Artes & Oficios. Nueva joyería - Carles Codina - E-Book

Artes & Oficios. Nueva joyería E-Book

Carles Codina

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Beschreibung

Con los nuevos materiales para joyería junto con la reutilización de objetos de uso cotidiano es posible crear piezas de joyería y de ornamentación corporal de elevado valor artístico. Esto es precisamente lo que explica este libro a través de la obra práctica de diversos autores: las múltiples técnicas para trabajar materiales como el vidrio, la cerámica, el papel, la madera, las resinas, nuevos formatos de metal, polímeros, etc. Con los materiales más inusuales se pueden crear piezas de joyería, bisutería, obras temporales, efímeras incluso; un nuevo concepto de la joyería cuyo valor reside no tanto en el material como en la creatividad, la novedad y la originalidad.

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Nueva joyería

Proyecto y realización

de Parramón Paidotribo

Dirección editorial:

María Fernanda Canal

Editor:

Tomàs Ubach

Ayudante de edición y archivo iconográfico:

Mª Carmen Ramos

Textos:

Carles Codina,

con la colaboración de Mònica Gaspar en “La bisutería: estrategias de la apariencia”

Realización de los ejercicios:

Alex Antich, Susana Aparicio Ortiz,

Barbaformosa, Walter Chen,

Carles Codina i Armengol, Pilar Cotter,

Carlos Pastor, Josep Carles Pérez,

Marion Roethig, Sonia Ruiz de Arkaute y Miquel Rubinat

Diseño de la colección:

Josep Guasch

Fotografías:

Nos & Soto, y Alex Antich (en Realización digital de un objeto)

Dibujos infográficos:

Jaume Farrés

Maquetación:

Estudi Guasch, S.L.

Cuarta edición

© ParramónPaidotribo

www.parramon.com

E-mail: [email protected]

Derechos exclusivos de edición

para todo el mundo.

ISBN: 978-84-342-2665-4

ISBN EPUB: 978-84-342-4406-1

Depósito legal: NA-280-2010

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, la reprografía, el microfilm, el tratamiento informático o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial.

Sumario

INTRODUCCIÓN

El valor de lo cotidiano

La bisutería: estrategias de la apariencia

MATERIALES Y TÉCNICAS CREATIVAS

El papel

Objetos cerámicos

Las pastas egipcias, por Barbaformosa

El PMC

La madera

Cuentas de vidrio, por Susana Aparicio Ortiz

Polímeros modelables

Materias plásticas

El plástico

El grupo de las resinas plásticas

Resinas epóxidas

Moldes

GALERÍA

RECURSOS CREATIVOS

El electroforming

Realización digital de un objeto

Técnicas del metal

GALERÍA

PASO A PASO

Collar de arcilla de gres, por Pilar Cotter

Piezas de cartón coloreado, por Sonia Ruiz de Arkaute

Adorno para el cabello, por Walter Chen

Cuentas de vidrio con la técnica de la murrina, por Susana Aparicio Ortiz

Pulseras de resina

Broche de pasta egipcia y vidrio

GLOSARIO

BIBLIOGRAFÍA Y AGRADECIMIENTOS

Introducción

Partiendo de una visión contemporánea de los objetos y los materiales, y después de una introducción histórica básica, he querido plantear en este volumen una área de conocimiento mucho más global, mezcla de diversas disciplinas, en un intento por acercarme al concepto de bisutería pero de una forma tan sutil que difícilmente pueda ser definida como tal. Procurando en todo momento realizar un libro fácil y cercano al pequeño artesano, diseñador, creativo, estudiante o, como me gusta denominar, “hacedor de objetos”.

El libro muestra cómo unos materiales, que pueden parecer en principio irrelevantes, un papel, un trozo de cerámica o simples objetos de uso cotidiano, toman una nueva identidad una vez transformados en un ámbito de creación donde se difumina la línea divisora entre la joyería y la bisutería.

Ha sido para mí muy importante plantear y elegir adecuadamente toda una serie de propuestas que estimulen la creación con los más insólitos materiales, así como la aportación constante de nuevos recursos e interesantes aplicaciones técnicas, con el fin último de establecer una nueva interrelación entre el diseño, en su concepción más genérica, y el pequeño hacedor de objetos.

Un duro intento por hacer que técnicas y oficios tradicionalmente considerados como de difícil acceso, bien sea por el valor de los materiales utilizados, como el oro o la plata, por la complejidad de la técnica o por el secretismo profesional que históricamente han poseído, sean ahora asequibles a todo el mundo. Para ello me he alejado de complejas propuestas y de materiales caros, como el oro o la plata, para demostrar que se puede hacer joyería sin ser joyero, utilizando metal precioso o no, y que es posible realizar propuestas de elevado valor artístico con muy pocos recursos, si existe una inquietud y se establece una complicidad con los materiales.

No me ha interesado tanto el concepto de bisutería o de joyería como el concepto de lo “asequible”. La bisutería que todos conocemos, la que intenta imitar a la joyería, la de la moda y el glamour, la bisutería del precio competitivo, de la cantidad y de la moda, es también la bisutería por la que particularmente no he demostrado jamás ningún interés. Debido a la facilidad y la rapidez con que se consume, resulta una actividad creativa con criterios que están más próximos a la industria de la moda y al mercado que al hecho de obtener una relación propia y personal con el objeto. Me interesan más aquellos procesos que se fundamentan en determinados conceptos y valores a menudo más propios del arte contemporáneo que de las exigencias del mercado. Por ello pienso que la realización de objetos creativos debe conllevar cierta reflexión y una relación estrecha y personal con los materiales, implicando también una forma de trabajar lenta y precisa, que dé lugar a un consumible más duradero y, sobre todo, mucho más personal.

Es esta lectura de las calidades plásticas de un material, su conocimiento y su posterior tratamiento en forma de objeto, una realidad plenamente personal, a menudo desligada de factores como la moda, la industria o el glamour de determinadas estéticas. Un simple material de desecho, un trozo de madera, una semilla, un poco de barro o unos pedazos de bambú obtenidos de un objeto usado, pueden ser tratados y considerados como un verdadero bonsái japonés, independientemente del número de objetos realizados y de su posible comercialidad.

Carles Codina i Armengol

Carles Codina i Armengol (Mollet del Vallès, 1961) es un profesional de la joyería que conjuga el trabajo creador en su taller con la docencia como profesor de joyería en la Escola Massana de Barcelona desde hace más de 18 años. Su obra tiene una importante proyección internacional en diferentes países de Europa y América. En esta misma colección, ha escrito los libros La joyería, publicado en 1999 y Orfebrería, en 2001, dónde se explican con método y rigor diversas técnicas y conceptos de la joyería y de la orfebrería actual.

El valor de lo cotidiano

El arte conceptual, del cual toma sus valores la actual joyería artística o contemporánea, es el responsable de que el objeto o joya entendido como una unidad sólida y perdurable se disgregue por completo, y de que el virtuosismo técnico, la valoración en la habilidad del oficio y, en general, todo lo que entendemos por el proceso e incluso el resultado pierda importancia en favor de la idea o del valor artístico del objeto en cuestión.

En el ámbito, ya de por sí disperso, de los hacedores de objetos actuales, algo está cambiando, al menos en apariencia. Probablemente, los objetos ornamentales que más atraen nuestro interés son aquellos que han sido realizados con pocos medios, con materiales de uso cotidiano o de desecho. Constituye toda una atracción seleccionar y cribar aquellos elementos abandonados por inútiles o pasados de moda y realizar con ellos nuevas obras con recursos nada complicados. Crear objetos ornamentales con estos medios en el contexto actual, en un sector donde predomina la tecnología, en concreto la informática, y que valora sobremanera los metales preciosos y las gemas, supone una necesidad y un extraordinario reto, aunque en realidad no es algo nuevo, ya que toma sus raíces de las mismas definiciones del arte contemporáneo.

La gran sofisticación de medios y de recursos existente provoca, precisamente, que muchos artistas joyeros, o nuevos bricoladores de materiales, se decidan a actuar con pocos medios, logrando con ello que los objetos se conviertan en algo antropológico, cercano a la persona y, ambos, a lo cotidiano. Con esta actitud, el hacedor de objetos pretende el predominio del individuo sobre la tecnología. Sorprenderse de nuevo, reencontrarse con viejos materiales y con objetos inusuales que serán reinterpretados y con los cuales es posible crear un objeto diferente e innovador.

Existen diversas actitudes frente al valor de lo cotidiano, pero en la actualidad hay un renovado interés por el proceso y la elaboración, así como por la transformación del objeto, la incorporación de nuevos elementos y técnicas, y por aprender de los propios materiales. No se trata sólo de un efecto provocador, sino de un afán por dignificar lo indigno y tomar un nuevo valor que permita una nueva mirada a los objetos. Surge un renovado interés por los oficios artísticos, no como mera repetición formal del pasado, sino del oficio como proceso dignificante del propio objeto y respetuoso con la idea.

Collar elaborado a partir de múltiples entrelazados de gomas elásticas de 2-3 cm. Obra de Itxaso Mezzacasa.

Brutality, 2003. Broche realizado por Xavier Ines Monclús. En su construcción intervienen diversos metales, entre ellos la plata y el bronce, y se incorporan también objetos y materiales obtenidos de viejos juguetes.

Umadau. Broche realizado en tagua con un led luminoso en su interior, obra de Nicolás Estrada.

Broches realizados por Susanne Schneider a partir de apósitos sanitarios cosidos.

Anillo confeccionado a partir de un muñeco publicitario de plástico. Se ha perforado con una broca y pulido. Realización de Kepa Karmona.

Broche realizado a partir de diversos materiales encontrados: restos de muñecas, un dedal, un pedazo de pulsera de juguete. Obra de Estefanía de Llobet.

Pendientes realizados por Marc Monzó a partir de diversos balines de plástico, de los comúnmente utilizados en las pistolas de aire comprimido, a los cuales ha incorporado un perno de oro.

Broche A. Efectuado a partir de un viejo pedazo de tela, por Estefanía de Llobet.

Para verte mejor, 2002. Broche de plata, oro, papel impreso, textiles y diversos materiales y aplicaciones de resina de poliéster, realizado por Silvia Walz.

Este collar ha sido realizado utilizando como único material multitud de gomas elásticas de 2-3 cm. La técnica es diferente a la del collar mostrado anteriormente; en esta ocasión, Itxaso Mezzacasa ha retorcido sobre sí mismo las gomas hasta conseguir un collar por completo diferente.

La bisutería: estrategias de la apariencia

Sueños posibles

El término bijou de fantaisie surge en 1873, al crearse la primera cámara sindical de la bisutería francesa en París. La institución agrupaba a los fabricantes de joyas realizadas con materiales no preciosos y a los que producían las llamadas joyas de imitación. Gracias a la mecanización de una gran parte de las técnicas de la joyería era posible realizar ornamentos a bajo precio que se adaptaban ágilmente a las modas cambiantes, con una exitosa acogida entre las clases medias. En este momento se hizo necesario distinguir la auténtica joyería de estas producciones, reservándose el término joaillerie para las joyas exclusivamente realizadas con piedras preciosas.

Esta separación, que llevaba implícita una discriminación socio-económica, ha condicionado profundamente nuestra noción actual de joyería. En cierta manera, la “alta” joyería de piedras preciosas ha permanecido fiel a repertorios estéticos conservadores, excepto momentos de gran creatividad como los años 20 o los 50, mientras que la bisutería, a pesar de los condicionantes de su producción industrial, parece haber gozado de un mayor espacio para la experimentación con los materiales y la sensibilidad estética de cada época. Sin embargo, como veremos más adelante, a mediados del siglo XX los joyeros más inquietos pondrán en duda estas fronteras terminológicas.

Desde una óptica contemporánea, en la que cualquier material puede poseer un potencial estético, no deja de fascinarnos la genealogía de la bisutería, que durante siglos ha encarnado el ingenio de sus artífices para hacer soñar a sus usuarios: una capa de pigmento amarillo era suficiente para evocar el oro en los rituales funerarios más modestos del antiguo Egipto; en el siglo XIV se fabricaban perlas falsas a base de vidrio en polvo y clara de huevo; a mediados del siglo XVIII Georges Fréderic Strass puso de moda en París el novedoso cristal plomo, de brillos deslumbrantes... Sin embargo, no nos quedaremos en una crónica del artificio y del engaño. Nuestra intención es poner el énfasis en la calidad técnica y estética de estas producciones, a menudo cargadas de ironía, que en cada época han satisfecho el placer de adornarse.

Collar con formas naturales diseñado por Chanel (1883-1971) en la década de los años 40. Está realizado en vidrio soplado montado sobre oro chapado. Colección Barbara Berger.

Lo falso es chic: de la precariedad a la exuberancia

A principios del siglo XX la bisutería se introduce en el ámbito de la alta costura, una industria floreciente que favorecerá la incorporación de las últimas novedades tecnológicas a la producción de “joyas de costura” (bijoux de couture). Los accesorios eran diseñados por el propio modisto, el artesano era anónimo y su nombre no figurará en las piezas hasta los años 50, cuando se consolide la figura del diseñador de bisutería.

Coco Chanel (1883-1971), icono de la elegancia, desarrolló una línea de adornos de inspiración arcaica, como grandes cruces bizantinas, o unas largas sartas de perlas falsas de aire hindú que provocaban un impactante efecto lujoso sobre sus sobrios trajes. Coco encargaba estas piezas a la firma Gripoix, una dinastía iniciada a finales del siglo XIX por Augustine Gripoix, que durante cuatro generaciones de mujeres al frente, realizaron joyas para atrezzo de teatro y para fiestas de disfraces, como las organizadas por el modisto Paul Poiret. Chanel cambiará el rumbo de esta firma al encargarles joyas, no para ser lucidas en bailes de máscaras, sino para llevarlas por la calle, otorgándoles un valor de modernidad y atrevimiento. Su mayor aportación son estos vrais bijoux en toc (verdaderas joyas de pacotilla) cuya exuberancia contrasta con la austeridad del vestido, un comentario irónico sobre la adaptación a los difíciles tiempos del periodo de entreguerras.

La eterna rival de la Chanel, la italiana Elsa Schiaparelli (1890-1973) de ascendencia noble, entró en el escenario de la moda hacia 1925. Uno de los más célebres diseñadores y fabricantes de bisutería, Roger Scemama, empezó trabajando para ella. Schiaparelli tenia gran sensibilidad artística y pronto conectó con los círculos de vanguardia, destacando sus colaboraciones con Salvador Dalí o Meret Oppenheim, para diseñar estampados de vestidos y también botones y bisutería. Entendía la bisutería como “joyas de viaje” que se materializaban en diseños inauditos, como los pendientes-teléfono para Dalí o el collar de comprimidos de aspirina imaginado por el poeta Louis Aragon.

Después del trauma de la Primera Guerra Mundial, diversión y evasión era lo que la sociedad necesitaba. Los locos años 20 son la época del charlestón, del jazz y la estética del Art Déco. Esta tendencia, surgida de la exposición de artes decorativas en París el 1925, puede definirse como la confluencia entre la domesticación del arte cubista, el impacto colorista de los ballets rusos y la contundencia del arte africano. El Art Déco resume un periodo imaginativo y experimental, en el que las joyas compartían la belleza fría de las máquinas y ampliaban su paleta de materiales con la laca o el cristal, mientras que la bisutería adoptaba nuevos materiales industriales como la bakelita, sinónimo de ornamentos multicolores y verdadero material fetiche para futuros coleccionistas.

La depresión económica ocasionada por el crack del 29, no hizo sino aumentar la producción de bisutería, ante el descenso en picado de la producción de productos de lujo. EE. UU. empezará a despuntar en su producción de fabulous fakes o “maravillosas falsificaciones”, que por un lado imitaban fielmente las piezas de alta joyería europeas y por otro realizaban piezas figurativas cargadas de humor, cuando no se atrevían con generosos lazos y exuberantes formas en cascada, conocidos como Cocktail jewelry.

Lo falso es chic, como se puede deducir, y lo era hasta tal punto que las mujeres que podían permitirse comprar joyas auténticas, las escogían por su apariencia de falsas. Un ejemplo de la estética de lo falso son las joyas diseñadas por Salvador Dalí entre los años 30 y 40. Se trata de unas ricas piezas de exuberancia extrema, que fascinan e incomodan a la vez por el derroche delirante de oro y piedras preciosas utilizadas.

Broche en forma de rosa, diseño de la Compañía de Accesorios Nettie Rosenstein, de Nueva York, de c 1950. Hecho en pasta montada sobre chapado de oro. Colección Barbara Berger.

Brazalete ancho de vidrio y piedras semipreciosas, de Elsa Schiaparelli (1890-1973), muy conocida por el diseño de vestidos adornados con pedrería. Colección Barbara Berger.

La apoteosis de la apariencia

A pesar de ser una invención francesa, después de la Segunda Guerra Mundial los EE. UU. se convertirán en la segunda patria de la bisutería. Mientras que en Europa las empresas realizaban pocos centenares si no eran series limitadas de sus diseños, en EE. UU. se podían llegar a producir miles de ejemplares de un solo modelo.

Una de las firmas más emblemáticas del momento, que reflejan la prosperidad económica y la materialización del “sueño americano”, era Joseff of Hollywood Inc., fundada en California el 1938. Con gran visión comercial la empresa se especializó en bisutería para las superproducciones de Hollywood, con una serie de accesorios en metal dorado mate que evitaban brillos inesperados al no reflejar los focos.

Miriam Haskell fue otra de las principales firmas de bisutería estadounidense, pionera en el sector desde 1924 y con una selecta clientela entre la jet-set internacional. Su estilo galante, de evocación rococó, se basaba en flores y abarrocados racimos de cuentas multicolores.

Los años 50 fueron, sin duda, la época dorada de la bisutería en EE. UU. Roger Scemama, Miriam Haskell, Coro, Trifari, Eisenber & sons o Bonaz entre otros son algunas de las principales firmas. El racionamiento de los metales durante la posguerra propició una investigación exhaustiva de diferentes tipos de plásticos: ligeros, baratos y de una amplia gama de colores y acabados ofrecían infinitas posibilidades a la bisutería, capaz de absorber casi al instante cualquier moda: por ejemplo, sacar una línea de joyas de tutti frutti, inspirada en los divertidos turbantes de frutas de la cantante y bailarina Carmen Miranda.

Xavier Ines Monclús, broche Contemporary jewellery, 2003. Plata, oro y papel plastificado.

Something special paper jewellery (1967), de David Watkins y Wendy Ramshaw, colección “Optik art jewellery”. Colección Victoria & Albert Museum, Londres. Foto: Bob Cramp.

Joyería y bricolaje: Una dimensión íntima del arte

A mediados de los sesenta, la frivolidad y el glamour se convertirán en adjetivos trasnochados que las jóvenes generaciones asociaran a una sociedad demasiado acomodada. La juventud reivindica ahora un compromiso con lo auténtico y lo natural. Ante la fantasía como cosmético, la juventud propone la imaginación que puede cambiar el mundo. La creatividad se democratiza: los artistas comparten la realización de la obra de arte con sus espectadores, los diseñadores industriales producen muebles que uno mismo puede montar, la moda ofrece vestidos transformables... Empieza la era del “hágalo usted mismo”. En el ámbito de la joyería, los joyeros británicos Wendy Ramshaw y David Watkins lanzaron al mercado en 1964 una serie de joyas recortables llamadas Something special. Estos dos creadores, entre otras figuras relevantes en Alemania (Hermann Junger, Gerd Rothmann), Holanda (Gijs Bakker, Emmy van Leersum) España (Anna Font, Joaquim Capdevila) o EE. UU. (William Harper, Robert Ebendorf), fueron pioneros de la llamada nueva joyería. Esta tendencia internacional contempla cualquier material para expresar la personalidad del joyero, que reivindica para si la libertad del artista: el ornamento se convierte en un estimulante campo para la experimentación plástica y conceptual.

La joyería contemporánea desafía la tradicional separación entre “alta” y “baja” joyería o bisutería, proponiendo una provocadora fusión entre ambas y, dando un paso más adelante, situando estos nuevos objetos en el territorio del arte. Esta tendencia conserva de la joyería una tradición milenaria y una voluntad de crear piezas únicas a través de una impecable técnica. De la bisutería le interesa la utilización de materiales variadísimos, tanto artificiales como naturales, así como su inmediatez en la producción y su posterior condición de ornamento asequible para todo el mundo. En los años ochenta esta tendencia radicaliza sus presupuestos para dar lugar a ornamentos postmodernos de dimensiones teatrales. Sus protagonistas persiguen la máxima espontaneidad, enroscando filamentos de nailon (Caroline Broadhead, Reino Unido), recortando materiales ligeros como papel (Nel Linsen, Países Bajos) o madera (Marjorie Schick, EE. UU.) o ensamblando PVC e hilos de acero (Ramon Puig Cuyàs, España). Estas actitudes pretendían demostrar que uno podía realizar joyas prácticamente sin ser joyero.

Actualmente, las tendencias del arte y el diseño parecen conducirnos de nuevo a este territorio del bricolaje, pero no entendido como un desafío a los conocimientos de un oficio, como puede ser la orfebrería, sino como un conjunto de procedimientos asequibles en un entorno doméstico, que otorgan a la creación una dimensión más íntima, sin dejar de ser intensa e imaginativa. El artista estadounidense Tom Friedman, con sus esculturas de chicle mascado, el diseñador holandés Jürgen Bey con sus humorísticas manipulaciones de muebles antiguos o el joyero catalán Xavier Ines Monclús con la utilización de materiales tan humildes como un palo de helado, pertenecen a esta tendencia. Todos ellos optan claramente por métodos de producción autosuficientes, a menudo artesanales. Reivindican una cierta lentitud en los procesos, un tempo ajeno al vertiginoso ritmo de la vida y del consumo de objetos que favorezca la reflexión y una relación más íntima con las cosas que realmente nos importan. En el contexto generado por este tipo de artistas, diseñadores o simplemente “hacedores de objetos”, como acertadamente los califica Carles Codina en su introducción, situamos las propuestas de este libro. Ingenio, imaginación e inmediatez definen el marco posible para elaborar unos ornamentos que participen de esta filosofía de lo asequible.

Mònica Gaspar

Complementos de plata y vidrio para la pasarela de Giménez Zuazo, invierno 1999-2000, diseñados por Estela Guitart.

Collar Hare O’Harix and his six carrots (2000), de Felieke van der Leest. Combinación de técnicas de joyería en plata, incorporación de un objeto encontrado de plástico y labor de ganchillo.

Materiales Y técnicas creativas

En los apartados de este capítulo aprenderemos a realizar joyas y objetos ornamentales con pocos recursos. En sus páginas, se explican varios procesos técnicos esenciales que nos permitirán trabajar materiales de muy diversos orígenes, por ejemplo el papel, la madera, el plástico o el vidrio, sin olvidar otros nuevos como los polímeros modelables o el Precious Metal Clay. Materiales y técnicas que no entrañan ningún misterio, ni son de uso exclusivo de la industria, ya que están al alcance de cualquier persona con inquietudes artísticas. Son materiales de escaso valor material y fáciles de encontrar, con los cuales es posible obtener los más sorprendentes resultados, sin necesidad de sofisticadas herramientas. En la mayoría de los temas presentados basta con usar las manos o útiles simples que consideramos cotidianos en cualquier hogar; en otras ocasiones se necesitan algunas herramientas básicas de taller, como una sierra o un soplete adecuado, una serie de materiales y herramientas que nos permitirán realizar los más variados objetos.

El papel

Uno de los materiales más accesibles en el ámbito creativo por su reducido precio, variedad y gama cromática es el papel. En el siguiente apartado se muestran algunas de las enormes posibilidades creativas de este material, así como la forma en que se trabaja la masa de papel; una tarea fácil técnicamente que no requiere un gran desembolso de dinero ni demasiados conocimientos técnicos y que permite realizar infinidad de objetos interesantes. Un segundo aspecto que se trata son los trabajos realizados en papel plegado, en concreto la técnica de la papiroflexia, con la que, como se verá, se puede alcanzar un resultado insospechado. Dos formas de trabajar el papel muy diferentes que aportan una visión contemporánea y actual de la joyería, donde se aprecia la importancia real del proceso de trabajo.

Historia del papel

Antes de lo que conocemos actualmente como papel, existían otros soportes para la escritura. El papiro, por ejemplo, es muy genérico, se realizaba con capas celulares de médula de esta planta dispuestas de forma longitudinal sobre otras de disposición transversal, un conjunto que era impregnado en agua, prensado y posteriormente secado. Aunque eran materiales en los que se podía escribir, el papiro, al igual que el papel de arroz, no era propiamente un papel; en realidad, se trataba de un aprovechamiento y manipulación de una planta hasta darle aspecto de hoja.

El desarrollo del papel ha sido uno de los avances más grandes de la humanidad. Los orígenes parten de la antigua China, dos siglos antes de nuestra era, donde ya se escribía sobre tejido apelmazado obtenido a partir del aprovechamiento de restos de capullos de seda, un material más próximo al tejido que a lo que consideramos actualmente papel, pero sobre el cual se podía escribir. Tres siglos más tarde, Tsai-lun, responsable por aquel entonces del cuidado de objetos artesanales en la corte Han Oriental del emperador chino Ho Ti, desarrollaba el primer papel a partir de fibras de trapo, redes de pesca, cortezas de madera y cáñamo. Un hecho que se demuestra con el descubrimiento en 1957, en un lugar llamado Pa-Chiau, provincia de Shen-Si, de una tumba imperial perteneciente a la dinastía Han. En esta tumba se encontraron diversas láminas de fibra que, una vez analizadas, resultaron ser de cáñamo. Hasta el año 500 d.C. la fabricación de papel se limitó a China, posteriormente se introdujo en Japón en el 610 d.C., en Asia Central alrededor del 750 d.C. y en Egipto cerca del 800 d.C.

El proceso de fabricación ha sufrido constantes cambios, uno de los más importantes fue aportado por los árabes en el siglo VIII; éstos utilizaban el trapo reciclado como materia prima y a ellos se debe también la introducción del papel en Europa. Con la invención de la imprenta se empezó a reproducir una mayor cantidad de textos y proporcionó un fuerte impulso a la fabricación de papel. Especialmente durante los siglos XVII y XVIII se utilizó como material básico el trapo, pero se investigaban soluciones alternativas con el fin de reducir costes y eliminar la escasez de trapo debida a la intensa producción de papel. Una evolución fruto de esta necesidad se concretó con la máquina de los hermanos Fourdrinier en 1808, que idearon la primera máquina eficaz para fabricar papel. Pero el abaratamiento definitivo del papel llegó en la década de 1840 con la introducción del proceso de trituración de la madera para fabricar pulpa y del primer proceso químico destinado a producirla.

El proceso artesanal de fabricación continúa siendo, en esencia, el mismo. Varían los materiales utilizados en su composición; por ejemplo, se emplea mucho la celulosa de madera, el algodón y la pulpa de madera triturada, tanto natural como química, así como diferentes mezclas de pulpa y fibra de trapo.

A partir de estas hojas de papel impresas y recortables, una vez pegadas con cola blanca sobre una cartulina y convenientemente cortadas, dobladas y encoladas, es posible construir dos interesantes anillos recortables. Obra de Estefanía de Llobet.

Collar confeccionado con papel de seda doblado a mano, realizado por Ana Agopian, 2003.

Masa de papel

El proceso manual de fabricación continúa siendo el mismo. Varían los materiales utilizados actualmente en su composición y los procesos de fabricación, pero el papel sigue siendo, en esencia, el resultado de un entretejido de fibras de celulosa. En una primera fase se trocea la materia prima en agua para formar una masa de fibra en suspensión; y en una segunda fase se extiende la masa de fibra entrelazada en una superficie porosa, de modo que permita el filtrado y la eliminación del agua. Los trabajos realizados con masa de papel troceado constituyen la esencia de todo trabajo en papel. Durante el proceso se reutiliza esta fibra humedeciéndola en agua y, seguidamente, se mezcla con varios productos que la fortalecen una vez evaporada el agua, lo que convierte esta masa en un material muy resistente y duradero con el cual es posible realizar diversas formas y objetos.

Puede comprarse masa de papel ya preparada en un proveedor de manualidades o bien prepararse troceando papel en una picadora; también puede utilizarse papel higiénico troceado o incluso papel de periódico.

Pulseras de papel realizadas por Luis O. Acosta, 2003. Foto de Felix Kalkman.

Broches de madera y papel maché realizados por Sonia Ruiz de Arkaute, 1988.

Broche realizado en cerámica y masa de papel troceada realizado por Gemma Draper, 2002.

Preparación de la masa de papel