CFTE 12- Hermenéutica - Carlos A. Villanueva - E-Book

CFTE 12- Hermenéutica E-Book

Carlos A. Villanueva

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Beschreibung

El presente libro es parte de una serie de libros que tiene como objetivo principal, la formación ministerial, orientándola a la capacitación de hombres y mujeres con el llamamiento de Dios a cumplir con un servicio pastoral, misionero, evangelizador y de servicio a la iglesia local. Sus contenidos, orientados al ejercicio práctico del ministerio, siguen dos claros argumentos: la reflexión y la acción o aplicación. El libro se orienta a iluminar la mente, nutrir el espíritu, desafiar la conciencia y sobre todo "capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar al cuerpo de Cristo" (Efesios 4.12 NVI). Carlos H. Spurgeon, el gran predicador, dijo en uno de sus sermones: "La verdad es más dulce cuando acaba de salir de la Roca abierta, por eso leer la Palabra de Dios por uno mismo es la manera más segura de crecer en la gracia". Sin embargo, si el primer paso es leer la Biblia y reflexionar sobre ella, a esto, se le debe seguir su aplicación. Pero, ¿cómo aplicarla si no se la ha comprendido? Cuando hablamos de entender (comprender e interpretar) la Biblia, debemos tener presente la importancia de tener una idea clara de su contenido, saber cómo penetrar en el mismo texto y reconocer su intención. Por lo tanto, debemos conocerla y entender su sentido, a fin de poder aplicar a la vida diaria y a sus demandas tanto espirituales como humanas en nuestro caminar diario. Como entender la Biblia es un curso práctico de hermenéutica dividido en tres grandes áreas: • La interpretación de la Biblia • La interpretación frente al texto bíblico • Camino y resultados de la interpretación Nos ayudará a cumplir el desafío y responsabilidad de disfrutar de lo que representa el estudio e interpretación de la Escrituras.

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EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2018

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HERMENÉUTICA

Cómo entender la Biblia

Dr. Carlos A. Villanueva

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

© 2018 por Carlos A. Villanueva

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».

© 2018 Editorial CLIE

HERMENÉUTICA

ISBN: 978-84-16845-87-3

eISBN: 978-84-16845-88-0

Estudio Bíblico

Hermenéutica y exégesis

Carlos A. Villanueva

El Dr. Carlos A. Villanueva ha sido profesor por más de 30 años en el campo de Biblia en el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires (Argentina). Las materias en las que se especializó son Antiguo Testamento, exégesis bíblica, interpretación bíblica y teología bíblica. Dictó clases y conferencias en distintos países de América Latina. Además, de su tarea docente, fue Decano (Vice-Rector), Director del Departamento de Ciencias Bíblicas y Rector del Seminario internacional teológico Bautista hasta su retiro.

Autor de varios libros y artículos publicados en revistas evangélicas y católicas, ha colaborado en la primera edición en español del Nuevo Diccionario Bíblico (Editorial Certeza).

Estudió inicialmente en el Seminario Internacional Teológico Bautista y completó sus estudios doctorales en la Pontificia Universidad Católica Argentina, bajo la dirección del reconocido biblista Armando Levoratti.

Casado con su esposa Lidia desde hace 45 años, tiene 4 hijos mayores y siete nietos. En la actualidad está dedicado a la escritura y la investigación en relación con la Biblia. Participa en el comité de revisión de la NVI.

Contenido

Abreviaturas

Uso de este libro por el autor

Presentación por Alfonso Ropero

INTRODUCCIÓN GENERAL

UNIDAD I – LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA

Capítulo 1: Definiendo la interpretación bíblica

Definiciones

Objetivos

Herramientas

Capítulo 2: La Biblia se interpreta a sí misma

Exégesis intra-bíblica (intratextualidad)

El Antiguo Testamento se interpreta a sí mismo

El Nuevo Testamento interpreta al Antiguo Testamento

El Nuevo Testamento se interpreta a sí mismo

Capítulo 3: La interpretación y su historia (I)

El pueblo del Antiguo Pacto lee su Biblia

El pueblo del Nuevo Pacto lee su Biblia

Capítulo 4: La interpretación y su historia (II)

La interpretación en la Reforma Protestante

La interpretación en la Modernidad

La interpretación en la Posmodernidad

UNIDAD II – LA INTERPRETACIÓN FRENTE AL TEXTO BÍBLICO

Capítulo 5: Métodos de interpretación bíblica

Los intérpretes de la Biblia

Los métodos de la interpretación

El sentido de la interpretación

Capítulo 6: La preeminencia del texto

¿Qué es el texto?

¿Qué propiedades tiene el texto?

¿Qué tipos de texto existen?

¿Qué es un texto confiable?

¿Qué es seleccionar y delimitar el texto?

Capítulo 7: El texto en su contexto

¿Qué es el contexto?

Distintos tipos de contexto

Capítulo 8: El estudio del texto (I)

El valor de las palabras

La importancia de la gramática

Capítulo 9: El estudio del texto (II)

El estudio de la Biblia y las figuras literarias

El estudio de la Biblia y los géneros literarios

UNIDAD III – CAMINO Y RESULTADO DE LA INTERPRETACIÓN

Capítulo 10: Pasos para interpretar el texto bíblico

Análisis textual

Análisis morfológico, gramatical y sintáctico

Análisis contextual

Capítulo 11: Las enseñanzas del texto bíblico

Biblia y teología

Análisis teológico

Discernir la relevancia del texto bíblico

Capítulo 12: Predicando del texto bíblico

El uso de la Biblia en la iglesia

El uso de la Biblia en la predicación

El uso de la Biblia en la homilética

El Espíritu Santo y la comprensión de la Biblia

TAREAS PARA EL HOGAR

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA

Abreviaturas

En el presente libro se utiliza la Nueva Versión Internacional de la Sociedad Bíblica Internacional (NVI) para todas las citas bíblicas. En otros casos, se sigue el texto hebreo de la Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS); en el caso del texto griego, de la Septuaginta (LXX); y en el caso del Nuevo Testamento, el texto griego que se usa es The Greek New Testament (4ª edición). Cuando se citen otras versiones de la Biblia se indicará mediante las siglas correspondientes. Las abreviaturas utilizadas son las siguientes:

BHS

Biblia Hebraica Stuttgartensia.

DHH

Dios habla hoy.

Gr.

The Greek New Testament

. 4ta. ed.

United Bible Societies

.

LA

Biblia para todos

. Traducción en lenguaje actual.

LBLA

La Biblia de las Américas.

LXX

Septuaginta.

RVR

Santa Biblia

. Versión Reina-Valera, revisión de1960.

Libros de la Biblia

Antiguo Testamento

Génesis

Gn.

2 Crónicas

2 Cr.

Daniel

Dn.

Éxodo

Éx.

Esdras

Esd.

Oseas

Os.

Levítico

Lv.

Nehemías

Neh.

Joel

Jl.

Números

Nm.

Ester

Est.

Amós

Am.

Deuteronomio

Dt.

Job

Job

Abdías

Abd.

Josué

Jos.

Salmos

Sal.

Jonás

Jon.

Jueces

Jue.

Proverbios

Pr.

Miqueas

Mi.

Rut

Rt.

Eclesiastés

Ec.

Nahum

Nah.

1 Samuel

1 S.

Cantares

Cnt.

Habacuc

Hab.

2 Samuel

2 S.

Isaías

Is.

Sofonías

Sof.

1 Reyes

1 R.

Jeremías

Jer.

Hageo

Hag.

2 Reyes

2 R.

Lamentaciones

Lm.

Zacarías

Zac.

1 Crónicas

1 Cr.

Ezequiel

Ez.

Malaquías

Mal.

Nuevo Testamento

Mateo

Mt.

Efesios

Ef.

Hebreos

He.

Marcos

Mr.

Filipenses

Fil.

Santiago

Stg.

Lucas

Lc.

Colosenses

Col.

1 Pedro

1 P.

Juan

Jn.

1 Tesalonicenses

1 Ts.

2 Pedro

2 P.

Hechos

Hch.

2 Tesalonicenses

2 Ts.

1 Juan

1 Jn.

Romanos

Ro.

1 Timoteo

1 Ti.

2 Juan

2 Jn.

1 Corintios

1 Co.

2 Timoteo

2 Ti.

3 Juan

3 Jn.

2 Corintios

2 Co.

Tito

Tit.

Judas

Jud.

Gálatas

Gá.

Filemón

Flm.

Apocalipsis

Ap.

USO DE ESTE LIBRO

Este libro ha sido diseñado y escrito como una ayuda al lector de la Biblia para que pueda apreciar, aún más, del lugar de la Palabra de Dios, especialmente para quienes están sirviendo en algún tipo de ministerio. Se puede usar de distintas maneras; en primer lugar, para el uso individual, debemos reconocer que el estudio independiente ha sido, y es, uno de los métodos de educación tradicionales entre el pueblo evangélico. En segundo lugar, se puede usar para el estudio grupal; esta es una manera de aprovechar mejor el material, pues la participación en un grupo es de mucha ayuda, puesto que pueden apoyarse en el enriquecimiento que implica el compartir. Finalmente, se puede usar como libro de texto para materias de hermenéutica, o interpretación bíblica, en instituciones teológicas, o congregaciones que tengan programas de formación ministerial.

La organización del material está dividida en 12 lecciones (capítulos) que debieran leerse por semana. El texto contiene los contenidos esenciales de los diferentes temas que trata y actividades de aprendizaje (que se encuentran resaltados) para que el lector aplique o repase lo que ha estado leyendo. En los grupos de estudio, además del estudio personal debe haber la posibilidad de compartir esas actividades bajo la guía de un tutor. En este caso el discípulo es responsable de la lectura cuidadosa del texto, de manera que al reunirse puedan compartir y modificar -—de ser necesario— sus respuestas. En todos los casos pedimos que se lean los pasajes bíblicos indicados, pues son claves para la comprensión del texto. El cumplimiento de las tareas para el hogar que figuran al final del libro tiene como finalidad afirmar los temas centrales de cada uno de los capítulos / lecciones del libro.

El lector notará que con frecuencia se citan a diversos autores que han escrito sobre temas relacionados con una visión general de la Biblia. Las citas transcriptas son el resultado de una cuidadosa selección de materiales, hecha con el propósito de dar oportunidad al discípulo de tomar contacto con la literatura que el autor mismo ha utilizado para su estudio personal del tema. De este modo, estas citas pueden ser útiles para ilustrar, ampliar, aclarar y fundamentar los conceptos desarrollados en este libro de texto. A su vez, las fuentes están indicadas como notas al pie de página, para que el lector pueda referirse a ellas en caso de tener interés en profundizar el tema. Al final de cada capítulo se incluye una bibliografía para “profundizar el tema,” que no es exhaustiva, pero presenta algunos de los materiales publicados más significativos especialmente en lengua castellana sobre el tema que trata cada uno. Al final del libro se presenta una bibliografía general del contenido del libro.

En los casos de los grupos de estudios, es importante que el que coordina (maestro o tutor) actúe en clase como moderador en el repaso del contenido del libro, la realización de los ejercicios, y la asignación de las tareas para el hogar. Se sugiere que el maestro o tutor no dicte clases a la manera tradicional, sino que procure cumplir el papel de dinamizador de la discusión y el diálogo alrededor de los contenidos del libro. Para ello, deberá estar preparado para responder a las preguntas de los discípulos, especialmente para aplicar a las situaciones concretas, propias de cada contexto, los contenidos que se discutan.

En todo el proceso de enseñanza-aprendizaje debería tenerse muy presente que el propósito de este material no es impartir información sobre el tema que trata, sino producir cambios de conducta. El fin es que el encuentro con el mensaje de La Palabra de Dios guíe al lector a ajustar la vida y servicio cristianos en términos del significado y el valor de la Biblia para la comunidad de fe y para la extensión de su Reino. Si después de estudiar estas páginas, los lectores aprenden a vivir y servir mejor como ciudadanos del reino de Dios y miembros de su congregación, este material habrá cumplido su propósito fundamental.

PRESENTACIÓN

El contenido de este libro está avalado por tres décadas de dedicación a la enseñanza bíblica y teológica por parte del autor en el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires (Argentina). En lo personal el autor es un lector creyente de la Escritura interesado en que el pueblo cristiano lea por sí mismo la Escritura y lo haga de un modo que pueda extraer de la misma toda la riqueza de su contenido. Sin embargo, en la Biblia se da una extraña paradoja, como señala el autor: Es la vez un libro difícil y fácil de leer. Es difícil porque el contexto en el que surgió está muy alejado del nuestro. Esta lejanía se da en el plano cronológico, lingüístico y cultural. El lector se puede encontrar con palabras, relatos y acciones que son más o menos distantes a su realidad. Al mismo tiempo, es fácil porque habla al corazón del ser humano, y a pesar de la distancia cronológica, geográfica o cultural, el ser humano tiene las mismas necesidades y enfrenta los mismos desafíos, por eso la Escritura, más allá de su contenido histórico y religioso, es esencialmente práctica en su finalidad. No es un manual de teología, historia o espiritualidad. Es un libro que nos interpelada individualmente con vistas a una decisión personal: creer y vivir conforme al plan de Dios revelado en ella, plan que se concreta y se encarna en la persona de Jesús de Nazaret, Señor y Salvador del mundo.

Para no errar el blanco y fracasar en nuestra empresa de seguir a Dios y vivir conforme a su Palabra revelada, es del todo imprescindible aplicar una hermenéutica o ejercicio interpretativo de su texto, según las reglas o principios que los exégetas y estudiosos de la Biblia han ido perfilando a lo largo de los años. Esto no repercute negativamente en nuestra lectura personal de la Escritura, ni interfiere en nuestra aproximación libre a la misma, sino al contrario, las refuerza notablemente al darnos pistas y claves para sumergirnos en su texto con devoción e inteligencia, según el consejo paulino de orar con el espíritu, pero también con el entendimiento (1 Co. 14,15).

Además tenemos que tener en cuenta otro aspecto del estudio bíblico, que generalmente se pasa de manera superficial, a saber, su aplicación. En el caso de la Biblia, y su lectura creyente, no basta solo el análisis y la interpretación histórico-gramatical más correcta posible. Esto es solo el principio, la condición para el fin que la revelación divina persigue: guiar nuestra experiencia creyente mediante la sabia aplicación a nuestra situación presente las verdades y principios reveladas hace ya milenios en ese libro inspirado que da testimonio de Dios y Jesucristo, a quien Él ha enviado.

Por otra parte, aunque el fin primordial es analizar y enriquecer nuestra experiencia cristiana de comunión con Cristo desde la misma Palabra de Dios, esto no se consigue mediante una lectura individualista, ajena a los principios que rigen la interpretación correcta de su texto y contexto. Todo aquel que tenga una idea más completa de la naturaleza de la Biblia y su interpretación, estará más capacitado para beneficiarse en la práctica de su vida, de su fe y de su espiritualidad, gracias a los frutos resultantes de una lectura atenta y un estudio riguroso de carácter hermenéutico.

Con inteligencia pedagógica, el autor de este manual, el Dr. Carlos Villanueva, va guiando al lector en todos aquellos aspectos y materias que intervienen en el estudio e interpretación de la Biblia en una serie de capítulos y lecciones con sus correspondientes ejercicios, que nos van introduciendo en todo lo que tenemos que saber sobre la interpretación de la Biblia y su aplicación.

El autor aborda, como no podía ser de otra manera, la no siempre fácil relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y el problema con las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo. Del mismo modo nos introduce en la historia de la interpretación, comenzando por los hebreos, primeros receptores de la revelación, “de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Ro. 9,4). Nos introduce en la interpretación judía y la inmensa literatura generada por los rabinos, codificada en la Misná, la Tosefta y el Talmud. A continuación pasa a la interpretación cristiana de la Biblia, desde el período judeocristiano hasta el presente, con especial atención a la Reforma del siglo XVI. Un interesante recorrido histórico que nos ofrece un panorama cabal de los caminos recorridos por la hermenéutica judía y cristiana, que nos ayuda a evaluar y evitar los errores en los que se puede caer en el estudio bíblico.

Le sigue un bloque de estudios sobre el texto bíblico, su naturaleza y fiabilidad, las peculiaridades de las figuras literarias y de los géneros literarios, imprescindibles a la hora de interpretar correctamente el texto bíblico. Cierra la obra con una serie de pasos para comprender el texto bíblico y su relación con la teología y la predicación. Todo esto, y muchos más, hace de esta obra un manual completísimo para el estudio personal o en grupo; en seminarios e institutos bíblicos. Escrito con rigor académico y con voluntad pastoral, estamos ante uno de los mejores textos de hermenéutica escritos en nuestro idioma.

Alfonso Ropero Berzosa

Director editorial de CLIE

Introducción General

No se puede sobredimensionar la importancia de la lectura de las Escrituras. Carlos H. Spurgeon, el gran predicador, dijo en uno de sus sermones:

Carlos H. Spurgeon: “Los sermones y los libros están muy bien, pero los ríos que recorren una gran distancia sobre la tierra, gradualmente recogen algo de basura del suelo sobre el que fluyen y pierden la frescura que los acompañaba al salir del manantial. La verdad es más dulce cuando acaba de salir de la Roca abierta, pues ese primer chorro no ha perdido nada de su vitalidad ni de su carácter celestial. Siempre es mejor beber agua del pozo, que del tanque de almacenamiento. Ustedes se darán cuenta que leer la Palabra de Dios por ustedes mismos, leer esa Palabra más que comentarios y notas acerca de ella, es la manera más segura de crecer en la gracia”.1

Si el primer paso es leer la Biblia y reflexionar sobre ella, a eso debe seguirle su aplicación. Pero ¿cómo aplicarla si no se la ha comprendido? Cuando hablamos de entender (comprender, interpretar) la Biblia debemos tener presente que la referencia es a tener una idea clara de su contenido, saber cómo penetrar en el mismo, reconocer su intención.2 El pueblo cristiano ha afirmado que la Biblia es su única regla de fe y práctica. Por lo tanto, debemos conocerla y entender su sentido, a fin de poder aplicar a la vida diaria sus demandas.

Un dato para resaltar es que la fe cristiana es la única religión que nació con un libro sagrado ya existente. En general, las religiones elaboraron sus propios textos sagrados. Pero la fe cristiana, cuando nació Jesús, vio allí el cumplimiento de la antigua profecía (Isaías 7), es decir, aceptó la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) como su texto sagrado. El mismo Jesús aceptó y proclamó su autoridad.3 No obstante, persiste la necesidad de entender la Biblia.

Uno de los problemas con los que se encuentra la persona que se propone leer la Biblia en su totalidad, es la dificultad con la que choca al enfrentar ciertas secciones de la misma; dificultad que puede terminar desanimándolo. Como ya se hizo referencia en mi libro Panorama de la Biblia, la Biblia es un libro difícil y fácil de leer. Es difícil porque el contexto en el que surgió está muy alejado del nuestro. Esta lejanía se da en el plano cronológico, lingüístico y cultural. El lector se puede encontrar con palabras, relatos y acciones que son más o menos distantes a su realidad.

Sin embargo, como ya se ha dicho también, la Biblia es fácil de leer. Es fácil porque habla al corazón del ser humano, y a pesar de la ya mencionada distancia cronológica, geográfica o cultural, el ser humano tiene las mismas necesidades y enfrenta los mismos desafíos. En este sentido, la Biblia es un libro para todos los seres humanos y no solo para algunos. Somos conscientes que en la Palabra de Dios encontramos pasajes difíciles de comprender, o textos que parecen no tener valor para el cristiano contemporáneo, como las genealogías. Pero, si como escribió el apóstol, toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia (2 Ti. 3.16, 17), entonces debemos acercarnos a ella buscando lo que tiene para darnos.

El cristiano comprometido con su fe se encuentra desafiado a obedecer la Palabra de Dios. Jesús mismo hizo este énfasis cuando respondió a una mujer: “Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen (Lc. 11.28). También Santiago desafió a no contentarse solo con escuchar la Palabra, sino que hay que llevarla a la práctica (Stg. 1.22). El salmista escribió que la Palabra de Dios es lámpara y lumbrera que guía (Sal. 119.105). Creemos y afirmamos que el crecimiento de nuestra relación con Dios tiene uno de sus pilares en la lectura y práctica de la Palabra; de la misma manera, proclamamos que ella es fuente de vida (Jn. 6.63).

La Biblia es la expresión en palabras humanas de la Palabra de Dios, dirigida a los seres humanos para su salvación. A esta Palabra, el ser humano debe responder, no solo escuchándola, sino también comprendiéndola, a fin de que la pueda obedecer. La iglesia cristiana ha practicado la interpretación de la Biblia desde siempre. Cada vez que ha desafiado a vivir de acuerdo a la misma, se ha visto en la necesidad de definir qué estaba desafiando a hacer.

Si obedecer a la Palabra de Dios es tan importante, la pregunta es ¿cómo conocer o comprender lo que Dios demanda de mí? Si la Biblia es una fuente de recursos para el crecimiento espiritual, ¿cómo acceder a esos recursos? Si la Biblia es dirección y vida, ¿cómo usarla para que nos guíe y de vida? La respuesta a estas preguntas es el objetivo principal de este libro. No se trata de un libro que presenta la interpretación de la Biblia como un simple ejercicio intelectual, sino con un propósito específicamente práctico. El objetivo es proveer las herramientas para que, al leer las Escrituras, el lector pueda comprenderlas con provecho para su vida espiritual.4

Tras dos mil años de interpretación cristiana, ¿puede quedar todavía algo por descubrir acerca de la Biblia? A quienes se dedican a los estudios bíblicos se les suele hacer esta pregunta. Una respuesta correcta es que aún quedan por realizar investigaciones fundamentales, porque los descubrimientos de los tiempos actuales (como los manuscritos del mar Muerto y otros) han mejorado nuestro acceso al mundo en que nació la Biblia. La arqueología está sacando continuamente a la luz datos y más datos sobre las realidades físicas de la vida en el mundo bíblico; y los nuevos testimonios lingüísticos arrojan nueva comprensión sobre el significado de los textos bíblicos. La nueva información justifica una nueva investigación.

Pero los textos antiguos no requieren solo investigación, sino también interpretación. Cuando tengamos el texto más exacto posible de los libros bíblicos y todo el conocimiento que brinda la investigación, todavía nos veremos enfrentados a esta pregunta: ¿qué quiere decir la Biblia? Esta pregunta no se puede responder de una vez para siempre; y no porque la Biblia cambie, sino porque para captar su significado hacen falta dos cosas: el texto y su intérprete, el autor y el lector. Y los lectores-intérpretes hacen preguntas diferentes en cada época. De ahí que surjan aspectos diferentes del significado del texto. La tarea de la interpretación, a diferencia de la labor investigadora, nunca está terminada, ni siquiera teóricamente.

Hace un tiempo, el erudito católico argentino Armando J. Levoratti escribió que muchos lectores piensan, quizás ingenuamente, que el escritor es el único autorizado a decidir sobre el sentido de su obra y que es válido solamente el sentido reivindicado por él.5 Ya sea en las cartas como en los poemas, el autor tiene en mente a un lector, como nos muestran las cartas de Pablo. Sin embargo, su mensaje no se agota en esto. Este es uno de los grandes milagros de la Escritura, que trasciende a los primeros lectores para alcanzarnos también a nosotros.

En cuanto a la actividad del lector, es importante que esté dispuesto a escuchar lo que la obra dice y asumir frente al texto una actitud receptiva. Una misma obra leída por un crítico o un ama de casa tienen direcciones diferentes, aunque no debe caerse en un escepticismo hermenéutico/interpretativo. No todo vale. Aunque el sentido del texto no proviene solamente de la persona que lo está leyendo, este no está excluido de la aplicación final del mismo.

Carlos Mester cuenta una “parábola”, con la que quisiera terminar esta Introducción. Aunque es un texto algo extenso, el propósito es que la lean y saquen de ellas algunas conclusiones.

Carlos Mester: “En aquel pueblo había una casa. La llamaban Casa del Pueblo. Muy antigua, bien construida. Tenía una puerta ancha y bonita: daba sobre el camino por donde pasaba el pueblo. Puerta extraña aquella. El umbral eliminaba la separación que existía entre casa y camino. Quien entraba por ella, parecía seguir en la ruta. Y quien pasaba por el camino creía ser acogido y envuelto por la casa. Nadie jamás se había dado cuenta del hecho, pues era una cosa tan natural, como es natural la luz y el calor cuando brilla el sol en el cielo. La casa formaba parte de la vida del pueblo, gracias a la puerta que unía la casa al camino y el camino a la casa. Era una plaza alegre, donde la vida se desarrollaba, donde todo se discutía, donde el pueblo se encontraba; la puerta quedaba abierta día y noche. Por el uso y el tiempo estaba gastado el umbral.

Un buen día llegaron dos sabios. Venían de lejos. No eran de allí. No conocían la casa. Solo habían oído hablar de su belleza y antigüedad. Querían conocerla. Eran señores que sabían juzgar sobre cosas antiguas. Vieron la casa y se dieron cuenta de su extraordinario valor. Y pidieron permiso para quedarse allí: tenían ganas de estudiarla. Habían encontrado una puerta al costado de la casa. Para realizar sus estudios, entraban y salían por allí. No querían ser molestados por el barullo y la charla del pueblo en la puerta del frente. Querían tener la tranquilidad necesaria para sus reflexiones. Y se ubicaron allá dentro, lejos de la puerta del pueblo, en un rincón oscuro, absortos en la investigación del pasado de la casa.

El pueblo, entrando en su casa, los veía entre grandes libros y complicadas máquinas. Llegando a sus puertas, la gente sencilla los miraba en silencio. Y callaba para no molestarlos. Sentían por ellos gran admiración: ‘¡Estudian la belleza y la historia de nuestra casa! ¡Son doctores!’ Avanzaban los estudios. Ambos descubrían lindas cosas que el pueblo no conocía, aunque todos los días las viese en su casa. Obtuvieron licencia para raspar algunas paredes y habían descubierto antiguas pinturas que representaban la historia de la vida del pueblo, historia que el pueblo no conocía. Excavaron al pie de las columnas y consiguieron rehacer la historia de la construcción de la casa; historia que ya nadie recordaba. El pueblo desconocía el pasado de su vida y de su casa, porque su pasado estaba dentro de él, detrás de sus ojos, ojos que no se observan a sí mismos, sino que miran todo lo demás, orientando su vida al futuro. Por la noche, en las veladas, mezclados con el pueblo, los estudiosos contaban sus descubrimientos. Y en el pueblo crecía la admiración por su casa y por los doctores.

Los días iban pasando. El pueblo, al entrar en su casa, comenzó a callarse; una casa tan rica y noble, tan discutida y famosa en el mundo entero, merecía todo respeto. Bastante diferente de la vida sencilla y barata del camino cercano. Tenían que respetarla un poco más. Aquel no era un lugar de charlas y bailes. Todo el mundo pensaba así. Y así comenzaron a obrar. Algunas personas del pueblo ya no entraban por la bulliciosa puerta del frente. Preferían el silencio de la puerta lateral de los estudiosos. Evitaban el ruido del pueblo. Entraban a su casa, no para encontrarse y charlar con los demás, sino para conocer mejor la belleza de su casa, la Casa del Pueblo. Y recibían explicaciones de los doctores sobre la casa que el pueblo tanto conocía y que parecía ahora no conocer más. Y así, poco a poco, la Casa del Pueblo, dejó de ser del pueblo. Todos prefirieron la puerta de los doctores. Allí recibían un folleto que les explicaba las cosas antiguas y raras, descubiertas en la casa.

El pueblo se convenció de que realmente era ignorante. Eran los sabios los que conocían y sabían las cosas del pueblo, y mejor que el propio pueblo. Así pensaban todos. Ahora, entrando en su propia casa, el pueblo permanecía silencioso y tímido. Como si estuviera en casa extraña, de tiempos idos y que no conocía. Observaba y estudiaba, folleto en mano, en pequeños grupos, rondando en la penumbra. Ya nadie se acordaba de aquellos tiempos en que, juntos, brincaban y danzaban en el lugar donde ahora estudiaban, miraban con seriedad, imitando a los doctores, librito en mano, repitiendo la lección. Poco a poco la puerta de entrada cayó en el olvido. Una tormenta de viento la cerró. Nadie se dio cuenta. Pero no se cerró del todo. Quedó una estrecha rendija. Creció la gramilla en el frente. Y, por falta de uso, crecieron los yuyos, cubriendo la entrada. Hasta el camino cambió de aspecto. Ahora es solamente camino. Nada más. Triste y desierto, callejón sin salida, sin los encuentros del pueblo que por allí pasaba.

La puerta lateral recibía al pueblo que entraba y miraba, admirado y extasiado. ¡Tanta riqueza desconocida! Por dentro la casa quedó más oscura por faltarle la luz que venía del camino. Lámparas y velas suplían su ausencia: pero la luz artificial modificaba los colores. El tiempo fue pasando. La alegría del descubrimiento decayó. Disminuía la concurrencia popular que visitaba la casa por la puerta del costado, la de los sabios. Y la puerta del frente, la del pueblo, ya no existía. Nadie se acordaba de ella.

El pueblo estudioso, un puñado de gente, con ilustres visitantes de otros lugares, continuaba frecuentando la casa del pueblo por la puerta de los sabios. Allá dentro hacían sus reuniones discutiendo las cosas antiguas de la casa, cosas del pasado. El pueblo sufrido, la gente humilde, pasaba por el camino desolado y triste. Nadie se interesaba por las cosas antiguas. Nadie entendía las discusiones de los doctores. Vivía su vida, eso hacía. Pero en verdad, algo le faltaba. No sabía qué, puesto que no se acordaba más. Faltaba una Casa que fuese realmente del Pueblo.

Cierta noche sucedió que un viejo mendigo, sin techo y sin tener para vivir, penetró en el matorral que crecía junto al camino, buscando abrigo. Y allí vio, sin saber qué era, una abertura y por ella penetró. Ante su vista se levantaba una casa enorme. Una casa muy bella, y lo dejó muy contento. Le parecía estar en el camino y, no obstante, se sentía muy bien cobijado. A la noche siguiente regresó. Y volvía siempre. Se lo dijo a sus amigos, todos ellos mendigos y pobres como él. De tanto salir y entrar por la puerta del frente, la gramilla fue pisoteada y el matorral desapareció. Una estrecha senda se formó en el suelo, se abrió un camino nuevo. Siendo tantos los amigos que querían entrar, empujaron la puerta y cedió. Y quedó bien ancha la entrada, tanto como para que el pueblo pudiera pasar, para que el sol entrara. La casa se iluminó por dentro, y quedó más bella. Allí se quedaron con gusto. Y fue inmensa la alegría del pueblo.

Un sabio se escondió, de noche, en un rincón de la casa. Vio entrar al pueblo, sin pedir permiso, para saltar y bailar, hablar y reír, para cantar y sentirse a gusto, para encontrarse con los demás. Le gustó mucho ver esa alegría en la casa y se olvidó por un momento de las antiguas riquezas. Descubrió en aquel momento que todo aquello que tanto había estudiado, tenía que haberlo hecho por el pueblo, para que el pueblo pudiera alegrarse en la vida. El error estaba en la puerta lateral. Esta había desviado al pueblo de la puerta del frente, había separado al camino de la casa y a la casa del camino, había hecho la casa más sombría y más extraña al pueblo, había vuelto desierto y triste al camino, un callejón sin salida. Y empezó, él también, a entrar por la puerta del frente.

Entrando por la puerta del frente, miraba la riqueza y la belleza de la casa desde un ángulo de vista que aún no conocía. Contemplada a la luz que venía del camino y ante la alegría del pueblo, la casa revelaba bellezas que los libros no enseñaban y las máquinas no descubrían. Para él, la casa se tornó como una majestuosa montaña que el sol ilumina de golpe, con sus innumerables rayos, amarillos y rojos, al clarear el nuevo día. Todo cambió aunque nada hubiera cambiado; todo era como antes y todo era diferente. Comenzó a estudiar sus libros con ojos nuevos y descubría cosas que ni siquiera sospechaba. Incluso aumentó su gusto por el estudio”.6

He aquí un peligro y al mismo tiempo un desafío. El peligro es aceptar que los estudiosos sean quienes tengan el predominio del estudio del texto, negando al pueblo de Dios el gozo del mismo. El desafío es claro: es la responsabilidad del pueblo disfrutar de lo que representa el estudio e interpretación de las Escrituras. Disfrutar de ellas es una de las bendiciones que Dios le da.

EJERCICIO 1

La casa sobre el camino.

Responde a las siguientes preguntas y reflexiona sobre tus respuestas:

1.¿Qué representan la puerta y el camino?

2.¿A quiénes personifican los doctores y la gente?

3.¿Con cuál de ellos te identificas?

1. Charles H. Spurgeon, Cómo leer la Biblia (Sermón nº 1, 503) en http://www.spurgeon.com.mx. El autor hace referencia a 2 Pedro 3.18.

2. Ver la definición de “entender” en el Diccionario de la Real Academia (DRA). Microsoft® Encarta® 2008. © 1993-2007 Microsoft Corporation.

3. Robert L. Cate, Teología del Antiguo Testamento (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1996), 13.

4. Walter Henrichsen, Entendamos 24 principios básicos para interpretar la Biblia (Miami: Caribe, 1976), 10. “La interpretación bíblica es algo más que un pasatiempo intelectual que divierte a los teólogos. Ella abre nuestras vidas a la presencia de Cristo. Es la vida cristiana llevada en su plenitud”.

5. Armando J. Levoratti, “Biblia y literatura” (s/l: apuntes inéditos, s/f), 78.

6. Adaptación de la parábola de Carlos Mesters, El misterioso mundo de la Biblia (Buenos Aires: Bonum, 1977), 13-19.

UNIDAD UNO

LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA

En estos días finalesnos ha hablado por medio de su Hijo”.

Hebreos 1.1, 2.

Ya se ha afirmado en más de una ocasión la importancia de la Biblia para el pueblo cristiano. Hemos dicho que aunque hay mucho libro bueno, hay uno solo en el que podemos tener absoluta confianza para apoyar nuestra fe: LA BIBLIA.

John R. W. Stott: “Una vez oí decir a Alan Cole, de Sidney, que por más sorprendente que parezca, a veces Dios bendice una pobre exégesis de una mala traducción de una lectura dudosa de un oscuro versículo. Esto es verdad. Suele hacerlo. Pero eso no es una excusa para el descuido en la interpretación bíblica. Por el contrario, si la Biblia es la Palabra escrita de Dios, no deberíamos ahorrar esfuerzos ni trabajo para descubrir lo que él ha dicho (y dice) en la Escrituras”.7

Debemos reconocer que, en cuanto a la relación del pueblo de Dios con las Escrituras, estamos pasando por un tiempo difícil que se ha dado en llamar de analfabetismo bíblico. Hay tres aspectos que señalar en este sentido.

En primer lugar, a pesar de la gran cantidad de traducciones y ediciones de estudio de las Sagradas Escrituras, el pueblo de Dios no lee su Palabra. Es necesario volver a afirmar que la iglesia cristiana está pasando por un tiempo de alejamiento de la Palabra de Dios. Se venden Biblias, pero no se la lee ni se vive. Las Sociedades Bíblicas Unidas, se ha propuesto para este nuevo año (2014), enfatizar la lectura y aplicación de la Biblia más que sencillamente propagar el texto.

En segundo lugar, estamos asistiendo a un tiempo en el que desde los púlpitos no se predica la Biblia como se debiera. En 1742, Johann A. Bengel afirmó que “la Escritura es el fundamento de la iglesia, y la iglesia es la ‘guardiana’ de las Escrituras”.8 Cuando la iglesia tiene buena salud, las Escrituras brillan en el mundo al que la misma ha sido llamada a ministrar. Por el contrario, cuando la iglesia está enferma o débil, el mensaje de las Escrituras se diluye o se pierde. No es un secreto que en muchos lugares del mundo, la iglesia de Jesucristo se encuentra pasando por un período de “languidez” espiritual, pues le falta el auténtico alimento que es la Palabra de Dios. Este alimento ha sido reemplazado por cierta “comida rápida” o como se la ha llamado “comida chatarra”, que llena pero no alimenta. Entre las distintas crisis que el cristianismo contemporáneo debe enfrentar está la crisis de la teología exegética. La ignorancia de las Escrituras no solo se encuentra entre los creyentes, sino también a nivel del liderazgo.

Finalmente, se debe señalar el abismo existente entre la teoría y la práctica. Esta separación tiene dos direcciones. Por un lado, están los que asisten a las iglesias o grupos de estudio de la Biblia; escuchan con atención, pero eso no se transforma en acciones. Por otro lado, es necesario tener en cuenta que existe una brecha entre los pasos para una correcta exégesis, que se enseñan en los Seminarios e Institutos Bíblicos, y la aplicación de ellos en los sermones y estudios bíblicos.9 Posiblemente, en razón del poco tiempo y elementos que tienen la mayoría de los pastores para preparar sus sermones y estudios bíblicos, tienden a buscar llenar el estudio de la Palabra para prepararse en público con el uso de libros de bosquejos y sermones.

Un erudito católico, F. Dreyfus, publicó en 1975 un artículo que se convirtió en una especie de manifiesto hecho dentro de la Iglesia Católica criticando la situación de la exégesis bíblica en su contexto.10 Dreyfus intentaba establecer la diferencia entre una exégesis con una finalidad propia y exclusivamente científica, y una exégesis estrechamente ligada y ordenada a la vida de la iglesia. Este autor describía la exégesis propiamente científica como aquella que estudia el texto bajo todos los aspectos que pueden ser objeto de conocimiento. Su finalidad es el saber mismo y por sí mismo en torno a un texto. Para alcanzar tal finalidad, se utilizan todos los medios disponibles del saber humano y se excluye todo saber no racional. Semejante exégesis no va dirigida al gran público, al “pueblo de Dios”, sino solo a los especialistas.

Es este tipo de exégesis o interpretación bíblica el que alejó al pueblo de Dios de las Escrituras. De esta manera, se crearon lo que R. C. Sproul ha llamado los mitos que a fuerza de ser repetidos se convirtieron en indiscutibles.11 El primero es que la comprensión de la Biblia es tarea de los “teólogos”, como lo presenta con tanta claridad la parábola de Carlos Mester o en la afirmación de Gordon D. Fee y Douglas Stuart sobre la protesta del “lego contra los profesionales”.12 El resultado de todo esto fue que se alejó al pueblo de la Palabra y, como consecuencia, se quitó luz y vida al camino, es decir, a la vida cristiana. El segundo mito, y que se ha difundido especialmente entre los jóvenes, es que la Biblia es un libro aburrido, lleno de leyes o genealogías, que poco tienen que ver con el ser humano de hoy. Es notable que tanto desde el catolicismo (Dreyfus) como desde el mundo evangélico (Kaiser) se señale la crisis en la lectura e interpretación de la Biblia. Esto muestra que se trata de un problema que se ha generalizado en el cristianismo.13 Sin embargo, no nos podemos quedar en la simple enunciación de la situación actual lamentándonos sobre la misma, es necesario que la iglesia vuelva a sus orígenes, es decir, a la Palabra, a su lectura y comprensión, y sobre todo, a la aplicación de la misma.

EJERCICIO 2

¿Cuáles son los tres elementos que muestran que la iglesia está viviendo en una situación de analfabetismo bíblico?

1. .

2. .

3. .

¿Concuerdas con esta descripción? ¿Por qué?

 

 

 

 

 

7. John R. W. Stott, Cómo comprender la Biblia (Buenos Aires: Certeza, 1977), 197.

8. Johann A. Bengel (1687-1752), fue un pastor y erudito luterano; nació en Alemania, realizó una edición crítica del NT griego (1734), que se convirtió en el punto de partida de la crítica textual del NT.

9. Ver Walter C. Kaiser, Toward an Exegetical Theology (Grand Rapids: Baker Academic, 1998), 17-27.

10. F. Dreyfus, “Exégèse en Sorbonne, exégèse en Église”, Revue Biblique 82 (1975), citado en Horacio Simian-Yofre, Metodología del Antiguo Testamento (Salamanca: Sígueme, 2001), 13.

11. R. C. Sproul, Cómo estudiar e interpretar la Biblia (Miami: Logoi, 2004), 9-11.

12. Gordon D. Fee y Douglas Stuart, La lectura eficaz de la Biblia (Miami: Vida, 1994), 11.

13. En una conferencia realizada durante 2009 en el Seminario Internacional (Buenos Aires), Armando J. Levoratti, un reconocido biblista católico y consultor de las Sociedades Bíblicas Unidas, enfatizó la necesidad de volver a la Biblia en la tarea pastoral. Esto es otra indicación de que es un problema actual.

Capítulo 1

Definiendo la interpretación bíblica

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útilpara enseñar, para reprender, para corregiry para instruir en la justicia”.

2 Timoteo 3.16.

El párrafo o sección a la que pertenece este texto (3.10-17) se centra en el único imperativo del v.14 (“permanece firme en lo que has aprendido”).14 Tengamos presente que cuando Pablo escribe esta carta, él está al final de su vida, por lo que tiene el sabor de un testamento o enseñanza final a un hijo en la fe. Partiendo del conocimiento que Timoteo tenía de la Palabra (2 Ti. 2.15), el apóstol enfatiza ahora el origen divino y el valor práctico que ella tiene. En cuanto al origen divino, no propone una teoría de la inspiración, sino que parte de una convicción (“es inspirada por Dios”, una sola palabra en griego: θεόπνευστος, exhalada por Dios), y quería poner énfasis en la función crucial de la Palabra para el ministerio. La inspiración es la obra del Espíritu Santo de Dios, al hacer que los autores de la Biblia transmitiesen, es decir, escribiesen esa palabra o revelación de Dios que habían recibido. El acto de recibir, interpretar y transmitir la revelación de Dios involucra actividades tanto humanas como divinas. Luego, Pablo confirmó la “utilidad” de la Palabra de Dios para todo aspecto del ministerio del que quiera ser “siervo de Dios” (v. 17). La primera responsabilidad de este es utilizar las Escrituras para dar al pueblo una sana instrucción en el evangelio. Luego le siguen: “reprender”, es decir, señalar los errores; “corregir”, que tiene el sentido de guiar éticamente; y, finalmente, “instruir en justicia” (παιδεία, instrucción de niños), guiar a los nuevos creyentes en los caminos de Dios.

Una de las preguntas que ya nos hicimos es: después de dos mil años, ¿queda algo por descubrir acerca de la Biblia? Esta pregunta puede ser integrada con la siguiente: ¿los estudios anteriores no revelaron todo lo que había por conocer sobre el significado de las Escrituras? A estas preguntas vitales, que señalan la importancia de la interpretación de la Biblia, se le debe sumar otra: ¿qué significa interpretar la Biblia? Si bien es cierto que la Biblia está al alcance de todo cristiano y que el principal problema de la Biblia no es la falta de comprensión sino de lectura, no es menos cierto que en muchas ocasiones los lectores de la Biblia, más que recibir la palabra que ella quiere transmitir, la usan para apoyar sus propias ideas o enseñanzas, o pueden encontrarse con pasajes que le son muy difíciles de comprender. Cuando un hermano o hermana visita una librería cristiana buscando algún libro que lo ayude a entender mejor el texto bíblico, se encuentra con títulos como: Hermenéutica bíblica, Cómo comprender la Biblia, Lectura eficaz de la Biblia, Principios de interpretación bíblica, Comentario exegético y explicativo, etc.15 Allí se encuentra con términos, como hermenéutica, exégesis, interpretación (entre otros), que aunque crea que significan lo mismo, no es así. Es por eso que deben ser definidos. Al ver estos títulos, un lector que no conozca el significado de estos términos y lo que implican puede confundirse y buscar en alguno de ellos algo que no contiene. Es por eso que presentar una descripción de la terminología usada tiene importancia.16

Cualquier definición debe ser una declaración de las propiedades de cierta cosa, o una proposición que trata de exponer con claridad y exactitud las características específicas y diferenciadoras de algo, ya sea material o inmaterial. Por lo tanto, se necesita especificar el significado de estas palabras, de tal manera que no solo sea provechoso para este módulo, sino que ayude al lector cuando tiene que adquirir material para su estudio personal. Al presentar la definición de cada uno de estos términos, se pondrá el acento tanto en el significado lexicológico y del lenguaje común, como en las cualidades y alcances de cada uno de los mismos.

Definiciones

Vamos a definir algunas palabras que son claves para una mejor comprensión de las Sagradas Escrituras, como exégesis, hermenéutica e interpretación, y finalmente, entender y comprender. Cada uno de estos términos tiene algo que aportar al conocimiento del tema que nos ocupa.17

Exégesis18

Esta es quizás la locución más conocida y usada, pero al mismo tiempo es probablemente una de las menos comprendidas. En términos generales, se ha usado para referirse a cualquier acercamiento al texto de las Escrituras. Sin embargo, el término tiene un sentido particular que debemos considerar. Desde una perspectiva lexicológica, el término exégesis es una transliteración de una palabra griega, que tiene su origen en el verbo ἐξηγεῖσθαι y significa literalmente “extraer o guiar hacia afuera”. Esto tiene que ver con descubrir el significado de un texto. Se usa de manera general para referirse a la explicación de un texto, especialmente religioso.

Esto se contrapone a la palabra eiségesis, término que también viene del griego: εις, “adentro”, “entrar” más ἡγέομαι, “guío” o “dirijo”. La eiségesis consiste en atribuir a la Biblia (u otro texto) lo que uno quiere que diga, sin tomar en cuenta el significado del mismo. En términos generales, comienza con los pensamientos de las personas y termina con las palabras de ellas.19 A menudo se usa la eiségesis para apoyar creencias, cuando alguien cree algo y quiere usar la Biblia para justificarlo.20

En el texto bíblico no aparece el sustantivo exégesis, pero el verbo se encuentra varias veces (ver Jn. 1.18; Lc. 24.35; Hch. 10.8; 15.12; 21.19). En Juan 1.18 se ha traducido este verbo por “conocer”. Había una relación de intimidad permanente entre Dios el Padre y Dios el Hijo. Jesucristo (que vive en unión íntima con el Padre) es quien hace posible que el Padre sea conocido; es él quien lo da a conocer. Solo él reúne las condiciones para ser el Intérprete o Exégeta de Dios, lo que significa que nos da un conocimiento adecuado de él.21

En el cristianismo se entiende que exégesis es la búsqueda del significado del texto bíblico.22 Se reconoce que él mismo es semejante y distinto a cualquier otro texto literario. Es semejante porque fue escrito por seres humanos que usaron una lengua específica y categorías de su propio contexto histórico. Pusieron en acción sus facultades (imaginación, memoria) y ciertos órganos (manos), de la misma manera que los demás escritores de la antigüedad. Pero al mismo tiempo es distinto, pues tenemos la convicción que es Palabra de Dios y, como tal, trasciende las limitaciones de esta relación con su momento histórico. Esas facultades fueron puestas al servicio de una causa diferente. Hay un obrar sobrenatural o divino que hace que se trate de textos de una naturaleza diferente.

Distintos autores han definido este término de distintas maneras. Por ejemplo, Eugene A. Nida describió la exégesis como el proceso de reconstruir el acto comunicativo determinando el significado —o los significados— que para los participantes en la comunicación haya tenido dicho acto.23 En otras palabras, Nida coloca el acento en la comunicación de la verdad. Algo semejante hacen Lothar Coenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard, cuando dicen que la exégesis es el arte de entender la Escritura, que ha sido transmitida tal como los autores de la misma la entendían y querían que se entendiese.24

Pablo A. Deiros afirma que, en el campo teológico, se refiere al proceso de interpretar un texto. Él distingue la exégesis de la traducción y de la pesquisa de los principios de la interpretación (hermenéutica), que, reconoce, están estrechamente relacionados. En este caso, el énfasis se encuentra en que se trata de un proceso. Por ello, entiende una secuencia de hechos que siguen o forman un patrón lógico reconocible, que se repite lo suficiente como para que se lo pueda observar una y otra vez, y que conducen hacia un resultado predecible.25

A modo de conclusión, podemos decir que este término ha sido usado, por un lado, con el significado de interpretación o casi como sinónimo de hermenéutica. Y por otro lado, y dada la evolución semántica de hermenéutica, se suele reservar la palabra exégesis para designar la realización concreta de la interpretación mediante los métodos adecuados.26 Por tanto, la expresión “exégesis bíblica” indica el modo concreto de interpretar los textos bíblicos, según pautas hermenéuticas previamente fijadas y siguiendo determinados métodos.27

Se debe hacer una observación final, y es que hay quienes han entendido mal la tarea del predicador y la han equiparado o identificado con la del exégeta. Pero la tarea del predicador es diferente de la de este. Mientras que al exégeta le interesa lo que dice el texto y descubrir sus enseñanzas, la tarea del predicador es guiar a la congregación para que descubra cómo se puede vivir ese texto en la adoración a Dios y en el servicio a los demás.

EJERCICIO 3

Escribe una breve oración en la que marques la diferencia entre el trabajo exegético y el de proclamación de la Palabra.

 

 

 

Hermenéutica

Como alguna vez escribió Wilhelm Dilthey, la hermenéutica es el arte de evitar el malentendido. Es por eso que es necesario definir y aclarar el sentido del término, para evitar una tergiversación o malentendido en la comprensión del mismo. Como señala Ernesto Trenchard: “La palabra ‘hermenéutica’ extraña un poco, pero es una etiqueta conveniente (derivada de la voz griega hermeneuo: explicar un texto) para resumir las distintas consideraciones, principios y normas que nos ayudan a llegar a una interpretación adecuada de las Sagradas Escrituras”.28 Utilizando la historia de la lengua, el término está relacionado con la capacidad especial que tenía uno de los dioses del Olimpo griego: Hermes (Έρμῆς, de dónde viene el vocablo hermenéutica), que era el heraldo de los dioses e intérprete de Zeus, encargado de transmitir su mensaje a los seres humanos.29 Daniel Carro dice que de esta relación se puede deducir que el trabajo de la hermenéutica es relacionar a la divinidad con la humanidad.30

Tanto los sustantivos como los verbos relacionados con esta raíz son usados en el Nuevo Testamento.31 Una mención especial la merece Lucas 24.27, donde se cuenta el encuentro de Jesús con los discípulos que iban a Emaús. El texto dice que en la conversación él les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Es decir, que para ayudar a los discípulos a entender los eventos relacionados con su muerte y resurrección, el Señor les explicó el significado de varios pasajes del Antiguo Testamento que hablaban de él. Es interesante notar que Jesús unió la situación actual con lo que estaba escrito. Él tomó las historias del pasado, las profecías, para, a partir de ellas, transformar la situación presente. Es en esta ocasión cuando la Palabra muestra de manera más plena su valor vivificador.32

EJERCICIO 4

¿Qué aporta Lucas 24.27 a la comprensión del significado de hermenéutica? Escribe tres líneas presentando tu aporte:

 

 

 

La hermenéutica es el estudio de los principios de la interpretación. La exégesis consiste en la interpretación real de la Biblia, el sacar su sentido, mientras que la hermenéutica establece los principios por los cuales se efectúa la exégesis.33 Bernard Ramm ha definido la hermenéutica como aquel “grupo de reglas que se emplean en todos los materiales que necesitan interpretación”. Y agrega:

Bernard Ramm: “Existe una brecha entre el intérprete y los materiales que necesitan interpretación, y por eso deben fijarse reglas que conecten esa brecha. Puede ser que el intérprete esté separado de sus materiales en el tiempo, y entonces hay una brecha histórica. También es posible tener una cultura diferente, entonces hay una brecha cultural. Quizá el texto está escrito en otro idioma, entonces hay una brecha lingüística. Cuando el documento se ha originado en otro país, hay una brecha geográfica. Y cuando el texto tiene una actitud hacia la vida y el universo totalmente diferente a la del intérprete, podemos decir que hay una brecha filosófica”.34

El mismo Bernard Ramm, en una de sus obras más significativas sobre este tema, escribió lo siguiente: “La hermenéutica es la ciencia y el arte de la interpretación de la Biblia. Es una ciencia porque es guiada por reglas dentro de un sistema; y es un arte porque la aplicación de estas reglas es sobre la base de cierta habilidad, y no se hace simplemente en forma mecánica.35 Anthony Thiselton escribió hace un tiempo que la hermenéutica puede definirse brevemente como la teoría de la interpretación. Sin embargo, no se trata simplemente del estudio o aplicación de una serie de reglas o principios. La hermenéutica tiene que ver con la interpretación y la comprensión de cualquier acto de comunicación, sea escrita o verbal, y también a través de uso de símbolos. Para él, es un área específica que concierne a la interpretación, comprensión y apropiación de textos.36

Al pensar en la relación entre exégesis y hermenéutica, se ha dicho que mientras la primera busca el sentido del texto en su propio contexto histórico, la segunda busca el desarrollo de ese sentido para el creyente. La exégesis busca lo que está detrás del texto (las circunstancias en el momento de su producción, que condicionan su sentido), mientras que la hermenéutica considera lo que está por delante de él (lo que es capaz de decir en circunstancias siempre nuevas).37 Eugene Nida afirmó que la hermenéutica consiste en señalar paralelos entre el mensaje bíblico y los eventos actuales, así como en determinar el grado de pertinencia actual de aquel y la respuesta apropiada del creyente. Tanto la exégesis como la hermenéutica se incluyen dentro de la categoría más amplia que es la interpretación.38

Interpretación

Aunque se suele identificar con las dos anteriores, este es un término diferente pero relacionado con las mismas.39 Interpretar viene del latín interpretari, que significa traducir, declarar y explicar. Aquí lo usaremos en su sentido más general, comprendiendo a la vez con él a la hermenéutica y la exégesis bíblica, pero dando un paso más, incluyendo también la aplicación de ese texto. En el diccionario de la Real Academia encontramos estas siete definiciones para el verbo interpretar: (1) Explicar o declarar el sentido de algo, y principalmente el de un texto, (2) Traducir de una lengua a otra, sobre todo cuando se hace oralmente, (3) Explicar acciones, dichos o sucesos que pueden ser entendidos de diferentes modos, (4) Concebir, ordenar o expresar de un modo personal la realidad, (5) Representar una obra teatral, cinematográfica, etc., (6) Ejecutar una pieza musical mediante canto o instrumentos, (7) Ejecutar un baile con propósito artístico y siguiendo pautas coreográficas.40 Conviene aclarar que ninguna de estas acepciones describe o define en su totalidad el sentido del término, sino distintas facetas del mismo. Cada disciplina que lo usa, lo hace a partir de una de sus acepciones, aunque a veces lo hace de manera incorrecta.

En la Biblia, el término se usa treinta y seis veces: treinta y tres en el Antiguo Testamento y tres en el Nuevo.41 En el Antiguo Testamento, la palabra más traducida de esta manera es pesher (פשר,i 30 veces), cuyo sentido básico es explicar algo que necesita explicación (Gn. 40.18; Dn. 2.5). En el Nuevo Testamento, el sustantivo que se traduce de esta manera es epilusis (επíλυσίς).42 El texto que merece nuestra atención es 2 Pedro 1.20. Allí se indica que la profecía misma no nos llega de una fuente con un propósito privado o particular, sino que los profetas, inspirados por el Espíritu Santo, buscaron transmitir la voluntad de Dios. Esto implica que la misma solo puede interpretarse adecuadamente tomando en cuenta al Espíritu de Dios.43

La tarea del intérprete es buscar el sentido que el autor inspirado intentó expresar y expresó en circunstancias determinadas, según las condiciones de su tiempo y cultura. Por ‘sentido’ entendemos la orientación o dirección del significado de un texto. Es mucho más que la búsqueda del significado de las palabras o frases (exégesis), o presentar la actualización del mismo para el tiempo presente (hermenéutica). El intérprete traduce el texto a la acción, busca una conexión emocional y actual entre el receptor y el texto. El sentido del texto, es decir, su significado, nos conduce a la verdad, que no es otra que la verdad de Dios, que es la revelación del misterio de Dios en Jesucristo. Es decir, se trata del evangelio que había sido anunciado por los profetas, que se cumplió en la vida de Jesús el Cristo, y que los apóstoles transmitieron en la Iglesia. De aquí que esta verdad, captada por el texto bíblico y en él verbalizada, no pueda agotarse en él, puesto que es la realidad misma de Dios presente en la historia. Y de aquí también que siempre podamos descubrir en el texto nuevas manifestaciones de la verdad en él expresadas, al leerlo e interpretarlo desde circunstancias nuevas.

Interpretar es el hecho de que un contenido material, ya dado e independiente del intérprete, es comprendido y expresado o traducido a una nueva forma de expresión. Tomando en cuenta las acepciones 5 a 7 del Diccionario de la Real Academia, se debe notar que el intérprete es capaz de ejecutar, ya sea la obra teatral o musical y no solo de comprenderla. Al ejecutarla, o sea, interpretarla, lo hace de manera diferente y única. La interpretación posee algunas características que hacen de ella una disciplina especial. La primera es que se trata de una comunicación efectiva, la traducción del lenguaje técnico (diferente) de la Biblia a términos e ideas que la gente que no es especialista pueda comprender. Además, se realiza a partir de su objetivo, que es apropiarse del mensaje de manera efectiva. No es suficiente con entender la Palabra de manera meramente intelectual o afectiva, ella debe ser apropiada para usarla en la vida. La interpretación debe ayudar al creyente a aferrarse por la fe a Jesucristo.

EJERCICIO 5

Redacta una definición de cada una de las palabras que se han presentado con un ejemplo:

Exégesis:  

Hermenéutica:  

Interpretación:  

Comprensión

El título de este libro contiene el término “entender”. Se trata de una elección que fue difícil pues las palabras “entender” y “comprender”, como sinónimos, muestran dos aspectos de una misma idea. En cuanto a la primera, en el prólogo al libro Hermenéutica: entendiendo la Palabra de Dios, Kevin Vanhoozer defiende el término entender, y su uso en el título de la obra, afirmando que la intención de los autores fue hacer hincapié en la importancia de los pequeños detalles de los textos bíblicos.44 En cuanto al significado de “entender”, en el Diccionario de la Real Academia encontramos una serie de acepciones de las que consideraremos solo algunas: (1) Tener idea clara de las cosas, (2) Saber con perfección algo, (3) Conocer, penetrar, (4) Conocer el ánimo o la intención de alguien (“Ya te entiendo”), (5) Discurrir, inferir, deducir. Esto muestra que la tarea de entender la Biblia es mucho más que saber qué significan sus palabras. Tiene que ver con un conocimiento integral y profundo de la misma.

En Nehemías 8.8 encontramos un ejemplo del pueblo de Dios leyendo y comprendiendo la Palabra. Al mismo tiempo, el pasaje provee de unos principios básicos para interpretar las Escrituras. Hay allí tres características a tener en cuenta:

Primero, leer claramente (leían con claridad). Nehemías abrió el libro de la ley, y leyó clara y audiblemente el texto a la congregación. Se debe recordar que bajo la cautividad babilónica, el pueblo judío fue deportado, y por más de cien años había perdido contacto con la Palabra de Dios y las ceremonias del templo. Para esta generación quizás esta fue la primera ocasión en que escucharon la palabra de Dios en una lectura pública. Aplicando esto al día de hoy, es importante que los hijos de Dios sepan lo que la Biblia dice. La lectura de la Biblia es algo que no tiene sustituto. Muchas veces el pueblo de Dios es más fiel a las ceremonias religiosas que a la lectura de la Palabra. Solo la lectura de esta producirá cambios significativos en la vida. Esdras llevó al pueblo a tener un contacto con la Palabra de Dios.

Segundo, poner el sentido en el texto (lo interpretaban). La palabra que la NVI traduce como “interpretaban” es el término hebreo shakal, que significa literalmente advertir, conducir o hacer entender. Durante el cautiverio, el pueblo de Israel había perdido contacto con su lengua materna, el hebreo, lengua en la que estaban escritas las Escrituras. Es por eso que la tarea de los levitas fue traducir o aclarar las palabras que para los oidores eran incomprensibles.

Tercero, entender la Escritura (comprender su lectura). El propósito único del estudio, exégesis o interpretación es que la congregación se beneficie entendiendo la palabra de Dios. El entendimiento de las Escrituras debe llevar a cada cristiano a la obediencia a Dios. Por otro lado, el hijo de Dios no puede obedecer aquello que no entiende.