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Una historia excitante de amor entrelazada con la traición, a la que no podríamos llamar traición cuando el amor triunfa en una maraña que hasta el mismo sentimiento se sorprende. La adicción al trabajo por parte de Gipsy hizo que su corazón se confunda para después encontrar la dirección correcta. Una historia que contempla la pasión de una mujer en todos los sentidos y la disputa de dos hombres de bien por su amor. Al final triunfan los sentimientos puros, los que la esencia de cada ser humano hace traer a la superficie…
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Seitenzahl: 79
Veröffentlichungsjahr: 2021
YANELA BARCELÓ
Barceló, YanelaUna fría decisión de amor / Yanela Barceló. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.70 p. ; 21 x 15 cm.ISBN 978-987-87-1504-91. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINAwww.autoresdeargentina.cominfo@autoresdeargentina.comQueda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Yanela Barceló hace de esta novela un paréntesis de la vida donde el trabajo muchas veces provoca que perdamos el rumbo de para hallar el amor de una pareja o una familia. Encontrar el equilibrio entre el amor y el trabajo es una tarea difícil de conjugar, solo falta la decisión de buscar la verdad, aunque sea acompañada de un tercero. Solo el amor verdadero puede hacerlo.
—¿Qué sería?
—¿Una niña?
En esos años que transcurrían no existían las ecografías, imposible saber el sexo antes del nacimiento.
—Una niña, ha nacido, todo bien, mamá, ponla en tu pecho.
Son las palabras de las enfermeras de la guardia de una clínica ubicada al oeste de California, ciudad pintoresca, donde las lluvias son frecuentes para regar sus nutrientes tierras, donde se cultiva gran parte de la agricultura que se consume en la zona, la ciudad de Fresno, conocida por la calidad de su gente, la misma calidad con que las enfermeras asistían al parto a Analía entre relámpagos y finas gotas de lluvia que desafiaban la serenidad de una noche.
Ese pequeño ser en el pecho de Analía emite el llanto inicial ha llegado al mundo, una niña.
Pasadas las 24 h del nacimiento en la sala de maternidad, por los ventanales grandes se reflejaban la noche cerrada de un día cálido de octubre.
Analía duerme abrazada a su niña, la niña en la cuna de la clínica, ella en su cama junto a otras más parturientas, varias camas en la sala, la situación económica de Analía no daba para estar sola con su niña en una habitación privada.
Dolorida, Analía, en la madrugada, pide un calmante a la enfermera de guardia, claro que esta nunca llegó, pero como ella era una mujer curtida por el dolor, valiente de por vida sobrevive a todo solo con pensar que había sido mamá de su tercera princesa.
Entrada la mañana, sobre el ventanal de la gigante habitación, se observa desde allí el ingreso al nosocomio, ella ve un apuesto hombre entrando pedaleando en su bicicleta, es mi esposo, piensa mientras se le dibuja una sonrisa en su cara.
Unos minutos bastaron para que ese apuesto hombre entrara a ver a ambas y ayudar en lo que Analía necesitara.
Ella con dulce voz indica a su amado que debe ir a las autoridades a inscribirla en el registro de las personas ¿pero qué nombre le pondrían?
—Amor, ¿cuál sería el nombre que le pondremos a la niña?
—¡Gipsy!
Sin dudarlo, ese será el nombre.
—¿Por qué Gipsy? –pregunta Analía.
—Mira, Analía –se explaya con una voz varonil pausada y con un tono de alegría entre sus cuerdas vocales que incitaba a definir un gran placer al dar las razones de su nombre.
—Ayer por la tarde, cuando estaba en la cola del market, una señora que pintaba canas en su cabello se me acerca y me sugiere si quiero pasar antes que ella porque todavía no llegaba su nieta que vendría de traerle un producto para anexar a su canasta.
—Gracias, señora –le digo mientras paso a la caja donde amablemente la cajera me cobra, pero cuando estoy por retirarme llega la nieta de la señora con un dulce en sus manos, radiante de felicidad, corriendo y revoloteando su dulce como una bandera Tendría apenas 6 años la niña, pero al mirarla sentí que era una luz de niña y con todo respeto le pregunto a la anciana cuál era el nombre de su bonita nieta y me contesta:
—Gipsy.
—¡Adiós, Gipsy! ¡Que disfrutes de tu dulce! –saluda el apuesto hombre feliz de la situación.
—Cuando salgo del Market pensé automáticamente en consultarte si te gustaría ese nombre, ya que me había gustado la luz que irradiaba esa niña en su ser. Si estás de acuerdo se lo pondremos a nuestra hija.
—Sí, amor, me gusta, lo haremos.
La vida en armonía transcurre, Gipsy junto a sus hermanas se va integrando a la vida.
La niñez de ellas fue totalmente en condiciones muy precarias, pero predominaba el amor familiar siempre en todo momento.
Las Navidades en familia con sus abuelos, no existían regalos lujosos, las zapatillas eran heredadas siempre de sus hermanas mayores, la situación económica de la familia siempre al límite.
Transcurre la vida, de sus hermanas una estudia y trabaja, la otra se dedicó a ser niñera de hijos del vecindario que tenían mejor situación económica y Gipsy, la menor, mezclaba su niñez con el colegio y sus travesuras artísticas de estilo gimnasia rítmica y bailes típicos de la zona.
Pasan los años, las chicas crecen; la curiosidad de ver ciertas cosas de la vida adolescente comienza a despertarse en Gipsy.
—Padre, me gustaría seguir estudiando en la facultad, pero también usaré si tú me permites medio día de mi tiempo para trabajar.
Por supuesto su papá lo único que no quería era que dejara de estudiar y pensaba a su vez que trabajar le daría a ella una remuneración económica que el papá no podía brindarle.
Con sus 17 años decide buscar un trabajo que sea competente con sus horarios.
Gipsy era una joven natural, de cabello ondulado casi negro azabache, piernas esbeltas, cintura marcada, pechos apenas asomando en su torso, casi nada se notaban, sus labios carnosos, su cadera esbelta, ella no pasaba desapercibida en ningún lado.
Transcurre la mañana de un día nublado, su vida era despertar a las 5:45 h, desayunar con su mamá un cafecito con unas tostadas con manteca, preparar sus útiles de estudio y marchar Ella era muy aplicada, desde niña muy responsable, estudió dos idiomas, alemán e inglés, hasta el punto de dominarlos por completo.
Su propósito era en este día terminar la mañana de estudios y después salir a buscar trabajo.
—¡Buenas tardes!
—Vengo por el cartel de la entrada.
—¿“Se necesita cadete” de cualquier sexo?
—Hola, buenas tardes, sí, el puesto está vacante y es para ambos sexos, mayores de 18 años, ¿cuántos años tienes tú?
Pregunta un Sr. que vestía traje azul marino impecable con una corbata color champaña y una camisa blanca, quizás un cincuentón en años, parecía el dueño o gerente del lugar.
—¡Uh! Me gustaría, pero cumplo 18 años ¡dentro de un mes!
Contesta Gipsy como implorando que esos días que faltan para su cumpleaños este señor los descartara y no les diera importancia.
—¡Mira, jovencita bonita! Preséntate mañana con la Sra. Doris y veremos qué hacemos.
—Gracias, ¡mañana estaré aquí! ¿Cuál es su nombre? ¿En qué horario debo estar?
—Debes estar a las 16 h y mi nombre es Fernando.
Una mano delicada con un gran anillo de oro en su dedo se entrelaza con la mano miniatura de Gipsy como cerrando un trato de poca credibilidad, pero con gran entusiasmo para ella.
La emoción, la incertidumbre, el miedo a lo desconocido rondaron su cabeza, pero era tal la alegría que nada cambiaba sus largos pasos de felicidad que sobrellevaba en las cuadras largas e interminables para llegar a su casa. Allí daría la noticia a sus padres.
—¡Padre y madre! Traigo una noticia, espero que sea real, mañana se concretará, si tengo suerte.
—Hija, ¡claro que será una buena experiencia para ti!
Fueron las palabras de la madre, sentada en una máquina de coser, haciendo un hermoso vestido de novias, labor a la cual siempre se dedicó para ayudar a su familia. Horas en las madrugadas bordando esos maravillosos vestidos que realizaba y por la cual era reconocida en su barrio por muy buena costurera.
En cambio el padre…
—Seré breve contigo, Gipsy, todo será bienvenido, pero cuando tú descuides tus estudios no seré benevolente contigo, será un NO rotundo a todo lo que se interponga en tus estudios. Sabes muy bien que nos ha costado mucho llegar a este punto de que tú estés cursando el primer año en tu carrera, hemos trabajado tu madre y yo a destajo para que tú seas nuestra niña con un estudio.
Rápidamente a la mente de Gipsy se vinieron las figuras de sus hermanas, ninguna había seguido los estudios, quizás mis padres exigen más a mí, ¿y por qué no a ellas?, se pregunta en silencio aterrador, pero contesta muy sutilmente:
—Padre, ¡eso no sucederá! Lograré lo que tú siempre deseaste.
Casi de la emoción no podía dormir, decidió estudiar para su siguiente día.
Ya entrada la noche y vencida por el cansancio mezclado con la incertidumbre del siguiente día se duerme.
Otra vez 5:45 h suena el despertador, su padre junto a su madre y ella, los tres desayunan como siempre, ella va a la facultad, su padre en aquella misma bicicleta que lo acompañó al hospital a conocer a Gipsy se va a trabajar y su mamá a la máquina de coser, toda la rutina, exactamente igual, pero con un plus para Gipsy, a la tarde debía presentarse en el puesto vacante.
Su mañana excelente como siempre, su profesor la felicita por un trabajo práctico que ofreció al grupo, ella siempre fue una gran alumna aplicada.
Llegó la hora, se da una ducha, se viste con su mejor ropa, una pollera de jean clásica que dejaba ver unas hermosas piernas, una camisa blanca mangas cortas con botones rojos y unas chatitas color negras en los pies, muy usadas y lustradas para la ocasión como cómplices de su hermosa figura adolescente.