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Envidiada por su vasto imperio, que se extiende por buena parte de la Francia actual, desde el Loira hasta los Pirineos y desde el Atlántico hasta Auvernia, Aliénor de Aquitania dejó una huella profunda en la historia del siglo XII. Reina consorte de Francia y luego de Inglaterra, tuvo once hijos, viajó de manera infatigable por Occidente y Oriente Próximo hasta Tierra Santa, alentó una revuelta contra su segundo marido, Enrique II de Inglaterra, y estuvo cautiva por ello durante quince años. Después de enviudar, se propuso defender el poder de sus hijos, Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra. La desaparición de Aliénor de Aquitania señala el fin del Imperio Plantagenet, pero su carácter de mujer poderosa e insumisa ha propiciado una persistente leyenda negra, que sigue fascinando en la actualidad.
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Seitenzahl: 132
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Martin Aurell
ALIÉNOR
Leonor de Aquitania
EDICIONES RIALP
MADRID
Título original: Aliénor d'Aquitaine
© 2020 Presses Universitaires de France / Humensis
© 2021 de la versión española realizada por MIGUEL MARTÍN
by EDICIONES RIALP, S. A.
Manuel Uribe 13-15, 28033 MADRID
(www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-5369-3
ISBN (edición digital): 978-84-321-5370-9
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
NOTA PRELIMINAR
INTRODUCCIÓN
I. UNA JUVENTUD EN EL TIEMPO DE LAS CRUZADAS
LOS ORÍGENES FAMILIARES
LA HEREDERA DEL DUCADO DE AQUITANIA
CORONADA REINA DE FRANCIA A LOS 13 AÑOS
RELACIONES CON EL ORIENTE: EL VASO DE LEONOR
CONFLICTOS DE PALACIO: EL MATRIMONIO DE PETRONILA
EL SOPLO DE LA CRUZADA SE APODERA DE OCCIDENTE
UN FRACASO ATRIBUIDO A LAS MUJERES
LA DERROTA DEL MONTE CADMOS Y LA HUIDA HACIA PALESTINA
DISPUTAS EN CASCADA EN TORNO A DAMASCO
LA SEPARACIÓN DE LA PAREJA REAL
LA MALA REPUTACIÓN DE LEONOR, ¿UN ASUNTO CULTURAL?
II. UNA MADUREZ CON Y CONTRA ENRIQUE II DE INGLATERRA
REGRESO ACCIDENTADO A POITIERS Y MATRIMONIO CON EL FUTURO REY DE INGLATERRA
EL IMPERIO PLANTAGENET
LO QUE SE ESPERA DE UNA REINA DE LA EDAD MEDIA
LEONOR, REINA Y MADRE
LOS PRECEPTORES: TOMÁS BECKET Y GUILLERMO LE MARÉCHAL
LA RELACIÓN CON SUS HIJAS
LEONOR Y EL GOBIERNO DEL IMPERIO
ENRIQUE II, EL HOMBRE CENTAURO
LA CONQUISTA DE TOULOUSE BAJO LA INFLUENCIA DE BECKET
BECKET, DE PLEBEYO A ARZOBISPO DE CANTERBURY
ENRIQUE II LIMITA LOS DERECHOS DEL CLERO
EXILIO DE BECKET Y CORONACIÓN DE ENRIQUE EL JOVEN
ASESINATO EN LA CATEDRAL
III. LA GRAN REBELIÓN
ENRIQUE EL JOVEN CONTRA SU PADRE ENRIQUE II
LEONOR FOMENTA LA REBELIÓN CONTRA ENRIQUE II
LEONOR, CAPTURADA POR LOS HOMBRES DE ENRIQUE II
PENITENCIA DE ENRIQUE II SOBRE LA TUMBA DE TOMÁS BECKET
RAZONES DE LA REBELIÓN: ¿LOS CELOS?
LA EXPLICACIÓN JURÍDICA: LA POLÍTICA CENTRALIZADORA Y AUTOCRÁTICA DE ENRIQUE II
LA EXPLICACIÓN ANTROPOLÓGICA: LA JUVENTUD, ELESTATUTO DEL SOLTERO DESPROVISTO DE PATRIMONIO
LA EXPLICACIÓN DE LOS CRONISTAS MEDIEVALES: LEONOR LA «ALIENANTE»
UNA MUJER TRANSGRESORA: TRAVESTISMO DE LEONOR
LAS MUJERES DETRÁS DE LA GRAN REBELIÓN
LA MISOGINIA MEDIEVAL
MUERTE DE ENRIQUE II Y LIBERACIÓN DE LEONOR
IV. EL PODER AUMENTADO DE UNA VIUDA
RICARDO CORAZÓN DE LEÓN ES REY, LEONOR DE AQUITANIA GOBIERNA
UNA ESTRATEGIA MATRIMONIAL ORQUESTADA POR LEONOR
MATRIMONIO EN LA ISLA DE CHIPRE Y PARTIDA PARA LA TERCERA CRUZADA
BERENGUELA DE NAVARRA, REINA DE INGLATERRA
LA TRAICIÓN DE JUAN SIN TIERRA
CAUTIVERIO DE RICARDO CORAZÓN DE LEÓN EN ALEMANIA
EL HÉROE DE LAS CRUZADAS ESTÁ DE VUELTA: CEREMONIA DE OSTENSIÓN DE LA CORONA
TRAS RECUPERAR SU IMPERIO, RICARDO PERECE JUNTO A SU MADRE
TRES YACIENTES EN LA ABADÍA DE FONTEVRAUD
LEONOR SE OCUPA DE LA SUCESIÓN DE SU HIJO JUAN SIN TIERRA
NUEVA ESTRATEGIA MATRIMONIAL: BLANCA DE CASTILLA
CONDENA DE JUAN SIN TIERRA
MUERTE DE LEONOR Y HUNDIMIENTO DEL IMPERIO PLANTAGENET
CONCLUSIÓN
CRONOLOGÍA
AGRADECIMIENTOS
AUTOR
COLECCIÓN HISTORIA
NOTA PRELIMINAR
ESTE LIBRO PROCEDE DE un ciclo de conferencias publicadas en cuatro CDs por la librería sonora Frémeaux, debidamente transcrito. Tiene, pues, las huellas del lenguaje oral. Su tono pedagógico, por momentos familiar, corresponde a esta circunstancia en que el autor trata de captar la atención de un público no especializado. El texto ha sido objeto de una cuidadosa relectura por parte del autor, que ha comprobado la exactitud de sus datos.
Filiación simplificada de Leonor de Aquitania
INTRODUCCIÓN
LEONOR DE AQUITANIA, nacida en 1124 y muerta en 1204, reina de Francia y reina de Inglaterra, ¿era una mujer excepcional? Ciertamente, una reina que ha tenido dos maridos reyes se sale de lo ordinario. Se casó primero con Luis VII, rey de Francia, y luego con Enrique II de Inglaterra. Tuvo una decena de hijos, de los que ocho sobrevivieron a la adolescencia, entre los cuales algunos personajes en la confluencia entre la realidad y el mito que hicieron las delicias de los autores de romances: Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra, por citar solo a los más famosos. Era también una viajera extraordinaria. Se suele considerar la Edad Media como un periodo sedentario, en que apenas se sale del propio pueblo en toda la vida, cosa que no es cierta para la nobleza. Leonor fue hasta Jerusalén, Antioquía, Constantinopla, Mesina, a Sicilia, a Castilla y a Navarra; recorrió en litera o a caballo Occidente y el próximo Oriente. Algo poco común, esta mujer nunca se dejó dominar por los hombres; se rebeló contra su marido en 1173, cosa que le costó quince años de cautiverio. Otro aspecto excepcional para su tiempo: su longevidad, pues Leonor recorrió el siglo XII durante cerca de ochenta años. Si el siglo XIII es el de san Luis, el XII es en Francia el de Leonor de Aquitania, que ha marcado el campo de las artes y de las letras que ella patrocinó.
El problema importante que se plantea frecuentemente a los historiadores medievalistas es el de las fuentes. Sobre una mujer del siglo XII, las piezas escritas son muy fragmentarias, pues quienes escribían, con pocas excepciones, eran hombres que se interesaban poco por el otro sexo. Con todo, Leonor es a menudo citada por la historiografía: las crónicas (los relatos históricos de la época) o los anales (género mucho más austero y elíptico). Ella aparece también en unas 120 cartas (actas notariales avant la lettre) de las que es autora; así es cuando hace una donación al monasterio de Fontevrau o a otras instituciones eclesiásticas. Sus parientes aparecen en estos documentos en la forma de su seing (el antepasado de nuestra firma), lo que nos permite reconstruir la corte y sus desplazamientos, pues estos actos son con frecuencia datados y localizados. Conservamos también algunos apuntes contables de los gastos que ella hace en la corte de Inglaterra. En último lugar, para este siglo XII que es el de un renacimiento literario, los intercambios epistolares son una fuente importante para el historiador, y Leonor ha tenido mucha correspondencia (aunque no fuese de su propia mano, pues contaba en su entorno con notables escribanos, como Pierre de Blois).
Así pues, disponemos de un conjunto de documentos, al que se añade la iconografía, algunos objetos, o incluso su aparición en obras de ficción, en verdad demasiado fragmentarios y dispersos para penetrar en la psicología de un individuo. Pues, cuando se redacta una biografía, se desea conocer el temperamento del personaje. ¿Era Leonor alegre? ¿Cascarrabias? ¿Autoritaria? Me inclino a pensar que la psicología barata y los intentos de penetrar su universo íntimo son absurdos y faltos siempre de objetividad. Eso sucede, en el siglo XIX, con algunos grandes autores, pretendidos historiadores como Jules Michelet, que han forjado la cultura popular de su tiempo. Profundamente nacionalista, Michelet detestaba que Leonor se casase con el rey de Inglaterra después de divorciarse del rey de Francia, y escribía sobre ella que era «apasionada y vengativa como una mujer del sur». Ignoro qué experiencia podía tener Michelet de las meridionales, pero se adivina el tópico: sangre caliente, pasión, vendetta… Y se le pegan a la reina esos adjetivos con una desenvoltura sorprendente por parte de quien se considera como un gran historiador. Un poco más tardío, Élie Berger ha escrito la biografía de la nieta de Leonor, Blanca de Castilla. A sus ojos de francés muy patriota, que vive como una tragedia la pérdida de Alsacia-Lorena y tiene sed de revancha, Leonor es la traidora a Francia por excelencia y encarna a la pérfida Albión. Oponiéndola a su nieta Blanca de Castilla, escribe: «Leonor era la más mala y desconsiderada de las mujeres de nuestra historia».
Pero no hay que buscar en el siglo XIX, ni a comienzos del XX, la clave de la comprensión de este personaje. La muy rica y rigurosa biografía de Edmond-René Labande es una autoridad desde hace largo tiempo; la han utilizado muchos escritores, comenzando por Régine Pernoud, autora de una de las primeras biografías populares en los años 1950, donde reaparecen, sin embargo, rasgos de psicología de poca monta y tópicos (Leonor era mundana, tenía una gran libertad de movimientos, era floja y extravagante, la sedujo el emperador de Constantinopla, ese hombre del Levante un poco hipócrita…). Tendremos que superar estos lugares comunes para comprender de la forma más objetiva posible a esta mujer dos veces reina.
I.
UNA JUVENTUD EN EL TIEMPO DE LAS CRUZADAS
LOS ORÍGENES FAMILIARES
La biografía es un ejercicio muy difícil para los historiadores formados en la escuela de los Anales. Estamos más bien interesados por los grandes movimientos de la historia, por la sociedad, por los poderes, por la economía, mientras que la biografía es un género íntimamente ligado a ese elemento indefinible que remite a la psicología, a la libertad de cada uno que no podremos nunca explicar del todo con seguridad. Por poco que se aborde más modestamente a Leonor de Aquitania al hilo de su vida, se percibe que su existencia recuerda en bastantes aspectos la de muchas mujeres de su tiempo, y que, si ella tiene un recorrido excepcional, su condición es al mismo tiempo muy representativa de las princesas, reinas y damas de la alta aristocracia del Occidente medieval.
Nacida probablemente en 1124, Leonor de Aquitania es hija de Guillermo X, duque de Aquitania y de la vizcondesa de Châtellerault. El duque vive en su palacio de Poitiers, aunque se desplaza mucho, sobre todo por el centro y sudoeste de Francia que debe gobernar; y la ciudad de Châtellerault está a unos cincuenta kilómetros al norte de su «capital». Leonor [Aliénor][1] es un nombre desconocido aún, un hápax que dirían los filólogos. Proviene del de su madre, Aénor, al que se prefija el adjetivo latino alia, que significa «otra». Aliénor es pues «la otra Aénor». La familia de Châtellerault tiene un lugar importante en su historia y aún más en la imagen negativa que sus contemporáneos se harán un día de ella. Su madre, Aénor, nació del matrimonio de Dangereuse (“Peligrosa”, ¡ese es un nombre que no se inventa!) de l’Île-Bouchard con el vizconde de Châtellerault. Pero Dangereuse deja un día a este esposo legítimo para convertirse en la concubina de Guillermo IX de Aquitania, padre de Guillermo X y abuelo de Leonor.
Este abuelo paterno es el primer trovador de la historia de la literatura cuya composición poética haya llegado hasta nosotros. Es autor de cortas canciones rimadas que tratan de la dama amada. Es capaz de cantar el fin’amor, esta forma «refinada», nada picante, de hablar de amor, que se llamará en el siglo XIX «el amor cortés»: un amor etéreo, platónico, que pone a la mujer sobre un pedestal y donde el hombre se humilla, arrodillándose ante ella a modo de un vasallo, según los ritos del feudalismo. Una tal idealización de la mujer marcará profundamente a la sociedad occidental, inspirando en particular el amor romántico muchos siglos después. Este fenómeno, que participa del Renacimiento del siglo XII, se debe en gran parte a la corte de Guillermo IX el trovador; las primeras canciones que utilizan esos temas tan elevados son las suyas. Pero, por otra parte, es capaz de escribir poemas de una extremada obscenidad y es esta reputación de libertinaje declarado y de lujuria asumida la que se reprochará a su nieta. Para lo mejor y para lo peor, el aura de su medio familiar no dejará nunca a Leonor —que, por otra parte, conoció en sus primeros años jóvenes a su abuelo Guillermo IX, hecho raro para la época—.
Guillermo IX y Guillermo X atrajeron a su corte un cierto número de trovadores, poetas innovadores en su tiempo por la utilización de la lengua de oc, la belleza de sus metáforas y los temas que desarrollaban. Los dos más importantes de estos artistas de corte, que no pertenecen a la nobleza y buscan la protección de los señores para ejercer sus talentos y sobrevivir (regalos, alojamiento y cubierto), son Marcabru y Cercamon. El primero se dice «engendrado bajo una tal luna que sabe cómo el amor se rompe»; su biógrafo del siglo XIII afirma que era un niño abandonado. Misógino, se dedica menos a la poesía amorosa o religiosa que a las odas guerreras que animan a los caballeros a partir a la cruzada. El nombre del segundo describe a quien «busca» o recorre el mundo de corte en corte y de castillo en castillo para renovar su auditorio.
Hecho original, la corte de Guillermo IX ha acogido a un bardo del país de Gales, un bretón, en una época en que Gran Bretaña y la pequeña Bretaña armórica hablan lenguas muy próximas y comparten una misma cultura celta. Hacia 1100, este bardo Bleddri ap Cadifor es un noble galés que ha atravesado la Mancha para residir en el palacio de Poitiers. Se ve entonces extenderse entre la aristocracia de la región un cierto número de nombres de bautismo como Perceval, Arturo o Lancelote. Las canciones y los cuentos de Bleddri y de sus compatriotas están quizá para muchos en la difusión de esta moda onomástica. El mito artúrico es el motivo literario dominante de la época en Gran Bretaña y conquista en adelante el continente.
LA HEREDERA DEL DUCADO DE AQUITANIA
Al gran medievalista Georges Duby le gustaba decir que el siglo XII es el de las herederas. Leonor es una de ellas: a la muerte de su abuelo, su padre no seguirá siendo mucho tiempo duque de Aquitania. Está fuertemente implicado en el asunto del cisma de Anacleto. En efecto, en los años 1120-1130, la Iglesia conoció dos papas; por desgracia para él, Guillermo X tomó partido por el que será considerado luego como un antipapa, y es por eso condenado por el hombre más influyente de la Iglesia de principios del siglo XII, Bernardo de Claraval. Cuando Guillermo X se arrepiente, se le impone, como expiación de su falta, la peregrinación a Santiago de Compostela. Pero, apenas ha llegado a la catedral de Galicia, cae enfermo y muere repentinamente a comienzos de 1137. Es la consternación.
Leonor tiene 13 años y es entonces mayor (la mayoría entonces prevista por el derecho canónico es de 12 años para las muchachas y de 14 años para los muchachos). Ella se convierte en heredera de un vasto conglomerado de «principados territoriales», expresión forjada por los medievalistas en el siglo XX para designar lo que corresponde a las regiones contemporáneas, ya sean ducados, condados o vizcondados.
En el siglo XII