Almanaque Histórico Argentino 1955-1976 - Guillermo Máximo Cao - E-Book

Almanaque Histórico Argentino 1955-1976 E-Book

Guillermo Máximo Cao

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¿Por qué un Almanaque Histórico Argentino? Porque creemos que la historia, como ciencia, reconstruye y analiza el pasado interpretando las fuentes desde el presente. Y los presentes son todos distintos. Este, que nos toca transitar luego de la pandemia de COVID-19, donde los discursos de odio vuelven a ser protagonistas, nos invita a mirar el pasado para encontrar similitudes y diferencias; para hallar continuidades y rupturas. Este volumen recorre los años de Guerra Fría, en los que EE.UU. impulsó y sostuvo gobiernos autoritarios y antidemocráticos, en profunda contradicción con la libertad que dicha potencia afirmaba defender. Los instrumentos fueron las FF.AA. y los medios de comunicación. Las dictaduras se caracterizaron por el intento de eliminar la participación popular en nombre de un orden que favoreciera la concentración económica. La proscripción y la represión condujeron al surgimiento de la lucha armada. El período cierra con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que implementó a sangre y fuego el modelo económico que buscaban. Este Almanaque –denominación que pretende rescatar esas antiguas publicaciones que trataban distintos aspectos sobre un mismo tema– puede leerse por capítulos y no necesariamente de principio a fin. Cada uno de ellos aborda un aspecto del período de la historia argentina comprendido entre el 16 de septiembre de 1955 y el 24 de marzo de 1976.

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Almanaque Histórico Argentino 1955-1976 : proscripción, represión e insurrección / Guillermo Máximo Cao... [et al.] ; coordinación general de Guillermo Máximo Cao.- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Bärenhaus, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-8449-29-6

1. Historia Argentina. I. Cao, Guillermo Máximo, coord.

CDD 323.044

© 2022, Guillermo Máximo Cao (coord.) Asistente de Coordinación: Andrés Gurbanov

Corrección de textos: Mónica Costa

Diseño de cubierta e interior: Departamento de arte de Editorial Bärenhaus S.R.L.

Todos los derechos reservados

© 2022, Editorial Bärenhaus S.R.L.

Publicado bajo el sello Bärenhaus

Quevedo 4014 (C1419BZL) C.A.B.A.

www.editorialbarenhaus.com

ISBN 978-987-8449-29-6

1º edición: septiembre de 2022

1º edición digital: agosto de 2022

Conversión a formato digital: Libresque

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

Sobre este libro

¿Por qué un Almanaque Histórico Argentino? Porque creemos que la historia, como ciencia, reconstruye y analiza el pasado interpretando las fuentes desde el presente. Y los presentes son todos distintos. Este, que nos toca transitar luego de la pandemia de COVID-19, donde los discursos de odio vuelven a ser protagonistas, nos invita a mirar el pasado para encontrar similitudes y diferencias; para hallar continuidades y rupturas.

Este volumen recorre los años de Guerra Fría, en los que EE.UU. impulsó y sostuvo gobiernos autoritarios y antidemocráticos, en profunda contradicción con la libertad que dicha potencia afirmaba defender. Los instrumentos fueron las FF.AA. y los medios de comunicación. Las dictaduras se caracterizaron por el intento de eliminar la participación popular en nombre de un orden que favoreciera la concentración económica. La proscripción y la represión condujeron al surgimiento de la lucha armada. El período cierra con el golpe de Estado de 1976, que implementó a sangre y fuego el modelo económico que buscaban.

Este Almanaque –denominación que pretende rescatar esas antiguas publicaciones que trataban distintos aspectos sobre un mismo tema– puede leerse por capítulos y no necesariamente de principio a fin. Cada uno de ellos aborda un aspecto del período de la historia argentina comprendido entre el 16 de septiembre de 1955 y el 24 de marzo de 1976.

Sobre Guillermo Máximo Cao

Guillermo Máximo Cao nació en 1958. Profesor de historia egresado del IES N° 1 “Alicia Moreau de Justo”, es coordinador del grupo “100 Historias” y del programa de radio “Almanaque Histórico”, declarado de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación (Resolución N° 1782/21), que se emite los domingos por Radio Güemes (AM 1050) de 9 a 11 horas. Fue profesor de los colegios y del curso de ingreso de la UBA, “Carlos Pellegrini” y Nacional de Buenos Aires. Además de libros de textos escolares, es autor de Almanaque del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Argentina 1816-2016 (2016, Bärenhaus) y San Martín y el cruce de los Andes. Almanaque de la hazaña (2017, Bärenhaus), este último declarado de Interés Cultural y Social por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Es colaborador en diferentes medios de comunicación: TV, radios, diarios y revistas. Recibió mención en el premio “Coca Cola en las Artes y las Ciencias 1989/90”.

Índice

CubiertaPortadaCréditosSobre este libroSobre Guillermo Máximo CaoAutores del presente volumen100 historias: presentaciónIntroducciónCapítulo I. Presidencias 1955-1976IntroducciónPresidencia de Eduardo Lonardi. 1955Presidencia de Pedro E. Aramburu 1955-1958Presidencia de Arturo Frondizi 1958-1962Cambio de rumbo de FrondiziPresidencia de José María Guido 1962-1963Las elecciones de 1963Presidencia de Arturo Umberto Illia 1963-1966Presidencia de Juan Carlos Onganía 1966-1970Presidencia de Marcelo Roberto Levingston 1970-1971Presidencia de Alejandro Agustín Lanusse 1971-1973La salida electoralPresidencia de Héctor J. Cámpora 1973El regreso de PerónPresidencia de Raúl Lastiri 1973Presidencia de Juan Domingo Perón 1973-1974Presidencia de María Estela Martínez De Perón 1974-1976Capítulo II. Crecimiento y desarrollo económico por vía autoritaria o por vía democráticaLa economía política en los años de la proscripción del peronismo (1955-1973)La economía libertadora (1955-1958)El desarrollismo se pone en valor (1958-1962)El entreacto de José María Guido (1962-1963)Arturo Illia y la vuelta a la heterodoxia económica (1963-1966)Los tiempos económicos de la revolución argentina (1966-1973)Crecimiento y desarrollo en los gobiernos del tercer peronismo (1973-1976)El comportamiento de la economía argentina entre 1955 y 1976Las características del Estado Empresario del períodoCapítulo III. Movimiento obrero. Represión, resistencia y negociaciónIntroducciónOrganización de los sindicatos y poder del EstadoLa “Revolución Libertadora” y el movimiento obreroFrondizi: pacto y traiciónGobierno de IlliaLa “Revolución Argentina”: represión y movilización popularEl CordobazoEl sindicalismo clasistaLa dictadura retrocede y el General Perón viene marchando hacia el poderLa vuelta del peronismo al poder 1973-1976: Esperanza, violencia y finalmente el abismo infernalConclusiónCapítulo IV. Laica o libre. O la lucha por el campo de la educación superiorA modo de introducciónA modo de contextoEl papel de la IglesiaEl devenir de los acontecimientosA modo de conclusiónCapítulo V. Columnas del nacionalismo marxista, una revista para el encuentro entre pensamiento nacional y marxismo en los años cincuentaIntroducciónLa tradición política y cultural del NacionalismoColumnas del Nacionalismo Marxista. Claves para una nueva articulación político-cultural en torno a la “cuestión nacional”A modo de conclusiónCapítulo VI. Más allá del bien y del malEl momento de pensar en grandePrimeros pasos (hacia la derecha)Génesis y breve desarrollo del nacionalismo de derecha criolloEntre Camaradas y ante el SupremoNi yanquis ni marxistas, tacuaristasDesde adentroAdentroUn sinuoso transitar a la conversiónUn muchacho fantásticoSur, clandestinidad y despuésRumbo al último giroSecuestro, masacre, nuevo exilioEl último vueloPalabras finalesCapítulo VII. Rock y folklore: la resistencia cultural y política 1967-1973IntroducciónPrimeros años: modernización cultural y cambios socialesEl intento de contener los cuestionamientos a través de la música y la TVMediados de los sesenta: represión y control socialRock: la resistencia culturalFolklore: la resistencia políticaComienzos de los setenta: radicalización y violenciaConsideraciones finalesCapítulo VIII. Almanaque 1955-1976Integrantes de 100 historias que colaboran en otros tomos

AUTORES DEL PRESENTE VOLUMEN

 

 

 

 

WALTER DIEGO BALLESTEROS OVIEDO

Profesor de Historia, egresado del IES “Alicia M. de Justo”. Es docente de Historia en el Curso de Ingreso del colegio “Carlos Pellegrini” y de Historia Orientada en un colegio privado. Coautor del libro de Historia del CIEEM (UBA), Eudeba y de Almanaque Histórico Argentino. Consolidación del orden liberal, 1880-1916. Columnista en el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

 

JUAN FERNÁNDEZ

Profesor de Historia en la cátedra de “Historia Social Contemporánea”, en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y en la cátedra de “Problemas de Historia Argentina”, en la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Titular de la materia “Historia Contemporánea mundial I y II”, en el Profesorado de Historia “Instituto Alfredo L. Palacios” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Profesor a cargo de la cátedra “Historia de la Ciencia y de la Técnica” dictada en la Universidad de Morón (Carrera de Ingeniería). Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautor del libro Historia del CIEEM (UBA), Eudeba. Columnista en el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

 

MARÍA CECILIA GASCÓ

Magíster y Profesora en Historia - Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social. Docente de Historia en el Curso de Ingreso a la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”. Docente en las Universidades de Buenos Aires y de La Matanza. Trabaja sobre temas vinculados a Historia Intelectual, Historia de los intelectuales, Historia de las ideas e Historia cultural. Redactora de contenidos de textos curriculares, cuadernillos y materiales de cátedra, artículos y capítulos de libros. Columnista en el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

 

FERNANDO ANTONIO MASTANDREA

Profesor en Historia, egresado del I. S. P. “Joaquín V. González”. Especialista en Ciencias Sociales y su Enseñanza, postítulo otorgado por el INFD. Ha desempeñado o desempeña distintas tareas en tres niveles educativos: primario, secundario y terciario. Ejerce en la actualidad en el I. S. P. “Joaquín V. González” y en la Escuela de Comercio N° 7 “Manuel Belgrano”. Ha publicado artículos en libros y revistas, tanto sobre temas históricos como educativos. Se desempeña como profesor de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA). Es coautor del libro Historia del CIEEM (UBA), Eudeba. Columnista en el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

 

EDUARDO PABLO PELOROSSO

Profesor de Historia en Nivel Medio y Superior. Egresado del Instituto del Profesorado del CONSUDEC “Septimio Walsh”. Docente de Historia Social Latinoamericana en la carrera de Geografía del Instituto del Profesorado del CONSUDEC “Septimio Walsh”. Docente de Historia en Curso de Ingreso a las escuelas de Educación Media (CIEEM) “Carlos Pellegrini” y Nacional Buenos Aires. Docente de Historia, Geografía, Geografía Regional y Económica, Formación Ética y Ciudadana, Sociología y Taller de Sociedad y Estado en el Instituto Colegio de Nuestra Señora, Complejo Educativo Nuevo Sol y Escuela de Comercio Nº 36 D. E. 03 “Isaac Halperín”. Columnista en el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

 

SILVINA PESSOLANO

Profesora de Historia graduada en el Profesorado “Joaquín V. González”. Autora de los libros de actividades para docente del Almanaque de Bicentenario de la declaración de la Independencia Argentina (1816-2016) y de San Martín y el Cruce de los Andes. Almanaque de la hazaña (ambos de editorial Bärenhaus). Profesora del Colegio Nacional de Buenos Aires (UBA) y del Instituto La Candelaria y ex profesora del CONSUDEC. Se desempeña como profesora de Historia en el Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (UBA).

 

ALBERTO ROSSI

Profesor de Historia egresado del Instituto Obra “Cardenal Ferrari”. Se desempeñó como docente en Escuelas Medias Públicas y Públicas de Gestión Privada, Institutos Terciarios y en el Curso de Ingreso de las Escuelas de Educación Media de la Universidad de Buenos Aires. Coautor del Libro de Historia del Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media (CIEEM) de la Universidad de Buenos Aires.

100 HISTORIAS: PRESENTACIÓN

Somos un grupo de profesores de historia, convocados para dictar clases en el curso de ingreso a los colegios de la UBA: “Carlos Pellegrini” y Nacional de Buenos Aires. En dicho curso, además de desempeñarnos como docentes, participamos en la elaboración de los libros que utilizan los estudiantes.

El conjunto de profesores de historia, sede Pellegrini, fue adoptando a lo largo de los años, características que, aunque fuimos formados en distintas instituciones, con diferentes trayectorias y especializaciones, logramos conformar un equipo de trabajo eficiente, solidario y de una capacidad profesional digna de ser aprovechada para crear y construir otro tipo de acciones. De allí surgió la idea de crear 100 historias, un equipo de trabajo que tiene el objetivo de investigar, estudiar, interpretar, debatir, la historia para difundirla como una herramienta de análisis y transformación del presente.

Nos fijamos, como tarea inicial, construir una historia argentina desde sus orígenes hasta la actualidad, plasmada en este Almanaque Histórico Argentino, cuyo nombre es para rescatar antiguas publicaciones que abordaban una temática, en este caso la historia argentina, desde diversos aspectos. Por eso, además de un capítulo de la historia de cada período, existen trabajos específicos sobre economía, género, migraciones, cultura, ideologías, finalizando con una completa cronología de los hechos destacados y apuntes biográficos de sus protagonistas.

El objetivo de este Almanaque es proponer una historia, que sirva para abrir un debate sobre nuestro pasado en función del presente. No es cuestión de utilizar la memoria colectiva solamente para no olvidar. La misión es que, a partir de ella, se pueda transformar, crear, construir, un futuro mejor.

100 historias está integrado por un grupo de docentes trabajadores intelectuales, que los une su pasión por la educación y la historia, las que son consideradas como herramientas fundamentales de transformación del presente y construcción del futuro.

Además de esta colección, desde el 3 de noviembre de 2019 construimos y producimos el programa de radio “Almanaque Histórico” (declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación - Resolución N° 1782/21) que se emite los domingos de 9 a 11 horas por Radio Güemes AM 1050.

Somos 100 Historias: Marcela Alonso, Walter Ballesteros, Guillermo Cao, Celeste Castiglione, Juan Fernández, Cecilia Gascó, Andrés Gurbanov, Fernando Mastandrea, Carlos Oroz, Eduardo Pelorosso, Andrea Pereyra, Silvina Pessolano, Alberto Rossi, Ana Trenti, Juan Tupilojon.

INTRODUCCIÓN

Cuando las y los integrantes de 100 Historias proyectamos el presente volumen del Almanaque Histórico Argentino debatimos sobre la extensión de este. Si bien ya teníamos planeada en general la obra completa en 10 tomos, desde los pueblos originarios hasta nuestros días, particularmente habíamos fraccionado y titulado, en enero de 2019, el período 1852-1976 en 6 volúmenes. De esos proyectados, ya publicamos 4 y este sería el quinto. Pero en este libro, en particular, se planteó el problema de la gran cantidad de contenidos para un solo compendio.

Debatimos entonces con qué criterio dividir el texto. Por un lado, separarlo simplemente por décadas, por ejemplo 1955-1965 y 1966-1976 rompería con el criterio general de la obra que estaba separada hasta entonces en períodos con ejes políticos, económicos y sociales, similares, como los gobiernos de la llamada Generación del ’80, Radicalismo, Década Infame, Peronismo. Esta división cada 10 años nos llevaría a seguir separando el resto de nuestras publicaciones de la misma forma, tarea que haría perder el objetivo inicial de la obra.

Por otra parte, separarla con un criterio de continuidades y/o rupturas en el orden político y económico-social, nos llevaría a hacer un tomo para 1955-1973 y otro para 1973-1976 con lo cual nos llevaría a una nueva discusión de si realmente, más allá de la llegada al poder del tercer peronismo, existió una ruptura en lo económico-social, sobre todo en 1974-1975. Por otra parte, con ese criterio, luego la obra se dividiría en 1976-1983, 1983-1989, 1989-2003, 2003-2015 y 2019… Cuando, en realidad, está proyectada 1976-2003 y 2003-2015.

Finalmente, optamos, sobre todo por temas operativos, pero también metodológicos, publicar el presente libro, el cual seguramente puede parecer incompleto en algunos aspectos, pero lo más importante del período 1955-1976 lo van a encontrar descripto y analizado en cada capítulo específico por sus autores.

Esta etapa, tal vez, sea una de las más influenciadas por la política exterior de Estados Unidos que, utilizando como excusa la Guerra Fría y colocándose como guardián de la democracia, la libertad y los valores occidentales y cristianos, ejerció el contrasentido de apoyar golpes de Estado en toda Latinoamérica, con gobiernos de facto antidemocráticos, que violaron sistemáticamente todos los derechos humanos empezando por la libertad que decían defender.

El instrumento utilizado por los EE.UU. y los grupos de poder como la Sociedad Rural, la Unión Industrial, las empresas multinacionales, fueron las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación que defendían los mismos intereses.

Mientras tanto, los partidos políticos se debatían en sus enfrentamientos que no se los puede caracterizar tan simplemente como peronistas y antiperonistas, y peronistas de izquierda y de derecha. No son solamente matices los que encontramos en el antiperonismo. Profundas divisiones ideológicas y metodológicas. Lo mismo dentro del peronismo. Y en este período la proscripción, la persecución, la represión, fue dando como respuesta, el surgimiento de organizaciones armadas que tampoco se las puede caracterizar muy fácil y solamente como marxistas o peronistas.

En el primer capítulo, siguiendo el orden de la obra, se describen las presidencias y sus obras de gobierno, poniendo el acento en el aspecto político, cuyo principal objetivo parecía ser el de “desperonizar” el país. Para complementar este capítulo, es imprescindible recurrir al capítulo VIII: “Almanaque 1955-1976”, que nos da los nombres de los ministros, sus datos biográficos y los cambios de gabinete.

El segundo, es un análisis de la economía argentina en el contexto internacional. Como dice su autor, el profesor Rossi:

Desperonizar la economía requería un conocimiento más profundo de la estructura productiva, financiera, comercial y cultural constituida. La idea era intervenir la economía para dejar que esta estuviera intervenida. Era menester, entonces, volver a las estructuras del liberalismo vernáculo de los años 30, cuando una elite tenía en sus manos el destino del país con el apoyo del Ejército, permitiendo que el Modelo Agroexportador (MAE), conviva con un proceso limitado de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), cuyos límites de expansión y crecimiento estaban subordinados al ahorro de divisas, ante la imposibilidad de importar la totalidad de la demanda interna.

El tercer capítulo está referido al movimiento obrero, y las reacciones represivas de gobierno y empresarios. El profesor Juan Fernández lo sintetiza así:

Si bien durante este período de proscripción, la mayor parte del movimiento obrero mantuvo su identidad peronista, se desarrollaron diferentes vertientes y surgieron planteos de dirigentes sindicales que postulaban nuevas orientaciones. Así veremos el intento de Augusto Vandor, de crear un partido laborista sin acatar los lineamientos del líder Juan Perón, es decir, crear un “peronismo sin Perón”, que entrara en disputa “con los sectores más ortodoxos y fieles a su figura.

También se analiza el sindicalismo clasista, mucho más combativo que inició los movimientos más potentes contra las patronales y los gobiernos encargados de reprimirlos.

“Laica o libre. O la lucha por el campo de la educación superior” es el título del cuarto capítulo, donde se analiza el famoso debate que excedió el ámbito educativo para ser una lucha ideológica que se extendió a toda la sociedad. Dice su autor el profesor Mastandrea:

Este trabajo busca realizar un análisis sobre de qué manera las medidas tomadas durante el gobierno del Dr. Arturo Frondizi, en materia de educación universitaria, resolvieron un campo de disputa de forma impensada hasta entonces. Si bien es cierto que el gobierno de facto que le precedió había intentado otorgar las mismas prerrogativas a las Universidades Privadas, a través del decreto 6.403/55, el rechazo obtenido fue de tal magnitud que no entró en vigencia, y fue un gobierno constitucional quien habría de darle fuerza de Ley.

En el quinto capítulo, escrito por la profesora Gascó y titulado “Columnas del Nacionalismo Marxista, una revista para el encuentro entre pensamiento nacional y marxismo en los años cincuenta”, se analiza puntualmente una revista, pero en todo su contexto a nivel cultural. Su autora nos dice:

En el espacio cultural, distintos sectores iniciaron un camino para comprender y analizar el proceso que en los años precedentes había modificado sustancialmente la vida política y social argentina […] la revista Columnas del Nacionalismo Marxista. Avanzada para el Frente de Liberación Nacional, publicada en 1957, expresa las lecturas que promovieron sectores nacionalistas a partir de su vinculación con la teoría marxista. Es uno de los emprendimientos editoriales surgidos en medio de los debates y al calor de las primeras elecciones realizadas luego del derrocamiento de Perón, que tenían como objetivo conformar una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución de 1853. Allí los nacionalistas discuten con su propia tradición y entablan un diálogo con el marxismo con el propósito de dar forma a una corriente de pensamiento y acción con eje en el antiimperialismo, la alianza policlasista y el nacionalismo económico.

El capítulo VI, escrito por el profesor Pelorosso, cuyo título es “Más allá del bien y del mal”, se puede sintetizar con las palabras del autor:

Con el peronismo proscripto y su líder exiliado durante casi todo ese lapso, surgirán algunas agrupaciones y organizaciones con ideologías, modos de acción y radios de influencia dispares. Analizaremos a una de ellas. Estamos refiriéndonos a Tacuara. Y puntualmente haremos eje en uno de sus fundadores: Joe Baxter. El porqué de la elección radica en examinar la llamativa transición que experimentaron tanto un sector de Tacuara como Baxter desde un posicionamiento de extrema derecha hacia la izquierda. Algo que, a priori, resulta muy complicado de entender. Nos propusimos allanar el camino para que ese giro extraño pueda ser comprendido de una manera más acabada.

El séptimo título es “Rock y folklore: La resistencia cultural y política 1967-1973” y su autor, el profesor Ballesteros Oviedo nos dice:

Desde el punto de vista político, el impacto de la Guerra Fría y, particularmente, el ejemplo de la Revolución Cubana radicalizaron políticamente a un sector de la juventud a partir de la segunda mitad de la década, en el contexto represivo impuesto por el gobierno dictatorial de la autodenominada “Revolución Argentina” en 1966. Nuevas reacciones aparecieron desde el plano político y cultural al intento del régimen por imponer un orden absoluto a la sociedad argentina. Este capítulo intentará mostrar dichas reacciones desde dos géneros musicales: el rock y el folklore.

Por último, el capítulo VIII, es como en los anteriores libros de esta obra, una amplia cronología, seguramente incompleta por cuestiones de espacio, pero de imprescindible consulta ya que allí además de los hechos salientes, figuran los cambios de gabinete, sus integrantes y los datos biográficos de los protagonistas del período 1955-1976. Una enorme investigación, recopilación y selección realizada por la profesora Pessolano, que lleva el título de “Almanaque”.

Cada capítulo cuenta con su bibliografía específica, respaldando cada uno de los análisis y conclusiones realizadas por sus autores. Y como decimos siempre, solo nos resta esperar que disfruten y se apasionen leyendo este libro, como nosotras y nosotros al escribirlo.

 

Guillermo Cao, Coordinador de 100 Historias,

Buenos Aires, agosto de 2022

CAPÍTULO I PRESIDENCIAS 1955-1976

Guillermo Cao. Alberto Rossi

Introducción

El período que se abre con el Golpe de Estado de septiembre de 1955, tal vez sea uno de los más influenciados por la política exterior de Estados Unidos que, utilizando como excusa la Guerra Fría y colocándose como guardián de la democracia, la libertad y los valores occidentales y cristianos, ejerció el contrasentido de apoyar golpes de Estado en toda Latinoamérica con gobiernos de facto antidemocráticos, que violaron sistemáticamente todos los derechos humanos empezando por la libertad que decían defender. Regímenes políticos más autoritarios que los que se decía combatir como el comunismo o el casi desaparecido fascismo, aunque no dudaron en caracterizar al peronismo, como ese sistema corporativista, cuando en los casi 10 años de gobierno, se respetaron las instituciones, la Constitución y todas las elecciones, inclusive ampliándolas con el voto femenino. Y nadie puede dudar de que, influenciado por Keynes, pero el peronismo nunca se alejó del orden económico capitalista.

El instrumento utilizado por los EE.UU. y los grupos de poder como la Sociedad Rural, la Unión Industrial, las empresas multinacionales, fueron las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación que defendían los mismos intereses. Al ejército lo habían convertido prácticamente en un partido político con los peores defectos de las agrupaciones democráticas y ninguna de sus virtudes. Feroces internas como el enfrentamiento Lonardi y Aramburu o Azules y Colorados u Onganía y Lanusse. Corrupción. Negociados. Extorsión. Abuso del poder. Y, por supuesto, el llegar al gobierno por la violencia y nunca por medios democráticos.

Siempre con el aval de EE.UU. que apoyaba decididamente las dictaduras, en contra de la amenaza comunista que iba a implantar un régimen totalitario. Claro, totalitario comunista, que en definitiva era lo que realmente molestaba, no así los regímenes totalitarios capitalistas. Porque en definitiva era esto los que se intentaba imponer: libertad, pero de mercados. Incluso mientras se atacó al peronismo falsamente, se apoyó el régimen neofascista de Onganía, como un mal necesario y solo hasta que les sirvió a sus intereses. Como sucedió con cada gobierno del período.

Mientras tanto, los partidos políticos se debatían en sus enfrentamientos que no se los puede caracterizar tan simplemente como peronistas y antiperonistas, y peronistas de izquierda y de derecha. No son solamente matices los que encontramos en el antiperonismo. Profundas divisiones ideológicas y metodológicas. Lo mismo dentro del peronismo. Y en este período la proscripción, la persecución, la más brutal represión, fue dando como respuesta, además influenciado y estimulado por el triunfo de la Revolución Cubana, el surgimiento de organizaciones armadas que tampoco se las puede caracterizar muy fácilmente y solamente como marxistas o peronistas.

Si hay algo que unifica a las presidencias del período es el intento de desperonizar el país, es decir eliminar el protagonismo de los sectores populares de la política para poder implementar un orden económico que favorezca la concentración económica de grandes productores y empresas nacionales y, sobre todo, de las multinacionales. Los tibios intentos y rápidamente frustrados de Frondizi e Illia, por moderar el modelo, parecían tener éxito con el decidido accionar de Cámpora, que pronto también se vio cortado por una crisis internacional, por el propio peronismo, pero por sobre todo por los grupos de poder que ya preparaban el golpe que realmente implementó a sangre y fuego el orden político y económico, que tanto deseaban.

Para entender este capítulo descriptivo de las presidencias entre 1955 y 1976 es imprescindible recurrir al capítulo VIII, “Almanaque”, que nos da los nombres de los ministros, los cambios de gabinete y demás hechos puntuales. También a los capítulos II y III, donde se analizan la economía y el accionar del movimiento obrero, respectivamente.

Presidencia de Eduardo Lonardi. 1955

Como en todos los golpes de Estado del siglo XX, el del 6 de septiembre de 1955 también tuvo sus divisiones internas. Eduardo Lonardi contó con el apoyo de todos los sectores opositores a Perón, pero dentro de las Fuerzas Armadas solamente lo respaldaban grupos nacionalistas y católicos que no estaban en desacuerdo en las líneas generales con el proyecto justicialista, pero sí se oponían al personalismo de Perón y a la corrupción que denunciaban en distintos estamentos del poder del gobierno derrocado.

El objetivo principal de Lonardi era aplicar una política peronista sin Perón como lo expresó en su discurso retomando la frase de Urquiza luego de vencer a Rosas en Caseros, “No hay vencedores ni vencidos”. Para esto intentó tener un acercamiento con dirigentes peronistas como Brumiglia o Cerrutti a quien nombró ministro de Trabajo.

Se designaron interventores en todos los medios de radiodifusión y prensa del país. Se pasó a retiro a los oficiales más estrechamente ligados al general Perón. Se disolvió el IAPI —Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio—, se suprimieron los subsidios a las industrias y se suprimió el contrato firmado en 1954 con la Standard Oil Company durante la segunda presidencia de Perón.

La mayoría del Ejército y la Armada se oponían a esta política, ya que el objetivo central del golpe de Estado, para ellos, era “desperonizar” al país. Para ello crearon la Junta Consultiva Nacional formada por todos los partidos antiperonistas y excluyendo a los sectores nacionalistas, que eran el único apoyo que le quedaba a Lonardi. Este hecho lo obligó a presentar la renuncia el 13 de noviembre, ya que le habían quitado todo respaldo político desde los mismos sectores que se habían unido para derrocar al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.

Presidencia de Pedro E. Aramburu 1955-1958

El nuevo presidente estableció el verdadero régimen antiperonista, que en definitiva era el objetivo final del golpe de Estado. Y no hay que perder de vista que el partido peronista en las últimas elecciones presidenciales había obtenido más del 62% de los votos en todo el país y había triunfado en absolutamente todas las provincias. Por lo tanto, cuando se aplicaban políticas antiperonistas, además de ser un gobierno anticonstitucionalmente de facto, eran medidas antidemocracia. Sin embargo, el decreto-ley 4161 llevaba por título “Prohíbese el Uso de Elementos y Nombres que lesionaban la Democracia argentina”. Vale la aclaración, porque el aumento de la violencia en los años posteriores tuvo que ver también con la persecución de las mayorías que no pudo no solo elegir a sus representantes, sino poder expresar sus ideas libremente.

En dicho decreto se prohibía la utilización de imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas, representativas del peronismo. Incluía, además, una lista de palabras como peronismo, peronista, justicialismo, justicialista, tercera posición, la Marcha peronista y los discursos del presidente Juan Domingo Perón y de Eva Perón, así como el nombre propio del presidente depuesto o el de sus parientes. Se establecía una pena de prisión de treinta días a seis años para los infractores. Además, debían pagar una multa y quedaban inhabilitados para desempeñar cargos públicos, sindicales o en partidos políticos. Si se trataba de una empresa comercial, en la primera ocasión era clausurada quince días y si reincidía por segunda vez era clausurada para siempre. Las sanciones no podían ser de cumplimiento condicional, y tampoco las penas eran excarcelables.

Se desmanteló y disolvió toda la obra de la Fundación Eva Perón. Se intervino la CGT y los sindicatos y se encarceló a los delegados gremiales. En junio de 1956 se produjeron los fusilamientos a los integrantes civiles y militares del levantamiento encabezado por el general Valle. La reacción llegó desde el exilio. Perón llamó a resistir a la dictadura por todos los medios. Se inició entonces la llamada resistencia peronista que recurrió desde la clandestinidad a métodos violentos ante la imposibilidad de manifestarse por las vías políticas públicas. En este sentido fue de vital importancia el surgimiento y accionar de las 62 Organizaciones sindicales.

Mientras tanto, el segundo partido en importancia, la Unión Cívica Radical, se debatía en cómo actuar frente a la proscripción del peronismo. Por un lado, el denominado Movimiento de Intransigencia Radical, liderado por Arturo Frondizi que dominaba el partido, era propenso al diálogo y hasta reivindicaba alguna de sus posiciones, sobre todo las que tenían que ver con la independencia económica. Por otro lado, estaban el unionismo y la línea Córdoba liderada por Amadeo Sabattini que estaban en minoría y se oponía absolutamente al peronismo y aprobaba su proscripción.

Pero la principal oposición a Frondizi estaba dentro del propio MIR y era encabezada por Ricardo Balbín, quien terminó aliándose con unionistas y sabatinistas creando la Junta Reorganizadora de la UCR. La justicia electoral los obligó a diferenciarse y Frondizi presidió la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y Balbín la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP).

En 1957, sin respetar el artículo 30 de la Constitución Nacional, el gobierno de facto convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente con el fin de anular la Constitución de 1949 y restaurar la de 1853. La UCRP venció por 250.000 votos a la UCRI, pero el voto en blanco alentado por Perón desde el exilio sacó más votos que todos. Si bien la Asamblea terminó disolviéndose se cumplieron los objetivos del gobierno y la única modificación a la Constitución de 1853 con sus reformas fue la incorporación del artículo 14 bis de derechos sociales.

Para las elecciones presidenciales de febrero de 1958, Frondizi buscó el apoyo de Perón por medio del delegado personal del expresidente en el exilio, John William Cooke. La decisión de apoyar a Frondizi partió de la inutilidad política del voto en blanco, como había quedado demostrado en la elección constituyente. Por otra parte, el triunfo de Balbín iba a demorar mucho más el levantamiento de las prohibiciones al peronismo.

Con los votos de gran parte del peronismo, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez se impuso por el 49% de los votos frente a Ricardo Balbín-Santiago del Castillo con el 30%.

Presidencia de Arturo Frondizi 1958-1962

En el Congreso, Frondizi, contaba con una amplia mayoría al igual que en las provincias, ya que en la única que no había ganado era Santa Fe. De todas maneras, este gran respaldo institucional de gobernadores, senadores y diputados no le aseguraban el control de todos los mecanismos de poder, ya que las Fuerzas Armadas mantenían el papel de autoridad vigilante antiperonista. Este protagonismo se lo había otorgado no solo el poder económico, los medios de prensa que representaban los intereses empresariales, sino también las agrupaciones políticas antiperonistas encabezadas por la UCRP que argumentaba que el gobierno era ilegítimo porque había ganado con los votos del peronismo.

Además, las Fuerzas Armadas contaban con el respaldo político, militar y económico de los EE.UU., que al igual que en toda Latinoamérica, con la excusa de la Guerra Fría, intervenía directa o indirectamente apoyando toda acción represiva contra todo lo que pudiera acercarse ideológicamente al bloque comunista. Por supuesto, la interpretación de qué movimientos, partidos, declaraciones o posturas podrían ser pro-soviéticas, eran absolutamente arbitrarias y terminaban presionando y hasta derrocando a gobiernos indudablemente capitalistas, pero con posturas antiimperialistas, nacionales y/o populares.

Apenas asumió Frondizi intentó cumplir con algunas promesas realizadas al electorado peronista. Decretó una amnistía para los presos y “prófugos” políticos, pero no incluyó a Perón, ni levantó la proscripción del partido. Intentó volver a los acuerdos paritarios entre sindicatos y empresarios. Se dio un importante aumento de salarios y sancionó una nueva ley de Asociaciones profesionales. Contradictoriamente ascendía al almirante Rojas y al general Aramburu.

El Congreso Nacional deroga el decreto-ley 4161 sobre la proscripción del peronismo, y sanciona una ley de amnistía que deja en libertad a los miles de presos políticos peronistas encarcelados por la autodenominada “Revolución Libertadora”.

Se intentó normalizar las relaciones con el sindicalismo peronista llamando a elecciones sindicales y de la Confederación General del Trabajo. La nueva Ley Sindical N° 14.455 establecía un modelo sindical de libertad absoluta de creación de sindicatos por simple inscripción y atribución de personería gremial, al más representativo de todos, con el objetivo de unificar la representación obrera ante los empleadores, el gobierno y las organizaciones internacionales. La ley estableció también el reconocimiento de la figura del delegado, como representante sindical en el lugar de trabajo elegido por todos los trabajadores.

El Congreso Nacional deroga el decreto-ley 4161 sobre la proscripción del peronismo, y sanciona una ley de amnistía que deja en libertad a los miles de presos políticos peronistas encarcelados por la autodenominada “Revolución Libertadora”.

Se intentó normalizar las relaciones con el sindicalismo peronista, llamando a elecciones sindicales y de la Confederación General del Trabajo. La nueva Ley Sindical N° 14.455 establecía un modelo sindical de libertad absoluta de creación de sindicatos por simple inscripción y atribución de personería gremial, al más representativo de todos, con el objetivo de unificar la representación obrera ante los empleadores, el gobierno y las organizaciones internacionales. La ley estableció también el reconocimiento de la figura del delegado, como representante sindical en el lugar de trabajo elegido por todos los trabajadores.

Normalizar las relaciones laborales era un objetivo prioritario. La falta de estabilidad laboral derivaría en planes de lucha que no favorecerían el proyecto modernizador del nuevo gobierno. Se necesitaba del beneplácito de las organizaciones sindicales para realizar lo que desde el poder denominaban como profundas transformaciones en la estructura económica y social de la Argentina. Entendían que este era el momento propicio para realizarlo, ya que los EE.UU. se encontraban en el cenit de su poder económico, militar y político y sus empresas comenzaban a instalarse casi en toda su periferia como parte de una política primordial del Departamento de Estado Norteamericano.

El Desarrollismo coincidió con la etapa Transnacional de la Economía Mundial, donde la Empresas Multinacionales Norteamericanas comenzaron a radicar filiales, casi masivamente, en las naciones aliadas en la Guerra Fría (aquellos países que conformaban Europa Occidental), y también en su propia periferia inmediata, América Latina. El monto de la inversión y de la complejidad industrial que se instalaba en estos últimos países dependía de múltiples factores, como, por ejemplo: apoyo y/o alineamiento internacional a EE.UU., del grado de influencia política y económica logrado en los gobiernos receptores de capitales, del ingreso a las Entidades Multilaterales de Crédito, de la realización de reformas legales que aseguraran poder remitir al exterior utilidades sin límites de montos, de una política aduanera ajustada a la defensa de las manufacturas fabricadas por las empresas radicadas e infraestructura en comunicaciones y servicios energéticos.

Frondizi y Frigerio apoyaban la inversión extranjera como forma de superar el estancamiento industrial autárquico del peronismo, al que tildaban de ineficiente por no haber desarrollado las industrias de base (acero, energía y petroquímicos), que permitieran sustituir las necesidades internas y no demandaran divisas por sus compras al exterior.

El siguiente diálogo entre un funcionario de la administración desarrollista, el comodoro Juan José Güiraldes, presidente de Aerolíneas Argentinas en la primera etapa frondicista, y una ama de casa, ejemplifica las diferencias conceptuales sobre la industrialización de la etapa anterior y la presente.

[…] la dueña de casa se quejó por los cortes de energía eléctrica: la comida se pudría en su heladera. “Señora, ¿qué culpa tengo yo de que hayan fabricado heladeras antes que energía eléctrica?”, le dijo Güiraldes.1

Cambio de rumbo de Frondizi

La influencia en los temas económicos de Rogelio Frigerio y posteriormente el nombramiento de Álvaro Alsogaray como ministro de Economía, marcaron un vuelco en la orientación del gobierno. El primero alentó el desarrollo interno a partir de las inversiones extranjeras, para lo cual, a fines de 1958, el Congreso aprobó una ley otorgando beneficios a la radicación de capitales foráneos contradiciendo los postulados originales de la UCRI: la nacionalización de los servicios públicos, la energía, el combustible y el transporte .

Se firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por el cual se establecía la reducción y despido de empleados públicos, la privatización de empresas estatales y cierre de varios ramales ferroviarios, entre otros. También impulsó la apertura del negocio petrolero a capitales británicos y estadounidenses. Como parte de su política de recortes acordada con el Fondo Monetario Internacional, impulsó la privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre, rechazada por sus obreros que realizaron una extensa huelga.

Los intereses privatizadores alcanzaban a otras empresas del Estado, ya sea por el valor estratégico de su actividad o por su potencial rentabilidad como se daba en el caso de Aerolíneas Argentinas.

[El presidente de Aerolíneas Argentinas] […] renunció al cargo cuando Alsogaray, que promovía el achicamiento del Estado, asumió en Economía y vetó su proyecto de renovar la flota. […] Sus críticas públicas al ministro le valieron cuarenta y cinco días de arresto, al final de los cuales se encontró con Frondizi en la quinta presidencial de Olivos.

—No sabe, comodoro, cuánto le agradezco su gesto —le dijo Frondizi.

—¿Cuál gesto?

—El de haber presentado la renuncia a la presidencia de Aerolíneas Argentinas.

—Pero, doctor, yo pensé que usted estaba conforme con mi desempeño frente a Aerolíneas. Mi renuncia se produjo como consecuencia de un enfrentamiento mío con el ministro. En ese momento, yo tenía que renunciar.

—No, no es por eso. Le agradezco mucho su gesto justamente porque usted hacía andar muy bien a Aerolíneas.

—¿Y eso qué tiene de malo?

—Que la gente va a llegar a creer que las empresas del Estado pueden llegar a andar bien. Sería un mal ejemplo —sonrió Frondizi.2

Se creó Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF) que se encargaba de la explotación, transporte y comercialización del carbón del Yacimiento Río Turbio. Se inició la privatización de los Ferrocarriles Argentinos y se privatizó la Administración General de Transportes de Buenos Aires, dueña de varias líneas de tranvías y de colectivos. El denominado Plan Larkin consistía en despidos de empleados ferroviarios, eliminación de locomotoras a vapor, cancelación y levantamiento de vías férreas existentes.

En el ámbito educativo aumentó el número de escuelas de educación técnica, se desarrolló el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI); el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Por otra parte, se aprobó el Estatuto del Docente y se habilitó a las universidades privadas, en su mayoría católicas, a emitir títulos profesionales.

Se impulsó la radicación de médicos en el Interior del país, se centralizó los servicios hospitalarios y se inauguró el sistema de residencias médicas hospitalarias como instancia final de la formación laboral de los futuros médicos.

Frondizi aplicó una política de privilegiar las relaciones con las corporaciones en lugar de hacerlo con los partidos políticos y las instituciones democráticas.

Su constante negociación con las Fuerzas Armadas, desde una posición de debilidad lo llevó a recibir y aceptar innumerables planteos hasta llegar a la aplicación del plan de Conmoción Interna del Estado CONINTES. Un plan represivo que le daba un papel importante al ejército en la represión de conflictos. También su fluido diálogo con la Iglesia lo llevó a igualar la Universidades privadas con las públicas, lo que provocó la división en la sociedad con el conflicto conocido como Laica o Libre.

También intentó negociar con los sindicatos, dando importantes concesiones, pero los planes de ajuste propuestos primero por Frigerio y luego aplicados con mayor rigor por Alsogaray, provocaron el enfrentamiento de la mayoría de los gremios con el gobierno y fueron duramente reprimidos, al igual que los estudiantes que reclamaban por los cambios en la educación superior, con la aplicación del Plan CONINTES.

En el plano de las relaciones exteriores se abocó a la cooperación con Brasil y Chile, con el objetivo de lograr un acuerdo que permitiera el desarrollo económico de los tres países. En cuanto a la relación con Chile, se destacó la “Declaración de Los Cerritos” en la cual los dos países se comprometían a solucionar sus conflictos limítrofes únicamente por medio del arbitraje. Debió resolver el incidente del islote Snipe, en el Canal del Beagle, por vía diplomática. Se determinó la postura de nuestro país ante el Consejo Interamericano Económico y Social que se llevó a cabo en Punta del Este, Uruguay, donde se promocionó una actitud más industrialista de la Alianza para el Progreso impulsada por el presidente norteamericano John F. Kennedy. Pero el mayor conflicto lo generó la posición argentina frente a la Revolución Cubana. En un principio Frondizi se negó a condenar al nuevo gobierno de la isla como le exigía EE.UU., las Fuerzas Armadas argentinas y gran parte de la prensa. La entrevista de Frondizi con el Che Guevara hizo que el ejército presionara de tal forma que, finalmente, tuvo que romper relaciones con Cuba, pero ni eso no pudo evitar un nuevo golpe de Estado.

El gobierno de Frondizi se encontraba jaqueado por los militares, que le habían realizado 32 Planteos Militares. Para marzo de 1962 optó por una jugada muy arriesgada, permitir la participación del peronismo en las elecciones provinciales. Los sindicatos peronistas mostraron su gran capacidad de movilización. Las 62 Organizaciones lograron imponer mayor cantidad de candidatos en las listas que los del sector político. El peronismo ganó 8 de las 14 provincias. En la de Buenos Aires triunfó el candidato a gobernador por el peronismo, el dirigente sindical Andrés Framini.

Ante la victoria peronista, Frondizi anuló las elecciones, pero esto tampoco pudo evitar un nuevo golpe de Estado el 28 de marzo. Primero le exigieron la renuncia y al no acceder, el Presidente fue detenido y enviado a la isla Martín García. Luego de varias discusiones dentro de los golpistas, tanto militares como civiles, se optó por la salida más constitucional posible. Asumió el doctor José María Guido, que era el presidente provisional del Senado, ya que el vicepresidente Gómez había renunciado años antes.

El Partido Justicialista camuflado con otras siglas ganó en las elecciones. Los objetivos trazados a partir de la Revolución Libertadora ponían a los militares como custodios de aquellas políticas que sostenían a ultranza la proscripción peronista.

Un vocero del establishment y profesor de la Escuela Superior de Guerra, el doctor Mariano Grondona, publicó un artículo en el diario La Nación explicando los motivos de la anulación de los comicios, acusando a Frondizi como único responsable del fracaso de la política proscriptora del peronismo y justificando de este modo el accionar autoritario de las Fuerzas Armadas.

“Prometer al peronismo legalidad y concurrencia era ignorarlos a sabiendas. Era promover entre sus adeptos una esperanza fantástica e irrealizable y preparar la desilusión y el escepticismo, la perplejidad y la profunda indignación de las elecciones anuladas”, reprochaba. Frondizi había echado a perder los “seis años de duros esfuerzos” que habían comenzado con la “Revolución Libertadora”, había detenido la “absorción democrática” de esos años, que había hecho bajar los cinco millones de votos peronistas de 1954 a dos millones en 1957 (votos en blanco para las elecciones constituyentes). “Esta era la verdadera integración, la integración callada y paulatina en el sistema, sin usufructuarios ni promotores, sin pactos ni promesas”, afirmaba. La “integración” solo significaba la desaparición del peronismo. La proscripción haría que el país lo absorbiera hacia sus entrañas, lo devolviera a su interior más remoto y lo disolviera. Los peronistas, para la visión del establishment que representaba Grondona, eran seres ignorantes y manipulables a los que había que domesticar para devolverlos a su estado anterior a 1945.3

Presidencia de José María Guido 1962-1963

El gobierno de Guido fue una verdadera fachada legalista, ya que fue dominado completamente por las Fuerzas Armadas. Restablece la plena vigencia del Decreto 4161, de proscripción del peronismo y propuso la intervención de la Universidad de Buenos Aires. Decidió que la CGT no contaba con existencia legal, debido a que no realizó la renovación de sus autoridades. Además, se limitó el derecho de huelga en septiembre de 1962. Aunque intentó no intervenir las provincias en que había ganado el peronismo, finalmente por las presiones militares tuvo que hacerlo.

En materia económica, Guido siguió con el liberalismo más ortodoxo. Por un acuerdo con el FMI, parecido al de Frondizi de 1959, se disminuyó la producción industrial, se aumentaron las tarifas públicas y los impuestos sobre el consumo. Se redujo el gasto y la inversión pública. Se restringieron los salarios, además se realizó una fuerte devaluación de casi el 30%. Restricciones monetarias y crediticias, así como la cancelación de créditos al sector privado. Todas estas medidas disminuyeron la actividad económica, pero impactaron especialmente en la clase trabajadora, ya que aumentó la desocupación y la inflación disminuyó el poder adquisitivo.

Se intervino el Instituto Malbrán, organismo público cuyo objetivo es participar en las políticas científicas y técnicas vinculadas a los aspectos sanitarios del ámbito público. Por otra parte, se hizo obligatoria la vacuna contra la tuberculosis y se crearon centros de epidemiología.

Se creó el Instituto del Servicio Exterior de la Nación para formar al cuerpo diplomático de nuestro país. En el contexto de la crisis de los misiles en Cuba, durante su gestión nuestro país se alió a Estados Unidos, dejando de lado el principio de la no intervención de los pueblos, impulsada durante la presidencia de Arturo Frondizi.

Las elecciones de 1963

El ministro del Interior, Martínez, sostenía que el partido peronista debía participar en las mismas. Se formó el “Frente Nacional”, una colación de la Unión Popular, la Unión Cívica Radical del Pueblo y otros partidos menores. Pero el árbitro en la cuestión iban a ser las Fuerzas Armadas. En el interior del ejército había un enfrentamiento entre los legalistas, encabezados por el general Juan Carlos Onganía, que planteaban el respeto a las instituciones y llegar a las elecciones impulsando un partido neoperonista como la Unión Popular para establecer un peronismo sin Perón. Eran conocidos como los Azules. Por otro lado, estaban los antiperonistas acérrimos, los Colorados. Ambos grupos llegaron a enfrentarse en combate en las calles, con el triunfo de los Azules. Estos últimos contaban, además, con el apoyo de un importante medio de difusión como “Primera Plana”.

Timerman [director de “Primera Plana”] creía […] en la ecuación por la cual no habría legalidad sin bienestar social, no habría bienestar social sin desarrollo económico, no habría legalidad ni desarrollo sin inversiones y créditos de los Estados Unidos y no habría inversiones ni crédito si el desorden político llevaba al aislamiento internacional. En palabras de Güiraldes —miembro de la primera hora (y socio del semanario)—, los Azules se proponían “llegar a la completa transformación de la estructura colonial de nuestra economía, complementando a la industria liviana con las industrias de base, una infraestructura adecuada, enseñanza tecnológica, investigación científica y con una tecnificación del campo que elevara vertiginosamente su rendimiento”. Los Colorados, en cambio, representaban una vuelta “al campo”, decía: querían “tapar los pozos de petróleo”, demoler las obras de desarrollo, arrasar con la industria, volver “al Estado pastoril”.4

Se constituye el Frente Nacional y Popular, cuyo candidato era Vicente Solano Lima. Esta alianza electoral impulsada por Perón y Frondizi estaba integrada por la Unión Cívica Radical Intransigente, el Partido Conservador Popular, el Movimiento del Frente Nacional. El almirante Isaac Rojas y el general Benjamín Menéndez dirigen una sublevación militar contra la apertura política del Frente Nacional y Popular. El levantamiento es reprimido por el ejército. Se llevaron a cabo numerosas detenciones contra empresarios y políticos.

A pesar de haber sido sofocado este movimiento y el triunfo militar de los Azules