Camila - Lizbeth Karolinne - E-Book

Camila E-Book

Lizbeth Karolinne

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Beschreibung

Camila es una chica completamente nueva que brota de un corazón enamorado y que, con el tiempo y circunstancias se convierte en un corazón lastimado. Ella ofrece un testimonio que te guiará a conocer quién es Dios realmente, fuera de leyes y reglas. Cada capítulo incluye un pasaje de las Escrituras, un consejo y sabiduría de quien sabe lo difícil que puede ser esta vida y de cuan bueno es Dios.

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Camila

Karolinne Lizbeth

Camila

Primera edición: Junio 2022

©De esta edición, Luna Nueva Ediciones. S.L

© Del texto 2022, Karolinne Lisbeth

©Edición: Elizabeth S.B

©Portada: Jael Jaramillo

©Diseño: Antonella Jara

©Maquetación: Gabriel Solórzano

Todos los derechos reservados.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra,

el almacenamiento o transmisión por medios electrónicos o mecánicos,

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del autor o del sello editorial Luna Nueva S.L

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en el ámbito de las ideas y el conocimiento,

promueve la libre expresión y favorece una cultura libre.

[email protected]

Luna Nueva Ediciones.

Guayas, Durán MZ G2 SL.13

ISBN: 978-9958-9788-2-1

En el Libro de Josué en el capítulo cuatro se narra la historia del mandato Dios hacia Josué para elegir doce hombres, uno de cada tribu, con el objetivo de edificar un monumento de doce piedras en la mitad del río Jordán.

“Josué llamó a los doce hombres que había elegido, y les dijo: “Vayan hasta la mitad del Jordán, delante del cofre del pacto de nuestro Dios, y saque cada uno de ustedes una piedra del río, una por cada tribu de Israel, y échesela al hombro. Con estas piedras harán un monumento, y cuando sus hijos les pregunten qué significan, ustedes les dirán que, cuando los sacerdotes entraron al río con el cofre del pacto, las aguas del Jordán dejaron de correr. Así que estas piedras les recordarán siempre a los israelitas lo que Dios hizo aquí””.

Josué 4:4-7 (TLA)

Así como en aquel entonces los Israelitas hicieron monumentos con las piedras, aun ha quedado marcado en nuestro tiempo, y lo seguimos viendo. De la misma manera quiero que vean y hagan de este libro su monumento, que cuando sus hijos, nietos, amigos o cualquier persona que los vea con este libro y les pregunten el porque lo leen o porque lo tienen, ustedes puedan decir: Este libro me recordara siempre lo que Dios hizo con alguien que no lo merecía, este libro me dará la esperanza de que algo quiere hacer Dios conmigo, y tiene para mí.

Así mismo este libro va dedicado a todos los bebes, todos los niños, todos los jóvenes, todos los adolescentes, todos los padres, todos los abuelitos, va dedicado a toda mi generación.

Dedicado a todas esas personas que caminaron conmigo hasta el día de hoy. Sin su compañía y mi experiencia con cada uno de ustedes este libro no hubiera sido posible, muchas gracias por ser parte de mí. No hay culpables en esta historia, yo también lastime, por eso me era necesario encontrarme en Dios para sanar y así poder compartir mi historia con cada uno de ustedes.

Muchas gracias a todas las personas que caminaron conmigo en el transcurso de mi vida, nunca es tarde para empezar de nuevo, el brazo de Dios aún no se ha cortado y todavía hay esperanza en Cristo Jesús.

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”.

Proverbios 4:23

Mi Mamá se quedó conmigo

Mi madre me tuvo a sus diecisiete años de y a sus diecinueve tuvo otra hija. Cuando yo tenía tres años y mi hermana un año de edad, mi padre nos abandonó y mi mamá salió de la casa en la que vivíamos con mi papá. Meses después conoció a un joven llamado Jared, que se veía mucho más responsable que mi papá y a él se le notaba que la quería enserio, estaban enamorados así que meses después entablaron una relación más allá de amigos y se fueron a vivir juntos, sin matrimonio, ni compromiso, solamente unión libre.

En el transcurso de mi crecimiento de alguna manera no sentía que hubiera algo que me uniera a Jared. Cuando cumplí cinco años mi mamá me dijo que Jared no era mi papá y que ella no sabía nada de mi verdadero papá, pero que viera a Jared como un papá. Tenía cinco años y no sabía con exactitud lo que pasaba, pero lo acepté porque también era obvio que él se esforzaba por vernos bien a todas, y que no nos faltara absolutamente nada; yo era consciente de que mi mamá no tenía la culpa de nada y que más bien ella se esforzaba por vernos bien y que nunca nos faltara nada, mucho menos su compañía, así que mi hermana y yo empezamos a ver a Jared como un papá, ciertamente algo nos costaba, pero lo asimilábamos de la mejor manera. Ya para este tiempo fuimos con mi mamá a una iglesia cristiana cerca de nuestra casa, y a mi mamá le gusto porque íbamos todos los domingos.

Pasaron algunos años y mi mamá tuvo un hijo con Jared y a este lo llamaron Salomón; ya meses después nos cambiamos de casa, fuimos a vivir frente a la casa del papá de Jared. En casa del papá de Jared, él estaba haciendo otro piso para irnos a vivir allá, y así fue hasta que cumplí nueve años.

Cumplida ya los nueve años algunos días después, llegando de la escuela a mi casa entré a mi cuarto y vi unas casas de juguete, una era para mí y la otra para mi hermana, ese regalo nos había dado nuestro papá que estaba en la cárcel e intentaba acercarse a nosotras, eso era lo único que teníamos y sabíamos de él en ese entonces por una de sus hermanas, que era mi tía obviamente. Pasados ya algunos meses, una de mis tías de parte de papá hizo una fiesta de cumpleaños para uno de mis primos, mi hermana y yo no fuimos hasta que una de ellas llamó a mi mamá y le pidió permiso para que vayamos a la fiesta de cumpleaños porque mi papá iba a estar ahí. Mi hermana y yo estábamos nerviosas porque íbamos a conocer a nuestro papá, íbamos a saber cómo era el, entonces mi mamá nos dio permiso, pero ella permaneció con la incertidumbre de lo que podría pasar y bueno, fuimos. Cuando llegamos a la fiesta de cumpleaños lo vimos con una señora y su hijo, cuando yo lo vi, sentía que mi corazón iba a explotar de los nervios que tenía, traté de controlarme y lo saludé. Cuando lo vi por primera vez, para mi tamaño yo lo veía alto, tenía la piel un poco morena, su cabello se veía como un rapado que estaba creciendo, estaba con una chaqueta de cuero negra, y apenas nos vio a mi hermana y a mí, nos abrazó. Yo trataba de asimilar todo lo que estaba pasando, porque era mucho para mí, porque además tenía otro hijo que en ese momento ya se había convertido en mi hermano. Así pasaron algunos días y él nos hacía invitaciones a salir, nos prometía juguetes, ropa, zapatos, cosas que nunca nos dio, siempre nos dejaba plantadas a mi hermana y a mí, y entonces yo me empezaba a cuestionar ¿Por qué? ¿Acaso no me quiere? ¿Y si me quiere, porque quiso conocerme o verme para después irse así?, en cierta manera si lo extrañaba, quería saber que era compartir con un papá que tú sabes que existe, yo le quería dar la oportunidad de redimirse, de darme respuestas a preguntas que tenía, no me importaba lo material, con Jared lo tenía todo, sin embargo, quería ver su interés por mí.

Eran raras las veces que hablaba con Jared, él nunca me preguntaba cómo estaba o como me sentía, o nunca me decía te quiero, también eran raras las veces en las que Jared me daba un abrazo o consejo sobre algo y era comprensible ¿saben? A todos nos cuesta dar algo que no tenemos, algo que no hemos recibido nunca y no lo juzgo porque sé que su vida tampoco ha sido fácil, así como tampoco le fue fácil aceptar que mi papá había regresado a nuestras vidas, pero de alguna manera yo quería experimentar ese amor de padre con mi papá, que en ese entonces había aparecido, tal vez él sí podía darme lo que yo necesitaba, hablando del vacío inmenso en mi corazón. Le di esa oportunidad y a pesar de que en ese momento de mi niñez no salí a compartir mi vida, o mi tiempo, siempre tuve abierto mi corazón hacia él, nunca lo odié, o de alguna manera me hice notar que estaba enojada. Después pasaron algunos meses, años en los que yo no volví a saber nada de él, y fue desde este momento en el que empezó a crecer más el vacío en mi corazón y la necesidad de llenarlo.

Al día siguiente después de este encuentro con mi papá, fuimos a la iglesia con mi mamá y una de las hijas del pastor de la iglesia que estaba liderando el ministerio de danza después del culto me buscó y me preguntó si quería danzar, si quería pertenecer al ministerio de danza, mi mamá estaba conmigo, solo la miré y ella me dijo: “Si quieres, sí”. Y le dije a la líder que si quería, ella me dijo que los sábados eran los ensayos a las nueve de la mañana. Así tuvieron que pasar largos meses de ensayo para poder presentarme al menos en dos canciones por tanto después de un largo año y algunos meses ya me presentaba todos los domingos en el altar. Realmente estar en un ministerio implica orar constantemente, leer la biblia, dedicar tiempo a las danzas para tener mejores líneas, mejores puntas, implica tener una relación con Dios, una intimidad, porque de ahí surge el querer darle la excelencia, lo mejor a Dios y que, cuando yo me subiera al altar, me subiera con la intención de agradar a Dios y no a los hombres, y no por obligación sino por amor, porque Dios nunca obliga a nadie, somos nosotros los que decidimos hacer todas estas cosas por amor a él, en respuesta a lo que él ya hizo por nosotros, esto es algo que aplica a cualquier ministerio, el que sea y también a una vida digna de llamarse cristiana, y claro, estas son cosas que en ese momento yo no hice.

Cuando ya tenía doce años me di cuenta de la existencia de un chico en la iglesia llamado Isaac. Isaac en ese tiempo tenía quince años, bien simpático, muy buen estudiante, buen hijo y para mí era como el chico perfecto. Poco tiempo después empezamos hablar por Facebook, nos empezamos a conocer un poco más porque hablábamos todos los días, y en una de esas conversaciones diarias le pregunté.

—¿Si tuvieras una hija, que nombre le pondrías?

Y el responde.

—Camila

Como a mí me gustaba demasiado Isaac, decidí hacer el nombre favorito de él, mi favorito y me cambié el nombre de Facebook, por Camila. Todas las personas que me conocían sabían que mi nombre verdadero es Karolinne, pero conforme iban entrando personas a mi vida les presentaba a Camila y su nueva personalidad. Era como si tuviera dos vidas o dos personalidades, a veces me sentía así y aquí es donde empieza la historia.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

Colosenses 3:23 (RVR1960).

En ese momento no lo hice bien, pero porque no conocía a Dios, no sabía a quién realmente servía. El altar es algo muy sagrado y estar ahí, requiere primeramente de comunión con Dios, relación con él, requiere dar la excelencia y lo mejor a Dios, porque él no es cualquier cosa, él no hizo cualquier cosa en la cruz; aun ahí en la cruz dio la milla extra, ¿y saben por qué? Porque no hay ni un versículo que diga que al él le tenían que dar puñetazos, abofetear o burlarse, ¿está escrito que lo hicieron? Si, pero el propósito de Jesús era ir a la cruz y ya, obviamente él cuenta que iba a ser entregado en manos de hombres pecadores, y que iba a ser escarnecido, azotado, crucificado (véase Mateo 20), pero el hizo y soportó más de lo que cualquiera de nosotros podríamos soportar hoy en día. Mi consejo es que cuando arreglen su cuarto, háganlo por amor a Dios, cuando alguien bota la basura en su cara y se vaya, ustedes recojan esa basura y bótenlo en el tacho de la basura por amor a Dios, aun si estas en la iglesia pero todavía no estas en ningún ministerio, saluda con amor a tu hermano de al lado o dale la bienvenida con amor a aquel que es nuevo, hasta lo que les parezca insignificante hacerlo, háganlo con amor para Dios, da de lo que Dios ya te ha dado (amor, gracia y misericordia), empecemos por las cosas pequeñas, simples. Y si ya sirves en un altar procura mantenerte conectado con la fuente de vida que es Dios, porque él es quien te subió ahí, no tu. Y todo, todo lo que hagan, hanganlo con amor.

Y recuerden; mi mamá no me dio cosa material como una casa, un carro, cien dólares, claro no me lo dio, pero fue la única que se quedó conmigo, compartiendo su tiempo, dándome su amor, su compañía y demás para que el día de hoy yo estuviera donde estoy, y créanme eso vale más que cualquier cosa material, nunca se dañaba, no se va y prevalece, así que jóvenes, sean agradecidos en todo momento y todo háganlo con amor desinteresado, sin esperar algo a cambio porque del cielo viene su recompensa.

Camila

Para empezar, yo nunca fui buena estudiante. ¿Y si lo fui? solo lo fui hasta tercer grado de escuela, de ahí empeoré en las notas con el transcurso de los años, y casi siempre he sido una de las notas más bajas en mis clases. Como yo empecé a crecer con ese vacío en mi corazón, yo trataba de buscar atención, refugio y llenura con personas, cosa que es el peor error que puede cometer el ser humano, porque las personas no son verdaderas, no son fieles, no son eternas, no son perfectas, somos carne y en algún momento nos vamos a ir de esta tierra, algún día vamos a fallar, no siempre vamos a estar ahí para los que nos necesitan, entonces cuando llenamos nuestro vacío con personas, nosotros tenemos dependencia de ellas y muchas de las veces basamos nuestra identidad y lo que valemos en personas y sentimos que si esa persona no está, o en algún momento se llega a ir, no somos nadie, nos sentimos incompletos, y es la peor manera de vivir.

“Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio”.

Salmos 16:1 (NVI)

Con el pasar del tiempo yo empecé a tener amigas y amigos, tuve muchos amigos con derecho.

Nadie quería nada serio conmigo, todos los chicos que conocí me buscaban para algo más que besos y abrazos, era evidente solo que, algunos eran directos, pero otros se insinuaban. Yo era muy ingenua y nunca accedí a esas propuestas con mis amigos con derecho, porque tenía miedo y siempre me aferraba a la idea de guardarme para el matrimonio, además no estaba acostumbrada ni me gustaba pasar en casa ajena, eso era algo que mi mamá me había enseñado y que a ella nunca le gustó. Pero también tenía amigos con derecho que no tenían valores ni principios y ellos si excedían la línea y como yo no tenía autoridad sobre mí, al principio lo tomaba desde una perspectiva de que estaba bien, desde una perspectiva de que era normal y yo decía: “Me quieren, esa es su manera de demostrar que soy importante para ellos”, pero después yo me sentía incomoda, no me gustaba, y terminaba alejándome de ellos sin dar explicaciones, claro que sí, eso no demostraba ningún tipo de amor por así decirlo, y como saberlo, si no lo conocía. Tenía miedo de conversarlo con mi mamá porque no sabía cuál iba a ser su reacción o que me iba a decir, tampoco podía contarle a mi papá porque él nunca estuvo y no lo conocía, tampoco podía hablarlo con Jared porque nunca conversábamos acerca de chicos, o cosas personales, ni a mis amigas porque yo pensaba que estaba bien, así me acostumbré a guardarme cosas para mí, a nadie le contaba lo que pasaba conmigo, me costaba abrirme a los demás, siempre hacia como que todo estaba bien, sea bueno o malo, pero todo estaba bien.

Cuando yo curso el año de décimo a primero de bachillerato, empiezo a juntarme con amigos que salían a fiestas y a tomar, yo no sabía lo que era eso, mucho menos lo que era un baile y la manera en la que ellos contaban sus experiencias, a mí me daba curiosidad, pero no era algo que anhelaba o quisiera experimentar. Y así, en una ocasión le pedí permiso a mi mamá para ir a una de estas fiestas, y no me dejó, pero tampoco me enojé ni me resentí, nada, porque no era importante para mí, me daba igual.

En este tiempo me habían dado una semana de vacaciones en el colegio; ya tenía quince años cuando Jared lleva a la familia a pasar el fin de semana en otra ciudad a casa de unos primos y familia. Cuando llegamos al lugar, su familia nos recibió muy bien, todos estaban fuera, en el patio compartiendo con los demás familiares, y no hubo necesidad de entrar a la casa para saludar. Así que me quedé fuera, cuando de repente sale un chico bien simpático, era alto, flaco, tenía unos quince a dieciséis años, y me llamó la atención. Este muchacho se acerca a saludar a mí familia y Jared nos presenta; este muchacho se llama Abraham. Cuando él se reía se le hacían hoyitos en las mejillas, y en ese momento se despertó un gusto de mi hacia él. Pero yo para nada me hacía notar que me gustaba, porque tenía miedo de que fuera igual que los demás chicos que yo ya había conocido, y además hacer notar que me gustaba de alguna manera implicaba tener una relación a distancia, y no sabía cómo iba a terminar y decidí mantener mi distancia con él, cosa que en ese fin de semana no pude controlar porque él también se me insinuaba y yo en cosas de sentimientos era muy débil, me dejé llevar por su manera de buscarme. En ese fin de semana pasamos muy juntos compartiendo con nuestras familias, sinceramente yo ya no quería irme, no quería que se acabe ese fin de semana, me había ilusionado mucho con la idea de que con él iba a estar “completa y feliz”, de que el si era verdadero y que con él iba a compartir mi vida. Llegó el momento de despedirse, Abraham y yo nos despedimos con un beso, nuestras familias se despidieron, y mi corazón anhelaba volverlo a ver.

Cuando llegué a mi casa después del viaje, días después empezamos hablar por Facebook, hacíamos llamadas, me llamaba Camila, él también pensaba que así me llamaba y lo único que hablábamos eran conversaciones básicas, por ejemplo: “¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en el colegio?”, el nunca intentó conocer mi alma o yo la de él y obviamente era una niña, que no sabía nada del amor de pareja. Así que en ese primer mes que comenzamos hablar, conversábamos como si ya fuéramos novios, y nuestras despedidas para ir a dormir eran como: “Te amo, descansa”. Y nunca me dijo si quería ser su novia, solamente nos hicimos la idea de que ya somos novios y ya. En mi inmadurez ya lo amaba, para mí él era mi prioridad, era diferente; y así empezamos como una “relación a distancia”.

Pasaron unas semanas y nuevamente viajamos con Jared a la misma ciudad donde vivía Abraham por feriado de carnaval, el papá de Abraham que era primo de Jared, una vez más nos dio posada, y en este viaje Abraham y yo ya no pasábamos tanto tiempo juntos, porque como era carnaval el salía siempre con sus amigos y a mí no me incluía en esas salidas. El salía por su parte con sus amigos y yo aparte con mi familia y también familia de él. El único tiempo en el que compartíamos era en la noche cuando él ya llegaba a la casa y nuestras familias compartían en la mesa conversaciones acerca de cómo iba el feriado. En un día de estos, mi hermana y yo habíamos decidido dormir en la sala con almohadas y cojines de los muebles, el hermano menor de Abraham también se nos unió, y estábamos acostados los tres en el piso de la sala, a lo que unos minutos después Abraham también se nos une y él se acuesta al lado mío, mi hermana y su hermano ya se habían quedado dormidos. Abraham y yo nos empezamos a besar, en eso el empieza a insinuarse como a querer algo más que besos, yo estaba asustada, y lo único que él me decía era: “Aquí tengo la protección”. A lo que yo le respondía: “No. Alguien nos puede ver o escuchar”. Realmente tenía mucho miedo, y además al lado de él estaba mi hermana, obviamente era un rotundo ¡No! Después de yo insistir que no, las palabras que él me dijo fueron: “Que floja”. Después de esto él se levantó enojado, y se fue. Cuando él se fue yo me quedé en shock, tratando de asimilar lo que había pasado. Esa noche algo se rompió dentro de mí, yo pensaba que me quería, que al menos esta ves había elegido bien al “chico perfecto” al cual le había abierto parte de mi corazón, pero cuando pasó todo esto, mi autoestima bajó más, yo ya no me sentía suficiente, me di cuenta que los chicos con los que yo había estado no estaban conmigo porque querían conocer mi alma, gustos o algo de mí, sino que estaban conmigo porque querían saber que les podía ofrecer más allá de mi alma, pensamientos o sentimientos. Yo estaba totalmente decepcionada y confundida porque ni siquiera me pidió perdón.

Al día siguiente no tocamos para nada ese tema, el hizo como que no pasó nada, y yo me quede como en plan de “Está bien”. En ese mismo día cuando yo también trataba de hacer como que nada pasó, él estaba en la cocina en su celular, y la mala costumbre que yo tenía era de ver a alguien con el teléfono en la mano, arrancárselo y correr, y eso fue exactamente lo que hice con Abraham, y corrí hasta un cuarto que había en la parte de arriba de su casa que estaba en construcción, y me encerré, me puse en la puerta hacer peso para que el no pudiera entrar mientras que yo leía sus mensajes. Mientras leía, vi que el conversaba con otras chicas, y lo que me decía a mi les decía a ellas; mi corazón se rompía en pedazos. Un poco tiempo después de que él estaba insistiendo con la puerta me quité, Abraham la abrió, me vio con lágrimas, y lo único que hizo fue quitarme su celular y enojarse conmigo, él se fue, y yo me quedé en esa habitación sola y pensando en que no era suficiente para nadie, de que nadie me tomaba enserio, y realmente le daba la razón a Abraham de enojarse conmigo después de haberle quitado de esa manera su celular. Y por eso más tarde yo lo busqué para hablar, y de alguna manera arreglar o al menos dejar las cosas claras, yo quería explicaciones, pero él no quería nada, incluso me dijo que terminábamos y que el ya no quería saber nada de mí, y hasta que me fui no hablamos, ni nos despedimos.

Mi familia y yo regresamos a casa, pero algo dentro de mi había cambiado para mal, me sentía más incompleta, vacía, triste, con mi corazón destrozado, estaba mal con las situaciones que me tenían confundidas de ese viaje, no podía pensar bien, no podía concentrarme bien en mis estudios. Yo asistía a mis clases, pero como no podía concentrarme dejaba mis trabajos a medias y no estudiaba como debía, así paso un tiempo hasta que sin darme cuenta ya había reprobado ocho materias, las más difíciles; nunca fui como responsable con mis estudios y tampoco era como que había alguien atrás de mí, aunque eso ya dependía de mí y nadie más, de alguna manera yo buscaba atención como un bebe. Jared siempre ha sido muy exigente con los estudios y si estaba ahí, siempre me presionaba, su forma de alentarme para este entonces era: “Estudia porque vas a perder el año, que vas hacer si pierdes el año?”, pregunta a la que yo no sabía que responder.

Llega el tiempo de exámenes, doy todos los exámenes que tengo que dar. Llega el día de los resultados finales, y mis resultados finales me dicen que perdí el año, y que lo tengo que repetir.

Para este tiempo ya no era solo yo, y no sabía cómo conversarlo o de qué manera contarle a mi mamá lo que pasaba conmigo, yo sabía que no era el momento para hablarlo, sentía que habían cosas más importantes que yo porque la familia de Jared pasaba por un proceso duro, la tía de Jared llamada Elisa tenía un cáncer muy avanzado, obviamente la visitábamos, compartíamos con ella pero tiempo después de luchar contra esa dura enfermedad murió, y cuando nosotros nos enteramos de esta noticia yo sabía que no era el momento. A mí y a la familia que Jared había construido con nosotros también nos afectó mucho la muerte de Elisa, porque la queríamos mucho. En ese momento Jared estaba de viaje por motivos de trabajo y yo acompañe a mi mamá al funeral. Cuando llegamos al funeral, mi mamá fue a saludar a la demás familia que estaba ahí; yo me sentía triste por lo que estaba pasando y use la situación para sentarme en la silla a llorar y a pensar en todo lo que pasaba conmigo, ya no me importaba tanto Abraham, porque ya tenía otras cargas más importantes que mis emociones, yo pensaba todo el tiempo en mi mamá, porque mi mamá estaba muy triste por la muerte de Elisa, y ahora que yo venga con otra mala noticia, ¡no podía! Yo tenía un montón de sentimientos revueltos, no sabía qué hacer con mi vida, no sabía cómo dar la cara ante mis problemas. Y la única persona en la que yo pensaba en ese momento era mi papá, yo pensaba en irme a vivir con él, en ese tiempo él era mi única salida (en una ocasión nos había llevado de paseo a mí y hermana a su casa. Si, después de tantos años apareció para llevarnos de paseo por donde vivía), por tanto, ya sabía dónde vivía y podía ir. Entonces dejé que pasen unos días después de la muerte de Elisa. Yo estaba asustada sin saber que hacer, sin saber que iba a pasar conmigo o en mi casa si se enteraban de mi error y, tomé la decisión de escaparme de mi casa. Le dije a mi mamá que me iba al colegio para ver mis notas, mi mamá me dio permiso y me dijo que no llegue muy tarde, para esto yo saco mi mochila con ropa por la ventana de mi cuarto, me despido de mi mamá, salgo, cojo mi mochila y me voy.