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Traducción de la obra homónima de Heinrich Vierbücher (alemán), enriquecida con comentarios, referencias e imágenes ilustrativas. Alejandro Daniel Dorumian MSD
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Seitenzahl: 468
Veröffentlichungsjahr: 2023
Alejandro Daniel Dorumian MSD
Dorumian , Alejandro DanielArmenia 1915 : lo que el gobierno imperial ha ocultado a los súbditos alemanes : la matanza de una nación civilizada por los turcos / Alejandro Daniel Dorumian . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4015-7
1. Relatos. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Autor: Heinrich VierbücherTraducción, referencias y comentarios: Alejandro D. Dorumian MSD
Edición original en alemán:
Título: Was die kaiserliche Regierung den deutschen Untertanen verschwiegen hat: Armenien 1915. Die Abschlachtung eines Kulturvolkes durch die Turken.
Autor: Heinrich Vierbücher
Edición original 1930 de Fackelreiter Verlag – Hamburg – Bergedorf
Obra editada también en armenio, francés, inglés.
DEDICATORIA
CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS
MI ESPECIAL AGRADECIMIENTO AL MAESTRO RAYMOND RUPÉN BERBERIAN
INTRODUCCIÓN
PRÓLOGO ARMENIEN 1915
HEINRICH VIERBÜCHER (1893-1939) RESEÑA HISTORICOBIORGÁFICA
CAPÍTULO 1 - KHACHKAR
CAPÍTULO 2 - UN GUILLERMO TELL ARMENIO
CAPÍTULO 3 - EL SULTÁN ROJO Y EL NEGRO-BLANCO-ROJO
CAPÍTULO 4 - LOS DEMÓCRATAS PANGERMÁNICOS
CAPÍTULO 5 -CÓMO NOS HAN MENTIDO
CAPÍTULO 6 - EL MISERABLE SOLDADO TURCO
CAPÍTULO 7 - LOS PASHÁS TURCOS Y LOS UTOPISTAS ALEMANES
CAPÍTULO 8 - EPISODIOS DE LA HISTORIA DE TURQUÍA
CAPÍTULO 9 - EL PUEBLO ARMENIO
CAPÍTULO 10 - EL PASTOR NAUMANN
CAPÍTULO 11 - LA CAIDA DE ABDUL HAMID
CAPÍTULO 12 - EL LÍDER ENGAÑADO
CAPÍTULO 13 - EL RÉGIMEN DE LOS JÓVENES TURCOS
CAPÍTULO 14 - EL IMPERIALISMO TURCO
CAPÍTULO 15 - EL FANTASMA DE LA MASACRE
CAPÍTULO 16 - REVOLOTEA EL ÁNGEL EXTERMINADOR
CAPÍTULO 17 - LA GARGANTA DEL DIABLO
CAPÍTULO 18 - LA FURIA CRECE
CAPÍTULO 19 - DECLARACIÓN DE LA SRA. TERZIBACHIAN EN EL PROCESO A TEHLIRIAN
CAPÍTULO 20 - EL CUÑADO DE ENVER PASHÁ COMO ASESINO DE MASAS
CAPÍTULO 21 - ¡TAMBIÉN EL CUÑADO DE TALEAT ES UN ASESINO DE MASAS!
CAPÍTULO 22 - EL ANCIANO MARISCAL
CAPÍTULO 23 - DÉJENNOS, ES SUFICIENTE
CAPÍTULO 24 - LA CUOTA DE CULPA DEL GOBIERNO IMPERIAL
CAPÍTULO 25 - EL PUEBLO TRAICIONADO
CAPÍTULO 26 - ANEXO “LAS ÓRDENES DE MASACRE DE TALEAT ENVIADAS A LA PREFECTURA DE ALEPO”
ANEXO - EL LLAMAMIENTO DE ARMIN T. WEGNER AL PRESIDENTE WOODROW WILSON
NOMBRES Y REFERENCIAS
ANEXO FOTOGRÁFICO
MAPAS
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Hago mías las palabras del autor, cuyo deseo fue:
“Que este librillo sea considerado una pequeña contribución
a la representación del desmesurado bestialismo en que nosotros mismos nos hemos hallado, y que debemos aborrecer si no queremos perder la facultad de amar.
Que represente un modesto khachkar erigido sobre la tumba común
de los mártires del Cáucaso”
Asimismo, es mi deseo perpetuar la memoria de mi abuelo materno Yervant Mahrabian, salvado providencialmente de las abominables matanzas de la ciudad armenia de Papert (hoy Bayburt) del 30 de septiembre de 1895. Luego de haber sido testigo presencial del asesinato de toda su familia, se vio obligado a reconstruir su vida lejos de su terruño natal, realizando. Luego de haber sido testigo presencial del asesinato de toda su familia siendo niño, se vio obligado a exiliarse y reconstruir su vida lejos de su terruño natal, en el laborioso partido suburbano bonaerense de Lanús, República Argentina. Él, como cientos de miles de sobrevivientes, pasó por este mundo con la esperanza de poder recuperar su Patria en Armenia Occidental de la mano de la Justicia humana, retornar y abrirle un digno camino a la nueva generación. Es precisamente éste el legado que me impulsó a traducir y procurarle una segunda vida a esta trascendental obra y su autor.
La cubierta de este libro reproduce una foto del monumento memorial- khachkar «Surp Harutiún» (Santa Resurrección) erigido en el patio de la iglesia Surp Dërtad (San Tirídates) de la Diócesis de Vayots Dzor, República de Armenia oriental. Su autor: Varazdat Harutiunian. La foto fue elegida por la solemne magnificencia que transmite el conjunto de khachkares, que en parte evoca las millones de almas sacrificadas durante las múltiples matanzas de armenios, así como por el entorno imponente y hostil en segundo plano, que invoca la espeluznante vista de las gargantas del Kemah en el río Éufrates, Armenia Occidental, desde donde fueron arrojados sin compasión millares de inocentes a las que la presente obra rinde homenaje.
Habida cuenta de la riqueza documental de la presente obra de Vierbücher que refleja su alto grado de erudición en historia, geopolítica, bellas artes, y otras materias universales, resultó una grata tarea no sólo la traducción del texto original, sino también la confección de un anexo de imágenes y la inclusión de algunas referencias puntuales, a fin de contextualizar a los lectores jóvenes o legos en los temas abarcados por el autor. Para ello, se hizo necesario realizar un ordenamiento acorde a las posibilidades técnicas que ofrecen los actuales programas de lectura de textos digitalizados, con el fin de hacer más amena la siempre fascinante experiencia humana de descifrar lo oculto en cada palabra o frase escrita. Merece ser remarcado que la decisión de incluir imágenes, mapas, facsímiles, fotos y referencias escritas fue tomada con espíritu de admiración hacia la magnánima personalidad del autor y su obra. De ninguna manera se osó completar o corregir los concienzudamente elaborados conceptos, opiniones y datos vertidos por Vierbücher.
Como corresponde, fue respetado no sólo el orden original de los capítulos, sino el carácter intrínseco del estilo periodístico-informativo de cada uno de ellos –salvo el capítulo correspondiente al testimonio de la Sra. Terzibachian y la serie textual de los telegramas remitidos por Taleat pashá-.
La presente versión digital fue estructurada en dos bloques: el Cuerpo Principal que contiene el texto original traducido y un rico Anexo de imágenes.
Por otra parte, cada capítulo del texto se continúa en una saga de referencias a la que se puede acceder automáticamente, cliqueando en el superíndice que se encuentra a continuación de cada palabra. Dicho de otra forma, cada palabra destacada con un superíndice cuenta con una referencia que permite la contextualización de ese tramo del texto, si el lector así lo requiere. Asimismo, cada palabra destacada en celeste contiene un hipervínculo que lo dirige ipsofacto a una imagen alusiva con el fin citado.
Si bien el presente libro digital puede ser leído en cualquier programa o aplicación compatible, con el fin de maximizar el placer de la lectura se sugiere la utilización de Pocketbook (Android /iOS), Amazon Kindle Previewer (PC / Mac), Freda (Android / PC) o iBooks (iMac / iPhone / iPad / Macbook), dado que su grado de sofisticación permite adaptar el formato a cualquier dispositivo. En efecto, al lector le será posible modificar a gusto el cuerpo y la fuente de las letras, el color de las páginas, navegar con total comodidad –por ej., saltando de una página a otra, de un capítulo a otro o bien, del cuerpo principal al anexo de imágenes, etc.-.
Confiamos en que la lectura de Armenia 1915 será tan amena como impactante; en especial, por el carácter expectante del autor, que ha priorizado su testimonio de lo ocurrido –salvo muy pocas obligadas autoreferencias–, permaneciendo en un privilegiado segundo plano.
El traductor
DESEO AGRADECER DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MI ALMA A LAS SIGUIENTES PERSONAS:
Particularmente, a mi amada esposa Mirta Satdjian, quien me aceptó como compañero de viaje por los serpenteantes aunque siempre emocionantes caminos de la vida, ampliando y embelleciendo su sentido; por su paciente comprensión de mis ausencias, así como su esmerada dedicación en facilitarme todos los medios a su alcance.
A mi guía inspirador, el tan sagaz como incansable investigador de la Causa Armenia, Dr. Pascual C. Ohanian.
A mis padres Julia y Agop, mis abuelos Iervant Mahrabian, Sërpuhí Saradjian, Parunag Dorumian y Lucín Dokmetzian, mis bisabuelos Parsegh Saradjian, Ieghsapet Agopian y Ebur Balian, quienes padecieron en vida las consecuencias de la miseria turca, y aquellos a quienes no conocí, porque murieron a manos de asesinos sin concederles siquiera la gracia de exiliarse.
A mis queridos Isabel Koppan de Dokmetjian y Kevork, quienes comprendieron rápidamente la importancia y la necesidad de traducir la obra original al castellano, y me obsequiaron gentilmente la última edición en el cautivante idioma de Goethe,
A mi querido Leonardo Basmadyjian, quien me distiguió con su amistad y me proveyó de un extraordinario programa de edición gráfica profesional, así como sus admirables conocimientos técnicos y recomendaciones, concediéndome preciosas horas que podría haber dedicado a su querida esposa Lilith Atenian en vida.
Al maestro de las letras, la fotografía y la vida Raymond Rupén Berberian, por involucrarse espiritual e intelectualmente con mi misión como novel traductor, dedicándome su prólogo y numerosos artículos interpretativos de la presente obra,
A la editorial Autores de Argentina, cuyo idóneo y proactivo personal me facilitó todos los medios a su alcance y resolvió importantes asuntos de índole técnico.
Y mi consideración final
• para los sempiternos negacionistas del Genocidio y del carácter autóctono del milenario pueblo armenio y sus derechos inalienables,
• para los que trabajan deshonesta y arteramente con el fin de poner en duda la veracidad de los hechos históricos que perjudicaron el normal desarrollo del pueblo armenio, a pesar de la contundencia de las interminables bibliotecas de documentos probatorios y testimonios,
• y para los que han visto debilitado su espíritu de lucha a causa de su impotencia en instalar la Verdad y la Justicia, quienes me inspiraron constancia y fortaleza para desarrollar este trabajo.
LIBRO PUBLICADO EN LA REPÚBLICA ARGENTINABAJO LOS AUSPICIOS DEL ESTADO DE ARMENIA OCCIDENTAL2023
Quien alguna vez encaró un ambicioso proyecto editorial contando con mínimos conocimientos y experiencia, en algún momento debió haber percibido una necesidad de contar con personalidades avezadas en el arte de escribir, sagaces críticos e implacables correctores, que lo guiaran adecuadamente a cada paso hasta el punto final de su trabajo. Sin embargo, sin ser menos importantes, adquieren especial significación los prologuistas, cuya impresión personal acerca de la obra aporta a los lectores una primera aproximación con esta.
Así fue que me puse en contacto con Raymond Rupén Berberian, magistral fotógrafo y escritor, quien aceptó gustosamente el duro desafío de volcar al papel la pesada carga emocional que le significó la lectura de Armenia 1915.
No podía ser de otra forma. Habiendo sido participe de dos guerras – en Argelia y la 2ª Mundial como efectivo del ejército francés; incluso, asumiendo su injusta condición de exiliado de su patria de origen –para él, por entonces desaparecida, tras la sentencia de su padre “L’Armenie n’existe plus” (Armenia ya no existe más)-, condición que lo llevó a vivir algún tiempo en Palestina y luego a asentarse en tierras argentinas, el maestro Berberian deambuló durante largas décadas buscando entender las causas primeras de su dolor como exiliado sin patria ni documento de identidad. Décadas, durante las cuales aprendió a domar su incertidumbre, aplacar su sed de conocimiento acerca del destino de su pueblo tras la oprobiosa saga de crímenes sistemáticos de lesa humanidad que el Estado turco por entonces perpetraba -y aún perpetra contra los armenios. Décadas, a lo largo de las cuales este empedernido luchador por los derechos de todos los exiliados, supo forjar su destino artístico, formar una familia ejemplar, ganarse la vida honrada y dignamente, y lo que es tal vez lo más valioso, llegar felizmente a nuestros días, viviendo una intensa vida más allá de sus lúcidos noventa años.
Agradezco a la Divina Providencia el que el maestro Berberian aceptara gentilmente prologar –parafraseando a H.Vierbücher“esta pequeña contribución a la representación del gran bestiario en el que nos encontramos, a la manera de un jachkar erigido sobre la tumba común del Cáucaso”.
Siendo circunstancialmente convocado hace dos años para incorporarme al Parlamento de la República de Armenia Occidental, no me cupo ninguna duda de que esta obra estaba llamada a ver la luz ante el gran público hispanoparlante, ávido de saber y comprender las nefastas circunstancias por las cuales la armenidad no había logrado establecer su estadidad desde los primeros intentos turcos de aniquilación fundados en la doctrina panturanista, a fines del siglo XIX a manos del sultán Hamid II y que se extendieron hasta los últimos ataques del carnicero Mustafá Kemal durante los primeros años de la década de 1920.
Es precisamente el maestro Raymond Berberian quien nos ha honrado con su pluma aguda, certera y sincera durante largas décadas a través de infinidad de columnas escritas o manifestadas desde un micrófono radial, bregando por esclarecer y concientizar a nuestros hermanos –compatriotas o no acerca de la necesidad de agotar todos los caminos hasta reestablecer con total justicia nuestra Patria negada.
A continuación, deseo compartir con los lectores las sentidas palabras de Berberian, que me dedicó a guisa de prólogo:
“Confiando en mí, el sr. Alejandro D. Dorumian, diputado de la República de Armenia Occidental, depositó en mis manos una reliquia invalorable de nuestro pasado. Nunca me imaginé que él poseyera una obra de tanta importancia y jerarquía, como testimonial, documentada por el alemán Heinrich Vierbücher sobre las tragedias del pueblo armenio en los años 1915 y 1916, casi desconocida de nuestra triste y torturada historia, y que el mismo diputado fuera el traductor de la obra al español.
“Comencé a leer el documento y de pronto no sabía si creer o no en lo que estaba presentando. Crímenes, asesinatos y más crímenes; testimonios de un pueblo masacrado y despojado de sus bienes y sus raíces…
“Seguía pensando que no podía ser; que no era realidad que existieran seres infrahumanos con tanta insensibilidad convertidos en bestias.
“Yo, tú, él, todos: hijos y nietos sobrevivientes del Genocidio, sabíamos por los relatos de nuestros mayores lo que aconteció a nuestra Gran Familia sobre sus terruños ancestrales, pero ese cuaderno, ese documento pondría los pelos de punta a cualquiera que lo leyera.
“¿Cómo Alemania pudo entremezclarse con esas bestias y ver con sus propios ojos las atrocidades que cometían contra un pueblo indefenso, un pueblo que nunca le hizo daño a nadie. Además, es de extrañar que un pueblo cristiano como el alemán compartiera su destino con las bestias sin siquiera pestañar; que su emperador Guillermo II estuviera engolosinado con el sultán y le enviara romances, interesado en la creación de un ferrocarril que uniera Berlín con Bagdad.
“Las narraciones de este documento son simplemente escalofriantes.
“Tuve que mantener la calma para poder enterarme de lo acontecido a mi Gran Familia durante 1915-16 en manos de los bárbaros. Solía escribir a mi público lector sobre nuestra desgracia, pero lo redactado por mí no era más que una gota de sangre en el océano. No se trataba solamente de la eliminación de uno de los pueblos más antiguos de la humanidad; un pueblo culto, inteligente, trabajador, creativo y además, económicamente poderoso.
“Este valioso documento me ha hecho ver una imagen tan desgarradora, que no cabría en la mente de cualquier ser humano sano.
“Yo también en mi época fui soldado y también obedecí órdenes, pero no fui un depravado. Tener un arma, un sable o una navaja en mi poder no me convierte en criminal; ser un criminal e irrespetuoso ante el dolor ajeno está en los genes y castas de las bestias con semejanza humana.
“Es verdad: este documento que sacude el alma nos humilla como personas. No creo que en el mundo entero hayan existido bípedos que igualaran la inmoralidad del turco.
“El autor de esta obra, Heinrich Vierbücher, tilda a los turcos nada menos que de mentalidad atrofiada, ignorantes y salvajes. ¡Con razón las tribus otomanas fueron expulsadas del Asia Central por el mongol Gengiz Khan.
“Este, es en verdad un valioso documento que desafía la impotencia de quien lo lee.
“Lo he leído con dolor, con el puño cerrado y con indignación, reprochando al mundo haber hecho caso omiso ante una de las tragedias más terribles de la humanidad.
“Cuatro palabras rebalsan mi honda superficie: ¡No olvido ni perdón!
Llevo en mi alma un llanto imperecedero.”
Raymond Rupén Berberian
El Imperio Otomano, sensiblemente debilitado hacia fines del siglo XIX, halló en los pueblos originarios y comunidades cristianas un chivo expiatorio que justificara las razones de su decadencia interna.
Tras siglos de estratagemas intrigantes, no sorprende que los sucesivos gobiernos turcos hayan encontrado en la matanza de armenios y la persecución de minorías (griegos, asirios, kurdos, alevíes, etc.) una solución para purificar étnicamente su población mediante la implementación de políticas dirigidas a la tan esperada concreción de su proyecto panturanista.
Su alianza estratégica y económica con el Imperio alemán antes y durante la Primera Guerra Mundial, sin dudas ha constituido una sólida base para intentar defender sus mermados territorios en Europa del Este –fundamentales para su acceso y reconocimiento como país integrante del Viejo Continente, así como para mantener sus intereses en Medio Oriente. El ambicioso proyecto del “Ferrocarril Berlín-Bagdad”, la recuperación de sus posesiones en África y la península arábiga, la creación y el desarrollo de su armada naval y su fuerza aérea, la reorganización y modernización de su ejército; todo fue meticulosamente diseñado y concretado desde Berlín bajo la celosa supervisión del estado mayor germano.
Al mando del entonces jefe de las tropas alemanas apostadas en el Imperio Otomano, Mariscal Liman von Sanders, el Estado alemán seguía de cerca cada paso dado; primero, por el Sultán Hamid II, y luego, por el triunvirato que lo sucedió, perteneciente al Comité Ittihad ve Terakki (unión y progreso), diseñador y perpetrador de la “Solución Final” para la Cuestión Armenia.
A un ignoto periodista, escritor, colaborador e intérprete del general von Sanders, el jovencísimo veinteañero Heinrich Vierbücher, le tocó en suerte recorrer el Imperio otomano y ser testigo de todo cuanto allí ocurría; incluso hechos directamente relacionados a los intereses germanos en materia estratégica, militar, política y económica. Su sólida formación en cinco idiomas, literatura, bellas artes, historia universal y geopolítica internacional, impregnadas de una firme vocación pacifista, le permitieron enfocar su atención en ciertas realidades intolerables para los espíritus nobles: robos y hurtos, confiscaciones ilegales, violaciones, deportaciones, torturas, raptos y ejecuciones de armenios a lo largo y ancho del Imperio.
Una tras otra, se sucedieron las crónicas elaboradas y remitidas por Vierbücher a un periódico berlinés durante los años en que el mundo -previo control y censura seguía impávido los reportes enviados desde el frente occidental europeo; novedades de tinte amarillista que le impedían tener conocimiento de las atrocidades inauditas perpetradas en el Imperio Otomano bajo el paraguas germano.
Tras un siglo de ocultamientos de documentación, negacionismo, tergiversación histórica y destrucción de patrimonio cultural armenio, la Turquía heredera legal y directa del Imperio otomano e histórica aliada de Alemania, actualmente se encuentra cara a cara con la realidad planteada a miles de kilómetros de Ankara, precisamente en Berlín, tras la resolución de reconocimiento aprobado por abrumadora mayoría el 2 de junio de 2016, mediante la cual el Bundestag definió como Genocidio la masacre de entre 800.000 y un millón y medio de cristianos armenios, como así también asumió la negligente inacción del Estado alemán a pesar del estrecho conocimiento de ese aberrante crimen de lesa humanidad.
La historia de las matanzas, saqueos e invasiones turcas es más larga y abundante de lo que la historiografía ha logrado documentar. Durante los casi siete siglos por los que transcurrió el Imperio turco, las sistemáticas persecuciones contra los pueblos autóctonos en muchos casos determinaron la desaparición de culturas milenarias enteras. No es este el caso del pueblo armenio, que ha debido enfrentar y sobrevivir –mucho antes de las invasiones otomanas, tártaras, seljúcidas, turcomanas, etc.– a las bárbaras incursiones romanas, bizantinas, persas y árabes, logrando conservar hasta hoy día su identidad nacional y religiosa, así como una fracción de su patrimonio cultural en Armenia Occidental; amén de una ínfima porción de su territorio ancestral –actualmente, las Repúblicas de Armenia, Artsakh y la de Armenia Occidental; esta última heredera legal del Estado Armenia consagrado por el tratado de Sèvres en 1920-.
El traductor
Yo todavía no había venido al mundo cuando se produjeron las primeras persecuciones al pueblo armenio; dado que era un niño nacido en el año 1902, no podía entender este tipo de sucesos. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial -a pesar de la censura irrumpieron los primeros rumores e informes sobre este genocidio. Pero, erróneamente, teníamos asociadas a este evento las terribles batallas masivas en Europa oriental y occidental, o manteníamos muy frescos los asesinatos del Somme, en Flandes, Verdún, etc., con los que teníamos contacto y así lo bloqueábamos fuera de nuestras conciencias.
Oímos el grito alarmante del escritor expresionista Armin T. Wegner, sólo después de que terminó la guerra. Me enteré precisamente cuando en diciembre de 1922 – él servía como presidente de la “Unión de Opositores a la Guerra”, y yo como representante de la “Sociedad de Estudiantes Pacifistas Alemanes”-asistíamos junto a Wegner a los grandes congresos internacionales de paz, que tuvieron lugar en La Haya y Amsterdam. En los años siguientes, lo que cambió para nosotros es la diaria batalla que dábamos dando discursos, escribiendo y organizándonos contra la nueva carrera armamentista, los gases tóxicos y el fuego de la guerra y contra la creciente amenaza del nazismo, con el asesinato de armenios a partir de 1915 nuevamente de fondo. Los armenios que habían sobrevivido no conformaban un buen “lobby” político en Europa occidental, como por ejemplo tenían los mencheviques rusos exiliados o los que posteriormente huyeron de los socialistas y comunistas de la Italia de Mussolini. Lo que era más importante; el despertar de nuestras conciencias a causa de los escritos de Vierbücher en 1930. Sin duda, este notablemente importante libro sólo tuvo un corto período de vigencia. Porque en 1933 tuvo el honor de ser incluido en la lista negra por Goebbels y la Börsenverein Deutscher Buchhändler (la asociación de libreros alemanes). Y los ejemplares en las bibliotecas privadas de pacifistas y socialistas alemanes fueron víctimas de las búsquedas de la SA y la Gestapo, si no habían sido quemados por sus dueños -por miedo sobradamente comprensible o por haber sido anteriormente abandonados en algún lugar. En las bibliotecas públicas, sin embargo, el libro, hasta donde se hallaba, fue destruido en la mayoría de las ciudades por los bombardeos de la década de 1940. Es aún más gratificante que, 55 años después de su publicación, este libro esté finalmente otra vez a mano.La importancia y la oportunidad no se ven disminuidas por nada, entre otras cosas, porque Vierbücher clasificó magníficamente el asesinato en masa de los armenios, en el contexto político y económico (¡el ferrocarril de Bagdad!) de la política imperialista de Alemania y su aliado turco. Vierbücher nos recuerda muchos otros detalles importantes, suprimidos u olvidados, tales como el papel de los profesores pangermanistas (Rohrbach, Jäckh) y, por último, pero no menos importante, el político y teólogo protestante Friedrich Naumann (1860-1919), cuya fatídica posición ante la política exterior es aún ignorada o deliberadamente oculta por la historiografía alemana y la mayoría de los políticos democráticos. ¡Así que encontrarás un montón de lecturas y hechos interesantes en este pequeño libro! Hay crímenes que nunca deben ser olvidados. El genocidio armenio es uno de los delitos a los cuales hay que recordar siempre.
Walter Fabian
Hacia fines de la primera década del siglo XX, las sólidas relaciones comerciales y diplomáticas que el imperio otomano mantenía con la Alemania imperial –reafirmadas por la íntima amistad entre Guillermo II y el Sultán “Rojo” Hamid II– se vieron modificadas por varios factores políticos. Tal vez, el más importante de todos haya sido el arribo del partido “Itthad ve Terakki” (unión y progreso, también conocido como el de los Jóvenes Turcos) al poder del imperio otomano, el cual estaba integrado por judíos dönmeh conversos al islam. Éstos, liderados por el triunvirato conformado por Ismael Enver, Mehmet Talaat y Ahmet Djemal aceleraron decididamente el proceso de exterminio del pueblo autóctono armenio iniciado por el Sultán Rojo hacia fines del siglo XIX, con la intención de concretar sus proyectos panturanistas a través de la implementación de la denominada Solución Final para los armenios.
Actualmente, está absolutamente esclarecido y comprobado –incluso reconocido formalmente por el Bundestag germano en su sesión del 2 de abril de 2016–, el hecho de que en un marco de desidiosa y aparente neutralidad, Alemania apoyó directa e indirectamente el sanguinario régimen de los Jóvenes Turcos –vg., formando cuadros militares, enviando recursos financieros y humanos para la concreción de proyectos comerciales y estratégicos (como el frustrado ferrocarril Berlín-Bagdad), censurando la prensa informada de las masacres de armenios, etc–. Sin embargo, así como Friedrich Naumann, Johannes Lepsius, Henry Morgenthau y Armin Wegner, muchos otros intelectuales y personalidades de la diplomacia, la educación, la prensa y la política, también publicaron sus testimonios acerca de los aberrantes atropellos perpetrados por el Estado turco durante la primera etapa del Genocidio de armenios entre 1915-17, los cuales constituyen hoy día pruebas irrefutables de insuperable valor documental.
Heinrich Vierbücher fue uno de ellos. Y el más crítico. Había nacido en Neuss, Alemania, el 19 de agosto de 1893, en el seno de una familia social-demócrata alemana en la que desde niño despertó su vocación por la política, así como su tenaz deseo de ser periodista. Sin embargo, de acuerdo a la tradición, el hecho de ser el hijo mayor determinó que en cuanto finalizara sus estudios de nivel medio debía aprender el oficio del padre –metalúgico–, incorporándose luego como un empleado raso. Simultáneamente, movido por sus dotes naturales para el aprendizaje idiomático, además de su alemán nativo, dominó rápidamente la lengua francesa, inglesa, árabe y turca.
Apenas iniciada la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, Vierbücher fue convocado a enrolarse en el ejército, y al año siguiente, fue nombrado intérprete traductor personal del jefe del estado mayor de la misión militar alemana apostada en el imperio otomano, mariscal Liman von Sanders, a quien sirvió hasta el año 1918, desempeñándose simultáneamente como cronista de medios de prensa. Esta circunstancia fortuita, que lo llevó a recorrer numerosas regiones y ciudades de Medio Oriente, resultó determinante para que Vierbücher fuera testigo presencial de las masacres y deportaciones en masa de los armenios, y las denunciara en su libro Was die kaiserliche Regierung den deutschen Untertanen verschwiegen hat: Armenien 1915. Die Abschlachtung eines Kulturvolkes durch die Turken (Lo que el gobierno imperial ha ocultado a los súbditos alemanes: Armenia 1915. La masacre de un pueblo civilizado por los turcos), publicado por primera vez en 1922; y luego en 1930, con algunos cambios, bajo el conciso título Armenien 1915. A partir de 1919, Vierbücher se convirtió un comprometido pacifista y antifascista, y en opinión de sus contemporáneos, demostró ser un tan carismático como persuasivo orador.
Sus enciclopédicos conocimientos de geografía, arte, religión e historia universal, sumados a su participación en innumerables teatros de operaciones bélicas, emplazamientos militares, reuniones diplomáticas e inspecciones de rutina por los vastos territorios ocupados por los turcos en el Cercano Oriente, le permitieron al joven Vierbücher reportar periódicamente a un importante medio de prensa berlinés y otro polaco sus observaciones. Con admirable precisión, relata los métodos inhumanos utilizados para perpetrar las matanzas de armenios en Constantinopla, la Meseta Armenia, la Mesopotamia, Alepo y Damasco, los saqueos de viviendas y las violaciones a los más elementales derechos humanos, puntualizando objetivamente la indiferencia cómplice de sus aliados alemanes, a la sazón cuadros de instrucción militar para el renovado ejército turco-otomano y su novel armada. Estas sorprendentes revelaciones, le significaron la prohibición para continuar la publicación, la confiscación y la ulterior inclusión de Armenien 1915 en la tristemente célebre “lista negra” de autores censurados, y, sumado a ello, la destrucción de las dos primeras ediciones de su libro en los bibliocaustos masivos de 1933 –en tiempos del ascendente nazismo germano–, lo cual felizmente no fue total, salvándose providencialmente algunos ejemplares.
En su obra Armenien 1915, Vierbücher condena expresamente –dejando entrever su ira e impotencia– el Genocidio de armenios de 1915-17 y aporta al lector datos históricos fehacientes del carácter sanguinario de los sucesivos líderes del imperio otomano desde su establecimiento mismo. Pongamos por caso a Osmán, el patriarca fundador de la dinastía que lleva su nombre, quien soñó siempre con grandes conquistas. Oprobiosamente, se lo recuerda por haber asesinado por un flechazo a su tío nonagenario; éste, simplemente había sido un obstáculo para la toma de un castillo. A continuación Orkhan (1326-1359), el hijo de Osmán, creó un ejército de jenízaros con el cual sembró violencia y terror sobre Europa y Asia, que fue sucesivamente reforzado con niños cristianos capturados durante sus campañas militares o brutalmente secuestrados de sus familias armenias o griegas. Durante una importante batalla ganada a los serbios cerca de Kosovo, Murad cayó mortalmente herido por una daga serbia. Otro caso es el de su hijo Bayazid I, quien ascendió al poder tras estrangular a su hermano, con lo cual introdujo una terrorífica tradición: cada nueva entronización era acompañada por la muerte de algún hermano o pariente del nuevo líder, potencialmente competidor por el título de sultán. Con notable erudición, Vierbücher cita otro caso abominable: el de Mohammed III (1595-1603), quien había montado su trono sobre cuatro pilares sostenidos por las calaveras de sus diecisiete hermanos. El yataghán (antiguo sable curvo turco, símbolo inequívoco del régimen de los sultanes despóticos), fue recurrentemente usado contra ellos mismos: 76 de los 200 grandes visires no murieron de muerte natural*.
Exterminando el pueblo armenio, los Jóvenes Turcos no sólo usurparon las provincias occidentales pertenecientes a esa etnia**, sino que también saquearon sus casas, negocios, talleres, fábricas, depósitos, campos y bienes de producción; usurpando la integridad de su patrimonio cultural arqueológico. Con respecto al dinero en efectivo y el oro depositados en bancos turcos, Vierbücher reveló: “Sólo el valor total de las propiedades y el dinero usurpados a los armenios, se estima en varios cientos de millones de marcos-oro alemanes. En 1916, Turquía envió a Berlín una remesa de 100 millones de marcos en oro del dinero robado para ser mantenido en los bancos como circulante. Luego del armisticio, todo ese dinero fue confiscado por las potencias de la Entente”. Paradójicamente, ese descomunal monto de activos que fue y sigue siendo objeto de estudios contables-financieros, nunca fue devuelto al Estado armenio por las potencias vencedoras en la PGM, por entonces autoproclamadas “ejemplo de vocación por la justicia y la paz”.
Capítulo tras capítulo, el autor de Armenien 1915 describe con gran precisión cronológica y geográfica los innumerables actos vandálicos perpetrados en contra de los armenios. El hecho de formar parte del ejército alemán, no le fue obstáculo para que denunciara públicamente el mayor crimen de lesa humanidad conocido hasta entonces. Sin eufemismos ni reservas, revela la naturaleza planificada de las masacres genocidas: “La ejecución de las órdenes de Talaat prueban indudablemente que el Gobierno no se proponía simplemente deportar a los armenios, sino exterminarlos”. Las directivas enviadas a los grupos de ejecución en Alepo desde septiembre de 1915 hasta marzo de 1916, fueron presentadas durante el proceso al justiciero Soghomón Tehlirian, quien finalmente fue absuelto de toda culpa y cargo
En noviembre de 1916, el mariscal von Sanders había logrado detener las deportaciones de armenios de Esmirna (sólo por un lustro, porque finalmente fueron asesinados). Este y otras intromisiones análogas citadas por Vierbücher demostraron que la misión militar alemana en la Mesopotamia pudo haber conformado y ejecutado acciones preventivas para mitigar el exterminio de armenios.
Tras finalizar la PGM, Heinrich Vierbücher regresó al Reich alemán, afiliándose al Partido Social-Demócrata. Allí estuvo activo, entre otras cosas, como secretario sindical en Berlín y miembro de la Sociedad Alemana de la Paz. Fue un orador frecuente en muchos foros y mítines, donde abogó por posiciones democráticas y pacifistas radicales. En su artículo periodístico “La Víctima del Este”, expresó su ira contra la deliberada inacción instruida por el Gobierno imperial alemán.
A partir de 1919 escribió algunos artículos para Die Friedens-Warte y otras revistas.
En 1922, presidió la “Confederación de Opositores a la Guerra” (de la cual también era miembro Armin Wegner). Simultáneamente, Vierbücher integró la Federación de Estudiantes Pacifistas Alemanes, a la que representó como orador itinerante radicalmente democrático y antimonárquico en los congresos internacionales para la paz llevados a cabo en Amsterdam y La Haya. Asimismo, fue miembro activo de la Sociedad Alemana de la Paz, que lo comisionó para viajar por las ciudades más importantes de Alemania con el fin de pronunciar conferencias políticas, como la memorable y predictiva del 9 de febrero de 1930 en Meiningen, bajo el título: "El casco de acero y la esvástica son la ruina de Alemania”.
En 1930, el crimen de lesa humanidad que nos ocupa fue nuevamente denunciado mediante la publicación de la última versión de Armenien 1915. Sin embargo en 1933, cuando el nazismo alemán se afianzaba en el poder, el libro fue confiscado e incinerado masivamente junto a innumerables obras de autores arbitrariamente prohibidos.
Paralelamente, entre 1929 y 1933 Vierbücher fue editor en jefe del semanario republicano radical Alarm, en el que adoptó una postura muy agresiva contra las SA y el NSDAP, siendo prohibido brevemente en 1932.
Para mantener a flote a su familia –desde abril de 1921 estaba casado con una hermana del pacifista Otto Lehmann-Rußbüldt, con quien tuvo una hija–, el 1 de octubre de 1933, Heinrich Vierbücher abrió una librería anticuaria que también vendía por correo en la avenida Brückenallee (hoy Bartning Allee) 28, del entonces elegante barrio Hansaviertel de Berlín.
Algunos años más tarde, su amigo y camarada Walter Hammer (nacido Hösterey, 1888-1966) –fundador de la editorial Fackelreiter (jinete de la antorcha), donde se publicó la primera edición de Armenien 1915–, testimonió las peripecias y el calvario sufrido por ambos, siendo perseguidos por las SA nazis. Entre sus memorias, Hammer relató que había concertado una cita para un 7 de marzo cerca de Pirna en la tabernaKleine Bärenstein (pequeña piedra del oso) con su amigo, el posadero Franz Roßberg, que estaba a cargo del lugar y era miembro del SDP (partido Social-demócrata Alemán). Junto a Vierbücher, se acantonaron allí con ciertos documentos importantes que ocultaron en cuevas rocosas mientras buscaron la forma de llevarlos a un lugar seguro a través de la frontera checa hacia Praga. Pero tan pronto como llegaron a la estación en el pueblo de Struppen, el jefe de estación se dio cuenta de que los forasteros estaban sobrecargados de maletas e informó a las SA. "Estuvimos solos tres o cuatro días en la Kleine Bärenstein; los únicos invitados se registraron cuando un día temprano por la mañana llegaron de 30 a 40 personas de las SA, saquearon toda la posada, y nos llevaron a Vierbücher y a mí", contó Hammer. Fueron transportados a una finca en Struppen, donde sufrieron acoso y hacinamiento en un pequeño espacio junto a otras personas arrestadas. Posteriormente fueron trasladados al cuartel de las SA en Pirna. A través de la prisión preventiva en la jefatura de policía de Dresde, llegaron al llamado Mathilden-Schlösschen, una antigua prisión que había estado cerrada pero que volvió a habilitarse, en la que Hammer y Vierbücher compartían celda. En abril de 1933, una petición de su esposa al presidente del Reich, Hindenburg, facilitó la restitución de Vierbücher a Berlín.
Pero los nazis no lo dejaron en paz. Los registros domiciliarios, inicialmente cuatro veces por semana, no fueron infrecuentes hasta 1936. Tenía que reportarse ante la policía al menos una vez a la semana. Su apartamento en Brückenallee estuvo vigilado estrechamente durante tres años. Un agente especialmente comisionado por el Gobierno tenía la orden de informar sobre sucesos sospechosos. Sin embargo, a aquel no le fue posible exponer las actividades clandestinas de Vierbücher. A pesar de la prohibición de escribir y hablar que se le impuso en 1933, continuó publicando artículos en forma regular en un diario polaco desde probablemente el año 1934 hasta finales de 1938.
Como consecuencia de la intolerancia gubernamental por su actividad antifascista, sus encendidos discursos públicos y su larga trayectoria pacifista, Vierbücher se transformó en una víctima más del régimen totalitario germano. En efecto, entre las últimas horas del día 11 y las primeras del 12 de febrero de 1939, un desconocido se presentó e ingresó en su domicilio, obviamente con instrucciones de la Gestapo. No se sabe nada acerca de la conversación mantenida, pero sí que luego del retiro del enigmático visitante, Vierbücher desfalleció de inmediato y fue trasladado al hospital Robert Koch de Berlín, donde finalmente murió como consecuencia de un derrame cerebral. Hasta donde se sabe, ninguna lápida o cruz marca su tumba.
Alejandro Daniel Dorumian MSD
Como corolario de su tan arriesgada como digna vida al servicio de la humanidad; precisamente en tiempos en que los conflictos bélicos alcanzaban niveles de agresividad inauditos de la mano de una incipiente revolución tecnológica militar, a la vez que, bajo el paraguas de la PGM el imperio turco-otomano perpetraba la primera etapa de su aún vigente proyecto panturanista, que contemplaba el exterminio y aniquilación de todo rastro del autóctono pueblo armenio, el autor de estas líneas juzga imperiosamente necesaria la declaración universal del pacifista Heinrich Vierbücher como “Justo del Genocidio de Armenios”. De hecho, es extensa la lista de los hidalgos cultores de los más altos valores espirituales humanos, a la sazón, políticos, militares, líderes religiosos y funcionarios no armenios, quienes arriesgaron sus vidas en sus intentos de salvaguardar la de infinidad de inocentes condenados a una muerte segura. Tal es el caso del valí de Kütahya (arm. Gudina) profesor Fayk Âlí Ozansoy, protector durante el Genocidio de cientos de familias armenias (entre estas, las dos familias paternas del traductor de la presente obra); Celal Bey, valí de Konia; el jefe yezidí Hemoye Shero (quien dio refugio a miles de armenios en los montes Sinyar, en el distrito de Mardín); el Dr.Clarence Ussher, médico estadounidense misionero en el distrito de Van; el kaimakam de la ciudad de Lice, Hüseyin Nesimi, por nombrar sólo algunos.
(*) Hace algunos años trascendió que el primer ministro de Turquía Reçep T. Erdoğan –haciendo uso del ya tradicional falaz relato turco–, había declarado en Londres que “su país tenía una historia tan brillante como el sol”, y que “los turcos irradian luz y calor donde sea que vayan”. A todas luces es evidente que Erdoğan pretendió no estar al tanto de la presente obra de Vierbücher, ni de la abundante bibliografía y gráfica documental, probatorias del negado Genocidio de Armenios.
(**) La parte occidental de la patria ancestral del pueblo autóctono armenio –según la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas votada en 2007 por todos los Estados miembros de la ONU- hoy es conocida como la República de Armenia Occidental. Este Estado fue fundado en 2004 en la ciudad de Shushí –a pocos kilómetros de la capital de la República de Artsakh, Stepanakert-, de acuerdo a lo resuelto en el Tratado de paz de Sèvres. Particularmente, en el mismo se establece que Turquía reconoce al Estado de Armenia (al igual que otros Estados firmantes del tratado, lo hicieron antes). Con el aval de todos los demás firmantes del Tratado, los Estados de Armenia y Turquía se sometieron al juicio del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, para que mediante un arbitraje internacional delimitara las fronteras occidentales de Armenia, lo que equivale decir, que definiera las fronteras entre Armenia y Turquía. Es así como el arbitraje del presidente de Estados Unidos llevó a cabo el mandato del Tratado. La sentencia final fue dictada el 22 de noviembre de 1920, quedando dentro del territorio del Estado de Armenia las provincias de Van, Bitlis, Erzurum y Trabizonda, y otros distritos con acceso de Armenia Occidental al Mar Negro. Bajo el Tratado de Sèvres, el antiguo Imperio Otomano perdió una parte significativa (aproximadamente, un 75%) de los territorios armenios anteriormente ocupados por las hordas selyúcidas y otomanas. En términos cuantitativos, el acuerdo contemplaba la transferencia de unos 100 mil km2 de territorio usurpado al Estado de Armenia, por lo que la superficie total ascendería aproximadamente a unos 150.000 km2.Como resultado de los cambios geopolíticos de ese momento –recuérdese la invasión turca por Mustafá Kemal y la gestión territorial de la Rusia bolchevique-, las cláusulas del Tratado de Sèvres no se cumplieron, pero de acuerdo al Derecho Internacional Público siguen vigentes y no pueden ser derogados por ningún otro tratado posterior, dada su imprescriptibilidad.
Tras casi cinco siglos de expansión continua, la última etapa del imperio otomano derivó en permanentes pérdidas territoriales que exacerbaron el nacionalismo y las ambiciones de los últimos jerarcas, quienes encontraron en las minorías el chivo expiatorio de sus sucesivos fracasos militares.
El gobernador de Konia, Celal Bey
La taberna Kleinen Bärenstein, como se veía en 1943.
Facsímil del mapa original confeccionado por los profesionales cartógrafos y geógrafos comisionados por el presidente de los EEUU, Woodrow Wilson, donde se detalla el límite delineado de Armenia Occidental al oeste. Todo el territorio a la derecha del límite corresponde a las tierras aún usurpadas por el Estado turco desde la negativa de Mustafá Kemal a cumplir con la sentencia arbitral derivada del tratado de Sèvres.
Dos vistas del inicio de la avenida Brückenallee del entonces elegante barrio Hansaviertel de Berlín, tal como se vio hasta mediados de la década de 1940, cuando los Aliados bombardearon la ciudad y la redujeron a escombros. A metros de donde fue tomada la foto, precisamente en la Brückenallee (hoy Bartning Allee) Nº 28, H.Vierbücher abrió una librería por correo.
Dos fantásticas imágenes panorámicas del peñasco Kleiner Bärenstein, donde Vierbücher y su amigo Walter Hammer intentaron esconderse de las fuerzas de choque nazistas y ocultar documentos importantes entre las rocas, antes de huir a Praga a través de la frontera checa.
Dos vistas actuales del restaurante Kleinen Bärenstein, tal como fue abandonado tras la finalización de la SGM.
Facsímil del mapa original adjunto en la primera edición de Armenien 1915, de 1922.
Hussein Nesimi bey, alcalde de Lice – localidad cercana a la ciudad de Amit (hoy denominada Diyarbekir)-, quien fue asesinado por matones turcos a causa de su política proteccionista pro armenia.
El gobernador de la provincia de Kütahya, quien salvó a un millar de familias armenias de la deportación y la muerte. Faik Âli Ozansoy fue un valioso intelectual, poeta y profesor, que vivió sus últimos años despreciado por la sociedad turca.
El jefe tribal yezidí Hemoye Shero,
El Dr. Clarence Ussher, cuyo altruismo y bonhomía quedaron plasmados en la película Ararat, del director Atom Egoyan.
¿Quién conoce el destino de este pueblo golpeado y crucificado durante la Guerra Mundial?
¿Sabían, que el punto culminante de toda la furia del hombredemonio, el frenesí lobuno de la humanidad manifestado a lo largo de 15 meses, no se halla en los cráteres del Vaux y del Douaumont2, sino en los estrechos desfiladeros del Cáucaso, donde se acrecienta el drama del Gólgota que quiebra todos los límites del horror, que desafía incluso las violentas representaciones de Grünewald, Goya y Breughel3?
Durante ese "Großen Zeit" (gran período), la cumbre desde la cual la paloma de Noé emprendió vuelo para traer la buena nueva del renacimiento de la vida, se vio envuelta en la sombra del pájaro de la muerte; monte arriba, trepaban millones de gritos desesperados de un pueblo martirizado y la brisa hedionda de los cuerpos putrefactos. A los futuros poetas e historiadores (a) el Ararat se les revelará como un altar, al borde del cual nuestra barbárica época demencial motivó un sacrificio tal, que empañará las sangrientas atrocidades perpetradas por Tamerlan4, Torquemada5, Iván El Terrible6, y mucho antes, por Moloch de los amonitas7 y los martirios a los dioses de los aztecas.
Entre Erzingan8y Sivas9 se encuentra la garganta de Kemah10. Allí, desde sus vertiginosas alturas, durante algunos días del mes de junio de 1915, fueron arrojadas vivas decenas de miles de mujeres y niños luego de padecer inenarrables vejámenes. En realidad, esa barranca podría denominarse Danteschlucht (quebrada dantesca), porque recuerda el abismo de la condenación descripto por el Dante en su “Infierno”. Los hombres suelen erigir monumentos bélicos, aunque más frecuentemente en honor a los criminales, que al de las víctimas. Una humanidad, que llegó a conocer su afrenta y tomó conciencia de su deber de expiación, debería hacer de esa ignominiosa cicatriz del Cáucaso un lugar conmemorativo para todo el mundo, dado que allí se ha perpetrado el más vergonzoso de todos los crímenes. Aquellos que tienen la voluntad de borrar esa vergüenza y ese horror, y quienes maldicen la guerra, deberán mancomunarse para impulsar a los hombres a peregrinar hacia el Kemah Boghazí11. Allí, los peregrinos habrán de revivir plenamente en sus almas lo acaecido en 1915; desde las profundidades de los desfiladeros escucharán los ecos de los inconcebibles sucesos, y reviviendo los increíbles aunque reales detalles de las matanzas, lucharán con cada fibra contra la corrupción de aquél alma capaz de llevar a cabo semejantes crímenes.
La finalidad de este pequeño espacio es delinear una imagen acerca de la mayor persecución de la historia contra los cristianos. Esta misión será posible llevarla a cabo sólo parcialmente. Quien se aboque a luchar en salvaguarda de futuras guerras no podrá escribir voluminosos libros; debería descuidar el arduo trabajo que la hora exige. Y la hora clama, cuando hoy, los arsenales de gases venenosos y explosivos aguardan cada día su tarea de transformar a toda Europa –tal como el campo de escombros en Palmira12–, en la gigantesca y deshabitada Armenia. Y nuestros amigos, los alemanes de buena voluntad, para quienes el pan suele ser más necesario que el papel impreso, contarán con el dinero suficiente para adquirir libros (b).
Que este texto sea considerado como una pequeña contribución a la representación del gran bestiario en el que nos encontramos, y que debemos aborrecer si queremos conservar la virtud de amar: un modesto khachkar, erigido sobre la tumba común del Cáucaso.
a. Con gran lucidez, el autor predice la aparición de toda una generación de literatos armenios, en cuyas obras son cita, alusión o dedicatoria permanente, por un lado, los montes Ararat, como símbolo emblemático de la soberanía armenia sobre los territorios ancestrales y referencia convocante universal para la armenidad; y por otro, la luctuosa temática derivada del ”Medz Ieghern Haiotz” (“la Gran Tragedia Armenia”, en armenio). Con respecto a la interminable lista de obras literarias relativas a este tema, existe el generalizado consenso de que el poema “Danteagán” del eximio maestro de las letras Hovhannés Shiraz, es hasta hoy, el más acabado exponente del horror padecido durante el Genocidio turco de armenios.
b. De esta forma, considerando las dificultades de su amigo pacifista Walter Hammer –titular de la por entonces recientemente fundada editorial Fackelreiter, así como la apremiante situación socioeconómica en la que se hallaba Alemania a fines de la década de 1920, Vierbücher lanza una tácita invitación a “los alemanes de buena voluntad” quienes, a pesar de considerar primordial e indispensable el pan diario, hallarán de todas formas el dinero para adquirir su libro.
1 Khachkar – literalmente, “cruz de piedra”. Escultura de tradición milenaria armenia, tallada en “tuf” (piedra toba volcánica) y erigida en conmemoración de alguna personalidad, consagración de iglesia, promesa, etc. Aunque su motivación es religiosa, cada khachkar es una obra de arte de belleza y armonía singulares, diseñado y tallado por maestros especializados. Algunos ejemplos de diferentes épocas y estilos de khachkares pueden apreciarse en A, B, C, D y E.
2 Vaux y Douaumont (Cráteres del) – Aquí, Vierbücher hace referencia a lo que en su tiempo se consideraba el más espeluznante paisaje bélico de Occidente: los campos de Verdún (Francia), donde tuvo lugar la batalla homónima durante la Primera Guerra Mundial. A causa de su extensa duración -10 meses, y el hasta entonces inaudito poder de destrucción de los ejércitos de ambos bandos, cayeron unos 250.000 soldados, y otros 500.000 resultaron heridos.
3 Grünewald, Goya y Breughel – Maestros pintores de la antigüedad, famosos por su talento para plasmar el terror y el pánico en sus cuadros. La Tentación de San Antonio de Grünewald, Saturno Devorando a su Hijo de Goya y El Triunfo de la Muerte de Breughel El Viejo, están considerados entre las diez pinturas que mejor expresan el horror como tema
4Tamerlán – (también conocido como Lengtimur), fue un conquistador musulmán, líder políticomilitar de origen turcomongol –el último nómade del Asia Central, quien arrasó grandes extensiones de Eurasia durante el siglo XIV, sembrando la muerte, el saqueo y la destrucción.
5Torquemada (Tomás de) – fue un presbítero dominico de origen judío, primer inquisidor general de Castilla y Aragón durante el siglo XV. Dado el extraordinario poder de entonces de la iglesia cristiana sobre la casa real y las demás religiones, Torquemada fue quien inició el más largo período de persecución a herejes y marranos entre 1480 a 1530, para acabar con los falsos conversos, apoyado por el proclamado Edicto de Granada. Según Juan A. Llorente, el número de personas muertas en la hoguera ronda las 10.000, y las víctimas de penas infamantes, las 100.000.
6Iván El Terrible - (o Iván IV), primer zar de Rusia (1547-1584). Es considerado uno de los creadores del Estado ruso. Ya en su infancia se “divertía” torturando a toda clase de animales y arrojando perros al vacío desde los tejados del palacio real. El primer crimen político que se le conoce ocurrió a sus 14 años, al ordenar que Andrei Chuiski, jefe del clan boyardo más influyente de Rusia, fuera arrojado a los perros hambrientos. En 1555 ordenó la construcción de la iglesia de San Basilio en Moscú. Quedó tan complacido con la obra, que mandó dejar ciegos a los arquitectos para que no pudieran proyectar nada más hermoso. En 1570 marchó sobre la ciudad de Novgorod al frente de un ejército de 15.000 hombres, arrasándola y dando muerte a decenas de miles de personas (unas 60.000), llegando incluso a arrojar a decenas de niños a las aguas heladas de un río cercano por el simple hecho de “disfrutar” viendo el espectáculo. El 14 de noviembre de 1581, en un arrebato de ira, mató a bastonazos a su propio hijo y sucesor, Iván Ivanovich.
7 Moloch, Moloch Baal o Moloc fue un dios pagano de origen canaanita, adorado por los amonitas, fenicios, cartagineses y sirios. Era considerado el símbolo del fuego purificante, que a su vez, simboliza el alma. Se le identifica con Cronos y Saturno. Era adorado mediante orgías horripilantes en las cuales eran sacrificados bebés recién nacidos, hasta niños de cuatro años. Generalmente, Moloch es representado como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo. El culto a Moloch también demandaba holocaustos de niños que le eran quemados vivos. Para ello, eran depositados en los brazos del ídolo, que estaban en posición de pendiente. Al son de tambores y cánticos la víctima rodaba hacia una apertura por donde caía a un horno caliente. Las motivaciones de este sacrificio eran varias: desde emergencias nacionales hasta el mero cumplimiento de un voto por un don recibido de parte del dios. Se trataba de una práctica que, como han documentado las excavaciones de Cartago, se llevaba a cabo con regularidad y normalidad.
8 Erzingan – Antigua ciudad de Armenia Occidental, denominada originalmente como Ierez, Ierizá o Ierizaván, hoy en poder de Turquía bajo la denominación de Erzincan –Erzingan, Ierzingian, etc.-, vilayeto de Karin/Erzërum. Según afirma el científico Anania Shiragatzí en su obra Ashkharhatzuitz (mapamundi), en tiempos del reinado de la Gran Armenia, Ierizaván se hallaba en la región de Yegegheatz, en la provincia de la Alta Armenia. Durante el período precristiano, en esa ciudad se erigió el templo a la diosa armenia Anahit – equivalente a Artemisa de los antiguos griegos, cuyas ruinas aún se conservan en una colina cercana. Antes de las matanzas turcas de 1915-17 la población armenia de Ierzingan era de 37.700 personas, distribuidas en 66 localidades. Habían consagrado 103 iglesias, 35 monasterios y fundado 61 escuelas, donde asistían más de 5.000 alumnos.
9 Sivas – Turquización del antiguo nombre griego Sebasteia -elevada, majestuosa; en armenio, Sebastia. Es una ciudad de Armenia Occidental situada en la región de Anatolia Central, en Turquía, y capital de la provincia homónima.
10 Garganta del Kemah (en armenio: AniGamakh o Kamachá) – Extenso trayecto del río Éufrates en la Meseta de Armenia Occidental (act. Turquía), cuyas escarpadas quebradas fueron escenario de los más espeluznantes asesinatos en masa de armenios, documentados inicialmente por Vierbücher en sus crónicas periodísticas para un periódico berlinés de la época, presumiblemente a través del correo oficial interno militar alemán.
11 Palmira – Antigua ciudad de Siria que logró un próspero desarrollo comercial tras su incorporación como provincia del imperio romano en el siglo I D.C., gracias a su ubicación en la Ruta de la Seda. Hacia el 260, el emperador romano Valeriano recuperó Palmira de manos de los sasánidas junto al gobernador Septimio Odenato, quien es asesinado siete años después. Su viuda, Zenobia, estableció el Reino de Palmira, el cual se extendió por Medio Oriente, comprendiendo parte de la actual Turquía y Egipto. Ante el acoso de Roma, su independencia fue mantenida hasta su caída y arrasamiento cuatro años después. Aquí H. Vierbücher, haciendo un paralelismo, alude al peligro inminente que se cernía sobre la fugaz independencia de la primera República de Armenia (1918-21), en virtud de la nueva amenaza turca de conquistar la última porción de territorio armenio providencialmente salvada del Genocidio.
El 15 de marzo de 1921 el otrora gran visir TaleatPashá13 fue abatido en la calle Hardenberg de Charlottenburg (Berlín) por el estudiante armenio Tehlirian14. El dirigente más influyente de los “Jóvenes Turcos”15y competente hombre del Estado turco durante la Guerra Mundial, cayó víctima de un manifiesto acto de venganza. El autor del atentado, ensangrentado como consecuencia de la golpiza propinada por una multitud indignada, fue arrestado sin ofrecer resistencia. Tras dos días de deliberaciones, el 3 de junio de 1921, el jurado del Tribunal de Berlín declaró absuelto al hombre que ajustó cuentas con el antaño todopoderoso jefe de la política bélica turca. Este veredicto es una honorable página en la historia de la justicia germana. Aun cuando no fue reconocida formalmente, se sostuvo esa concepción paradójica por la cual, no es el asesino el culpable, sino la víctima; luego, esa convicción respaldó el fundamento de la sentencia absolutoria. La corte comprendió la lucha espiritual y el desarraigo total de un hombre, que luego del conmocionante golpe recibido en la cabeza, permaneció durante dos días tendido bajo el cadáver de su hermano, escuchando los gritos de desesperación y dolor de sus hermanas, tras ser violadas por la soldadesca turca.
Ante la baranda divisoria del Tribunal no sólo se hallaba un delgado y, por cierto, insignificante joven armenio, sino todo un pueblo masacrado; estaba colosalmente erguido el espectro de Banquo16, las sombras de más de un millón de hombres, mujeres y niños asesinados. Ellos elevaron su voz de protesta contra la ignominia del olvido, que ocultará aquellos insondables abismos que se nos podrán abrir mañana con su engañoso velo extendido.
Tehlirian
