A la altura del conflicto - Ramón Luis Berríos Arroyo - E-Book

A la altura del conflicto E-Book

Ramón Luis Berríos Arroyo

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A la altura del conflicto se presenta como «un ensayo político para no políticos». Con esta obra, Ramón Berríos Arroyo busca aproximarse, de manera didáctica y sencilla, a las personas que no tienen un conocimiento especializado en Ciencias Sociales pero que están interesadas en la realidad política de Chile. Este libro es un llamado a tomar conciencia de las dificultades que presenta la sociedad chilena para buscar una solución colectiva a sus problemas.   El autor nos invita a reflexionar sobre nuestra visión política y a abandonar las posiciones extremistas de "buenos" y "malos". Nos propone buscar un modelo de organización social que sea entendible y beneficioso para todos. Este libro apuesta por una aproximación realista, por eso Berríos Arroyo analiza distintas fuentes de información de Chile y otros países del mundo para determinar cuáles son los problemas más urgentes.   Por último, el autor se centra en el tema más acuciante: la educación. Para esto, el autor realiza un diagnóstico de la situación, revisa críticamente las propuestas educativas actuales y desarrolla las suyas para una revolución pedagógica que sea el germen del cambio para la sociedad. En definitiva, este es un ensayo para ser leído por todos los chilenos que aman su país y aguardan el futuro con esperanza.  

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A la alturadel conflicto

A la altura del conflicto

REFLEXIONES Y PROPUESTAS PARA CHILE 2026

RAMÓN LUIS BERRÍOS ARROYO

Berríos Arroyo, Ramón Luis

A la altura del conflicto: reflexiones y propuestas para Chile 2026 / Ramón Luis Berríos Arroyo - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2024. Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-631-6540-90-4

1. Ensayo Político. 2. Educación. 3. Análisis de Políticas. I. Título.

CDD 320.01

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-631-6540-90-4

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 de Argentina.

Impreso en Chile.

Contenido

Capítulo 1: Introducción15

Capítulo 2: ¿A quién va dirigido este libro y a qué invita?21

Capítulo 3: Dos palabras muy usadas: justicia y dignidad29

Capítulo 4: Dividir el mundo entre buenos y malos35

Capítulo 5: ¿Cuándo un país es mejor para vivir en él?39

Apartado 5.1: Indicador: PIB per cápita PPA40

Apartado 5.2: Indicador: Coeficiente de Gini52

Apartado 5.3: Índice de Desarrollo Humano (IDH)58

Apartado 5.4: Índice de Felicidad Mundial64

Capítulo 6: ¿Derribemos algunos mitos?67

Capítulo 7: El mercado73

Capítulo 8: Bondades y desventajas del mercado79

Capítulo 9: Educación, la madre de todas las batallas91

Introducción91

Evidencia de la problemática en el momento actual97

Evidencia desde el Programa para la valuación

internacional de estudiantes OCDE, PISA101

Evidencia desde los exámenes de selección

a la educación superior.109

Evidencia desde el Sistema Nacional de Evaluación

de resultados de aprendizaje (SIMCE).111

Propuestas para la solución del problema113

Acciones que, a juicio del autor, resultan equívocas

para la solución del problema.114

Abordando el problema y propuestas de solución121

Contextualizando el problema121

Centrando la solución al problema126

Poniéndole número al problema134

Completando la solución al problema150

Prólogo

He escrito este texto con la secreta esperanza de ser leído por hombres y mujeres de esfuerzo. Sí, de esos que se levantan temprano y salen a ganarse día a día, con mucha dignidad, el bienestar de su familia.

Escribí con la expectativa de que me lean los que representan un aporte al desarrollo de este país y, sin lugar a duda, me encantaría ser leído por los que representan el futuro y los que, en igual condición que los anteriores, nos han legado lo que somos.

Decidí escribir este prólogo personalmente, pues fueron muchas las voces que me advirtieron que aspiraba a demasiado y que seguro vería mi esperanza frustrada. Me dijeron que en este país nadie lee, y que mucho menos iban a leer un ensayo político que trata las complejidades que enfrentamos como sociedad. Esas opiniones me desanimaron a pedirle a alguno de mis buenos amigos que escribiera el prólogo al texto. Preferí asumir solo este desafío, aun cuando varios de ellos podrían haber hecho un trabajo estupendo, aportando su elevado peso académico. Quise, de manera consciente, evitarles el tener que acompañarme en la parte inicial de esta aventura.

Pese a las opiniones contrarias, me lancé en el proyecto de escribir este libro, que podríamos calificar como un ensayo político para no políticos. Suena raro, ¿verdad? Pero eso es exactamente lo que es, una invitación a tomar una actitud consciente en el difícil momento que enfrentamos como país. Son múltiples y variados los temas que nos acongojan, pero, a impresión del autor, tres temas deben ser clarificados y abordados con urgencia a fin de sentar las bases que nos permitan iniciar como sociedad la senda que nos puede encarrilar a un mejor futuro.

El primero de los temas abordado en los capítulos iniciales de este libro es una invitación a ver el mundo como es y no solo como nos gustaría que fuera. Y, a partir de ese realismo, buscar los mejores caminos que nos permitan desarrollarnos adecuadamente y educar a nuestros hijos para ser un aporte a la sociedad que tenemos como tarea construir. Debemos trabajar por un modelo de organización social que entendamos y que le dé sentido a nuestra vida. Debemos dejar de lado el bamboleo político entre derecha e izquierda, así como los experimentos con novatos e inexpertos en busca del paraíso. Todo eso ha fracasado. No podemos vivir permanentemente experimentando. Debemos asumir un camino cierto como adultos responsables de nuestra realidad.

Sin lugar a duda todos queremos construir una sociedad que se caracterice por ser justa y donde exista dignidad para todos sus habitantes. Pero ¿qué entendemos por una sociedad justa y digna? Cada uno de nosotros podemos entender esas palabras de diferente manera y, por tanto, es fundamental ponernos de acuerdo sobre qué estamos hablando cuando utilizamos tan rimbombante lenguaje.

Además, en la construcción de esa sociedad, nos necesitamos todos los chilenos, pero para trabajar juntos enfrentamos un grave problema: dividimos el mundo entre “buenos” y “malos”. El gran tema es que los buenos y los malos no existen. Todos somos buenos o malos, dependiendo del grupo o sector político al que pertenece el que mira. Cuando hablan los que piensan como nosotros, entonces hablan los “buenos” y escuchamos con atención. Cuando hablan los que piensan distinto, entonces hablan los “malos” y no les prestamos atención y tratamos de descalificarlos de inmediato. Este es el principal problema. Debemos adquirir plena conciencia de que no existen buenos ni malos: lo que enfrentamos son ideas que, como toda construcción humana, contienen elementos positivos y negativos, pueden ser grandes aciertos o errores y, como en todas las cosas de la vida, nadie posee la verdad absoluta. Una parte de verdad existe en cada discurso.

Se requiere, entonces, de un actuar maduro, que nos permita asumir los desafíos como adultos responsables y conscientes de que para los grandes problemas que enfrentamos como sociedad no existen soluciones mágicas. Fundamentalmente porque, si dichas soluciones existieran, en los siglos que llevamos viviendo en sociedad, ya las hubiéramos descubierto y se estarían aplicando como modelo universal a seguir.

El segundo gran tema, abordado en varios capítulos, intenta responder al siguiente interrogante: ¿cuándo un país es mejor para vivir en él? La búsqueda de una respuesta se inicia con una pregunta: ¿cómo es tu país soñado? En varios acápites abordamos objetivamente la posición de Chile respecto a otros países, intentando situarnos desde múltiples perspectivas en el concierto internacional. Este análisis nos permite en buena medida comprender el complejo tema de la inmigración, así como también formarnos una idea clara de lo que es nuestro país en su actual estado de desarrollo.

Intentamos una aproximación realista, y eso desde luego nos lleva a encontrar luces y sombras. Surge por tanto de manera natural el siguiente interrogante: ¿todo lo que nos falta nos debe llevar a botar lo avanzado y lanzarnos en un cambio profundo? ¿Cuál es el camino razonable?

La síntesis del análisis realizado es que estamos lejos de ser un país de mierda como muchos nos han querido hacer creer, pero también estamos claros de que existe en nuestra sociedad una buena cantidad de situaciones que nos incomodan profundamente. ¿Qué es lo que debemos hacer?, ¿a qué adherimos?, ¿debemos botar eso que llaman el modelo neoliberal?, ¿tiene alguna ventaja trabajar con este modelo o representa sólo desventajas? En tres capítulos intentamos resolver estas y otras dudas.

Por último, en un extenso capítulo nos centramos en el más grave de los problemas que enfrenta Chile: es un problema silencioso, como un cáncer, sobre el cual, si no actuamos ahora ya, estamos condenados a desaparecer como sociedad. Si no centramos toda nuestra artillería en la educación, no tenemos ninguna posibilidad de convertirnos en un país mejor. Y por ello, debemos estar dispuestos a sacrificar cualquier otro objetivo social, por muy relevante que nos parezca, en pos de generar logros significativos en el ámbito de la formación humana.

¿Cómo imaginar un país con ciudadanos conscientes de su rol, de sus deberes y su sentido de vida en sociedad, si no es con una buena educación? ¿Cómo imaginar el funcionamiento correcto de una democracia sin ciudadanos informados, que no se traguen la primera brutalidad que escuchan, para luego repetirla como loros, sin entender siquiera lo que hablan y los efectos que puedan tener sus discursos? ¿Cómo abrir las puertas al desarrollo pleno de las potencialidades que todo ser humano posee, si no es con una buena educación? ¿Cómo pensar en contar con buenos gasfíteres, electricistas, médicos, policías, políticos, etcétera, comprometidos, con calidad y responsabilidad en la tarea que desempeñan si no es con una buena educación? Si miras el país que te rodea y no te gusta lo que ves, es que hemos fallado. Todos somos responsables de nuestro destino común. Por tanto, si no nos gusta lo que vemos, debemos activarnos y asumir nuestro rol con realismo, sin quimeras ni sueños infantiles e iniciar la senda que nos corresponde.

El problema de fondo es que la educación que otorgamos en Chile, en promedio, es de baja calidad. Esta dura aseveración surge al apreciar que un porcentaje importante de los estudiantes chilenos no alcanzan las competencias mínimas requeridas para participar completamente en una sociedad moderna. Ahora, el problema se torna insoportable cuando verificamos que esa baja calidad se distribuye de manera inequitativa, correspondiéndole al segmento más pobre la peor calidad. En una escala perfecta se verifica que, en la medida que van aumentando los recursos económicos de la familia, la calidad va aumentando. Esta triste realidad la dejamos en evidencia al observar los resultados de evaluaciones prestigiadas internacionalmente y en base a nuestras propias mediciones estructuradas y aplicadas a nivel nacional.

El capítulo cobra especial interés por cuanto concluido el diagnóstico (seguramente conocido por muchos lectores) se intenta una aproximación para su abordaje con el mayor realismo y pragmatismo posible, generando una propuesta que asume que la educación (y de manera significativa a nivel de educación preescolar y básica) desempeña el papel más importante en la reducción de la desigualdad y la promoción de la equidad. Está demostrado que brindar acceso a una educación de calidad a todos los niños, independiente de su origen socioeconómico o ubicación geográfica, nos ayuda a romper el ciclo de la pobreza y brindar oportunidades más equitativas para todos. Este discurso ampliamente difundido, toma una expresión concreta de materialización conforme a nuestra realidad específica.

Finalmente, un breve comentario a la que seguramente se puede constituir en una pregunta recurrente: ¿y por qué no tratar otros temas igual de relevantes para nosotros los chilenos?

La respuesta es fácil: porque asumidas las posiciones en los tres grandes temas abordados en este libro, toda la variedad de dificultades que enfrentamos tendrá respuesta de forma natural. A manera de ejemplo, eliminar la lacra de la delincuencia en sus más variadas vertientes (narcotráfico, terrorismo, narcoterrorismo, delincuencia común o inmigración descontrolada) sólo requiere decidida voluntad de actuar. Alguien debe asumir el costo de dar la orden. Las leyes existen, las instituciones que se pueden hacer cargo están en perfectas condiciones, requieren solo un respaldo decidido, y la justicia necesita de una clara señal respecto de lo que esperamos como sociedad de ella. ¿Las pensiones? No tienen solución en el corto plazo, quien le diga que tiene la solución a este problema le está mintiendo. Lo más allá que vamos a llegar en el corto plazo es a acordar el monto que va a alcanzar la pensión garantizada universal. Y para el largo plazo debemos transparentar con total claridad los escenarios, en esto no hay magia. Lo mismo ocurre con salud, debemos extremar el discurso buscando hacer lo más efectivo posible el gigantesco presupuesto del sector, no es posible seguir despilfarrando recursos. A lo anterior le deberíamos sumar una clara alianza público-privada en la solución de los problemas más graves e incluso podríamos asumir modelos aplicados en países ampliamente admirados en el ámbito nacional.

Ramón Luis Berríos Arroyo

Primavera 2023

Capítulo 1Introducción

El miércoles 28 de agosto de 1963, Martin Luther King pronunció su célebre discurso: I have a dream, frente a una multitud de personas reunidas en el Lincoln Memorial, en Washington, Estados Unidos.

Sí, le decía a su audiencia, “Yo tengo un sueño”. Y esa frase fue el origen de un cambio profundo en la sociedad norteamericana. De hecho, a partir de ese momento se comienzan a materializar profundas transformaciones, destinadas a poner fin a distorsiones inaceptables en dicha sociedad.

Como ningún cambio en serio y profundo ocurre a la velocidad que nos gustaría –sólo los niños piensan que todo se puede obtener de manera instantánea y sin sacrificio–, tendrían que pasar aún cuarenta y cinco años para que Barack Obama, el primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos, tomara posesión de su cargo, en lo que todos reconocen como un paso importante hacia la realización de la visión de Luther King de una sociedad justa e igualitaria, con oportunidades para todos. Cuarenta y cinco años desde el discurso. Y cuarenta años exactos desde el asesinato de Luther King, a manos del supremacista blanco, pero también delincuente común, James Earl Ray.

Hoy en día, en el Chile de 2023, muchos tenemos, también, un sueño. Soñamos con iniciar un proceso de transformaciones profundas en la sociedad chilena, que está estructurada de una manera que a muchos no nos gusta.

No nos gusta saber que un niño nacido en una familia pobre de un barrio cualquiera de este país esté condenado a una vida muy difícil y prácticamente a cero posibilidades de ascender en la escala social, aun cuando tenga mérito y empuje para hacerlo. Se diga lo que se diga, son muy pocos los que, nacidos en esas condiciones, logran mejorar su situación de manera evidente. Y el hecho de que todos conozcamos algún ejemplo de ello, no convierte esta situación en una norma, sino más bien en un acto de sacrificio con resultados felices. Pero esto que se ve como excepcional, debería ser la norma: cualquier joven nacido pobre, con méritos y empuje personal, debería destacar en nuestra sociedad y poder desarrollar a plenitud su talento. No sólo por él, sino porque el país necesita el aporte de hombres y mujeres talentosos y con empuje.

No nos gusta que se pierda talento solo por nacer en un pueblo pequeño y abandonado por la brutal falta de apoyo y oportunidades. Y de nuevo: existen algunos ejemplos notables de superación de dichas condiciones, pero eso no es lo habitual.

No nos gusta ver a los trabajadores de nuestra patria tomando la locomoción colectiva de madrugada, para desplazarse durante horas hacia su lugar de trabajo y recibir, a fin de mes, un sueldo que apenas les alcanza para subsistir. Y en el caso de la mayor parte de las trabajadoras, hacen ese mismo trayecto para llegar, casi de noche, a ocuparse de las infinitas responsabilidades de su hogar. ¿Es posible que los hijos de estos trabajadores puedan recibir la atención y cuidados que su desarrollo requiere? ¿Están estos padres en condiciones de llegar, de noche, a leer los cuentos que sus niños necesitarían para la construcción de una primera imagen comprensible y organizada del mundo?

No nos gusta ver abusos de los poderosos, materializados en colusiones, financiamiento ilegal de la política y contratos no entendibles que solo los favorecen a ellos. No nos gusta y nos duele que los mismos que declaran amar a su país, no comprendan que la concentración absoluta de la riqueza es fuente de sufrimiento y malestar para muchos habitantes de nuestra patria.

No nos gusta la inseguridad que vivimos en nuestros barrios, donde personas decentes y esforzadas no pueden vivir en paz ni desarrollarse como se merecen.

Y podría extenderme con una larga lista de “no nos gusta”, manoseados día a día en los matinales de la televisión. Pero no tiene sentido que te los repita. Tú los conoces tanto como yo. E incluso, con tu experiencia, podrías agregar mucho más: acceso deplorable a la salud pública cuando se trata de temas complicados, incertidumbre para cuando lleguemos a viejos, y tantas otras injusticias que pudieran generar un largo etcétera, etcétera, etcétera.

No es mi intención ponerme a discursear y manosear los dolores de la gente, dedicándome a hurguetear en ellos, para después ofrecer una receta con un remedio instantáneo para sus males. A esta altura, lo único que tengo claro es que la receta que soluciona todos los problemas no existe.

¿Y cuál es nuestro sueño entonces? ¿Hacer desaparecer todo esto y construir un mundo feliz? ¿Buscamos, acaso, que se concrete la frase de la canción de Silvio Rodríguez?: “Si me dijeran pide un deseo, preferiría un rabo de nubes, que se llevara lo feo y nos dejara el querube (…) un barredor de tristezas, un aguacero en venganza, que cuando escampe aparezca nuestra esperanza”.

Sería muy miserable declarar que todo esto puede cambiar de manera inmediata. Les estaría mintiendo. Lo único que pretendo ofrecerles con este libro es que entendamos juntos el problema de vivir en sociedad y exploremos, con absoluto realismo, hasta dónde podemos de verdad llegar. Y cuál sería la mejor solución en la que pudiéramos trabajar.

Busco, en este sentido, que veamos juntos una forma de estructurar la sociedad. Y que acordemos un gran pacto, para que, de una vez por todas, podamos vivir, como chilenos, en un país que nos convoque, que nos entusiasme y que nos permita encontrar la razón y el sentido de vivir nuestra vida.

No es un camino fácil. Es uno que requiere mirar la sociedad con madurez y realismo, para entender su funcionamiento profundo. Y de esa forma, entender de verdad donde están los problemas y analizar qué se puede hacer y hasta donde, de verdad, podemos llegar.

Si usted cree que los problemas que nos aquejan tienen solución fácil y que debemos confiar en la aparición de seres iluminados para convertir esto en un paraíso donde no exista el dolor, mejor no siga leyendo. Regale este libro a algún otro chileno, de los que se levantan temprano cada mañana y salen a ganar con su sacrificio la dignidad de su familia. O regáleselo a uno de los millones de chilenos que, siendo responsables de su destino, agradecería que le despejen la pista para poder avanzar de mejor forma. O a uno de los que sólo necesita un par de patines para poder ir más rápido y de manera más cómoda al lugar al que aspira llegar.

El objeto de este libro es mostrar diferentes temas necesarios de ser conocidos para abordar la tarea de definir cuál es el modelo de sociedad que nos gusta y que nos interpreta. Lo escribimos sabiendo que la construcción de dicha sociedad está en nuestras manos. Y que del éxito de esa construcción depende nuestra propia felicidad, como seres que necesitan vivir en comunidad para crecer, procrear y desarrollarse, encontrando así el sentido de su vida en sociedad.

Capítulo 2 ¿A quién va dirigido este libro y a qué invita?

A los chilenos que nos correspondió vivir en este tiempo.

Debemos ver el mundo como es y no sólo como nos gustaría que fuera. Ese es el deber de los responsables. Y, a partir de ese realismo, buscar los mejores caminos que nos permitan vivir y educar a nuestros hijos para ser un aporte a la sociedad que debemos construir.

Debemos trabajar por un modelo de organización social que entendamos y que le dé sentido a nuestra vida. Debemos dejar de lado el bamboleo político entre derecha e izquierda, así como los experimentos con novatos e inexpertos en busca del paraíso. Todo eso ha fracasado. No podemos vivir permanentemente experimentando. Debemos asumir un camino cierto, como adultos conscientes y responsables de nuestra realidad.

Basta de divisiones y búsquedas de caminos fáciles que sólo nos conducen a la frustración permanente. Estamos a tiempo de iniciar un proceso que, dentro de algunas décadas, nos permita sentirnos orgullosos de pertenecer al pueblo de Chile; pueblo que se esforzó en este tiempo difícil por dejar a sus hijos una patria libre, próspera y justa.

¡Por vivir en este tiempo, a nosotros nos corresponde asumir el desafío!

¿Y es fácil transitar este camino?

No. No será fácil.

Requiere de mucha preparación y estudio. La búsqueda del destino conjunto como sociedad requiere de sacrificios, para que cada uno de nosotros pueda formarse como un ciudadano alerta, consciente de estar forjando su destino y que la construcción de éste es su responsabilidad.

Por eso, ninguno de los partidos que ha hecho de la política su “coto de caza” te ofrece este camino. Prefieren drogarte. Primero escarban en tus dolores. Y después te venden “el pase mágico”, que hará desaparecer todos tus males. Con eso tienen para pasar un buen rato disfrutando de bienestar a expensas tuyas. Hasta que descubres el fraude. Y ahí partes de nuevo, experimentando con tu voto entre distintas alternativas condenadas al fracaso. Evidencia de esto son los últimos 15 años en nuestro ir y venir político, donde siempre el presidente electo ha sido un contrario al gobernante. Desde luego el elegido trae la “receta mágica” para que, ahora sí, nos vaya bien.

Si alguno tuviera esa llave de la felicidad, que abre todas las puertas del bienestar humano, ya la conoceríamos y se hubiera expandido por el mundo.Seríamos todos felices.

¿Tú crees que los comunistas son una alternativa? Y si son tan fantásticas sus recetas ¿por qué han fracasado a lo largo de la historia, llevando hambre, pobreza y tiranía a todos los países que han tocado? Sus líderes echan siempre mano a una excusa para explicar por qué han fallado. Pero la verdad es una sola: no existe un solo ejemplo de éxito que avale sus premisas.