Almanaque Histórico Argentino 1916-1930 - Guillermo Máximo Cao - E-Book

Almanaque Histórico Argentino 1916-1930 E-Book

Guillermo Máximo Cao

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¿Por qué un Almanaque Histórico Argentino? Porque creemos que la Historia, como ciencia, reconstruye y analiza el pasado, interpretando las fuentes desde el presente. Y los presentes son todos distintos. Este de finales de la segunda década del siglo XXI que nos toca transitar, donde las fuerzas populares de extrema derecha crecen en todo el mundo y las crisis económicas globales son cada vez más seguidas, nos invita a mirar el pasado para encontrar similitudes y diferencias; para hallar continuidades y rupturas. La UCR es el partido político más antiguo de la Argentina. Fundado en 1891, fue con el proceso de ampliación de la participación política que logró llegar a gobernar el país, a partir de 1916. Comenzaba así una etapa marcada por el impulso de ciertos cambios políticos y sociales graduales, montados sobre líneas de continuidad en materia económica. Sin embargo, problemas de gobernabilidad y la crisis de 1929 mediante, el período concluye con el primer golpe de Estado en la historia argentina y la reinstalación de proyectos conservadores. Este Almanaque —denominación que pretende rescatar esas antiguas publicaciones que trataban distintos aspectos sobre un mismo tema (Almanaque Mundial, Almanaque de la Industria, etc.)— puede leerse por capítulos y no necesariamente de principio a fin. Cada uno de ellos aborda un aspecto del período de la historia argentina comprendido entre el 12 de octubre de 1916 y el 6 de septiembre de 1930.

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Cao, Guillermo Máximo

Almanaque Histórico Argentino 1916-1930 : ampliación de la participación política / Guillermo Máximo Cao... [et al.] ; coordinación general de Guillermo Máximo Cao.- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Bärenhaus, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-4109-94-1

1. Historia Argentina. I. Cao, Guillermo Máximo, coord.

CDD 982.061

© 2020, Guillermo Máximo Cao (coord.)

Asistente de Coordinación: Andrés Gurbanov

Corrección de textos: Mónica Costa

Diseño de cubierta e interior: Departamento de arte de Editorial Bärenhaus S.R.L.

Todos los derechos reservados

© 2020, Editorial Bärenhaus S.R.L.

Publicado bajo el sello Bärenhaus

Quevedo 4014 (C1419BZL) C.A.B.A.

www.editorialbarenhaus.com

ISBN 978-987-4109-94-1

1º edición: diciembre de 2020

1º edición digital: noviembre de 2020

Conversión a formato digital: Libresque

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

Sobre este libro

¿Por qué un Almanaque Histórico Argentino? Porque creemos que la Historia, como ciencia, reconstruye y analiza el pasado, interpretando las fuentes desde el presente. Y los presentes son todos distintos. Este de finales de la segunda década del siglo XXI que nos toca transitar, donde las fuerzas populares de extrema derecha crecen en todo el mundo y las crisis económicas globales son cada vez más seguidas, nos invita a mirar el pasado para encontrar similitudes y diferencias; para hallar continuidades y rupturas.

La UCR es el partido político más antiguo de la Argentina. Fundado en 1891, fue con el proceso de ampliación de la participación política que logró llegar a gobernar el país, a partir de 1916. Comenzaba así una etapa marcada por el impulso de ciertos cambios políticos y sociales graduales, montados sobre líneas de continuidad en materia económica. Sin embargo, problemas de gobernabilidad y la crisis de 1929 mediante, el período concluye con el primer golpe de Estado en la historia argentina y la reinstalación de proyectos conservadores.

Este Almanaque —denominación que pretende rescatar esas antiguas publicaciones que trataban distintos aspectos sobre un mismo tema (Almanaque Mundial, Almanaque de la Industria, etc.)— puede leerse por capítulos y no necesariamente de principio a fin. Cada uno de ellos aborda un aspecto del período de la historia argentina comprendido entre el 12 de octubre de 1916 y el 6 de septiembre de 1930.

Sobre Guillermo Máximo Cao

Guillermo Máximo Cao nació en 1958. Profesor de historia egresado de IES N°1 “Alicia Moreau de Justo”, es coordinador de “100 Historias”. Fue profesor de los colegios y curso de ingreso de la UBA, Carlos Pellegrini y Nacional de Buenos Aires.

Además de innumerables libros de textos escolares, es autor de Almanaque del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Argentina 1816-2016 (2016, Bärenhaus) y San Martín y el cruce de los Andes. Almanaque de la hazaña (2017, Bärenhaus), este último declarado de Interés Cultural y Social por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Es colaborador en diferentes medios de comunicación: TV, diarios y revistas. Recibió mención en el premio “Coca Cola en las Artes y las Ciencias 1989/90”. Expuso en Jornadas de Ciencias Sociales UBA, de Escuelas Medias Universitarias; profesorados Joaquín V. González, Alicia Moreau de Justo, Alfredo Palacios; en el Museo Histórico Nacional y en la Biblioteca “Esteban Echeverría” de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Índice

CubiertaPortadaCréditosSobre este libroSobre Guillermo Máximo CaoAutores del presente volumen100 Historias: PresentaciónIntroducciónCapítulo I. Presidencias radicales (1916-1930)Capítulo II. La política económica de los gobiernos radicalesCapítulo III. El radicalismo y el movimiento obrero: entre la negociación y la brutal represiónCapítulo IV. Mujeres: imágenes, mandatos y luchas en la década del 20Capítulo V. Las presidencias radicales entornan las puertasCapítulo VI. El mundo cultural de los años veinte: entre las vanguardias y la industria culturalCapítulo VII. Los gobiernos radicales y la educaciónCapítulo VIII. No todo lo que brilla es oroCapítulo IX. Delito y modernidadCapítulo X. Der deutsche Rächer: El vengador alemánCapítulo XI. Vengarás tus muertosCapítulo XII. Almanaque 1916-1930Integrantes de 100 Historias que colaboran en otros tomos

AUTORES DEL PRESENTE VOLUMEN

 

 

MARCELA MARTA ALONSO

Es profesora de Historia egresada del Profesorado del Sagrado Corazón. Diplomatura en Gestión Educativa (FLACSO). Diplomatura de Género y Movimientos Feministas en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Ha trabajado en el Instituto Domingo F. Sarmiento, en el Nacional N° 6 (Florida), en Oxford High School y en el Instituto Industrial Luis A. Huergo como profesora de Historia y de Formación Ética y Ciudadana. Fue profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba. Es Rectora del Instituto Vocacional Argentino. Participa en talleres literarios.

 

CELESTE CASTIGLIONE

Licenciada en Ciencia Política (FSOC-UBA) y en Sociología (FSOC-UBA), Posgrado en Ciencia Política y Sociología (FLACSO) y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Es investigadora adjunta de CONICET, con lugar de trabajo en el Instituto de Investigaciones en Contextos de Desigualdades (IESCODE) de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) donde dirige tres proyectos de investigación. Profesora de la Facultad de Derecho de la UBA, dicta seminarios de posgrado y doctorado en la UNPAZ e investigadora de proyectos del Instituto de Investigaciones “Gino Germani” (FSOC-UBA) y de la UNLP. Vicepresidenta de la Asociación Argentina de Estudios Coreanos (AAEC). Ha concurrido como invitada y expositora a congresos relacionados con el campo migratorio y publicado artículos en revistas nacionales e internacionales. En 2018 junto a la investigadora Cristina Barile compilaron el libro Morir no es poco. Estudios sobre la muerte y los cementerios (Ed. Continente). Y en 2019 publicó Relatos migrantes. Historias de vida y muerte en José C. Paz (EDUNPAZ). Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

JUAN FERNÁNDEZ

Profesor de Historia en la cátedra de “Historia Social Contemporánea”, en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y en la cátedra de “Problemas de Historia Argentina”, en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (Florencio Varela). Titular de la materia “Historia Contemporánea mundial I y II”, en el Profesorado de Historia “Instituto Alfredo L. Palacios” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Profesor a cargo de la cátedra “Historia de la Ciencia y de la Técnica” dictada en la Universidad de Morón (Carrera de Ingeniería). Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautor del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

MARÍA CECILIA GASCÓ

Es licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UBA), profesora en Historia (IES N° 1 “Alicia Moreau de Justo”) y Maestría en Historia (UNTREF). Docente del seminario “Sujetos, identidades y proyectos políticos en la historia reciente: las transformaciones del peronismo (1955-1976)” de la Carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), cátedra Friedemann. Expositora, presentadora y comentarista en mesas y jornadas de Historia y Ciencias Sociales sobre temas vinculados a Historia intelectual, Historia de los intelectuales, Historia de las ideas e Historia cultural. Redactora de contenidos de textos curriculares, cuadernillos y materiales de cátedra, artículos y capítulos de libros. Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

FERNANDO ANTONIO MASTANDREA

Profesor en Historia, egresado del ISP “Joaquín V. González”. Especialista en Ciencias Sociales y su Enseñanza, postítulo otorgado por el INFD. Ha desempeñado o desempeña distintas tareas en tres niveles educativos: primario, secundario y terciario. Ejerce en la actualidad en el ISP “Joaquín V. González” y en la Escuela de Comercio N° 7 “Manuel Belgrano”. Ha publicado artículos en libros y revista, tanto sobre temas históricos como educativos. Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautor del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

EDUARDO PABLO PELOROSSO

Es profesor de Historia en nivel medio y superior, egresado del Instituto del Profesorado del CONSUDEC “Septimio Walsh”. Es docente de Historia Social Latinoamericana en la carrera de Geografía de dicho establecimiento. Docente de Historia, Geografía, Geografía Regional y Económica, Formación Ética y Ciudadana, Sociología y Taller de Sociedad y Estado (además de los cargos de Coordinador del Departamento de Ciencias Sociales y Tutor) en el Instituto Colegio de Nuestra Señora, Complejo Educativo Nuevo Sol y Escuela de Comercio Nº 36 D. E. 03 “Isaac Haperín”. Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA).

 

ANDREA PEREYRA

Estudió el profesorado de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Se desempeña como docente en escuelas medias de la Capital Federal. Becaria del Fondo Nacional de las Artes. Publicó Cuentos con Historias junto a la escritora Agustina Caride. En el año 2018 obtuvo la Diplomatura en Gestión (FLACSO), y en 2019 la Diplomatura en Género y movimientos feministas, de la Facultad Filosofía y Letras (UBA). Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

SILVINA PESSOLANO

Profesora de Historia graduada en el Profesorado “Joaquín V. González”. Autora de los libros de actividades para docente del Almanaque de Bicentenario de la declaración de la Independencia Argentina (1816-2016) y de San Martín y el Cruce de los Andes. Almanaque de la hazaña (ambos de editorial Bärenhaus). Profesora del Colegio Nacional de Buenos Aires (UBA) y del Centro Educativo San Francisco Javier, Instituto La Candelaria y ex profesora del CONSUDEC. Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

ALBERTO ROSSI

Es profesor en Historia, recibido en el Instituto Obra Cardenal Ferrari. Docente de escuela media y de institutos terciarios. Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautor del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

ANA TRENTI

Profesora de Historia en el ISP “J. V. González”. Especialista y adscripta a la cátedra de Historia Europea Contemporánea en dicho establecimiento. Especialista en Derechos Humanos Económicos, Sociales y Culturales en la UMET. Estudió Educación en la Universidad del Salvador. Diplomada en Constructivismo y Educación (FLACSO). Diplomada y Especialista en Educación y Gestión Educativa (FLACSO). Especialista en Enseñanza de la Ciencias Sociales (USAL). Trabajó en proyectos de aprendizaje en las escuelas medias del GCBA. Profesora del Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media de la UBA. Es rectora del Liceo Nº 3 de Barracas y profesora en escuelas medias. Realizó varias ponencias en la Universidad de Unioeste, en Foz de Iguazú y en el ISP “Alicia Moreau de Justo”. Actualmente cursa la Maestría de Historia en UNTREF. Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautora del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba.

 

JUAN MARTÍN TUPILOJON FERNÁNDEZ

Profesor egresado del Instituto Superior de Formación Docente Nº 1 de la Ciudad de Avellaneda. Es preceptor en el Colegio Nacional de Buenos Aires y enseñó en el colegio secundario Nuevo Sol, de Caballito. Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA).

100 HISTORIAS: PRESENTACIÓN

 

 

Somos un grupo de profesores de Historia, convocados para dictar clases en el curso de ingreso a los colegios de la UBA: Carlos Pellegrini y Nacional de Buenos Aires. En dicho curso, además de desempeñarnos como docentes, participamos en la elaboración de los libros que utilizan los estudiantes.

El conjunto de profesores de Historia, sede Pellegrini, fue adoptando a lo largo de los años, características que, aunque fuimos formados en distintas instituciones, con diferentes trayectorias y especializaciones, logramos conformar un equipo de trabajo eficiente, solidario y de una capacidad profesional, digna de ser aprovechada para crear y construir otro tipo de acciones. De allí surgió la idea de crear 100 Historias, un equipo de trabajo que tiene el objetivo de investigar, estudiar, interpretar, debatir, la historia para difundirla como una herramienta de análisis y transformación del presente.

Nos fijamos, como tarea inicial, construir una historia argentina desde sus orígenes hasta la actualidad, plasmada en este Almanaque Histórico Argentino, cuyo nombre es para rescatar antiguas publicaciones que abordaban una temática, en este caso la historia argentina, desde diversos aspectos. Por eso, además de un capítulo de la historia de cada período, existen trabajos específicos sobre economía, género, migraciones, cultura, ideologías, finalizando con una completa cronología de los hechos destacados y apuntes biográficos de sus protagonistas.

El objetivo de este Almanaque es proponer una historia, que sirva para abrir un debate sobre nuestro pasado en función del presente. No es cuestión de utilizar la memoria colectiva solamente para no olvidar. La misión es que, a partir de ella, se pueda transformar, crear, construir, un futuro mejor.

100 Historias está integrado por un grupo de docentes trabajadores intelectuales, que los une su pasión por la educación y la historia, las que son consideradas como herramientas fundamentales de transformación del presente y construcción del futuro.

 

Marcela Alonso, Walter Ballesteros, Guillermo Cao, Celeste Castiglione, Juan Fernández, Cecilia Gascó, Andrés Gurbanov, Fernando Mastandrea, Carlos Oroz, Eduardo Pelorosso, Andrea Pereyra, Silvina Pessolano, Alberto Rossi, Ana Trenti, Juan Martín Tupilojon.

INTRODUCCIÓN

 

 

La Unión Cívica Radical es el partido político más antiguo de la Argentina, que a pesar de varias escisiones perdura y tiene vigencia en la actualidad. Si bien su fundación se remonta a 1891, recién con la ley electoral de voto secreto y obligatorio pudo ganar las elecciones presidenciales, por tres períodos consecutivos, hasta que el primer golpe de Estado de la historia del siglo XX, el 6 de septiembre de 1930, terminará no sólo con la segunda Presidencia de Yrigoyen, sino con el sistema de elecciones sin fraude.

Este período que abordamos en este volumen del Almanaque Histórico Argentino tiene varias particularidades. Fueron los primeros gobiernos de nuestra historia elegidos masivamente, lo que permitió la participación de sectores, hasta ese momento invisibles, tanto como votantes, como candidatos. Estos nuevos protagonistas de la política como ciudadanos plenos pertenecían mayoritariamente a los hijos de inmigrantes, que no se habían nacionalizado y que soñaban en algún momento volver a su país de origen. Estos sectores considerados “medios” se educaron en Argentina, con la ley 1420 de educación primaria, obligatoria, gratuita, laica, logrando un ascenso social jamás pensado por sus padres en sus países de origen.

El radicalismo, que se había convertido en el principal partido opositor, llega a la Presidencia de la Nación, pero no logra controlar todos los mecanismos de poder, del sistema constitucional, teniendo graves problemas de gobernabilidad, plasmados en la imposibilidad de sancionar varias leyes fundamentales. De todas formas, ni Yrigoyen ni su partido, tenían la intención de producir grandes cambios en el modelo económico, pero les preocupaba fundamentalmente darle independencia política a la Argentina y respetar las instituciones democráticas. Por otra parte, la oposición conservadora no logra aglutinarse tras una figura o un partido unificado y entra en acción como mayor fuerza opositora a Yrigoyen, más que a la UCR, la prensa escrita, que se van a convertir en factor desestabilizante del sistema.

Las presidencias del período y su accionar político tanto en lo nacional como en sus relaciones exteriores están desarrolladas en el primer capítulo. En el siguiente se explica y analiza la política económica, que si bien no se planteaba grandes cambios con respecto al modelo agroexportador, implementado desde el siglo anterior, propone algunas medidas que significaban una orientación distinta para algunos temas económicos. También es analizado el contexto económico internacional que conlleva grandes cambios en el mundo. La economía de guerra, la posterior, el crecimiento de EE.UU. culminando con la crisis financiera de 1929.

Uno de los puntos más controvertidos del período es la relación de los presidentes radicales con el movimiento obrero. Sobre todo por las sangrientas represiones de algunas huelgas. Tanto la evolución del sindicalismo como los conflictos y su resolución están desarrollados en el tercer capítulo.

Si los hechos históricos son inmodificables, su análisis e interpretación desde cada presente es distinto. Por eso en cada volumen de nuestro Almanaque Histórico Argentino incorporamos secciones que tienen que ver con temas trascendentales en el presente siglo XXI: género y migraciones. Desarrollados en los capítulos IV y V, respectivamente. La cultura y la educación también están analizadas con miradas particulares, desde este presente, en el VI y VII, correspondientemente.

Los cuatro capítulos siguientes abordan diferentes aspectos del período, aportando análisis originales sobre la masacre de Napalpí en 1924 (VIII), el tratamiento del delito (IX) y el anarquismo y la historia de algunas de sus figuras (X y XI).

El último capítulo, como en todos los libros de la colección, está destinado al Almanaque, una cronología del período con los hechos salientes de todos los aspectos que hacen a la memoria de un país. Además de aportar los datos biográficos más importantes de las personalidades del momento, pero sobre todo de los integrantes de los gabinetes ministeriales de cada presidente.

Cada capítulo cuenta con su bibliografía específica, respaldando cada uno de los análisis y conclusiones de este. Y, como decimos siempre, sólo nos resta esperar que disfruten y se apasionen leyendo este libro, como nosotros al escribirlo.

 

Guillermo Cao, Coordinador de 100 Historias, Buenos Aires, octubre de 2020

CAPÍTULO IPRESIDENCIAS RADICALES (1916-1930)

Guillermo Máximo Cao

 

 

Presidencia de Hipólito Yrigoyen (1916-1922)

Cuando el 12 de octubre de 1916 asumió Hipólito Yrigoyen la presidencia, se terminó una etapa de lucha de su partido, la Unión Cívica Radical (UCR), por un sistema electoral transparente. Lucha que se había dado a través del abstencionismo electoral, es decir no presentar candidatos y no concurrir a votar, y por las revoluciones armadas como las de 1890, cuando todavía era la Unión Cívica y las de 1893 y 1905. Pero si bien se había obtenido el sufragio obligatorio y secreto y el radicalismo había llegado a la presidencia, eso no significó que haya logrado controlar todos los mecanismos de poder.

El propio Yrigoyen en las dos últimas revoluciones (término utilizado en la época en lugar de sublevación para derrocar un gobierno o golpe de Estado), había organizado un gobierno provisorio para asumir y utilizar los métodos de facto, legitimados justamente por la falta de legalidad que tenían los gobiernos que habían llegado al poder por el fraude electoral. El llegar a la presidencia de esa forma, le permitía prescindir de todo el sistema elegido de forma irregular, incluyendo el Poder Legislativo y las gobernaciones provinciales, que justamente son las que le van a ocasionar dificultades para la gobernabilidad.

El haber obtenido un indiscutido triunfo electoral, con la Ley Sáenz Peña, no le permitía disponer el control del Senado y de las provincias, que mantenían los legisladores y gobernadores conservadores.

Esto no quiere decir que el líder radical hubiese querido implementar grandes cambios en el modelo económico y social. De hecho, jamás propuso, ni intentó salir de la estructura agroexportadora. Tampoco tenía un proyecto de grandes cambios en la estructura social. Si bien en ambos casos, y en general en toda su política, se diferenció de los gobiernos anteriores, no fue sustancialmente distinta. En todo momento utilizó los términos “causa regeneradora” o “reparación” para definir su proyecto y el de su partido.

Pero también es cierto que los cambios que quiso realizar, como, por ejemplo, el manejo por parte del Estado del petróleo o del transporte, se vieron frenados por la oposición del Senado y muy especialmente de los medios de prensa tradicionales, que se convirtieron en la principal y más organizada expresión de la oposición.

Las elecciones

En 1912 se promulgó la ley 8871 conocida como “Sáenz Peña”, por el presidente que la propuso. Establecía el voto secreto, obligatorio y si bien no prohibía el voto de la mujer, indicaba que los padrones electorales se debían realizar con los datos del servicio militar obligatorio, que era exclusivo para hombres. El sistema electoral para presidente y vice establecía que los ciudadanos elegían a los candidatos a electores que presentaba cada partido, los cuales se reunían y votaban entonces a los candidatos a presidente. En las elecciones del 2 de abril de 1916, Hipólito Yrigoyen, candidato de la UCR, ganó con el 47,25% de los votos (372.810) y la mayoría de los electores en el Colegio Electoral con 141 de los 300 integrantes, faltándole diez para acceder a la presidencia. En segundo lugar, el gobernador sanjuanino Ángel Dolores Rojas, que era apoyado por sectores conservadores que habían integrado el PAN (Partido Autonomista Nacional), obtuvo el 25,88% (154.549) y 69 electores. Lisandro de la Torre, del Partido Demócrata Progresista (PDP), obtuvo el 13,71% (140.443) y 57 electores. En último lugar, Juan B. Justo, candidato del Partido Socialista (PS), logró el 9,21% (56.107) y 14 electores. Los restantes votos fueron a parar a partidos sin fórmula presidencial, y la Unión Cívica Radical Disidente (UCR-D), un sector del radicalismo contrario a Yrigoyen obtuvo 19 electores en la provincia de Santa Fe. La participación fue del 62,71% del electorado registrado. El 20 de julio se reúne el Colegio Electoral y triunfa Yrigoyen con 152 votos sobre 300 con votos de la UCR-D.

Los ministros

Yrigoyen, con 64 años, elige a quienes lo van a acompañar en el Poder Ejecutivo no por su experiencia en la función pública, que de hecho no tenía integrantes del partido que hayan participado en gobiernos anteriores, sino más por la lealtad demostrada a su persona y a sus ideas. Como ya dijimos, la UCR no se proponía grandes cambios en lo económico y varios de los integrantes de su gabinete pertenecían al sector agropecuario. Inclusive ocupando cargos ajenos a su actividad como el ministro de Marina, Álvarez de Toledo, ingeniero agrónomo, que tuvo mucha oposición en la Armada justamente por no ser hombre perteneciente al arma. Igualmente llamará la atención pública que el ministro de Guerra también sea un civil. (Véanse los ministros en el capítulo XII.)

La conocida historia del embajador británico que visita a Yrigoyen en un encuentro protocolar y le recuerda que es una tradición que el Presidente de la República Argentina consulte al gobierno de Londres respecto de la formación del gabinete de ministros, demuestra la enorme dependencia política que tuvieron los gobiernos conservadores, por supuesto, por voluntad de estos y no por una imposición británica, ya que Yrigoyen contesta que esa tradición se debe dar por terminada a partir de su gobierno, sin mayores consecuencias.

El Congreso y los gobernadores

Con la llegada de Yrigoyen al poder se produjo un cambio en la forma de hacer política. El nuevo presidente era un líder popular que utilizaba novedosos métodos de conducción, a partir de la influencia ejercida sobre los nuevos grupos medios y los sectores populares urbanos quienes, hasta ese momento, en su mayoría no habían tenido participación política.

La estrategia utilizada por el gobierno para influir masivamente sobre estos grupos se basó en la instrumentación de técnicas de patronazgo político, lo cual desembocó en la creación de numerosas designaciones políticas y burocráticas. Esta otorgación masiva de cargos se usaba con el objetivo de vincular empleados del Estado con los comités de la UCR y sus respectivos caudillos o “punteros” e indirectamente estimular al electorado. La excesiva cantidad de puestos creados durante esos años incidió negativamente en el gasto público. Simultáneamente se produjo una transformación de los partidos políticos que se convirtieron en organizaciones de masas de representación nacional.

A esto hay que sumarle una enigmática atracción que producía el propio Yrigoyen, quien no daba discursos en actos masivos y tenía una oratoria complicada y muchas veces hasta difícil de entender. Pero sus coloquios con pequeños grupos y sus misteriosas apariciones en los actos públicos, ya que muchas veces no subía a los estrados, pero se corría la voz de que el líder se encontraba en el lugar y algunos adivinaban haberlo visto o aseguraban que estaba en la ventana o balcón de una casa cercana.

El comienzo de la experiencia radical en el poder fue difícil en tanto debió enfrentar una oposición compuesta por un amplio espectro de fuerzas políticas: desde el conservadurismo, irritado por el peso y las actitudes populares de la UCR, hasta el Partido Socialista, que competía con el gobierno por la representación de los trabajadores y denunciaba de la misma manera que el Partido Demócrata Progresista, actitudes demagógicas en Yrigoyen. Aunque la oposición fue descarnada, no presentó un frente unificado: mientras los conservadores eran fuertes en numerosas provincias, especialmente Buenos Aires, también tenía sus propias divisiones internas. Por su parte el socialismo tenía su principal fuerza en la Capital, pero también sufrió el desprendimiento en 1918 del Partido Socialista Internacional luego convertido en comunista. Y los demócratas progresistas sólo tenían peso en Santa Fe.

El propio radicalismo, sobre todo en el Interior del país, tenía gran cantidad de facciones, que respondían a los caudillos zonales muchas veces duramente enfrentados. Y si bien la figura del líder podía unir a los electores del radicalismo alrededor de su figura, en las elecciones locales no lograba obtener gobernaciones e intendencias por las propias divisiones. Eso explica cómo Yrigoyen triunfaba con amplio margen en las presidenciales, pero a lo largo de catorce años no logró controlar el Senado.

La oposición tampoco lograba unificarse y tener un discurso único. Era más efectiva la insistente crítica ejercida desde los principales diarios, como La Prensa y La Nación o el periódico socialista La Vanguardia, quienes centraban su ataque a la figura de Yrigoyen. Desde sus columnas se lo acusaba de ignorante y demagogo por su peculiar relación con los sectores populares, se criticaba sus intervenciones provinciales y la falta de consulta al parlamento y se lo asociaba despectivamente a los caudillos del siglo XIX.

Uno de los más importantes problemas de la UCR se hallaba en el parlamento. La oposición conservadora dominaba el Senado y pudo frenar los proyectos del Poder Ejecutivo que no le convenían. A pesar de los categóricos y sucesivos triunfos en las elecciones posteriores el radicalismo nunca pudo controlar la Cámara de Senadores. En Diputados recién lograron una frágil mayoría en las elecciones de 1918.

Importantes proyectos fueron rechazados o no fueron tratados como la creación de un banco agrícola, el fomento de la colonización rural, la creación de una flota mercante. Frente a esto Yrigoyen no permitió a sus ministros concurrir a las interpelaciones pedidas y él mismo se comunicaba únicamente por escrito con el Congreso.

Además, la oposición gobernaba en la mayoría de las provincias, mientras que la UCR sólo lo hacía en Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Tanto por esta circunstancia como por el convencimiento de los radicales de que tenían que encarar una tarea de reparación nacional, el gobierno de Yrigoyen apeló en veinte oportunidades (quince por decreto y cinco por ley del Congreso) a la intervención federal a distintas provincias. Las intervenciones fueron a Buenos Aires, Corrientes, Mendoza, Córdoba, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Salta, San Luis, Santiago del Estero y San Juan. El argumento principal del gobierno Nacional era que esos gobernadores habían sido elegidos mediante el fraude electoral.

Esta política interventora no sólo profundizó las distancias con la oposición, sino que además generó duros enfrentamientos internos en la UCR y también en el sector militar, ya que en muchas oportunidades la intervención era acompañada por el Ejército. Dentro de las filas armadas, además, hubo denuncias de favoritismo hacia los oficiales que habían participado en las “revoluciones” radicales de 1890, 1893 y 1905, premiándolos con ascensos y promociones. Se acusaba a Yrigoyen, desde los cuarteles, pero también desde la prensa opositora, de politizar a las Fuerzas Armadas haciéndolas participar en las intervenciones federales y en las represiones en los conflictos obreros. Esta fue la excusa para la organización de un movimiento interno en el Ejército, opositor al sector de oficiales yrigoyenistas, que derivó en la creación de la Logia San Martín, que intentó controlar a la fuerza y al Círculo Militar. La posición belicista, de la mayoría del sector castrense, frente a la neutralidad argentina y las acusaciones al gobierno de desatender el reequipamiento militar frente al avance armamentista chileno, ayudaron al descontento dentro de la fuerza.

Cabe destacar que durante toda su presidencia se respetó el ejercicio de la absoluta libertad de prensa, a pesar de la dureza de las críticas y sátiras hacia su persona y su forma de gobernar. También mantuvo muy buenas relaciones con la Iglesia Católica, diferenciándose de las políticas laicas de sus antecesores. En sus discursos estaban siempre presente invocaciones y expresiones religiosas.

La neutralidad

Otro aspecto controvertido del gobierno radical fue su política externa, especialmente su postura ante la Primera Guerra Mundial. Yrigoyen continuó la neutralidad iniciada por su antecesor, Victorino de la Plaza. Y Argentina se mantuvo neutral hasta el final del conflicto a pesar de la oposición de conservadores y socialistas, que pedían la ruptura de relaciones con Alemania e inclusive la declaración de guerra. Los principales diarios también lo presionaron para romper relaciones diplomáticas con Alemania y sus aliados. Desoyó la decisión del Congreso al respecto e incluso enfrentó posturas internas del radicalismo, como las de Leopoldo Melo, quien era partidario de declarar la guerra a los alemanes.

En febrero de 1917, Alemania declaró que iba a atacar a todo el tráfico marítimo, beligerante o neutral, en las zonas de bloqueo cercanas a Gran Bretaña, Francia e Italia. Además, se conoce la entrada en guerra de EE.UU., Brasil, Perú y Uruguay. La oposición, sobre todo por medio de los periódicos, presionó para cambiar la postura del gobierno.

La situación se agrava cuando en abril es hundido el buque argentino Monte Protegido, previo desembarco de sus tripulantes. El gobierno argentino, a través de su cancillería, reclama enérgicamente a Alemania las reparaciones materiales y los actos de desagravio correspondientes. Si bien la cancillería alemana responde satisfactoriamente, en junio son capturados otros dos buques mercantes, Toro y Oriana. En esta oportunidad se produce un duro cruce de notas, hasta que finalmente Alemania se aviene a los pedidos de Argentina.

En medio de este contexto sumamente tenso, la embajada de EE.UU. remite al gobierno argentino, pero también a la prensa opositora, un telegrama del embajador alemán en Buenos Aires enviado a su país, recomendando el hundimiento de varios buques argentinos que llevan mercaderías a Inglaterra e insulta al ministro Pueyrredón tratándolo de “burro”. El telegrama interceptado por los servicios de inteligencia norteamericano y difundido públicamente provocó un escándalo mayúsculo que llegó a ser debatido en el Congreso. Allí, como a través del diario radical La Época, se denuncia la sumisa y casi humillante actitud neutralista del gobierno anterior por orden de Gran Bretaña, que ahora se ha transformado en belicista ante las presiones de EE.UU., en contra de la independiente neutralidad, demostrada con duras posiciones frente a unos y otros.

A pesar de todo, Yrigoyen, persistió en su política de independencia diplomática, particularmente frente a los EE.UU. y mantuvo la neutralidad durante el conflicto. Aunque fracasó en su intento por organizar una conferencia latinoamericana de naciones neutrales, tuvo mayor impacto la decisión de apoyar el principio de igualdad de los Estados en la conformación de la Sociedad de las Naciones. A las reuniones previas a su organización, realizadas en Ginebra, concurrió la delegación argentina encabezada por el embajador en Francia, Marcelo T. de Alvear, quien demostraría que no estaba convencido con la postura intransigente de Yrigoyen de no avalar ningún tipo de exclusiones ni diferencias entre los países que conformen la Sociedad. Debido a la aceptación de Alvear de avanzar con las negociaciones sin ser aprobada la postura argentina, se lo intima a definir la cuestión y ante la decisión de excluir a varias naciones por parte de los países vencedores de la guerra, el canciller Honorio Pueyrredón ordena el retiro de la delegación.

La reforma universitaria

Las causas de la reforma universitaria fueron básicamente dos. Los sectores medios integrados por inmigrantes e hijos de inmigrantes querían el ascenso social a partir de ejercicio de profesiones liberales. La otra causa es que el régimen universitario especialmente en la Universidad de Córdoba tenía programas de estudio anacrónico y su cuerpo de profesores y directivos era elitista y conservador.

El conflicto se inició a fines de 1917, cuando en la Facultad de Medicina se resuelve suprimir el sistema de practicantes en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Córdoba. Los estudiantes realizan una huelga y el presidente Yrigoyen interviene la Universidad y nombra a al doctor José Nicolás Matienzo (1860-1936) quien reforma los estatutos tomando como modelo los de la Universidad de La Plata.

En ese marco se realizan elecciones y triunfa la fórmula contraria a los estudiantes reformistas y se inicia nuevamente el conflicto denunciando el anacronismo de los programas de estudio, la rigidez de los reglamentos y el autoritarismo de docentes que conforman una elite intelectual perteneciente a un modelo antidemocrático, que no permiten la participación de los estudiantes en el gobierno de la Universidad.

“La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa. La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su Federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.”1

Los estudiantes exigían participación en el gobierno y libertad de cátedra. La movilización estudiantil también se expresó como antiimperialista y coincidió con las luchas obreras nacionales y con la Revolución Rusa en el ámbito internacional, que causó un gran impacto entre los sectores progresistas y reformistas de todo el mundo.

Yrigoyen recibe una delegación de la Federación Universitaria Argentina a la que alienta y apoya decididamente reconociendo la justicia de los reclamos. Los que va plasmando en algunos decretos. Es cuando la protesta se expande a todas las universidades argentinas, pero también llega a la mayoría de los centros de altos estudios de América. Primero en Perú, Chile y México y luego se expande a Uruguay, Cuba, Colombia, Ecuador y Bolivia.

En La Plata, en octubre de 1919 se produce una gran manifestación estudiantil que es duramente reprimida por orden del gobernador José Camilo Crotto (1863-1936). Yrigoyen defiende a los estudiantes y desautoriza públicamente al gobierno provincial. Entre las medidas a favor de la reforma se encuentra la creación de la Universidad del Litoral con el nuevo régimen de autonomía y gobierno propio.

La reforma fue la afirmación de las transformaciones producidas en la sociedad argentina, en especial de los emergentes sectores medios. El gobierno radical apoyó a los reformistas que lograron algunos cambios importantes, ya que los estudiantes se integraron al gobierno, los profesores más conservadores fueron removidos y se modificaron algunos contenidos y prácticas pedagógicas. El éxito de la reforma se verá plasmado con el transcurso del tiempo, cuando se vaya democratizando la vida en las universidades nacionales, se logre el gobierno tripartito (docentes, estudiantes y graduados) y se consolide la libertad de cátedra y de expresión de la comunidad educativa.

La “grippe” española2

En la mayoría de los libros de historia escritos sobre este período no figura casi mención de la pandemia llamada “gripe española”. Por la situación vivida en nuestro país al momento de escribir este libro (2020) es inevitable describir cómo se vivió en Argentina, y para eso tomamos como fuente principal varios artículos del investigador del CONICET Adrián Carbonetti, en especial el publicado en 2010 por la revista Desacatos, “Historia de una epidemia olvidada. La pandemia de gripe española en la argentina, 1918-1919”.

En 1918 y 1919, una pandemia de gripe causó más de 50 millones de muertos en todo el mundo, más del doble de la recién terminada Primera Guerra Mundial. Los gobiernos europeos y de EE.UU., donde más afectó la enfermedad, trataron de ocultar la gravedad de lo que sucedía a tal punto que se la conoce como gripe española, porque los diarios de ese país eran los que más difundían lo que estaba pasando, ya que España al no haber participado en la gran guerra, no tenía que evitar difundir una segunda catástrofe en tan poco tiempo.

Uno de los aspectos que llama la atención con respecto a esta enfermedad fue la denominación que se le dio por parte de las autoridades sanitarias y por los médicos en general: “grippe”. Posiblemente esa doble “p” se haya constituido en un elemento diferenciador de la enfermedad que aparecía todos los años, menos devastadora y más recurrente que la gripe española.

En Argentina el gobierno democrático de Yrigoyen tomó desde el Estado las medidas necesarias. La gran epidemia de fiebre amarilla de 1871 y la de cólera de 1887, con la destacada actuación del médico higienista José Penna, había alertado a las autoridades sanitarias de nuestro país. El “higienismo” era la corriente predominante para el mejoramiento de las condiciones sanitarias en las grandes ciudades, y la de Buenos Aires era considerada una de las más higiénicas del mundo. El municipio contaba con 17 hospitales, donde en 1918 se atendieron más de 100.000 personas. Tenía el mejor sistema sanitario, red hospitalaria, y número de médicos por habitantes del país.

En el primer semestre de 1918 empezaron a aparecer los primeros casos en Argentina ingresados por el puerto de Buenos Aires. En los primeros momentos se le restó importancia a la enfermedad, ya que su gravedad estaba siendo ocultada por la mayoría de los países más damnificados. Pero cuando fue creciendo la mortandad, los diarios opositores comenzaron a advertir la gravedad, a reclamar medidas y al mismo tiempo a dar recomendaciones de productos que podían prevenir la “grippe”, acompañadas de publicidades y al mismo tiempo provocando el aumento de precios y la escasez de ciertos productos como el agua oxigenada y el alcanfor medicinal.

En octubre de 1918 se decidió emprender la limpieza del Riachuelo, efectuar exámenes de salud a los inmigrantes que llegaban en barcos procedentes de Europa, e internar en cuarentena en un lazareto en la isla Martín García a aquellos que presentaran síntomas de gripe. Además de evitar reuniones en lugares cerrados, se suspendieron las clases en escuelas primarias y secundarias, se prohibieron los espectáculos públicos, se clausuraron music halls y circos. En noviembre se comenzó a derivar los enfermos graves de gripe al Hospital Muñiz, y se profundizó la cuarentena en la isla Martín García.

Como prevención se hacían desinfecciones en lugares públicos, oficinas y tranvías. Se prohibió escupir en el suelo. Se recomendaba desinfección de boca y garganta con soluciones de agua oxigenada, o con una mezcla de aceite y mentol, que también se usaba en inhalaciones. Pero el antiséptico más popular contra la gripe era el alcanfor, que llegó a escasear seriamente. El periodismo, que primero ocultó la gravedad de la enfermedad, luego exigía medidas del Estado mientras publicitaba productos. Con el paso del tiempo empezó a criticar las restricciones y hasta los tangos se ocupaban jocosamente de las precauciones contra la “grippe”. “La Grippe. Tango Contagioso”, con música de Alfredo Mazzuchi y letra de Antonio Viergo, decía: “No me hables más de la gripe / porque soy muy aprensivo / y ya siento un tip tip tipi tipi / en el tubo digestivo. / La limonada Rogé / rápido corro a comprar / porque me quiero purgar / y me voy luego a acostar para sudar”.

La primera oleada generó una mortalidad relativamente baja, en las regiones más afectadas ocasionó 2.237 muertes. Este número no era habitual, ya que en 1917 la mortalidad por gripe había sido sólo de 319 casos. La segunda oleada, la del invierno de 1919, provocó 12.760 muertes. Es decir, entre 1917 y 1918 la mortalidad por gripe se multiplicó por siete, y entre 1918 y 1919 se multiplicó por cinco. Lo cierto es que la epidemia de gripe española dejó un saldo en Argentina de 14.997 muertes sobre una población aproximada de 8.500.000 habitantes.

Adrián Carbonetti en el artículo mencionado, escrito en 2010, concluye con estas palabras que se transcriben por la gran actualidad que tienen:

“Estas apreciaciones permiten pensar en la utilización de la epidemia como factor político, cuestión puesta en juego que va más allá del hecho mismo de la epidemia y de las medidas sanitarias implementadas. El desarrollo de la enfermedad suscitó cierta susceptibilidad en la sociedad, que en muchos casos fue aprovechada por la oposición a los gobiernos en turno para generar críticas, pero también por los mismos gobernantes para consolidar y dinamizar las redes clientelares.”

Ahora bien, la epidemia fue una nueva prueba para el Estado, la medicina y la sociedad argentina, a la vez que se transformó en una fuerte preocupación en términos políticos y sociales, y puso al desnudo, nuevamente, los desequilibrios económicos y sociales de un país que crecía pero que no se desarrollaba.

Los enfrentamientos en la UCR

La división surgió al poco tiempo de iniciarse el gobierno. El sector más aristocrático, denominado Grupo Azul, criticaba con dureza el personalismo de Yrigoyen, la constante superposición del Estado con el partido, así como las técnicas de patronazgo político de las que parecía estar excluido. También cuestionaron algunas intervenciones provinciales y la política internacional. A principios de 1919 se produjo un intento de división, pero finalmente no progresó porque las relaciones entre los comités del partido e Yrigoyen eran muy fuertes.

En 1922 Yrigoyen había podido evitar la división y logró presentar un partido aparentemente unido al acercarse las elecciones presidenciales de ese año. La larga militancia de Marcelo T. de Alvear y sobre todo su activa participación en la revolución de 1893 y su desempeño como embajador en Francia, a pesar de estar en contra de la neutralidad, lo mantuvieron alejado de los enfrentamientos en el partido. Además, era el candidato más potable para algunos sectores de la elite y también para el Grupo Azul. Por eso fue el elegido por Yrigoyen para sucederlo. La fórmula se completaría con el jefe de policía y militante leal a Hipólito, Elpidio González.

Los conservadores fueron a las elecciones divididos y muchos presentaron sólo candidatos provinciales. Un grupo se unificó en la Concentración Nacional y presentaron la fórmula Norberto Piñero-Rafael Núñez. El Partido Socialista a Nicolás Repetto-Antonio De Tomaso y los demócratas progresistas a Carlos Ibarguren-Francisco Correa.

Las elecciones de 1922

La campaña electoral se desarrolló sin la presencia de Alvear, que prefirió mantener su cargo de embajador en Francia, por lo tanto, se enteró del triunfo estando todavía en París.

El 2 de abril el radicalismo triunfó ampliamente con el 48% de los votos (458.457). Concentración Nacional 21% (200.000), el Demócrata progresista 7,6% (73.222) y el Socialista 7,4% (73.186). A diferencia de 1916 el triunfo también fue en el Interior, donde solamente la derrota fue en Salta por la Unión Provincial, en Corrientes, en Mendoza por el lencinismo y en San Juan por el bloquismo. La fórmula radical obtuvo 235 electores de 326.

Alvear celebró el triunfo, en París, con una gran gala a la que asistieron las principales personalidades de Francia. Luego viajó a Roma a entrevistarse con el papa Pío XI y con el rey Víctor Manuel III y por último visitó en Londres al rey Jorge V.

Presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928)

Yrigoyen fue siempre despreciado por los sectores más ricos a pesar de no afectar demasiado sus privilegios y menos su riqueza. Sin embargo, y a pesar de haber sido elegido como su sucesor por el “Peludo”, Alvear fue muy bienvenido por la elite, de la que él mismo procedía. Si hubiera existido una nobleza en Argentina, la familia del presidente seguramente sería una de las más representativas. Su abuelo Carlos María de Alvear, hijo del noble español Diego de Alvear y Ponce de León, fue el segundo Director Supremo de la Provincias Unidas en 1815, primero amigo y compañero en la Logia Lautaro de San Martín (incluso hay serias sospechas que sean medio hermanos), pero luego el ego de Carlos María y otros intereses lo distanciaron del Libertador convirtiéndose en enemigos. A diferencia de San Martín, siempre fue el “prócer” mimado junto a Rivadavia de la historia oficial, sobre todo porteña. En eso también tiene mucho que ver Torcuato de Alvear, hijo de Carlos y padre de Marcelo, primer intendente de la ciudad de Buenos Aires cuando es federalizada. Él fue quien puso el nombre a la avenida más aristocrática de la ciudad.

El 12 de octubre de 1922 en la ceremonia habitual de traspaso del mando en el Congreso Nacional, Alvear destaca y se compromete a continuar la obra realizada por su partido y (en segundo término) por la gran personalidad del presidente saliente. A esta altura, luego de ser el elegido por Yrigoyen unos meses antes, ya todo el mundo comenta, sobre todo los diarios opositores, del distanciamiento del líder radical y su sucesor. La ruptura definitiva se dio cuando Alvear anunció su gabinete (véase el capítulo XII: “Almanaque 1916-1930”), con personas nada gratas para Yrigoyen sumado al hecho de haber prescindido de su consulta para formarlo. Hasta los diarios oficialistas como La Época cuestionan algunos nombres, mientras el otrora acérrimo opositor, La Nación, elogia a Alvear por los hombres elegidos para acompañarlo en su gobierno. Inclusive circulan versiones que Yrigoyen presionaría con sus partidarios para forzar la renuncia de Alvear para que asuma el vicepresidente Elpidio González.

De los ministros elegidos por Alvear para conformar su gabinete solamente uno era de entera confianza de Yrigoyen, Eufrasio Loza, de Obras y Servicios Públicos. El resto, incluso, se había manifestado en contra del personalismo del ahora expresidente. De todas formas, en los seis años de mandato el gabinete va a sufrir constantes cambios, cumpliendo su mandato solamente Ángel Gallardo en Relaciones Exteriores, Celestino J. Marcó en Justicia e Instrucción pública y Manuel Domeneq García en Marina.

A pesar de las diferencias con Yrigoyen, su política interior va a darle cierta continuidad en los métodos. Durante el mandato de Alvear son diez las intervenciones federales y sólo tres cuentan con la aprobación del Congreso. Tucumán, Mendoza y San Juan contarán con las leyes correspondientes. Por decreto interviene Jujuy, Catamarca, Salta y dos veces a La Rioja (1924 y 1925) y otras dos a Santiago del Estero (1924 y 1928). Aunque fueron menos que en el gobierno anterior, continuaron y además se sumó el intento de intervenir Buenos Aires, bastión yrigoyenista.

Las mayores diferencias con el gobierno de Yrigoyen tuvieron que ver con el enfrentamiento entre personalistas y antipersonalistas. Por ejemplo, Alvear, puso el gasto público bajo control del Congreso, aunque se logró limitarlo relativamente. De esta forma se intentó quitarle a Yrigoyen una de sus principales herramientas de control partidario. El enfrentamiento se dio tanto en los conflictos entre el presidente y el vice como en el parlamento, donde cada proyecto presentado era motivo de arduas discusiones entre los propios legisladores radicales. Los partidarios de Alvear quisieron controlar el partido desde el gobierno e intentaron intervenir la provincia de Buenos Aires. Desde el diario yrigoyenista La Época se criticaba al gobierno con más dureza que los diarios tradicionalmente conservadores. Vicente Gallo ocupó el Ministerio del Interior en lugar de Matienzo y trató de controlar los comités partidarios.

El enfrentamiento llegó a tal punto que en las elecciones de la Capital Federal de 1924 la UCR presentó dos listas, permitiendo que ganara el socialismo y los antipersonalistas obtuvieran el segundo lugar. Este grupo encabezado por Leopoldo Melo, Segundo Gallo y José Tamborini, constituyeron la Unión Cívica Radical Antipersonalista y recibieron el apoyo de agrupaciones conservadoras de varias provincias. De todas formas, el alvearismo no pudo controlar el aparato partidario, sobre todo después de la derrota electoral de 1924.

Acción política de Alvear

Las diferencias en el radicalismo no eran sólo una cuestión de mayor o menor personalismo. La política de Alvear mostró varios cambios con respecto a Yrigoyen. En política exterior, cuando fue embajador en Francia, manifestaba su desacuerdo de retirarse de la Sociedad de las Naciones, a pesar de la decisión presidencial. En cuanto al petróleo, prefería una menor participación estatal de la que quería su antecesor. De todas formas, Yrigoyen durante su gobierno a pesar de levantar la bandera de la estatización, no se opuso a la participación de las empresas privadas extranjeras en la producción que tuvieron un crecimiento significativo durante su mandato. La creación en 1922 de YPF con el objetivo de supervisar la producción, no sólo fue mantenida por Alvear, sino que le dio un importante impulso al nombrar al general Enrique Mosconi al frente del organismo regulador que creó, por ejemplo, la destilería de La Plata generando un conflicto con la Standard Oil, que había crecido en la explotación petrolera. Yrigoyen se alineó decididamente a favor de la empresa nacional aprovechando el enfrentamiento para hostigar la política de Alvear, que no era más que una continuidad de la suya.

Aprovechando la tensa situación que se vivía con Chile y Brasil, con los cuales existían pendientes problemas de límites y sobre todo una gran desconfianza por la importante compra de armamentos de ambos países, las Fuerzas Armadas a través del ministro de guerra Agustín P. Justo, presionaron al gobierno para sumarse a la carrera armamentista. Alvear también aprovechó la ocasión para acercarse a los oficiales militares y comenzó una importante renovación en el equipamiento de tierra y mar. Se compraron tres cruceros y seis destructores para la Marina y se planificaron maniobras militares con gran desplazamiento de tropas en Córdoba y Mendoza.

También le dio un impulso importante a la Aeronáutica. En 1925 fundó la Escuela de Aviación en Córdoba y posteriormente la primera fábrica de motores de aviación. En 1927 se creó la Dirección general de Aeronáutica.

Intentó lograr del Congreso la aprobación para ingresar a la Sociedad de las Naciones, pero la negativa de los legisladores yrigoyenistas se lo impidió. A diferencia de su antecesor que tuvo una muy buena relación con la Iglesia, la propuesta del obispo Miguel de Andrea para ocupar el cargo vacante del arzobispado de Buenos Aires fue resistido por el Vaticano, iniciándose un arduo debate sobre el ejercicio del patronato. Desde 1923 hasta 1926 las relaciones fueron muy tensas, hasta que llegó el nuevo nuncio apostólico Filippo Cortesi, que mejoró la situación.

El gobierno de Alvear de todas formas era muy bien visto por los diarios más importantes, La Nación, Crítica, La Prensa (conservadores) y por los sectores altos y medios-altos de la sociedad, que veían un manejo ordenado de las finanzas, respeto por las libertades individuales y preocupación social por algunas leyes impulsadas y aprobadas en su mandato como la regulación del trabajo de menores, jubilación para maestros y la normativa para el pago de salarios.

Una de las características más notorias de Alvear era su intensa actividad social, ya que no dejaba acontecimiento cultural o deportivo sin su presencia. Con su esposa Regina Pacini, excantante lírica, que abandonó su carrera artística para casarse con Marcelo Torcuato de Alvear, asistía a todos los conciertos y obras teatrales. Como expresidente del Jockey Club, también era el invitado de honor a los grandes premios del turf. Además, durante su mandato, el país fue visitado por grandes personalidades de la ciencia, la cultura y la política, donde él mismo hacía el papel de anfitrión, paseándose en coches descubiertos por las calles de Buenos Aires. Einstein, Pirandello, Ortega y Gasset, los príncipes Humberto de Saboya y Eduardo de Gales, fueron algunos de los ilustres visitantes.

Presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930)

El radicalismo se presentó dividido a las elecciones del 1 de abril. Por un lado, los personalistas con la fórmula Yrigoyen-Beiró que obtuvo el 57,41% (839.140). Por el otro, los antipersonalistas