2,99 €
•Bolitas en el techo Dos amigos del colegio deciden pasar las vacaciones en un lugar muy alejado de la ciudad. Se divierten muchísimo y viven aventuras peligrosas hasta que experimentan una situación sobrenatural, cosa muy cotidiana en esos parajes recónditos. •Twetty Un joven perturbado se desenvuelve en la sociedad de forma bipolar, un chico muy amable y servil pero en contrapartida, deja escapar su lado siniestro y desalmado. •Jikpa Iraru En el lenguaje diaguita, este término significa "gente de otro lado". La historia relata sobre las primeras avanzadas españolas en el norte del país buscando someter a los indígenas locales. •Una historia de no creer Un ladrón en persecución escapa de la policía, pero su mala suerte lo lleva a un lugar con una sórdida historia macabra en el barrio de la Boca. •Mauro Un chico de cuatro años se extravía al ir a pastar a su rebaño en la inhóspita puna Salteña, viviendo horas de incertidumbre y desazón por lo hostil, peligroso y gélido que se vuelve ese paisaje en las noches estrelladas. •Legado Lucifer llega a cobrar la parte que le corresponde en un pacto realizado hace mucho tiempo. La leyenda del lobizón. •Susan Elvis y la 55 Relato de cómo una patrulla estadounidense es aniquilada en "territorio del Vietcong" y de cómo algunos de sus integrantes todavía permanecen prisioneros a pesar del tiempo transcurrido. Bonus. •Del amor y sus efectos. Consecuencias del amor presente y pasado. Amor, odio, indiferencia, venganza.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Seitenzahl: 145
Veröffentlichungsjahr: 2021
Portada
Créditos
Agradecimientos
Prólogo
Bolitas en el techo
Twetty
Jikpa Iraru
Una historia de no creer
Mauro
Legado
Del amor y sus efectos
I Capítulo
II Capítulo
III Capítulo
IV Capítulo
Sinopsis
Índice
Índice de contenido
Portada
Ache, Javier7 cuentos / Javier Ache. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2117-0
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Este libro está dedicado íntegramente a tres personas a las cuales quiero muchísimo.
Recuerdo cierto día que surgió la pregunta de si yo admiraba a alguien. Mi respuesta fue instantánea y surgió un nombre lejano, que jamás llegaría a conocer en persona, que por su accionar y la forma de pensar me representaba fielmente. Pero al pasar el tiempo y sucederse hechos no afortunados en mi vida, me di cuenta que la persona que más admiraba no estaba del otro lado del mundo, que todo el valor y fortaleza que veía en otros no estaba sino al lado mío, todos los días de mi vida estuvo presente junto a mí.
El fue mi padre, Alberto, más precisamente Beto como lo llamaba todo el mundo.
Gracias Papa por estar y ser de la forma que fuiste. Te admiro por como cuidaste y te esmeraste en proteger nuestra familia. Te quiero por la entereza y templanza que afrontaste la vida en tus últimos momentos, fuiste un buen hombre y yo quiero ser exactamente igual a ti, dios quiera que sí.
Mi querido y extrañado hermano Dante. Fue muy duro para todos nosotros cuando te fuiste, pero no te fuiste en realidad, porque te recuerdo todos los días y lo seguiré haciendo hasta que tenga aliento.
De ti aprendí muchas cosas que en este último tiempo recién comprendo. Como si fuese una revelación ahora caigo de tu actitud que le presentabas a la vida. Cuanto entusiasmo, cuanta energía, tantos sueños que le impregnabas a tu baile. Estabas en lo tuyo, amabas tu danza. Quizás yo no lo comprendía y miraba con ojos indiferentes tu esfuerzo de mejorarte, de perfeccionar todos los días tus técnicas. Bueno, ahora yo te voy a copiar a ti, porque ahora los sé, ahora sé que lo que sentías al bailar yo siento lo mismo cuando escribo en mi computadora. Es exactamente lo mismo. Voy a intentar replicar tus mismas actitudes, tú misma pasión, tu inagotable energía, tus sueños.
Por último, te lo dedico a ti mama, mama Ester como te dicen tus nietos. Quiero decirte que sos la mejor madre del mundo porque me lo demostraste siempre, siendo muy niño y ahora que soy un adulto.
En tu vida nunca la tuviste fácil, pero siempre la peleaste, más aun, lo sigues haciendo. Sé que haces un esfuerzo sobrehumano día a día para continuar con tanto dolor a cuestas, pero déjame decirte una cosa, vas ganando, de a poquito de a poquito vas ganando. Pasito a paso tu enfermedad va cediendo a tus ganas y a tu fortaleza, y con respecto a tu dolor más grande, estamos nosotros, toda tu familia para apoyarte y acompañarte en estos duros momentos que vamos a ir superándolo todos unidos.
Papa, Dante y Mama, para ustedes todo mi esfuerzo, mi amor y mis cuentos.
En mi vida y en todos sus aspectos siempre intente ser un tipo agradecido. Me gusta retribuir de igual manera si alguna vez fueron atentos conmigo, o si por allí me tendieron una mano, un favor, una ayuda o me energizaron con su buena onda. Son cosas que valoro muchísimo, es mi naturaleza corresponder a esas acciones, quizás porque nacieron conmigo aunque existe otra explicación más lógica, mi familia me educo con grandes valores, de tal forma que aquello llega a ser algo muy preciado y bien vale la pena reaccionar positivamente a esos actos.
Llegamos a este punto y me dije interiormente, ¿a quién debo agradecer por haber tenido la suerte y gracia de publicar 7Cuentos? Lo medite largo rato y por mucho tiempo llegando a la conclusión que debía empezar por el principio, donde se planto y rego esa semilla que luego a medida que el tiempo transcurría fue creciendo para bien o mal (eso lo decidirán otros) el lugar donde todo inicio para luego proseguir hasta el día de hoy. Mi educación.
Gracias querida escuela 9 de Julio que me recibió por vez primera en mi prematura niñez.
Muchísimas gracias escuela Provincia de Buenos Aires, ¡¡ que gratos recuerdos guardo en mi corazón ¡¡. Gracias compañeritos, gracias queridos Peques por su amistad que aun seguimos compartiendo en cada encuentro para reírnos, recordar y bailar. Gracias Carmen por reunirnos otra vez.
Y ahora llego el último eslabón de toda esa cadena que me formo en la vida. Donde recibí grandes valores, donde me inculcaron con todo el entusiasmo cristiano el amor y servicio al prójimo. Allí aprendí a tratar de ser una buena persona, a querer ser una buena persona. Digo tratar porque siempre voy a tener defectos, algunas veces se me resfala la envidia, el rencor, la mezquindad y todos esos sentimientos negativos, pero allí justamente, en ese momento aparecen los valores que me enseñaron para rescatarme de mi mala actitud, para decime que estoy equivocado volviendo a mi memoria las enseñanza de San Juan Bosco.
Solo tengo palabras de agradecimientos para con mi añorado Colegio Salesiano Ángel Zerda.
Allí encontré también esos compañeros de “fierro” en mi promoción Centenario. Amigos y compañeros que siempre están fuera el motivo que fuera. Estoy orgulloso de haberlos conocido y de que me consideren un amigo como yo a ustedes.
Pero también en este listado de agradecimientos hay muchísima gente que de cierta manera influyo notoriamente para que me “atreva” a publicar 7 Cuentos así que voy a nombrarlos a todos y espero no olvidarme de ninguno. Si por casualidad lo hago, les voy a pedir perdón personalmente.
Primeramente mi familia, a mi madre, Daniel, Claudia, Flor, Sofi, Coni, Kelly, Jesy, Marcelo, Pao y a la semillita mas chiquita, “Gime”. Sé que siempre van a estar conmigo y yo estaré con ustedes. Son lo mejor y cosa más importante de mi vida y ruego a dios que estemos juntos por siempre.
Para ti mi querida Pato, gracias a ti es que escribo, podría decir con mucho cariño que por tu culpa lo intento o al menos esa es mi intención. Una gran mujer que me alentó a continuar cuando llegaban los altibajos, sos una excepcional compañera que me conoce de pe a pa, mil gracias.
Para usted, Dra. María A. Echazu por invitarme a ese concurso de cuentos. Cuando mis alegres ganas de escribir estaban sepultadas entre hojas y toneladas de pereza surgió su entusiasta invitación que me despabilo, pues abrió para mí un nuevo horizonte, algo que yo creía ya perdido pero resurgió con unas ganas tremendas de exteriorizarse y así soltar mi loca imaginación impresa en hojas de papel para que este mundo exterior le dé una mirada, para que como quien dice, le eche un ojo.
Gracias S.A.D.E. Filial Salta.Gracias Dr. Marcelo R. Sacca por siempre tenderme una mano desinteresada. Estaré siempre agradecido.Para usted Dr. Saladino, se lo prometí. Gracias Yictor, vos sabes porque.Para vos Gabriel, mi gran amigo, te voy a extrañar.
El mundo de la imaginación es inagotable. Podríamos escribir con esta miles de cuentos en libros y tanto así de desenlaces.
Finales trágicos, esperanzadores, alegres, divertidos, misteriosos, inesperados, impactantes, sórdidos, sobrenaturales, reflexivos hasta cansarnos, pero aun quedaría por delante un largo trecho de historias en el tintero.
Lugares hermosos, situaciones complejas, actos desagradables, inocencia y miserias humanas en la misma bolsa, la maldad representada en personas comunes que nos pinta de una forma integra el accionar de las “perversas almas oscuras”. Lo angelical, la alegría, el amor de juventud, lo puro y tantos valores hermosos que nos remiten a la luz.
Eso es 7cuentos.
Anoche soñé algo extraño y lo lleve a papelVi a un niño que reía, y al escribir lo recordéUn avión un automóvil, un pececito un cangrejoLa abuela que consuela, un padre que da un consejo.Todo sirve todo inspira, al sentarme a mi PcLas locuras mas locas y burdas, la realidad tambiénUna leyenda un refrán, una imagen en la tvRopa colgada desprolija, los dedos torcidos de mi pie.Mi imaginación es así, buena gente y traicioneraA veces no deja dormir, hasta escribir lo que ella quieraQuizás todo ello sean recuerdos, los resabios de otra vidaDe experiencias y vivencias, que el corazón no olvida.Este soy yo un tipo simple, que disfruta de escribirQue se escapa a otros mundos, historias que no tienen finJugando a que soy superhéroe, o también un villanoUn recio gaucho de las pampas, con la personalidad de un tanoQue rescata con valentía, a su adorada y amada chinaDespués de pelear rabioso, y vencer en duelo a mandinga.
Javier Ache
Última semana de clases, las vacaciones del mes de Julio estaban ya a la vuelta de la esquina y todos planeaban minuciosamente en cómo pasar el tiempo de la forma más provechosa posible. Ir de pesca, campamento con un grupo de amigos, partidos de futbol en la cancha del barrio, noches de rock and roll en algún sitio de moda, obviamente, matizados con porrones de cervezas y sin preocupaciones con el madrugar cotidiano, ya que las vacaciones eran tiempo de piedra libre para esas noches de hábitos nocturnos.
Marcelo, un gran amigo del colegio, lo había invitado a su casa para estudiar y preparar el primer examen semestral de matemática, casi definitivo para poder rendir la materia como regular en diciembre. Estuvieron toda la tarde, repasando temas, memorizando formulas, teoremas y la maldita e incomprensible algebra, luego de varias horas hicieron un alto para picar y tomarse algún refresco.
Se incorporo para recobrar la circulación en las piernas, camino hacia una habitación contigua a media luz, a la que curioso miro. La recorrió con la vista. Una biblioteca gigante repleta, fotografías amuradas, pinturas paisajistas, utensilios de alfarería, pero algo le llamo sobremanera la atención.
En una tarima y en posición amenazante, un jabalí exhibía sus delgados largos y puntiagudos dientes con su erizado pelaje marrón oscuro, tan tieso como una estatua, en cierta manera le pareció muy simpático, tan parecido al punk de la vuelta de su casa. Miro sus ojos brillosos, su pequeña cola peluda, muy impresionante, daba una sensación de realidad que hasta le pareció que en algún momento había movido el rabo, eso le causo tamaña reacción pues se altero por un instante.
—¿Parece que estuviera vivo, no?.., afirmo Marcelo.
No contesto nada, solo esbozo una sonrisa.
—.... veni que te muestro algo.
Se acerco hasta el ventanal inmenso de la habitación, tiro de una cuerda provocando que el cortinado se abriera de par en par y dejando que la luz entrara avasallante.
Un armadillo, una charata, una tararira de grandes proporciones, un par de huevos de suri, una laja de uno por uno con aproximadamente una docena de fósiles de trilobites, instrumentos autóctonos, todo eso y mucho mas en un cerrar y abrir de ojos.
—¿Estas cosas son tuyas?
—No, son de mi viejo, le encanta todo lo que sea campestre, desde animales a cualquier cosa rara que se arrastre o se le cruce por allí.
—Pero, ¿donde consigue todo eso?
—En la finca, tenemos una muy lejos, en pleno chaco Salteño, como a ocho horas de viaje en la camioneta, casi ya al límite con Formosa, en pleno monte. Mira, esta tan lejos, que el rancho no tiene ni luz y el agua se la saca de un pozo de manantial. Justamente, la semana que viene voy con papa a pasar unos días allí, a controlar el ganado, a reparar las cercas, creo que hay que sembrar algo y bueno, de paso pescamos en la laguna y cazamos vizcachas... (era obvio, tenía que preguntar)... pues… ¿te gustaría ir?, (y como dando juramento a su pregunta, continuo),…¡¡te aseguro que no te vas a aburrir!!.
Eran dos semanas de vacaciones, pensó, no estaría mal viajar un poco, si la pasaba mal, tenía la venidera para desquitarse. Puso en la balanza estas opciones y se dio con la noticia que tenía muy poco que perder, acepto.
Cargo una mochila verde agua estilo militar junto con sus walkman, dentro de esta, una docena de baterías triple A, la campera oscura nevada con corderito, tres cajas grandes de Adams, por supuesto las azules, las de menta fuerte, y lo más importante, sus casetes favoritos, soda, fito y el mejor de todos, seru giran.
Partieron una madrugada fría y lluviosa bien temprano en la metalizada Gladiator carrozada, y como se dice en estos casos, cargada hasta el “pupo”.
El padre de Marcelo, Braulio su nombre de pila y apodado chupete vaya uno a saber porque, un tipo amable y atento, lo había pensado al detalle y llevaba todo lo indispensable para que ese par de jóvenes la pasaran lo mejor posible, pues no deseaba que aquella visita imprevista, sufriera de algunas privaciones.
Nació en ese paraje lejano casi ya cincuenta y tantos años y conocía a la perfección el hogar que de niño lo vio crecer. Mientras viajaban, se puso a relatar historias, anécdotas de su infancia, inolvidables aventuras con sus amigos, algunas metidas de pata y también, porque no, chismeríos de la gente del lugar. El mate iba y venía, los bizcochitos de grasa desaparecían con cada ronda, las horas de viajes se fueron como si nada, tan entretenidos que su locuaz verborragia se comió al tiempo y la distancia en un santiamén, tal como lo hace el chavo a sus famosas tortas.
Se bajo, piso la tierra polvorienta, cerró los ojos, inhalo profundamente intentando llenar sus pulmones de algo que nunca había conocido en su vida de cemento, aire puro. Le agrado muchísimo su primera impresión, estaba cautivado por el verde, pájaros, colores y olores, exactamente igual a los cuadros que vio en casa de Marcelo, pero que nunca imagino serían más bellos aun.
Los peones sabían que el patrón llegaría ese mediodía y para darle la bienvenida, lo agasajaron con un cabrito exquisito a la parrilla que habían sacrificado del rebaño prolífico que tenía en su campo. Un manjar inesperado para los recién llegados.
Marcelo estaba acostumbrado a trabajar a la par de su padre, pero ese viaje sería diferente, bueno, trabajaría de otra manera, sería el encargado de que a la visita no le faltara nada, y de hacerle conocer toda la finca, de punta a punta.
Apenas terminaron de almorzar cuando el Zoilo, un campesino menudito y con una sonrisa amplísima a pesar de faltarles algunos dientes, les acerco a los jóvenes un par de potrillos bastante dóciles, su medio de transporte desde ahora en más.
—¿Sabes montar a caballo?
—Nunca me subí a uno, pero no creo que sea tan difícil como manejar el auto de papa, es viejito y mañero pero ojo, se la banca aun, lo complicado son los cambios y para meterlos hay que hacer un curso acelerado en la NASA. – y hecho a reír.
Partieron en dirección a la laguna mientras el anfitrión cabalgaba con las alforjas llenas de galletas, conservas, un trozo generoso de mortadela y queso, tres tiras de pan casero y una carabina sobre las ancas del potrillo. El nuevo visitante tardo con justificación lógica unos kilómetros en tomar el ritmo, acomodar sus nalgas y acostumbrarse al galope del pinto, mas después se animo a correr a toda velocidad por toda la arboleda próxima a la ciénaga, tal como le llamaban a ese bello espejo azul, casi tan perfecto como un paraíso.
Estuvieron toda la tarde intentando cazar patos, pero no tuvieron suerte, y luego de tanto fallar y fallar se dieron por vencidos para deleitarse con una sabrosa picada, acto seguido, un refrescante chapuzón en la parte menos profunda, pues Marcelo conocía tanto esa laguna por historias de su padre que sabía de antemano, no debía confiarse por nada del mundo.
Ya se dormía la tarde, el sol se ocultaba lentamente en el horizonte y sabiendo el joven de las cosas que ocurrían cuando la noche invadía el monte, decidió regresar hacia el rancho. Extenuados por el día vertiginoso que habían vivido, llegaron y cenaron un guisado que la campesina de la casa había preparado. Fue tanto el hambre que repitieron dos platos cada uno. Terminada la cena, don Braulio dijo:
—Marcelo, vos te vas a dormir a la pieza del fondo, deja que tu amigo lo haga aquí adelante, en la habitación que preparamos, cerca a la sala y de los otros dormitorios.
—No se haga problema don, deje que Marcelo duerma conmigo, no quiero que este incomodo por culpa mía.
—Chango, lo que pasa es que la pieza de adelante es pequeña y tiene una sola cama, uno va a tener que dormir en el suelo.
—¿Y la del fondo señor?
—Esa tiene tres camas, pero….. (lo interrumpió al momento).
—Asunto solucionado don Braulio, dormiremos en el fondo.
—¿Pero…?
—Vamos Marcelo, vamos a dormir que estoy muerto de cansancio.
Los demás comensales se miraron sorprendidos unos a otros y los vieron irse por el pasillo abrazados, satisfechos, felices y gastándose bromas, más alguno de ellos disparo el siguiente comentario.
—Doña María...., para ser de la ciudad,… ¿valiente el muchacho, no?
Se dispusieron a dormir y un sueño pesado los invadió, no tuvieron tiempo de hacerse chistes ni comentar nada, y tan profundo fue que ni diez cañonazos los hubieran despertado.