que todo iba a ser color de rosa desde que se unieron. Nada en la vida está programado o bien sí está todo programado, ¡¡¡pero no tenemos forma de que nos avisen qué vendrá mañana!!! El laberinto entre el vivir día a día y el manejo de nuestra psiquis a veces puede ser una maraña de sensaciones que nos pueden llevar al desequilibrio emocional y así hacer que todo nuestro mundo se diluya en pocos minutos. Una historia real narrada solamente para poner al lector en modo off al borde de la máxima expresión de dolor. 35 horas con 10 minutos bastaron para perder y recibir a dos amores enlazados por el destino para siempre en nuestro universo.
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Seitenzahl: 58
Veröffentlichungsjahr: 2020
YANELA BARCELÓ
35hs 10’
Editorial Autores de Argentina
Barceló, Yanela
35hs 10h Yanela Barceló. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-1037-2
1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.
CDD A863
Este libro es mi primera obra.
Se la dedico a la valentía y el coraje que está dentro de cada persona.
Todos tenemos una resiliencia escondida que aflorará una y otra vez, cuantas veces sea necesario en el momento menos pensado.
A veces detener el tiempo, congelar unas horas de nuestras vidas nos dejan una herida que el tiempo y las horas que tendremos para llegar al fin de nuestras vidas nunca borrarán.
¡¡¡Deberíamos separarnos un tiempo!!!
Se oyó cuando se ingresó por la puerta de entrada de un hermoso piso en la costanera de una de las ciudades más bellas del país.
Ese hogar era muy lujoso, con unos cuadros de ventanales naturales donde se podía ver el tránsito del río majestuoso Paraná con sus arboledas y sus gigantes barcazas en fila india moviendo tanta masa hídrica como una gran ola en días de tormentas... La vegetación abundante hacía de marco a tal vista, con los jacarandás en flor, chivatos besando sus troncos y el infaltable lapacho con restos de flores anunciando la llegada de mucho calor en la zona.—
La entrada al piso todo de mármol solía entrever una hermosa chimenea testigo de noches de luna de una estación muy caliente en una de las provincias más calientes del norte argentino.—
Una puerta de cedro marrón, la de entrada, la cual siempre fue testigo del nido de amor, entre Francis y Ginna, de momentos inolvidables y reuniones de amigos, testigo de toda una fracción de vidas ensambladas entre sí.
La frase de “deberíamos de separarnos un tiempo” fue como un témpano en medio de una mansa tarde noche... Esa voz fuerte, firme y cortante, era Francis, el amado esposo sentado en el sillón del living, un hombre de 1,95 metros, recién cumplidos sus 47 años, robusto, atlético, buen mozo, con un leve acento mezclado propio de la zona fronteriza con el país vecino de Paraguay y unas letras zzzz en su dialecto como dando unas notas musicales a sus expresiones.—
“¡¡¡Sí!!!, ¡¡deberíamos separarnos un tiempo!!”.
Nuevamente vuelve a mencionar las mismas palabras, pero ahora mirándola a los ojos mientras Ginna cerraba la puerta de entrada y reflejaba en su cara una expresión de asombro.—
“Hola, Francis, ¿cómo estás? Estuve esperándote toda la tarde. ¿Por qué no fuiste a trabajar un rato?, ¿estás mal?”.
“¿Sabes?, estoy un poco cansada, hoy no me ayudaste en nada, necesité de tu compañía porque nuestra empresa es muy grande para poder manejarla sola, y teniendo en cuenta que llegan las fechas de las Navidades, necesito tu ayuda, Francis, para manejar la cantidad de gente a cargo y todos los locales al público que tenemos”.
—“¡¡¡… mañana ponte las pilas para organizar todo!!!”, fueron sus palabras pensando en lo agobiante que se le hacía sostener tanta responsabilidad, tanta gente a cargo, compras— ventas, y lo más importante y como broche de oro a nuestras vidas teníamos a nuestra única hija Liza embarazada de siete meses de gestación esperando nuestro primogénito nieto, lo más preciado para ambos.— Fueron los intentos de Ginna de persuadirlo con sus palabras sorpresivas e imperativas.—
Francis por momentos mantenía una cordialidad propia de un hombre que ama a su mujer y ha estado casado con ella desde que cumplió 18 años, la conoció cuando ella asomaba sus 15 años y después de tres contrajeron matrimonio, él en ese entonces tenía 22, ella apenas 18 años, y todo un mundo juntos por explorar, pero por momentos Francis sabía ser áspero, gruñón y hasta en algunas oportunidades suelto de palabras hirientes, pero ella conocía su carácter y sabía que no pasaba más que de eso, o quizás el amor hacía que eso no trascendiera más allá de lo normal.
Sin dejar lugar a otras expresiones se escucha en el aire: “Pasaremos las Navidades y me iré”. “Hemos pasado juntos mi cumpleaños”, así podremos aclarar nuestra relación y trataremos de poner nuestras mentes en orden, ya que hemos discutido mucho este año que ha transcurrido, nos hemos herido mutuamente, será la primera vez desde que nos conocimos que nos separaremos y creo que eso podrá ayudarnos a la relación matrimonial conflictiva y desgastante que tenemos”, dijo Francis con su tono más alto de lo normal; como aseverando con el timbre de voz que esa era la situación actual, Ginna se dio vuelta sorprendida, mientras dejaba la cartera sobre la silla. “¿Separarnos? ¿Irte?, ¿a dónde? ¿Por qué?, ¿es una broma?, ¡¡¡nunca nos separamos!!! Hemos pasado las cosas más terribles de nuestras vidas juntos... aciertos y desaciertos lógicos de matrimonios que nos amamos. ¿Por qué decís que te vas después de Navidad? ¿Solo porque discutimos últimamente?…”.
Una expresión de hombros levantados como diciendo sí; fueron sus movimientos, Ginna conocía muy bien a Francis, por eso prefirió dejar las cosas así como en esa sintonía, evitando confrontar en ese momento, quizá pensó que pasaría inadvertida su decisión.
Pasaron los días y todo volvió a la calma, pero siempre había un distanciamiento invisible, un hielo cortante en el aire se sentía, para eso Ginna era experta en mantener la habilidad para sostener la calma y el día a día se incrementaba y parecía todo reacomodado a seguir conviviendo en una atmósfera no placentera, pero ya casi con tintes normales entremezclados con ironías que se dejaban entrever en las miradas y actos de ambos.—
Una tarde del hermoso verano tropical, un poco abrumadora de calor, en la habitación del piso comienza un diálogo áspero, con palabras hirientes, tono de voz más alto de lo normal, Francis sale de su eje y como ella no pudo sostener la habilidad que la caracterizaba de “calmadora” o de “manejar la situación” para bajarla de tono, al final también salió de su eje.—
Pasaron los minutos todo siguió igual o más preocupante que lo normal, un portazo en la habitación y varios gruñidos desafiantes acompañaron a ese hombre alto y elegante al salir camino a buscar un vaso de agua, pero ella cometió el error de seguirlo y continuar con la discusión en la cocina del departamento, Ginna pensó que así podrían aclarar puntos inconclusos y que se veían estar a flor de piel, por razones de no aclararlos en su momento quizás, o simplemente era el momento de que salieran a la luz.
La insistencia no jugó a favor... en pocos segundos y casi sorpresivamente Francis la toma del cuello y la arrincona sobre la pared, presionando su garganta y mirándola desafiante a los ojos como si largara balas de vidrio dentro de su mujer... “Estoy cansado de este mundo y de ti”, balbucea fuertemente entre dientes con voz atormentadora, penetrante y casi sin oxígeno, sin saliva, sin amor... me has pedido el divorcio, ¡¡y me juré que si no eres mía no serás de nadie!!! ¡¡Sus ojos recrudecieron su cara!! Sus manos ajustaban más de lo normal su cuello, era una situación descontrolada, debía mantener la calma. Algo no estaba bien.—