Benjamín - Juan Alberto Cháves - E-Book

Benjamín E-Book

Juan Alberto Cháves

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Beschreibung

Este libro es un emotivo testimonio de dos hermanos que enfrentan la pérdida de su hermano menor, Benjamín, quien padecía mielomeningocele. A través de un relato íntimo y reflexivo, los autores comparten cómo la fe cristiana y el apoyo familiar, les permitieron sobrellevar la tristeza y encontrar un propósito más profundo en medio del dolor. Con citas bíblicas y experiencias personales, ofrecen consuelo y esperanza a quienes atraviesan circunstancias similares, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, la luz de la fe puede guiarnos hacia la paz.

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Seitenzahl: 74

Veröffentlichungsjahr: 2024

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JUAN ALBERTO CHÁVES

JULIO CÉSAR CHÁVES

Benjamín

Sobre la discapacidad, la fe y los vínculos familiares

Cháves, Juan AlbertoBenjamín : sobre la discapacidad, la fe y los vínculos familiares / Juan Alberto Cháves ; Julio César Cháves. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5458-1

1. Ensayo. I. Cháves, Julio César II. TítuloCDD 158.24

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice de contenido

Prefacio

Cuando llega un hermano con discapacidad

La imagen de Dios en personas con discapacidad

La realidad de la imperfección

Le encontramos el sentido a tener un hermano con discapacidad

Un maestro silencioso

Mi reacción ante la muerte de nuestro hermano Benjamín (Juan)

Tres lecciones que nos enseñó la muerte de nuestro hermano

El búho gris de ojos azules (Julio)

La canción de Kirk Allen (Juan)

La tormenta que arrancó el techo (Julio)

Cómo sobrellevar el duelo con esperanza

Siempre buscamos a alguien a quien culpar

Nos acordamos de él todos los días

Bienaventurados los que lloran

Cómo encontrar orden en el caos

El profeta nos enseña qué es la muerte

Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas

También te puede pasar a vos

Epílogo - Amor verdadero: El sentido profundo de la vida

Bibliografía

Perfil de los autores

A la memoria de Benja

Prefacio

El 24 de enero de 2024 es una fecha que quedó grabada en nuestros corazones con un dolor indeleble. Ese día, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de nuestro hermano Benjamín se apagó repentinamente, dejándonos sumidos en una devastación inimaginable. Aunque padecía de una enfermedad crónica llamada mielomeningocele, era un joven lleno de vida, sueños y esperanzas, cuya presencia iluminaba nuestras vidas y cuyos planes para el futuro eran tan vibrantes como su espíritu. En un solo día, a las tres y media de la mañana, nuestra existencia se transformó por completo, arrastrándonos a un abismo de tristeza y desesperación.

La noticia de su muerte golpeó a toda la familia como una tormenta feroz, dejando nuestras mentes nubladas por la incredulidad y nuestros corazones desgarrados por la pérdida. No hay palabras suficientes para describir la magnitud del dolor que sentimos al perderlo, ni para consolar a quienes nos rodeaban, tratando de comprender lo incomprensible.

Cada uno de nosotros enfrentó el duelo a su manera, luchando por encontrar algún sentido en medio del caos. Y en medio de esta oscuridad, nos encontramos buscando desesperadamente un atisbo de luz, una razón para seguir adelante. Fue en esta búsqueda de consuelo y comprensión que nuestras almas se volvieron hacia Dios. Tal como escribe James Dobson en su libro Cuando lo que Dios hace no tiene sentido (2003): “La fe no es simplemente una creencia en algo o en alguien; es la confianza total en el hecho de que Dios sabe lo que está haciendo”. Estas palabras resonaron profundamente en nuestros desgarrados corazones, guiándonos a encontrar consuelo en la creencia de que, a pesar de nuestra dolorosa pérdida, había un propósito mayor en juego.

La fe, entonces, se convirtió en un pilar fundamental sobre el cual apoyarnos. A través de la oración, el apoyo mutuo y la reflexión, comenzamos a encontrar un camino para entender la muerte no solo como un final, sino como una transición hacia una dimensión espiritual más profunda. Dobson, en el libro que mencionamos antes, también señala: “Dios tiene un plan perfecto, incluso cuando no podemos entenderlo desde nuestra perspectiva limitada”. Estas reflexiones nos ofrecieron una nueva forma de ver nuestra tragedia, permitiéndonos aceptar lo inaceptable con la esperanza de un propósito divino.

Este libro es una crónica de ese viaje, es un testimonio de cómo, a través de la fe y la búsqueda de un propósito mayor, logramos encontrar paz en medio del dolor. La experiencia de perder a nuestro hermano nos llevó a enfrentar nuestras propias creencias sobre la vida y la muerte, y nos permitió descubrir una fuerza interior que no sabíamos que teníamos. Al compartir nuestra historia, esperamos ofrecer consuelo a aquellos que enfrentan pérdidas similares y mostrar que, incluso en los momentos más oscuros, hay una luz que puede guiarnos de vuelta a la esperanza.

Como concluye Max Lucado en su libro Aplauso del cielo (2008): “La paz que Dios ofrece no siempre elimina la tormenta, pero sí nos da la capacidad para soportarla”. Esta paz fue la que nos sostuvo y nos permitió seguir adelante, encontrando sentido en medio del dolor.

Juan A. Cháves

Julio C. Cháves

Cuando llega un hermano con discapacidad

La llegada de nuestro hermano con discapacidad provocó varias reacciones en nuestra familia. Inicialmente, hubo una mezcla de sorpresa y preocupación mientras tratábamos de comprender la magnitud de su condición. Esta noticia desencadenó una serie de emociones que iban desde la tristeza y el miedo hasta la esperanza y la determinación. Su llegada provocó un cierto desequilibrio en la organización y dinámica familiar, ya que desde que nació, como portador de determinadas características, necesitó de nuestra ayuda, sobre todo la de nuestra madre, alterando por completo el ritmo de la familia.

Apenas llegó a nuestra casa nuestros padres tuvieron que ocuparse de él y los demás hermanos de cierto modo quedamos relegados a un segundo plano. Al saber que había nacido nuestro hermano con discapacidad toda la familia tuvo que ocuparse de que nuestro hermano tuviera todo lo que necesitara para cuidar su salud y para que tenga una buena calidad de vida. El recién llegado, al principio, acaparó toda nuestra atención; y aunque la intención de nuestros padres era cuidarnos a todos los hermanos, obviamente ellos se dedicaron a suplir las necesidades de nuestro hermano menor a tiempo completo.

Otro asunto importante que queremos tratar en este capítulo es que la llegada de nuestro hermano hizo que el grupo familiar pasara por varias etapas, a través de las cuales fuimos evolucionando hasta llegar a la aceptación total de la nueva realidad familiar.

Seguramente al leer estas líneas se estarán preguntando de qué etapas estamos hablando. Por este motivo, a continuación vamos a compartir con ustedes tres etapas por las cuales tuvimos que pasar como grupo familiar para aceptar y sobrellevar la nueva realidad.

La primera etapa que afrontamos fue etapa de la rabia y la impotencia. Todos nos preguntábamos por qué había sucedido esto, por qué nuestro hermano había nacido así. En ese momento sentimos mucha impotencia y rabia, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta que lo mejor para nuestro hermano y para nosotros mismos, era aceptar lo que había sucedido.

La segunda etapa fue el proceso de elaboración del dolor. Sentíamos dolor por nuestro hermano. El hecho de saber que no iba a caminar y que iba a necesitar ayuda de por vida, nos provocaba muchísimo dolor. Sinceramente, llevó mucho tiempo entender este dolor, pero con el paso de los años lo fuimos asimilando y pudimos convertir ese dolor en amor hacia nuestro hermano.

La tercera etapa fue la aceptación verdadera. Como dijimos, la llegada de nuestro hermano trastocó los cimientos de nuestra familia. Tristemente, hay muchos padres y hermanos que se quedan en la segunda etapa, pero, gracias a Dios, en nuestro caso, no fue así, ya que entendimos que quedarnos en la segunda etapa implicaba aumentar el sufrimiento de toda la familia, por lo que decidimos aceptar a nuestro hermano de modo verdadero para que él pueda integrarse al grupo familiar íntegramente.

Obviamente, llevó un tiempo de reflexión entender que nuestro hermano nació con una discapacidad. Fue un proceso gradual y desafiante, en el que tuvimos que enfrentar la realidad de que su vida y su experiencia estaban marcadas por circunstancias muy diferentes a las nuestras. Esta comprensión no solo nos permitió aceptar su situación con mayor empatía, sino que también nos hizo apreciar la fortaleza y la resiliencia que mostró a lo largo de su vida.

Aceptar esta verdad nos ayudó a valorar su existencia de una manera más profunda y a entender mejor las complejidades de su experiencia en esta tierra. Aceptar su discapacidad fue un viaje profundamente transformador que, aunque desafiante, nos condujo como familia a una libertad espiritual significativa. Reconocer y aceptar su discapacidad implicó confrontar nuestras expectativas y creencias sobre la vida, abriendo espacio para una mayor comprensión y empatía.

Este proceso nos invitó a liberarnos de las limitaciones impuestas por nuestras propias percepciones y a abrazar una perspectiva más amplia y compasiva. Al aceptar la realidad de nuestro hermano, nos liberamos de la presión de cambiarlo o de buscar soluciones que no existen, permitiendo que nuestra relación evolucione de una manera auténtica. Esta aceptación no solo nos ayudó a conectar de una forma más profunda y sincera con nuestro hermano, sino que también nos ofreció una libertad espiritual al permitirnos vivir en armonía con la realidad tal como es, en lugar de resistirnos a ella.