Asesinato en Malta - Rubén Scollo - E-Book

Asesinato en Malta E-Book

Rubén Scollo

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Beschreibung

El viaje en crucero de unos amigos argentinos por varias ciudades europeas se cruza de repente con el enigma de un homicidio. La visita a todos esos puertos mezcla el mundo presuntamente apacible de los guías turísticos con figuras mucho más misteriosas (como la del marsellés Jean Louis), al lado de lo cual aparecen secretos históricos y flores bellísimas pero potencialmente venenosas… "Asesinato en Malta" es un libro ágil, agudo y entretenido. Otra más en la serie de obras atípicas a las que nos viene acostumbrando su autor.

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Seitenzahl: 87

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Rubén Scollo

Asesinato en Malta

NOVELA

Saga

Asesinato en Malta

 

Copyright © 2022 Rubén Scollo and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788728100851

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Dedicado a mi sobrino Bruno Ignacio Scollo, a mi mujer Rosana Lena Moltrasio, a mi hermana Silvia y a mi ahijada Gabriela Ávila, hija de una de las mejores personas que conocí en la vida. También a Horacio y a Nené Caputi. Aunque éstos dos grandes amigos de la niñez y la juventud, son parte de la trama de esta novela.

 

“A la débil claridad de la luna, sus rostros ofrecían unas superficies iluminadas y otras oscuras que se quebraban y se recortaban. Parecían mayores de lo que en realidad eran. La brasa de sus cigarrillos había adquirido un resplandor fosforescente. Ambos estaban deprimidos. Sus motivos eran diferentes, pero el abatimiento era el mismo. Se hallaban como clavados al asiento, aún tibio a causa del sol del día. La conversación de sus compañeros, a la que habían asistido por casualidad y sin ser vistos, representó una especie de aplazamiento de las palabras y de la explicación que habían de darse el uno al otro. Pero ahora, la explicación no podía evitarse”

Ivo Andric (“Un puente sobre el Drina”)

Prólogo

El asesinato tal vez haya sido una excusa para introducir una cuota de misterio en una novela basada en un simple viaje de amigos. Ese tour por ciertos países de Europa, recorriendo monumentos históricos, ruinas, iglesias y geografías tan disímiles como atractivas, brinda un marco ideal a una serie de historias que se relacionan con la llegada a cada puerto.

Desde Ezeiza hasta el arribo a Génova, pasando por los controles de aeropuertos dotados de una tecnología superior a la nuestra, y los desembarcos en Civitavecchia, Palermo, La Valeta, Valencia y Marsella; ese enjambre de situaciones, son matizadas por explicaciones de avezados guías cumpliendo una digna tarea de asesoramiento turístico.

Y entre esos asombrosos paisajes asoman en muchos campos del viejo continente unas flores bonitas, coquetas, especiales y bien rosadas, las mismas, son las pertenecientes a la especie “Nerium oleander “. Esa planta también es conocida como rosa laurel, laurel de flor, trinitaria, baladre o adelfa, último de estos nombres derivado del griego (“Dafne”). Y en nuestro país, existen, o se las ve por infinidad de lugares como en muchos puntos del planeta; pero su acción venenosa, altamente tóxica debido a la cianhidrina o cinanohidrina, llega hasta causar muertes en grandes animales y seres humanos, aunque por supuesto, depende de las cantidades.

De allí surge la idea de utilizar las “bondades” de la botánica como una determinación, que se ajusta a una excusa narrativa, y en definitiva forma parte medular de la trama. Escrita en primera persona, a excepción de situaciones “no vistas, pero que supuestamente estaban sucediendo en algún punto de Malta”, el argumento mantiene una total simplicidad y una pretensión secundaria en querer aunar “historia antigua” con una ficción controlada, y ciertamente carente de hechos de violencia desenfrenada. Más bien ciertas descripciones con personajes secundarios como Jean Louis, ese marsellés cómico, divertido y cruel con el resto de los europeos; o los recuerdos de una juventud ya caída hacia el manto del pasado inapelable e irrecuperable, por el lado de dos de los jóvenes de entonces; esos condimentos juegan de contrapeso con las figuras del albanés Gino y su hijo Mirko.

“Asesinato en Malta” pretende ser una novela de nula complejidad, donde las acciones se van desarrollando cronológicamente y sin dejar al costado las particularidades geográficas de los países recorridos en cada parada del gran crucero.

Introducción

La mañana era luminosa, soleada, y en ese laberinto de joviales sensaciones, luego de haber traspasado con éxito los aeropuertos de Frankfurt y Münich, llegamos a Génova después de dieciséis horas de un viaje extenuante. Allí nos esperaba el automóvil que habíamos alquilado. El trámite para recogerlo tuvo cierta demora, pero finalmente nos dirigimos hacia el hospedaje situado en la Vía Balbi 38.

El Cit Britania genovés era un hermoso lugar que lejos de contar con lujos, nos proveería a lo largo de dos días, lo elemental para luego abordar el crucero que nos llevaría a varios lugares del Mediterráneo. Tanto Horacio, Nené, Rosana y yo, sabíamos de antemano que al día siguiente nos convenía dejar el auto e ir en tren hacia Cinqueterre. Allí, tal vez, no llegásemos a La Spezia, pero por lo que nos dijeron, convenía bajarnos en Sestri Levante, para luego hacer trasbordo hasta Riomaggiore.

Esa región de la Liguria es exuberante, con el océano bañando la costa genovesa y las formaciones rocosas recibiendo un agua de color turquesa. Allí, las construcciones componen panales de pintorescas casas multicolores en medio de callejas invadidas -a esa época del año, es decir, el verano europeo- por turistas de todas partes del mundo. Los acentos que se escuchan van desde el británico hasta lo más exótico de Oriente. Y en cuanto a los fenotipos, es redundante, tal vez, poner de manifiesto en estas líneas que el blanco, el negro, los ojos rasgados o las características latinoamericanas en menor medida, marcan la zona con una particularidad étnica, inimitable.

Luego de tan impactante paseo, y ya de regreso, llevados, trasladados por una formación de trenes, prolija, eficiente y con un estricto cumplimiento de horarios; y después de habernos adentrado en ese panorama geográfico ultrajante a los sentidos, nos permitimos tomar unos mates bien criollos preparados por Horacio. Eso sí, con muchas hierbas aromáticas adornando la calabaza. Dentro del transporte, eso causó una impresión rara, algo extraña para quienes no conocían tal bebida y para quienes no nos identificaban como rioplatenses. Un hombre barbado, alto y de imponente voz nos preguntó si éramos en efecto, sudamericanos. Con él mantuvimos una grata charla y antes de bajarse del tren nos recomendó que fuéramos a Portofino. Él vivía cerca y comentó que por esos parajes, existían bondades asociadas a la belleza del paisaje.

En esa, nuestra segunda noche, nos dedicamos a recorrer la ciudad o parte del centro y terminamos cenando en una pequeña pizzería que estaba como embutida en el seno de una pintoresca callecita. A decir verdad, no resultaron ser esas napolitanas y sicilianas, ni por asomo superiores a las que se pueden ingerir en cualquier local de comidas de Buenos Aires, pero luego de una jornada de exploración costera recorriendo Cinqueterre; de una tarde-noche que estaba expirando para transformarse en minutos en otro día, mal no estaban, al menos eran digeribles y servían para hacer más ameno nuestro agotamiento general. Y eso que la noche anterior que fue la primera en Europa, poco recorrimos, habiendo decidido cenar liviano, ya que el cansancio era superior a las ganas de proveernos de alimentos.

La habitación extremadamente cómoda y la ducha reconfortante nos devolvieron el alma, la mente, las piernas…todo al cuerpo. Restaba reposar nuevamente en esa enorme cama matrimonial y disfrutar, solo disfrutar la Liguria. A Rosana y a mí, nos había tocado el segundo piso. A nuestros amigos, uno más arriba, los acogió un cuarto que poseía una visión decorada, desde donde se observaba un selecto sector de la ciudad. El día siguiente comenzó con un opulento desayuno y de esa forma sumamos calorías a nuestro dilatado cansancio…nos estábamos de a poco recuperando y comenzábamos a disfrutar de los días europeos.

Lo que luego sucedería serían hechos y situaciones increíblemente complejas, que desembocarían en infortunios para algunos, diversión para otros y molestias inadvertidas para el resto de quienes participaron en lo que fue un bello y placentero viaje en crucero atravesando parte del Mediterráneo. Quienes prestaron sus vidas a esas jornadas de intenso calor durante el día y con brisas tenues a lo largo de las noches, por obviedad, no habrían querido enterarse lo que en ese trayecto desconsiderado y confuso, le sucedió a una de las personas que con nosotros viajaba. Pero así pueden presentarse las cosas en circunstancias que suelen transformarse en ingobernables, para mentes vulgares y desprovistas de maldad.

Capítulo 1

RUMBO A CIVITAVECCHIA, ROMA

Subimos pasado el mediodía a esa fortaleza flotante que contaba con varios pisos, como si fuera un lujoso edificio de departamentos situado en algunas de las mejores avenidas de las ciudades top del mundo. El estricto control de todos aquellos que ingresaban por las pasarelas para abordar la embarcación, brindaba una óptima seguridad, aunque quienes se encargaban de tomar las fotografías a los rostros de los huéspedes o viajeros, y de revisar sus pertenencias, lo hacían desplegando una simpatía contagiosa. Media hora antes nos habían llevado las valijas que luego aparecerían a las puertas de cada uno de los camarotes. La organización era perfecta y acompañada de lujos inevitables. Ocupamos el camarote 10.160, ubicado en el piso décimo de la estación “G”, nuestros amigos estaban en el lado contrario y en el mismo piso. Ellos se ubicaron en el sector impar del lujoso crucero “Preziosa”.

A las seis de la tarde de ese día, como siempre suele suceder, se llevarían a cabo los ejercicios típicos de prevención por si acaso la nave sufriera inconvenientes y quedase sumida en un naufragio. Una vez concretados los mismos nos dirigimos hacia el lugar de las piletas y los bares en el piso catorce. El clima era reconfortante y todo aquel que circulaba de un sitio a otro lo hacía empapado de sonrisas, buena predisposición y con grata solidez espiritual. De más está aclarar que el entorno a más de ser reconfortante, irradiaba luces que se desprendían de los tripulantes, de los viajeros y hasta de los elementos del mobiliario que componían o formaban parte de la gran nave de bandera panameña. Y eso sí nos llamó siempre la atención, aunque sabíamos que lo de las nacionalidades de las embarcaciones además de ser puro cuento, se expandía por los mares evasivamente, hasta diríamos de forma escandalosa y pueril.