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La vida, a cabrona, no me va a ganar. Vine a ser feliz y a evolucionar. Evidentemente, tenía deudas con el universo: una prueba tras otra y nunca termino de pagar. Con las piedras construí varios castillos, tantos que, en esta vida, no los llegaré a habitar. Pero, a cabrona, la vida no me va a ganar. Mientras tenga latidos, soy yo la que decide cómo pintaré mi camino. Si me encuentro con un lienzo gris y frío, lo tomaré como fondo de mis arcoíris. A cabrona, la vida no me va a ganar. Me levantaré nuevamente de este nuevo round, dispuesta a colorear con lo que acabo de soñar. Tengo muchas dudas, pero de algo estoy segura: la vida, a cabrona, no me va a ganar.
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Seitenzahl: 36
Veröffentlichungsjahr: 2025
MARÍA JOSÉ RIVERO
Rivero, María José A cabrona, la vida, no me va a ganar / María José Rivero. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6357-6
1. Relatos. I. Título.CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Agradecimientos
Prólogo
La mentira
Perdón
Sacrificio
Regalías
Soltar
En pausa
14 de febrero
Y dices que me amas
Salto cuántico
Los domingos
Ironía de la vida
Alimentaré el amor
Carnaval sin alegría
Mi inconsciente
Dejaré de huir
Desde el sillón
Aquí y ahora
El pacto
El manto gris
Cambio de hábitos
Sin palabras
Me duelen los libros que escribí
La receta de las pastas
Perdonar
Otoño
Una salida
Sigue la luz
Momentos bordados
Punto de partida
El patrón de mi primer amor
Viento
Lenguaje corporal
Corona de amapolas
Elijo perdonar
La firma
Perspectiva
Princesa
Ramo de flores frescas
Te vi en un sueño
02:02
¿Ahora para qué?
Me contó un pajarito
La cortina
Anhelo
Epílogo
Dedico esta obra a todo lector que se encuentre luchando, sin importar la situación,y a mis niñas, que llenan mis días de calidez y colores.Es de valientes imponerse y cambiar el destino,cuando este nos lleva por caminos grises y fríos.
Gracias a mis niñas, que me potencian con sus sonrisas.
Gracias a mi madre, que no me juzga.
Gracias a mis hermanos, que me acompañan.
Gracias a todas esas miradas que respetan mi silencio, pero acarician mi alma.
Gracias a este arte, que me sana.
A cabrona, la vida, no me va a ganar. Más que un libro... esto es un desafío.
A medida que pasan los años, los tropiezos se acumulan y, si cargamos con las piedras, en algún momento nos desplomamos. Una vez que tocas fondo, el suelo suele dar cierto confort, tanto que te preguntas si vale la pena volver a intentarlo.
Cada duelo lleva su tiempo, pero no caigas en el encanto de permanecer tendido en el suelo. Los duelos me recuerdan a las olas del mar. Por momentos alcanzan la calma y suavidad; y en otros, el dolor es tan bravo que es difícil permanecer en silencio o evitar llorar.
Resulta difícil salir nadando en medio de la tempestad, pero siempre hay esperanza si decidimos intentarlo. Nuestro corazón sabe que, en algún lugar, hay una orilla que alcanza, con nuevos paisajes y aventuras por explorar.
Respetemos nuestro tiempo de vivir el duelo, pero también aprendamos a valorar y cuidar lo que aún tenemos.
Me sacó de un descanso reparador
con un simple “tenemos que hablar”.
Su mirada ya me mostraba el final.
Me expuso su enojo, su rabia;
me miró y preguntó:
—¿Qué es esta pesadilla, por Dios?
Y, aunque vi en sus ojos su desolación,
yo, aún dormida, sentí paz en mi corazón.
Las mentiras enferman, y eso me pasó hasta hoy.
La verdad duele, pero me libera del dolor.
Me pides explicación,
pero fue tu indiferencia y tu maltrato
lo que me llevó a caer en manos de alguien peor.
Presa de sus antojos y despojada de tu amor,
me convertí en una mendiga,
a quien le robaron el corazón.
Perdón, hice lo que pude con lo que tenía.
Te hablaba de mis sentimientos
mientras tú solo me callabas.
Ahora me reclamas porque no dije lo que pensaba.
Perdón, me detuve en tu mirada,
mientras me preguntaba internamente:
“¿Cuándo entenderá que mi amor le sobraba?”.
Quería lavarte las manos,
besar tu frente y acariciar tu espalda.
Quería tantas cosas, pero tú
solo tranquilidad reclamabas,
como si mi amor te ahogara.
¿Me preguntas si te amé?
Fui yo quien borró cada mancha que dejabas;
en cambio, tú me empujaste al lodo
y ahora no me quieres embarrada.
El error fue mío,
al seguir esperanzada
cuando la realidad me mostraba
que tú no cambiabas.
Como toda niña enamorada,