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Hélder Favarin

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"Una aportación original y muy necesaria", Jaume Llenas. "¡Celebro la publicación de este libro! Estoy convencido de que Hélder Favarin tiene razón", Andrés Reid. "Con esperanza de que todo predicador en España lea este libro", Andy Wickham. "Esta obra será de clara referencia en el ámbito de la predicación en España", Lola Ortiz. "Hélder es uno de los mejores comunicadores, en la actualidad española, que conozco", José Miranda.

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El libro de Hélder Favarin es una aportación original y muy necesaria para fortalecer a las iglesias y para liberarlas del riesgo del ensimismamiento. Una predicación que se dirige a toda la sociedad, que está sólidamente fundamentada en Cristo, que es abiertamente apologética y que está contextualizada específicamente en el oyente español, era una laguna que este libro viene a llenar.

—Jaume Llenas

Coordinador nacional del movimiento de Lausana en España, coordinador nacional de los Grupos Bíblicos Graduados yex secretario general de la Alianza Evangélica Española

¡Celebro la publicación de este libro! Estoy convencido de que Hélder Favarin tiene razón, los predicadores necesitamos ampliar nuestro campo de visión y proclamar con esperanza la Palabra de Dios y a Cristo mismo esperando que nos escuchen y entiendan personas que no mantengan una cosmovisión cristiana. Pero si no apuntamos a este objetivo, nuestro horizonte se cierra y terminamos meramente pronunciando exhortaciones moralistas dirigidas a una comunidad religiosa que vive de espaldas a la sociedad. Favarin no solo nos lanza el reto, sino que nos da indicaciones sobre cómo lograrlo. Por lo que te animo a leer este libro, meditar su contenido y ¡que la Palabra de Dios corra!

—Andrés Reid

Director de la Escuela Evangélica de Teología yex coordinador nacional del Taller de Predicación

Hélder Favarin es uno de los mejores comunicadores, en la actualidad española, que conozco. Y lo es porque, cuando prepara el mensaje y lo proclama, conjuga muy bien su fidelidad a la Palabra de Dios y, al mismo tiempo, a la actualidad y realidad en la que vive; teniendo en su mente a cristianos y no cristianos, y en su corazón la convicción y la pasión por una predicación expositiva, práctica y relevante para todos. Recomiendo encarecidamente su libro porque nos ofrece claves para una reflexión y evaluación necesaria de la predicación en la España y en los tiempos de hoy.

—José Miranda

Pastor fundador de la Iglesia Evangélica Parque Este, Sevilla

Esta obra será de clara referencia en el ámbito de la predicación en España. El exhaustivo trabajo de investigación de Hélder está apoyado por su larga y fructífera trayectoria como predicador de ámbito internacional, lo cual respalda aún más la validez de las tesis defendidas en este libro. ¡Sin duda, una obra excelente que todo predicador preocupado por la excelencia de sus sermones debe leer!

—Lola Ortiz

Historiadora del arte, profesora y parte delequipo de predicadores en C29 Granada

Un libro necesario, relevante y sólido. Un regalo para España. Tengo el placer de disfrutar de la amistad cercana de Hélder y servir juntos hace muchos años. Espero que este libro inspire a predicadores de toda España, como la predicación de Hélder me ha inspirado a mí.

—Raúl Gutiérrez

Profesor y miembro del equipo pastoral de C29 Granada

Con su libro, Hélder Favarin lanza un desafío a los pastores y predicadores de la España contemporánea: hacer que la predicación dominical sea igualmente para la evangelización de no creyentes como para la edificación de creyentes. Pero os aviso: leer este libro va a cambiar tu forma de predicar. Te va a hacer pensar en el contexto de la España de hoy de una nueva manera. Sobre todo, va a ayudarte a comunicar las buenas nuevas a tus vecinos en palabras y conceptos que ellos entiendan. Este libro es un don a la iglesia de España.

—Jaime Memory

Profesor de Misiones en Europa y misionerocon la Misión Cristiana Europea

He podido acompañar, escuchar y hablar con Hélder los últimos años, y puedo decir que este libro es una excelente combinación de llamamiento, experiencia y estudio, ¡y muy necesario para España!

—Jose Daniel Marín

Asesor de los Grupos Bíblicos Universitariosy miembro del equipo pastoral de C29 Granada

Es increíble cómo cobran voz las palabras al leerlas. Hélder escribe de una manera tan natural y única que es como escucharle hablar directamente y, de igual manera, contagiarse de su pasión por transmitir el evangelio al mundo.

—Daniel Díaz

Maestro de la escuela pública y predicador en Andalucía

Amplía

Predicar a cristianos y no cristianos en España desde un mismo sermón

Hélder Favarin

Para mi Señor Jesucristo, a quien tengo elinmerecido honor de conocer y predicar.

Para mi amada esposa Ana y nuestros cuatro regalos:

Matteo, Raffaello, Valentina y Pietro.

Para mis queridos padres,

Valderez y Francisco.

Índice

Prólogo

Introducción: Construir cuatro puentes en nuestros sermones

1. Amplía el público: Predicar a cristianos y no cristianos

2. Amplía la hermenéutica: Predicar tanto la Biblia como a Cristo

3. Amplía el uso de la apologética: Predicar sermones apologéticos

4. Amplía la contextualización: Predicar sermones contextualizados

Apéndice (Sermones de muestra)

I. La extraordinaria revelación de Dios (Gn. 14:18-20)

II. Sorprendidos: Indicios de Dios en la naturaleza (Hch. 14:15-17)

III. Y verán su rostro (Ap. 22:4)

Bibliografía

Agradecimientos

Quiero agradecer el increíble apoyo y gran amor de mi familia. Mi esposa, Ana, ha sido, como siempre, mi más querida amiga, compañera y animadora en este camino. Gracias a que ella asumió con sacrificio más responsabilidades, tuve el espacio para dedicarme a este proyecto. Nuestros hijos, aunque aún pequeños, me han brindado más apoyo de lo que se imaginan en las inevitables ausencias para centrarme en la investigación y redacción de este libro.

Agradezco todo el apoyo de mis padres, Francisco y Valderez, quienes con sus enseñanzas y ejemplo nos inspiran a volar más alto y recordar que debemos servir a Dios, y a los demás, siempre con excelencia y humildad.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Dr. Don Sunukjian, mi tutor en el doctorado en predicación cuya disertación generó este libro. Ha sido un honor aprender tanto de él y crecer con sus innúmeras críticas constructivas.

Estoy profundamente agradecido por el enorme apoyo recibido de la Iglesia C29 Granada. Su amistad, visión y los tiempos sabáticos que me concedieron han sido fundamentales en este viaje.

Agradezco a Andrés Reid, Jaime Memory y Andy Wickham por sus valiosas revisiones del contenido de este libro. Gracias a ellos este proyecto es mejor. Aprecio su amistad y admiro sus corazones y ministerios.

Agradezco a Lola Ortiz, Daniel Díaz, Raúl Gutiérrez y Jose Daniel Marín su ayuda en las revisiones gramaticales. Además de su pasión y dominio del español, al formar parte de la misma expresión local de la Iglesia, puedo experimentar de cerca su amor por la Palabra de Dios.

También quiero expresar mi gratitud a Taller de Predicación y a Andamio Editorial. No solo vuestro trabajo, sino también vuestro ADN, late por la predicación bíblica en España. Es un privilegio servir con vosotros en esta iniciativa.

Especialmente, a Dios mi más profunda gratitud. Cooperar en Su misión es una gracia indescriptible. Soli deo gloria.

Prólogo

Imagino que si estás leyendo este libro es porque amas a Dios, amas su Palabra, amas a su Iglesia, amas a España y también a su gente. Estoy convencido de que algunos de vosotros conocéis mejor a Dios, a su Palabra, a su Iglesia, a España y a su gente que yo. Por este motivo estoy agradecido y me siento honrado de que hayas decidido recorrer conmigo estas páginas, con objeto de ser predicadores más fructíferos en España y en nuestros tiempos. Francisco Mira señala, con razón, que “nuestro mundo y sociedad necesita desesperadamente escuchar la Palabra de Dios expuesta fielmente y de forma relevante”.1

Principalmente, este libro es el resultado de mi tesis doctoral sobre la predicación. Por supuesto, se ha visto afectado por mi experiencia como evangelista, pastor y misionero en España. Deseaba sinceramente (y lo veo como una responsabilidad) que esos diversos años de investigación doctoral dieran como resultado una contribución directa a la Iglesia española que trascendiera mi desarrollo personal como predicador. En el plano local, deseaba que estos estudios contribuyesen a nuestro ministerio de predicación en C29 Granada, esa amada iglesia local que, junto con otros queridos amigos, Ana y yo tuvimos el privilegio de plantar. Con un propósito más amplio, aspiraba a que estos estudios se tradujeran en algún momento en un libro publicado en y para España, y que ofreciese una humilde contribución a la Iglesia española y a esos hombres y mujeres fieles que predican por los pueblos y las ciudades del país.

Como quizá sepas, la cantidad de literatura sobre homilética que se publica en España es bastante reducida. Sin embargo, esta escasez no es proporcional a la calidad de predicadores en este país. Hay predicadores en España (algunos de los cuales son buenos amigos míos) que tienen un don excepcional y dejan sentir su influencia en muchos lugares del mundo.

Dios sigue levantando una nueva generación de predicadores en este país apasionada por la predicación bíblica y contextualizada. Tenemos el privilegio de servir a algunos de ellos por medio de RedTimoteo, un programa para evangelistas jóvenes en España que algunos creamos en 2014. Espero que este libro resulte útil para ellos y también para otros jóvenes predicadores en seminarios, iglesias, programas o bien por la vía autodidacta.

Tengo la esperanza, por la cual también oro, de que Dios utilice estas páginas para ampliar nuestra visión de la predicación semanal y más no creyentes en España lleguen al conocimiento del Señor por medio de nuestros sermones; y que, al mismo tiempo, los cristianos nos volvamos más como Jesús.

El Maestro dijo: “Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar; para esto he venido” (Mc. 1:38). ¡Qué misterio y qué privilegio es que el Señor nos envíe hoy a cumplir la misma misión en España!

Coram Deo.

Hélder Favarin

Granada, 1 de diciembre de 2021

1.Francisco Mira, “Los inicios de Taller de Predicación” en El arte de la predicación, eds. Francisco Mira y Andrés Birch (Andamio Editorial, 2017), 13.

IntroducciónConstruir cuatro puentes en nuestros sermones

Muchos de nosotros oramos que Dios levante una generación de evangelistas expositivos; predicadores que entiendan la exposición bíblica en términos misionales; predicadores con el corazón rebosante de amor por los pecadores; predicadores que ya no rechacen la exposición bíblica cuando quieran relacionarse con su cultura; predicadores que ya no expongan la Biblia sin tener en cuenta a las personas que les rodean y que no sean parte de la iglesia.

—Zack Eswine1

Hace poco más de 20 años que siento la necesidad, la responsabilidad y el privilegio de predicar. Cada vez que estoy a punto de hacerlo, mi corazón se acelera, me sudan las manos, mi mente se centra, mi adrenalina es liberada y con frecuencia experimento la paradójica combinación del casi incontrolable deseo de predicar y de una apática indiferencia que va surgiendo e intenta dominarme minutos antes de entrar en acción (y desaparece cuando comienzo a hablar) ––con el tiempo, creo haber discernido que esta última sensación es parte de los efectos de la invisible batalla espiritual que los predicadores experimentamos––. ¿Te ocurre algo parecido?

Pero hay una situación que percibo que intensifica en mí la mayoría de esos fenómenos, aunque sea una situación que gran parte de los predicadores anhelamos vivir cada semana: la presencia de personas no cristianas en la reunión. ¿Hay manera de describir el privilegio de comunicar la Palabra de Dios a personas que podrán nacer de nuevo y ser eternamente transformadas gracias a lo que han escuchado de parte de Dios a través de tu boca?

Ahora, aunque siempre es conveniente evitar las generalizaciones, creo que es justo decir que nuestras predicaciones en los cultos, reuniones, celebraciones, servicios… (o como denomines en tu tradición el encuentro semanal de toda la congregación) de la Iglesia Evangélica está orientada sobre todo a los cristianos.2 Nuestros sermones semanales no suelen comunicar adecuadamente con los no cristianos3 que puedan estar presentes en la reunión o escuchando la predicación por internet. Seamos sinceros: hay muchos cristianos que no se sienten motivados a invitar a no creyentes a que escuchen la predicación del domingo en nuestras congregaciones locales. Si algún no cristiano asiste a la reunión, es posible que oiga un mensaje que le suene extraño, ¿o no? Jaume Llenas afirma que:

Una de las suposiciones que más afectan nuestra predicación es dar por sentado que predicamos a cristianos y que los mensajes están destinados a un público de convertidos. A partir de ahí tenemos mensajes de edificación y mensajes de evangelización, con una clara distinción de temas y de lenguaje. Tenemos mensajes evangelísticos, donde presentamos las bases del evangelio y otros mensajes, la mayoría, en los que el propósito es provocar un mayor celo entre los creyentes.4

Tal como señala acertadamente Jaume, muchos adoptamos ese paradigma habitual entre los evangélicos que dice que la predicación de nuestros cultos debería centrarse en la edificación de los cristianos, mientras que la predicación para los no cristianos debería estar presente en iniciativas evangelísticas como son eventos especiales, campañas o incluso cultos evangelísticos. Bajo este punto de vista, los cultos semanales constituyen el locus donde predicar exclusivamente a los creyentes. En realidad, la mayor parte de la literatura homilética fomenta este paradigma. Por ejemplo, en su excelente obra Privilege the Text! [¡El texto primero!], el homilético Abraham Kuruvilla afirma: “La predicación es el evento en el cual se expone el mensaje concreto de un pasaje específico (la exigencia divina en él), haciendo que incida en la vida de los hijos de Dios con objeto de transformarlos para la gloria de Dios”.5

El hábito de predicar exclusivamente a los cristianos en las reuniones de domingo se aprecia en la manera en que creamos nuestros sermones, en el contenido que tienen y en el lenguaje que usamos.

La mayoría de los predicadores no solemos elaborar nuestros sermones teniendo en mente a los no creyentes. Mientras estudiamos y preparamos nuestros sermones para los cultos, pocos se plantearán preguntas como: “¿Entenderán los no creyentes estas afirmaciones?”; “¿De qué manera podrían rebatir esta verdad, lo cual exigiría algún argumento apologético?”; “¿Qué ídolos culturales debería sacar a la luz y hablar sobre ellos cuando exponga la verdad bíblica?”; “¿Cómo debo introducir mi tema para captar la atención de todo el mundo, incluyendo a los miembros del público que nunca hayan escuchado un sermón o que quizá no están interesados en la enseñanza bíblica?”; “¿Qué terminología o qué enseñanza bíblica o evangélica precisará una explicación, definición o contextualización para que todos los presentes entiendan lo que pretendo comunicar?”. Parecemos mucho más inclinados a dejar que sean los miembros de nuestras iglesias (o los cristianos en general) quienes influyan en la preparación de nuestros mensajes. ¿No es cierto?

Por lo general, el contenido que exponemos también va destinado solo a cristianos. Esperamos que los oyentes dispongan ya de cierto grado de conocimiento bíblico y de un marco que haga comprensible el mensaje. Nuestro punto de partida tiende a ser donde se encuentran los cristianos, no donde podrían estar los no cristianos de nuestra cultura. Esto incluye su desconocimiento de la Biblia, su grado de interés, su predisposición para obedecer los mandamientos bíblicos, sus necesidades, preguntas, experiencias de vida y sus conceptos religiosos equivocados.

Nuestra costumbre de predicar solo a los cristianos presentes en las reu-niones de la iglesia se percibe también en el lenguaje que solemos utilizar. La mayoría de la gente fuera de la Iglesia en España no sabe qué significa Antiguo y Nuevo Testamento, quiénes fueron Abraham o Moisés, qué queremos decir con “profetas” y “apóstoles”, qué pretendemos al afirmar “Esperamos que te vincules a este cuerpo” o por qué nos llamamos unos a otros “hermanos y hermanas”. Es muy frecuente que usemos en nuestras predicaciones esta terminología sin traducir, explicar o describir lo que queremos decir. A algunas personas de nuestro público, que no tienen un trasfondo eclesial, les parece que hablamos otro idioma. A menudo esto puede hacerles sentir excluidos o llevarlos a experimentar el mensaje como observadores externos. Jaume Llenas recuerda su propia experiencia:

Recuerdo perfectamente mi estupefacción cuando entré en una iglesia evangélica por primera vez: la letra de los himnos y ciertas expresiones me causaban profunda extrañeza e incluso incomodidad. El choque no solo era espiritual, era cultural. Lo que se hacía y se decía era de varias décadas pasadas y de un contexto cultural alejado al de la mayoría de la población local.6

Es importante reiterar que la descripción anterior tiene que ver con nuestras predicaciones dominicales. Esto no es lo mismo que sucede en España con los cultos, eventos, literatura o campañas evangelísticas. Por supuesto, no cuestiono el interés que Dios pone en los cristianos (entre ellos, los predicadores) por quienes no lo son, cuyo resultado es el deseo de predicarles a Jesús por medio de distintas iniciativas. Lo que subrayo es la tendencia general a predicar solamente a los cristianos en nuestras reuniones semanales. Este enfoque sobre los sermones de domingo parece destacar cuatro divisiones dentro de la predicación contemporánea en los cultos de la Iglesia evangélica.

Cuatro divisiones en la predicaciónevangélica contemporánea

La primera división se produce en el público al que nos dirigimos. Normalmente existe un abismo entre predicar a cristianos y dirigirse a no cristianos. El sermón va destinado a los cristianos o a los no cristianos. En general, las predicaciones de domingo van destinadas a los primeros.

La segunda división es la diferencia entre predicar la Biblia y predicar a Cristo. Es común pensar que la labor del predicador es comunicar la Biblia para los cristianos reunidos. Sin embargo, al hablar a no cristianos en eventos evangelísticos o apologéticos, la misión consiste en predicar a Cristo. Según parece, la práctica habitual es predicar la Biblia a los cristianos y a Cristo a quienes no lo son.

En tercer lugar, muchos de nosotros abrazamos una división en la aplicación de la apologética. Hoy día, en España hay muchos oradores que reconocen el valor de la apologética en las charlas o conferencias pre-evangelísticas y evangelísticas. Es interesante observar que entre los cristianos de este país está aumentando el interés por la apologética. En este ámbito se incluyen los eventos apologéticos para estudiantes universitarios,7 jóvenes8 y de formación para todas las generaciones.9 Al mismo tiempo, pocas veces se usa la apologética en los sermones de los domingos. Existe un vacío evidente entre la inclusión de contenido apologético transmitido en iniciativas evangelísticas y su ausencia en nuestras reuniones semanales de iglesia.

La cuarta división que identifico está relacionada con la contextualización del mensaje que predicamos. En los sermones de los domingos para los cristianos se emplea un conjunto de vocabulario, terminología y presuposiciones, mientras que en las charlas evangelísticas e incluso en las conversaciones personales con no creyentes se utiliza otro conjunto distinto. Tal como señalamos anteriormente, no solemos demostrar una intencionalidad en contextualizar el contenido del sermón para los no cristianos presentes o escuchándonos por internet (o que desearíamos que estuvieran), y por consiguiente tomar en consideración las particularidades de su cosmovisión. Mientras que en nuestras charlas evangelísticas y apologéticas hacemos un esfuerzo evidente para contextualizar el mensaje para los no creyentes, en la mayoría de mensajes dominicales no sucede lo mismo.

Aunque estas cuatro divisiones se encuentran profundamente arraigadas en la cultura eclesial y, ciertamente, resultan beneficiosas en algunos sentidos, estoy convencido de que generan un paradigma incompleto de la predicación dominical para nuestro contexto español actual. Esta perspectiva homilética no alcanza la conexión potencial con los no creyentes presentes en las reuniones de nuestras iglesias, y en realidad no motiva a los cristianos a invitar a sus amigos a que escuchen los sermones de los domingos (o que incluso después se animen a compartir con ellos la grabación de esas predicaciones). En realidad, crea un círculo vicioso: el predicador no espera la presencia de no cristianos entre el público y, por lo tanto, no se comunica con ellos; en consecuencia, los miembros de la iglesia no se sienten motivados a invitar a sus amigos a que escuchen las predicaciones. Además, es muy importante destacar, este acercamiento a la predicación congregacional no proporciona a los cristianos un modelo para transmitir el mensaje de Dios a los no creyentes durante sus conversaciones cotidianas en el trabajo, universidad, redes sociales y en otros ambientes donde pasamos tanto tiempo.

Un paradigma ampliado de la predicacióncongregacional

En un intento por ofrecer una contribución relevante a la realidad descrita anteriormente, en este libro propongo un enfoque sobre la predicación congregacional en España que cuestiona estas cuatro divisiones. Al erradicar cada una de ellas, me gustaría ofrecer lo que describo como un enfoque ampliado a la predicación semanal. Se trata de un modelo homilético basado en la superación de las cuatro divisiones antes descritas, creando puentes en cada una de ellas.

La primera parte es la inclusión de cristianos y de no cristianos como público meta. En lugar de predicar a cristianos o a no cristianos, con cada sermón semanal intentamos predicar a ambos grupos. La segunda parte consiste en predicar tanto la Biblia como a Cristo en cada sermón, con la aplicación de una hermenéutica cristocéntrica. En tercer lugar, nuestras predicaciones semanales incluirán apologética. Si se ha demostrado que la apologética es importante para conectar con no cristianos en universidades y en otros ámbitos sociales de la España contemporánea, también podemos introducirla en nuestros sermones. El cuarto aspecto es la contextualización intencionada de nuestros mensajes semanales, de modo que los no creyentes en España se identifiquen con el mensaje. Como en el caso del uso de la apologética, no veo motivos para que contextualicemos nuestro lenguaje, argumentos, presuposiciones, referencias, etc., en iniciativas evangelísticas y no en nuestras predicaciones semanales.

Estas cuatro partes se hallan interrelacionadas, pero no dependen unas de otras. Como analizaremos más adelante, sugiero que todas pueden estar presentes en cada sermón semanal, aunque en diversas proporciones dependiendo del mensaje. Sin embargo, la aplicación de cualquiera de estos elementos hará inmediatamente que nuestra predicación sea más sensible a los no creyentes presentes entre el público (o escuchándonos virtualmente), pero sin dejar de ser relevante para los cristianos.

Considero importante subrayar que no propongo un enfoque sobre la predicación dominical que vaya dirigido solo a los no creyentes. Esto llevaría el péndulo hasta el otro extremo o caracterizaría una predicación puramente evangelística. Este libro no se opone en modo alguno a la predicación para cristianos en los cultos; es una actividad vital. Lo que hace es sugerir que no prediquemos exclusivamente a cristianos. Si queremos alcanzar el ideal, que es ver en nuestras reuniones tanto a cristianos como a los que no lo son, deberíamos comunicarnos con ambos grupos. Un mismo sermón puede ser edificante para los cristianos y evangelístico para los no cristianos; puede servir para santificar a los cristianos y para convertir a escépticos. Si en España queremos predicar a cristianos y a no cristianos desde el mismo sermón, ¿cómo debemos hacerlo? Esta es la pregunta que sirve de telón de fondo a este libro.

Teniendo en cuenta el propósito de este libro, daré por hecho otros elementos esenciales para la predicación bíblica y evangélica saludable. Bajo mi punto de vista, entre ellos debe figurar la convicción de la inspiración y de la autoridad de la Biblia, la iluminación del Espíritu sobre nuestro estudio y el compromiso con la exégesis histórico-gramatical y con una dieta equilibrada de predicación expositiva que incluya los distintos libros, géneros y doctrinas de la Escritura. Sin embargo, este proyecto se centra principalmente en el estudio de esos elementos que amplían nuestro enfoque sobre la predicación semanal, y que conectan adecuadamente con no cristianos en España, pero sin dejar de interpelar a quienes lo son.

Cada uno de los capítulos siguientes estará dedicado a una de las cuatro partes en que se divide el enfoque sugerido en este libro sobre la predicación semanal. Cada parte es un intento de construir un puente que salve el abismo existente en nuestra predicación dominical. En el Apéndice he incluido tres ejemplos de sermones extraídos de distintos géneros bíblicos para demostrar la aplicación de este modelo de predicación. Te animo a que los leas después de haber estudiado los capítulos siguientes.

El objetivo de este libro es ayudar a los predicadores en España a construir esos cuatro puentes, y por consiguiente a dirigirse tanto a cristianos como a no cristianos usando el mismo sermón, aplicando a nuestros sermones semanales la hermenéutica cristocéntrica, la apologética y la contextualización.

No afirmo en modo alguno que este enfoque sea el único correcto desde el punto de vista homilético ni que sea superior a otros dentro de nuestro contexto; es solo un enfoque posible. Prefiero entenderlo como una modesta ofrenda que, en mi calidad de evangelista, pastor y misionero, hago a mis colegas y a futuros predicadores en este país, con objeto de que nos desafíe y nos inspire. Así, es mi deseo contribuir a que más pastores hagamos la labor de evangelistas (2 Ti. 4:5). En última instancia, espero que este enfoque sea una contribución adicional al tipo de predicación dentro de la Iglesia española contemporánea que produzca regeneración en la vida de muchos no creyentes de nuestra sociedad, y al mismo tiempo equipe y santifique a los cristianos mediante la obra del Espíritu.

Espero que quede claro que, al invitarnos a ser más intencionales en nuestra comunicación con personas no creyentes en nuestras reuniones de domingo, estoy animándonos a ampliar nuestra conciencia misional y nuestra actividad evangelizadora. Es cierto que la vocación de la Iglesia es ir y somos, por nueva naturaleza, los llamados hacia fuera. Todo cristiano es un ser humano en misión; somos testigos de Cristo todos los días y dondequiera que estemos. Somos iglesia reunida y somos iglesia dispersada por nuestros pueblos y ciudades en nuestros ambientes de trabajo, encuentros familiares, colegios, universidades, cafeterías, parques, partidos, etc. Al mismo tiempo, no podemos olvidar que decirle a alguien “ven y ve” (como Felipe a Natanael en Juan 1:47) es también ir. Si Ana y yo invitamos a amigos a nuestra casa, estamos yendo hacia ellos, aunque sean ellos quienes literalmente vengan. Invitarles a que vengan es una forma de ir y acercarnos. Creo que algunas de nuestras actividades como Iglesia, incluyendo los cultos de domingo, deberían verse con ese matiz. Cuando invitamos a las personas a venir, podemos estar también yendo… si lo que van a ver es preparado para ellas. De nuevo lo destaco: obviamente que ir es muchísimo más que invitar a venir, pero invitar a venir, a “venir a ver”, también puede ser una de las expresiones del ir. Por eso, quisiera animarnos a pensar en nuestras reuniones de domingo, y de forma particular en nuestras predicaciones, con esas gafas misionales.

Pasaremos ahora a examinar la primera parte del enfoque de la predicación que sugiero en este libro: un público ampliado, es decir, usar el mismo sermón para hablar tanto a cristianos como a quienes no lo son.

1 Zack Eswine, Preaching to a Posteverything World (Baker, 2008), 11-12.

2 Seguramente esto también sucede en otros lugares del mundo y en otras expresiones de la Iglesia Cristiana. Sin embargo, el foco de este estudio es España y su iglesia evangélica.

3 A lo largo de este libro la expresión “no cristianos” se usará de forma intercambiable con el término “no creyentes”.

4 Jaume Llenas, “La preparación de la predicación 2: El mensaje”, en El arte de la predicación, eds. Francisco Mira y Andrés Birch (Andamio Editorial, 2017), 129-130.

5 Abraham Kuruvilla, Privilege the Text! A Theological Hermeneutic for Preaching (Moody Publishers, 2013), 240.

6 Jaume Llenas, “La preparación de la predicación 2: El mensaje”, 131.

7 Cada año, los GBU – Grupos Bíblicos Unidos, a menudo en colaboración con el Instituto Pontea (antigua Fundación RZ), organizan una serie de jornadas evangelísticas en las universidades de España que, generalmente, se celebran en cafeterías, discotecas o bares cercanos a los centros docentes (además de campañas virtuales). Normalmente las charlas responden a una pregunta clave, como “¿Por qué le importa a Dios mi vida sexual?”, “¿Por qué no soy ateo?”, “Si hay un Dios, ¿por qué hay tanto sufrimiento en el mundo”, o “¿Dios es machista?”. Tras las charlas suele haber un turno de preguntas y respuestas.

8 En Reboot 2019, un evento de formación apologética organizado por el Instituto Pontea (antigua Fundación RZ), asistieron unos 750 adolescentes. Fue posiblemente el evento evangélico para adolescentes de mayor asistencia de ese año en España.

9 Forum Apologética es el principal evento para la formación en apologética del país (y el único nacional para todas las generaciones). Se celebra cada dos años desde 2012. Lo organizan los GBU - Grupos Bíblicos Unidos, la Alianza Evangélica Española y el Instituto Pontea.

Capítulo 1 Amplía el público: Predicar a cristianos y no cristianos

No es tan decisivo categorizar entre creyentes y no creyentes a la hora de predicar…

—Jaume Llenas1

Como observamos en la Introducción de este libro, la primera división común que aceptamos muchos en los círculos evangélicos españoles (y, sin duda, en diversos otros lugares del mundo y en otras expresiones de la Iglesia Cristiana) tiene que ver con los destinatarios del sermón semanal. Normalmente, los domingos procuramos predicar a cristianos y, en ocasiones especiales, como eventos evangelísticos, cultos con esta orientación, campañas, etc., dirigirnos a los no cristianos. En las páginas siguientes quisiera reflexionar sobre esta división e invitarnos a plantearnos la posibilidad de ampliar nuestro público, hablando cada domingo tanto a cristianos como a no cristianos usando la misma predicación. Esta es la primera de las cuatro partes que examinaremos perteneciente al enfoque sugerido en este libro sobre la predicación semanal.

Cabe hacer una pausa y clarificar lo que quiero decir en este libro con la expresión “no cristianos”. “Los no cristianos no existen”.2 De esta manera tan provocativa comienza Luke Cawley su libro titulado The Myth of the Non-Christian [El mito del no cristiano]. Él sostiene que “no cristiano” es una categoría tan amplia que ha quedado obsoleta. Ni siquiera es algo que alguien use para definirse.3 Él identifica a tres grupos de personas que todavía no son seguidores de Jesús: los “espirituales pero no religiosos”, los ateos convencidos y los cristianos nominales.4 Sin duda, es significativa la observación que hace Cawley cuando dice que los no cristianos se reparten por distintos puntos del espectro y no se les puede tratar a todos por un igual (hablaremos de esto más adelante, cuando abordemos su aplicación directa a la sociedad española). A pesar de todo, esto no niega el hecho de que tales individuos no sean seguidores de Cristo; no son cristianos. El hecho de que los no cristianos no se describan en estos términos no me parece un argumento sólido contra el uso de esta expresión. Los cristianos nominales tampoco dirían que lo son. Lo mismo podemos decir del término “no creyentes” o “incrédulos” (apistos, ἄπιστος), que en el Nuevo Testamento aparece 23 veces.5 Los no creyentes (o incrédulos), tampoco se describen de esa manera, pero el término es usado en la Biblia y también es amplio.

Así, en este libro uso “no cristianos” como sinónimo de “no creyentes”. Hace referencia a cualquier persona que aún no ha experimentado la regeneración por el Espíritu Santo y que, por consiguiente, aún no se ha convertido a Cristo confiando en él como Salvador y Señor. Aunque “no cristianos” no es una expresión que se utilice en el Nuevo Testamento, tiene sentido culturalmente y significa lo mismo que el término bíblico “incrédulos” o “no creyentes”. Por último, cabe observar que el término “cristianos” se usa muy pocas veces en el Nuevo Testamento,6 pero hoy día se utiliza con normalidad para identificar a quienes siguen a Jesús. En este libro, “cristianos” y “creyentes” son sinónimos.

Volviendo a nuestro punto principal, por lo general pensamos que la meta del sermón del domingo es tan solo la edificación de los cristianos. Por otro lado, si queremos predicar a los no cristianos, muchos piensan que cabe hacerlo en reuniones evangelísticas especiales, acciones en las calles, eventos o campañas (presenciales o en línea). En esas ocasiones predicamos exclusivamente a no cristianos. Tradicionalmente, o hablamos a uno de los grupos o nos dirigimos al otro. Denis Johnson describe este fenómeno como una polarización en la predicación entre “predicar para edificar” y “predicar para convertir”.7

Pero, ¿por qué tenemos que centrar el mensaje de los domingos solo en los cristianos? Este proceder ¿se fundamenta en una tradición determinada o tiene una base bíblica? ¿Podríamos plantearnos ampliar nuestro público e incluir en cada sermón semanal a cristianos y a no cristianos?

A medida que examinemos los argumentos bíblicos (también lo haremos en capítulos posteriores), quedará claro que las cuatro divisiones destacadas en la predicación congregacional evangélica descritas en la Introducción se asientan, en realidad, en la tradición (que puede tener un valor), pero no en un mandamiento bíblico.

En relación con el público al que predicamos, el material bíblico justificará dos afirmaciones.8 Primero, que se esperaba que en las reuniones de la Iglesia primitiva se hablase tanto a creyentes como a no creyentes, como vemos en 1 Corintios 14:23-25. Segundo, que el Nuevo Testamento no ofrece ningún ejemplo de predicación dirigida exclusivamente a los cristianos en los cultos de las iglesias.

1 Corintios 14:23-25

Probablemente la revelación más temprana de algunos aspectos de las reuniones o cultos de la Iglesia es la que nos da el apóstol Pablo en 1 Corintios 14:23-25 (en los años 50 después de Cristo). Allí exhorta a sus lectores diciendo:

Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que vosotros estáis locos? Pero, si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: “¡Realmente Dios está entre vosotros!”.9

Pablo menciona a dos grupos de personas que, además de los creyentes, pueden estar presentes en la reunión de la iglesia: los que no entienden (idiōtēs, ἰδιώτης) y los que no creen (apistos, ἄπιστος).

El término idiōtēs, que significa “el que no entiende” o “inculto”, solo aparece en cinco ocasiones en el Nuevo Testamento (Hch. 4:13; 1 Co. 14:16, 23, 24; 2 Co. 11:6). Entre los estudiosos existe cierta discrepancia respecto a quienes Pablo describía como idiōtēs; Verlyn Verbrugge afirma que se trata de una referencia “a nuevos creyentes, aquellos que quizá tienen su primera experiencia de adoración”.10 Por otro lado, Paul Gardner piensa que “es posible que se use simplemente como sinónimo, dentro de este contexto, de personas que no son cristianas, los ‘incrédulos’”.11 Thomas Schreiner acepta que eran no creyentes, pero parece identificarlos con precisión como un grupo concreto: “visitantes que pretenden investigar si la fe cristiana es verdadera”.12

Nuestro principal interés radica en la clara referencia a los incrédulos (apistos) que asisten al culto. El término, como vimos antes, aparece 23 veces en el Nuevo Testamento con referencia a quienes no eran cristianos. Este pasaje revela el interesante dato de que la Iglesia primitiva, de hecho, tenía la expectativa de que a sus reuniones asistirían no creyentes. Tal como dice Verbrugge: “Aparentemente, al igual que pasa hoy, era pertinente invitar a amigos y vecinos no cristianos al culto de adoración”.13

Pablo revela su interés en que el mensaje transmitido en la reunión no debe estar exclusivamente orientado a creyentes, sino que también ha de apelar y dirigirse a los no creyentes que pudieran hacer acto de presencia en ella. El mensaje también debería considerar una meta evangelística. El apóstol tiene la esperanza de que quienes no entendían y quienes no creían, afectados por las palabras compartidas en la reunión cristiana, se sientan “reprendidos” (14:24) y de que cada uno “se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: ‘¡Realmente Dios está entre vosotros!’” (14:25); esta puede ser una referencia a las imágenes escatológicas de Isaías 45:14 y Zacarías 8:23.14 William Baker nos ofrece una conclusión importante: “Según la visión de Pablo, este resultado positivo (en lugar del resultado negativo de dejar que sigan siendo no creyentes) se produce precisamente porque los creyentes llevaron a cabo su adoración y su instrucción públicas usando un lenguaje que todos los presentes pudieron comprender”.15 Hablando de los que no entienden y de los que no creen, Verbrugge afirma correctamente que “el interés de Pablo por estos dos grupos de personas radica en que escuchen y entiendan el mensaje principal del evangelio”.16